Los escritores, la literatura y la política: el caso de Milan Kundera y Vaclav Havel

Lo que hoy es la República Checa sufrió todo tipo de disrupciones durante el siglo XX. Sus escritores fueron parte, de una forma u otra, de ese proceso y lo reflejaron en su literatura y en sus acciones sociales o políticas. Tal vez los dos más famosos son Milan Kundera, autor entre otros de La insoportable levedad del ser, y Vaclav Havel, quien fuera presidente de la liberada república luego de la caída del comunismo. Los dos escritores, pero con distintas actitudes, y también distinta literatura.

Lo comenta Petr Drulák, ex viceministro de Relaciones Exteriores de la República Checa y embajador en Francia, es profesor de política y relaciones internacionales en la Universidad de Bohemia Occidental, en un artículo de Compact titulado “Why Kundera Never Went Home”: https://compactmag.com/article/why-kundera-never-went-home

“Puede que haya sido el más grande novelista checo desde Kafka, pero Milan Kundera nunca fue muy querido en casa. Los checos lo vieron como el anti-Havel: cuando Havel era un disidente perseguido, Kundera era un tábano establecido; mientras Havel se quedó y sufrió, Kundera emigró y prosperó. Solo empeoró las cosas que Kundera, con mucho inferior moralmente a Havel, fuera con mucho el mejor escritor.”

De la literatura escrita a la literatura oral: la reacción de Borges ante el avance de la ceguera

Por lejos Jorge Luis Borges ha sido el personaje más importante de la literatura argentina del último siglo, o de toda su historia. Una y otra vez vuelven referencias a su obra, y en algunos casos a su persona y su vida. Como en éste, donde se considera su actitud ante el avance de la ceguera y cómo enfrentó tal circunstancia. Aparece en un artículo titulado “Borges Dealt With His Anxiety About Going Blind by Learning a New Language” por Andrew Leland, autor de The Country of the Blind: A Memoir at the End of Sight y columnista de The New York Times Magazine, The New Yorker, McSweeney’s Quarterly, y The San Francisco Chronicle, publicado ahora por Literary Hub: https://lithub.com/borges-dealt-with-his-anxiety-about-going-blind-by-learning-a-new-language/?ref=thebrowser.com

El escritor argentino Jorge Luis Borges perdió la visión, lo que él llamó su “vista de lector y escritor”, casi al mismo tiempo que se convirtió en director de la Biblioteca Nacional de Argentina. Esto lo puso a cargo de casi un millón de libros, observó, en el mismo momento en que ya no podía leerlos.

Borges, que se quedó ciego después de un largo deterioro de la visión cuando tenía cincuenta y cinco años, nunca aprendió braille. En cambio, como Milton, memorizaba largos pasajes de la literatura (la suya propia y la de los escritores que amaba), y tenía compañeros que le leían ya quienes les dictaba sus escritos.

Gran parte de este trabajo —publicó casi cuarenta libros después de quedarse ciego— fue realizado por su anciana madre, Leonor, con quien vivió hasta su muerte a los noventa y nueve años, y quien había hecho el mismo trabajo para el padre de Borges, Jorge Guillermo Borges, un escritor que también se quedó ciego en la mediana edad. (La ceguera de Borges era hereditaria, y su padre y su abuela “ambos murieron ciegos”, dijo Borges, “ciegos, risueños y valientes, como también espero morir”).

Borges mantuvo su puesto como director de la Biblioteca Nacional y se convirtió en profesor de inglés en la Universidad de Buenos Aires. Pero la literatura se había vuelto, para él, enteramente oral.

Borges decidió aprovechar la ocasión de su ceguera para aprender un nuevo idioma, y ​​su descripción del placer de aprender inglés antiguo me recuerda mis primeras incursiones en el aprendizaje de la lectura táctil.”

La influencia de la literatura y el sistema monetario en Harry Potter: ¿moneda metálica fiduciaria?

Hace unos años, Armando de la Torre, profesor de la Universidad Francisco Marroquín, publicó un libro titulado “100 Obras, 1000 años”, en la cual comentaba los 100 libros de mayor impacto en ese último período, con motivo de alcanzar un nuevo milenio. El libro es muy interesante y su presentación puede verse aquí: https://newmedia.ufm.edu/coleccion/presentacion-libros-economia-politica-liberalismo/presentacion-del-libro-100-obras-1000-anos/

Recuerdo que tiene una clasificación temática y la mayor cantidad de libros se encuentran en la literatura. Claro, puede ser que a partir de la revolución científica, el impacto de otros libros sea mayor, pero no deja de asombrar el peso de la literatura. Sobre este tema se publica un paper en Oxford Open Economics, 2022 https://doi.org/10.1093/ooec/odac004 titulado “Potterian economics”, por Daniel Levy del Department of Economics, Bar-Ilan University y Avichai Snir, Department of Banking and Finance, Netanya Academic College. Es sobre el impacto de los textos de literatura y en particular de Harry Potter.

