Control de cambios y licencias a las importaciones: ¿habla Mises sobre Austria o Argentina?

Ludwig von Mises dio una conferencia en la Cámara de Comercio de Viena en 1919. A casi 100 años de distancia parece estar describiendo el control de cambios y las restricciones a las importaciones hoy vigentes en Argentina. En verdad, la similitud es extraordinaria, tengo que aclarar que hablaba de Austria para que no creamos inmediatamente que está hablando de la realidad local. La conferencia fue publicada con el título: “Los controles de cambios deben derogarse”.

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Durante la Primera Guerra Mundial el gobierno había creado una agencia gubernamental a la cual los exportadores estaban obligados a entregarle las divisas con que recibían sus pagos y los importadores a solicitarle la provisión de éstas para pagar sus compras, función que aquí cumple el Banco Central. Y las importaciones debían solicitar un permiso para determinar su necesidad, algo que aquí requiere la Secretaría de Comercio.

Dice Mises: “En la actualidad, cada empresario tiene que obtener la aprobación de la Oficina de Cambio Exterior antes de concluir una transacción comercial. Cuando compra en el exterior, tiene que solicitar a esta oficina si está dispuesta a darle el cambio extranjero necesario, y cuando se hacen ventas al exterior tiene que consultar si tiene que entregar las divisas que ha ganado o le permitirán disponer de ellas”. (aquí ni siquiera existe esta segunda posibilidad)

“El comercio moderno no puede funcionar sobre la base de que cada transacción comercial dependa de normas gubernamentales aplicadas arbitrariamente. El empresario debe saber lo que puede o no puede hacer. Por lo tanto, no es suficiente retener formalmente las regulaciones de cambios y tan solo eliminar los obstáculos a los negocios actuando de una forma que es muy popular entre nosotros, esto es, aplicando esas normas más suavemente. El comercio requiere una base legal más sólida y confiable; no quiere depender de la arbitrariedad de los funcionarios.”

“… Se ha hecho alusión al hecho que las transacciones de cambios no siempre están en manos de hombres de negocios honestos y que, por lo tanto, habría efectos indeseables al eliminar los controles. Es cierto que hay elementos activos en este mercado que no deberían estar en él. Pero que el mercado de cambios haya sido copado por estos elementos es culpa de los mismos controles. El mercado de cambios fue quitado de las manos de los bancos y canalizado hacia gente para quienes las prohibiciones y las multas solo significan que hay que encontrarle una vuelta para eludirlas. El negocio del cambio de moneda solo puede recuperarse de estas personas si se eliminan las prohibiciones.”

“El presente estado de cosas es prácticamente casi intolerable. Prácticamente tenemos una prohibición total de importaciones. SI alguien quiere comprar bienes del exterior ha de obtener un permiso especial de distintas oficinas gubernamentales. Para todo propósito práctico, esto hace que los emprendimientos comerciales o industriales sean imposibles. El empresario industrial que quiere comprar productos semi-terminados o partes de máquinas por unos cientos de marcos tiene que demostrar la necesidad de esta compra a las agencias del gobierno. Un importador tiene que realizar una serie de trámites –que toman días, semanas o aún más- para obtener finalmente esos bienes luego de haber enfrentado enormes dificultades. Esta situación es inaceptable en un país cuya industria mantiene estrechos vínculos con países viejos y nuevos.”

Mises discute alternativas de política monetaria, en Austria o Argentina, y la relación emisión/precios

EN 1918 Ludwig von Mises publicó un artículo titulado “La teoría cuantitativa del dinero”. En él reivindicaba a la teoría aunque señalaba que era muy simple y había sido ya superada por la teoría monetaria, en particular porque esa simplificación no toma en cuenta los cambios en los precios relativos. Es decir, es cierto que (ceteris paribus) un aumento de la cantidad de moneda genera un aumento de los precios, pero también lo es que ese incremento no impacta a todos los precios por igual, unos suben primero, otros después. Mises desarrolló estas ideas en su primer libro “La teoría del dinero y del crédito”. Pero la esencia de la teoría es correcta.

