Confianza hacia los inmigrantes: no parece que rechacemos a venezolanos y cubanos

América Latina ha estado viendo un gran movimiento migratorio, diferente al habitual: solía ser de los países de AL, particularmente de Centroamérica, hacia Estados Unidos y Canadá. Pero luego, el gobierno venezolano comenzó uno nuevo: los venezolanos huyeron de los efectos de sus políticas a muchos, si no a todos, los países de Los Ángeles. ¿Y cuál es el impacto de estos migrantes en los países de LA?

En un interesante artículo “Trust towards migrants”, by Néstor  Gandelman, Universidad ORT Uruguay and Diego Lamé, they show, los uruguayos estarían entre los más receptivos. https://dspace.ort.edu.uy/bitstream/handle/20.500.11968/4343/documentodeinvestigacion128.pdf

“La reciente ola de inmigración venezolana y cubana se ha hecho notar en la población en general. Si bien el clima general no es de xenofobia abierta, hay signos de insatisfacción de algunos uruguayos considerando que los recién llegados están aceptando trabajos relativamente poco calificados en una economía con tasas de desempleo crecientes, así como preocupaciones sobre la carga potencial que podrían imponer a la sociedad del país. sistema de seguridad en un contexto de déficits presupuestarios récord. Por otro lado, existe una percepción pública de que estas oleadas de inmigrantes, tanto venezolanos como cubanos, son en general muy trabajadores, subempleados y bondadosos. La encuesta Latinobarómetro 2018 preguntó si la llegada de inmigrantes al país había sido beneficiosa o perjudicial para los encuestados y sus familias. En Uruguay, el 45 por ciento de los encuestados consideró que la llegada de inmigrantes los perjudicó. Si bien esta es una cifra alarmante, Paraguay es el único país latinoamericano en el que la inmigración se ve en mejores términos relativos. En Argentina, el 61 por ciento de los entrevistados piensa que los inmigrantes son dañinos, y en Perú, el 72 por ciento. La mayor preocupación se da en Colombia y Ecuador, con más del 80 por ciento de la población declarando que los inmigrantes les afectan negativamente.”

Pero si miramos al ultimo informe de Latinobrómetro, las cosas no están tan mal:

2020
Positivo/Negativo: Recibir inmigrantes de países fuera de América Latina
Por favor, para cada una de las afirmaciones siguientes sobre los inmigrantes,las personas de otros países que vienen a vivir a (PAÍS) deme su opinion, lo encuentra muy positivo (1), algo positivo (2), algo negativo (3), muy negativo (4). Recibir inmigrantes de países fuera de América Latina
Identificación del País
Categoría Total  Argentina  Bolivia  Brasil  Chile  Colombia  Costa Rica  Rep. Dominicana  Ecuador
Muy positivo 11,0% 12,2% 4,7% 6,2% 5,5% 8,3% 8,4% 18,7% 7,1%
Algo positivo 41,5% 49,2% 33,8% 51,9% 47,6% 31,2% 43,4% 39,7% 35,9%
Algo negativo 31,5% 25,6% 38,8% 35,7% 37,2% 33,4% 33,4% 27,6% 39,9%
Muy negativo 16,0% 13,1% 22,7% 6,2% 9,7% 27,0% 14,9% 14,0% 17,2%
(N) 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0%

 

El Salvador  Guatemala  Honduras  México  Nicaragua  Panamá  Paraguay  Perú  Uruguay  Venezuela
22,8% 8,0% 20,2% 6,4% 16,3% 9,2% 5,0% 4,8% 18,7% 19,5%
44,0% 25,5% 39,8% 35,9% 43,8% 34,5% 56,1% 37,1% 50,8% 45,6%
24,2% 38,3% 21,9% 45,5% 28,7% 36,1% 23,2% 35,6% 17,8% 21,5%
9,0% 28,3% 18,1% 12,1% 11,2% 20,2% 15,6% 22,6% 12,7% 13,4%
0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0%

Cambio climático, agricultura y el uso del agua. La clave: derechos de propiedad claramente definidos

El cambio climático ha puesto en discusión el impacto que tiene la agricultura sobre la disponibilidad de agua. Por cierto que un dato a tener en cuenta es que cada vez se necesita una superficie de tierra menor para obtener los mismos niveles de producción agrícola. En relación al agua, el National Bureau of Economic Research (NBER) llevó adelante un proyecto de investigación que dio como resultado un conjunto de trabajos. Aquí son resumidos por Gary D. Libecap y Ariel Dinar con el título “American Agriculture, Water Resources, and Climate Change” NBER Working Paper No. 30290: http://www.nber.org/papers/w30290

