Soluciones voluntarias a problemas ambientales: Coase, más que Pigou, y derechos de propiedad

Las soluciones voluntarias a problemas ambientales son poco o nada consideradas, pero son muy importantes. Estamos hablando de soluciones basadas en definición de derechos de propiedad y negociaciones entre el emisor y la o las partes afectadas, es decir, soluciones voluntarias. Como lo planteara Coase. El tema se considera en este paper del Becker-Friedman Institute for Economics de la Universidad de Chicago: “BEYOND PIGOU: EXTERNALITIES AND CIVIL SOCIETY IN THE SUPPLY-DEMAND FRAMEWORK”, por Casey B. Mulligan:  https://ssrn.com/abstract=4410977  or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4410977

“El grado de cooperación voluntaria en presencia de externalidades se muestra como un resultado de equilibrio en el marco de oferta y demanda. El análisis utiliza ingredientes familiares para brindar una nueva forma de comprender los resultados de la extensa literatura que comienza con Buchanan, Coase, Ostrom, Shapley, Telser, Tullock y Williamson, que muestran que un impuesto pigouviano no es la única alternativa para las personas que actúan de manera independiente y que son coordinado simplemente a través de precios de mercado distorsionados. La cooperación voluntaria puede tener una incidencia muy diferente a los impuestos y subsidios pigouvianos, al mismo tiempo que cambia el carácter de los costos resultantes de las externalidades. El documento analiza las aplicaciones, incluida la gestión forestal, los descuentos por volumen, las asociaciones residenciales, la política energética, el alcance de la planificación de las actividades domésticas y el papel de los lugares de trabajo en la prevención de enfermedades infecciosas.”

¿Quién no piensa que vivimos un proceso de degradación moral? Pero podría ser una ilusión

Mucha gente cree que hemos retrocedido mucho en nuestros valores morales, que vivimos un proceso de decadencia moral. Yo no sabría qué decir pero estos autores dicen que eso es una ilusión. Lo hacen en este artículo publicado en la revista Nature,P “The illusion of moral decline”, por Adam M. Mastroianni, de Columbia University & Daniel T. Gilbert de Harvard University; Nature (2023): https://www.nature.com/articles/s41586-023-06137-x

“La evidencia anecdótica indica que la gente cree que la moralidad está decayendo. En una serie de estudios que utilizan datos originales y de archivo (n = 12 492 983), mostramos que las personas en al menos 60 países de todo el mundo creen que la moralidad está decayendo, que han creído esto durante al menos 70 años y que atribuyen esto declinan tanto a la disminución de la moralidad de los individuos a medida que envejecen como a la disminución de la moralidad de las generaciones sucesivas. A continuación, mostramos que los informes de las personas sobre la moralidad de sus contemporáneos no han disminuido con el tiempo, lo que sugiere que la percepción del declive moral es una ilusión. Finalmente, mostramos cómo un mecanismo simple basado en dos fenómenos psicológicos bien establecidos (exposición sesgada a la información y memoria sesgada por la información) puede producir una ilusión de declive moral, y reportamos estudios que confirman dos de sus predicciones sobre las circunstancias bajo las cuales la percepción de declive moral se atenúa, elimina o invierte (es decir, cuando se pregunta a los encuestados sobre la moralidad de personas que conocen bien o de personas que vivieron antes de que naciera el encuestado). Juntos, nuestros estudios muestran que la percepción del declive moral es omnipresente, perdurable, infundada y fácil de producir. Esta ilusión tiene implicaciones para la investigación sobre la mala asignación de recursos escasos, la infrautilización del apoyo social y la influencia social.

Leyendo a quienes piensan lo opuesto: ¿el control de capitales promueve el crecimiento económico?