Ese artículo dio origen a un debate donde Siegfried Rosenbaum, director del Banco Anglo-Austriaco le pide a Mises menos teoría y más propuestas concretas de solución. Mises responde en un artículo “On the Currency Question” señalando que los políticos van a tener que elegir entre tres distintas opciones, que van de mayor a menor ajuste fiscal:

  1. Volver a la vieja paridad con el oro. Eso requeriría al gobierno pagar todos los préstamos que tomara durante la guerra con el banco central, el que no solamente dejaría de emitir sino que retiraría billetes de circulación hasta que los que queden tengan completo respaldo en oro.
  2. Aceptar el nuevo nivel de precios, resultado de la enorme emisión realizada durante la guerra, dejar de emitir y fijar una nueva paridad con el oro.
  3. Seguir emitiendo para cubrir el gasto público como hasta ahora, proceso que probablemente terminaría con la pérdida total de valor de la moneda.

Además de las cuestiones teóricas e históricas en esos artículos, lo interesante es que son las mismas alternativas que enfrenta el Banco Central argentino ya sea ahora o con la llegada de un nuevo gobierno. Trasladándolas al escenario local serían así:

  1. La Tesorería generaría un superávit fiscal suficientemente alto como para pagar los bonos que han sido colocados en el Banco Central y éste muestra en su balance. Esos pesos (un pasivo del BC) se cancelarían contra el activo cancelado (bonos de Tesorería). Desde ya que habiendo generado un superávit fiscal no habría más emisión con destino a cubrir el gasto aunque podría haberla como resultado del ingreso de dólares por superávit comercial o ingreso de inversiones.
  2. En esta alternativa, la Tesorería tiene que balancear sus cuentas ya que no podría contar con el apoyo del Banco Central. El ajuste del gasto sería menor que en a) pero igual sería necesario.
  3. En este caso el ajuste fiscal es menor, puede que sea poco y se siga emitiendo algo o que no lo haya y se continúe con la emisión como ahora. Está claro que esta última opción no parece sostenible, al menos para este gobierno, porque está cayendo la demanda de dinero. Tal vez lo pudiera ser por un tiempo para un nuevo gobierno que generara confianza y un plazo de espera como para realizar los necesarios ajustes fiscales.

Luego discute con un banquero, quien sostiene una teoría que se ha escuchado por aquí: no es la emisión la que genera aumento de precios, sino el aumento de precios el que hace necesaria la emisión. “Pero el precio de los bienes nunca puede ser explicado desde el lado monetario, sino siempre desde el lado de los bienes. Que todos los precios han subido no ha de causar sorpresa cuando hay escasez de todos los bienes. Sin duda hay una conexión entre los precios de los bienes y la inflación, pero es la inversa. Los mayores precios han ocasionado una mayor circulación de billetes como consecuencia. No sería difícil investigar el destino de esos billetes ya sean 20 o 21 billones. Si uno considera que los precios han crecido un 500%, entonces 500% de la anterior emisión son necesarios para satisfacer las necesidades de efectivo…”

Contesta Mises:

“Si el autor declara que es obvio que los altos precios de los bienes tienen como consecuencia un drástico aumento de los billetes, entonces uno ha de preguntar cómo se establecen esas supuestas obvias conexiones. Estas consecuencias no se producen, por cierto, espontáneamente, porque aun si los precios crecen tanto, ningún billete entra en circulación por sí mismo. Solamente lo hacen debido a que la ley que restringe la emisión de billetes por el banco central ha sido suspendida, porque el gobierno ordenó la emisión de nuevos billetes. Y la pregunta surge, ¿qué hubiera pasado si no se hubieran puesto en circulación esos 20 billones o más? Si el respetado autor admite que la mayor cantidad de billetes se corresponde con una creciente necesidad de dinero ocasionada por la suba de precios, entonces es que también habrá concedido que el nivel general de precios no podría haber subido si no se hubieran emitido esos nuevos billetes.

Si llueve maná por 40 años, y el resto sigue igual, el precio del maná bajará. Ahora han estado lloviendo nuevos billetes por cuatro años, ¿no debería su precio también bajar?”

Mises compara Austria 1922 con la Revolución Francesa, lecciones para Argentina y Venezuela

En posts anteriores he comparado la visión que Ludwig von Mises tenía de Austria con la situación de países como Argentina o Venezuela en la actualidad, es decir, unos 100 años después. (Parece que es poco lo que se aprende).

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Mises hace algo similar con Austria en un artículo de 1923 “The Austria Problem”, donde comenta un libro del Dr. Siegfried Strakosch, “El Suicidio de una Nación”, y compara lo que allí sucede con la situación en Francia durante la Revolución. Es decir, que los problemas actuales no repiten errores de hace 100 años, sino al menos de hace más de 200!