Gary D. Libecap es Distinguished Professor, Bren School of Environmental Science and Management Distinguished Professor of Economics University of California, Santa Barbara (Emeritus)

 

“Debido a que el cambio climático es un proceso global con importantes impedimentos de acción colectiva internacional para la mitigación (Libecap 2014), es probable que su desarrollo posterior sea inexorable. Sin embargo, la investigación incluida aquí indica que es probable que la agricultura y las existencias de alimentos, fibras, otros productos y exportaciones de EE. UU., así como el empleo y la viabilidad relacionados de las comunidades rurales sean resilientes. Hay muchos márgenes de adaptación y los agricultores tienen incentivos para explotarlos.

Los estudios se centran en un subconjunto de opciones de adaptación y brindan ejemplos de posibles direcciones disponibles para diferentes tipos de fincas, regiones y situaciones hídricas. En general, la investigación indica que las respuestas examinadas conducen a cambios positivos en el desempeño del sector agrícola a nivel regional o estatal analizado en términos de rendimiento o ingresos netos. Sin embargo, una evaluación completa de costo-beneficio de las estrategias de adaptación de los agricultores incluiría cualquier costo externo asociado con nuevas variedades de cultivos y semillas, tecnologías de riego eficientes en agua, recurso a aguas subterráneas comunes, inversión en sistemas de conducción de agua y diseño e implementación de nuevos arreglos institucionales.

En el caso de las aguas subterráneas, donde los derechos de propiedad son relativamente completos, como los derechos de extracción negociables del acuífero Mojave del sur de California (Ayres et al 2021) o donde existen instituciones de gestión, como en los distritos de gestión de aguas subterráneas en Nebraska (Edwards 2016), las pérdidas pueden ser mínimas. Las externalidades son más significativas cuando faltan estas condiciones. El aumento de la aplicación de fertilizantes y la escorrentía aguas abajo asociada es un ejemplo, y cuando los costos no se internalizan de forma privada, el uso de fertilizantes puede ser excesivo dentro de un marco de costo/beneficio. Alternativamente, cuando los agricultores adoptan servidumbres con beneficios aguas abajo, no todas las ganancias se capturan de forma privada, lo que resulta en una subadopción. En estos aspectos, la investigación puede verse como parte de una agenda emergente y crítica para el análisis de la adaptación en el sector agrícola a una mayor escasez de agua como resultado del cambio climático.”

El dilema del samaritano: el lado oscuro de la ayuda social, menor esfuerzo, ahorro y riqueza

¿Los programas sociales ayudan o perjudican? Muchos entienden que son necesarios para paliar la difícil situación en que se puedan encontrar aquellos en situaciones de pobreza. Es muy poco correcto políticamente hablar de los problemas que esa ayuda pueda generar. Este tema es tratado en un paper por Stefano Dughera y Alain Marciano, de la Universidad de Torino, titulado Altruism and Strategic Courage. Inside Buchanan’s Samaritan’s Dilemma”. 2022. https://hal.archives-ouvertes.fr/hal-03684249

“El dilema del samaritano se ha investigado en gran medida, con frecuencia asumiendo que los samaritanos ayudan a los destinatarios por altruismo. Sin embargo, Buchanan no hizo ninguna suposición de comportamiento con respecto a los motivos del samaritano. En este artículo, introducimos explícitamente este supuesto en el modelo original de Buchanan y analizamos cómo esto cambia la naturaleza del juego. Mostramos que el altruismo por sí solo no explica el dilema. Debe introducirse un parámetro que capte la desutilidad que siente el samaritano cuando ayuda a alguien que no corresponde a su benevolencia para dar sentido a la versión diferente del dilema del samaritano de Buchanan. También mostramos que el dilema del samaritano es un resultado evolutivo estable, lo que confirma las intuiciones de Buchanan. Finalmente, un tercer punto importante presentado en el documento es que cuanto más altruistas son los samaritanos, es menos probable que muestren el tipo de coraje estratégico previsto por Buchanan, que es uno de los rasgos más importantes que los samaritanos deben mostrar para evitar quedar atrapado en un dilema.”

