Artículo en el Cronista: ¿Por qué apoyamos la redistribución de ingresos, …. pero no toda?

Artículo en el Cronista:

https://www.cronista.com/columnistas/Por-que-apoyamos-la-redistribucion-de-ingresos…-pero-no-toda-20171220-0040.html

En períodos electorales, los políticos multiplican sus propuestas para redistribuir ingresos, ofreciendo subsidios por aquí y por allá. Siendo emprendedores de su especialidad, si lo hacen es porque suponen que eso vende. Y, ¿Por qué vende?

En primer lugar, todos tenemos un sentimiento de simpatía (que hoy llamaríamos empatía) respecto a los demás, comenzando con las personas más cercanas y disminuyendo a medida que nos alejamos del entorno personal. Esto lo señaló nada menos que Adam Smith en su otro gran libro, Teoría de los Sentimientos Morales.

Sin embargo, en esa época, no existía el Estado benefactor. Eso no quiere decir que la gente no se preocupara por los demás, sólo que lo hacía directamente o a través de la iglesia.

Las ideologías del siglo XIX introdujeron la idea de que esto era ahora responsabilidad del Estado y la gente dejó la tarea en manos de los políticos, con la inocente creencia que éstos iban a redistribuir solamente de ricos a pobres.

Y una vez que le dieron el poder de redistribuir éstos lo usaron para hacerlo en toda dirección posible, quedándose en muchos casos con el vuelto. El Estado benefactor se convirtió en una piñata sobre la cual todos nos zambullimos y con la que pretendemos vivir de los demás, o al menos cumplir con esa sensación de que estamos ayudando a quienes lo necesitan.

Pero la gente no apoya todo tipo de redistribución. Por ejemplo, repudia la redistribución de bolsos hacia los conventos, y también la que termina generando grupos empresarios de amigos del poder. Tampoco apoya planes sociales politizados o incluso aquellos que no generan ninguna responsabilidad a cambio, ya sea de trabajo o capacitación para el empleo.

Hasta ahora nada que no sea evidente a primera vista. Pero he aquí que parece que estas conductas tienen una raíz mucho más profunda.

Un grupo de científicos, y entre ellos un par de argentinos, expertos en el nuevo y prometedor campo de la psicología evolutiva plantean una respuesta. Los argentinos son Daniel Sznycer, de la Universidad de California Santa Bárbara y la Universidad de Arizona, y María Florencia López Seal, de la Universidad Nacional de Córdoba. Investigan y escriben con los padres fundadores de esta nueva disciplina, Leda Cosmides y John Tooby, creadores del Center for Evolutionary Psychology.

Según ellos el apoyo a la redistribución se basa en emociones, en particular la compasión, la envidia y el interés propio, no por alguna convicción general de justicia social. Esas emociones son el resultado de largos procesos evolutivos durante los miles de años que fuimos cazadores-recolectores.

El crecimiento de la psicología evolutiva se ha basado en presentar crecientes evidencias de que el cerebro o mente humana contiene una cantidad de programas neuro-computacionales que fueron construidos por la selección natural porque resolvían problemas de adaptación al mundo ancestral.

En ese entorno se desarrollaron dos conductas con respecto a la distribución de bienes y servicios y sus correspondientes emociones para guiarlas. Los cazadores-recolectores compartían riesgos en actividades sujetas al azar (por ejemplo, la caza de algunos animales grandes) pero estaban menos dispuestos a compartir resultados de actividades más regulares que dependieran del esfuerzo personal (caza de animales menores y más abundantes o recolección de frutos más comunes). Aun hoy, entonces, el apoyo o rechazo por la redistribución se explicaría por estas emociones al considerar, por ejemplo, si los beneficiarios no han tenido suerte en conseguir empleo o su situación se debe a la falta de esfuerzo personal. Apoyarían la primera y rechazarían la segunda.

En los últimos años parece que tuvimos políticos que se guiaban por las emociones…, por sus emociones, las que les generaban ver sus cajas fuertes llenas.

