La influencia de la literatura y el sistema monetario en Harry Potter: ¿moneda metálica fiduciaria?

Hace unos años, Armando de la Torre, profesor de la Universidad Francisco Marroquín, publicó un libro titulado “100 Obras, 1000 años”, en la cual comentaba los 100 libros de mayor impacto en ese último período, con motivo de alcanzar un nuevo milenio. El libro es muy interesante y su presentación puede verse aquí: https://newmedia.ufm.edu/coleccion/presentacion-libros-economia-politica-liberalismo/presentacion-del-libro-100-obras-1000-anos/

Recuerdo que tiene una clasificación temática y la mayor cantidad de libros se encuentran en la literatura. Claro, puede ser que a partir de la revolución científica, el impacto de otros libros sea mayor, pero no deja de asombrar el peso de la literatura. Sobre este tema se publica un paper en Oxford Open Economics, 2022 https://doi.org/10.1093/ooec/odac004 titulado “Potterian economics”, por Daniel Levy del Department of Economics, Bar-Ilan University y Avichai Snir, Department of Banking and Finance, Netanya Academic College. Es sobre el impacto de los textos de literatura y en particular de Harry Potter.

Entre otras cosas, esto comenta sobre esa famosa saga de libros:

“Los magos utilizan el dinero de las mercancías. Tienen tres tipos de monedas: Galeones de oro, Sickles de plata y Knuts de bronce, donde un Galeón equivale a 17 Sickles y un Hoz a 10 | Oxford Open Economics, 2022 el sistema decimal moderno está en el número de formas en que una libra equivale a 29 Knuts (Rowling, 1998, p. 49). El sistema monetario de los magos es, por lo tanto, similar al antiguo sistema monetario inglés que existió desde la época medieval hasta 1971. En ese sistema, una libra valía 20 chelines y un chelín valía 12 centavos. La similitud también está en los tipos de metales utilizados en la acuñación de las monedas. La libra (también conocida como Guinea) se hizo originalmente de oro, el chelín (originalmente Scilling) se hizo de plata y el centavo (después de 1796) se hizo de cobre. Sin embargo, a pesar de su similitud superficial, el sistema monetario de los magos difiere mucho de su contraparte del mundo real. En primer lugar, mientras que en el antiguo sistema inglés el valor de la libra en relación con el chelín y el penique fluctuaba libremente como resultado de los cambios en los precios relativos del oro, la plata y el cobre, los valores relativos de los galeones, las hoces y los knuts son fijos. . Además, mientras que los valores de las monedas inglesas dependían de la cantidad del metal precioso acuñado en las monedas, los valores de las monedas alfareras son independientes de su tamaño físico y peso. Por ejemplo, cuando se reúnen magos de varios países, parece que el valor de todas las monedas de oro es el mismo, aunque los galeones extranjeros son ‘del tamaño de tapacubos’ (Rowling, 2000, p. 50), lo que sugiere que el dinero alfarero no es homogéneo, una propiedad clave que debería tener el dinero (Levy y Bergen, 1993). Sin embargo, a los Potterianos parece no importarles esto.

Mason & Dunung: entender el sistema monetario internacional para entender los negocios

Con los alumnos de Negocios y Empresas Internacionales de UCEMA vemos el texto de Mason & Dunung y en este caso el sistema monetario y financiero internacional:

¿Por qué las economías necesitan dinero? Este capítulo define el dinero como una unidad de cuenta que se utiliza como medio de intercambio en las transacciones. Sin dinero, las personas y las empresas tendrían más dificultades para obtener (comprar) o intercambiar (vender) lo que necesitan, quieren o hacen. El dinero nos proporciona un medio de intercambio universalmente aceptado. Antes de que el sistema monetario actual pueda apreciarse por completo, es útil mirar hacia atrás en la historia y ver cómo han evolucionado el dinero y los sistemas que gobiernan el uso del dinero. Hace miles de años, la gente tenía que hacer trueques si querían obtener algo. Eso funcionó bien si las dos personas querían lo que tenía la otra. Incluso hoy en día existe el trueque. (El Capítulo 9 «Exportación, importación y abastecimiento global» trata sobre el trueque y el comercio compensatorio modernos). La historia muestra que el antiguo Egipto y Mesopotamia, que abarca la tierra entre los ríos Éufrates y Tigris y es el actual Irak, partes del este de Siria, el suroeste de Irán y el sureste de Turquía, comenzaron a utilizar un sistema basado en las codiciadas monedas de oro. y plata, también conocida como lingotes, que es la forma más pura del metal precioso. Sin embargo, el trueque siguió siendo la forma más común de intercambio y comercio. Las monedas de oro y plata surgieron gradualmente en el uso del comercio, aunque el nivel de contenido de oro y plata puros afectó el valor de las monedas. Solo las monedas que consisten en metales preciosos puros son lingotes; todas las demás monedas se denominan simplemente monedas. Es interesante observar que el oro y la plata duraron muchos siglos como base de la medida económica e incluso en la historia relativamente reciente del patrón oro, que cubriremos en la siguiente sección. Avance rápido dos mil años y el trueque ha sido reemplazado durante mucho tiempo por un sistema basado en moneda. Aun así, ha habido evoluciones solo en el último siglo sobre cómo, a nivel mundial, el sistema monetario ha evolucionado desde el uso de oro y plata para representar la riqueza nacional y el intercambio económico al sistema actual.

El marco institucional del comercio internacional y el sistema monetario. Los tratados de libre comercio y la calidad institucional

Con los alumnos de UCEMA vemos los Caps 5 y 6 del texto de Mason & Dunung, International Business, donde se explica la estructura institucional del sistema comercio, por un lado, y el sistema monetario internacional, por otro. Además de las agencias internacionales como el GATT, FMI, etc,

El comercio internacional (comprende la movilidad de bienes y algunos servicios entre países) es uno de los elementos que generan “competencia institucional”, y si bien es importante, no es el único. A esto se le suma la movilidad de otros factores, como ideas, tecnologías, capitales y gente (migraciones).

No es una sorpresa, entonces, que los países con mejor calidad institucional sean también los más abiertos al comercio internacional. Relacionando la posición relativa que tienen los países en el Índice de Calidad Institucional, con la posición específica que tienen en la categoría “Libertad de comercio”, del Índice de Libertad Económica elaborado por la Fundación Heritage, que considera las barreras tarifarias y no tarifarias existentes en los intercambios internacionales, se ve que existe una clara tendencia a que los países de peor calidad institucional ocupen también las peores posiciones en esta área. Por el contrario, países con mejor calidad institucional también ocupan las posiciones con mayor libertad comercial.

Por supuesto que la correlación no es perfecta, pero la tendencia general es clara.

En cuanto a las posiciones relativas en relación el nivel promedio de las tarifas arancelarias y, barreras no arancelarias, componentes del Índice de Libertad Económica en el Mundo, de los Institutos Fraser y Cato se mantiene la relación, aunque con mayor claridad y menos dispersión en el segundo caso.

La UNCTAD elabora un Índice de Comercio y Desarrollo, que no relacionaremos aquí con el ICI porque incluye ya variables de calidad institucional y nivel de desarrollo, pero los primeros países de ese indicador son Dinamarca, Estados Unidos, Reino Unido, Suecia, Noruega, Japón, Suiza, Alemania, Austria y Canadá, todos ellos entre los primeros veinte países en términos de calidad institucional. El índice cubre 110 países, bastante menos que el ICI, no obstante, es interesante ver cuáles ocupan los últimos diez puestos: Mozambique, Togo, Tanzania, Benín, Sudan, Burkina Faso, Etiopía, Nigeria, Mali y Níger.

Los tratados de libre comercio, si bien no brindan los beneficios de la apertura, cumplen un objetivo “institucional”, ya sea porque fuerzan mejoras institucionales que serían difíciles de implementar a través del sistema político local (México en el TLCAN o NAFTA) o porque consolidan y bloquean reformas ya realizadas (los TLCs firmados por Chile, por ejemplo). En el primer caso, un Acuerdo Comercial Preferencial (ACP) se convierte en un condicionante externo para cambios que resulta difícil alcanzar internamente en países de la baja calidad Institucional y también en una barrera para el deterioro en aquellos de mejor calidad. En el primer caso se lo llama muchas veces “importación de instituciones”. En el segundo, es por el temor a que ese consenso no se obtenga en el futuro, a que políticas puedan deteriorar la calidad institucional, que no funcionen los límites internos, y de esta forma se impone un límite externo que cumple la función de “limite al poder” que la política local no puede alcanzar. Ambos casos implican “atarse las manos”, o tal vez más preciso, comprar límites al poder que la política interna es incapaz de proveer.