Entre otras cosas, esto comenta sobre esa famosa saga de libros:

“Los magos utilizan el dinero de las mercancías. Tienen tres tipos de monedas: Galeones de oro, Sickles de plata y Knuts de bronce, donde un Galeón equivale a 17 Sickles y un Hoz a 10 | Oxford Open Economics, 2022 el sistema decimal moderno está en el número de formas en que una libra equivale a 29 Knuts (Rowling, 1998, p. 49). El sistema monetario de los magos es, por lo tanto, similar al antiguo sistema monetario inglés que existió desde la época medieval hasta 1971. En ese sistema, una libra valía 20 chelines y un chelín valía 12 centavos. La similitud también está en los tipos de metales utilizados en la acuñación de las monedas. La libra (también conocida como Guinea) se hizo originalmente de oro, el chelín (originalmente Scilling) se hizo de plata y el centavo (después de 1796) se hizo de cobre. Sin embargo, a pesar de su similitud superficial, el sistema monetario de los magos difiere mucho de su contraparte del mundo real. En primer lugar, mientras que en el antiguo sistema inglés el valor de la libra en relación con el chelín y el penique fluctuaba libremente como resultado de los cambios en los precios relativos del oro, la plata y el cobre, los valores relativos de los galeones, las hoces y los knuts son fijos. . Además, mientras que los valores de las monedas inglesas dependían de la cantidad del metal precioso acuñado en las monedas, los valores de las monedas alfareras son independientes de su tamaño físico y peso. Por ejemplo, cuando se reúnen magos de varios países, parece que el valor de todas las monedas de oro es el mismo, aunque los galeones extranjeros son ‘del tamaño de tapacubos’ (Rowling, 2000, p. 50), lo que sugiere que el dinero alfarero no es homogéneo, una propiedad clave que debería tener el dinero (Levy y Bergen, 1993). Sin embargo, a los Potterianos parece no importarles esto.

Cuando la literatura configura la realidad: un cuento que Borges escribió hace setenta y tres años

Tendría que haberlo publicado la semana pasada…

Un cuento corto de Borges, escrito un 3 de enero:

“Tema del traidor y del héroe” (Artificios, 1944; Ficciones, 1944)

So the Platonic Year

Whirls out new right and wrong,

Whirls in the old instead;

All men are dancers and their tread

Goes to the barbarous clangour of a gong.

B. Yeats: The Tower.

 

“Bajo el notorio influjo de Chesterton (discurridor y exornador de elegantes misterios) y del consejero áulico Leibniz (que inventó la armonía preestablecida), he imaginado este argumento, que escribiré tal vez y que ya de algún modo me justifica, en las tardes inútiles. Faltan pormenores, rectificaciones, ajustes; hay zonas de la historia que no me fueron reveladas aún; hoy, 3 de enero de 1944, la vislumbro así.

La acción transcurre en un país oprimido y tenaz: Polonia, Irlanda, La república de Venecia, algún estado sudamericano o balcánico… Ha transcurrido, mejor dicho, pues aunque el narrador es contemporáneo, la historia referida por él ocurrió al promediar o al empezar el siglo XIX. Digamos (para comodidad narrativa) Irlanda; digamos 1824. El narrador se llama Ryan; es bisnieto del joven, del heroico, del bello, del asesinado Fergus Kilpatrick, cuyo sepulcro fue misteriosamente violado, cuyo nombre ilustra los versos de Browning y de Hugo, cuya estatua preside un cerro gris entre ciénagas rojas.

