¿Una nueva medición que puede revolucionar el análisis y las políticas económicas?

Con el nombre “Al fin una mejor medición económica”, Mark Skousen escribe en el Wall Street Journal sobre un cambio en las estadísticas de producción en Estados Unidos que, junto con Steve Forbes, podría producir un cambio radical en la forma de observar y analizar la economía. Aquí sus comentarios:

Mark Skousen

“Desde el 25 de Abril, la Oficina de Análisis Económico dará a conocer una nueva forma de medir la economía cada trimestre. Se llama “Producto Total”, y es la primera herramienta macroeconómica significativa que se presenta desde que se desarrollara el Producto Bruto Interno (PBI) en los años 1940.

Steven Landefeld, director de la OAE dice que esta herramienta ofrece una ‘perspectiva única’ y un ‘nuevo conjunto de herramientas de análisis’. El Producto Total es un intento de medir lo que la OAE llama economía “productiva”-el total de ventas desde la producción de materias primas a través de productores intermediarios hasta la venta final mayorista y minorista. Valorada en más de 30 billones de dólares a fines de 2013, es casi el doble del PBI, y mucho más volátil.

En muchos aspectos es una estadística de la oferta, una medida del lado de la producción de la economía. El PBI, por otro lado, mide el “uso”, el valor de todos los bienes y servicios “finales” utilizados por consumidores, empresas y gobierno. Alcanzó 17 billones el año pasado.

La medición del producto total de la economía se ha realizado desde los años 1930. Fue desarrollado por el economista Wassily Leontieff, pero se enfocaba en industrias individuales, no en datos agregados como medida total de la actividad económica. El Producto Total ha sido ignorado por los medios y por Wall Street porque el gobierno lo emitía cada año, y estaba atrasado dos o tres años. Esto cambiaría ahora que será anunciado junto con el PBI cada trimestre. Los analistas y los medios van a poder compararlos.

¿Por qué prestar atención al producto total? Para empezar, las investigaciones que publiqué en los años 1990 muestran que mide mejor la actividad económica total. El PBI es una medida útil del estándar de vida y el crecimiento económico de un país. Pero se enfoca en el producto final y no considera las etapas intermedias y como resultado genera mucho daño en nuestra comprensión de cómo funciona la economía.

En particular, ha llevado a la equivocada noción keynesiana de que el gasto de consumo y de gobierno impulsan a la economía en vez del ahorro, la inversión de las empresas, la tecnología y la empresarialidad. Datos del PBI de fines de 2013 colocan al gasto en consumo en el primer lugar de importancia (68% del PBI) seguido de los gastos de gobierno (18%) y la inversión de las empresas en tercer lugar (16%). Las exportaciones netas (-2%) completan la diferencia.

Estos periodistas y muchos analistas económicos informan que “el gasto de consumo impulsa la economía”. Y se enfocan en las ventas minoristas o en la confianza de los consumidores como factores críticos en impulsar la economía o el mercado accionario. Subyace una mentalidad anti-ahorro en este análisis como se evidencia en los comentarios presentados en debates sobre reducciones o devoluciones de impuestos de que si los consumidores lo ahorran en lugar de gastarlo, no hará bien  a la economía. Algunos presidentes, incluyendo a George W. Bush y Barack Obama se han hecho eco de este sentimiento cuando alentaron a los consumidores a gastar en lugar de ahorrar e invertir esas devoluciones.

Aunque el gasto en consumo es un 70% del PBI, si se utiliza el Producto Total como medida más amplia de las ventas y el gasto total, representa menos del 40% de la economía. La realidad es que los gastos de las empresas –sumando inversiones de capital y todos los gastos empresariales en las etapas intermedias de la cadena de producción- son substancialmente más grandes que el gasto en consumo. Alcanzan a más del 50% de la actividad económica. Los datos de 2012 muestran un Producto Total de 28, 6 billones y un PBI de 16,4 millones de dólares.

La importancia crítica de la actividad empresarial es clara cuando se miran las estadísticas de empleo y los principales indicadores económicos. Los empleados en el área del consumo (ventas minoristas y actividades de placer) son el 20% del total de la fuerza laboral, y otro 15% de los distintos niveles de gobierno. La mayoría de los trabajadores, 65%, trabajan en la minería, manufactura y los servicios.

El Producto Total también hace un mejor trabajo para medir las subas y bajas del ciclo de los negocios. Por ejemplo, en 2008/09 en PBI nominal cayó solamente 2% mientras que el producto total cayó 8%, mucho más indicativo de la profundidad de la recesión. Es interesante también, que desde 2009 está creciendo más rápido que el PBI, sugiriendo una recuperación más robusta.

Finalmente, como una medida más amplia de la actividad económica, el producto total es más consistente con la teoría del crecimiento económico. Estudios de Robert Solow del MIT y de Robert Barro de Harvard han mostrado que el crecimiento económico depende principalmente del lado de la oferta –más tecnología, empresarialidad, formación de capital y ahorros productivos e inversión. El alto consumo es el efecto, no la causa, de la prosperidad.