Historia del pensamiento. Friedrich Hayek sobre el individualismo verdadero y falso

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico II, Escuela Austriaca, de la UBA, estamos viendo la filosofía política de algunos de los autores de esta escuela. En este caso, Hayek en “Individualismo: verdadero y falso”, que tiene que ver con lo siguiente:  

“El verdadero individualismo, que es el que procuraré defender comenzó su desarrollo moderno con John Locke, y particularmente con Bernard Mandeville y David Hume, y alcanzó verdadera relevancia por primera vez en el trabajo de Josiah Tucker, Adam Ferguson y Adam Smith y también en la labor de su gran contemporáneo Edmund Burke, el hombre a quien Smith describió como la única persona que conoció con un pensamiento igual al suyo en materias económicas, sin que hubiera comunicación previa alguna entre ambos. 

En mi opinión, el individualismo fue representado en su forma más perfecta durante el siglo XIX en el trabajo de dos de sus grandes historiadores y filósofos políticos: Alexis de Tocqueville y Lord Acton. Pienso que estos dos hombres han tenido más éxito en desarrollar lo mejor de la filosofía política de los pensadores escoceses, de Burke y de los Whigs ingleses, que cualquiera de los otros escritores que conozco; en cambio, los economistas del siglo XIX, o por lo menos los seguidores de Bentham o filósofos radicales, se vieron cada vez más influenciados por otro tipo de individualismo de distinto origen. Esta segunda corriente de pensamientos, absolutamente diferente, también conocida como individualismo, está representada principalmente por pensadores franceses y europeos, un hecho que se debe –a mi entender– al papel predominante que tiene el racionalismo cartesiano en su composición.1  

Los representantes más sobresalientes de esta tradición son los enciclopedistas, Rousseau y los fisiócratas; y, por razones que debemos considerar de inmediato, este individualismo racionalista tiende siempre a un desarrollo opuesto al señalado, específicamente hacia el socialismo o colectivismo. Debido a que sólo el primer tipo de individualismo es coherente, exijo que se le dé el nombre de tal; en cuanto al segundo tipo, probablemente debe ser considerado como una fuente del socialismo moderno, tan importante como las teorías colectivistas propiamente tales.31 

 

  1. Tanto el término “individualismo” como “socialismo” son una creación original de los seguidores de Saint-Simon, fundadores del socialismo moderno. Crearon primero el término individualismo para describir la sociedad competitiva, a la cual se oponían, e inventaron el término socialismo para describir la sociedad centralmente planificada en la que toda actividad era dirigida bajo el mismo principio que se aplicaba dentro de una sola industria. Respecto de los orígenes de estos términos, ver el artículo del mismo autor “The Counter-Revolution of Science” Economica, VIII (New Ser., 1941), p. 146. 2 R. BissetLife of Edmund Burke (2ª ed., 1800). II. 429. Cf. También W. C. Dunn, “Adam Smith and Edmund BurkeComplimentary Contemporaries”, Southern Economic Journal (University of North Carolina) Vol. VII,  3 (enero, 1941).  

Filosofía política y jurídica para estudiantes de economía: Hayek sobre leyes y mandatos

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico II, Escuela Austriaca, UBA, vemos ahora a uno de los principales economistas austriacos internarse en el mundo de las ciencias políticas y jurídicas. Así, leemos el Capítulo X del libro “Los Fundamentos de la Libertad”, que se titula “Las Leyes, los Mandatos y el Orden Social”, que es presentado de esta forma:

Hayek

“Uno de los mayores juristas del siglo pasado definió así la concepción básica de la ley de la libertad: «Es la regla en cuya virtud se fija la frontera invisible dentro de la cual el ser y la actividad de cada individuo tienen una segura y libre esfera». Con el discurrir del tiempo, dicho concepto de ley, que constituyó la base de la libertad, se ha perdido en gran medida. Principal objetivo de este capítulo será recuperar y hacer más preciso el concepto jurídico sobre el que se constituyó el ideal de libertad bajo el derecho haciendo posible hablar de este último como «ciencia de la Iibertad».

La vida de los hombres en sociedad, o incluso la de los animales gregarios, se hace posible porque los individuos actúan de acuerdo con ciertas normas. Con el despliegue de la inteligencia, las indicadas normas tienden a desarrollarse y, partiendo de hábitos inconscientes, llegan a ser declaraciones explícitas y coherentes a la vez que más abstractas y generales. Nuestra familiaridad con las instituciones jurídicas nos impide ver cuán sutil y compleja es la idea de delimitar las esferas individuales mediante reglas abstractas. Si esta idea hubiese sido fruto deliberado de la mente humana, merecería alinearse entre las más grandes invenciones de los hombres. Ahora bien, el proceso en cuestión es, sin duda alguna, resultado tan poco atribuible a cualquier mente humana como la invención del lenguaje, del dinero o de la mayoría de las prácticas y convenciones en que descansa la vida social.

