Estaremos viendo las así llamadas “fallas de mercado”. Hay dos visiones al respecto: la visión austriaca es que las imperfecciones son inevitables dadas las limitaciones del conocimiento. EL mercado es precisamente el gran proceso que permite el descubrimiento y distribución de ese conocimiento. Pero la visión tradicional encuentra gran cantidad de fallas. Por supuesto que existen tales cosas como oligopolios, externalidades, bienes ‘públicos’, y otros, pero hecho de que se consideren “fallas” de los mercados (y en muchos casos son en verdad “ausencia de mercados” por la falta de derechos de propiedad claramente definidos o la presencia de barreras regulatorias al ingreso de competidores}. Y son “fallas” también por pretender que la “perfección” del modelo ideal del equilibrio general “deba” existir en la realidad. Algunos comentarios del libro al respecto:
“Si el punto de equilibrio de un mercado es óptimo en el sentido de Pareto, ¿no ha de ser óptima una situación en la que todos los mercados estén en equilibrio? Imaginemos una situación así: se maximiza el superávit de los demandantes y el de los oferentes, no existen excedentes involuntarios en el mercado ya que todo el que quiso comprar lo hizo y todo el que quiso vender también, y los productos quedaron en manos de quienes más los valoran: los compradores, quienes adquirieron de los oferentes que los valoraban en menos y los vendedores, cuando sus valoraciones eran superiores a las de los compradores.
Por supuesto que el equilibrio general es un modelo “ideal”, una configuración imaginada, no descubierta en el mundo real. ¿Cuál sería el sentido de considerar mundos ideales que no existen? Pues como en las ciencias sociales no pueden realizarse experimentos como en las ciencias naturales, el uso de este tipo de construcciones imaginarias permite deducir lógicamente algunas conclusiones, suponiendo algún tipo de cambio mientras que todo lo demás se mantiene igual. Esto es lo que solemos describir con las palabras latinas “céteris páribus” con la cual se quiere decir que todo lo demás sigue igual, no ha cambiado. Un modelo ideal de este tipo nos permite deducir cuáles son los efectos de alguna modificación en alguna de las variables.
… el problema es que el modelo del mercado competitivo en equilibrio como suele ser presentado demanda unas condiciones de imposible realización en el mundo limitado y real en el que los humanos vivimos.
En particular, dicho modelo demanda que (Kirzner, 1973):
- Todas las acciones deben estar perfectamente coordinadas
o Las decisiones de los dueños de los recursos con las de los empresarios que los compran
o Las decisiones de los consumidores para la compra de cada producto o servicio con las decisiones de producción y venta de los empresarios
o Las decisiones de cada empresario con las del resto por lo que no habría actividad más lucrativa que ésa
o No existiría un mejor método de producción, tecnología o escala
Por otro lado,
- Los precios de los productos y recursos deben ser los que permitan esta coordinación universal
o El precio de cada recurso debe ser tal que la cantidad que los dueños están dispuestos a vender sea la misma que los empresarios quieren comprar
o El precio de cada producto debe ser tal que la cantidad que los empresarios desean vender sea igual a la que los consumidores quieren comprar
o Cada empresario debe estar produciendo en el nivel en que su ingreso marginal sea igual a su costo marginal
Esto exige que ni las dotaciones de recursos, ni las posibilidades tecnológicas ni preferencias de los consumidores cambien. No existe un beneficio empresarial sino una tasa de remuneración de los factores que es igual a todos ellos. Es una economía sin cambios, sin innovación, sin emprendedores. Demanda, adicionalmente, el conocimiento omnisciente; todas las decisiones antes mencionadas sólo pueden cumplirse con conocimiento perfecto y anticipado de las acciones y reacciones de los demás actores del mercado.
Al respecto, dice Varian, en uno de los textos de microeconomía neoclásica más importantes:
“…un conjunto de precios tal que cada consumidor elige la cesta que prefiere de entre las que son asequibles y todas las decisiones de los individuos son compatibles en el sentido de que la demanda es igual a la oferta en todos los mercados” (Varian 1993, p. 509)
…fue elevada posteriormente a la categoría de “óptimo” según el Primer Teorema de la Economía del Bienestar, al lado de la cual todo lo demás es un “fracaso”:
“Este teorema garantiza que un mercado competitivo obtiene todas las ganancias derivadas del comercio: la asignación de equilibrio lograda por un conjunto de mercados competitivos es necesariamente eficiente en el sentido de Pareto. Quizá no tenga ninguna otra propiedad deseable, pero es necesariamente eficiente” (Varian 1993, p. 518).
Se pregunta Varian: “La existencia de un equilibrio competitivo es importante en la medida en que sirve para comprobar la coherencia de los diferentes modelos que hemos analizado en los capítulos anteriores. ¿De qué serviría desarrollar complejas teorías del funcionamiento de un equilibrio competitivo si éste normalmente no existiera?” (p. 515).
Parece un razonamiento de este tipo: tenemos una linda teoría, la realidad tendría que ser como ella indica…, y si así no es, es la realidad la que tiene problemas. La teoría, sin embargo, tiene que ayudarnos a comprender la realidad, lo cual es muy distinto que pretender que ésta se acomode a ella.