Más de Tom Palmer es Académico Titular del Cato Institute, sobre el origen del Estado y el control social, de su conferencia titulada “Los orígenes del Estado y del gobierno”: http://www.elcato.org/los-or-genes-del-estado-y-del-gobierno
“Los Estados emergieron como organizaciones con el propósito de extraer los excedentes de aquellos que producían riqueza. En su libro El arte de no ser gobernado (The Art of Not Being Governed), el antropólogo y politólogo James C. Scott de Yale University estudia las regiones del mundo que nunca han sido exitosamente sometidas por Estados. Un concepto central en su trabajo es “la fricción del poder”: El poder no fluye hacia arriba fácilmente. Cuando olas de conquistadores atravesaron una zona, ellos sometieron a los valles, mientras que aquellos que escaparon se mudaron a las menos deseables tierras altas. Scott señala que quienes escaparon desarrollaron instituciones sociales, legales y religiosas que hace que sean muy difíciles de conquistar. Esto es especialmente cierto de las personas de las montañas y de aquellos de los pantanos (Es una pena que varios líderes no leyeron el libro de Scott antes de ocupar Afganistán y promover “la construcción de un Estado” allí).”
“¿Cuáles son los incentivos de los gobernantes? Los modelos demasiado simplistas suponen que los gobernantes buscan maximizar la riqueza, o el producto interno bruto. Scott, sin embargo, argumenta que el incentivo de los gobernantes no es aumentar el PIB, sino maximizar el “PAE”, el Producto Accesible al Estado, comprendido como la producción que es fácil de identificar, monitorear, enumerar y confiscar mediante la tributación: “El gobernador… maximiza el producto accesible al Estado, si es necesario, a cuesta de la riqueza general del reino y de sus sujetos”.
Considere (un gobernante diría, “tome”), por ejemplo, la agricultura. Los gobernantes en Asia suprimieron la cultivación de raíces y tubérculos, “que han sido contrarios a todos los estadistas, tradicionales o modernos”, a favor de la cultivación de arroz con cáscara. Esto es algo extraño. ¿Por qué les importaría tanto a los gobernantes qué cultivos son plantados? La razón, señala Scott, es que no se puede tributar efectivamente plantas que crecen debajo de la tierra. Los cultivadores las cosechan cuando quieren; de otra forma permanecen bajo tierra. El arroz con cáscara, en cambio, tiene que ser cosechado en momentos específicos y por grandes concentraciones de gente, así que es más fácil para los gobernantes monitorear y cobrar impuestos sobre la cosecha y reclutar a los obreros para sus armadas. Los incentivos de los gobernantes tienen efectos sistémicos sobre muchas prácticas y se impregnan en nuestras sociedades.”
“Los sistemas estatales de control social —desde la conscripción militar hasta la educación obligatoria— han penetrado profundamente nuestra conciencia. Considere, por ejemplo, el pasaporte. Usted no puede viajar hoy alrededor del mundo sin un documento emitido por el Estado. De hecho, ya no puede siquiera viajar alrededor de EE.UU. sin un documento emitido por el Estado. Los pasaportes son invenciones muy recientes. Por miles de años, la gente iba a donde quería sin el permiso del Estado. En una pared de mi oficina tengo un aviso de una vieja revista alemana que muestra a una pareja en el compartimento de un tren frente a un funcionario de inmigración diciendo “¡Sus pasaportes, por favor!” El aviso explica lo maravillosos que son los pasaportes porque ellos le dan la libertad del mundo.
Eso, por supuesto, es absurdo. Los pasaportes restringen su libertad. A usted no se le permite viajar sin permiso, pero nos hemos saturado tanto con la ideología del Estado —y la hemos internalizado tan profundamente— que muchos ven al pasaporte como algo que da libertad, en lugar de restringirla. Una vez me preguntaron luego de una charla si yo favorecía los certificados de nacimiento emitidos por el Estado. Después de un momento dije que no encontraba alguna razón contundente que los justifique y que como otras instituciones podrían hacerlo, la respuesta era “no”. ¡El que me hizo la pregunta saltó! “¿Cómo sabrías quién eres?” Hasta la identidad personal, parecería, es concedida por el Estado.”