Así comienza:

“El samaritanismo, la benevolencia, ayudar a las personas necesitadas, tratando de aliviar sus agravios a través de ayudas y donaciones, se considera como uno de los principales deberes morales sobre los que descansan —o deberían descansar— nuestras sociedades, un deber del que no debemos tratar de eludir por el bien y el bienestar de todos. todos. Esto parece directamente obvio y, sin embargo, no lo es. Parafraseando el título de un libro de Steve Corbett y Brian Fikkert (2014), “ayudar duele”. A pesar de un alivio a corto plazo, los beneficiarios de ayuda o caridad, regalos o transferencias pierden la confianza en sí mismos, trabajan y ahorran menos y adoptan comportamientos más riesgosos. Como consecuencia, su riqueza disminuye en lugar de aumentar, su situación se deteriora en lugar de mejorar y terminan dependiendo cada vez más de la ayuda externa. Además, atraídas por los efectos positivos a corto plazo de la ayuda, otras personas necesitadas también piden ayuda. La consecuencia negativa es que la ayuda y la caridad se propagan. De hecho, la ayuda da a luz a “bienes comunes trágicos” (Schmidtz, 2000, 686), crea un “riesgo de caridad” (ver Raschky y Weck-Hannemann, 2007; Browne y Hoyt, 2000; Smetters, 2003), o, como dijo Buchanan it (1975a), atrapa tanto al ayudante —el “samaritano”— como al receptor en un “dilema del samaritano”.

En medio de la ola de calor, Europa puede festejar algo: ya dejaron de trabajar este año para pagar impuestos

Si los europeos están sufriendo una terrible ola de calor durante su verano, de algo pueden sentirse aliviados, han superado el tiempo del año que se pasaron trabajando para el estado, para pagar sus impuestos y cargas. Esto es lo que muestra el estudio realizado anualmente por el Institut Economique Molinari, que se titula:  “La pression sociale et fiscale réelle du salarié moyen au sein de l’UE en 2022” por Nicolas Marques, Cécile Philippe y James Rogers: https://www.institutmolinari.org/wp-content/uploads/2022/07/etude-fardeau-fiscal-eu-2022.pdf

Pero la buena noticia es que la tendencia de los últimos años es hacia abajo, aunque no mucho:

“En 2022, la tasa impositiva efectiva para los empleados es del 44,2 % en la UE de los 27, un 0,3 % menos que a 2021 y un 1,4% respecto al pico de 2014. Los distintos gobiernos europeos se han resistido la tentación de aumentar los impuestos para cubrir los déficits creados por la crisis sanitaria.

Concretamente, un empleado medio que genera 100 € de ingresos antes de tasas e impuestos soporta 44,20 € deducciones obligatorias en 2022. En definitiva, puede disponer de 55,80€ de poder adquisitivo a su antojo real. Esto supone 0,31 € más que en 2021 y 1,41 € más que en 2014.

Durante un año, 16 países de la UE registraron una caída de las tasas en un contexto de estancamiento salarios medios. En 14 países, esta reducción permite recuperar al menos un día de libertad fiscales y sociales. Este es el caso de Austria, Bélgica, Estonia, Finlandia y Suecia (+1 día), en España, en Francia, Luxemburgo, Polonia y República Checa (+2 días), Eslovenia (+4 días), Hungría e Irlanda (+6 días) e Italia (+10 días).

Hungría vuelve a mejorar su posicionamiento. Gracias a una mayor reducción de contribuciones a la seguridad social de los empleadores al 13% del bruto (en comparación con el 15% en 2021), los empleados húngaros celebran su día de la liberación fiscal y social 6 días antes que en 2021. Campeona de Europa de impuestos en la primera edición de este estudio, en 2010, Hungría pasó del «peor» puesto al décimo lugar en 13 años.

Los empleados irlandeses también obtienen 6 días de libertad fiscal y social, gracias en particular a los ajustes de tramos y nuevos créditos fiscales.”

Frederic Bastiat y John Stuart Mill sobre lo que se ve y lo que no se ve, la demanda y la producción

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico y Social de UCEMA vemos a Jean Baptiste Say y en forma optativa dos grandes economistas clásicos. Uno de ellos es John Stuart Mill, de quien leemos su visión de la Ley de Say. Mill fue el economista clásico más influyente de la segunda mitad del siglo XIX. Y vemos también a un economista menos comentado pero también de impacto más general.

