En Junio de 1959, Ludwig von Mises dictó seis conferencias en Buenos Aires que vemos ahora con los alumnos de Económicas, UBA. Éstas fueron luego publicadas y las consideramos también con los alumnos de la UBA en Derecho. Su cuarta conferencia se tituló, precisamente “Inflación” y describe ahora el gran error del gobierno británico después de la Primera Guerra al volver a la paridad anterior a la guerra, y luego devaluar. Mises comenta:
“Para darles solamente algunos hechos: después de la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña retornó a la paridad de la libra en oro que tenía antes de la guerra. Esto es, revaluó la libra hacia arriba. Esto incrementó el poder de compra de los salarios de todos los trabajadores. En un mercado libre, sin trabas, el salario nominal en dinero debería haber caído para compensar esto, y el salario real de los trabajadores no habría sufrido.
No nos da el tiempo aquí para discutir las razones de este aserto. Pero los sindicatos en Gran Bretaña no estaban deseosos de aceptar un ajuste hacia abajo de los niveles en dinero de los salarios en razón del aumento del poder de compra. En consecuencia, los salarios reales aumentaron considerablemente por estas medidas monetarias. Esta fue una seria catástrofe para Gran Bretaña, ya que este país es predominantemente un país industrial, que debe importar sus materias primas, productos a medio elaborar y alimentos para poder vivir, y tiene que exportar productos manufacturados para poder pagar dichas importaciones. Con el incremento del valor internacional de la libra, los precios de las mercaderías británicas crecieron en los mercados extranjeros y las ventas y exportaciones declinaron. Gran Bretaña, en efecto, había establecido sus precios fuera del mercado mundial.
Los sindicatos no podían ser derrotados. Todos conocen el poder de un sindicato en la actualidad. Tiene el derecho, prácticamente el privilegio, de recurrir a la violencia. Y una orden del sindicato es, por lo tanto, digamos no menos importante que un decreto gubernamental. El decreto del gobierno es una orden para cuyo cumplimiento se encuentra disponible el aparato estatal, la policía. Deben obedecerse los decretos del gobierno, de lo contrario se tendrán dificultades con la policía. Lamentablemente, tenemos hoy – en casi todos los países del mundo – un segundo poder que tiene la posibilidad de ejercitar la fuerza: los sindicatos obreros. Los sindicatos establecen salarios y luego hacen una huelga para ponerlos en práctica en la misma manera en que el gobierno puede decretar un nivel de salario mínimo. No discutiré ahora la cuestión de los sindicatos, lo haré después. Sólo deseo dejar establecido que es la política de los sindicatos incrementar los salarios a niveles por encima de los niveles que tendrían en un mercado libre, sin trabas. Como resultado, una parte considerable de la potencial fuerza laboral puede ser empleada solamente por gente o industrias que estén dispuestas a sufrir pérdidas. Y, dado que los negocios no pueden mantenerse sufriendo pérdidas, cierran sus puertas y los empleados se convierten en desempleados. El establecer niveles de salarios por arriba del nivel que tendrían en un mercado libre y sin trabas resulta siempre en el desempleo de una parte considerable de la potencial fuerza laboral.
En Gran Bretaña, el resultado de los altos niveles de salarios, forzados por los sindicatos, fue un perdurable desempleo, prolongado año tras año. Millones de trabajadores estaban sin empleo, los volúmenes de producción caían. Inclusive los expertos estaban perplejos. En esta situación el gobierno Británico tomó una decisión que consideró una medida indispensable, de emergencia: devaluó su moneda.
El resultado fue que el poder de compra de los salarios en dinero, sobre los cuales los sindicatos habían insistido, no era más el mismo. Los salarios reales, los salarios medidos en bienes, quedaron reducidos. Ahora al trabajador no le era posible comprar todo lo que le había sido posible comprar antes, aún cuando el salario nominal permanecía en el mismo nivel. De esta manera, se pensó, los salarios reales retornarían a los niveles de un mercado libre y el desempleo desaparecería.”