Inflación: ¿aumento de costos o expansión monetaria? Funes de Rioja y Espert

Ya hemos mencionado en estas páginas, en más de una oportunidad, el debate sobre la causa de la inflación. He visto en estos días una opinión y un dato que dan mucha claridad a esta discusión. La opinión es del vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) y presidente de la Coordinadora de Empresas de Industrias Alimenticias (COPAL), Daniel Funes de Rioja. El dato es del economista José Luis Espert.

Primero la entrevista: http://www.lanacion.com.ar/1692137-daniel-funes-de-rioja-el-gobierno-debe-intervenir-mas-fuerte-en-las-paritarias

“-Usted es titular de Copal, Coordinadora de Empresas de Industrias Alimenticias. Déjeme provocarlo: «Funes de Rioja pertenece al club de los formadores de precios».

-(Imperturbable) No es cierto. La industria de alimentos y bebidas no forma precios. Hay muchos componentes que están arriba en la cadena. Hay que ver el impacto de la materia prima, la logística, los impuestos, los salarios…

-Graciela Bevacqua, ex Indec, dice que los alimentos subieron más del 50% en 12 meses.

-Bueno, hay factores que perturban. Cae piedra o granizo sobre el tomate, y subió el tomate. Entonces, cuidado con las simplificaciones. Me parece que esto es como decir quién tiene la culpa de la inflación. Y yo contestaría «Fuenteovejuna, señor».

-Pero Fuenteovejuna es todos y es nadie. En este juego del Gran Bonete, nadie es culpable de la inflación. El Gobierno no se hace cargo, los empresarios tampoco…

-Sí, pero son todos los eslabones de la cadena.Desde la política macro hacia los costos energéticos o de la logística.”

Dada la primer pregunta, parece que la teoría que Funes de Rioja presenta es la de “inflación de costos”, esto es, que lo que genera el aumento de los precios es el aumento de los costos. Esta idea se refuerza en el comentario final cuando señala que “son todos los eslabones de la cadena”, y, ¿tal vez en un gesto de diplomacia?, engloba tanto a los costos (energéticos, de logística), con la política macro.

Pero, ¿acaso los costos no son precios también? Solo que no son precios de bienes de consumo sino precios de bienes intermedios, material primas, mano de obra. ¿Qué es lo que hace que esos precios aumenten entonces? ¿Cómo es la relación entre la política macro y los costos/precios?

Bueno, la entrevista sigue por otros temas y no trata este punto que es central. ¿Por qué aumentan los costos? ¿Hay algún villano al final de las cadenas, que tal como un maremoto genera una sacudida que luego se transmite por kilómetros hasta llegar a los precios de consumo?

José Luis Espert señala cuál es esa causa última con un dato tan claro como contundente. En una nota muy escueta señala:

“Enero de 1943-Marzo de 2013 (70 años) = 831 meses = 831 datos.

Emisión monetaria promedio mensual (cualquier definición de dinero que tomes) = 3.97%.

Inflación = 3.96%

Devaluación = 3.65%.

Emisión=inflación=devaluación.

O sea, a la larga, inflarás y devaluarás lo que emitas de dinero”.

Correlacionar dos variables no demuestra causalidad. Para eso hace falta una teoría. Esa teoría está implícita en la nota de Espert, ha sido ya presentada y comentada en este blog o, para ir a sus comienzos, por David Hume hace más de 250 años.

Alberdi, sobre la libertad económica y la generación de riqueza

Los alumnos de Historia del Pensamiento Económico tuvieron que leer a Juan Bautista Alberdi, parte del “Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina”, donde explica el contenido económico de la Constitución sancionada en 1853. Esto dice en la Introducción sobre la libertad económica y la generación de riqueza:

Alberdi

Nuestra revolución abrazó la libertad económica, porque ella es el manantial que la ciencia reconoce a la riqueza de las naciones; porque la libertad convenía esencialmente a las necesidades de la desierta República Argentina, que debe atraer con ella la población, los capitales, las industrias de que carece hasta hoy con riesgo de su independencia y libertad, expuestas siempre a perderse para el país, en el mismo escollo en que España perdió su señorío: – en la miseria y pobreza.

En efecto, ¿quién hace la riqueza? ¿Es la riqueza obra del gobierno? ¿Se decreta la riqueza? El gobierno tiene el poder de estorbar o ayudar a su producción, pero no es obra suya la creación de la riqueza.

La riqueza, es hija del trabajo, del capital y de la tierra; y como estas fuerzas, consideradas como instrumentos de producción, no son más que facultades que el hombre pone en ejercicio para crear los medios de satisfacer las necesidades de su naturaleza, la riqueza es obra del hombre, impuesta por el instinto de su conservación y mejora, y obtenida por las facultades de que se halla dotado para llenar su destino en el mundo.

En este sentido, ¿qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse? Lo que Diógenes exigía de Alejandro; que no le haga sombra. Asegurar una entera libertad al uso de las facultades productivas del hombre; no excluir de esa libertad a ninguno, lo que constituye la igualdad civil a de todos los habitantes; proteger y asegurar a cada uno los resultados y frutos de su industria: he ahí toda la obra de la ley en la creación de la riqueza. Toda la gloria de Adam Smith, el Hornero de la verdadera economía, descansa en haber demostrado lo que otros habían sentido, – que el trabajo libre es el principio vital de las riquezas.

La libertad del trabajo, en este sentido, envuelve la de sus medios de acción, la tierra y el capital y todo el círculo de su triple empleo -la agricultura, el comercio, las manufacturas,- que no son más que variedades del trabajo.

Según esto, organizar el trabajo no es más que organizar la libertad; organizarlo en todos sus ramos, es organizar la libertad agrícola, la libertad de comercio, la libertad fabril. Esta organización es negativa en su mayor parte; consiste en la abstención reducida a sistema, en decretos paralelos de los del viejo sistema prohibitivo. que lleven el precepto de dejar hacer a todos los puntos en que los otros hacían por sí, o impedían hacer.

