Frederic Bastiat y John Stuart Mill sobre lo que se ve y lo que no se ve, la demanda y la producción

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico y Social de UCEMA vemos a Jean Baptiste Say y en forma optativa dos grandes economistas clásicos. Uno de ellos es John Stuart Mill, de quien leemos su visión de la Ley de Say. Mill fue el economista clásico más influyente de la segunda mitad del siglo XIX. Y vemos también a un economista menos comentado pero también de impacto más general.

Frederic Bastiat (1801-1850) fue un gran divulgador y polemista. Sus trabajos, por supuesto, no son ‘académicos’, pero eso no implica que no estén basados en ideas que lo son. Pero he aquí una breve colección de sus artículos con el título de “Lo que se ve y lo que no se ve”: http://www.hacer.org/pdf/seve.pdf

Es particularmente importante para los estudiantes de Economía ya que se trata de aprender las consecuencias de las acciones humanas más allá de sus efectos inmediatos. Por ejemplo, y en relación a lo que analizara Say, esto dice Bastiat en un artículo titulado “El cristal roto”:

“¿Ha sido usted alguna vez testigo de la cólera de un buen burgués Juan Buenhombre, cuando su terrible hijo acaba de romper un cristal de una ventana? Si alguna vez ha asistido a este espectáculo, seguramente habrá podido constatar que todos los asistentes, así fueran éstos treinta, parecen haberse puesto de acuerdo para ofrecer al propietario siempre el mismo consuelo: « La desdicha sirve para algo. Tales accidentes hacen funcionar la industria. Todo el mundo tiene que vivir. ¿Qué sería de los cristaleros, si nunca se rompieran cristales?

Mas, hay en esta fórmula de condolencia toda una teoría, que es bueno sorprender en flagrante delito, en este caso muy simple, dado que es exactamente la misma que, por desgracia, dirige la mayor parte de nuestras instituciones económicas. Suponiendo que haya que gastar seis francos para reparar el destrozo, si se quiere decir que el accidente hace llegar a la industria cristalera, que ayuda a dicha industria en seis francos, estoy de acuerdo, de ninguna manera lo contesto, razonamos justamente. El cristalero vendrá, hará la reparación, cobrará seis francos, se frotará las manos y bendecirá de todo corazón al terrible niño. Esto es lo que se ve.

Pero si, por deducción, se llega a la conclusión, como a menudo ocurre, que es bueno romper cristales, que esto hace circular el dinero, que ayuda a la industria en general, estoy obligado a gritar: ¡Alto ahí! Vuestra teoría se detiene en lo que se ve, no tiene en cuenta lo que no se ve.

No se ve que, puesto que nuestro burgués a gastado seis francos en una cosa, no podrá gastarlos en otra. No se ve que si él no hubiera tenido que reemplazar el cristal, habría reemplazado, por ejemplo, sus gastados zapatos o habría añadido un nuevo libro a su biblioteca. O sea, hubiera hecho de esos seis francos un uso que no efectuará.

Hagamos las cuentas para la industria en general. Estando el cristal roto, la industria cristalera es favorecida con seis francos; esto es lo que se ve. Si el cristal no se hubiera roto, la industria zapatera (o cualquier otra) habría sido favorecida con seis francos. Esto es lo que no se ve.

Y si tomamos en consideración lo que no se ve que es un efecto negativo, tanto como lo que se ve, que es un efecto positivo, se comprende que no hay ningún interés para la industria en general, o para el conjunto del trabajo nacional, en que los cristales se rompan o no.

Hagamos ahora las cuentas de Juan Buenhombre. En la primera hipótesis, la del cristal roto, él gasta seis francos, y disfruta, ni más ni menos que antes, de un cristal. En la segunda, en la que el accidente no llega a producirse, habría gastado seis francos en calzado y disfrutaría de un par de buenos zapatos y un cristal.