Frederic Bastiat (1801-1850) fue un gran divulgador y polemista. Sus trabajos, por supuesto, no son ‘académicos’, pero eso no implica que no estén basados en ideas que lo son. Pero he aquí una breve colección de sus artículos con el título de “Lo que se ve y lo que no se ve”: http://www.hacer.org/pdf/seve.pdf

Es particularmente importante para los estudiantes de Economía ya que se trata de aprender las consecuencias de las acciones humanas más allá de sus efectos inmediatos. Por ejemplo, y en relación a lo que analizara Say, esto dice Bastiat en un artículo titulado “El cristal roto”:

“¿Ha sido usted alguna vez testigo de la cólera de un buen burgués Juan Buenhombre, cuando su terrible hijo acaba de romper un cristal de una ventana? Si alguna vez ha asistido a este espectáculo, seguramente habrá podido constatar que todos los asistentes, así fueran éstos treinta, parecen haberse puesto de acuerdo para ofrecer al propietario siempre el mismo consuelo: « La desdicha sirve para algo. Tales accidentes hacen funcionar la industria. Todo el mundo tiene que vivir. ¿Qué sería de los cristaleros, si nunca se rompieran cristales?

Mas, hay en esta fórmula de condolencia toda una teoría, que es bueno sorprender en flagrante delito, en este caso muy simple, dado que es exactamente la misma que, por desgracia, dirige la mayor parte de nuestras instituciones económicas. Suponiendo que haya que gastar seis francos para reparar el destrozo, si se quiere decir que el accidente hace llegar a la industria cristalera, que ayuda a dicha industria en seis francos, estoy de acuerdo, de ninguna manera lo contesto, razonamos justamente. El cristalero vendrá, hará la reparación, cobrará seis francos, se frotará las manos y bendecirá de todo corazón al terrible niño. Esto es lo que se ve.

Pero si, por deducción, se llega a la conclusión, como a menudo ocurre, que es bueno romper cristales, que esto hace circular el dinero, que ayuda a la industria en general, estoy obligado a gritar: ¡Alto ahí! Vuestra teoría se detiene en lo que se ve, no tiene en cuenta lo que no se ve.

No se ve que, puesto que nuestro burgués a gastado seis francos en una cosa, no podrá gastarlos en otra. No se ve que si él no hubiera tenido que reemplazar el cristal, habría reemplazado, por ejemplo, sus gastados zapatos o habría añadido un nuevo libro a su biblioteca. O sea, hubiera hecho de esos seis francos un uso que no efectuará.

Hagamos las cuentas para la industria en general. Estando el cristal roto, la industria cristalera es favorecida con seis francos; esto es lo que se ve. Si el cristal no se hubiera roto, la industria zapatera (o cualquier otra) habría sido favorecida con seis francos. Esto es lo que no se ve.

Y si tomamos en consideración lo que no se ve que es un efecto negativo, tanto como lo que se ve, que es un efecto positivo, se comprende que no hay ningún interés para la industria en general, o para el conjunto del trabajo nacional, en que los cristales se rompan o no.

Hagamos ahora las cuentas de Juan Buenhombre. En la primera hipótesis, la del cristal roto, él gasta seis francos, y disfruta, ni más ni menos que antes, de un cristal. En la segunda, en la que el accidente no llega a producirse, habría gastado seis francos en calzado y disfrutaría de un par de buenos zapatos y un cristal.

O sea, que como Juan Buenhombre forma parte de la sociedad, hay que concluir que, considerada en su conjunto, y hecho todo el balance de sus trabajos y sus disfrutes, la sociedad ha perdido el valor de un cristal roto. Por donde, generalizando, llegamos a esta sorprendente conclusión: « la sociedad pierde el valor de los objetos destruidos inútilmente, » — y a este aforismo que pondrá los pelos de punta a los proteccionistas: «Romper, rasgar, disipar no es promover el trabajo nacional, » o más brevemente: « destrucción no es igual a beneficio. »