Incluso en el mundo animal existe una cierta delimitación de las esferas individuales mediante reglas. Un cierto grado de orden que impide las riñas demasiado frecuentes o la interferencia en la búsqueda de alimentos, etc., surge a menudo del hecho de que el ser en cuestión, a medida que se aleja de su cubil, tiene menos tendencia a luchar. En consecuencia, cuando dos fieras se encuentran en alguna zona intermedia, una de ellas, normalmente, se retira sin que realmente trate de demostrar su fortaleza, y de esta forma la esfera que corresponde a cada bestia no se determina por la demarcación de un límite concreto, sino por la observancia de una regla, desconocida como tal regla por el animal, pero a la que se ajusta en el momento de la acción. El ejemplo demuestra cuán a menudo tales hábitos inconscientes envuelven cierta abstracción: la generalización de que la distinción del lugar donde el animal habita determinará la respuesta de dicho animal en su encuentro con otro. Si tratáramos de definir algunos de los más reales hábitos sociales que hacen posible la vida de los animales gregarios, tendríamos que exponer muchos de ellos mediante reglas abstractas.

El que tales reglas abstractas sean observadas regularmente en la acción no significa que los individuos las conozcan en el sentido de que puedan comunicadas. La abstracción tiene lugar siempre que un individuo responde de la misma manera a circunstancias que tienen solamente algunos rasgos en común. Los hombres, generalmente, actúan de acuerdo con normas abstractas en el sentido expuesto, mucho antes de que puedan formularlas. Incluso cuando los humanos han adquirido el poder de la abstracción consciente, su pensamiento y su actuación están guiados probablemente por muchas reglas abstractas que obedecen sin ser capaces de formularlas. El hecho de que una regla determinada sea obedecida generalmente a la hora de actuar, no significa que haya de ser descubierta y formulada mediante palabras.”

Alberdi concluye «Sistema Económico y Rentístico» señalando el rumbo que debería seguir la República

Con los alumnos de la UBA Derecho vemos a Alberdi en su «Sistema Económico y Rentístico». Aquí, en la conclusión, sobre el rumbo que debería tomar la República:

«Figuraos un buque que navega en los mares del cabo de Hornos con la proa al polo de ese hemisferio; esa dirección lo lleva al naufragio. Un día cambia de rumbo y toma el que debe llevarlo a puerto. ¿ Cesan por eso en el momento la lluvia, el granizo, la oscuridad y la tempestad de los sesenta grados de latitud? – No, ciertamente; pero con solo persistir en la nueva dirección, al cabo de algún tiempo cesan el granizo y las tempestades y empiezan los hermosos climas de las regiones templadas. – Pues bien: toda la actual política argentina, todo el sistema de su Constitución general moderna, es de mera dirección y rumbo, no de resultados instantáneos. La nave de nuestra Patria se había internado demasiado en regiones sombrías y remotas, para que baste un solo día a la salvación de sus destinos. – Nuestra organización escrita es un cambio de rumbo, un nuevo derrotero. Nuestra Constitución es la proa al puerto de salvación. Sin embargo, como todavía navegamos en alta mar, a pesar de ella tendremos borrascas, malos tiempos, y todos los percances del que se mueve en cualquier sentido, del que marcha en el mar proceloso de la vida libre. Sólo el que está quieto no corre riesgos, pero es verdad que tampoco avanza nada.

La libertad, viva en el texto escrito y maltratada en el hecho, será por largo tiempo la ley de nuestra condición política en la América antes española. Ni os admiréis de ello, pues no es otra la de nuestra condición religiosa en la mayoría del mundo de la cristiandad. Porque en el hecho violemos a cada instante los preceptos cristianos, porque las luchas de la vida real sean un desmentido de la Religión que nos declara hermanos obligados a querernos como tales, ¿se dirá que no pertenecemos a la Religión de Jesucristo? ¿Quién, en tal caso, tendría derecho de llamarse cristiano? Impresa en el alma la doctrina de nuestra fe, marchamos paso a paso hacia su realización en la conducta. En política como en religión, obrar es más difícil que creer.

