Se desató en estos días una polémica por una nueva publicación del libro de Adolf Hitler, Mein Kampf. Asimismo, pasaron por uno de los canales de cable la película “La Caída”, con una impresionante actuación de Bruno Ganz en el personaje del dictador nazi.
Su personalidad aparece allí como “tiránico, despiadado, hipercompetitivo, egocéntrico, frío, manipulador y hasta con decisiones bastante cuestionables hacia su ex pareja”.
Sin embargo, esta cita no pertenece a una descripción de la personalidad de Hitler sino de Steve Jobs en una película recientemente estrenada con su nombre: http://www.lanacion.com.ar/1858301-una-sintesis-del-capitalismo-salvaje
El autor de la crítica titula la nota «Una síntesis del capitalismo salvaje» y concluye que “este Steve Jobs de tres cabezas (Boyle-Sorkin-Fasssbender) resulta, claro, un genio y figura, un hombre divertido y seductor, pero también un monstruo despótico incapaz de cuidar a sus seres queridos y colaboradores. Una síntesis y una metáfora perfecta del capitalismo más salvaje e inhumano.”
Quisiera ahora hacer un comentario sobre la referencia al “capitalismo más salvaje e inhumano”, comparando esas dos personalidades que parece que tuvieran algunos rasgos en común. Asumamos que Jobs era como se lo describe arriba. Hitler también, e incluso más.
Pero quisiera cuestionar que se denomine ‘capitalismo salvaje e inhumano’ al sistema que vuelve a una personalidad de ese tipo, como Jobs, en un genio creador que no paró de ofrecernos una innovación tras otra que cambiaron nuestras vidas en forma muy positiva. Comparemos el resultado de la actuación de este tiránico despiadado en el mercado con la de ese otro tiránico despiadado en el poder, con el control del Estado. El primero nos dio el Ipod, Iphone, Ipad y muchas otras cosas; el otro unos 25 millones de muertos, países totalmente destruidos, familias destrozadas, campos de concentración, etc.
Un sistema que vuelve a una personalidad fría y egocéntrica, manipuladora y tiránica en un innovador genial más que “salvaje e inhumano” debería ser considerado todo lo contrario: canaliza las fuerzas y los impulsos de ese tipo de personalidades hacia algo positivo; mientras que la carrera por la búsqueda del poder y el control del Estado ocasiona terror y destrucción.
Es cierto, tal vez no era fácil estar cerca de Jobs, pero todos estaban allí voluntariamente, manteniendo una relación contractual, formal o informal, de la que podían retirarse en cualquier momento sin que Jobs pudiera impedirlo violentamente. Ningún descontento con lo que sucediera en Apple iba a terminar preso o extinguido.
No podían decir lo mismo quienes eran secuestrados por las SS, quienes terminaban en un campo de exterminio o quienes se veían atacados por las tropas alemanas. Incluso esa voluntariedad era discutible en muchos soldados alemanes, reclutados a la fuerza, y hasta en oficiales que temían las consecuencias de una deserción (aunque hubo algunos que valerosamente lo hicieron y no se prestaron a aceptar órdenes tiránicas).
En definitiva, un sistema que vuelve al tiránico un innovador poco tiene de salvaje: limita a las fieras, conduce su ego hacia la satisfacción de las necesidades de los demás, no a su destrucción. Salvaje parece ser la lucha por el poder y su ejercicio ilimitado: el capitalismo no funciona si todos somos más que bondadosos, simplemente con la gente como es, buena y mala; e incluso presiona para sacar algo muy bueno de los peores.