Para ello cita un libro de René Stourm: “Les Finances de l’Áncién Régime et de la Révolution”” (Paris: Guillaumin et Cie., 1885). Así dice todo el párrafo:

“El demagogo piensa solo en hoy, y no en el futuro. Hace casi 40 años René Stourm, el historiador de la Revolución Francesa, magistralmente caracterizó los principios de la política fiscal de los Jacobinos:

‘La actitud de los Jacobinos hacia las finanzas puede explicarse fácilmente como el consumo total del presente a expensas del futuro. Nunca se preocuparon del mañana, manejando todos los asuntos como si cada día fuera el último. Este enfoque caracterizó a todas las medidas tomadas durante la Revolución. Lo que le permitió sobrevivir como lo hizo fue el hecho de que el derroche diario de los recursos acumulados por una nación rica y poderosa permitió que salieran a la superficie enormes recursos. Los assignats (moneda papel impresa en la Revolución), en tanto tuvieron algún valor, lo poco que fuera, inundaron el país en siempre crecientes cantidades. Las perspectivas de una cercana bancarrota no cesaron ni por un solo momento. Solamente cuando la gente rechazó por completo todo tipo de papel moneda, sin importar a qué bajo valor, se frenó la emisión de nuevos billetes’.

Uno no puede dejar de leer la descripción de Stourm de los impuestos al capital y los prestamos forzosos, de las medidas contra el mercado de capitales y la especulación cambiaria, de las regulaciones contra el lucro y el racionamiento de los alimentos que Austria ha estado practicando en su detrimento por los últimos 10 años. La espantosa escena que Strakosch presenta es, desgraciadamente, muy cierta”.

Y, a su vez, nuevamente la que presenta Mises lo es respecto a nuestros países hoy.

Otra vez Mises analiza Austria en 1921 pero parece Argentina o Venezuela en 2014

Ludwig von Mises comenta la política fiscal y monetaria del Imperio Austro-Húngaro durante los cinco años que van desde el inicio de la Primer Guerra Mundial hasta 1919. Cualquier parecido con las políticas argentinas, o venezolanas, no es pura casualidad (“Monetary Devaluation and the National Budget”):

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“Por cinco años, la política gubernamental con respecto a la devaluación de la moneda ha sido formulada en base a ideas incorrectas sobre su causa. No es de extrañar que esta política haya sido un completo fracaso. El control de los precios internos ha fracasado. A pesar de todas las contramedidas, los precios de los bienes y servicios han seguido subiendo. De la misma forma, los intentos para estabilizar el tipo de cambio prohibiendo las transacciones en divisas para mejorar la balanza de pagos limitando las importaciones no ha llevado a ninguna parte.”

“Las regulaciones sobre el cambio exterior no son solamente inútiles; son claramente dañinas. Por ejemplo, los exportadores son castigados con la obligación de vender sus ingresos en moneda extranjera a la oficina central de cambios a un precio inferior a la tasa de mercado (porque el tipo de cambio de la oficina central de cambios siempre está por debajo del precio real). Esta oficina entonces vende las divisas a los importadores, de nuevo, por debajo de la tasa de mercado, para que puedan pagar las importaciones que el gobierno desea promover.”

“La obligación impuesta a los exportadores (vender sus divisas a la oficina central de cambios) perjudica la exportación de bienes; funciona exactamente como un impuesto a la exportación. Su efecto es reducir el volumen total de las exportaciones y, por lo tanto, reducir la cantidad de divisas extranjeras disponibles para pagar las importaciones. Ninguna otra política de cambios es tan evidentemente dañina como ésta. Esta interferencia con las exportaciones también interfiere la importación de bienes que el gobierno desea promover. El importador, por supuesto, parece disfrutar de una cierta ventaja porque se le venden las divisas extranjeras más baratas de lo que están en el mercado. Pero la cantidad total a disposición para cubrir todas las transacciones de importación es menor que la correspondiente cantidad por la que han reducido las exportaciones, y por eso el volumen total de las importaciones es menor a lo que hubiera sido.”

“La caída en el valor de nuestra moneda no puede detenerse por medio de regulaciones monetarias. Cuando se estableció la oficina central de cambios el franco suizo en Zurich estaba en 152 coronas; ¡hoy está en 1.215! Debemos finalmente comprender que el aumento de los precios de los bienes y del tipo de cambio de la corona van a terminar solamente cuando el estado renuncie a continuar utilizando la impresión de dinero para restablecer el balance del presupuesto nacional. EL problema de poner el presupuesto en orden es el más importante de nuestra economía. Ya es hora de que sea resuelto. De otra forma, un día nuestra moneda va a llegar al punto de los assignats franceses (moneda emitida durante la Revolución Francesa), esto es cercano a cero. Para nuestra población urbana esto sería una catástrofe cuya extensión apenas podemos imaginar.

