La flexibilización de la remuneración de los maestros mejora los resultados

Los sindicatos de maestros presionan siempre para obtener mejoras en los salarios, pero se resisten a cambiar los sistemas remunerativos, vinculados principalmente con la antigüedad y la participación en actividades de capacitación. Algo similar sucede en Estados Unidos y una investigación muestra que, con sistemas remunerativos más flexibles, más vinculados con el desempeño, los resultados serían otros.

El artículo es:  Biasi, Barbara. 2021. «The Labor Market for Teachers under Different Pay Schemes.» American Economic Journal: Economic Policy, 13 (3): 63-102. https://www.aeaweb.org/articles?id=10.1257/pol.20200295

“La remuneración de la mayoría de los docentes de las escuelas públicas estadounidenses es rígida y se basa únicamente en la antigüedad. Este artículo estudia los efectos de una reforma que otorgó a los distritos escolares de Wisconsin plena autonomía para rediseñar los esquemas salariales de los docentes. Tras la reforma, algunos distritos pasaron a una compensación flexible. Utilizando la expiración de convenios colectivos preexistentes como fuente de variación exógena en el momento de los cambios salariales, muestro que la introducción de salarios flexibles elevó los salarios de los docentes de alta calidad, incrementó la calidad de los docentes (debido a la llegada de maestros de otros distritos y mayor esfuerzo) y un mejor rendimiento estudiantil.”

Sobre el mayor gasto en la educación y el perverso «trato» que tienen los maestros

No hay campaña electoral en la que los candidatos no prometan un mayor gasto en educación. No es porque sí, interpretan correctamente que los votantes quisieran que la educación tuviera mayor prioridad. Esa opinión se ve confirmada en muchas discusiones, por ejemplo sobre cuestiones ambientales, donde muchos sostienen que la solución es una mayor educación de la población (en este caso sobre los problemas ambientales).

No voy a negar la importancia de la educación, aunque suelo pensar que el destino de las sociedades está más ligado a los “valores” e “ideas” que predominan en ellas que a un cierto grado de educación formal. Después de todo, puede que no hubiera pueblo más educado que el alemán en la década de 1930 y sin embargo se embarcaron detrás del espantoso proyecto nazi.

No obstante, al margen del impacto del nivel educativo en la sociedad, lo cierto es que tiene un impacto en las oportunidades personales que se abren a quienes la poseen. En un mundo cada vez más basado en el conocimiento y las tecnologías, poseer educación es un activo importante. La gente sabe eso, por eso la valora y reclama por ella.

O sea que todo eso no está en discusión. Tampoco que la inversión personal que cada uno realiza en educación no sea finalmente rentable. Pero sí quiero discutir la idea de que mejorar la educación significa gastar más en ella, al margen de la estructura institucional de ese mercado en particular.

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Hay gráficos que hablan por sí mismos. Es sobre el gasto en educación primaria en los Estados Unidos desde 1970 (espero que salga bien el gráfico). La línea más empinada corresponde al gasto total, la segunda al número de empleados, las demás son sobre el desempeño de los alumnos.

Lo que muestra es notable: la cantidad de empleados se ha duplicado, el costo total se ha triplicado. Los resultados no han cambiado. Se gastan ahora unos 164.000 dólares por alumno (ajustados por inflación) contra casi 57.000 en 1970.

Los datos son de “State Education Trends”, una publicación de Cato Institute, y su autor es Andrew Coulson: http://www.cato.org/publications/policy-analysis/state-education-trends. Hay estados que han aumentado aún más ese gasto sin tener mejores resultados y, más notable, hay quienes han reducido el gasto sin que caigan sus indicadores. El informe también comenta que esto ha ocurrido en un período en el cual las nuevas tecnologías han elevado la productividad en todos los campos, y tecnologías que son de particular aplicación e impacto en la educación.

La contundencia del gráfico tal vez nos lleve a discutir otra cosa. El estado termina proveyendo educación mala y cara, y regulando al sector privado para que la de éste sea parecida. Los maestros están atrapados en un acuerdo perverso: nosotros pretendemos trabajar, ellos pretenden pagarnos. No quieren saber nada de evaluaciones ni de controles de presentismo, tienen cantidad de días de licencia y también de vacaciones; pero no parecen estar dispuestos a un trato que sea mayor productividad por mayor ingreso y, como pasa en las empresas, ingresos vinculados con resultados obtenidos.

¿Cuál es su negocio? Bueno, el que aparece en el gráfico, recibir más presupuesto sin entregar nada a cambio. Es un negocio pésimo.