Kilpatrick fue un conspirador, un secreto y glorioso capitán de conspiradores; a semejanza de Moises que, desde la tierra de Moab, divisó y no pudo pisar la tierra prometida, Kilpatrick pereció en la víspera de la rebelión victoriosa que había premeditado y soñado. Se aproxima la fecha del primer centenario de su muerte; las circunstancias del crimen son enigmáticas; Ryan, dedicado a la redacción de una biografía del héroe, descubre que el enigma rebasa lo puramente policial. Kilpatrick fue asesinado en un teatro; la policía británica no dio jamás con el matador; los historiadores declaran que ese fracaso no empaña su buen crédito, ya que tal vez lo hizo matar la misma policía. Otras facetas del enigma inquietan a Ryan. Son de carácter cíclico: parecen repetir o combinar hechos de remotas regiones, de remotas edades. Así, nadie ignora que los esbirros que examinaron el cadáver del héroe, hallaron una carta cerrada que le advertían el riesgo de concurrir al teatro, esa noche; también Julio César, al encaminarse al lugar donde lo aguardaban los puñales de sus amigos, recibió un memorial que no llegó a leer, en que iba declarada la traición, con los nombres de los traidores. La mujer de César, Calpurnia, vio en sueños abatir una torre que le había decretado el Senado; falsos y anónimos rumores, la víspera de la muerte de Kilpatrick, publicaron en todo el país el incendio de la torre circular de Kilgarvan, hecho que pudo parecer un presagio, pues aquél había nacido en Kilvargan. Esos paralelismos (y otros) de la historia de César y de la historia de un conspirador irlandés inducen a Ryan a suponer una secreta forma del tiempo, un dibujo de líneas que se repiten. Piensa en la historia decimal que ideó Condorcet; en las morfologías que propusieron Hegel, Spengler y Vico; en los hombres de Hesíodo, que degeneran desde el oro hasta el hierro. Piensa en la transmigración de las almas, doctrina que da horror a las letras célticas y que el propio César atribuyó a los druidas británicos; piensa que antes de ser Fergus Kilpatrick, Fergus Kilpatrick fue Julio César. DE esos laberintos circulares lo salva una curiosa comprobación, una comprobación que luego lo abisma en otros laberintos más inextricables y heterogéneos: ciertas palabras de un mendigo que conversó con Fergus Kilpatrick en día de su muerte, fueron prefiguradas por Shakespeare, en la tragedia de Macbeth. Que la historia hubiera copiado a la historia ya era suficientemente pasmoso; que la historia copie a la literatura es inconcebible… Ryan indaga que en 1814, James Alexander Nolan, el más antiguo de los compañeros del héroe, había traducido al gaélico los principales dramas de Shakespeare; entre ellos, Julio César. También descubre en los archivos un artículo manuscrito de Nolan sobre los Festpiele de Suiza: vastas y errantes representaciones teatrales, que requieren miles de actores y que reiteran hechos históricos en las mismas ciudades y montañas donde ocurrieron. Otro documento inédito le revela que, pocos días antes del fin, Kilpatrick, presidiendo el último cónclave, había firmado la sentencia de muerte de un traidor, cuyo nombre ha sido borrado. Esta sentencia no coincide con los piadosos hábitos de Kilpatrick. Ryan investiga el asunto (esa investigación es uno de los hiatos del argumento) y logra descifrar el enigma.

Kilpatrick fue ultimado en un teatro, pero de teatro hizo también la entera ciudad, y los actores fueron legión, y el drama coronado por su muerte abarcó muchos días y muchas noches. He aquí lo acontecido:

El 2 de agosto de 1824 se reunieron los conspiradores. El país estaba maduro para la rebelión; algo, sin embargo, fallaba siempre: algún traidor había en el cónclave. Fergus Kilpatrick había encomendado a James Nolan el descubrimiento del traidor. Nolan ejecutó su tarea: anunció en pleno cónclave que el traidor era el mismo Kilpatrick. Demostró con pruebas irrefutables la verdad de la acusación; los conjurados condenaron a muerte a su presidente. Éste firmó su propia sentencia, pero imploró que su castigo no perjudicara a la patria.

Entonces Nolan concibió un extraño proyecto. Irlanda Idolatraba a Kilpatrick; la más tenue sospecha de su vileza hubiera comprometido la rebelión; Nolan propuso un plan que hizo de la ejecución del traidor un instrumento para la emancipación de la patria. Sugirió que el condenado muriera a manos de un asesino desconocido, en circunstancias deliberadamente dramáticas, que se grabaran en la imaginación popular y que apresuraran la rebelión. Kilpatrick juró colaborar en ese proyecto, que le daba ocasión de redimirse y que rubricaría su muerte.