O sea, que como Juan Buenhombre forma parte de la sociedad, hay que concluir que, considerada en su conjunto, y hecho todo el balance de sus trabajos y sus disfrutes, la sociedad ha perdido el valor de un cristal roto. Por donde, generalizando, llegamos a esta sorprendente conclusión: « la sociedad pierde el valor de los objetos destruidos inútilmente, » — y a este aforismo que pondrá los pelos de punta a los proteccionistas: «Romper, rasgar, disipar no es promover el trabajo nacional, » o más brevemente: « destrucción no es igual a beneficio. »

¿Qué dirá usted, Moniteur Industriel, que dirán ustedes, seguidores de este buen Sr. De Saint-Chamans, que ha calculado con tantísima precisión lo que la industria ganaría en el incendio de París, por todas las casas que habría que reconstruir? Me molesta haber perturbado sus ingeniosos cálculos, tanto más porque ha introducido el espíritu de éstos en nuestra legislación. Pero le ruego que los empiece de nuevo, esta vez teniendo en cuenta lo que no se ve al lado de lo que se ve. Es preciso que el lector se esfuerce en constatar que no hay solamente dos personajes, sino tres, en el pequeño drama que he puesto a su disposición. Uno, Juan Buenhombre, representa el Consumidor, obligado por el destrozo a un disfrute en lugar de a dos. El otro, en la figura del Cristalero, nos muestra el Productor para el que el accidente beneficia a su industria. El tercero es el zapatero, (o cualquier otro industrial) para el que el trabajo se ve reducido por la misma causa. Es este tercer personaje que se deja siempre en la penumbra y que, personificando lo que no se ve, es un elemento necesario en el problema. Es él quien enseguida nos enseñará que no es menos absurdo el ver un beneficio en una restricción, que no es sino una destrucción parcial. — Vaya también al fondo de todos los argumentos que se hacen en su favor, y no encontrará que otra forma de formular el dicho popular: «¿Que sería de los cristaleros, si nunca se rompieran cristales?”

Jean Baptiste Say, sobre la relación entre la producción y el consumo, y el motor de la economía

Los alumnos de UCEMA, Historia del Pensamiento Económico y Social leen a Jean Baptiste Say (1767-1832), un ‘clásico’ francés quien nunca debe haber sospechado la importancia que adquiriría en la política económica del siglo XX. Seguramente han conocido la famosa “Ley de Say” presentada como “toda oferta crea su propia demanda”. Desde el punto de vista, digamos, del ‘marketing’, la frase parece absurda; nadie tiene garantizado que simplemente por ofrecer algo exista alguien que esté dispuesto a comprarlo. Pero, ¿es eso lo que dijo Say?, o ¿es eso lo que quiso decir?

La lectura es sobre el capítulo de su libro ‘Tratado de Economía Política’ donde precisamente presenta esta idea:

Jean Baptise Say, A treatise on political economy, capítulo XV «Of the demand of market for products»: http://www.econlib.org/library/Say/sayT15.html#Bk.I,Ch.XV

En castellano: http://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/33_10_Say.pdf

“Una persona que dedique su esfuerzo a invertir en objetos de valor que tienen determinada utilidad no puede pretender que otros individuos aprecien y paguen por ese valor, a menos que dispongan de los medios para comprarlo. Ahora bien, ¿en qué consisten estos medios? Son los valores de otros productos que también son fruto de la industria, el capital y la tierra. Esto nos lleva a una conclusión que, a simple vista, puede parecer paradójica: es la producción la que genera la demanda de productos.”