La libertad es el dogma, es la fe política de la América del Sud, aunque en los hechos de la vida práctica imperen con frecuencia el despotismo del gobierno (que es la tiranía) o el despotismo del pueblo (que es la revolución). Hace dos mil años que los hombres trabajan en obrar como creen en materia de moral. ¿Será extraño que necesiten largos años para obrar como creen en materia de política, que no es sino la moral externa aplicada al gobierno de los hombres?

Dejad que el pueblo sud-americano ame el ideal en el gobierno, aunque en el hecho soporte el despotismo, que es resultado de su condición atrasada e indigente. Dejad que escriba y sancione la república en los textos; un día vendrá en que la palabra de libertad encarne en los hechos de la vida real, misterio de la religión política de los pueblos comprobado por la historia de su civilización: y aunque ese día, como los límites del tiempo, nunca llegue, es indudable que los pueblos se aproximan a él en su marcha progresiva, y son más felices a medida que se acercan al prometido término, aunque jamás lo alcancen, como el de la felicidad del hombre en la tierra. Por fortuna no es de Sud-América únicamente esta ley, sino del pueblo de todas partes; es ley del hombre así en política como en moral. Su espíritu está cien años adelante de sus actos.

Pero todo eso es aplicable a la libertad política más bien que a la libertad económica – objeto de nuestro estudio, la menos exigente, la menos difícil, la más modesta y practicable de las libertades conocidas. La libertad económica esencialmente civil es la libertad de poseer y tener, de trabajar y producir, de adquirir y enajenar, de obligar su voluntad, de disponer de su persona y de sus destinos privados. Accesible, por la Constitución, al extranjero en igual grado que al ciudadano, y asegurada doblemente por tratados internacionales, recibe de esta condición su más fuerte garantía de practicabilidad, y asegura ella misma el porvenir de las otras libertades, tomando a su cargo su educación, su nutrición, su establecimiento y desarrollo graduales, como el de la capacidad siempre ardua de intervenir en la gestión de la vida política o colectiva del Estado.Alberdi

Hayek: el orden espontáneo y los distintos órdenes sociales, cosmos y taxis

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico II (Escuela Austriaca) en Económicas UBA, vemos los distintos órdenes sociales, taxis y cosmos, como los plantea Hayek:

Hayek

“Denominaremos «orden» a un estado de cosas en el cual una multiplicidad de elementos de diversa especie se relacionan entre sí de tal modo que el conocimiento de una porción espacial o temporal del conjunto nos permite formular acerca del resto unas expectativas adecuadas o que por lo menos gocen de una elevada probabilidad de resultar ciertas 3.Es evidente que. en este sentido, toda sociedad debe gozar de un orden y que muchas veces ese orden existirá sin haber sido deliberadamente creado Como ha dicho un conocido experto en antropología social, ‘«el que en la vida comunitaria existe un cierto orden, coherencia y regularidad es algo obvio; de otra manera, ninguno lograríamos ejercer una actividad normal ni satisfacer nuestras más elementales necesidades» .

Al vivir en sociedad y tener que cubrir la mayor parte de nuestras necesidades mediante diversas formas de mutua cooperación, es evidente que, por lo que respecta al ajeno actuar, el logro de nuestros propósitos dependerá de la coincidencia de nuestras expectativas con la realidad. Es tal coincidencia lo que refleja la existencia del orden social; descubrir cómo surge será el tema que nos ocupará de modo inmediato. La primera y casi inevitable respuesta que nuestros hábitos de pensar antropomórfico sugieren al respecto es que todo orden ha de ser fruto del designio de alguna mente’. Debido a ello, el concepto de orden no resulta muy popular entre los partidarios de la libertad, gozando en cambio de especial predicamento entre las gentes de inclinación autoritaria. El orden» social, según este enfoque, ha de basarse en la relación de mando y obediencia, es decir, en la existencia de una estructura en la que la voluntad del superior, y en última instancia la de una sola autoridad suprema, ha de determinar lo que a cada uno corresponde hacer.”

“Diversos son los términos que cabe utilizar para describir cada una de dichas clases de orden. El orden creado que hemos denominado exógeno u ordenación puede también ser calificado de estructura, orden artificial u organización, término este último especialmente adecuado cuando se trata de un orden social dirigido. Por su parte, el orden autógeno o endógeno queda debidamente especificado mediante la expresión orden espontáneo. El griego clásico tuvo la fortuna de disponer de vocablos diferentes para designar estos dos tipos de orden taxis para el creado (por ejemplo, el orden de batalla, y kosmos para el espontáneo (término que originalmente aludía al adecuado orden de un Estado o de una comunidad).”