Pero la riqueza no nace por nacer: tiene por objeto satisfacer las necesidades del hombre, que la forma. Así es que luego que existe, ocurre averiguar cómo se reparte o distribuye entre los que han concurrido a producirla. Para esto es producida; y si el productor no percibe la parte que corresponde a su colaboración, deja de colaborar en lo sucesivo, o trabaja débilmente, la riqueza decae y con ella la prosperidad de la Nación. Luego es preciso que se cumpla la ley natural, que hace a cada productor dueño de la utilidad o provecho correspondiente al servicio de su trabajo, de su capital o de su tierra, en la producción de la riqueza común y partible.

Petróleo, subsuelo y pueblos originarios

Surgió ahora un debate acerca de la definición de políticas sobre el petróleo en relación a una iniciativa impulsada por el presidente de YPF, Miguel Galuccio, que implica darle mayor control al estado nacional sobre el recurso petrolero: http://www.lanacion.com.ar/1686477-malestar-por-el-plan-oficial-para-limitar-el-control-provincial-del-petroleo

Las provincias estarían resistiendo este avance sobre lo que entienden es un recurso que les pertenece. Esto, obviamente, plantea una discusión sobre el derecho de propiedad.

Petróleo

Un funcionario de la provincia de Neuquén es citado afirmando que “»Neuquén detenta, como todas las provincias, el dominio del gas, el petróleo y el agua.”. Es decir, la Constitución otorga el derecho de propiedad a las provincias. Pero luego, resulta que ese derecho de propiedad es relativo. Comenta el senador Fernando “Pino” Solanas: «Vamos de un error a otro. Desde que el dominio quedó en manos de las provincias en 1994 y la política energética es potestad del gobierno nacional tenemos una fractura».

Es decir, que el derecho de propiedad es limitado, ya que las provincias son “propietarias” y pueden otorgar concesiones para la explotación del recurso, pero luego cuestiones tales como el precio del recurso es una decisión del gobierno nacional. Esto significa que las provincias, no “poseen” el recurso en tanto no pueden ejercer uno de sus componentes básicos que es el uso y disposición, no pueden decidir a qué precio ofrecen el recurso. Esa “fractura” que señala Solanas es claramente un problema, ya que divide el derecho de propiedad entre dos “propietarios”, lo cual genera el conflicto que la noticia analiza.

Existen distintas alternativas en cuanto a la definición de la propiedad sobre recursos tales como el petróleo o el gas. Guillermo Yeatts ha estudiado la asignación de derechos de propiedad sobre estos recursos en América Latina: http://www.guillermoyeatts.com.ar/libros_robo_subsuelo.htm

Para considerar las opciones posibles, tengamos en cuenta las siguientes:

  1. El subsuelo podría ser propiedad del dueño de la superficie. Esto ocurre en algunos estados en Estados Unidos. Genera un fuerte incentivo a que el propietario de la superficie explore, o permita a otros explorar, ya que si se encuentra el recurso recibe una poderosa recompensa.
  2. El recurso podría ser propiedad de quien lo descubra primero. Esto significa que no es ya el “superficiario” sino quien llegue primero al recurso. La alternativa 1., es producto de una tecnología de perforación en la que se perfora verticalmente hasta llegar al yacimiento, y por ello es clave el acceso desde la propiedad de quien posee la superficie. Pero ahora, se puede perforar tanto vertical como horizontalmente. Es decir, puedo perforar en mi propiedad, pero luego avanzar hacia los costados lo que sea necesario. Entonces, ya no importa tanto quien sea el dueño de la superficie sino quien llega primero al yacimiento descubierto.
  3. El recurso puede ser propiedad del estado local, provincial o nacional.

En este sentido, parece ser un error que, como dice Solanas, el “dominio” quede en unos y la “política” quede en otras manos. Un estado provincial puede tener la propiedad, pero si luego la establecen las condiciones de venta y el precio entonces su dominio es más que limitado

Es necesario que se unifique el derecho de propiedad. La propuesta actual avanza hacia una mayor división entre “dominio” y “política”. Seguramente hasta preferirían que ambas estuvieran en manos del estado nacional, pero bien podría ser al revés, que ambas estuvieran en manos de los propietarios, en este caso, los gobiernos provinciales.

Por supuesto, creo que mayor sería el incentivo a producir si ambos estuvieran en manos del superficiario o del primer ocupante, pero la propiedad estatal del subsuelo, heredada en la colonia de la propiedad que el rey tenía de sus dominios parece lo único que puede considerarse. Sin embargo, sería de gran beneficio para los ahora llamados “pueblos originarios”, ya que serían propietarios de esos recursos y verían los beneficios de explotarlos. En el esquema actual, lo peor que le puede pasar a una comunidad de estas es que se descubra petróleo o gas, porque es apropiado por el estado provincial, asignado en concesiones y vaya a saber si vuelve algo de las regalías que se cobran. Ante esa circunstancia, no extraña que se opongan a todo desarrollo, también de minería, pero habría que ver si pensarían lo mismo en caso de ser propietarios.

 

 

 

 

 

Los políticos persiguen el interés general, o….

Estamos viendo con los alumnos de Derecho una introducción al análisis de la política. Una de las primeras premisas que este análisis cuestiona es el supuesto de que el objetivo de un político es el interés general, a diferencia de cualquiera de nosotros en el mercado donde perseguimos el interés personal (lo cual no descarta que incluya ocuparnos e interesarnos por otros).

Una teoría tiene que servirnos para comprender mejor la realidad, y ese supuesto, que persiguen el interés general, no nos permite comprender situaciones como las descriptas en esta nota, donde se informa que un funcionario habría designado a 22 familiares, amigos y allegados en distintos puestos gubernamentales. ¿Podemos entender esto asumiendo la búsqueda del interés general?

http://www.lanacion.com.ar/1685653-liuzzi-nombro-en-el-gobierno-a-22-familiares-amigos-y-allegados

La economía asumió ese supuesto bajo el nombre de “dictador benevolente”. Esto es lo que dice el libro:

En toda sociedad hace falta un mecanismo que permita que se expresen las preferencias de los individuos y luego señales que guíen a los productores a satisfacerlas. En el caso de los bienes privados, hemos visto cómo el mercado cumple ese papel. También vimos que se presentan problemas para que lo cumpla. En el caso de los bienes públicos es la política; es decir, los ciudadanos expresan sus preferencias por bienes colectivos y hay un mecanismo que las agrega y envía una señal a los oferentes (en este caso las distintas agencias estatales) para satisfacerlas. Como veremos, éste también se enfrenta a sus propios problemas.