“Si un comerciante dijera: «No quiero recibir otros productos a cambio de mi lana; quiero dinero», sería sencillo convencerlo de que sus clientes no podrían pagarle en dinero si antes no lo hubieran conseguido con la venta de algún bien propio. Un agricultor podrá comprar su lana si tiene una buena cosecha. La cantidad de lana que demande dependerá de la abundancia o escasez de sus cultivos. Si la cosecha se pierde, no podrá comprar nada. Tampoco podrá el comerciante comprar lana ni maíz a menos que se las ingenie para adquirir además lana o algún otro artículo con el cual hacer la compra. El comerciante dice que sólo quiere dinero. Yo digo que en realidad no quiere dinero, sino otros bienes. De hecho, ¿para qué quiere el dinero? ¿No es acaso para comprar materias primas o mercaderías para su comercio, o provisiones para su consumo personal? Por lo tanto, lo que quiere son productos, y no dinero. La moneda de plata que se reciba a cambio de la venta de productos propios, y que se entregue en la compra de los de otras personas, cumplirá más tarde la misma función entre otras partes contratantes, y así sucesivamente. De la misma manera que un vehículo público transporta en forma consecutiva un objeto tras otro. Si no puede encontrar un comprador, ¿diría usted que es solamente por falta de un vehículo donde transportarlo? Porque, en última instancia, la moneda no es más que un agente que se emplea en la transferencia de valores. Su utilidad deriva de transferir a sus manos el valor de los bienes que un cliente suyo haya vendido previamente, con el propósito de comprarle a usted. De la misma manera, la próxima compra que usted realice transferirá a un tercero el valor de los productos que usted anteriormente haya vendido a otros. De esta manera, tanto usted como las demás personas compran los objetos que necesitan o desean con el valor de sus propios productos, transformados en dinero solamente en forma temporaria. De lo contrario, ¿cómo es posible que la cantidad de bienes que hoy se venden y se compran en Francia sea cinco o seis veces superior a la del reinado miserable de Carlos VI? ¿No es evidente que deben haberse producido cinco o seis veces más bienes, y que deben haber servido para comprarse unos a otros?”

Y aquí el párrafo que diera lugar a esa interpretación llamada “Ley de Say”. ¿Parece tan ilógico como alguien (¿quién?) lo quiso presentar?:

“Cuando un producto superabundante no tiene salida, el papel que desempeña la escasez de moneda en la obstrucción de sus ventas en tan ínfimo que los vendedores aceptarían de buen grado recibir el valor en especie para su propio consumo al precio del día: no exigirían dinero ni tendrían necesidad de hacerlo, ya que el único uso que le darían seria transformarlo inmediatamente en artículos para su propio consumo.

Esta observación puede extenderse a todos los casos donde exista una oferta de bienes o servicios en el mercado. La mayor demanda estará universalmente en los lugares donde se produzcan más valores, porque en ningún otro lugar se producen los únicos medios de compra, es decir, los valores. La moneda cumple sólo una función temporaria en este doble intercambio. Y cuando por fin se cierra la transacción, siempre se habrá intercambiado un bien por otro.

Vale la pena señalar que desde el instante mismo de su creación el producto abre un mercado para otros por el total de su propio valor. Cuando el productor le da el toque final a su producto, está ansioso por venderlo de inmediato, por miedo a que pierda valor en sus manos. De la misma manera, quiere deshacerse del dinero que recibe a cambio, ya que también el valor del dinero es perecedero. Pero la única manera de deshacerse del dinero es comprando algún otro producto. Por lo tanto, la sola creación de un producto inmediatamente abre una salida para otros.”

¿Existe la «naturaleza humana? Cuáles son los siete valores universales que encontrás en toda sociedad

¿A qué llamamos “naturaleza humana”? Han de ser ciertas características que tenemos en común, las que no son solamente físicas, sino que se extienden también a ciertos valores y conductas que son comunes en todo tipo de sociedad, bajo distintos tipos de culturas. ¿Existen esos valores comunes que encontraríamos a pesar de vivir en culturas muy diferentes?

En un paper titulado “Moral Universals: A machine-reading analysis of 256 societies”, Mark Alfano, Macquarie University; Marc Cheong, University of Melbourne y Oliver Scott Curry, University of Oxford, presentan una investigación cuyo resultado es comentado de esta forma:

https://osf.io/86qry/

¿Cuál es la prevalencia transcultural de los siete valores morales postulados por la teoría de “Moralidad-como-Cooperación”? Investigaciones anteriores, utilizando la codificación manual de relatos etnográficos de ética de 60 sociedades, encontró ejemplos de la mayoría de las siete morales en la mayoría de las sociedades, y observó esta moral con igual frecuencia en todas las regiones culturales. Aquí lo extendemos al análisis, mediante el desarrollo de un nuevo diccionario de moralidad como cooperación (MAC-D) y el uso de Investigación lingüística y conteo de palabras (LIWC) para descripciones etnográficas de ética en código de máquina de 196 sociedades adicionales (todo el corpus HRAF). Una vez más, encontramos evidencia de la mayoría de las siete morales en la mayoría de las sociedades, en todas las regiones culturales. El nuevo método nos permite detectar pequeñas variaciones en la moral a través de la región y la estrategia de subsistencia. Y con éxito validar la codificación de la máquina contra la codificación manual anterior. Estos hallazgos dan más apoyo a la teoría de la «moralidad como cooperación». Y MAC-D surge como la más herramienta completa y bien validada para la lectura automática de corpus morales. Discutimos el limitaciones del estudio actual, así como las perspectivas para futuras investigaciones.”

¿Cuáles son esos valores comunes que investigaron los autores?

Ama a tu familia,

Sé leal a tu grupo,

Devuelve favores,

Sé valiente y generoso,

Respeta a tus superiores,

Divide los recursos en disputa de manera justa y

Respeta la propiedad

Ya lo dijo Adam Smith y mi amigo Gustavo Lazzari: bajar impuestos a las empresas genera más crecimiento y productividad

No hay nada nuevo en esto, pero para quienes creen que hay que aumentar impuestos al capital y las empresas, no será una buena noticia. En un paper titulado SHORT-TERM TAX CUTS, LONG-TERM STIMULUS”, por  James Cloyne de University of California, Davis,  Joseba Martinez y Paolo Surico de London Business School, Haroon Mumtaz, de University of London, los autores vuelven a mostrar algo que ya planteara el mismo Adam Smith, bajar el impuesto genera crecimiento de la economía y la productividad.

Working Paper 30246 http://www.nber.org/papers/w30246  NATIONAL BUREAU OF ECONOMIC RESEARCH

“Estudiamos los efectos persistentes de los cambios temporales en las tasas del impuesto sobre la renta personal y corporativo federal de EE. UU. utilizando un enfoque de identificación narrativa. Una reducción del impuesto sobre la renta de las empresas conduce a un aumento sostenido del PIB y la productividad, con efectos máximos entre cinco y ocho años. El gasto en I+D y la inversión de capital muestran respuestas en forma de joroba, mientras que las horas trabajadas y el empleo se ven mucho menos afectados. Por el contrario, los recortes del impuesto sobre la renta de las personas físicas desencadenan un impulso de corta duración del PIB, la productividad y las horas trabajadas, pero no tienen efectos a largo plazo. Desarrollamos y estimamos un modelo de crecimiento endógeno con utilización variable de factores y mostramos que estas características generan una respuesta procíclica de la productividad que es clave para explicar nuestros hallazgos empíricos.”

Alberdi sobre las distintas escuelas económicas, y aquella en que se basa la Constitución de 1853

Con los alumnos de la UBA Derecho comenzamos a ver el libro de Juan Bautista Alberdi, “Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina”. En su introducción, Alberdi analiza las distintas escuelas económicas y a cual pertenece la Constitución:

Alberdi 3

“Hay tres elementos que concurren a la formación de las riquezas:

1° Las fuerzas o agentes productores, que son el trabajo, la tierra y el capital.

2° El modo de aplicación de esas fuerzas, que tienen tres fases, la agricultura, el comercio y la industria fabril.

3° Y, por fin, los productos de la aplicación de esas fuerzas.

Sobre cada uno de esos elementos ha surgido la siguiente cuestión, que ha dividido los sistemas económicos: – En e1 interés de la sociedad, ¿vale más la libertad que la regla, o es más fecunda la regla que la libertad? Para el desarrollo de la producción, ¿es mejor que cada uno disponga de su tierra, capital o trabajo a su entera libertad, o vale más que la ley contenga algunas de esas fuerzas y aumente otras? ¿Es preferible que cada uno las aplique a la industria que le diere gana, o conviene más que la ley ensanche la agricultura y restrinja el comercio, o viceversa? ¿Todos los productos deben ser libres, o algunos deben ser excluidos y prohibidos, con miras protectoras?