¿Qué dirá usted, Moniteur Industriel, que dirán ustedes, seguidores de este buen Sr. De Saint-Chamans, que ha calculado con tantísima precisión lo que la industria ganaría en el incendio de París, por todas las casas que habría que reconstruir? Me molesta haber perturbado sus ingeniosos cálculos, tanto más porque ha introducido el espíritu de éstos en nuestra legislación. Pero le ruego que los empiece de nuevo, esta vez teniendo en cuenta lo que no se ve al lado de lo que se ve. Es preciso que el lector se esfuerce en constatar que no hay solamente dos personajes, sino tres, en el pequeño drama que he puesto a su disposición. Uno, Juan Buenhombre, representa el Consumidor, obligado por el destrozo a un disfrute en lugar de a dos. El otro, en la figura del Cristalero, nos muestra el Productor para el que el accidente beneficia a su industria. El tercero es el zapatero, (o cualquier otro industrial) para el que el trabajo se ve reducido por la misma causa. Es este tercer personaje que se deja siempre en la penumbra y que, personificando lo que no se ve, es un elemento necesario en el problema. Es él quien enseguida nos enseñará que no es menos absurdo el ver un beneficio en una restricción, que no es sino una destrucción parcial. — Vaya también al fondo de todos los argumentos que se hacen en su favor, y no encontrará que otra forma de formular el dicho popular: «¿Que sería de los cristaleros, si nunca se rompieran cristales?”

Jean Baptiste Say, sobre la relación entre la producción y el consumo, y el motor de la economía

Los alumnos de UCEMA, Historia del Pensamiento Económico y Social leen a Jean Baptiste Say (1767-1832), un ‘clásico’ francés quien nunca debe haber sospechado la importancia que adquiriría en la política económica del siglo XX. Seguramente han conocido la famosa “Ley de Say” presentada como “toda oferta crea su propia demanda”. Desde el punto de vista, digamos, del ‘marketing’, la frase parece absurda; nadie tiene garantizado que simplemente por ofrecer algo exista alguien que esté dispuesto a comprarlo. Pero, ¿es eso lo que dijo Say?, o ¿es eso lo que quiso decir?

La lectura es sobre el capítulo de su libro ‘Tratado de Economía Política’ donde precisamente presenta esta idea:

Jean Baptise Say, A treatise on political economy, capítulo XV «Of the demand of market for products»: http://www.econlib.org/library/Say/sayT15.html#Bk.I,Ch.XV

En castellano: http://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/33_10_Say.pdf

“Una persona que dedique su esfuerzo a invertir en objetos de valor que tienen determinada utilidad no puede pretender que otros individuos aprecien y paguen por ese valor, a menos que dispongan de los medios para comprarlo. Ahora bien, ¿en qué consisten estos medios? Son los valores de otros productos que también son fruto de la industria, el capital y la tierra. Esto nos lleva a una conclusión que, a simple vista, puede parecer paradójica: es la producción la que genera la demanda de productos.”

“Si un comerciante dijera: «No quiero recibir otros productos a cambio de mi lana; quiero dinero», sería sencillo convencerlo de que sus clientes no podrían pagarle en dinero si antes no lo hubieran conseguido con la venta de algún bien propio. Un agricultor podrá comprar su lana si tiene una buena cosecha. La cantidad de lana que demande dependerá de la abundancia o escasez de sus cultivos. Si la cosecha se pierde, no podrá comprar nada. Tampoco podrá el comerciante comprar lana ni maíz a menos que se las ingenie para adquirir además lana o algún otro artículo con el cual hacer la compra. El comerciante dice que sólo quiere dinero. Yo digo que en realidad no quiere dinero, sino otros bienes. De hecho, ¿para qué quiere el dinero? ¿No es acaso para comprar materias primas o mercaderías para su comercio, o provisiones para su consumo personal? Por lo tanto, lo que quiere son productos, y no dinero. La moneda de plata que se reciba a cambio de la venta de productos propios, y que se entregue en la compra de los de otras personas, cumplirá más tarde la misma función entre otras partes contratantes, y así sucesivamente. De la misma manera que un vehículo público transporta en forma consecutiva un objeto tras otro. Si no puede encontrar un comprador, ¿diría usted que es solamente por falta de un vehículo donde transportarlo? Porque, en última instancia, la moneda no es más que un agente que se emplea en la transferencia de valores. Su utilidad deriva de transferir a sus manos el valor de los bienes que un cliente suyo haya vendido previamente, con el propósito de comprarle a usted. De la misma manera, la próxima compra que usted realice transferirá a un tercero el valor de los productos que usted anteriormente haya vendido a otros. De esta manera, tanto usted como las demás personas compran los objetos que necesitan o desean con el valor de sus propios productos, transformados en dinero solamente en forma temporaria. De lo contrario, ¿cómo es posible que la cantidad de bienes que hoy se venden y se compran en Francia sea cinco o seis veces superior a la del reinado miserable de Carlos VI? ¿No es evidente que deben haberse producido cinco o seis veces más bienes, y que deben haber servido para comprarse unos a otros?”

