Chocolate por la noticia: Los políticos evitan aumentar impuestos antes de las elecciones, lo hacen después.

Hay investigaciones que parecen ser intentos de verificar lo que ya sabemos de memoria. ¿Cuál es la originalidad? Por ejemplo, en este paper, investigadores del FMI y el Banco Mundial “descubren” que los políticos rara vez anuncian aumentos de impuestos antes de las elecciones, y sí lo hacen una vez que fueron electos. Chocolate por la noticia.

El paper es: David, Antonio C. y Sever, Can, “Electoral Cycles in Tax Reforms”. IMF Working Paper No. 2022/216, Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=4278473  or http://dx.doi.org/10.5089/9798400223754.001

Así es presentado:

“Examinamos los ciclos electorales en las reformas fiscales utilizando datos mensuales durante el período 1990-2018 para 22 economías avanzadas y mercados emergentes. Mostramos que los gobiernos tienden a evitar anunciar reformas fiscales durante los meses previos a las elecciones. Además, es más probable que anuncien esas reformas en los primeros meses posteriores a las elecciones, lo que indica que el “capital político” juega un papel en el momento de las reformas. Estos patrones son de base amplia en cuanto a los cambios en la base y tasa impositiva, y para varios tipos de impuestos. También encontramos que la disminución preelectoral en la probabilidad de anuncios de reformas tributarias es más fuerte en los mercados emergentes y más débil en los países con una calidad institucional relativamente mejor. Finalmente, nuestros resultados indican que ni las reglas fiscales ni los programas del FMI parecen tener efectos diferenciales sobre los ciclos electorales en las reformas tributarias.”

Adam Smith, precursor de muchas cosas. También del análisis económico de la política

La revista Estudios Públicos, publicada por el Centro de Estudios Públicos (CEP), de Chile, es una de las mejores revistas académicas de América Latina. En su última edición trae, entre otros, este artículo “Adam Smith como precursor de la teoría de la acción colectiva”, por Emiliano Heresi Toni: https://www.estudiospublicos.cl/index.php/cep/article/view/2091

Nuestro admirado Adam ha sido precursor de muchas cosas, por lo que no extraña que podamos encontrar que también lo es en el campo del análisis económico de la política. Después de todo, la disciplina que su trabajo ayudó a fundar tomó el nombre de Economía Política durante el siglo XIX. Los autores del Public Choice siempre mencionan también al marqués de Condorcet, entre otros. Aquí el resumen:

 

“Este artículo busca demostrar que Adam Smith puede ser considerado el precursor de la teoría de la acción colectiva. Existe una profunda comprensión por parte de Smith sobre cómo operan los grupos de interés y cuáles son los respectivos incentivos que les permiten a unos ser más efectivos que a otros. Además, no existe una diferencia fundamental entre lo que postula, por un lado Smith y, por otro, Mancur Olson, sino más bien pequeñas sutilezas en función de formalizaciones económicas. Este artículo arroja luz sobre el sorprendente nivel de detalle mediante el cual Adam Smith describe los elementos ne- cesarios para lo que Olson llamó luego una acción colectiva efectiva. Se sostiene, además, que la principal motivación para Smith en tratar de entender las dinámicas de estos grupos radica principalmente en un asunto económico. La investigación ilustra una nueva manera de entender la filosofía política de Adam Smith, junto con presentar evidencia sobre el impacto transversal —de esta aproximación en específico— en el liberalismo a un nivel general.”

La política como es, no como nos gustaría que fuera: James Buchanan y la política sin romanticismo

Con los alumnos de la materia Historia del Pensamiento Económico y Social, UCEMA, comenzamos a considerar el Análisis económico de la política con uno de sus fundadores. James Buchanan en un artículo titulado “Política sin Romanticismos”

Así describe el objetivo de la “teoría de la elección pública” o Public Choice:

“En esta conferencia me propongo resumir la aparición y el contenido de la «Teoría de la Elección Pública», o, alternativamente, la teoría económica de la política, o «la Nueva Economía Política». Esta tarea de investigación únicamente ha llegado a ser importante en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. De hecho, en Europa y Japón, la teoría sólo ha llegado a constituir el centro de atención de los estudiosos en los años setenta; los desarrollos en América provienen de los años cincuenta y sesenta. Como espero que mis observaciones sugieran, la Teoría de la Elección Pública no carece de antecedentes, especialmente en el pensamiento europeo de los siglos XVIII y XIX. El Eclesiastés nos dice que no hay nada nuevo bajo el sol y en un sentido auténtico tal pretensión es seguramente correcta, especialmente en las llamadas «ciencias sociales». Sin embargo, en el terreno de las ideas dominantes, la »elección pública» es nueva, y esta subdisciplina, situada a mitad de camino entre la Economía y la Ciencia Política, ha hecho cambiar la forma de pensar de muchas personas. Si se me permite utilizar aquí la manida expresión de Thomas Kuhn, creo que podemos decir que un viejo paradigma ha sido sustituido por otro nuevo. 0, retrocediendo un poco más en el tiempo y utilizando la metáfora de Nietzsche, ahora nosotros miramos algunos aspectos de nuestro mundo, y especialmente nuestro mundo de la política, a través de una ventana diferente.

El título principal que he dado a esta conferencia, «Política sin romanticismos» fue escogido por su precisión descriptiva. La Teoría de la Elección Pública ha sido el vehículo a través del cual un conjunto de ideas románticas e ilusiones sobre el funcionamiento de los Gobiernos y el comportamiento de las personas que gobiernan ha sido sustituido por otro conjunto de ideas que incorpora un mayor escepticismo sobre lo que los Gobiernos pueden hacer y sobre lo que los gobernantes harán, ideas que sin duda son más acordes con la realidad política que todos nosotros podemos observar a nuestro alrededor. He dicho a menudo que la elección pública ofrece una «teoría de los fallos del sector público» que es totalmente comparable a la «teoría de los fallos del mercado» que surgió de la Economía del bienestar de los años treinta y cuarenta. En aquel primer esfuerzo se demostró que el sistema de mercados privados fallaba en ciertos aspectos al ser contrastado con los criterios ideales de eficiencia en la asignación de los recursos y en la distribución de la renta. En el esfuerzo posterior, en la elección pública, se demuestra que el sector público o la organización política falla en ciertos aspectos cuando se la contrasta con la satisfacción de criterios ideales de eficiencia y equidad. Lo que ha ocurrido es que hoy encontramos pocos estudiosos bien preparados que están dispuestos a intentar contrastar los mercados con modelos ideales. Ahora es posible analizar la decisión sector privado-sector público que toda comunidad ha de tomar en términos más significativos, comparando los aspectos organizativos de varias alternativas realistas.

Parece cosa de elemental sentido común comparar las instituciones tal como cabe esperar que de hecho funcionen en lugar de comparar modelos románticos de cómo se podría esperar que tales instituciones funcionen. Pero este criterio tan simple y obvio desapareció de la conciencia culta del hombre occidental durante más de un siglo. Tampoco puede en absoluto decirse que esta idea sea aceptada hoy de forma general. Tenemos que admitir que la mística socialista de que el Estado, la política, consiguen alcanzar de alguna manera el «bien público» trascendente pervive todavía entre nosotros bajo diversas formas. E incluso entre aquellos que rechazan tal mística hay muchos que buscan incesantemente el ideal que resolverá el dilema de la política.”

Cuando puede terminar electa una candidata que presenta mayor nivel de rechazo que de aprobación

Siguiendo con el tema de los sistemas electorales y las preferencias de los votantes que comentara en el post de ayer, ahora, de la misma serie de papers, tenemos al siguiente:

Ahmad Awde, Mostapha Diss, Eric Kamwa, Julien yves Rolland, Abdelmonaim Tlidi. “Social unacceptability for simple voting procedures”. 2022. ￿hal-03614587￿

El trabajo analiza la posibilidad de que termine siendo electo una candidata que no es aceptada socialmente. (para cumplir con lo políticamente correcto, muchos autores ahora prefieren escribir los papers directamente usando sustantivos femeninos pero, claro, no siempre son esas buenas noticias, ahora le toca a la «candidata» ser socialmente rechazada). Esto tiene que ver con algo que normalmente vemos en los resultados de las encuestas que se publican en los diarios respecto al grado de aprobación o rechazo que generan los potenciales candidatos y considera la cuestión de que sea electo una candidata con mayor nivel de rechazo que de aprobación. Su resumen:

“Se dice que una candidata es socialmente aceptable si la cantidad de votantes que la ubican entre la mitad más preferida de los candidatos es al menos tan grande como la cantidad de votantes que la ubican entre la mitad menos preferida (Mahajne y Volij, 2018). Para cada perfil de votante, siempre existe al menos un candidato socialmente aceptable. Este candidato puede no ser elegido por algunas reglas de votación conocidas, lo que incluso puede conducir en algunos casos a la elección de un candidato socialmente inaceptable, siendo este último un candidato tal que el número de votantes que lo ubican entre los de la mitad más preferida de los candidatos es estrictamente menor que el número de votantes que la clasifican entre la mitad menos preferida. En este trabajo, nuestra contribución es doble. Primero, dado que la existencia de un candidato socialmente inaceptable no siempre está garantizada, determinamos las probabilidades de la existencia de dicho candidato. Luego, evaluamos con qué frecuencia la regla de Pluralidad, la regla de Pluralidad Negativa, la regla de Borda y sus versiones de dos vueltas pueden elegir a un candidato socialmente inaceptable. Realizamos nuestros cálculos bajo la Cultura Imparcial y la Cultura Anónima Imparcial.”

Propuestas para mejorar el sistema electoral ranqueando a todos los candidatos que se presenten

Uno de los problemas que presentan los sistemas electorales, y no de fácil solución, es que no miden la intensidad de las preferencias. Es decir, un voto, tanto sea en una boleta única como en boletas separadas, es un voto, y no nos dice nada de cuán intenso era el deseo del votante de que ese candidato ganara, puede ser que le da lo mismo, que eligió al menos malo o que se muere porque esa persona gane. Es por eso que desde hace tiempo ya han surgido propuestas que buscan reducir, aunque sea algo, ese problema, pidiéndole al votante que ranquee a los candidatos según su mayor o menor aprobación.

En este paper Eric Kamwa se trata el tema: “On Two Voting systems that combine approval and preferences: Fallback Voting and Preference Approval Voting”. 2022. ￿hal-03614585￿: https://hal.archives-ouvertes.fr/hal-03614585/document

“La votación de aprobación de preferencia (PAV) y la votación de respaldo (FV) son dos reglas de votación que combinan aprobación y preferencias. Fueron introducidos por primera vez por Brams y Sanver (2009). Bajo PAV, los votantes clasifican a los candidatos e indican cuáles aprueban; con FV, clasifican solo a los candidatos que aprueban. En este artículo, complementamos el trabajo de Brams y Sanver (2009) explorando algunas otras propiedades normativas de FV y PAV. Mostramos, entre otros, que FV y PAV satisfacen y no cumplen los mismos criterios; poseen dos propiedades que AV no tiene: la optimización de Pareto y el hecho de elegir siempre al ganador absoluto de Condorcet cuando existe. Para elecciones de tres candidatos y un electorado muy grande, comparamos FV y PAV con otras reglas de votación al evaluar las probabilidades de satisfacer los criterios de mayoría de Condorcet. Encontramos que PAV funciona mejor que la regla de Borda. También encontramos que en términos de acuerdo, FV y PAV están más cerca de las reglas de puntuación que de la votación de Aprobación. Nuestro análisis se realiza bajo el supuesto de Cultura Anónima Imparcial.”

¿Con más apertura y competencia en el sistema electoral no se terminaría castigando a los corruptos?

Parece que en el área política podemos tener malas noticias cuando pensamos estar avanzando hacia mayores niveles de competencia. En un reciente estudio publicado por la Toulouse School of Economics: https://hal.archives-ouvertes.fr/hal-03629643 se plantea que el cambio desde un sistema electoral de representación proporcional con lista cerrada a uno con lista abierta (es decir, que la lista la arma el votante), daría como resultado mayor cantidad de votos para candidatos corruptos. Si fuera así, es una pena. Los autores son :

Rumilda Cañete, Josepa Miquel-Florensa, Stéphane Straub, Karine van der Straeten. “Voting Corrupt Politicians Out of Office? Evidence from a Survey Experiment in Paraguay”. 2022. ￿hal-03629643

“Este documento desafía la sabiduría convencional de que dar a los votantes más poder, tanto formalmente a través del uso de sistemas electorales más “abiertos” como informalmente a través de un acceso más fácil a la información sobre las malas acciones de los políticos, necesariamente dará como resultado que voten a los políticos corruptos fuera de sus cargos. Centrándonos en una comparación entre los sistemas de representación proporcional de lista cerrada y de lista abierta, mostramos teóricamente que es probable que abrir las listas genere un gran cambio de porcentaje de votos a favor de los partidos en el poder, que en muchos países resultan ser los más corruptos. . Diseñamos un experimento de encuesta para probar estas predicciones en Paraguay y encontrar evidencia de apoyo sólida. No encontramos en nuestro contexto que la falta de información sea un gran obstáculo para que los votantes despidan a los políticos corruptos; en todo caso, bajo el sistema más abierto, los partidarios del partido en el poder tienden a emitir más votos por políticos con un historial reciente de corrupción.”

