Después del Nobel sobre instituciones, vale volver a considerar el carácter evolutivo de las instituciones

Con los últimos Nobel ha vuelto algo del interés por el papel que cumplen las instituciones, pero estos autores presentan un modelo que deja poco margen para la evolución espontánea de instituciones. Por ejemplo, como la que se presenta en este artículo: Arvanitidis PA, Papagiannitsis G.; “Community and informal institutions in reforms under crises: the odyssey of a 350-year-old functionally credible water commons». Journal of Institutional Economics. 2024;20:e33. doi:10.1017/S1744137424000183

“Aunque las crisis brindan una oportunidad para un cambio institucional significativo, los resultados a menudo no están a la altura de las expectativas porque las reformas emprendidas se basan en modelos de arriba hacia abajo y de estándares globales y no toman en cuenta las instituciones informales, establecidas desde hace mucho tiempo y funcionalmente creíbles que existen a nivel local. En un intento por explorar cómo la interacción entre las instituciones formales e informales puede afectar el cambio institucional, el estudio se centra en Stagiates, una pequeña comunidad que ha estado luchando durante más de 10 años contra la implementación uniforme de la reforma administrativa de 2010 (prescrita a la luz de la crisis de la deuda gubernamental griega), que amenaza con desmantelar sus bienes comunes de 350 años de antigüedad y funcionalmente creíbles. Para este fin, el documento utiliza la metodología de estudio de caso, el análisis histórico-institucional y el marco del sistema socio-ecológico de Ostrom. Concluye enfatizando la necesidad de que el análisis institucional y las políticas miren más de cerca la dialéctica dinámica y compleja entre las instituciones formales e informales y el papel que las necesidades, normas y valores de la comunidad juegan en un cambio institucional significativo, prestando la debida atención (como lo hizo el institucionalismo original) a la informalidad y la credibilidad social basada en funciones de las instituciones.”

La economía moderna se abre a otras disciplinas, se enriquece y sus aportes son reconocidos por el premio Nobel

Con los alumnos de la UNLPam vemos algunos de los últimos desarrollos científicos en la economía. Ya es difícil poder considerar, aunque sea en forma breve, todo lo que ocurre y ha ocurrido en los últimos tiempos porque la economía ha ampliado tanto su ámbito de análisis que resulta prácticamente imposible seguir en detalle todo lo sucedido.

Vemos los cinco capítulos finales del libro Lecturas del Pensamiento Económico, recopilado por Adrián Ravier y publicado por Unión Editorial. En ellos hay un predominio de la microeconomía, pero uno de los capítulos tiene que ver con los aportes a la macroeconomía de Robert Lucas. Si bien el papel que cumplen las expectativas ha estado presente desde los clásicos, e incluso Keynes le atribuyera ya un papel central en la generación de ciclos económicos, Robert Lucas coloca a las expectativas, que él entiende como racionales, en el centro del análisis macroeconómico. Eso lo lleva a concluir que, dadas esas circunstancias, las políticas de impulso a la demanda agregada suelen ser inefectivas porque no solamente tienen efecto demorado en el tiempo sino que también sus efectos son descontados por los agentes racionales, quienes actúan de forma tal que los supuestos efectos terminan siendo nulos, y luego incluso negativos. Lucas recibió el premio Nobel en Economía en 1995.

El resto de los capítulos son aportes, o consideran aportes de otros economistas que recibieran ese premio. Estos son, James Buchanan (Nobel 1986), Ronald Coase (1991), Douglass North (1993) y Vernon Smith (2002).

Todos ellos realizaron sus aportes y con ello abrieron áreas nuevas que han tenido un amplio desarrollo en los años siguientes. Los primeros exploraron ese mundo en el cual la economía se superpone con otras ciencias sociales, o más bien las invade. Así, James Buchanan, aunque no fuera el primero, puede ser considerado como el padre del análisis económico de la política (Public Choice), donde se analizan los incentivos que tienen los votantes, los políticos y los funcionarios. Descarta la metáfora del “dictador benevolente” que persigue el bien común y analiza las acciones de estos tres actores desde la misma perspectiva de búsqueda del interés propio que se aplica a todo individuo.

En el caso del Ronald Coase, su contribución es similar pero en relación a la creación del análisis económico del derecho (Law & Economics), abriendo un mundo nuevo para la consideración del derecho en término de los incentivos que generan las normas jurídicas.

Douglass North, historiador económico, revalora un área que había olvidada por los análisis neoclásicos basados en el equilibrio: el papel de las instituciones en el crecimiento económico. Analiza la evolución de Occidente y destaca el papel que cumplieran los cambios institucionales, en particular aquellos que permitieron la definición clara de los derechos de propiedad y el cumplimiento de los contratos.

Por último, Vernon Smith (quien compartió el premio con Kanehman, único psicólogo que lo recibiera) fue elegido por el desarrollo de lo que se llama “economía experimental”. En verdad no es solamente un método de verificar teorías, sino que se trata de verificar si los supuestos de la creciente Teoría de los Juegos se verifican con gente real, no ya suponiendo individuos maximizadores. Los resultados muestran que ese supuesto central de la economía neoclásica no se sostiene y que los individuos no solamente buscan maximizar un resultado monetario sino que actúan en base a otro tipo de motivaciones.

En fin, todos capítulos sobre aportes muy interesantes y que, de una u otra forma, expanden el área en consideración por la economía a otras disciplinas sociales (política, derecho, historia, psicología), enriqueciendo el análisis y recuperando el espíritu de los economistas clásicos y los austriacos, quienes siempre consideraron fundamental ampliar el análisis a otras disciplinas.