Mises decía a sus alumnos que tenían que leer a todos los autores, tanto los que les resultaran correctos como los que no. He aquí el caso de un paper que llega a conclusiones claramente opuestas a lo que parecería correcto y que seguramente será aprovechado para presentar como respaldo a políticas como las que se llevan adelante en Argentina, aunque aquí, nada de lo que el paper sugiere ha ocurrido. Argentina lleva años de control de capitales y una desesperación por acumular reservas y no lo logra. Se trata de “Catching Up by ‘Deglobalizing’: Capital Account Policy and Economic Growth”, por Paul Bergin (University of California, Davis), Woo Jin Choi, y Ju H. Pyun, Korea University; NBER Working Paper No. 30944: https://www.nber.org/system/files/working_papers/w30944/w30944.pdf

“Si bien una investigación empírica sustancial ha evaluado la cuestión de si la apertura de la cuenta de capital promueve el crecimiento económico, este documento encuentra evidencia empírica para casos en los que ocurre lo contrario: que una política de control de capital puede promover el crecimiento económico, cuando se combina con una política de acumulación de reservas. Usando datos de panel de 45 países de 1985 a 2019, encontramos que los controles de capital combinados con la acumulación de reservas (política de cuenta de capital estratégica) contribuyen al crecimiento del PIB real y la PTF. Este efecto es más fuerte para los mercados emergentes y antes de la crisis financiera mundial. Mostramos que la política está fuertemente asociada con la ampliación de la escala del sector manufacturero y la productividad, y es consistente con las teorías de aprender haciendo a través de la exportación.

¿Quién pretende evaluar las políticas públicas en términos de costos y beneficios? ¿La derecha o la izquierda?

Cuando uno escucha a quienes proponen elegir políticas públicas en base a sus beneficios y costos pareciera ser que es alguien de derecha o algo así. Pero no, es ahora una bandera de la izquierda. Lo comenta en este artículo en EconLib Donald J. Boudreaux, profesor en George Mason University:  “On the Rise of the «Economic Style of Reasoning», analizando el libro Thinking Like an Economist: How Efficiency Replaced Equality in U.S. Public Policy, por Elizabeth Popp Berman”: https://www.econlib.org/library/columns/y2023/boudreauxeconomicreasoning.html

“La tesis del libro de 2022 de la socióloga de la Universidad de Michigan Elizabeth Popp Berman, Thinking Like an Economist, es sencilla. Desde la administración de Franklin Delano Roosevelt hasta la de Lyndon Johnson, los estadounidenses de izquierda política —y no menos importantes los que ocupaban cargos electivos— estaban motivados por ideales que impedían cualquier ponderación utilitaria de costos y beneficios. Estos ideales, enumerados con frecuencia por Berman, son “universalismo, derechos e igualdad”. Para poner en práctica estos ideales, el gobierno de los Estados Unidos adoptó políticas para proteger a las minorías, los pobres, los enfermos, los consumidores, los trabajadores, el medio ambiente y la participación democrática misma. Los diseñadores de estas políticas tenían la intención de que se implementaran sin tener en cuenta los costos. Pero a pesar de las intenciones de los diseñadores, estas políticas, que comenzaron en la década de 1960 y ganaron fuerza en las décadas posteriores, se guiaron cada vez más por consideraciones económicas. Estas consideraciones económicas, sobre todo, el uso de análisis de costo-beneficio, en la mayoría de los casos limitaron la capacidad del gobierno para corregir los errores que fueron objeto de las políticas.

Irónicamente, el ímpetu para someter las intervenciones gubernamentales a consideraciones económicas no provino de ideólogos conservadores o “neoliberales”. Tampoco provino de economistas de derecha afiliados a la Universidad de Chicago. En cambio, este ímpetu provino de economistas que eran ideológicamente de centro-izquierda. Estos economistas confiaban en que la intervención activa e inteligente del gobierno puede mejorar el desempeño económico y los resultados sociales; no compartían el escepticismo de gobierno que marcaba las actitudes de sus colegas de derecha. Como resume Berman, “[l]os actores centrales en esta historia son los economistas (y sus aliados) que querían usar el razonamiento económico para hacer que el gobierno funcionara mejor y con mayor eficacia, y que pensaban que el gobierno tenía un papel importante que desempeñar en la vida estadounidense. Los académicos de Chicago están en el escenario, pero no son las estrellas”.”

Quisiera conocer algo sobre el papel de las mujeres en la tradición liberal clásica. ¿Qué podría leer?