El siguiente análisis de las fallas de la política se basa en el espíritu de aquella famosa frase de Winston Churchill (1874-1965): “Muchas formas de gobierno han sido ensayadas, y lo serán en este mundo de vicios e infortunios. Nadie pretende que la democracia sea perfecta u omnisciente. En verdad, se ha dicho que es la peor forma de gobierno excepto por todas las otras que han sido ensayadas de tiempo en tiempo”.

Churchill nos dice que no hemos ensayado un sistema mejor,  por el momento, pero que éste no puede ser considerado perfecto. Por ello, cuando se ponen demasiadas expectativas en él, pueden frustrarse, ya que la democracia no garantiza ningún resultado en particular (mejor salud, educación o nivel de vida), aunque ciertas democracias lo hacen bastante mejor que las monarquías, o las dictaduras.

Por mucho tiempo buena parte de los economistas se concentraron en comprender y analizar el funcionamiento de los mercados y olvidaron analizar el papel que cumplen los marcos institucionales y jurídicos, los gobiernos. Analizaban los mercados asumiendo que funcionaban bajo un “gobernante benevolente”, definiendo como tal a quien persigue el “bien común” sin consideración por el beneficio propio; coincidiendo en esto con buen parte de las ciencias políticas y jurídicas . Posee el monopolio de la coerción, tal como define al Estado la ciencia política, pero lo ejerce en beneficio de los gobernados.

Por cierto, hubo claras excepciones a este olvido. Inspirados en ellas, autores como Anthony Downs o James Buchanan y Gordon Tullock iniciaron lo que se ha dado en llamar “análisis económico de la política” en el contexto de gobiernos democráticos, originando una abundante literatura. Su intención era aplicar las herramientas del análisis económico a la política y el funcionamiento del estado, pues la teoría política predominante no lograba explicar la realidad en grado satisfactorio.

Uno de los primeros pasos fue cuestionar el supuesto del “gobernante benevolente” que persigue el bien común; porque, ¿cómo explicaba esto los numerosos casos en que los gobiernos implementan medidas que favorecen a unos pocos? O más aún, ¿cómo explicar entonces cuando los gobernantes aplican políticas que los favorecen a ellos mismos en detrimento de los votantes/contribuyentes?

Decidieron, entonces, asumir que al igual que el individuo en el mercado, quien persigue su propio interés, no el de otros, en la política sucede lo mismo. En el mercado, esa famosa “mano invisible” de Adam Smith lleva a que dicha conducta de los individuos termine beneficiando a todos. En el Estado, ¿sucede lo mismo? En particular en el Estado democrático, porque se supone que gobiernos tiránicos o autoritarios desde ya que no dan prioridad a los intereses de sus gobernados.

Como veremos, al cambiar ese supuesto básico la visión que se obtiene de la política es muy distinta: el político persigue, como todos los demás y como él mismo fuera de ese ámbito, su interés personal. ¿Existe un mecanismo entonces, similar a la “mano invisible” en el mercado que guíe las acciones de los políticos hacia conseguir o contribuir a los fines que persiguen los ciudadanos? Este enfoque, llamado en general “Teoría de la Elección Pública” (Public Choice) se centra en los incentivos, de ahí que también se lo llame análisis económico de la política.

Pero no son los incentivos el único problema que se presenta en el supuesto del dictador benevolente, también está el problema de la información, similar al planteado por Mises y Hayek en relación a la planificación económica aunque originalmente presente en un autor anterior .

Estos dos cuestionamientos plantean entonces dos principales problemas para el funcionamiento de la política como mecanismo para satisfacer las necesidades de la gente: un problema de información relacionado a la formación de las preferencias y su “revelamiento”, los medios y procedimientos para satisfacerlas y un problema de incentivos, por los que las acciones de los representantes deben dirigirse a ese objetivo.

El origen del derecho de propiedad y los indios Montanas

Una norma evolutiva, se convierte en una norma general en tanto es aceptada por todos los miembros de una sociedad y esto permite coordinar sus acciones. Puede decirse que las personas han llegado a un “consenso” respecto de la norma. Buchanan llamaría a esto un “contrato” social. En algún punto la barrera que separa  el concepto de consenso y el de contrato se vuelve borrosa, sobre todo cuando se interpreta la palabra contrato en sentido informal, o sea, no escrito.

Tomemos un conocido ejemplo que comenta Buchanan (2009, p. 47). Se trata de los indios “montanas”, en la península de Labrador, actual territorio de Canadá, ejemplo mencionado por Demsetz (1987) para explicar el origen de los derechos de propiedad privada. Con los alumnos de Applied Economics vimos el artículo de Demsetz, disponible acá: http://www.eumed.net/cursecon/textos/Demsetz_teoria-derechos-propiedad.pdf

Esta población aprovechaba la piel de los castores, sobre los que existía un derecho colectivo basado en el control del territorio por parte de la tribu. Es decir, la tribu reclamaba y defendía el derecho de propiedad sobre cierto territorio, dentro del cual se encontraban los castores pero cualquier miembro de la tribu podía cazarlos, no así los “extranjeros”. Con la llegada de los europeos se inició el comercio de estas pieles y se originó la conocida “tragedia de la propiedad común”: cada miembro de esa sociedad tenia un incentivo a cazarlos y vender su piel pero nadie lo tenia para limitarse y permitir su reproducción. Como resultado de esto se hubiera producido el colapso  y la extinción si no fuera que desarrollaron derechos de propiedad “privada”  asignándose distintas parcelas entre sí, generando con ello el incentivo a proteger un activo valioso.

Montanas

Buchanan llama a la aceptación de esta norma por parte de los Montanas un “contrato”. Hayek llamaría a esto, probablemente, como el resultado de un proceso evolutivo, incluso no consciente. Tal vez la diferencia entre estos autores se encuentre en el grado de “raciocinio” que asignan a estos actores. Para Hayek, estarían motivados por su interés personal y la comprensión del problema de depredación que enfrentaban, pero no de la generación de un “contrato” o la introducción de una nueva institución. Los individuos de Buchanan serian más racionalistas[1].

