¿Cómo debería financiarse la educación universitaria? ¿Por qué no un mercado libre en créditos educativos?

Lejos de los temas que aquí se discuten en materia de educación, en Estados Unidos se plantea la cuestión si el estado debería subsidiar créditos para estudios universitarios. Bryan Caplan, profesor de George Mason University y autor de un libro titulado, nada menos, que Against Education, y conocido por sus opiniones desafiantes, se pregunta aquí y responde si la educación universitaria no tendría que ser financiada en el mercado. El artículo se titula “Why Not a Free Market in Educational Loans?”: https://www.econlib.org/archives/2012/10/why_not_a_free.html

Así comienza:

“Supongamos que las inversiones en educación son tan fantásticas como se supone que debemos creer: el sesgo de capacidad y las señales son mitos, por lo que toda la prima educativa observada es causal y socialmente valiosa. Aun así, cuesta ver por qué el gobierno debería subsidiar la educación. ¿Por qué los estudiantes no pueden simplemente financiar su siempre tan valiosa inversión en capital humano con préstamos educativos no subsidiados?

El argumento favorito de los no economistas es algo así como: “Las tasas de interés serían tan altas que poca gente pediría prestado”. Sin embargo, al menos superficialmente, esta objeción choca con la premisa de que “la educación es una inversión fantástica”. Si la educación realmente tiene enormes beneficios, la gente debería estar feliz de pagar altas tasas de interés para adquirirla. Además, si la educación produce rendimientos tan fiables, los prestamistas deberían tener confianza en el reembolso y, por tanto, prestar felizmente a un tipo de interés bajo.

En este punto, muchos economistas saldrán en defensa de los no economistas. Los préstamos educativos de libre mercado tendrían altas tasas de interés a pesar de lo fantástico de la inversión. ¿Por qué? Por información imperfecta.”

Subsidios

Otros dos interesantes informes Policy Analysis del Cato Institute, se refieren a los problemas que generan los subsidios.

En el primero, Michael Tanner (SNAP Failure: The Food Stamp Program Needs Reform: http://www.cato.org/publications/policy-analysis/snap-failure-food-stamp-program-needs-reform) comenta sobre este programa, mejor conocido como «Food Stamps». Tiene tantas características de programas que todos conocemos:

1. Fue iniciado como un programa temporario (no hay nada más permanente que un programa temporario de un gobierno), desde 1939 a 1943. Luego volvió para quedarse en 1964.

2. El objetivo inicial era más bien ayudar a los agricultores, permitía a los ciudadanos de bajos ingresos comprar lo que el Departamento de Estado de Agricultura consideraba «excedentes». Cuando los excedentes se acabaron, el programa terminó.

3. Fue cerrado porque nunca tuvo autorización del Congreso y hubo casos muy publicitados de fraude y corrupción.

4. Volvió en 1964 por medio de una ley que recibió apoyo bipartidario, lo que lo hace imbatible. Por un lado, les gusta a los demócratas como programa social, y a los republicanos porque subsidia a los agricultores.

5. Los dos últimos gobiernos, además, han salido a «venderlo» y a conseguir nuevos clients. Los beneficarios pasaron de 17 millones al comienzo de la administración Bush en 2000 a 48 millones en la actualidad. ¿Hay ese número de malnutridos en los Estados Unidos? Y no se refiere a los que se toman baldes de gaseosas o solo comen fast food.

6. Como otros subsidios, parece generar dependencia: casi 56% de los receptores lo hacen por más de cinco años, lo que sugiere que ya no es una ayuda temporal.

7. Esa dependencia parece extenderse a otros programas sociales. Menos de un 20% de los receptores tiene a  este programa como su ingreso, más del 30% tiene algún tipo de ingreso y el 60% tiene como ingreso otros programas sociales.

8. El gobierno federal tiene actualmente 126 programas contra la pobreza, 72 de los cuales proveen ayuda en dinero o en bienes por más de $668.000 millones anuales.

9. Desde que comenzó la «Guerra contra la pobreza» en 1965 se han gastado más de $15 billones en programas pero la tasa de pobreza ha permanecido relativamente constante desde entonces. Desde 2006 la tasa ha incluso aumentado pese a un masivo incremento en estos gastos.

 

El otro Policy Analysis a comentar es de Dalibor Rohac, «Solving Egypt’s Subsidy Problem», (http://www.cato.org/publications/policy-analysis/snap-failure-food-stamp-program-needs-reform). Los subsidios a los alimentos y combustibles en este país son 1/3 del gasto public, o 13% del PIB, pero su reforma es prácticamente imposible. Hubo varios intentos de reducirlos pero todos han fracasado. El autor propone su reemplazo por subsidios en dinero dirigido a los pobres, no estos que reciben todos.

El estado egipcio, además, controla los precios de los productos subsidiados y los mantiene por debajo de los precios de Mercado. Y para evitar el desabastecimiento que sería su resultado lógico, interviene también del lado de la oferta proveyendo insumos subsidiados y baratos a los productores o proveyendo los productos directamente. Por ejemplo, compra harina en el Mercado internacional, que provee luego más barata a los panaderos.

Dice el autor: «Como resultado, los subsidios a los precios llevan a sobreconsumo, distorsionan la oferta, reducen el ingreso de competidores y llevan a Baja calidad y malos servicios. Como el sistema de subsidios distorsiona los precios, también invita al arbitraje, mercados negros y contrabando».