Y aquí el párrafo que diera lugar a esa interpretación llamada “Ley de Say”. ¿Parece tan ilógico como alguien (¿quién?) lo quiso presentar?:

“Cuando un producto superabundante no tiene salida, el papel que desempeña la escasez de moneda en la obstrucción de sus ventas en tan ínfimo que los vendedores aceptarían de buen grado recibir el valor en especie para su propio consumo al precio del día: no exigirían dinero ni tendrían necesidad de hacerlo, ya que el único uso que le darían seria transformarlo inmediatamente en artículos para su propio consumo.

Esta observación puede extenderse a todos los casos donde exista una oferta de bienes o servicios en el mercado. La mayor demanda estará universalmente en los lugares donde se produzcan más valores, porque en ningún otro lugar se producen los únicos medios de compra, es decir, los valores. La moneda cumple sólo una función temporaria en este doble intercambio. Y cuando por fin se cierra la transacción, siempre se habrá intercambiado un bien por otro.

Vale la pena señalar que desde el instante mismo de su creación el producto abre un mercado para otros por el total de su propio valor. Cuando el productor le da el toque final a su producto, está ansioso por venderlo de inmediato, por miedo a que pierda valor en sus manos. De la misma manera, quiere deshacerse del dinero que recibe a cambio, ya que también el valor del dinero es perecedero. Pero la única manera de deshacerse del dinero es comprando algún otro producto. Por lo tanto, la sola creación de un producto inmediatamente abre una salida para otros.”

¿Existe la «naturaleza humana? Cuáles son los siete valores universales que encontrás en toda sociedad

¿A qué llamamos “naturaleza humana”? Han de ser ciertas características que tenemos en común, las que no son solamente físicas, sino que se extienden también a ciertos valores y conductas que son comunes en todo tipo de sociedad, bajo distintos tipos de culturas. ¿Existen esos valores comunes que encontraríamos a pesar de vivir en culturas muy diferentes?

En un paper titulado “Moral Universals: A machine-reading analysis of 256 societies”, Mark Alfano, Macquarie University; Marc Cheong, University of Melbourne y Oliver Scott Curry, University of Oxford, presentan una investigación cuyo resultado es comentado de esta forma:

https://osf.io/86qry/

¿Cuál es la prevalencia transcultural de los siete valores morales postulados por la teoría de “Moralidad-como-Cooperación”? Investigaciones anteriores, utilizando la codificación manual de relatos etnográficos de ética de 60 sociedades, encontró ejemplos de la mayoría de las siete morales en la mayoría de las sociedades, y observó esta moral con igual frecuencia en todas las regiones culturales. Aquí lo extendemos al análisis, mediante el desarrollo de un nuevo diccionario de moralidad como cooperación (MAC-D) y el uso de Investigación lingüística y conteo de palabras (LIWC) para descripciones etnográficas de ética en código de máquina de 196 sociedades adicionales (todo el corpus HRAF). Una vez más, encontramos evidencia de la mayoría de las siete morales en la mayoría de las sociedades, en todas las regiones culturales. El nuevo método nos permite detectar pequeñas variaciones en la moral a través de la región y la estrategia de subsistencia. Y con éxito validar la codificación de la máquina contra la codificación manual anterior. Estos hallazgos dan más apoyo a la teoría de la «moralidad como cooperación». Y MAC-D surge como la más herramienta completa y bien validada para la lectura automática de corpus morales. Discutimos el limitaciones del estudio actual, así como las perspectivas para futuras investigaciones.”

¿Cuáles son esos valores comunes que investigaron los autores?

Ama a tu familia,

Sé leal a tu grupo,

Devuelve favores,

Sé valiente y generoso,

Respeta a tus superiores,

Divide los recursos en disputa de manera justa y

Respeta la propiedad

Ya lo dijo Adam Smith y mi amigo Gustavo Lazzari: bajar impuestos a las empresas genera más crecimiento y productividad

No hay nada nuevo en esto, pero para quienes creen que hay que aumentar impuestos al capital y las empresas, no será una buena noticia. En un paper titulado SHORT-TERM TAX CUTS, LONG-TERM STIMULUS”, por  James Cloyne de University of California, Davis,  Joseba Martinez y Paolo Surico de London Business School, Haroon Mumtaz, de University of London, los autores vuelven a mostrar algo que ya planteara el mismo Adam Smith, bajar el impuesto genera crecimiento de la economía y la productividad.