Cómo se produjo realmente el acuerdo no lo sabemos[2]. Podemos especular acerca de las posibilidades:

  1. Una autoridad de la tribu impuso la nueva norma (esto significa también que fue aceptada por el resto, ya que fue cumplida).
  2. Esa misma autoridad propuso la norma y fue aceptada por el resto o por un grupo representativo del resto.
  3. Los miembros de la tribu o sus representantes se reunieron en asamblea, debatieron y adoptaron la nueva norma. Alguno propuso asignar derechos en forma privada.
  4. Unos, al ver que los castores mas cercanos a su propio lugar estaban desapareciendo comenzaron a vigilar la zona y controlar su caza y los demás lo aceptaron, haciendo lo propio en sus lugares cercanos.
  5. Algún grupo pequeño o apartado de la tribu se manejaba ya con su propio entorno como si fuera “privado” y los demás vieron que allí no había problemas de depredación.
  6. Un sentido de posesión de los castores ya existía y  cuando deviene la escasez se activa. Dada la primitiva existencia de la posesión, como vimos en el Cap. 1, incluso presente en los animales y ancestros del ser humano, la familia o un grupo de familias podrían ocupar una zona y poseerla pero no preocuparse por limitar el acceso a los castores ya que no eran escasos. Cualquiera podía cazarlos aunque supieran que eran de la “zona de A”. Ahora que con escasos, A formaliza la posesión e impide la caza depredadora.

 

Las tres primeras alternativas se asocian con la visión contractualista, las otras tres con la evolucionista. Queda en manos de los historiadores determinar si fueron unas u otras, o tal vez otras diferentes. Tanto en una como en otra, sin embargo, existe al menos un individuo que tiene la idea, que lleva adelante la propuesta. Puede ser el líder o simplemente alguien que tiene la idea y la propone, o el primero que decide ejercer su derecho preexistente.

A éstos, a los que consciente o inconscientemente quieren producir cambios, los llamaremos empresarios institucionales. Éste es particularmente el caso con los autores  que sostienen explícitamente el origen de las instituciones vía actos creativos deliberados, particularmente de un “contrato social”, como Thomas Hobbes, J.J. Rousseau y entre los modernos John Rawls y James Buchanan[3].

Ahora bien, el primer problema que debemos considerar con esta figura, teniendo en cuenta el análisis de los bienes públicos desarrollado hasta aquí es cómo explicar esta función, cuando el carácter “público” de la innovación institucional dice que prevalecería el incentivo a ser “free rider” o usuario gratuito del esfuerzo de otros en tal sentido, teniendo en cuenta que, dentro de cierta sociedad, no se me puede excluir de los efectos de esos cambios.[4]



[1] “Como firma de internalizar las des-economías externas que fomentaba esta disposición de derechos, las tribus cambiaron de una estructura de uso común a una de propiedad privada. No es necesario que nos ocupemos aquí de  la exactitud histórica de esta versión,  o de la falta de ella. Pero nótese que Demsetz esencialmente “explica” un cambio en la estructura de los derechos recurriendo a un nuevo arreglo contractual que se hace conveniente debido a cambios exógenos en los datos económicos. Utiliza el ejemplo histórico para demostrar la proposición o el principio de que siempre habrá una tendencia a que las características de la estructura de derechos se modifiquen en la dirección que es mas eficiente en las condiciones que afronta la comunidad. No es posible discutir con esto, y se puede reconocer la contribución de Demsetz. Sin embargo,  no deberíamos cometer el error de decir que este enfoque explica el origen o el surgimiento de los derechos entre individuos o familias (tribus)con independencia de un acuerdo contractual, ya sea explicito o implícito. En este  modelo conceptual, los derechos de los varios participantes deben haber sido mutuamente reconocidos por todos los participantes antes de que se pudiera emprender mas negociaciones contractuales para modificar las  características estructurales” (Buchanan 2009, p.45).

[2] Demsetz cita a Leacock, Eleanor (American Anthropologist, American Anthropological Assoc., vol. 56, N° 5, parte 2, informe N° 78) pero de allí no se desprende con claridad como puede haber ocurrido.: «Hacia comienzos del siglo XVIII comenzamos a tener clara evidencia de que los territorios de caza y los acuerdos para atrapar animales por parte de familias individuales se estaban desarrollando en el área alrededor de Quebec. Las primeras referencias de tales acuerdos indican una distribución puramente temporaria de los territorios de caza. Ellos (algonquinos e iroqueses) se dividían a sí mismos en distintos grupos para poder cazar en forma más eficiente. Era la costumbre apropiarse pedazos de tierra de aproximadamente dos leguas cuadradas para cada grupo en los que cazaban en forma exclusiva. La propiedad de zonas de nutrias, sin embargo, ya había sido establecida y, cuando eran descubiertas, se marcaban apropiadamente. Un indio hambriento podía matar y comer las nutrias de otro si se dejaba en poder de su legítimo dueño la piel y la cola.”

[3] Dice Buchanan (2009): “Los preceptos para lograr vivir juntos no van a caer del cielo. Los hombres deben hacer uso de su propia inteligencia para imponer orden en el caos, inteligencia no en un sentido científico, orientada a la resolución de problemas, sino en un sentido mas difícil que implica llegar a un acuerdo entre ellos mismos y mantenerlo” (p.13).

[4] El tema es comentado por Brennan y Buchanan: ““¿Quiénes van a asumir la carga personal de diseñar las propuestas de cambios, cuando los beneficios prometidos o derivados benefician a todos, son públicos, afectan a todos los miembros de la comunidad política y no hay beneficios residuales que puedan ser reclamados o identificados a favor de alguien, fuera de los beneficios ‘sociales’ prometidos? ¿Cuál es el equivalente constitucional a la ley de patentes que garantiza a su inventor un especial, aunque limitado, derecho a monopolizar su hallazgo o, lo que es lo mismo, ofrece incentivos para desarrollar el esfuerzo creativo de todos los inventores potenciales? ¿Cuál es el equivalente político-constitucional del beneficio empresarial cuya búsqueda dirige la economía y sirve de base a todos los intentos de encontrar las mejores organizaciones de la producción y combinación de los recursos, a todo lo largo y ancho de los mercados, definidos en sentido amplio?