 

En épocas de monedas privadas virtuales, Hayek comenta cómo manejaría una si fuera un banquero suizo emitiendo

En su libro “Desnacionalización del dinero” Hayek trata el tema de la política monetaria y realiza una propuesta de “competencia de monedas”, cuya discusión es apropiada en todo país, como Argentina, que tiene dos monedas al menos, el peso y el dólar. Se suele pensar que la provisión de dinero es un ‘bien público’, una función indelegable del Estado. ¿De dónde salió eso? El libro fue publicado en inglés por el Institute of Economic Affairs de Londres.

En esta oportunidad, comenta cómo podría ser la introducción de nuevas monedas privadas:

“PUESTA EN CIRCULACIÓN DE DINERO FIDUCIARIO PRIVADO

Supondré, durante el resto de la discusión, que sería posible crear distintas instituciones en diversas partes del mundo con libertad de competir en la emisión de billetes e igualmente en la administración de cuentas corrientes denominadas en la unidad emitida por ellas. Llamaré a estas instituciones simplemente «bancos» o «bancos emisores» cuando sea necesario distinguirlos de otros bancos que prefieren no emitir moneda. Supondré también que el nombre o la denominación que el banco elija para su emisión será protegida, como cualquier marca comercial, del uso indebido y que tendrán la misma protección contra la falsificación que cualquier otro documento. Estos bancos competirían entre sí para que el público utilice su moneda intentando hacer que su uso sea lo más fácil posible.

El «ducado» privado suizo

Puesto que los lectores se preguntarán cómo pueden esas emisiones llegar a ser aceptadas como dinero, la mejor forma de comenzar la explicación es probablemente describir cómo actuaría, digamos, yo, si estuviera al frente de uno de los más importantes bancos suizos. Suponiendo que fuera legalmente posible (lo que no he examinado), anunciaría la emisión de certificados o billetes sin interés y mi disposición para abrir cuentas corrientes a nombre de clientes en términos de una unidad con un nombre comercial registrado, por ejemplo, «ducados». La única obligación legal que yo asumiría sería la de convertir estos billetes en depósitos a la vista, a opción del tenedor, por 5 francos suizos, o 5 marcos alemanes, o 2 dólares por «ducado». Este valor de conversión sería solamente un mínimo por Puesta en circulación de dinero fiduciario privado debajo del cual no podría descender el valor de mi unidad, ya que al mismo tiempo anunciaría mi intención de regular la cantidad de «ducados» para mantener su poder adquisitivo (en términos de una cesta de bienes perfectamente definida) lo más constante posible.

Explicaría también al público que era consciente de que solamente podría esperar mantener los «ducados» en circulación si cumplía las expectativas de que su valor real se mantendría aproximadamente constante. Por otra parte, afirmaría mi intención de declarar periódicamente el bien con relación al cual pretendía mantener constante el valor del «ducado», aunque me reservaría el derecho de alterar la composición del bien patrón, según me lo indicaran los dictámenes de la experiencia y de las preferencias del público.

Sin embargo, sería preciso, evidentemente, aunque pueda parecer innecesario o indeseable, que el banco emisor se comprometiera legalmente a mantener el valor de su unidad; que dicha entidad especificara en sus contratos de préstamo que cualquier crédito podría ser reintegrado tanto en la cifra nominal de su propia moneda como por cantidades correspondientes de cualquier otra moneda suficiente, ya fuere la una o las otras, para comprar en el mercado el bien equivalente que, en el momento de efectuarse el préstamo, se había utilizado como patrón. Dado que el banco tendría que emitir su moneda fundamentalmente a través del crédito, los futuros prestatarios podrían desanimarse por la posibilidad formal de que el banco incrementara de forma arbitraria el valor de su moneda y habría que garantizarles contra esta posible contingencia.

Estos billetes o certificados y sus respectivos créditos contables quedarían a disposición del público mediante préstamos a plazo corto o mediante venta por otras monedas. Gracias a la opción ofrecida, las unidades se venderían desde el principio con prima por encima del valor de cualquiera de las monedas en las que fueran convertibles. La prima aumentaría en la medida en que las monedas gubernamentales continuaran depreciándose (y la existencia de una alternativa estable seguramente aceleraría el proceso), la demanda de moneda estable aumentaría rápidamente y pronto surgirían empresas competidoras para ofrecer unidades similares con distinto nombre.