Working Paper 30246 http://www.nber.org/papers/w30246  NATIONAL BUREAU OF ECONOMIC RESEARCH

“Estudiamos los efectos persistentes de los cambios temporales en las tasas del impuesto sobre la renta personal y corporativo federal de EE. UU. utilizando un enfoque de identificación narrativa. Una reducción del impuesto sobre la renta de las empresas conduce a un aumento sostenido del PIB y la productividad, con efectos máximos entre cinco y ocho años. El gasto en I+D y la inversión de capital muestran respuestas en forma de joroba, mientras que las horas trabajadas y el empleo se ven mucho menos afectados. Por el contrario, los recortes del impuesto sobre la renta de las personas físicas desencadenan un impulso de corta duración del PIB, la productividad y las horas trabajadas, pero no tienen efectos a largo plazo. Desarrollamos y estimamos un modelo de crecimiento endógeno con utilización variable de factores y mostramos que estas características generan una respuesta procíclica de la productividad que es clave para explicar nuestros hallazgos empíricos.”

Alberdi sobre las distintas escuelas económicas, y aquella en que se basa la Constitución de 1853

Con los alumnos de la UBA Derecho comenzamos a ver el libro de Juan Bautista Alberdi, “Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina”. En su introducción, Alberdi analiza las distintas escuelas económicas y a cual pertenece la Constitución:

Alberdi 3

“Hay tres elementos que concurren a la formación de las riquezas:

1° Las fuerzas o agentes productores, que son el trabajo, la tierra y el capital.

2° El modo de aplicación de esas fuerzas, que tienen tres fases, la agricultura, el comercio y la industria fabril.

3° Y, por fin, los productos de la aplicación de esas fuerzas.

Sobre cada uno de esos elementos ha surgido la siguiente cuestión, que ha dividido los sistemas económicos: – En e1 interés de la sociedad, ¿vale más la libertad que la regla, o es más fecunda la regla que la libertad? Para el desarrollo de la producción, ¿es mejor que cada uno disponga de su tierra, capital o trabajo a su entera libertad, o vale más que la ley contenga algunas de esas fuerzas y aumente otras? ¿Es preferible que cada uno las aplique a la industria que le diere gana, o conviene más que la ley ensanche la agricultura y restrinja el comercio, o viceversa? ¿Todos los productos deben ser libres, o algunos deben ser excluidos y prohibidos, con miras protectoras?

He ahí la cuestión más grave que contenga la economía política en sus relaciones con el derecho público. Un error de sistema en ese punto es asunto de prosperidad o ruina para un país. La España ha pagado con la pérdida de su población y de su industria el error de su política económica, que resolvió aquellas cuestiones en sentido opuesto a la libertad.

Veamos, ahora, cómo ha sido resuelta esta cuestión por las cuatro principales escuelas en que se divide la economía política.

La escuela mercantil, representada por Colbert, ministro de Luis XIV, que sólo veía la riqueza en el dinero y no admitía otros medios de adquirirla que las manufacturas y el comercio, seguía naturalmente el sistema protector y restrictivo. Colbert formuló y codificó el sistema económico introducido en Europa por Carlos V y Felipe II. Esa escuela, perteneciente a la infancia de la economía, contemporánea del mayor despotismo político en los países de su origen galo-español representa la intervención limitada y despótica de la ley en el ejercicio de la industria.

A esta escuela se aproxima la economía socialista de nuestros días, que ha enseñado y pedido la intervención del Estado en la organización de la industria, sobre bases de un nuevo orden social más favorable a la condición del mayor número. Por motivos y con fines diversos, ellas se dan la mano en su tendencia a limitar la libertad del individuo en la producción, posesión y distribución de la riqueza.

Estas dos escuelas son opuestas a la doctrina económica en que descansa la Constitución argentina.

Enfrente de estas dos escuelas y al lado de la libertad, se halla la escuela llamada physiocrática, representada por Quesnay, y la grande escuela industrial de Adam Smith.

La filosofía europea del siglo XVIII, tan ligada con los orígenes de nuestra revolución de América, dió a la luz la escuela physiocrática o de los economistas, que flaqueó por no conocer más fuente de riqueza que la tierra, pero que tuvo el mérito de profesar la libertad por principio de su política económica, reaccionando contra los monopolios de toda especie. A ella pertenece la fórmula que aconseja a los gobiernos: – dejar hacer, dejar pasar, por toda intervención en la industria.