¿Pueden cambiarse las reglas por medio de un proceso de deliberación colectiva, incluso aunque se reconozca el carácter Pareto-superior de las reformas? Y si no es a través de un proceso de deliberación, ¿cómo pueden modificarse las reglas? ¿Tenemos que reconocer que los cambios básicos en las instituciones sólo pueden obtenerse por procedimientos no democráticos, por un grupo que busca su propio interés, renunciando a la alternativa de reforma que hemos discutido aquí? O, fracasando la reforma constitucional consciente y huyendo de la reforma no democrática, ¿tendremos que reconocer a la lenta, impensada, espontánea evolución socio-cultural, con la poco más que piadosa esperanza de que los cambios que se van produciendo así nos llevarán poco a poco a una serie de estados o disposiciones que podrían ser considerados Pareto-superior? (Brennan & Buchanan, 1987, p. 185)

Sobre el poder de negociación de los trabajadores

Espero recordar en nuestra próxima clase el tema que quiero plantear ahora en forma breve, sobre el poder de negociación de trabajadores y empleadores. Al margen de las herramientas que alguna legislación pueda darle a uno u otro, el análisis económico del tema sugiere que ese poder depende de la fuerza de la oferta y de la demanda de trabajo.

Es decir, cuando hay escasez de mano de obra, el «poder» estaría del lado de los trabajadores, ya que los empleadores competirían entre sí para conseguirlos y no les queda otra alternativa que ofrecer mejores condiciones que sus competidores. De esa forma los salarios suben y las condiciones de trabajo mejoran. Pero cuando lo que hay es escasez de trabajo, el poder está en los contratantes, empleadores, ya que los trabajadores tienen que competir por los pocos puestos disponibles.

Esa «escasez» de trabajo es la que se produce a largo plazo como resultado de un proceso de inversión de capital. Estas inversiones «demandan» más trabajo y, para encontrar esos trabajadores hay que ofrecerles alguna condición mejor a la que actualmente posean (que puede ser cero si están desempleados). Este proceso es el que explica el crecimiento de los salarios en los países ahora «desarrollados» y también en China, por ejemplo, donde han crecido luego de un período de décadas de alta inversión de capital.

Desde esta perspectiva, la legislación sobre huelgas aporta poco en una situación de recesión y desempleo. Los sindicatos podrán hacer todas las huelgas que quieran pero si no hay puestos de trabajo nada de eso los va a crear. En dicha situación, de mayor demanda que oferta de puestos de trabajo, el salario tiende a caer. Situación lamentable, por supuesto, pero en tal caso hay que ver a qué se debe la recesión y la teoría del ciclo económico apunta a erróneas políticas monetarias implementadas por los gobiernos que originaron el auge anterior y ahora imponen esta corrección que llamamos “recesión”.

Desempleo

Si, en un escenario de ese tipo, los sindicatos resisten la caída de los salarios, el ajuste se realiza por otro lado, por la cantidad de trabajo disponible. Recuerden que he planteado más de una vez que si el mercado no ajusta por precio, ajusta por cantidad. Si los salarios no van a caer en esa circunstancia, lo que va a caer es la cantidad de empleo, y esto, a la larga, forzará una caída inevitable (aunque no querida, por supuesto), de los salarios. Algo así ocurrió en la crisis del 2001: alto desempleo, caída de los salarios hasta que el ajuste de esos precios dio pie a la recuperación.

Que ese ajuste es por precio o por cantidad se puede comprender fácilmente, sobre todo para estudiantes de derecho, si se imaginan como empleadores. Ahora tienen un estudio jurídico y, digamos, 10 empleados. Como hay una recesión económica tienen menos clientes, caen los ingresos del estudio. Esos ingresos no alcanzan para cubrir los costos. ¿Qué van a hacer? Como hacen las empresas o podrían hacer ustedes mismos, en principio aguantan un tiempo, tal vez la situación se recomponga, tal vez encuentre nuevos ingresos, etc. Pero al tiempo está claro que no pueden seguir así, algo tiene que ajustar en los costos. Entonces, se enfrentan al dilema: o hablo con los 10 empleados y le digo que todos tendrán que reducir su salario pero que mantendrán su trabajo o, si no quieren o no se puede hacer esto, despediré a alguno.

En este sentido, si un sindicato o la legislación laboral impide el ajuste a la baja del salario, entonces está promoviendo el ajuste por cantidad, el desempleo.

En fin, mi punto acá para los estudiantes de derecho es que no se puede cambiar o impedir la realidad económica con leyes y normas, tarde o temprano la realidad se impone de una forma u otra. En definitiva, lo que pudieron ganar los trabajadores con el “derecho de huelga” para defender un determinado salario, es que aumenten las posibilidades de quedar desempleados, pero no cambiaron la realidad subyacente de la oferta y demanda de empleos.

La próxima burbuja

La revista Inversor Global, reproduce un artículo del consultor de inversiones Bill Bonner, quien analiza los mercados desde una perspectiva teórica basada en la Teoría Austríaca del Ciclo Económico, desarrollada principalmente por Mises y Hayek. En esencia, la teoría sostiene que el origen de los ciclos económicos (auges y caídas) se encuentra en las políticas monetarias implementadas por los gobiernos a través de los bancos centrales. Estos manipulan la tasa de interés, reduciendo la tasa por debajo de su tasa «natural» o de Mercado, y esa menor tasa ocasiona el boom de inversiones que genera una «burbuja». Tarde o temprano, como los ahorristas no han decidido ahorrar más sino que el Nuevo crédito es articialmente creado por la autoridad monetaria, la puja por entre los consumidores y los inversores hace subir la tasa y la burbuja estalla (los consumidores no han dejado de consumir, quieren más crédito, y los inversores también quieren más con esa Baja tasa).

SI la banca central convalida esa puja con más crédito barato (emisión monetaria) se avanza hacia la hiperinflación; si se frena, la tasa sube y el ciclo gira hacia la caída (recesión o depresión). Por esa razón, los economistas austríacos proponían eliminar la posibilidad de manipulación de la moneda, ya sea a través del patrón oro entonces existente, o de la competencia de monedas después.

Oro

«Política monetaria»: nada bueno ha resultado de la mezcla entre moneda y política.