Para quienes quieran leer sobre mujeres siguiendo la tradición liberal clásica, o comenzar a leer, he aquí una buena y simple guía: “Where to start reading about women in the classical liberal tradition?”, por Jayme Lemke, en EconLib: https://www.econlib.org/where-to-start-reading-about-women-in-the-classical-liberal-tradition/

“Hay dos preguntas centrales cuando se trata de pensar en las mujeres en la tradición liberal clásica. Primero, ¿qué han aportado las mujeres al liberalismo clásico como cuerpo de pensamiento? En segundo lugar, ¿qué tiene que decir el liberalismo clásico como conjunto de ideas sobre la cuestión de los derechos de la mujer?

Recientemente recibí un correo electrónico preguntando dónde podría comenzar a leer sobre estos temas un estudiante interesado, así que decidí armar una lista de lectura breve y fácil para cualquiera que desee comenzar a pensar sobre los derechos de las mujeres en la tradición liberal clásica.

Primero, comience de manera fácil y económica con The Essential Women of Liberty del Fraser Institute. Soy un poco parcial porque contribuí con el capítulo sobre Elinor Ostrom, pero en general el volumen está bien escrito, bien investigado e informativo. Además, el hecho de que el libro completo tenga menos de 150 páginas y los capítulos se puedan descargar individualmente lo convierte en un excelente recurso tanto en el aula como para aquellos que buscan una visión general amplia para comenzar a llenar sus propios vacíos.”

Sigue…

¿La guerra reactiva la economía? Desde que invadió Crimea, Rusia ha perdido 1,4 millones de pymes

Keynes era pacifista, pero algunos keynesianos han seguido una deducción lógica de ese razonamiento: la guerra puede reactivar la economía. En fin, si consideramos cómo quedó Alemania después de la Segunda Guerra parece claro que hubo más destrucción que progreso (después de la guerra recuperó su nivel con reformas de mercado impulsadas por Ludwig Erhard). Ahora, el impacto de la invasión rusa a Ucrania parece mostrar un alto costo. Lo analizan en este paper: “THE ECONOMIC COSTS OF THE RUSSIA-UKRAINE WAR:  A SYNTHETIC CONTROL STUDY OF (LOST) ENTREPRENEURSHIP, por D. Audretsch, Indiana University; P. P. Momtaz, University of California, Los Angeles (UCLA), H. Motuzenko, Goethe University Frankfurt, y S. Vismara, University of Bergamo: https://arxiv.org/ftp/arxiv/papers/2303/2303.02773.pdf

“¿La guerra es buena para la economía? Una sabiduría convencional profundamente arraigada sugiere la afirmación: “Uno de los mitos más perdurables en la sociedad occidental es que las guerras son de alguna manera buenas para la economía” (Thought Co., 2018) y, de manera similar, “[u]na de las creencias perdurables de tiempos modernos es que la guerra y su gasto militar asociado ha creado resultados económicos positivos” (Institute for Economics & Peace, 2011). Por el contrario, la evidencia empírica de los costos económicos del conflicto en términos del PIB per cápita sugiere un efecto negativo. El estudio entre países de Costalli et al. (2017) estima que la guerra reduce el PIB en promedio un 17,5%. Los estudios existentes atribuyen el efecto negativo de la guerra sobre el PIB a las perturbaciones del comercio, las suspensiones de la inversión privada, las pérdidas de capital humano, la destrucción del capital físico, el retroceso tecnológico, la inestabilidad política y la incertidumbre general (Abadie y Gardeazabal, 2003; Alesina y Perotti, 1996; Barro, 1991; Glick y Taylor, 2010). Esta literatura ha evocado críticas de que el enfoque en el PIB como una variable de estado no es completamente informativo sobre las consecuencias a largo plazo de los conflictos para la dinámica económica, como la actividad empresarial. Por ejemplo, en su estudio seminal sobre los costos económicos del conflicto, Abadie y Gardeazabal (2003, p. 113) discuten que “los empresarios […] han sido objetivos específicos de la violencia y la extorsión […] Sin embargo, se ha llevado a cabo poca investigación evaluar los efectos económicos”. De hecho, muy pocos estudios hasta ahora han abordado explícitamente el impacto del conflicto en el espíritu empresarial.”