 

Obi-Wan Kenobi y el análisis económico de la política (Public Choice): los políticos no son confiables

Las obras literarias y las películas de cine, aunque sean de literatura fantástica, reflejan en mayor o menor medida los factores que conforman las relaciones sociales. Tal parece ser el caso de la nueve serie derivada de Star Wars referida a Obi-Wan Kenobi.

El American Institute for Economic Research (AEIR) publica una breve pero interesante nota de Byron B. Carson, III, titulada “Obi-Wan Kenobi, Public Choice Economist”: https://www.aier.org/article/obi-wan-kenobi-public-choice-economist/

La advertencia de Obi-Wan parece clara:

“¿Será Star Wars una puerta de entrada intergaláctica para comprender mejor la teoría de la elección pública? Obi-Wan Kenobi, que pronto tendrá su propia serie, no solo es uno de los más grandes maestros Jedi del universo y un maestro de la retórica, sino que también es un importante maestro de economía política.

Advertencia de Obi-Wan

Al proteger a la senadora Padmé Amidala de la amenaza de asesinato en El ataque de los clones, Anakin Skywalker y Obi-Wan discuten los planes de seguridad, la desesperación de Anakin por su madre y el creciente afecto de Anakin por Amidala. Al asesorar a Anakin sobre Amidala, Obi Wan le recuerda a Anakin que Amidala es una política. Obi-Wan afirma: «… no olvides que es una política y no se puede confiar en ellos».”

Economía de la conducta y Elección Pública: una interesante combinación en la revista Public Choice

La revista Public Choice publica un número especial, dedicado a la economía de la conducta y la Elección Pública. Volume 191, issue 3-4, June 2022, Special issue: Behavioral economics and public choice. Los editores son Bryan C. McCannon y Gregory DeAngelo: https://link.springer.com/journal/11127/volumes-and-issues/191-3

Este es el contenido:

Behavioral economics and public choice: introduction to a special issue

Gregory DeAngelo, Bryan C. McCannon

Favoritism and cooperation

Johanna Mollerstrom

Endogenous choice of institutional punishment mechanisms to promote social cooperation

Anabela Botelho, Glenn W. Harrison, Lígia M. Costa Pinto, Don Ross, Elisabet E. Rutström

When Syria was in Egypt’s land: Egyptians cooperate with Syrians, but less with each other

Mazen Hassan, Sarah Mansour, Stefan Voigt, May Gadallah

Analytical thinking, prosocial voting, and intergroup competition: experimental evidence from China

Rebecca B. Morton, Kai Ou, Xiangdong Qin

Behavioral economics and the Virginia school of political economy: overlaps and complementarities

Roger D. Congleton

Attention distribution as a measure of issue salience

Libby Jenke, Michael Munger

Does money have a conservative bias? Estimating the causal impact of Citizens United on state legislative preferences

Anna Harvey, Taylor Mattia

Nudging with care: the risks and benefits of social information

Cristina Bicchieri, Eugen Dimant

La política sin romanticismos; una visión sin ilusiones y pretensiones de que buscan el bien común

Con los alumnos de la materia Historia del Pensamiento Económico I de la UBA, consideramos el Análisis económico de la política con uno de sus fundadores. James Buchanan en un artículo titulado “Política sin Romanticismos”

Así describe el objetivo de la “teoría de la elección pública” o Public Choice:

“En esta conferencia me propongo resumir la aparición y el contenido de la «Teoría de la Elección Pública», o, alternativamente, la teoría económica de la política, o «la Nueva Economía Política». Esta tarea de investigación únicamente ha llegado a ser importante en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. De hecho, en Europa y Japón, la teoría sólo ha llegado a constituir el centro de atención de los estudiosos en los años setenta; los desarrollos en América provienen de los años cincuenta y sesenta. Como espero que mis observaciones sugieran, la Teoría de la Elección Pública no carece de antecedentes, especialmente en el pensamiento europeo de los siglos XVIII y XIX. El Eclesiastés nos dice que no hay nada nuevo bajo el sol y en un sentido auténtico tal pretensión es seguramente correcta, especialmente en las llamadas «ciencias sociales». Sin embargo, en el terreno de las ideas dominantes, la »elección pública» es nueva, y esta subdisciplina, situada a mitad de camino entre la Economía y la Ciencia Política, ha hecho cambiar la forma de pensar de muchas personas. Si se me permite utilizar aquí la manida expresión de Thomas Kuhn, creo que podemos decir que un viejo paradigma ha sido sustituido por otro nuevo. 0, retrocediendo un poco más en el tiempo y utilizando la metáfora de Nietzsche, ahora nosotros miramos algunos aspectos de nuestro mundo, y especialmente nuestro mundo de la política, a través de una ventana diferente.