Aquí el texto del artículo.

La caída ha comenzado

Los primeros desajustes económicos ya se empiezan a notar como   consecuencia de la burbuja de deuda que de forma negligente Gobiernos y   grandes corporaciones han inflado. En este artículo analizamos las futuras   consecuencias, tanto para la economía como para los mercados. 

El fin del gran mercado alcista estadounidense y de la burbuja de deuda llegará, tarde o temprano. Pero no ha llegado esta semana. ¿Llegará la próxima semana o este año?

Hoy, exploramos el tiempo que la gente olvida. Esta frase no tiene mucho sentido, pero queríamos compartirla de cualquier manera. Estamos hablando de ese espacio en el calendario al que nos referimos con un «eventualmente» o con un «tarde o temprano», esa parte del futuro en el que las cosas que no pueden durar para siempre finalmente paran.

Específicamente, nos preguntamos sobre cuándo y cómo la mayor burbuja de deuda de la historia reventará. Recuerde que el «Planeta Deuda» añadió 30 billones de dólares a sus cargas en los últimos 6 años, un incremento del 40%. Eso no puede continuar para siempre. ¿Pero cuándo terminará? ¿Y cómo terminará? ¿Inflación, deflación, hiperinflación, hiperdeflación?

Para hacer corta una historia larga, una burbuja no puede explotar sin hacer mucho daño. Y con una burbuja tan grande, el resultado será devastador. Probablemente, veremos inflación en toda su forma conocida; y tal vez en formas de las que nunca hemos oído hablar.

Uno puede discutir sobre el efecto que las políticas de expansión monetaria han tenido en la economía estadounidense, y el efecto que tendrán cuando se retiren definitivamente. Pero no hay duda de que las tasas de interés microscópicas han hecho su trabajo. La gente podía pedir prestado a unas tasas de interés históricamente bajas, y así lo hizo.

Los gobiernos se endeudaron más intensamente que nunca, sólo para cubrir los costos operativos de la gigantesca maquinaria. Las grandes corporaciones se endeudaron para expandirse, para comprar más inmovilizado, para refinanciar viejas deudas y para recomprar acciones (incrementando el precio de las acciones, coincidiendo casualmente con mejores bonus a sus directivos).

Las últimas cifras que tenemos son del tercer trimestre de 2013. En esos tres meses vimos recompras de acciones por 123.000 millones de dólares, un 32% más que en el mismo período del año anterior. Si esta tasa de crecimiento se prolongara este año, estaríamos hablando de medio billón de dólares de beneficios destinados solamente a incrementar el precio de las acciones, viniendo de las propias corporaciones.

¿Son los directivos estúpidos o simplemente avariciosos? El sabio consejo «compra barato, vende caro» no parece haberles llegado. En la parte más baja del Crash del 2008, prácticamente ninguna compañía de Estados Unidos se dedicó a recomprar acciones cuando cotizaban por un precio de ganga. Ahora que las acciones vuelven a estar al alza, casi todas las corporaciones están comprando sus propias acciones.

Seguro, esto es algo que algún día terminará. Pero no exige demasiada imaginación predecir lo que pasará cuando esto ocurra: el precio de las acciones se hundirá.

Primero, el crédito se expande y los precios de las acciones suben. Entonces, el crédito se encoge y los precios de las acciones caen. Los precios de las acciones suelen anunciar la dirección que tomarán los precios al consumo.

Después de tanta inflación del crédito, esperamos que haya una deflación tremenda cuando la burbuja explote. De repente, el «efecto riqueza» se convertirá en el «efecto pobreza», con gente reduciendo sus gastos personales, inversiones y lujos.

Esto sería normal, natural y saludable. La deflación de la deuda no crea deuda tóxica o malas inversiones, obliga a la gente a asumir la culpa por sus errores. Las empresas quiebran; ya no pueden pedir prestado fondos casi ilimitados a tasas de interés casi inexistentes. La gente puede declararse en quiebra una vez más y tendrán mucha compañía. Los cinco billones de dólares que por arte de magia aparecieron mientras la Bolsa subía súbitamente desaparecen por donde vinieron.

No hay misterios sobre el ciclo de deuda. La riqueza creada sobre el crédito desaparece cuando el crédito se corta. Es entonces cuando uno se da cuenta de quién cometió los mayores errores.

La gran pregunta es: ¿cuán grande puede llegar a ser esta burbuja antes de que explote? ¿Y cómo se las arreglarán los bancos centrales cuando esto ocurra?

La primera pregunta tiene una respuesta obvia: ¿quién sabe? Y respecto a la segunda, los bancos centrales están trabajando en ello, con Estados Unidos y Japón a la cabeza. Y gracias a ello las corporaciones y los gobiernos todavía se están endeudando a buen ritmo.

Las corporaciones aún están recomprando sus acciones. Y los precios de las acciones, hasta donde podemos ver, aún siguen subiendo. Y podría seguir siendo así durante un tiempo; nadie sabe cuánto tiempo.

Otro día nos haremos esta otra pregunta: cuando el fin llegue, ¿qué tipo de fenómeno económico tendremos? ¿Inflación? ¿Deflación?

Saludos,

Bill Bonner.

Bill Bonner es fundador y presidente de Agora Inc., con sede en Baltimore, Estados Unidos. Es el autor de los libros «Financial Reckoning Day» y «Empire of Debt» que estuvieron en la lista del New York Times de libros más vendidos. Sus columnas hacen parte de la Revista InversorGlobal. Puede suscribirse haciendo click aquí.

La maldición de las instituciones (II)

Otro bien interesante artículo sobre el «Capitalismo de Amigos», en The Economist:

http://www.economist.com/news/leaders/21598996-political-connections-have-made-many-people-hugely-rich-recent-years-crony-capitalism-may

Crony capitalism 2

En cuanto al artículo de Mehlum et al, comentado ayer, sigo:

El modelo simple comentado es el siguiente:

  1. Emprendedores productivos y buscadores de rentas (vía privilegios, protecciones, subsidios), provienen del mismo conjunto de emprendedores
  2. Se asignan en uno u otro grupo según sean los retornos que obtienen de cada actividad, hasta que estos retornos (ganancias) en una y otra actividad se igualan.
  3. Como los buscadores de rentas pujan por la renta de los recursos naturales, cuántos más hay de éstos, menos hay de los emprendedores productivos
  4. Por el contrario, las actividades productivas generan beneficios para otros, por lo que su mayor número aumenta sus beneficios. En otras palabras 3 es un juego de suma cero, y 4 es un juego de suma positiva.