“No resulta exagerado afirmar que las ciencias sociales nacen y se nutren del descubrimiento de la existencia de estructuras ordenadas que, aunque sean consecuencia de una actividad plural, no son resultado del designio humana. Esto es algo universalmente admitido hoy en día en diversos campos de la investigación científica. Aunque durante mucho tiempo se haya creído que hasta el lenguaje y la moral tenían que haber sido «inventados» por alguna mente genial, en la actualidad todo el mundo reconoce se trata tan sólo del resultado final de procesos evolutivos cuyos efectos nadie previó ni proyectó. En otras esferas científicas, sin embargo, cunde todavía la suspicacia ante la idea de que en los modelos sociales pueda presentarse un orden que no sea consecuencia de deliberada intervención. En la esfera económica, en particular, la famosa frase de Adam Smith relativa a la «mana invisible» sigue siendo vilipendiada; y, sin embargo, se trata de una expresión mediante la cual, en el lenguaje de su tiempo, dicho autor intentó expresar el hecho de que cada ser humano se ve obligado a contribuís al logro de fines que no entraba en su ánima colmar , Sí numerosos reformadores políticos siguen perorando contra el caos en que se debate la actividad económica, en la que tan sólo desorden perciben, ello se debe en parte a su incapacidad de concebir la existencia de un orden que no es producto de la creación deliberada, y en parte también a que, a su modo de ver, todo orden ha de pretender siempre algún conjunto de concretos fines, característica ésta que necesariamente ha de ser ajena al orden espontáneo.”

Contribuciones originales a la teoría económica que se desarrollaron en Argentina o en la región

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico y Social, completamos la materia y una larga serie de lecturas con distintas contribuciones en esta área desarrolladas en Argentina. Para eso, los alumnos leen algunos de estos artículos:

  1. Juan Bautista Alberdi; Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina; Tercera Parte; Capítulo VII, «Objetivos del gasto público según la Constitución Argentina»: http://www.hacer.org/pdf/sistema.pdf  
  1. Julio H. Olivera: “La teoría no monetaria de la inflación”: http://www.obela.org/system/files/La%20teoria%20no%20monetaria%20de%20la%20inflacion.pdf 
  1. Diamand, Marcelo: “El péndulo argentino”: https://esepuba.files.wordpress.com/2009/05/diamand.pdf 
  1. Manuel Fernández López; La ciencia económica argentina en el Siglo XX:  https://aaep.org.ar/anales/pdf_01/fernandez-lopez.pdf 

Por cierto que es una lista incompleta, aunque el trabajo de Fernández López comenta todas las contribuciones en general. Es imposible ver todo lo que podría verse. Es más, falta, por ejemplo, Prebisch quien jugara un rol importante a nivel loca e internacional.

De todas formas se trata de tener una idea general, tanto sea de la inspiración «Smithiana» de Alberdi, tal vez a través de Jean Baptiste Say, como del desarrollo del llamada «estructuralismo» argentino que busca ser una contribución general aunque con un desarrollo y aplicación local, algo que nos hace acordar al historicismo alemán.

Para bien o para mal es una contribución original, de las cuales hay muy poco en la región. Forma parte o se complementa con una visión más general conocida como la «doctrina de la Cepal».

Tal vez la otra gran contribución original proveniente de América Latina sea la desarrollada por Hernando de Soto, Enrique Ghersi, etc, en relación a las investigaciones sobre la economía informal que salen a la luz con la publicación del libro «El otro sendero». Este trabajo llamó la atención a los economistas de todo el mundo sobre un fenómeno existente en todas partes, pero sobre todo en los países más pobres, de una importante actividad económica que se realiza por fuera de los marcos legales y regulatorios formales. Y señaló, también, que los «informales» son y quieren ser emprendedores, quieren integrarse al mercado, no destruirlo.

No clasifico este post como «teoría económica» porque creo que en ambos casos no da para eso, digamos entonces que cae en «política económica».

 

La economía y su método: ¿cuáles son los hechos en las ciencias sociales? Hayek analiza

Co n los alumnos de Historia del Pensamiento Económico II (Escuela Austríaca) de la Facultad de Ciencias Económicas en la UBA, vemos cuestiones metodológicas en un texto de Hayek titulado “Los hechos en las ciencias sociales”, que dice:  

“… ¿qué tipo de hechos estudian las ciencias sociales? Esta pregunta plantea directamente otra, que por diversos motivos es crucial para mi problema: ¿a qué nos referimos cuando decimos ‘una clase especial de hecho’? ¿No son dados como hechos de una clase determinada, o nosotros hacemos que lo sean por el modo en que los analizamos? Obviamente, todo el conocimiento que tenemos del mundo exterior proviene, en alguna medida, de la percepción sensorial y, por lo tanto, de nuestro conocimiento de los hechos físicos. Pero, ¿significa esto que obtenemos todo nuestro conocimiento únicamente a partir de hechos físicos? La respuesta depende de cómo definamos ‘una clase especial de hechos’.  