Y respecto a la actual:

“Este estudio de control sintético cuantifica los costos económicos de la guerra ruso-ucraniana en términos de actividad empresarial perdida en ambos países desde la invasión de Crimea en 2014. En relación con su contrafactual sintético, el número de trabajadores por cuenta propia de Ucrania se redujo en 675 000, lo que corresponde a pérdida relativa del 20%. El número de pymes ucranianas se redujo temporalmente en 71 000 (14 %) y se recuperó en los cinco años posteriores al conflicto. Por el contrario, Rusia había perdido más de 1,4 millones de pymes (42 %) cinco años después del conflicto. La desaparición de las pymes rusas se debe tanto a la creación de menos empresas nuevas como a la mayor cantidad de cierres de empresas existentes.”

Peter Boettke y la «corriente» principal (mainstream), o la «línea» principal (mainline) de la teoría económica

Otro de los libros que se comentan en el Journal of the History of Economic Thought es “THE STRUGGLE FOR A BETTER WORLD por PETER J. BOETTKE, revisado por MIKAYLA NOVAK, de la  Australian National University: https://econpapers.repec.org/scripts/redir.pf?u=https%3A%2F%2Fosf.io%2Fdownload%2F63f63184f014b900a6eb4d70%2F;h=repec:osf:socarx:wytqa

“The Struggle for a Better World es la última entrega de la notable carrera académica de Peter Boettke. El trabajo de Boettke, parte del cual ha aparecido en esta revista, tiene como objetivo sintetizar puntos de vista complementarios dentro de una tradición académica conocida como la «línea principal» del pensamiento económico. La línea principal expone la noción de que los intercambios económicos voluntaristas, realizados en el contexto de ciertas configuraciones institucionales formales e informales, conducen a una prosperidad material progresivamente al alcance de todos los pueblos. Para Boettke, la economía tradicional está representada por un cuarteto de figuras icónicas: Adam Smith, Friedrich Hayek, James Buchanan y Elinor Ostrom.

Al presentar una juiciosa selección de discursos, conferencias y artículos producidos a lo largo de los años, es una mala concepción adjudicar a Struggle for a Better World de Boettke como una colección de «grandes éxitos» desconectada de las corrientes de nuestra época. La contribución vital de este libro es que aborda claramente los desafíos contemporáneos que enfrentan los estudiosos de la economía, la economía política y, diría yo, el resto de las ciencias sociales. Algunos de los asuntos desconcertantes que Boettke enfrenta directamente incluyen: las dificultades de la represión económica y financiera durante los períodos de crisis; oportunidades reducidas atribuibles a injusticias sociopolíticas prolongadas; y la exclusión que viene con la discriminación y el privilegio. Estos problemas interrelacionados representan desviaciones de la promesa de emancipación, en sí misma un compromiso sociopolítico crucial de los economistas tradicionales a lo largo de generaciones. La posición unificadora extraída de esta impresionante colección de ensayos es que la puesta en práctica del liberalismo económico es un ingrediente esencial para superar las tribulaciones que actualmente atenaza a la humanidad. Es decir, una economía en la que las personas están empoderadas para descubrir caminos hacia una interacción mutuamente beneficiosa es una economía compatible con la promoción de objetivos emancipatorios de manera más general.”

¿Dónde se originaron las primeras ideas que dieron sustento luego al capitalismo? ¿Europa protestante o el Mediterráneo?

¿Dónde surgieron las primeras ideas que luego dieron fundamento y abrieron las puertas al capitalismo? Una reconocida visión (Max Weber) dice que fue en los países de la Europa protestante. Otra, dice que fue en la Italia Católica. Por ésta se inclina este libro que es revisado aquí: “THOMAS AQUINAS AND THE CIVIL ECONOMY TRADITION: THE MEDITERRANEAN SPIRIT OF CAPITALISM”, por PAOLO SANTORI, comentado por VALENTINA ERASMO, de la Università degli Studi Gabriele d’Annunzio, Chieti, Pescara: http://d.repec.org/n?u=RePEc:osf:socarx:u7cb5&r=hpe

“La aparición de la obra maestra de Max Weber La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1904-1905) suscitó un intenso debate sobre el impacto de la Reforma en cuestiones económicas, incluido el análisis de la relación entre el protestantismo y el surgimiento del capitalismo moderno (Fischoff, 1944 ). Este debate ha involucrado en primer lugar a los contemporáneos de Weber, principalmente economistas, historiadores del pensamiento económico, filósofos y científicos sociales. Según Weber (1904-05), desde una perspectiva económica, los rasgos distintivos del protestantismo que lo diferencian de la doctrina católica son los siguientes: la idea del trabajo como vocación (beruf); a partir de la asunción de los efectos devastadores del Pecado Original, el protestantismo descartó la oportunidad de que el hombre mereciera la gracia de Dios gracias a los hechos y obras; finalmente, la idea de que la adquisición de riqueza es un signo de elección.