He ahí la cuestión más grave que contenga la economía política en sus relaciones con el derecho público. Un error de sistema en ese punto es asunto de prosperidad o ruina para un país. La España ha pagado con la pérdida de su población y de su industria el error de su política económica, que resolvió aquellas cuestiones en sentido opuesto a la libertad.

Veamos, ahora, cómo ha sido resuelta esta cuestión por las cuatro principales escuelas en que se divide la economía política.

La escuela mercantil, representada por Colbert, ministro de Luis XIV, que sólo veía la riqueza en el dinero y no admitía otros medios de adquirirla que las manufacturas y el comercio, seguía naturalmente el sistema protector y restrictivo. Colbert formuló y codificó el sistema económico introducido en Europa por Carlos V y Felipe II. Esa escuela, perteneciente a la infancia de la economía, contemporánea del mayor despotismo político en los países de su origen galo-español representa la intervención limitada y despótica de la ley en el ejercicio de la industria.

A esta escuela se aproxima la economía socialista de nuestros días, que ha enseñado y pedido la intervención del Estado en la organización de la industria, sobre bases de un nuevo orden social más favorable a la condición del mayor número. Por motivos y con fines diversos, ellas se dan la mano en su tendencia a limitar la libertad del individuo en la producción, posesión y distribución de la riqueza.

Estas dos escuelas son opuestas a la doctrina económica en que descansa la Constitución argentina.

Enfrente de estas dos escuelas y al lado de la libertad, se halla la escuela llamada physiocrática, representada por Quesnay, y la grande escuela industrial de Adam Smith.

La filosofía europea del siglo XVIII, tan ligada con los orígenes de nuestra revolución de América, dió a la luz la escuela physiocrática o de los economistas, que flaqueó por no conocer más fuente de riqueza que la tierra, pero que tuvo el mérito de profesar la libertad por principio de su política económica, reaccionando contra los monopolios de toda especie. A ella pertenece la fórmula que aconseja a los gobiernos: – dejar hacer, dejar pasar, por toda intervención en la industria.

En medio del ruido de la independencia de América, y en vísperas de la revolución francesa de 1789, Adam Smith proclamó la omnipotencia y la dignidad del trabajo; del trabajo libre, del trabajo en todas sus aplicaciones -agricultura, comercio, fábricas- como el principio esencial de toda riqueza. «Inspirado por la nueva era social, que se abría para ambos mundos (sin sospechado él tal vez, dice Rossi), dando al trabajo su carta de ciudadanía y sus títulos de nobleza, establecía el principio fundamental de la ciencia.» Esta escuela, tan íntima, como se ve, con la revolución de América, por su bandera y por la época de su nacimiento, que a los sesenta años ha tenido por neófito a Roberto Peel en los últimos días de su gloriosa vida, conserva hasta hoy el señorío de la ciencia y el respeto de los más grandes economistas. Su apóstol más lúcido, su expositor más brillante es el famoso Juan Bautista Say, cuyos escritos conservan esa frescura imperecedera que acompaña a los productos del genio.

A esta escuela de libertad pertenece la doctrina económica de la Constitución Argentina, y fuera de ella no se deben buscar comentarios ni medios auxiliares para la sanción del derecho orgánico de esa Constitución.”

Decir que «raza» es una construcción social y no biológica no ayuda a combatir la discriminación, porque no sería correcto

Tema polémico si los hay: el racismo. Con la intención de eliminar todo trato discriminatorio al respecto, hay quienes sostienen que el concepto de “raza” es una construcción social que no tiene ningún sustento biológico. Parece que no es así, y además no debería ser necesario probar eso para que se elimine la discriminación. Quienes buscan eliminar la discriminación negando un hecho científico, no ayudan a su propia causa.