En particular, esos tratados (y, por supuesto, más aún el libre comercio unilateral) pueden poner freno a presiones proteccionistas locales, si es que por alguna circunstancia prefieren una limitación a la capacidad de lobby que puedan tener productores locales.

La caída del patrón y la evolución del sistema monetario internacional: mercados cambiarios y su impacto en los negocios

Con los alumnos de Negocios Internacionales de UCEMA vemos un par de capítulos del libro International Business, de Mason & Dunung, donde explican en forma breve y sencilla la evolución del sistema monetario internacional y su impacto en los negocios.

La caida del patrón oro fue bendecida por muchos por creer que era un sistema vetusto que impedía a los gobiernos tener «flexibilidad». Sin embargo, esa era su principal virtud, ya que la existencia de un patrón global común no solamente generaba monedas estables en cada uno de los países, o al menos más estables de lo que tuvimos después, sino que evitaba los problemas y costos que generan operar con muy distintos tipos de cambios en las operaciones globales.

En última instancia, el patrón oro era una moneda común, aunque tuviera distintas denominaciones y eliminaba tal cosas como los tipos de cambio. En definitiva, habría una relación, digamos, entre la libra esterlina y el dólar, pero se refería simplemente a la cantidad de metal en una moneda u otra. Era una relación de calidad y peso, no de valor, era una relación fija. A menos, por supuesto, que cambiara el contenido metálico de las monedas.

Pero al variarse esto, o al pasar a sustitutos monetarios (moneda papel), la relación entre estos sustitutos y el metal pudo cambiar y con ello entonces ya los «tipos de cambio» estuvieron relacionados con el valor, no ya con la calidad y el peso.

Y a partir de allí empezó a ser necesario tener contabilidades en distintas monedas, tener coberturas para los riesgos cambiarios y expertos que supieras manejar algo tan complicado.

En otras palabras «aumentaron los costos de transacción». Así y todo la globalización ha avanzado y se ha desarrollado un sofisticado mercado cambiario y de capitales, pero entendamos que lo que sucede es que el mercado tiende también a buscar soluciones a los problemas que una peor calidad de la moneda genera.

Mises describe el sistema cambiario argentino (control de cambios) como «sistema ilusivo»

De «Reconstrucción Monetaria»:

El patrón ilusivo

El patrón ilusivo se basa en una mentira. El gobierno decreta la existencia de cierta paridad entre la moneda nacional y el oro o las divisas extranjeras. Se da perfecta cuenta del hecho de que en el mercado prevalecen tipos de cambio más bajos que la ilusiva paridad que le place ordenar. Sabe que nada se hace a fin de convertir la paridad ilusiva en una paridad efectiva. Sabe que la convertibilidad no existe. Pero se aferra a su simulación y prohíbe que se celebren operaciones a un tipo que se aparte del ficticio tipo de cambio que ha hecho suyo. Quien compra o vende a cualquiera otro tipo es culpable de un delito y se le castiga severamente.

Si el decreto de que hablamos se hiciera cumplir estrictamente, cesarían todas las operaciones monetarias con los países extranjeros. Por lo tanto, el gobierno da un paso más. Expropia todas las divisas extranjeras que son propiedad de sus ciudadanos e indemniza a los expropiados pagándoles la cantidad de moneda nacional que, de acuerdo con el decreto oficial, equivale a las cantidades de moneda extranjera en su poder que se confiscan. Mediante estas confiscaciones, el gobierno adquiere el monopolio nacional de operar en los cambios con el exterior. En lo sucesivo, es el único vendedor de divisas extranjeras que existe en el país. En acatamiento de su propio decreto, debería vender cambio extranjero al tipo oficial.