Una analogía tomada de las ciencias físicas servirá para aclarar esta posición. Todas las palancas o los péndulos que podamos concebir tienen propiedades químicas y ópticas, pero, cuando hablamos de palancas o péndulos no hacemos referencia a hechos químicos u ópticos. Lo que convierte una serie de cosas individuales en hechos de una clase determinada son los atributos que seleccionamos para tratarlos como integrantes de esa clase. Esto es, obviamente, un lugar común, pero significa que, aunque todos los fenómenos sociales que podamos analizar puedan tener atributos físicos, para nuestros fines no necesitan ser hechos físicos. Eso depende de cómo creamos conveniente clasificarlos para el análisis de nuestros problemas. Las acciones humanas que observamos y los objetos de esas acciones, ¿son miembros de la misma clase o de clases distintas porque se nos presentan –a nosotros los observadores- como físicamente similares o diferentes, o en función de otro criterio?  

Ahora bien, las ciencias sociales, sin excepción, se ocupan del comportamiento de los individuos para con su medio (otros hombres o cosas); tal vez debería decir que estos son elementos a partir de los cuales estas ciencias construyen modelos de relaciones entre muchos individuos. ¿Cómo hemos de definir o clasificar a los objetos de su actividad si queremos explicar o comprender sus acciones? ¿Cómo hemos de clasificar los objetos cuando intentamos explicar lo que los hombres hacen con ellos? ¿Según sus atributos físicos -lo que nosotros podemos averiguar sobre ellos al estudiarlos- o utilizando algún otro criterio?” 

Muchas preguntas, por supuesto, de difícil respuesta. En fin, hay que ver el artículo completo:  

Hayek, Los hechos en las ciencias sociales 

https://www.eseade.edu.ar/wp-content/uploads/2016/08/Los-hechos-en-las-ciencias-sociales.pdf 

 

Negocios internacionales y el riesgo cambiario: un tema en que las empresas argentinas son expertas

Con los alumnos de UCEMA, Empresas y negocios internacionales, completamos el libro de Mason & Dunung con referencia a las finanzas y la contabilidad en las empresas internacionales. Las empresas argentinas son expertas en esto. Del texto:

Riesgo de cambio 
Los valores de las divisas fluctúan de un día para otro, lo que representa un riesgo para las empresas que operan internacionalmente. El riesgo cambiario es el riesgo de un cambio en el tipo de cambio que afectará negativamente a la empresa. Las empresas se enfrentan a este riesgo porque normalmente fijan el precio de sus productos y servicios en la moneda local de cada país en el que operan, para facilitar que los clientes locales comprendan el precio y realicen la compra. Esta práctica expone a las empresas al riesgo cambiario. Por ejemplo, el dólar estadounidense fluctuó de 1,501 dólares por euro en octubre de 2009 a 1,19440 en junio de 2010. [1] Esto significa que si una empresa estadounidense estuviera vendiendo un producto por 1.000 euros, la empresa recibiría $ 1.501 dólares por él en octubre de 2009, pero sólo $ 1.194 en junio de 2010. Para preservar las ganancias, la empresa podría aumentar el precio de sus productos en euros, pero la empresa correría el riesgo de una caída en las ventas debido al aumento de precio. 
En un ejemplo simple, las fluctuaciones monetarias significan que si una empresa con sede en EE. UU. Vendiera su producto en Alemania con una ganancia del 10 por ciento y el valor de la moneda del dólar cayera un 10 por ciento en relación con el euro, la ganancia desaparecería. 
Las empresas pueden mitigar el riesgo cambiario participando en coberturas. La cobertura se refiere al uso de instrumentos financieros para reducir los movimientos de precios adversos al tomar una posición de compensación. Específicamente, una empresa puede fijar un tipo de cambio garantizado mediante un contrato a plazo. En el contrato a plazo, la empresa se compromete a pagar una tarifa específica al comienzo del contrato para la entrega en una fecha futura. Por lo tanto, la empresa pagará el tipo de cambio acordado independientemente de cuál sea el tipo de cambio actual en la fecha de la liquidación final. Existen costos asociados con el uso de estos instrumentos, como precios de prima, comisiones bancarias y pagos de intereses. Pero las empresas a menudo prefieren protegerse contra una pérdida potencial mayor, incluso si tienen que pagar más para evitar esa pérdida mayor. 
Conversión de moneda 
Cuando las empresas multinacionales consolidan los estados financieros de sus subsidiarias, deben convertir todas las monedas a la moneda utilizada por la empresa matriz en su país de origen. Hay dos métodos que una empresa puede utilizar para la conversión de moneda: el método de tasa actual o el método temporal. 

