Algunos ya conocerán que desde hace un par de décadas se viene desarrollando un área multidisciplinaria llamada “neuroeconomía”, la que utiliza nuevas tecnologías de escaneo de la actividad cerebral para detectar comportamientos que tengan que ver con la toma de decisiones económicas.
Un área nueva, y compleja, por eso este paper es una gran contribución para tener una idea del desarrollo general del tema y de los principales conceptos que se manejan. Por supuesto, lo que ha de ser más importante para los economistas tiene que ver con el valor y las valoraciones subjetivas, que el artículo trata, pero aquí pongo unos párrafos sobre un tema que los filósofos han estado discutiendo por siglos: la relación entre las emociones y la razón.
El paper es
Daniel Serra. Neuroeconomics and modern neuroscience. 2019. halshs-02160907
“Ahora pensemos en la famosa metáfora imaginada por Platón. La mente es vista como un carro tirado por dos caballos. El cerebro racional es el conductor; Sostiene las riendas y elige dónde corren los caballos. Si los caballos se salen de control, el conductor solo necesita sacar su látigo y reafirmar su autoridad. Uno de los caballos está bien criado y se porta bien, pero incluso el mejor conductor tiene dificultades para controlar al otro caballo. Según Platón, este caballo obstinado representa emociones negativas y destructivas. El trabajo del conductor es evitar que el caballo oscuro corra salvaje y mantener a ambos caballos avanzando. Con esa simple metáfora, la mente era vista como conflictiva, dividida entre la razón y la emoción. Esta doble división de la mente es una de las ideas más consagradas en la cultura occidental. Lehrer (2009, cap. 1) pinta un vasto fresco del pensamiento occidental, desde René Descartes hasta Sigmund Freud, e incluye a Francis Bacon, Auguste Comte y Emmanuel Kant, un gran conjunto de filósofos influyentes que representan diversas formas de esta dualidad. —Hasta la metáfora moderna del cerebro como una computadora propuesta por la psicología cognitiva — para la cual los sentimientos son vistos como antagonistas de la racionalidad. Aristóteles en The Nicomachean Ethics es visto como una excepción al afirmar que la racionalidad no siempre estuvo en conflicto con la emoción. Una de las funciones críticas del pensamiento racional es verificar que las emociones se apliquen de manera inteligente al mundo real; La clave para «cultivar la virtud» era aprender a manejar las propias pasiones. Otra excepción ampliamente conocida es Spinoza, contemporáneo de Descartes, quien al agrupar cuerpo y mente vio las emociones y los sentimientos como un aspecto central de la humanidad29.
Por lo tanto, cuando se abre la «caja negra» del cerebro, encontramos que los caballos (uno que simboliza las emociones negativas y destructivas) y el conductor (que simboliza el cerebro racional) dependen uno del otro. Donde no hay emoción, la razón no existirá. Podemos usar el término «racionalidad» para traducir esta complementariedad entre emoción y razón (Oullier, 2010). Desde un punto de vista económico, este es un hallazgo esencial. No podemos suponer que las decisiones racionales de los agentes económicos estén libres de cualquier interferencia emocional. Esto es justo lo que fue confirmado por una serie de experimentos neuroeconómicos tempranos dentro del programa «economía del comportamiento en el escáner», a raíz de la economía del comportamiento.”