La inflación es un fenómeno monetario, ocasionado por un aumento de la cantidad de dinero más allá de su demanda. Ahora bien, muchas veces se la menciona como un “impuesto”, que es parte de la política fiscal, no monetaria. ¿A qué se refiere esto?
A dos cosas: una de ellas es que la emisión, al menos en el caso argentino actual, tiene como destino financiar el gasto público, cosa que debería hacerse mediante impuestos. La otra es que es una carga que cae sobre las tenencias en efectivo (billetes o cajas de ahorro en bancos), o en depósitos que no rindan una tasa de interés mayor a la de inflación (o mejor dicho la tasa a la que pierde poder adquisitivo la moneda). Aunque la inflación en este sentido golpea a todos, más lo hace a quienes no pueden ahorrar y proteger sus ingresos de alguna forma que evite esa pérdida: los trabajadores en general suelen ser parte de este grupo.
Pero la inflación tiene un impacto adicional, a través del impuesto a las ganancias. Como el mínimo no imponible crece menos que los salarios (impulsados a su vez por el objetivo de, al menos, no perder poder adquisitivo) entonces cada vez más personas están sujetas al pago de este impuesto, o cada vez pagan más si es que pasan de una categoría a otra mayor.
No es de extrañar que exista una extendida protesta gremial sobre esto, la que busca que se eleve ese mínimo de forma tal que muchos trabajadores queden exentos de ese impuesto.
Si bien esa queja es justificable, el argumento es incompleto y no va a la raíz del problema. Todos los sindicalistas demandan esa modificación pero ninguno de ellos dice nada respecto a la verdadera causa de lo que sucede: el gasto público. Es decir, ¿por qué el gobierno no eleva ese mínimo? Pues porque va a recaudar menos y necesita hasta el último peso para cubrir ese gasto ya que ahora incluso está en una situación de déficit fiscal.
Curiosamente, este punto surge, aunque en forma indirecta, de declaraciones de un sindicalista cercano al gobierno. La Nación trae una entrevista a Víctor Santa María, secretario del sindicato de encargados de edificios: http://www.lanacion.com.ar/1687205-victor-santa-maria-este-gobierno-no-esimpositivamente-progresista
Comenta el sindicalista: “A mí el reclamo de Ganancias me parece justo. Personalmente y desde el lugar del trabajador, para mí, no debiera ni existir.”
-¿Qué le diría Cristina si usted se lo sugiriera?
-Me diría: «¿Y de dónde sacamos para la Asignación Universal, para la obra pública, para comprar YPF, para el plan Procrear.?».
Correcto. No sé si eso le diría Cristina, pero debería. Y los sindicalistas, y trabajadores, deberían comprender que tienen que pagar impuestos para pagar el gasto, no solamente el de esos planes sociales o el de YPF, sino también las pérdidas de Aerolíneas Argentinas, el Futbol para Todos y la propaganda oficial entre otras cosas.
Se puede protestar contra los impuestos, pero también habría que hacerlo contra sus causas.