Fritz Machlup y la verificación empírica en la economía y las proposiciones generales

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico II (Escuela Austriaca), vemos a un autor poco considerado entre los autores austriacos, Fritz Machlup. Aquí de su artículo “El problema de la verificación en Economía”, Revista Libertas 40 (Mayo 2004)

“Cada uno de nosotros ha estado últimamente tan ocupado con el análisis estadístico de curvas de demanda, de funciones de ahorro, consumo e inversión, de elasticidades y propensiones, que una descripción de estas y similares investigaciones no es realmente necesaria. El problema con la verificación de hipótesis empíricas basadas en análisis estadísticos y econométricos es que la sucesión de estimados sobre la base de nuevos datos ha sido siempre seriamente divergente. Por supuesto, esas variaciones en el tiempo entre las relaciones numéricas no son realmente sorprendentes. Pocos de nosotros han esperado que esas relaciones sean constantes o incluso aproximadamente estables. Así, cuando nuevos datos y nuevos cómputos arrojan estimados revisados de parámetros económicos, no existe manera de decir si las hipótesis previas eran incorrectas o si las cosas han cambiado.

El hecho que las relaciones numéricas descriptas por las hipótesis empíricas pueden estar sujetas a cambios impredecibles altera esencialmente su carácter. Las hipótesis que están estrictamente limitadas al tiempo y al espacio no son “generales” sino “especiales,” o también llamadas proposiciones históricas. Si las relaciones medidas o estimadas en nuestra investigación empírica no son universales sino históricas, el problema de la verificación es completamente diferente. Tan diferente que de acuerdo a las intenciones expresadas en la introducción no deberíamos estar interesados en ellas. Pues nuestro propósito fue discutir la verificación de generalizaciones, no de eventos o circunstancias confinadas a particulares tiempos y lugares. Si todas las proposiciones de la economía fuesen de este tipo, el dictado de la vieja escuela histórica, que la economía no puede contar con “leyes generales” o con una “teoría general,” sería plenamente justificado.

Si una hipótesis acerca de una relación numérica entre dos o más variables fue formulada sobre la base de datos estadísticos cubriendo un período particular, y luego es comparada con datos de un período diferente, esa comparación podría contarse como verificación sólo si la hipótesis hubiese sido formulada como una de carácter universal, es decir, si la relación medida o estimada hubiese sido considerada como constante. En la ausencia de tales expectativas, el test por un “acierto” continuo (entre hipótesis y nuevos dato) es simplemente una comparación entre dos situaciones históricas, un intento de encontrar si las particulares relaciones eran estables o cambiantes. Una verificación genuina de hipótesis previamente formuladas acerca de un período dado requiere de una comparación con datos adicionales del mismo período, para así evaluar si las observaciones previas y su descripción numérica fueron o no precisas. En breve, una proposición histórica sólo puede ser verificada por nuevos datos acerca de la situación histórica a la cual refiere. Esto es así también para proposiciones geográficas y comparaciones entre distintas áreas.

Sin embargo, aunque las “estructuras” cambiantes estimadas por la econometría y la estadística no son más que proposiciones históricas, pueden existir límites en sus variaciones. Por ejemplo, seguramente podemos generalizar que la propensión marginal a consumir no puede ser en el largo plazo mayor que la unidad, o que la elasticidad de la demanda para ciertos tipos de exportación de cierto tipo de países no será en el largo plazo menor que la unidad. Proposiciones sobre límites definitivos en la variación de proposiciones especiales o históricas son de nuevo hipótesis generales. Estas no son estrictamente empíricas sino universales, en el sentido de ser deducibles de generalizaciones de alto nivel en el sistema teórico de la economía. Los varios estimados sucesivos de estructuras cambiantes pueden ser considerados como verificaciones de hipótesis generales, de acuerdo a las cuales ciertos parámetros o coeficientes deben estar dentro de ciertos límites. Debido a que estos límites son usualmente bastante amplios, la verificación no será por supuesto de la rigurosa manera en que lo es en las ciencias físicas, con sus constantes numéricas y estrechos márgenes de error.