Mises analiza la economía austriaca en los años 1920, igual a la Argentina en 2014

Cuando los Nazis invadieron Austria secuestraron y se llevaron toda la biblioteca y los papeles de Ludwig von Mises. Luego los rusos llegaron a Berlín, y se llevaron esos papeles a Moscú, donde se mantuvieron en secreto hasta que la caída del socialismo permitió encontrarlos y recuperarlos. Como resultado de esto, Richard Ebeling editó esos trabajos en tres volúmenes publicados por Liberty Fund. El primero de ellos se llama “Monetary and Economic Policy Problems Before, During and After the Great War”. Allí Ebeling hace un comentario introductorio donde comenta el análisis de Mises sobre la situación austriaca a principios de los años 1920.

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Cualquier similitud con la situación argentina en 2014 no parece ser coincidencia. Pasó casi un siglo y parece que no hemos aprendido nada. Dice Ebeling sobre Mises:

“Los artículos de Mises “Devaluación Monetaria y el Presupuesto Nacional” y “Por la reintroducción de prácticas normales de mercado de capitales en las transacciones de moneda extranjera” explicó que el tipo de cambio es un precio creado en el mercado que simplemente no puede ser fijado y manipulado por el estado. El valor de una moneda en términos de otra reflejaba en definitiva su poder de compra. Guiada por la “ley de un solo precio”, la tendencia del mercado era a establecer un tipo de cambio en cuyo punto el atractivo de comprar un cierto bien en cualquiera de los dos países fuera el mismo. Al establecer el tipo de cambio a un nivel diferente que el de mercado significa solamente que fue establecido a una tasa muy barata o muy cara. En vista de la escasez de divisas como resultado del control de cambios el gobierno ordenó que todos los ingresos de divisas debían entregarse a la Autoridad Austriaca de Control de Cambios a una tasa fija, y ahora la burocracia gubernamental determinaría su racionamiento tanto a importadores como exportadores.

Prohibiendo transacciones normales de divisas simplemente trasladó las transacciones al mercado negro y evitó el funcionamiento de aquellos arreglos institucionales a través de los cuales los individuos se protegen de las fluctuaciones inciertas del tipo de cambio utilizando el mercado legal de futuros. En cambio, el entorno inflacionario con pocos caminos legales para obtener “cobertura” contra los efectos de una moneda que se deprecia, significó que más y más gente comenzaba a usar monedas extranjeras en las transacciones dentro de Austria. Los controles de cambios deben ser eliminados y la impresión de dinero debe terminar si se quiere evitar un desastre monetario.

La causa fundamental de los problemas de Austria estaba en la fuerza de la idea socialista, con todas sus consecuencias negativas. Este fue el tema de dos artículos de Mises, “El problema austriaco” y “El programa de la Socialdemocracia Agraria”. Los socialistas estaban determinados a controlar y gastar hasta la destrucción total del país. Bajo esta administración, los impuestos y la inflación consumieron la riqueza acumulada en el pasado y limitaron la acumulación de capital en el presente. Demagógicamente prometieron riqueza mientras causaban pérdidas nacionalizando y regulando industrias que terminaron sufriendo pérdidas que se pagaban finalmente con más inflación. Su agenda agrícola iba a hacer el mismo daño a la economía rural como lo hacía a la industria y las manufacturas en las ciudades.

¿Qué debería hacerse? En Febrero de 1921, Mises presentó el borrador de un plan para responder a la pregunta ¿Cómo puede salvarse a Austria?” La primera medida era frenar la impresión de dinero. Pero esto solo podía hacerse si se eliminaban los costosos subsidios a los alimentos y se reprivatizaban las industrias para terminar con los enormes gastos destinados a cubrir sus déficits, para que el presupuesto nacional volviera a estar balanceado. Los controles de cambios debían eliminarse con un mercado libre de cambios, para todo tipo de transacciones. Al mismo tiempo, el valor de la corona austriaca tendría que estabilizarse una vez que el Banco Central terminara de emitir dinero y se frenara la depreciación de la moneda. Todas las regulaciones locales y los controles que interfieren en el comercio entre las distintas provincias de Austria tenían que levantarse, y el libre comercio debería ser reintroducido en todas sus formas. Este era el camino para una próspera y revitalizada Austria.”