En un artículo de Jerry Coyne, autor del libro Why Evolution is True, en la página que lleva el mismo nombre, comenta este tema bajo el título “Once again: are “races” social constructs without scientific or biological meaning?: https://whyevolutionistrue.com/2022/07/19/once-again-are-races-social-constructs-without-scientific-or-biological-meaning/

“Todos los días, al parecer, escucho que “las razas no tienen una realidad o significado biológico; son construcciones puramente sociales”. Y esa declaración es algo engañosa, porque incluso las razas crudamente designadas como «blanca, negra, hispana y del este de Asia» en los EE. UU son, como muestra el artículo de hoy, biológicamente distinguibles hasta el punto de que si observa los genes de una persona desconocida, tiene un 99,86 % de posibilidades de diagnosticar su «raza» autoidentificada como uno de los cuatro grupos anteriores. Es decir, si le pregunta a una persona cómo se identifica a sí misma como uno de los cuatro grupos SIRE (SIRE: «auto-identificación de raza/etnicidad), y luego realiza un análisis genético bastante extenso de cada persona, encontrará que los grupos se dividen en conglomerados multivariados.

Más importante aún, hay poca desviación entre el SIRE de uno y el grupo genético en el que se encuentran. Más del 99 % de las personas de la muestra de este artículo pueden ser diagnosticadas con precisión en cuanto a su raza o etnia autoidentificada observando solo 326 regiones del genoma.

Esto, a su vez, significa que existen diferencias biológicas entre diferentes SIRE, por lo que la raza no puede ser simplemente una «construcción social». Esto está en contradicción directa entre la visión extrema de la «raza», como se expresa en el Journal of the American Medical Association, una declaración que discutí en una publicación anterior:

La raza y la etnia son construcciones sociales, sin significado científico o biológico.

No, y hemos sabido que esa declaración es incorrecta durante casi 20 años. Por supuesto, si toma el «significado biológico» como «los datos muestran que hay un número finito de grupos distintos con enormes diferencias genéticas», entonces es una afirmación correcta. Pero ya nadie piensa eso, excepto los racistas o los ignorantes de la genética de poblaciones moderna en humanos.

El significado de la realidad biológica que se aduce en trabajos como el que estamos discutiendo hoy es este: los genes pueden usarse para diagnosticar la ascendencia biológica, que seguramente está involucrada en el SIRE de uno. Y por lo tanto, las «razas» o «etnias» no son solo grupos inventados, sino que dicen algo sobre el origen evolutivo de los miembros del grupo.”

Hay que volver a usar la palabra «burgués», que significa un ciudadano que obtiene un ingreso honesto

Cómo me gusta la palabra burgués, y cómo ha sido bastardeada por el marxismo, ya que burgués quiere decir un miembro del burgo, de la ciudad. En una nota publicada en Adam Smith Works, con el título “ADAM SMITH’S SYNERGISTIC MORAL AUTHORIZATIONS”, Erik W. Matson, analiza a Smith como quien culmina brindando el sustento moral de alcanzar un ingreso o una ganancia honesta:

https://www.adamsmithworks.org/documents/matson-smith-moral-authorizations

 

“El comercio, nos dijo David Hume, decae no solo donde es inseguro, sino donde no es honorable. McCloskey elabora a través de su Trilogía burguesa cómo el Gran Enriquecimiento provino del cambio de actitudes sobre el trabajo, la búsqueda de ganancias y la empresa. El Gran Enriquecimiento llegó en las alas de una afirmación moral de la búsqueda de ingresos honestos.

Aclarar que la afirmación moral era la tradición de la jurisprudencia natural, asociada a figuras como Francisco Suárez, Hugo Grotius, Samuel von Pufendorf, Richard Cumberland y Jean Barbeyrac. En el ensayo del mes pasado, Dan Klein discutió la jurisprudencia y el Gran Enriquecimiento de McCloskey. Al desarrollar una gramática social secular, estos teóricos jurídicos, escribe Klein, “estaban aclarando la categoría de ingresos honestos” al igual que “los líderes morales estaban autorizando” su búsqueda. La sinergia entre esa aclaración y autorización dio muchos frutos.

Klein y McCloskey señalan a Smith como un punto culminante en la articulación de la virtud burguesa y la afirmación moral de la empresa. Como he escrito en otra parte, lo que Smith llamó “el plan liberal” en economía política es “liberal” (generoso, magnifico, dando amplitud a los hechos y la interpretación) en la amplia y diversa gama de actividades humanas que legitima. Cada uno persigue su interés a su manera; puede hacerlo con confianza y presunción de autoaprobación, siempre que se mantenga dentro de los límites de la justicia.”

