El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha cometido tantos errores que le han costado el resultado electoral por todos conocido. Pero ahora estaría a punto de realizar un aporte positivo: reivindicar la palabra ‘burgués’. Refiriéndose al nuevo presidente argentino Mauricio Macri, ha dicho “Macri es un burgués de la elite y todo el Gobierno que nombró es la crema de la elite. Creo que le va a ir muy mal, señor Macri”.
No me quiero referir aquí a Macri o a su crítico que sabrá de éxitos como para pronosticar fracasos sino a la palabra burgués.
El Diccionario de la Real Academia presenta seis definiciones:
1. adj. Natural o habitante de un burgo medieval. U. t. c. s.
2. adj. Perteneciente o relativo al burgo medieval o a los burgueses.
3. adj. Perteneciente o relativo al burgués (‖ ciudadano de la clase media).
4. adj. despect. Vulgar, mediocre. U. t. c. s.
5. m. y f. Ciudadano de la clase media acomodada.
6. m. y f. despect. Persona de mentalidad conservadora que tiende a la estabilidad económica y social.
Quisiera descartar las tres últimas, ya que una es un trato despectivo para el cual no veo justificación alguna cuando vemos algo de las tres primeras, y las dos últimas porque se alejan de su significado original.
Maduro habla despectivamente del burgués, pero tan solo leyendo Wikipedia deberíamos tener algo más de respeto porque es el origen de todos los valores de democracia y libertad que tanto él, como otros de sus amigos, dicen que valoran. Dice así sobre la “burguesía”:
“El término se usó inicialmente para identificar a la clase social compuesta por los habitantes de los «burgos» (las partes nuevas que surgían en las ciudades bajomedievales de Europa occidental), caracterizados por no ser señores feudales ni siervos y no pertenecer ni a los estamentos privilegiados (nobleza y clero) ni al campesinado. Sus funciones socioeconómicas eran las de mercaderes, artesanos o ejercientes de las denominadas profesiones liberales. La ausencia de sujeción a la jurisdicción feudal era la clave: se decía que «el aire de la ciudad hace libre» (Stadtluft macht frei). Algunos burgueses llegaron a ejercer el poder local en las ciudades a través de un patriciado urbano en el que se mezclaban con la nobleza; lo que en las ciudades-estado italianas (Venecia, Florencia, Génova, Pisa, Siena) implicaba en la práctica el ejercicio de un poder cuasi-soberano (algo menos evidente en las ciudades imperiales libres alemanas), mientras que en las monarquías autoritarias en formación (Francia, Inglaterra, reinos cristianos de la Península Ibérica) significaba la representación estamental del denominado Tercer Estado, pueblo llano o común. Destacadas familias de origen burgués se terminaron ennobleciendo (Borghese, Médici, Fugger).”
Ser burgués no es una definición negativa, no ser señor feudal o siervo; en toda clasificación se puede señalar que algún elemento de una clase no lo es de otras; sino que es una definición positiva referida a quienes han logrado ser libres. Como resultado de esa libertad se pudieron dedicar al comercio u otras profesiones. Su esencia es la libertad: no tienen privilegios, recuperaron sus derechos naturales. Luego, además, lucharon para extenderlos a todos, incluyendo a los siervos, y enfrentando a los señores feudales crearon el origen de los modernos parlamentos. Como dice Wikipedia, eran el Tercer Estado, el pueblo llano o común.
Así que Macri debería agradecer a Maduro por ese epíteto: qué mejor que a alguien le digan ‘hombre libre del pueblo común”.