En medio del ruido de la independencia de América, y en vísperas de la revolución francesa de 1789, Adam Smith proclamó la omnipotencia y la dignidad del trabajo; del trabajo libre, del trabajo en todas sus aplicaciones -agricultura, comercio, fábricas- como el principio esencial de toda riqueza. «Inspirado por la nueva era social, que se abría para ambos mundos (sin sospechado él tal vez, dice Rossi), dando al trabajo su carta de ciudadanía y sus títulos de nobleza, establecía el principio fundamental de la ciencia.» Esta escuela, tan íntima, como se ve, con la revolución de América, por su bandera y por la época de su nacimiento, que a los sesenta años ha tenido por neófito a Roberto Peel en los últimos días de su gloriosa vida, conserva hasta hoy el señorío de la ciencia y el respeto de los más grandes economistas. Su apóstol más lúcido, su expositor más brillante es el famoso Juan Bautista Say, cuyos escritos conservan esa frescura imperecedera que acompaña a los productos del genio.

A esta escuela de libertad pertenece la doctrina económica de la Constitución Argentina, y fuera de ella no se deben buscar comentarios ni medios auxiliares para la sanción del derecho orgánico de esa Constitución.”

Decir que «raza» es una construcción social y no biológica no ayuda a combatir la discriminación, porque no sería correcto

Tema polémico si los hay: el racismo. Con la intención de eliminar todo trato discriminatorio al respecto, hay quienes sostienen que el concepto de “raza” es una construcción social que no tiene ningún sustento biológico. Parece que no es así, y además no debería ser necesario probar eso para que se elimine la discriminación. Quienes buscan eliminar la discriminación negando un hecho científico, no ayudan a su propia causa.

En un artículo de Jerry Coyne, autor del libro Why Evolution is True, en la página que lleva el mismo nombre, comenta este tema bajo el título “Once again: are “races” social constructs without scientific or biological meaning?: https://whyevolutionistrue.com/2022/07/19/once-again-are-races-social-constructs-without-scientific-or-biological-meaning/

“Todos los días, al parecer, escucho que “las razas no tienen una realidad o significado biológico; son construcciones puramente sociales”. Y esa declaración es algo engañosa, porque incluso las razas crudamente designadas como «blanca, negra, hispana y del este de Asia» en los EE. UU son, como muestra el artículo de hoy, biológicamente distinguibles hasta el punto de que si observa los genes de una persona desconocida, tiene un 99,86 % de posibilidades de diagnosticar su «raza» autoidentificada como uno de los cuatro grupos anteriores. Es decir, si le pregunta a una persona cómo se identifica a sí misma como uno de los cuatro grupos SIRE (SIRE: «auto-identificación de raza/etnicidad), y luego realiza un análisis genético bastante extenso de cada persona, encontrará que los grupos se dividen en conglomerados multivariados.

Más importante aún, hay poca desviación entre el SIRE de uno y el grupo genético en el que se encuentran. Más del 99 % de las personas de la muestra de este artículo pueden ser diagnosticadas con precisión en cuanto a su raza o etnia autoidentificada observando solo 326 regiones del genoma.

Esto, a su vez, significa que existen diferencias biológicas entre diferentes SIRE, por lo que la raza no puede ser simplemente una «construcción social». Esto está en contradicción directa entre la visión extrema de la «raza», como se expresa en el Journal of the American Medical Association, una declaración que discutí en una publicación anterior:

La raza y la etnia son construcciones sociales, sin significado científico o biológico.

No, y hemos sabido que esa declaración es incorrecta durante casi 20 años. Por supuesto, si toma el «significado biológico» como «los datos muestran que hay un número finito de grupos distintos con enormes diferencias genéticas», entonces es una afirmación correcta. Pero ya nadie piensa eso, excepto los racistas o los ignorantes de la genética de poblaciones moderna en humanos.

El significado de la realidad biológica que se aduce en trabajos como el que estamos discutiendo hoy es este: los genes pueden usarse para diagnosticar la ascendencia biológica, que seguramente está involucrada en el SIRE de uno. Y por lo tanto, las «razas» o «etnias» no son solo grupos inventados, sino que dicen algo sobre el origen evolutivo de los miembros del grupo.”