¿Tienen derechos los animales? Y si así fuera, ¿tienen también obligaciones como tenemos nosotros?

¿Tienen derechos los animales y otras criaturas o elementos de la naturaleza o elementos “sensibles” como ahora se los referencia? Siempre he tenido dificultad en comprender esto ya que quienes tenemos derechos, al mismo tiempo tenemos obligaciones, la principal de ellas es la de respetar el mismo derecho que tienen los demás. Entonces, ¿si afirmo que una serpiente venenosa es un ser sensible y tiene derechos, a no ser agredida, por ejemplo, estará dispuesta a respetar mi derecho a no ser agredido? Hum….

Me huele a que son más bien derechos que ciertos humanos buscan otorgar a quienes intentan de alguna manera representar. Es decir, los seres “sensibles” no tienen capacidad de defender esos derechos por sí mismos, son humanos que lo hacen. ¿Cómo podemos saber que el ser humano A o B representa mejor a esos seres sensibles si ellos mismos no nos lo hacen saber?

En fin, es que trata estos temas, pero este paper se refiere, desde otra perspectiva, por supuesto, a los distintos enfoques que compiten para asignar derechos:

Dellavalle, Sergio, Granting Rights to Nature? Considerations on Three Different Approaches to the Question (May 3, 2022). Max Planck Institute for Comparative Public Law & International Law (MPIL) Research Paper No. 2022-09, Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=4099819  or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4099819

“Según el pensamiento moral, político y jurídico occidental moderno, sólo los individuos vivos pertenecientes a la especie humana tienen derechos originales. Sin embargo, recientemente se ha hecho el reclamo de que los derechos inherentes también deben reconocerse a las entidades que antes estaban excluidas de los derechos prima facia. Entre los posibles “nuevos” titulares de derechos se encuentran entidades pertenecientes al mundo natural, como animales sintientes no humanos, seres vivos en general e incluso componentes del entorno natural como biotopos y ecosistemas. La concesión de derechos a entidades naturales se ha reivindicado recurriendo a tres estrategias diferentes. La primera puede definirse como la estrategia de “derechos como intereses razonables”: de acuerdo con su supuesto central, los derechos deben otorgarse a todas las entidades de las que pueda suponerse razonablemente que tienen intereses identificables relacionados con su existencia, por ejemplo, un interés en prosperar. o no sentir dolor. La segunda estrategia argumenta que los derechos deben atribuirse a todas las entidades que se caracterizan por un valor inherente y específico derivado de ser parte de una red orgánica, de larga data y altamente compleja de interacciones mutuas dentro de una comprensión holística del mundo. La tercera estrategia, finalmente, fundamenta los derechos en la capacidad de las entidades para ejercer la agencia calificada, de modo que ser titular de derechos depende de la capacidad de desplegar acciones reflexivas encaminadas a un fin determinado. El artículo analiza las consecuencias de la aplicación de cada estrategia a todas y cada una de las dimensiones del mundo natural no humano al que se suponen atribuidos viejos o nuevos derechos. Dicho de otra manera, la primera pregunta será si los animales sintientes no humanos, los seres vivos en general o partes del entorno natural pueden considerarse titulares de derechos si adoptamos la estrategia basada en intereses. Las dos secciones siguientes abordarán la misma cuestión con referencia, respectivamente, al enfoque holístico ya la estrategia de la agencia. La sección final extrae las conclusiones de los análisis anteriores y esboza los contornos de una teoría general de la dotación de derechos a entidades no humanas de acuerdo con un enfoque basado en el reconocimiento revisado y mejorado.”

Hace 200 años pocos vivían en democracias (algo) limitadas, hoy millones lo hacen, pero parciales?

Our World in Data hace un análisis comparativo del estado de la democracia en el mundo en una nota titulada “Countries around the world have become much more democratic, but there are large differences between them”, por Bastian Herre. Como dice el título, es optimista, aunque hay muchos países que son parcialmente democráticos. https://ourworldindata.org/democratic-world

“Hace 200 años, todo el mundo carecía de derechos democráticos. Ahora, miles de millones de personas los tienen.

