Las cuotas femeninas en las candidaturas denigran a las mujeres. Hay que cambiar la cultura, no la ley

Tener los mismos derechos no significa que todo tenga que ser proporcional y que haya que implementar cuotas para todo, en particular para las candidaturas políticas. En un paper titulado “Electoral Competition, Voter Bias, and Women in Politics”,  Thomas Le Barbanchon, Julien Sauvagnat, tratan el tema y que, lamentablemente, hay un sesgo de los votantes que favorece a candidatos masculinos sobre femeninos. En fin, la cultura irá cambiando pero, ¿hay que forzar esos cambios y el camino es a través de normas legales? Porque tampoco es muy reconfortante que una mujer sea electa simplemente porque hay que cumplir con el cupo.

https://halshs.archives-ouvertes.fr/halshs-03693445/document

Esto dicen los autores:

“Solo una cuarta parte de los miembros de los parlamentos nacionales del mundo son mujeres. A pesar de los avances significativos en los últimos años, las mujeres siguen estando insuficientemente representadas entre los políticos electos. Este estudio proporciona algunas explicaciones de la infrarrepresentación de las mujeres en la política utilizando datos de las últimas siete elecciones legislativas francesas. Por un lado, los análisis sugieren que existe un sesgo de preferencia entre los votantes hacia los candidatos masculinos. Además, los partidos políticos contribuyen a reproducir la infrarrepresentación de las mujeres en los cargos electos al presentar menos candidatas en distritos electorales donde el sesgo electoral es alto. Para promover el acceso de las mujeres a los cargos políticos, la ley de 2000 para promover la igualdad de acceso de las mujeres y los mandatos mentoelectorales y los cargos electivos, también conocida como ley de paridad, exige que los partidos políticos franceses nominen mujeres como el 50 % de sus candidatos o se enfrenten a sanciones económicas. Como era de esperar, la aplicación de esta ley ha llevado a un aumento en la proporción de mujeres candidatas. Sin embargo, esta proporción es relativamente menor en los distritos electorales donde la votación es reñida en comparación con aquellos donde la mayoría se obtiene más fácilmente. En estos distritos competitivos, pagar una multa por no cumplir con la regla de paridad es más ventajoso que el riesgo de perder la elección al postularse una mujer en lugar de un hombre. Esto sugiere que los partidos siguen prefiriendo presentar candidatos masculinos en lugar de femeninos para aumentar sus posibilidades de ganar.”

Las cuotas de género: ¿y por qué no las miles o millones de otras cuotas a las que pertenecemos?

Hay ciertos temas que son políticamente muy correctos, aunque plantean serias dudas sobre su solidez. Uno de ellos es el de las ‘cuotas femeninas’ para ciertos cargos electivos. La cuestión ha sido presentada en estos días en un artículo de Lorena Moscovich, politóloga y profesora de la Universidad de San Andrés, con el título “Cuotas de género” ¿y si discutimos con evidencias?: http://www.lanacion.com.ar/1933735-cuotas-de-genero-y-si-discutimos-con-evidencias

Al respecto dice: “… .la discusión sobre la posible ampliación de la cuota de género en el Congreso está mostrando que aquello está lejos de ser obvio para mucha gente. Periodistas, académicos y legisladores, formadores de opinión rechazan la ampliación de esa cuota sin dar razones claras para hacerlo.”

Borges

Tratemos de ofrecer una.

Los seres humanos, tanto hombres como mujeres, dada nuestra característica ‘social’, pertenecemos a todo tipo de grupos. El problema que se presenta con la cuotificación femenina es determinar si esa clasificación de grupo es más importante que las casi infinitas otras que existen.

Por ejemplo, supongo, aunque no conozco, que la autora pertenece también al grupo de las/los profesores universitarios, también al de las/los profesores de universidades privadas, obviamente al de cientistas políticos, y, tal vez, al de casadas o solteras, madres o tías, hinchas de RIver o de Boca, altas o bajas, y así sucesivamente. ¿Cuántos de todos esos distintos grupos merecerían tener una representación proporcional en el Congreso?

Porque. Incluso si de sexo se trata, el tema no para en la representación de las mujeres. ¿Deberían también tener un cupo los gays y lesbianas? ¿Y otro los transexuales? ¿Por qué no?

El problema es insoluble. Ya lo había planteado Jorge Luis Borges en “El Congreso”:

“Twirl, cuya inteligencia era lúcida, observó que el Congreso presuponía un problema de índole filosófica. Planear una asamblea que representara a todos los hombres era como fijar el número exacto de los arquetipos platónicos, enigma que ha atareado durante siglos la perplejidad de los pensadores. Sugirió que, sin ir más lejos, don Alejandro Glencoe podía representar a los hacendados, pero también a los orientales y también a los grandes precursores y también a los hombres de barba roja y a los que están sentados en un sillón. Nora Erfjord era noruega. ¿Representaría a las secretarias, a las noruegas o simplemente a todas las mujeres hermosas? ¿Bastaba un ingeniero para representar a todos los ingenieros, incluso los de Nueva Zelanda?”

Jorge Luis Borges, El libro de Arena, Obras Completas, Tomo III, (Barcelona: Emecé Editores, 1996), p. 24.