Nolan, urgido por el tiempo, no supo íntegramente inventar las circunstancias de la múltiple ejecución; tuvo que plagiar a otro dramaturgo, al enemigo inglés William Shakespeare. Repitió escenas de Macbeth , de Julio César. La pública y secreta representación comprendió varios días. El condenado entró en Dublin, discutió, obró, rezó, reprobó, pronunció palabras patéticas, y cada uno de esos actos que reflejaría la gloria, había sido prefigurado por Nolan. Centenares de actores colaboraron con el protagonista; el rol de algunos fue complejo; el de otros, momentáneo. Las cosas que dijeron e hicieron perduran en los libros históricos, en la memoria apasionada de Irlanda. Kilpatrick, arrebatado por ese minucioso destino que lo redimía y que lo perdía, más de una vez enriqueció con actos y con palabras improvisadas el texto de su juez. Así fue desplegándose en el tiempo el populoso drama, hasta que el 6 de agosto de 1824, en un palco de funerarias cortinas que prefiguraba el de Lincoln, un balazo anhelado entró en el pecho del traidor y del héroe, que apenas pudo articular, entre dos efusiones de brusca sangre, algunas palabras previstas.

En la obra de Nolan, los pasajes imitados de Shakespeare son los menos dramáticos; Ryan sospecha que el autor los intercaló para que una persona, en el porvenir, diera con la verdad. Comprende que él también forma parte de la trama de Nolan… Al cabo de tenaces cavilaciones, resuelve silenciar el descubrimiento. Publica un libro dedicado a la gloria del héroe; también eso, tal vez, estaba previsto.”

Literatura y Libertad: Nuevo texto por Unión Editorial sobre Borges, Vargas Llosa y Octavio Paz

Gracias a la iniciativa de Angel Soto, Unión Editorial ha publicado una serie de ensayos sobre Literatura y Libertad, donde apareceré uno mío sobre Jorge Luis Borges.

Borges

Va el texto de la invitación a la presentación que tendrá lugar en Lima, Perú: BORGES, PAZ, VARGAS LLOSA: Literatura y Libertad en Latinoamérica, editado por Ángel Soto (Instituto Democracia y Mercado, Chile), con ensayos de Martín Krause (Universidad de Buenos Aires, Argentina), Carlos Sabino (Universidad Francisco Marroquín, Guatemala), Héctor Ñaupari (Instituto de Estudios de la Acción Humana, Perú) y el editor. Presentará el libro el distinguido pensador, periodista y político hispano cubano Carlos Alberto Montaner, Director de Firmas Press, Presidente de la Unión Liberal Cubana y Vicepresidente de la Internacional Liberal.

El evento de la presentación se anuncia aquí: https://www.facebook.com/events/1563836447190052/

Un extracto del texto:

“Borges y la política han dado mucho que hablar, pero la atención que sus opiniones generaran se ha centrado generalmente en la anécdota de aquél personaje que poca atención le prestaba a las noticias diarias, y que basaba buena parte de su consideración en criterios estéticos, y particularmente épicos: desde su admiración por los militares patrios y su lucha por la independencia y libertad argentinas hasta su afiliación al Partido Conservador porque sólo los caballeros se suman a las causas perdidas.

Lamentablemente estas opiniones políticas le costaron el premio Nobel , negado por quienes prefirieron dar prioridad en la entrega de un premio literario a lo “políticamente correcto” en lugar de lo literariamente extraordinario.

Sin embargo, y pese a que pueden encontrarse en su historia decisiones y opiniones políticas diversas, y hasta contrapuestas, es opinión de quien escribe que existe una clara filosofía política en Borges, consistente y reconocida, la que se mantuvo durante el transcurso de su larga vida sin modificaciones y es intención de este artículo presentarla. ¿Cómo puede una filosofía política consistente llevar a decisiones políticas que no lo son e incluso algunas contradijeran a esa misma filosofía? La respuesta que se propone es que si la primera era consistente las segundas se basaban en esos otros criterios que las llevaron, lamentablemente, a diferir de los principios.

Los elementos centrales de la filosofía política de Borges se ajustan en forma muy clara a principios filosóficos asociados con el liberalismo clásico e incluso con un sesgo de lo que ahora se ha dado en llamar “libertarianismo”, el que, a diferencia del primero, no propone un Estado limitado sino que cuestiona hasta su misma existencia sin que esto signifique caer en el anarquismo, entendido éste como “ausencia de normas”. Algo más cercano a lo que ahora suele denominarse “anarco-capitalismo”, que propone la eliminación del “monopolio” del Estado y la provisión de sus servicios en competencia.”