La venta (en ventanilla o por subasta) sería inicialmente la forma principal de emisión de la nueva moneda. Después de la formación de un mercado regular, el «ducado» se emitiría normalmente sólo en el curso de operaciones bancarias, esto es, por préstamos a corto plazo.”

Entrevista sobre la economía, las instituciones, calidad institucional, el liberalismo y la Escuela Austriaca

Fue hace tiempo pero recién la encuentro. Entrevista y comentarios en una página de un joven economista peruano:

Entrevista con Martin Krause

Martín Krause es Académico Asociado del Cato Institute y profesor de Economía de la Universidad de Buenos Aires. Tiene publicados varios libros: El cuento de la economíaEn defensa de los más necesitados, Proyectos por una sociedad abierta en conjunto con Alberto Benegas Lynch (h), yDemocracia directa en conjunto con Margarita Molteni; capítulos de libros y numerosos artículos en revistas académicas y en periódicos de toda América. En 1998 resultó electo por concurso Profesor Titular de Economía de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Se ha desempeñado como Rector en ESEADE. Es profesor titular visitante de Proceso Económico y de Economía Austriaca I en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Obtuvo su doctorado en Administración de la Universidad Católica de La Plata. Krause ha estado dedicado principalmente a las tareas académicas y de consultoría en el ámbito de la economía. Ha participado como conferencista en seminarios y reuniones, y como observador en distintos procesos electorales en todo el mundo. Además, ha recibido varios premios y becas, entre los que se destacan el Premio de la Academia de Ciencias de Buenos Aires (Derecho y Economía) en 2007, la Eisenhower Exchange Fellowship en 1993 y el Freedom Project de la John Templeton Foundation en 1999 y 2000.
NF: Doctor Krause ¿Qué es la economía para usted? ¿Por qué es tan importante?

MK: Es el análisis de la forma en que las personas actúan, cooperando y compitiendo, para satisfacer sus necesidades tomando en consideración las necesidades de los demás. Estudiamos esa interacción y las normas que mejor la permiten.

NF: En la última década ha llegado a Perú, con mucha fuerza, el tema del Análisis Económico del Derecho ¿Por qué cree usted que es importante el análisis económico de las instituciones?

MK: Porque se ha vuelto a descubrir la importancia de las reglas de juego que permiten esa mayor coordinación de las acciones entre todos, como un elemento central para explicar el progreso de distintas sociedades.

NF: Usted ha venido y viene haciendo un índice de calidad institucional a nivel mundial ¿Qué mide este índice y cuáles son sus principales determinantes de una buena institución?

MK: Parte de la base de que todos tenemos dos caminos para satisfacer nuestras necesidades, los mercados y la política. En todas las sociedades encontramos uno u otro camino, en distintas proporciones por supuesto. Estas también cambian con el tiempo, de pronto más de un lado que del otro, o al revés. Pero para que uno u otro funcionen mejor necesitan buenas normas, calidad institucional. Entonces, una buena institución es la que favorece esa coordinación, que favorece el mejor funcionamiento de los mercados o de la política.

NF: Doctor, con respecto a la teoría de juegos y su papel en la instituciones : ¿Considera usted que las instituciones sociales son el resultado de conductas regulares no planificadas por los individuos para hacer frente a los problemas, es decir, resultado de los juegos no cooperativos de carácter repetido y de duración indefinida que lograron ocasionar la cooperación? (Si la respuesta es positiva, por favor, responda está siguiente pregunta: ¿Ha sido posible determinar si son o no eficientes?

MK: Es un proceso largo y complejo. Es correcto, las instituciones evolucionan como resultado de juegos repetidos, pero tanto cooperativos como no cooperativos. De tanto en tanto, también se produce un período de formalización, que parece generar ese marco institucional, aunque más no sea recoger principios evolucionados en el pasado. Por ejemplo, cuando se codifica el Derecho Romano, o cuando se aprueba la Constitución de los Estados Unidos, parecen actos racionales determinados, pero tienen también un alto componente de tradición evolutiva.