Cuando hay pocos emprendedores productivos, las ganancias son bajas. En este caso, como casi todos los emprendedores se ocupan de producir, los beneficios de los buscadores de rentas son bajos también.

Si hay muchos buscadores de rentas, las ganancias son bajas para éstos porque hay pocos productores de los que extraerlas. A medida que hay más productores, las ganancias son más altas para los pocos buscadores de rentas que quedan.

Cuanto mejor es la calidad de las instituciones menores son las ganancias de los buscadores de rentas en relación con las ganancias que se obtienej en las actividades productivas, por lo que un avance hacia mejores instituciones reduce sus ganancias, hay más productores y menos rentistas.

Si las instituciones se deterioran, mejoran las perspectivas de los rentistas en comparación con los productores, hay más rentistas y menos productores.

Finalmente, en cuanto a la evolución de países con distinto tipo de recursos e instituciones.

La “maldición de los recursos naturales” ocurre ya que el país que los tiene pero con instituciones que promueven la rapiña termina peor que el que no tiene recursos aunque tenga malas instituciones, mientras que el que tiene recursos y buenas instituciones termina mejor, es decir, recibe la “bendición” de poseer un recurso natural.

Ejemplos que se presentan en el artículo:

– Guerras civiles por el control de recursos naturales: Sudan, Nigeria, Angola, Congo

– Deterioro de las instituciones:

Riqueza petrolera: Nigeria, Angola, Sudan, Venezuela

Riqueza de diamantes: Sierra Leone, Liberia, Congo

– Ejemplos de calidad institucional y «bendición» de los recursos naturales

Noruega (petróleo), Holanda (gas), Australia (minerales),

La maldición de las instituciones

En la clase de Applied Economics consideramos un artículo que se relaciona con posts anteriores, sobre el vínculo que existe entre recursos naturales y calidad institucional.
Para ello, vimos el muy interesante artículo de Harvor Melhum, Karl Moene y Ragnar Torvik, «Cursed by Resources or by Institutions?», Working Paper 10, 2005, Departamento de Economía, Norwegian University of Science and Technology.
Disponible acá: http://ideas.repec.org/a/bla/worlde/v29y2006i8p1117-1131.html
No es de extrañar que noruegos escriban sobre este tema, dado el papel que cumple la producción de petróleo en ese país, el que es, además, un ejemplo de que se pueden aprovechar enormes recursos sin que necesariamente los países colapsen debido a la puja que se desata por su renta.

La tesis básica del artículo es que las instituciones, al generar el marco de incentivos para la actividad económica empresarial, determinan si ese esfuerzo emprendedor se dirigirá a buscar apropiarse de esa renta por medio del lobby y la política, o se destinará a la innovación, la competencia y la actividad productiva.

Coincidentemente, la revista The Economist, dedica su tapa a «Capitalismo de amigos» (Crony capitalism) e incluso elabora un índice. http://www.economist.com/news/international/21599041-countries-where-politically-connected-businessmen-are-most-likely-prosper-planet

Crony capitalism
Un alumno resume el paper así (va con algunas ediciones):
«En este estudio el autor nos inspira a preguntarnos cuál es la razón que hace que países con grandes recursos naturales sean menos desarrollados que países con pocos recursos naturales. En nuestra mente pensaríamos que debería ser que el país que dijéramos posee más recursos con los cuales producir y a la vez crear más exportaciones debieran ser los que poseen ciudadanos con más altos ingresos per cápita. Nos muestra que, al contrario, ocurre en muchísimos casos.

Específicamente trata el autor el caso de los países que encuentran repentinamente una nueva fuente de riqueza, ya sea por ejemplo petróleo, minerales etc… Cuestiona lo que es conocido como «la Enfermedad Holandesa» por la cual los nuevos recursos descubiertos crean un efecto de fortalecer la moneda local al punto que afecta a otros productores locales ya que se hacen más caros en el mercado mundial. Indica que en cuanto a la relación entre instituciones y la maldición del boom de nuevos recursos naturales, pueden ser clasificados bajo 3 categorías.

Primero, donde la calidad de las instituciones es afectada por abundancia de recursos y constituye la relación intermedio causal entre recursos y desarrollo económico negativo.

En la segunda, las instituciones no tienen un rol importante y,

la tercera en la cual los recursos interactúan con la calidad de las instituciones en tal manera que abundancia de recursos es una bendición cuando las instituciones son buenas y una maldición cuando las instituciones son malas.

El autor define el termino grabber en relación a los empresarios oportunistas que no son creadores de producción sino alimentadores u oportunistas de la manipulación del sistema de baja calidad institucional.

QUE NUEVO TEMA SE APRENDIO EN ESTA LECTURA

Lo que aprendimos de esta lectura es lo importante que es la calidad institucional para el desarrollo económico de un país. Lo podemos ver en este estudio por medio de muchos ejemplos y un excelente modelo económico que utiliza el autor para mostrar como interactúa la productividad de un país en un ámbito de calidad institucional alta versus un ámbito bajo.

El ámbito bajo de calidad es demostrado en cuanto a los empresarios grabbers que buscan una ganancia superior a lo que pudieran lograr como empresarios dedicados a la producción solamente hasta que llegan a un punto de equilibrio en que ven preferible producir que manipular el sistema institucional.

En países con alta calidad institucional ese punto se mueve a la derecha indicando que menos empresarios grabbers entrarían bajo esa inclinación a ser manipuladores del sistema, ya que no tendrían el incentivo de ganancias,  y se verían forzados a entrar como empresarios productivos. El autor nos enseña que a diferencia del pasado en este estudio ha podido demostrar empíricamente que existe una potencial interacción entre abundancia de recurso e calidad institucional.»

