El director general de la OMC (organización mercantilista), al menos defiende la globalización

No existe un gobierno mundial, por suerte. En su lugar existen una serie de organizaciones internacionales que bien podrían ser consideradas nidos de burócratas globales con altos sueldos que realizan reuniones en los mejores lugares del planeta, sin generar mayores resultados. Tal vez sea mejor así que no los generen, pero también es cierto que el comercio mundial era un enredo de barreras comerciales y de a poco los países fueron comprendiendo los beneficios del libre comercio y se fueron abriendo, algunos de ellos en forma unilateral, sin necesidad de negociar nada.

También hubo un proceso negociado que llevó a reducción de barreras en las ruedas del GATT, luego de la OMC. Acá el director de ese organismo proclama las bondades de la globalización (menos mal), en la reconocida revista Foreign Affairs. El artículo es “Why the World Still Needs Trade: The Case for Reimagining—Not Abandoning—Globalization”, por Ngozi Okonjo-Iweala, director general de la OMC: https://www.foreignaffairs.com/world/why-world-still-needs-trade

La OMC es una organización mercantilista, donde los países se sientan a negociar qué van a abrir los demás, como si eso fuera lo más importante y no simplemente tener libertad para comerciar. En fin. Acá, al menos resalta las bondades del comercio:

“Durante gran parte de los últimos 75 años, los legisladores de todo el mundo reconocieron el poder de la interdependencia económica. Los países derribaron las barreras comerciales, abriendo sus economías entre sí. En resumen, su récord fue impresionante. Una integración económica más estrecha fue de la mano de una creciente prosperidad mundial, una reducción sin precedentes de la pobreza y un período inusualmente largo de paz entre las grandes potencias. Desde 1990, la proporción de la población mundial que vive en la pobreza extrema se ha reducido en tres cuartas partes. En el centro de este gran salto en el bienestar humano estuvo un aumento de 20 veces en los volúmenes de comercio internacional, lo que ayudó a aumentar los ingresos per cápita en un factor de 27 durante las últimas seis décadas.

Esta visión económica está ahora bajo ataque y sus logros están en peligro. Una serie de conmociones en el espacio de 15 años, primero la crisis financiera mundial, luego la pandemia de COVID-19 y ahora la guerra en Ucrania, han creado una narrativa alternativa sobre la globalización. Lejos de fortalecer económicamente a los países, según esta nueva línea de pensamiento, la globalización los expone a riesgos excesivos. La interdependencia económica ya no se considera una virtud; se ve como un vicio. El nuevo mantra es que lo que necesitan los países no es interdependencia sino independencia, con la integración limitada en el mejor de los casos a un pequeño círculo de naciones amigas.”

Artículo en Clarín, el acuerdo con la UE no era libre comercio, y si Argentina queda sola, debería abrirse

Artículo publicado en Clarín (21/2):

https://www.clarin.com/opinion/-despues-brexit-argxit-_0_YVRgyhkn.html

El presidente Alberto Fernández realizó una serie de visitas en Europa en las que el principal tema económico considerado fue el apoyo de esos países en el proceso de renegociación de la deuda con el FMI. No hubo mención al tema del tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, pero antes del viaje se había dicho que estaría en la agenda, en particular en la reunión entre Fernández y Macron, ya que ambos estarían descontentos con el acuerdo alcanzado el año pasado y favorecerían una renegociación.

La palabra “renegociación” suena a postergación indefinida, ya que, si tomamos en cuenta los 20 años requeridos para llegar al acuerdo y los que tomaría su aprobación por todos los parlamentos de los países firmantes, si además le agregamos una nueva negociación más vale que nos olvidemos del asunto.

Si no avanza una renegociación, Argentina puede quedar aislada, ya que el año pasado se aprobó que los países del Mercosur podrían aprobar el acuerdo bilateralmente, y Brasil Paraguay y Uruguay han manifestado su voluntad de hacerlo. Si eso ocurriera sería como si Argentina se fuera del Mercosur, una especie de Argxit, pero, a diferencia de la salida de Reino Unido de la UE, no por voluntad del que se va, sino porque los que se van son los otros.

Una situación como esa, en la que el Mercosur pasara a ser un adorno para Argentina, no sería para lamentar si el país avanzara en el camino que parece seguir el Reino Unido con Boris Johnson. En una reciente conferencia en Greenwich, Johnson celebró las ideas de Adam Smith, señalando que el país debía ahora abrirse a todo el mundo. Si quedarse sola llevara a la Argentina a una posición similar sería un gran avance, ya que somos uno de los países más cerrados del planeta.

En estos días se ha dado a conocer la primera edición del Índice Internacional sobre Barreras al Comercio, producido por la Property Rights Alliance, que también elabora un índice internacional sobre la protección de los derechos de propiedad.

Este índice evalúa las restricciones al comercio en 86 países, que representan el 83% de la población mundial, el 91% de todos los bienes y servicios intercambiados y el 94% del PBI global. Toma en cuenta las barreras arancelarias, no arancelarias y a los servicios. Tiene un cuarto componente, la “facilitación” del comercio, que incluye aspectos tales como la protección de la propiedad. Argentina se encuentra en el puesto 71° de 86 países. Singapur y Hong Kong ocupan los dos primeros, y Suecia está 5°. Pese a que todos somos parte del Mercosur, Paraguay está 53°, Uruguay 56° y Brasil, peor que nosotros, 77°. Claro que si estos países firman el acuerdo con la UE avanzarán varias posiciones y probablemente nos dejen al final de la lista.

El tratado con la UE no iba a garantizar el libre comercio para los argentinos. Lo importante del tratado eran las limitaciones institucionales que podía introducir. En un país donde los límites al poder son débiles o inexistentes, un acuerdo como éste podía introducir límites a la discriminación económica desde el poder, que no somos capaces de darnos nosotros. Los lobbies dictan la política comercial y muchas de las políticas sectoriales, pero con el tratado esto podría haberse reducido. No va a ser una apertura el comercio internacional, pero sería una excelente forma de empoderar a los argentinos y dejarlos usar su bien ganado dinero en aquello que estimen más conveniente y de poner límites al uso del poder en favor de los privilegiados.

Martín Krause es profesor de la UCEMA.