NF: Pasando a otro tema, Doctor ¿Cómo empezó su viaje a través del liberalismo y la escuela austriaca?

MK: Aprendí marxismo y estructuralismo en la Universidad, pero luego me topé con Adam Smith, con el libro no con comentarios sobre él, con La Riqueza de las Naciones. Y viajé, y pude encontrar un mundo desarrollado en base a otros principios. Empecé a buscarlos en la actualidad. Primero accedí a los autores del ordoliberalismo alemán: Ludwig Erhard, Walter Eucken, de allí llegué a los austriacos.

NF: ¿Qué ventajas tiene el liberalismo como pensamiento político y la Escuela Austriaca como pensamiento económico con respecto al resto de pensamientos y escuelas?

MK: Da prioridad al valor de la libertad y, por ende, respeta las preferencias individuales que son necesariamente diferentes. No busca imponerle nada a nadie, simplemente pretende que cada uno pueda decidir ante las alternativas y oportunidades que se le presentan. En cuanto a la EA entiendo que presenta un conjunto de teorías que recoge la tradición clásica escocesa y permite comprender mejor las acciones humanas y sus consecuencias. No ve a la economía como el análisis de la asignación de factores, sino como el de las acciones de personas de carne y hueso, con sus limitaciones y sesgos.

NF: Muchas personas desconocen de esta escuela y hasta piensan que solo son modas ¿Cuáles son los principales aportes a la teoría económica que tiene esta escuela?

MK: Los enumero según fueron realizados históricamente por sus autores: el carácter subjetivo del valor, el carácter subjetivo de los costos y el costo de oportunidad, el valor derivado de los factores de producción, el origen de la moneda y las instituciones, el ciclo económico causado por la manipulación de la moneda, la imposibilidad del cálculo económico en el socialismo, el problema del conocimiento disperso y su transmisión por el sistema de precios, el carácter evolutivo de las instituciones, y otros.

NF: Mises, en su libre “Socialismo” explico porque este pensamiento es imposible. ¿Podría explicarnos la imposibilidad del cálculo económico en el socialismo?

MK: El cálculo económico se puede hacer con precios, que permiten calcular resultados y determinar pérdidas o ganancias. Los precios son el resultado de intercambios, y estos intercambios son transmisiones de derechos de propiedad. Como la esencia del socialismo es negar la propiedad, no habrá precios como tales sino números creados por los planificadores, y no se podrá determinar si la producción agrega valor o lo destruye.

NF: ¿Por qué cree usted que en América Latina las economías aún no se han liberado más? ¿Cuál cree usted que es el gran obstáculo que debe de pasar por encima América Latina para abrir sus mercados?

MK: Difícil, saber esto, tal vez porque tememos competir y tenemos miedo de abrirnos al mundo. Puede ser el resultado de una herencia cultural o de haber asumido ideas y teorías incompatibles con la apertura, sobre todo durante el siglo XX.

NF: Si el liberalismo trata sobre acciones voluntarias y en el socialismo todo es forzado ¿Por qué es que el Socialismo se lleva todas las palmas de benevolencia y de solidaridad de los ciudadanos y no se los lleva el liberalismo? ¿Cuál cree que es la causa principal?

MK: La “mano visible” del Estado es fácil de ver, la “mano invisible” del mercado no se ve a primera vista.

Argentina es un país con (al menos) dos monedas: peso y dólar. Hayek sobre las experiencias de monedas paralelas

En su libro “Desnacionalización del dinero” Hayek trata el tema de la política monetaria y realiza una propuesta de “competencia de monedas”, cuya discusión es apropiada en todo país, como Argentina, que tiene dos monedas al menos, el peso y el dólar. Se suele pensar que la provisión de dinero es un ‘bien público’, una función indelegable del Estado. ¿De dónde salió eso? El libro fue publicado en inglés por el Institute of Economic Affairs de Londres.