En un mercado al que la intervención del gobierno no le crea trabas, predomina la tendencia a establecer y mantener un tipo de cambio tal entre la moneda nacional (A) y la moneda extranjera (B), que carece de importancia el que uno compre o venda mercancías contra A o contra B. Mientras sea posible obtener una utilidad al vender determinada mercancía contra B y volver a venderla contra A, existirá una demanda específica de ciertas cantidades de B, que provendrá de los comerciantes que vendan partidas de A. Esta demanda específica desaparecerá únicamente cuando no sea posible obtener utilidades como consecuencia de las discrepancias de precio entre los precios que se expresen en cada una de dichas dos monedas. El tipo del mercado se mantiene debido al hecho de que ya no existe ventaja para nadie en pagar un mayor precio por la moneda extranjera. El hecho de comprar A contra B o B contra A a un precio superior (cotizado en el primer caso en B y en el segundo en A) que el precio del mercado, no producirá utilidades especiales. Las operaciones de arbitraje tienden a paralizarse a este precio. Este es el proceso que describe la teoría de la paridad del poder adquisitivo, del cambio extranjero.

La política que presuntuosamente se llama control de los cambios sobre el exterior trata de contrarrestar el funcionamiento del principio de la paridad del poder adquisitivo y fracasa lamentablemente. Confiscar las divisas extranjeras y pagar por ellas una indemnización inferior a su precio en el mercado equivale a establecer un impuesto a la exportación. Tiende a reducir las exportaciones y, consiguientemente, la suma de divisas extranjeras de que el gobierno no puede apoderarse. Por otra parte, vender cambio extranjero a menos de su precio en el mercado equivale a subsidiar las importaciones y, de ese modo, a aumentar la demanda de moneda extranjera. El patrón ilusivo y su principal instrumento, el control de cambios, dan por resultado un estado de cosas que se califica, con bastante impropiedad, como escasez de divisas extranjeras.

La escasez constituye la característica esencial de un bien económico. Los bienes que no son escasos relativamente a la demanda que existe de ellos, no son bienes económicos, sino bienes libres. A la acción humana no le interesan y la economía no se ocupa de ellos. Ningún precio se cubre por tales bienes libres y nada puede obtenerse a cambio de ellos. Asentar el hecho de que el oro o los dólares son escasos, es enunciar una perogrullada.

El estado de cosas que quieren describir quienes hablan de una escasez de dólares, es el siguiente: a la paridad ficticia, fijada arbitrariamente por el gobierno y aplicada por medio de todo el aparato gubernamental de violencia y coacción, la demanda de dólares resulta superior a la cantidad de éstos que se ofrecen a la venta. Esta situación constituye la consecuencia ineludible de todo intento por parte del gobierno u otro organismo en el sentido de hacer cumplir un precio máximo inferior al nivel en que un mercado sin trabas habría fijado al precio del mercado.

Los ruritanos desearían consumir más artículos extranjeros que los que pueden comprar exportando productos de Ruritania. Constituye una forma bastante torpe de describir esta situación declarar que los ruritanos sufren una escasez de divisas extranjeras. Su apuro es resultado del hecho de que no están produciendo mayor cantidad de cosas y de mejor calidad, ni para el consumo doméstico ni para el extranjero. Si en el mercado libre, el dólar compra 100 rures ruritanos y el gobierno fija una paridad ficticia de 50 rures y trata de hacer que se cumpla mediante el control de los cambios con el exterior, las cosas empeorarán. Las exportaciones de Ruritania disminuirán y la demanda de artículos extranjeros aumentará.

Por supuesto que en ese caso el gobierno ruritano recurrirá a diversas medidas, supuestamente destinadas a “mejorar” la balanza de pagos. Mas no importa qué se ponga en práctica, la “escasez” de dólares no desaparece.

Hoy día el control de los cambios con el exterior representa primordialmente un medio para la expropiación virtual de las inversiones extranjeras. Ha destruido el mercado internacional de capitales y de dinero. Constituye el principal instrumento de la política que persigue eliminar las importaciones y, de esta manera, aislar económicamente a los varios países. Por lo tanto, es uno de los factores más importantes para la decadencia de la civilización occidental. Los historiadores futuros tendrán que ocuparse de él con todo detalle. Al referirse a los problemas monetarios que ofrece la realidad de nuestra época, basta con hacer hincapié en el punto de que es una política destinada al fracaso.