Paolo Santori tituló significativamente su ensayo Thomas Aquinas and the Civil Economy Tradition: The Mediterranean Spirit of Capitalism, Routledge, Londres. Este título enfatiza bien que el capitalismo también tiene un espíritu mediterráneo que ha sido descuidado por la literatura dominante (Hamilton, 2000). Soporte fundacional en las obras más recientes de Bruni (2015, 2020), Bruni y Milbank (2019) y Zamagni (2010), Santori sugirió una perspectiva nueva y original sobre los orígenes teológicos del capitalismo occidental.

Al respecto, la hipótesis de trabajo de Santori es que sería: “reductivo atribuir a la ‘ética protestante’ las diferentes formaciones del capitalismo en el mundo occidental. En cambio, es vital reconocer las diferencias en las formas en que se vive el mercado, se crean y conducen las empresas y se entiende la vida cívica en general en las distintas regiones”. A partir de este reconocimiento, Santori sugirió que la otra alma del capitalismo occidental es la mediterránea.”

Humanomics: Deirdre McCloskey y una visión de la economía a través de las humanidades

María Pía Pagnanelli, de Trinity University, revisa y comenta uno de los últimos libros de Deirdre McCloskey: BETTERING HUMANOMICS: A NEW, AND OLD APPROACH TO ECONOMIC SCIENCE BY DEIDRE NANSEN MCCLOSKEY; Journal of the History of Economic Thought (forthcoming). http://d.repec.org/n?u=RePEc:osf:socarx:wqg4d&r=hpe

“Bettering Humanomics: a New, and Old Approach to Economic Science” pretende ser una continuación de la trilogía pasada de Deidre McCloskey sobre las virtudes burguesas, como la primera parte de un nuevo par de volúmenes, el segundo de los cuales se titulará Más allá Conductismo, positivismo y neoinstitucionalismo en economía.

En Bettering Humanomics, McCloskey enmarca su agenda de investigación en lo que Vernon Smith y Bart Wilson llaman Humanomics, una comprensión de la economía que también la ve a través de la lente de las humanidades. Entonces ella afirma que había hecho humanómica todo el tiempo (al menos durante las últimas décadas) sin saberlo. Ahora se da cuenta de que su trabajo es parte de este enfoque y lo presenta como tal, refinando sus argumentos anteriores.

En su comprensión, el poder del enfoque humanómico es su capacidad para incluir todas las fuentes de conocimiento, y no solo algunas. Por tanto, la economía debería basarse tanto en las matemáticas y las estadísticas como en la literatura y la poesía. Los humanos no somos seres fragmentados, por lo que para entender cómo actúan, necesitamos usar todas las herramientas disponibles, sin evitar algunas porque algunos las consideren “no científicas”. Y la única herramienta que en particular debemos aprender a considerar es el lenguaje: las palabras.”

Jean Baptiste Say: una famosa «ley» erróneamente criticada por Keynes para justificar el impulso a la demanda

Los alumnos de Eseade leen a Jean Baptiste Say (1767-1832), un ‘clásico’ francés quien nunca debe haber sospechado la importancia que adquiriría en la política económica del siglo XX. Seguramente han conocido la famosa “Ley de Say” presentada como “toda oferta crea su propia demanda”. Desde el punto de vista, digamos, del ‘marketing’, la frase parece absurda; nadie tiene garantizado que simplemente por ofrecer algo exista alguien que esté dispuesto a comprarlo. Pero, ¿es eso lo que dijo Say?, o ¿es eso lo que quiso decir?