“LA LIMITADA EXPERIENCIA SOBRE MONEDAS PARALELAS Y DE COMERCIO

Mientras las monedas de metales preciosos eran el único tipo de dinero factible y generalmente aceptado y todos los sustitutos convertibles en ellas (el cobre había sido reducido relativamente pronto al papel de calderilla), los únicos tipos de moneda que coexistían fueron las de oro y plata.

La multiplicidad de monedas con las que tenían que tratar los viejos cambistas se reducían, en último término, a estas dos clases, y su valor respectivo dentro de cada grupo se determinaba por su contenido de metal (que sólo los expertos y no el hombre de la calle podían determinar). La mayoría de los príncipes intentaron establecer un tipo de cambio legal y fijo entre las monedas de oro y plata, creando así lo que se ha venido en denominar «bimetalismo». Pero, a pesar de las tempranas sugerencias de que la razón de cambio se fijara mediante un tratado internacional, los gobiernos establecieron diferentes tipos de cambio oro/plata, y cada país tendía a perder las monedas del metal allí subvaloradas, a la vista del tipo de cambio que prevalecía en otros países. El sistema se describió por ello más correctamente como de «patrón alternativo» en vez de bimetálico, en el que el valor de la moneda dependía del metal que en aquel momento estaba siendo sobrevalorado. Poco antes de que se abandonara por completo, en la segunda mitad del siglo XIX, se hizo un último esfuerzo para establecer internacionalmente un tipo de cambio uniforme de 15 1/2 entre el oro y la plata. El intento podía haber tenido éxito mientras no hubiera grandes cambios en la producción. Como, de las existencias totales de dichos metales, una proporción muy grande se dedicaba al uso monetario, había sido posible que esa paridad del 15 1/2 se mantuviera, con la entrada en el tráfico monetario o salida de él de los metales monetarios.

Monedas paralelas

En algunos países, sin embargo, el oro y la plata habían coexistido durante largos períodos y su valor relativo había fluctuado según las condiciones cambiantes. Esta situación prevaleció, por ejemplo, en Inglaterra, de 1663 a 1695, cuando, finalmente, decretando un tipo de cambio entre las monedas de oro y plata que sobrevaloraba el oro, Inglaterra, sin darse cuenta, estableció un patrón oro. La circulación simultánea de monedas de ambos metales sin un tipo de cambio fijo fue denominado posteriormente por un estudioso de Hanover, donde existió este sistema hasta 1857, «de monedas paralelas» (Parallelwahrung), al objeto de distinguirlo del bimetalismo.

Es ésta la única manera en que las monedas paralelas se han utilizado de forma generalizada; pero esta manera fue singularmente inconveniente por una razón especial. Dado que en la mayoría de los casos el oro era al peso más de 15 veces más valioso que la plata, se utilizaba el primero para las unidades mayores y la plata para las pequeñas (y el cobre para las inferiores). Pero como las distintas monedas tenían valores variables, las unidades inferiores no eran fracciones constantes de las superiores. En otras palabras, las monedas de oro y plata formaban parte de diferentes sistemas, sin que pudiera obtenerse moneda fraccionaria de uno u otro. Ello hacía problemático el cambio de unidades mayores o menores y nadie podía, incluso en su propio interés, atenerse a una sola unidad de medida.

A excepción de algunos casos en el Lejano Oriente, en tiempos recientes, no parece haber muchos ejemplos de circulación concurrente de monedas, además de que el recuerdo de la circulación paralela del oro y la plata le ha dado mala reputación al sistema. Sigue siendo interesante porque es el único momento histórico en el que surgieron los problemas que generalmente plantea la concurrencia de monedas. Y no es el menos importante el que la «cantidad» de moneda de un país o territorio no tiene ningún sentido en tal sistema, dado que sólo podemos sumar las cantidades de las distintas monedas en circulación una vez que sabemos el valor relativo de las diferentes unidades.”

Ahora que pasaron las elecciones y las propagandas. Artículo en El Cronista:¿Los votantes somos estúpidos o idiotas?

Artículo (anterior a las elecciones) en El Cronista: https://www.cronista.com/columnistas/Los-votantes-somos-estupidos-o-idiotas-20171016-0041.html

¿Los votantes somos estúpidos o idiotas?