El título principal que he dado a esta conferencia, «Política sin romanticismos» fue escogido por su precisión descriptiva. La Teoría de la Elección Pública ha sido el vehículo a través del cual un conjunto de ideas románticas e ilusiones sobre el funcionamiento de los Gobiernos y el comportamiento de las personas que gobiernan ha sido sustituido por otro conjunto de ideas que incorpora un mayor escepticismo sobre lo que los Gobiernos pueden hacer y sobre lo que los gobernantes harán, ideas que sin duda son más acordes con la realidad política que todos nosotros podemos observar a nuestro alrededor. He dicho a menudo que la elección pública ofrece una «teoría de los fallos del sector público» que es totalmente comparable a la «teoría de los fallos del mercado» que surgió de la Economía del bienestar de los años treinta y cuarenta. En aquel primer esfuerzo se demostró que el sistema de mercados privados fallaba en ciertos aspectos al ser contrastado con los criterios ideales de eficiencia en la asignación de los recursos y en la distribución de la renta. En el esfuerzo posterior, en la elección pública, se demuestra que el sector público o la organización política falla en ciertos aspectos cuando se la contrasta con la satisfacción de criterios ideales de eficiencia y equidad. Lo que ha ocurrido es que hoy encontramos pocos estudiosos bien preparados que están dispuestos a intentar contrastar los mercados con modelos ideales. Ahora es posible analizar la decisión sector privado-sector público que toda comunidad ha de tomar en términos más significativos, comparando los aspectos organizativos de varias alternativas realistas.

Parece cosa de elemental sentido común comparar las instituciones tal como cabe esperar que de hecho funcionen en lugar de comparar modelos románticos de cómo se podría esperar que tales instituciones funcionen. Pero este criterio tan simple y obvio desapareció de la conciencia culta del hombre occidental durante más de un siglo. Tampoco puede en absoluto decirse que esta idea sea aceptada hoy de forma general. Tenemos que admitir que la mística socialista de que el Estado, la política, consiguen alcanzar de alguna manera el «bien público» trascendente pervive todavía entre nosotros bajo diversas formas. E incluso entre aquellos que rechazan tal mística hay muchos que buscan incesantemente el ideal que resolverá el dilema de la política.”

Cuando votamos, ¿queremos expresar nuestra preferencia política o lo hacemos «estratégicamente».

¿Cuándo votamos, lo hacemos para expresar una preferencia por un partido o por un candidato, o lo hacemos “estratégicamente” para que nuestro voto tenga “peso” en el resultado? Que tenga peso en el resultado es, desde una perspectiva, utópico, ya que un voto no decide el resultado de una elección, pero de todas formas, parece ser cierto que mucha gente toma eso en cuenta al momento de votar y no quiere “perder” su voto en un partido o candidato que no tiene chances.

En un paper titulado “Not-so-strategic Voters Evidence from an In Situ Experiment During the 2017 French Presidential Election”, Antoinette Baujard de la Universidad de Lyon e Isabelle Lebon, de la Universidad de Caen lo consideran en relación a la última elección presidencial francesa.

Así lo presentan:

“Un experimento realizado in situ durante las elecciones presidenciales francesas de 2017 proporciona las condiciones naturales para desentrañar las motivaciones del voto expresivo y el voto estratégico como determinantes de la elección de los votantes. Según la regla de la mayoría relativa en dos vueltas, cuando los votantes votan por un solo candidato en la primera vuelta, es posible que deseen principalmente expresar cuál es su candidato favorito o, más bien, influir en el resultado de la segunda vuelta mediante una votación estratégica. Estos dos motivos pueden coincidir o entrar en conflicto. Mostramos que el voto estratégico no sincero es relativamente bajo en este contexto, ya que representa menos del 7% de los votos emitidos. Cuando los motivos expresivos y estratégicos entran en conflicto entre sí, es decir, cuando la expresión requiere renunciar a cualquier influencia en el resultado de la elección, mostramos que los votantes tienen el doble de probabilidades de evitar la votación estratégica que de votar estratégicamente.”

https://doi.org/10.1016/j.electstud.2022.102458