Caso Báez Sosa: la justicia penal en nuestra sociedad evolucionó para aplacar la ira y el odio

En momentos en que buena parte de la atención de la opinión pública está centrada en el juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa por un grupo de jóvenes, un artículo señala que el sistema penal tiene, en verdad, como objetivo, aplacar el odio que acciones de este tipo generan. Se publica en la revista Evolution and Human Behavior, y se titula “Societal institutions echo evolved human nature: An analysis of the Western criminal justice system and its relation to anger”, por Aaron Sell, de la Universidad de Heidelberg y el argentino Daniel Sznycer, del Oklahoma Center for Evolutionary Analysis, Department of Psychology, Oklahoma State University: https://doi.org/10.1016/j.evolhumbehav.2023.01.007

“Las instituciones sociales hacen uso del poder colectivo para moldear el comportamiento individual. Los intentos de modificar estas instituciones para mejorar el bienestar, la justicia o la equidad de una sociedad se beneficiarán de tener una visión precisa de la naturaleza humana para poder diseñar las intervenciones de manera que realmente conduzcan al resultado deseado. Por lo tanto, la psicología evolutiva, es decir, el estudio de la naturaleza humana, es particularmente relevante cuando se crean o reforman instituciones, y es fundamental para minimizar las frecuentes consecuencias no deseadas que a menudo provoca el diseño institucional. Aquí, revisamos la estructura computacional de la ira humana y luego analizamos el ajuste entre los sistemas de justicia penal occidentales y esta emoción universal. Este análisis revela correspondencias estructurales entre la ira y las características del sistema de justicia penal, aunque se notan anomalías importantes. Finalmente, ofrecemos un relato evolutivo de la emoción del odio y mostramos cómo el odio puede explicar algunas fallas en el sistema de justicia penal (por ejemplo, episodios de ejecución extrajudicial – “linchamiento”). Sugerimos que, en última instancia, las instituciones sociales tendrán éxito o fracasarán en función de su compatibilidad con la naturaleza humana.”

Y concluye:

“Para ser eficaz en una sociedad democrática, el sistema de justicia penal necesita aplacar a la población sobre la que gobierna. La emoción principal que evoca en terceros la conducta delictiva de un conciudadano parece ser la ira, aunque también hay elementos de odio. Por lo tanto, deberíamos esperar que los sistemas de justicia penal contengan conceptos rectores, procedimientos y reglas que se correspondan con la estructura computacional del mecanismo de ira evolucionado….”

La marcha de la bronca: Daniel Sznycer y una contribución más: ¿Cómo funciona la ira?

No es un tema del que pueda decir algo, pero quiero destacar el trabajo de un amigo, Daniel Sznycer, investigador en temas de psicología evolutiva y profesor en el Oklahoma Center for Evolutionary Analysis, Department of Psychology, Oklahoma State University, Stillwater, OK, USA. Publica un artículo en la revista Evolution and Human Behavior, Volume 43, Issue 2, March 2022, Pages 122-132, que podríamos titular “¿Cómo funciona la ira?”, How anger works o la bronca tal vez diríamos.

Es en coautoría con Aaron Sellb,  Department of Psychology, Heidelberg University, Tiffin, OH, USA y Department of Criminology, en la misma universidad y Alexandre Dumont, Department of Psychology, University of Montreal, Montreal, QC, Canada

https://doi.org/10.1016/j.evolhumbehav.2021.11.007

“La ira parece ser una adaptación neurocognitiva diseñada para negociar un mejor tratamiento y se desencadena principalmente por indicaciones de que otro individuo valora insuficientemente al individuo focal. Una vez activada, la ira organiza respuestas cognitivas, fisiológicas y conductuales orientadas a incentivar al individuo objetivo para que le dé más peso al bienestar del individuo focal. Aquí, evaluamos la hipótesis de que la ira funciona haciendo coincidir la intensidad de las diversas salidas que controla con la magnitud de la entrada actual: el grado preciso en que el objetivo parece subestimar al individuo focal. Al hacer coincidir la magnitud de los productos con los insumos, el sistema de la ira equilibra las demandas contrapuestas de eficacia y economía y evita los errores duales de excesiva desconfianza y excesiva beligerancia en la negociación. Para probar esta hipótesis, medimos el grado en que las audiencias devalúan cada uno de los 39 rasgos negativos en los demás, y cómo reaccionarían los individuos, para cada uno de esos 39 rasgos, si alguien los calumniara por poseer esos rasgos. Observamos las correspondencias de magnitud hipotéticas. Las intensidades del sentimiento de ira y de las diversas motivaciones de la ira (decirle al agresor que se detenga, insultar al agresor, atacar físicamente al agresor, dejar de hablar con el agresor y negarle ayuda al agresor) varían en proporción a: (i) uno otro, y (ii) el costo reputacional que impone el calumniador al calumniado (representado por la devaluación de la audiencia). Estos patrones de coincidencia de magnitud se observaron tanto dentro como entre los Estados Unidos y la India. Estos hallazgos cuantitativos se hacen eco de la comprensión popular de la ira de los legos y sugieren que existen regularidades transculturales en la lógica funcional y el contenido de la ira.”