Pero cuando la calidad institucional es buena, en el sentido de «limitación al poder», entonces el espíritu empresarial se dirige a innovar y producir en el Mercado. O sea que no es irreductible que tener un recurso natural condene a un país, si tiene buenas instituciones (de Nuevo, limitaciones al poder politico), sera una bendición. De otra forma, desatará una puja tal que termina, en el extremo, destruyéndolo.

Sobre la pobreza nuevamente

A partir de un reciente post sobre la Escuela Austriaca y la pobreza se desató una intensa discusión, plagada de adjetivos y deducciones falaces, al estilo debate de café o más cerca de los muchachos del tablón. Las acusaciones han llegado a asignarnos el deseo hacer desaparecer a los opositores en un Gulag, de forzar el hambre y la muerte a partir de nuestros propuestas políticas de reforma agraria y persecución de los kulaks, de alcanzar la “solución final” en las cámaras de gas eliminando a seis millones de judíos, de hacer desaparecer a la libertad de prensa y las oposiciones políticas, de generar el culto a la personalidad del dictador, del asesinato de millones de personas por el emprendedor capitalista Pol Pot y de fomentar la dictadura del capitalismo personificada en la actualidad por los hermanos Castro o la familia Kim. Porque, ¿todo esto será fruto del mercado, verdad? Los estados, nada que ver. ¿Cómo podemos pensar otra cosa si están al servicio del bienestar del pueblo?

En estos términos, muchachos, la discusión degenera en un campeonato de chicanas. Mi intención arriba fue mostrar que en este campo tenemos también nuestras municiones, y no son livianas. Mejor las dejamos para un día después de un asado. Ahora quiero responder a ciertas críticas con otro tipo de argumentos.

Los economistas de la Escuela Austriaca hemos sido acusados de:

  1. Insensibilidad hacia los pobres
  2. Promover un sistema económico que o genera pobreza o no puede resolverla
  3. No tener soluciones para el problema

Veamos cada uno de ellos:

  1. Insensibilidad hacia los pobres

En verdad, lo que aquí decimos, es que es muy fácil ser sensible con el dinero de los demás.

Entiéndase bien, esto no es una chicana, es un argumento que en verdad proviene del Public Choice. Algunos autores de esta escuela (Tullock, por ejemplo) sostienen que es racional promover todo tipo de planes sociales y soluciones estatales a problemas como el de la pobreza, porque la persona recibe el beneficio de presentarse como un adalid de los pobres a un muy bajo costo, ya que será solventado por todos los demás.

Distintos es, como sostenemos, poner la mano en la propia billetera o dedicar su propio tiempo: el costo se recibe completo.

No es de extrañar, entonces, que encontremos a muchos personajes (sobre todo de la farándula) fomentando este tipo de ayuda para luego subirse a sus Mercedes o Porsches.

Digamos, entonces, que proponer al estado como solución para la pobreza es “barato”. Por eso hay tantos que lo hacen.

2. En cuanto a que el sistema económico genera o no resuelve la pobreza, parece que el gráfico del primer post no fue suficiente para sepultar la discusión para siempre. Veámoslo de otra forma:

  1. En 1800, el 80% de la población del planeta (de unos 1000 millones de personas), era pobre. Es decir, había unos 800 millones de pobres.
  2. En 2000, luego de dos siglos de capitalismo (más o menos, por supuesto), el 20% de la población del planeta es pobre (de unos 7000 millones de personas). Es decir, hay unos 1400 millones de pobres.

En cantidad, hay más pobres que antes (pasamos de 800 a 1400 millones). Porcentualmente ha caído drásticamente, de 80 a 20%. Este argumento no solo deja de considerar que los “no pobres” pasaron en ese lapso de 200 a 5600 millones de personas (un logro que ningún otro sistema económico ha podido ni siquiera plantearse), sino tampoco toma en cuenta que si no fuera por el progreso económico capitalista esas personas ni siquiera existirían, seríamos todavía unos 1000 o 1200 millones.

3. En los últimos 30 años la cantidad de pobres se ha reducido en términos absolutos y porcentuales, en particular porque dos países muy poblados, China e India, abandonaron ya sea el socialismo o el estatismo ampliando las oportunidades de los puntos a y b que se comentan a continuación. Más libertad económica ha sacado a cientos de millones de la pobreza. ¿Ocurrió esto por algún tipo de plan social? Ningún programa social ha sacado a tantos pobres de la pobreza como el crecimiento económico promovido por la mayor libertad en los mercados.

4. En cuanto a las soluciones que la EA propone para la pobreza son varias:

  1. La primera es la empresarialidad, la posibilidad de desarrollar alguna actividad productiva que le permite a la persona salir de la pobreza proveyendo bienes y servicios a otros. Las economías más libres dan más oportunidades en este sentido.
  2. La segunda es la enorme cantidad de empleos que se generan a partir del proceso de inversión de capital (esperemos que nuestros críticos no tengan todavía temor a las máquinas o a las tecnologías, porque han pasado 250 años de destrucción de empleos por parte de ellas y cada vez hay más trabajos posibles).
  3. La tercera es la ayuda mutua, es cuando los pobres se ayudan entre sí: antes a través de sociedades mutuales o de socorro mutuo, ahora a través de las “remesas” de quienes se vuelven más productivos en países económicamente más libres y envían su ahorro a los familiares pobres que quedaron atrás.
  4. La cuarta es la beneficencia, con una larga tradición de ayuda voluntaria en todos nuestros países. Se argumenta que ésta no es suficiente, pero el tema es que dado el éxito de los tres elementos anteriores, esta actividad ha de cubrir solamente un pequeño sector. Cuanto más riqueza se genera hay más gente con capacidad de dar y menos con necesidad de recibir.
  5. En quinto lugar, y solamente ahora, consideran los autores austriacos la necesidad de implementar un programa estatal, que sería limitado, implementado a nivel gobierno locales, transitorio y tipo voucher, para así evitar, en la medida de lo posible el clientelismo, la politización, la dependencia y otras consecuencias evidentes.

Quienes nos critican comienzan con este último punto, y terminan debilitando o destruyendo los puntos A, B y C de arriba. Convierten al estado en un estado benefactor que es más bien una piñata según la cual todos intentamos vivir de los demás. Ese estado benefactor no reparte solamente a lo Robin Hood, sino en cualquier dirección, y en el medio de esto una clase política crece y vive de eso.