Pero ni esto ni ninguna otra cosa que se ha dicho en este artículo debería ser interpretado como un intento de desanimar el testeo empírico en economía. Por el contrario, la conciencia de los límites de la verificación debería tanto prevenir de las desilusiones como presentar desafíos al trabajador empírico. Él debe ponerse a la altura de ellos, y proceder con inteligencia y fervor mediante cualquiera de las técnicas que se hallen disponibles.”

Alberdi sobre el objeto del gasto público y también sobre el «espíritu» público comunitario

Con los alumnos de la UBA Derecho vemos a Juan Bautista Alberdi en Sistema Económico y Rentístico analizar el objeto del gasto público según la Constitución Nacional, pero al final del capítulo plantea un tema bien interesante en estos tiempos: no hay que pensar solamente en el gasto del Estado para solucionar los problemas que se encuentren en la sociedad:

“Observaré entretanto, para acabar de hablar del gasto público, que no todo él consiste en el gasto con que la sociedad satisface sus necesidades de orden público por conducto del gobierno, sino también en el que hace ella directa e inmediatamente, por la mano de sus habitantes, en la mejora, comodidad y perfeccionamiento de sus ciudades, en el socorro y alivio de las clases desgraciadas, y en fin en todo ese orden de servicios que la sociedad se hace a sí misma, sin el intermedio de la autoridad, en el sentido de su prosperidad más rápida y más completa. – A ese gasto pertenecen las calles, los empedrados, las calzadas, los caminos, puentes, desagües, mejoras locales, monumentos, socorros públicos y eventuales, que se hacen por suscriciones voluntarias levantadas entre el vecindario.

Ese gasto es obra exclusiva del espíritu público, es decir, de la disposición y aptitud de los habitantes para unir sus esfuerzos y prestarlos, sin más coacción que el deseo del bienestar común, sin más mira que realizarlo. Los pueblos educados en servidumbre no tienen idea de esta contribución sin ley, que el patriotismo se impone a sí mismo, como el esclavo que todo lo hace para su amo y por su mandato no tiene idea del celo generoso.

La Inglaterra, los Estados Unidos deben la mitad de sus mejoras de orden local a esa contribución que el país paga sin que se lo exija la ley, nada más que por el placer de existir bien y de un modo digno del pueblo que sabe estimarse y respetarse hasta en su decoro externo, hasta en el aire distinguido y brillante de esas habitaciones colectivas para su mansión, que se denominan ciudades.

De la omisión de este gasto espontáneo que pesa sobre el espíritu público, ¿a quién hacer responsable? – No al gobierno, ciertamente, que nada tiene que hacer en él, sino al país, que no se siente animado de ese impulso inherente a todo país educado en la libertad. La falta de espíritu pú-blico en nuestras Repúblicas nominales tiene una mitad de la responsabilidad de su atraso propio. Del gobierno podrá ser la otra en mucha parte, no lo dudo, pero ella no excusa la del país. Entretanto es el pretexto que releva de todo escrúpulo a la incuria abyecta de nuestras ciudades manumitidas. ¿El gobierno os impide pintar, renovar, hermosear cada tres meses vuestros edificios? ¿Os impide alumbrarlos brillantemente por las noches? ¿Os impide hacer puertas, veredas, empedrados, puentes, caminos para vuestra propia comodidad? – Diréis que sí. – Os diré entonces que quien lo estorba es el mismo poder que os hace comer mal, vestir peor, habitar casas lóbregas y tristes, vivir vida mezquina y pobre.

La mitad de la organización del país está en la organización de la propia persona. ¿ Qué ha querido decir Montesquieu, cuando ha dicho que el gobierno de libertad era el más caro de los gobiernos? – Que es el que demanda más sacrificios, no más tributos. Lo más fuerte del precio que la libertad cuesta a la Nación reside en el servicio prestado en consagración, en celo, en participación libre y voluntaria por sus habitantes en favor de la obra del bienestar propio y común.

Ser libre no consiste en pasar la mañana en el café renegando a voz en cuello de todos los actos del gobierno; es vivir en continuo afán y en perpetua solicitud, es tomar parte en todo lo que interesa a la Nación; sobre todo es vivir con la mano en el bolsillo, -fisco doméstico y casero-, en el que tiene cada ciudadano un poder de acción pública más eficaz que el fusil de la guardia nacional, herramienta inútil para hacer caminos y puentes, para hermosear las ciudades.

