Copiado de Mussolini, Paula Urien describe en La Nación, en forma impecable, el sistema laboral argentino

No la conozco a Paula Urien, periodista del diario La Nación, pero su artículo titulado “Diez prácticas cuestionadas del actual modelo sindical” merece una felicitación. El artículo está aquí: http://www.lanacion.com.ar/1967992-diez-practicas-cuestionadas-del-actual-modelo-sindical

Pero es tan bueno y preciso que me permito, aunque sea un poco largo, reproducirlo completo:

“¿Qué legado nos dejó Benito Mussolini que es protagonista de la vida cotidiana de empleadores y trabajadores? Gran parte del modelo sindical. «En 1935 y hasta 1939, Juan Domingo Perón fue agregado militar en Italia, y ahí pudo analizar con mucho detalle el modelo de Mussolini, que consiste sobre todo en el unicato. La Carta del Lavoro (1927) establece que el eje central de toda la vida de un país es el poder ejecutivo. Para consolidar su poder está la figura del unicato, donde en cada actividad había un único representante. Así, hay un único sindicato por actividad», dice el abogado laboralista Julián de Diego.

Al respecto, Santiago Senén González, autor de varios libros sobre el movimiento obrero argentino, agrega que el modelo italiano incluía a los patrones, mientras que el local (1945), que establecía el régimen sindical, no.

Lo cierto es que las asociaciones sindicales son una parte importante de la Constitución de este país, y también figuran como un elemento primario en las relaciones del trabajo para la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El artículo 14 bis de la Constitución Nacional habla de una «organización sindical libre y democrática reconocida por la simple inscripción en un registro especial. Queda garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de trabajo; recurrir a la conciliación y al arbitraje; el derecho de huelga. Los representantes gremiales gozarán de las garantías necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad de su empleo».

Sin muchos cambios a lo largo del tiempo (aunque sí hubo algunos intentos fallidos por modificar el statu quo), hace unos días, hubo algo nuevo bajo el sol. El presidente Mauricio Macri pidió «una renovación interna sindical» e hizo referencia a «los dirigentes que conducen gremios desde hace 20 o 30 años». Además, fue más allá y pidió «analizar y discutir todos los convenios laborales» para generar empleo y avanzar en la lucha contra la pobreza.

Consultada la cartera laboral, afirmaron que «no es la idea hacer grandes cambios, sino modernizar algunas cuestiones (no detallaron cuáles) en consenso con los diferentes representantes gremiales».

«Los cuatro capítulos más importantes del derecho laboral, que son remuneración, jornada, descanso y condiciones de trabajo no tienen nada que ver con el mundo real», dice de Diego. En este sentido, diversos especialistas detallan algunos puntos para revisar.

1- Politización

Cuando se habla del modelo sindical actual, no se puede dejar de ver qué afinidad existe entre sindicatos y políticos. «El ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación actúa como «autoridad de aplicación», no solo del régimen sobre asociaciones sindicales, sino también en materia de negociaciones colectivas, conflictos y otras situaciones que se generan en el campo de las relaciones laborales», dice el profesor de Derecho del Trabajo Alberto Rimoldi.

«El ministerio tiene una importante injerencia, dado que es quien en definitiva otorga la «personería gremial» aprueba los estatutos de las asociaciones, homologa los convenios colectivos otorgándoles validez, aprueba la cuota sindical, interviene en los conflictos a pedido de parte o de oficio y ejerce facultades de inspección, control y sancionatorias».

Para el especialista en derecho laboral, se trata de un modelo que tiene un componente político insoslayable. «No podrá hallarse un sistema laboral totalmente aséptico a la política, pero el exceso institucionalizado, sobre todo cuando se entrelaza con el partido gobernante, cae en excesos que se traducen en efectos contrarios al funcionamiento democrático, comprometen su autonomía y suelen postergar sus objetivos esenciales.»

«Uno de los problemas que presenta el modelo sindical argentino se vincula con el mecanismo, poco claro y arbitrario para el otorgamiento de la personería gremial, que ademas otorga derechos exclusivos y excesivos a los sindicatos que la obtienen, tales como la administración de las obras sociales o la retención obligatoria de la cuota social», opina el experto en materia laboral Ricardo Foglia.