Pero aún existen grandes diferencias en el grado en que los ciudadanos disfrutan de derechos políticos: más claramente entre democracias y no democracias, pero también dentro de estos amplios regímenes políticos.

Para comprender el alcance de los derechos políticos de las personas, no solo debemos mirar si un país está clasificado como una democracia o no. También deberíamos fijarnos en diferencias más pequeñas en lo democráticos que son los países.

¿Qué tan democráticos han sido los países en todo el mundo? ¿Y qué tan grandes son las diferencias entre ellos?

Para responder a estas preguntas, necesitamos información sobre los sistemas políticos de los países en los últimos siglos.”

Mason & Dunung Caps 10 y 11: estrategias corporativas y estrategias multimercado

Con los alumnos de UCEMA en la materia Empresas y Negocios Internacionales vemos el Cap. 10 de Mason & Dunung sobre las estrategias internacionales, y aquí explican lo que es una estrategia multidoméstica:  

Estrategia multidoméstica  

La estrategia multidoméstica maximiza la capacidad de respuesta local al otorgar autoridad para la toma de decisiones descentralizadoras a las unidades de negocios locales en cada país para que puedan crear productos y servicios optimizados para sus mercados locales. Una estrategia multidoméstica sería apropiada, por ejemplo, donde la tesis del mundo plano de Thomas Friedman no es aplicable. Una estrategia multidoméstica se centra en la competencia dentro de cada país y maximiza la capacidad de respuesta local.  

Asume que los mercados difieren y, por lo tanto, están segmentados por fronteras nacionales. En otras palabras, las necesidades y deseos de los consumidores, las condiciones de la industria (por ejemplo, el número y tipo de competidores), las estructuras políticas y legales y las normas sociales varían según el país.  

Mediante una estrategia multidoméstica, la empresa puede personalizar sus productos para satisfacer las preferencias y necesidades específicas de los clientes locales. Como resultado, la empresa puede competir de manera más efectiva en cada mercado local y aumentar su participación en el mercado local. Sin embargo, la desventaja de una estrategia multidoméstica es que la empresa se enfrenta a más incertidumbre debido a las estrategias adaptadas a los diferentes países.  

Además, debido a que la empresa está siguiendo diferentes estrategias en diferentes ubicaciones, no puede aprovechar las economías de escala que podrían ayudar a reducir los costos para la empresa en general. La estrategia multidoméstica ha sido más utilizada por las empresas multinacionales europeas debido a la variedad de culturas y mercados que se encuentran en Europa.  

Como se mencionó anteriormente, ¡YumBrands tiene un fuerte incentivo para competir internacionalmente con sus conceptos de restaurantes (es decir, KFC, Pizza Hut, Taco Bell, A&W Restaurants y Long John Silver’s). ¡Mmm! persigue una estrategia multidoméstica tratando de localizar tanto como sea posible. La firma no abre restaurantes usando solo el modelo estadounidense. Dondequiera que la empresa tenga ubicaciones, se adapta constantemente a los gustos locales y negocia bien cuando cambian los climas culturales y políticos: “En Japón, por ejemplo, KFC vende tiras crujientes de tempura. En el norte de Inglaterra, KFC hace hincapié en la salsa y las patatas, mientras que en Tailandia ofrece arroz fresco con salsa de soja o chile dulce. En Holanda, la empresa elabora una croqueta de patata y cebolla. En Francia, vende pasteles junto con pollo. Y en China, el pollo se vuelve más picante cuanto más al interior viajas. Cada vez más, si es solo una marca estadounidense sin un atractivo regional, será difícil de comercializar «. [1]  

Reconociendo esta limitación, ¡Yum! introduce sus productos en los mercados extranjeros que se encuentran a la distancia de «sabor» más corta de sus mercados nacionales tradicionales. [2] Por lo tanto, se adhiere a áreas de alta población en las que la cultura estadounidense también tiene cierto atractivo.