Martín Krause Profesor de Economía, Universidad de Buenos Aires
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¿Los votantes somos estúpidos o idiotas?

Los mensajes de la política no apelan a la razón, sino a los sentimientos. Ningún político se para frente a una cámara o un micrófono y se pone a explicar su plataforma, en buena medida porque sabe que cambiamos de canal o de radio inmediatamente.

En épocas de campaña esto no mejora mucho, los candidatos evitan participar en debates, y no quieren decir mucho. Las consignas apelan a aspiraciones muy generales relacionadas, por ejemplo, con el cambio o con el futuro o a catástrofes más imprecisas aún, como la del terrible ajuste, cuando con sólo mirar superficialmente las cuentas fiscales cuesta encontrarlo. La racionalidad escasea.

Una de las propagandas (que el Estado nos hace escuchar aunque no nos interesen), presenta personas que van eligiendo entre distintas cosas para luego proponer la elección del candidato. Entre otras opciones tenemos: ¿más derechos o menos derechos?

Obvio, ¿quién estaría dispuesto a proponer menos? Y no hay ninguna referencia sobre qué estamos hablando. ¿Más derechos, pero cuáles? La apuesta es que muy pocos oyentes se harán esa pregunta. Pero hagámoslo por un momento. ¿Qué otros derechos quisiéramos tener?

Veamos el caso por el lado del absurdo. El artista pop Andy Warhol propuso una vez que todos deberíamos tener 15 minutos de fama. Tomemos esta propuesta como un derecho a la fama que, en mi caso, se cumpliría con menos minutos, pero con la posibilidad de cantar Gimme Shelter con los Rolling Stones en un concierto (por las dudas junto a Mike para no hacer papelones).

Pero un derecho, para ser tal, tiene que poder ser general, es decir, aplicarse a todos. Esto sería imposible en este caso ya que requeriría que estuviéramos los 40 millones de argentinos en el escenario (y no habría entonces nadie en la audiencia) o que los Stones nos invitaran de a uno en 40 millones de conciertos.

Las preferencias, sin embargo, son diferentes y algunos desearían jugar en la Bombonera, bailar con Tinelli, ganar el premio Nobel por unos minutos o hacer un gol con la Selección (y sólo Messi los hace). No hace falta explicar lo difícil o costoso que resulta cumplir estos derechos. Vivimos bajo la ilusión que este costo lo pagan otros y a veces es así, aunque tarde o temprano nos cae la cuenta de una forma u otra.

En otro de estos mensajes, el candidato propone un derecho específico, reducir la jornada laboral, pero manteniendo el mismo sueldo. No dice cuánto pero ya antes se ha propuesto que se reduzca de 8 a 6 horas. ¿Y por qué no a dos? El absurdo sería evidente, pero el principio es el mismo para seis o para dos. Es otra forma de aumentar el costo laboral. Una lección básica de economía muestra que si un precio aumenta se reduce la cantidad demandada. En este caso, si aumenta de esta forma se reduce la cantidad, más desempleo.

La propuesta, además, es que este mayor costo se cubra con las ganancias de las empresas. ¿Conocen acaso quienes proponen esto que las empresas no pueden hacer ajuste por inflación y que les cae una de las presiones impositivas más altas del planeta, más alta que la que se paga en Suecia? ¿Qué tasa de ganancias aceptarían quienes proponen esto? ¿Consideran alguna como razonable o, como parece, no aceptarían ninguna? En verdad, más que preocuparnos por las ganancias deberíamos hacerlo por las pérdidas, pero éstas nadie propone alentarlas ni tampoco castigarlas, suelen ser el resultado común de las políticas públicas que muchos candidatos proponen.

Otros desde la izquierda presentan sus propagandas con muñequitos de Playmobil, creados y fabricados por una empresa alemana que sería un ejemplo de lo que Marx llamaba capitalismo renano.

Todo se reduce a pares de opciones: ¿violentos o agresivos?, ¿corruptos o ladrones?, ¿inútiles o ineficientes? ¿soberbios o arrogantes? Nunca la tuvimos más fácil.