La libertad no garantiza resultados pero si no la tenemos, tampoco los alcanzaremos

La libertad no te garantiza resultados, solamente elimina las barreras para que buques alcanzarlos, cualesquiera que sean. Pero mucha gente prefiere perder la libertad si es que le prometen un determinado resultado (eso es el populismo) y ya sabemos que si pierden la libertad, tarde o temprano tampoco alcanzaran el resultado.

Se trata este tema en un paper titulado “Does Legal Freedom Satisfy?”, por  Niclas Berggren del Research Institute of Industrial Economics (IFN), Stockholm, Sweden  y Christian Bjørnskov Department of Economics, Aarhus University, Denmark: https://www.ifn.se/wfiles/wp/wp1436.pdf

“La libertad de elección es una característica muy valorada de la vida para muchos y está garantizada a través de la libertad legal, es decir, el estado de derecho y los derechos civiles. Sin embargo, sabemos poco acerca de si las personas encuentran satisfacción en la libertad de elección que perciben que tienen. Este estudio arroja luz sobre esa cuestión. Teóricamente, no está claro cómo es la relación. Lo que habla a favor de un efecto positivo es que la libertad legal permite a las personas tomar las decisiones que desean en la vida (siempre y cuando no violen un derecho similar de otros). Esto evita obstáculos en el camino cuando las personas realizan sus ambiciones y hace que sea más probable que estas ambiciones se cumplan, lo que da como resultado la satisfacción con la libertad de elección. Aún así, las personas pueden valorar diferentes tipos de libertad legal de manera diferente, lo que sugiere que incluso si las relaciones son positivas, su tamaño puede variar mucho. Además, la relación también puede ser débil o negativa. Esto puede suceder si las personas no alcanzan las metas que se propusieron alcanzar; después de todo, la libertad jurídica solo elimina obstáculos y no brinda recursos ni capacidades.

También puede suceder si las personas observan que otros se comportan de manera oportunista o explotadora, usando su libertad de elección para tratar mal a los demás en busca de un beneficio personal limitado, o si las personas se sienten sobrecargadas por la libertad de elección que les otorga la libertad legal. También sigue siendo posible que el valor de las libertades legales específicas sea sustancialmente mayor para las minorías que para la población en general (cf. Berggren et al. 2017), lo que puede explicar por qué no resultan ser importantes para la satisfacción con la libertad de la población en general. , como en nuestras pruebas.

Sin embargo, también sugerimos que la confianza social es un factor potencialmente importante que, cuando interactúa con la libertad legal, puede hacer que el efecto de la libertad legal sobre la satisfacción con la libertad de elección sea más positivo. La idea es que la elección no se ejecuta en un vacío cultural, sino que es el resultado tanto de las instituciones formales como de la cultura, en este caso, el grado en que las personas confían entre sí. Cuando lo hacen, esperan que los demás se comporten de manera más cooperativa, lo que estimula una mayor interacción y “ganancias del comercio”, lo que resulta en una mayor satisfacción. Asimismo, los recursos materiales disponibles y el sistema político pueden influir en cómo la libertad legal afecta la satisfacción con la libertad.”

Sobre el mayor gasto en la educación y el perverso «trato» que tienen los maestros

No hay campaña electoral en la que los candidatos no prometan un mayor gasto en educación. No es porque sí, interpretan correctamente que los votantes quisieran que la educación tuviera mayor prioridad. Esa opinión se ve confirmada en muchas discusiones, por ejemplo sobre cuestiones ambientales, donde muchos sostienen que la solución es una mayor educación de la población (en este caso sobre los problemas ambientales).

No voy a negar la importancia de la educación, aunque suelo pensar que el destino de las sociedades está más ligado a los “valores” e “ideas” que predominan en ellas que a un cierto grado de educación formal. Después de todo, puede que no hubiera pueblo más educado que el alemán en la década de 1930 y sin embargo se embarcaron detrás del espantoso proyecto nazi.

No obstante, al margen del impacto del nivel educativo en la sociedad, lo cierto es que tiene un impacto en las oportunidades personales que se abren a quienes la poseen. En un mundo cada vez más basado en el conocimiento y las tecnologías, poseer educación es un activo importante. La gente sabe eso, por eso la valora y reclama por ella.

O sea que todo eso no está en discusión. Tampoco que la inversión personal que cada uno realiza en educación no sea finalmente rentable. Pero sí quiero discutir la idea de que mejorar la educación significa gastar más en ella, al margen de la estructura institucional de ese mercado en particular.

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Hay gráficos que hablan por sí mismos. Es sobre el gasto en educación primaria en los Estados Unidos desde 1970 (espero que salga bien el gráfico). La línea más empinada corresponde al gasto total, la segunda al número de empleados, las demás son sobre el desempeño de los alumnos.

Lo que muestra es notable: la cantidad de empleados se ha duplicado, el costo total se ha triplicado. Los resultados no han cambiado. Se gastan ahora unos 164.000 dólares por alumno (ajustados por inflación) contra casi 57.000 en 1970.

Los datos son de “State Education Trends”, una publicación de Cato Institute, y su autor es Andrew Coulson: http://www.cato.org/publications/policy-analysis/state-education-trends. Hay estados que han aumentado aún más ese gasto sin tener mejores resultados y, más notable, hay quienes han reducido el gasto sin que caigan sus indicadores. El informe también comenta que esto ha ocurrido en un período en el cual las nuevas tecnologías han elevado la productividad en todos los campos, y tecnologías que son de particular aplicación e impacto en la educación.

La contundencia del gráfico tal vez nos lleve a discutir otra cosa. El estado termina proveyendo educación mala y cara, y regulando al sector privado para que la de éste sea parecida. Los maestros están atrapados en un acuerdo perverso: nosotros pretendemos trabajar, ellos pretenden pagarnos. No quieren saber nada de evaluaciones ni de controles de presentismo, tienen cantidad de días de licencia y también de vacaciones; pero no parecen estar dispuestos a un trato que sea mayor productividad por mayor ingreso y, como pasa en las empresas, ingresos vinculados con resultados obtenidos.

¿Cuál es su negocio? Bueno, el que aparece en el gráfico, recibir más presupuesto sin entregar nada a cambio. Es un negocio pésimo.