«El sindicato que representa a los trabajadores no es elegido por los trabajadores, sino que es el Ministerio de Trabajo el que le otorga la personería gremial. También lo que firman los sindicatos es controlado por el gobierno a través de la homologación de los convenios colectivos», coincide De Diego.

2- Sindicato único

«La OIT cuestiona en la Argentina el unicato sindical. Hay libertad para formar sindicatos, pero no tanto, porque solo uno tiene representación, aquel al que el Ministerio de Trabajo otorga la personería gremial», dice el abogado Gustavo Gallo.

«El Gobierno se ha relacionado con los «gordos» u ortodoxos históricos para poder gestionar y negociar», confiesa una fuente cercana al Ministerio de Trabajo. De ahí que el unicato persiste.

3- Poder económico

«Entre la obra social, la cuota sindical, la cuota solidaria y las cuotas obligatorias adicionales, el sindicato recauda el 15% del payroll», explica De Diego.

4- Juventud, excluida

La juventud no se siente representada. Está lejos de las decisiones y de los dirigentes gremiales, por lo que existen «bases» rebeldes que no responden al sindicato.

5- Poca renovación

Y siguen los mismos de siempre. Por ejemplo, a fines de noviembre, Hugo Moyano redobló la apuesta, se presentó con su hijo Pablo como compañero de fórmula para conducir camioneros y ganó por séptima vez consecutiva. Está permitida la reelección irrestricta e ilimitada de los dirigentes, algo muy cuestionado por organismos internacionales . En la mayoría de los países se permiten dos mandatos continuos o tres mandatos alternados.

6- Obra social

Un agujero negro sin mucho control. «La obra social tiene un aporte obligatorio dividido en dos partes: una retención al trabajador que es el 3% de su sueldo, y una contribución del empleador del 6%. En total las obras sociales sindicales reciben el 9% de todos los salarios. El presupuesto de la obra social de empleados de comercio es mayor que el de 11 provincias. Por eso el poder sindical es tan grande. Además, el 90% de las obras sociales no están brindando bien los servicios», dice De Diego.

Según el abogado, la Argentina es el único país donde la salud está a cargo de los sindicatos.

7- Delegados

Tienen beneficios que los protegen y así debe ser, aunque desde las empresas hay reclamos para que además de sus funciones de representación, no descuiden sus tareas.

8- Legislación laboral

En otros países, según De Diego, «democratizaron el modelo sindical: se acotaron las reelecciones, no se les deja manejar la salud, tienen que presentar declaraciones patrimoniales al ingreso y egreso».

9- Convenios colectivos

«Hoy se quiere cambiar el contenido de los convenios colectivos, para vincularlos más con la productividad que con la antigüedad», asegura Gallo.

En este sentido, expertos ponen como ejemplo los duros convenios de petroleros, que llevan a que sea más competitivo invertir en otros países.

10- Ultraactividad y costos laborales

«Para poder renegociar los convenios colectivos de trabajo del 75, como sugiere el presidente Macri, es necesario lograr un nuevo alcance para la ultraactividad», dice el abogado Ariel Cocorullo. La ultraactividad es la aplicación automática de un convenio colectivo, más allá de la vigencia prevista en su propio texto «Los convenios se pactan siempre por dos años, pero en el año 1975 se pactaron convenios colectivos que siguen vigentes justamente porque son ultraactivos. Es por eso que los sindicatos no aggiornan los convenios, porque se paran en las conquistas que fueron obteniendo en los momentos políticos más propicios y no ceden frente a las nuevas realidades productivas. Ello provoca importantes y crónicos costos laborales. Hoy un sindicato que negocia un nuevo convenio colectivo parte de lo que ya ganó en el 75 y eso siempre tiene un valor económico que no están dispuestos a reasignar: adicionales, premios por productividad, etc. Hay que dejar de lado estas rigideces del sistema legal.

Para finalizar, Cocorullo propone «el modelo de negociación colectiva para ubicarse en un mundo globalizado y competitivo.»