La lectura es sobre el capítulo de su libro ‘Tratado de Economía Política’ donde precisamente presenta esta idea:

Jean Baptise Say, A treatise on political economy, capítulo XV «Of the demand of market for products»: http://www.econlib.org/library/Say/sayT15.html#Bk.I,Ch.XV

En castellano: http://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/33_10_Say.pdf

“Una persona que dedique su esfuerzo a invertir en objetos de valor que tienen determinada utilidad no puede pretender que otros individuos aprecien y paguen por ese valor, a menos que dispongan de los medios para comprarlo. Ahora bien, ¿en qué consisten estos medios? Son los valores de otros productos que también son fruto de la industria, el capital y la tierra. Esto nos lleva a una conclusión que, a simple vista, puede parecer paradójica: es la producción la que genera la demanda de productos.”

“Si un comerciante dijera: «No quiero recibir otros productos a cambio de mi lana; quiero dinero», sería sencillo convencerlo de que sus clientes no podrían pagarle en dinero si antes no lo hubieran conseguido con la venta de algún bien propio. Un agricultor podrá comprar su lana si tiene una buena cosecha. La cantidad de lana que demande dependerá de la abundancia o escasez de sus cultivos. Si la cosecha se pierde, no podrá comprar nada. Tampoco podrá el comerciante comprar lana ni maíz a menos que se las ingenie para adquirir además lana o algún otro artículo con el cual hacer la compra. El comerciante dice que sólo quiere dinero. Yo digo que en realidad no quiere dinero, sino otros bienes. De hecho, ¿para qué quiere el dinero? ¿No es acaso para comprar materias primas o mercaderías para su comercio, o provisiones para su consumo personal? Por lo tanto, lo que quiere son productos, y no dinero. La moneda de plata que se reciba a cambio de la venta de productos propios, y que se entregue en la compra de los de otras personas, cumplirá más tarde la misma función entre otras partes contratantes, y así sucesivamente. De la misma manera que un vehículo público transporta en forma consecutiva un objeto tras otro. Si no puede encontrar un comprador, ¿diría usted que es solamente por falta de un vehículo donde transportarlo? Porque, en última instancia, la moneda no es más que un agente que se emplea en la transferencia de valores. Su utilidad deriva de transferir a sus manos el valor de los bienes que un cliente suyo haya vendido previamente, con el propósito de comprarle a usted. De la misma manera, la próxima compra que usted realice transferirá a un tercero el valor de los productos que usted anteriormente haya vendido a otros. De esta manera, tanto usted como las demás personas compran los objetos que necesitan o desean con el valor de sus propios productos, transformados en dinero solamente en forma temporaria. De lo contrario, ¿cómo es posible que la cantidad de bienes que hoy se venden y se compran en Francia sea cinco o seis veces superior a la del reinado miserable de Carlos VI? ¿No es evidente que deben haberse producido cinco o seis veces más bienes, y que deben haber servido para comprarse unos a otros?”

Y aquí el párrafo que diera lugar a esa interpretación llamada “Ley de Say”. ¿Parece tan ilógico como alguien (¿quién?) lo quiso presentar?:

“Cuando un producto superabundante no tiene salida, el papel que desempeña la escasez de moneda en la obstrucción de sus ventas en tan ínfimo que los vendedores aceptarían de buen grado recibir el valor en especie para su propio consumo al precio del día: no exigirían dinero ni tendrían necesidad de hacerlo, ya que el único uso que le darían seria transformarlo inmediatamente en artículos para su propio consumo.

Esta observación puede extenderse a todos los casos donde exista una oferta de bienes o servicios en el mercado. La mayor demanda estará universalmente en los lugares donde se produzcan más valores, porque en ningún otro lugar se producen los únicos medios de compra, es decir, los valores. La moneda cumple sólo una función temporaria en este doble intercambio. Y cuando por fin se cierra la transacción, siempre se habrá intercambiado un bien por otro.

Vale la pena señalar que desde el instante mismo de su creación el producto abre un mercado para otros por el total de su propio valor. Cuando el productor le da el toque final a su producto, está ansioso por venderlo de inmediato, por miedo a que pierda valor en sus manos. De la misma manera, quiere deshacerse del dinero que recibe a cambio, ya que también el valor del dinero es perecedero. Pero la única manera de deshacerse del dinero es comprando algún otro producto. Por lo tanto, la sola creación de un producto inmediatamente abre una salida para otros.”