El ocio egoísta pretexta efugios para eludir sus deberes de libertad, es decir, de actividad y trabajo en el interés común, porque esto es la libertad. Lleva su extravío hasta convertir la abstención indiferente en buen tono y prueba de civismo. El egoísta viene a ser tipo del honesto ciudadano, y la mayor recomendación del buen juicio de un vecino se hace con decir que «es persona que en nada se mezcla».

Hemos vivido siglos aceptando lo que nos daba hecho y formado el tutor regio en cómodo y agradable pupilaje. El precedente de siglos gobierna nuestra vida real bajo el imperio de la República escrita. A la menor necesidad sentida alzamos los ojos hacia el papá.

El gobierno era antes el amo, hoy es el sirviente; he ahí toda la diferencia de la colonia a la República: en cuanto al vecino, su rol es siempre el mismo: – aceptar todo lo que se le da hecho, sin hacer nada por sí.”

Racionalidad de los agentes económicos, economía de la conducta, sesgos y heurísticas

Con los alumnos de la materia Historia del Pensamiento Económico y Social de UCEMA, terminamos una serie de lecturas viendo temas que son más bien parte del futuro de la disciplina que de su pasado. Son dos lecturas: una es la conferencia de recepción del premio Nobel por Daniel Kahneman, quien recibiera el premio junto a Vernon Smith, a quien leímos al comienzo de la materia en referencia a Adam Smith. Kahneman es el único psicólogo que ha recibido este premio: Mapas de Racionalidad Limitada: Psicología para una Economía Conductual. El otro texto es de Leda Cosmides y John Tooby y se llama “Better tan Rational: Evolutionary Psychology and the Invisible Hand”.

Éste es el resumen de la conferencia de Kahneman:

“La labor considerada por el Comité del Nobel fue realizada conjuntamente con Amos Tversky (1937-1996) durante una larga e inusual colaboración muy estrecha. Juntos, exploramos la psicología de las elecciones y creencias intuitivas y examinamos su racionalidad limitada. Nuestra investigación pretende obtener un mapa de racionalidad limitada, explorando los sesgos sistemáticos que distinguen las creencias que tiene la gente y las elecciones que realiza respecto a las elecciones y creencias óptimas supuestas en los modelos del agente racional. Mi labor con Tversky incluye tres programas de investigación diferentes, algunos de los cuales fueron desarrollados con otros colaboradores. El primero exploraba la heurística que utiliza la gente y los sesgos a los que tiende cuando realiza diversas tareas relacionadas con el hecho de juzgar algo en un contexto de incertidumbre, incluyendo las evaluaciones y predicciones de las pruebas. El segundo se centraba en la teoría prospectiva (prospect theory), un modelo de elección en un entorno de riesgo y con aversión a las pérdidas en las elecciones libres de riesgo. La tercera línea de investigación se ocupaba de los efectos marco (framing effects) y de sus implicaciones para los modelos del agente racional. El presente ensayo revisa estas tres líneas de investigación a la luz de los avances recientes en la psicología de la elección y el juicio intuitivos.”

En cuanto a Cosmides & Tooby, comentan:

“La aplicación más sencilla de la psicología evolutiva a la economía implica la probabilidad de que las dos comunidades en colaboración podrían ser capaces de crear una ciencia de las preferencias (por ejemplo, en la sesión sobre «Preferencias» en la reunión de la Asociación de ciencias sociales de 1994, los papers de Gary Becker y Casey Mulligan, Robert Frank, y Paul Romer). Una arquitectura  psicológica que simplemente adquirió un conjunto de preferencias arbitrarias, siempre que fueran presente en el entorno social, no podría haber sido plausiblemente producidas por el proceso evolutivo (Tooby y Cosmides, 1992a).

En cambio, la psicología evolutiva debe ser capaz de proporcionar una lista Preferencias universales de humanos y de los procedimientos por los cuales son las preferencias se han adquirido o reordenado. Modelos de tales mecanismos deben ser capaces de abordar problemas de larga data en la economía ampliando el alcance de las preferencias más allá la noción habitual de bienes y servicios (por ejemplo, preferencias de participación en coaliciones. [Tooby and Cosmides, 1988, para riesgos como una función del sexo y la edad, e incluso para ciertas «Reglas del juego» [Cosmides y Tooby, 19921).

“En suma, la teoría económica puede cada vez más fundamentarse en los modelos teóricos y empíricos derivados de la toma de decisiones humanas por la maquinaria que actualmente se está construyendo dentro de la psicología evolutiva.”