Diversidad en la filosofía política de la Escuela Austriaca: conservadurismo y libertarianismo

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico, Escuela Austriaca, de Económicas, UBA, terminamos viendo algunos debates dentro de la misma escuela, en particular respecto a posiciones filosófico-políticas. Aquí, del libro «democracia, el dios que fracasó» de Hans Hermann Hoppe, tratando las diferencias y posibles coincidencias entre el conservadurismo y el libertarianismo, una definición del primero:

E! conservador es alguien que reconoce lo originario y natural en
las «interferencias» de lo patológico y lo defiende y sustenta frente a
lo temporáneo y anómalo. Para un conservador, en el contexto de las
humanidades, incluidas las ciencias sociales, las familias (padres, madres,
hijos, nietos) y hogares basados en la propiedad privada y en la
cooperación con los demás miembros de la comunidad, constituyen las
unidades sociales básicas y naturalmente originarias y, como tales, las
más importantes e indispensables. Por otro lado, el hogar familiar representa
también el modelo de orden social en general, pues su ordenación
jerárquica se proyecta sobre la comunidad de familias -aprendices,
sirvientes y amos; vasallos, caballeros, señores feudales e incluso reyesligadas
por un sutil y complejo sistema de relaciones de parentesco; lo
mismo sucede con la ordenación de la jerarquía social -hijos, padres,
sacerdotes, obispos, cardenales, patriarcas o papas y, en última instancia,
el Dios trascendente-o El brazo del poder secular (padres, señores
feudales y reyes) está naturalmente subordinado a la autoridad de la
instancia espiritual suprema (sacerdotes, obispos y, finalmente, Dios).
Si los conservadores o, más concretamente, los conservadores occidentales
de estirpe greco~cristiana, creen en algo, es en la familia, en
las jerarquías sociales y en los principios seculares y espirituales de la
autoridad que, basados justamente en la familia yen las relaciones de
parentesco, las trascienden

Ezequiel Gallo y la tradición liberal argentina: revisando el revisionismo histórico y las ideas conservadoras

En la Universidad Francisco Marroquín, estamos llevando adelante un curso de maestría sobre la evolución de las ideas políticas y económicas en América Latina. Con un ordenamiento cronológico veremos algunas de las principales corrientes que predominaron en la región. No se pueden ver todas, por supuesto. Comenzamos con el impacto de las ideas liberales en el siglo XIX, y el caso argentino, a través de una artículo de Ezequiel Gallo, titulado “Tradición Liberal Argentina”, publicado en la revista chilena Estudios Públicos: https://www.cepchile.cl/tradicion-liberal-argentina/cep/2016-03-03/183405.html

El autor introduce el tema así:

“Desde c. 1880 hasta c. 1914 la economía argentina registró una de las tasas de crecimiento económico más altas del mundo. La expansión económica generó un cambio profundo de la estructura social como consecuencia de la entrada de millones de inmigrantes europeos y de un rápido proceso de movilidad social ascendente. No menos significativos, aunque más lentos, fueron los cambios registrados en la vida político-institucional. El período se inició con un régimen de democracia restringida y concluyó con la sanción de la ley Sáenz Peña (1912), que generó comicios con amplia participación popular que hicieron posible el triunfo electoral del principal partido de la oposición, la Unión Cívica Radical.1

Uno de los factores que posibilitaron el proceso de expansión y modernización socioeconómica fue la sanción previa de un marco legal de clara inspiración liberal. El proceso de renovación jurídica tuvo su inicio con la sanción de la Constitución Nacional (1853), un documento muy influido por la Constitución estadounidense de fines del siglo XVIII. El período de predominio de las ideas liberales se extendió hasta los años veinte de la presente centuria, y dejó huellas visibles en el pensamiento de corrientes ideológicas de signo opuesto. Los escritos económicos de Juan B. Justo, fundador del Partido Socialista, y las declaraciones de los sindicatos anarquistas sobre temas similares son una buena prueba de la afirmación precedente.

La Constitución de 1853 nos remite directamente a los escritos de su principal inspirador, Juan Bautista Alberdi (1810-1884). Este autor fue el expositor más sistemático y original de las ideas liberales clásicas de la Argentina. Su tarea intelectual se vio posiblemente facilitada por su largo alejamiento de los conflictos políticos locales. Su obra más influyente (Las Bases) estuvo claramente inspirada en El Federalista norteamericano, y en su Autobiografía dejó explícitamente sentada su deuda intelectual con autores como Locke, Smith, Bentham, Say, Tocqueville, Constant, Bastiat y otros. Alberdi tuvo una comprensión cabal del principio rector del pensamiento liberal, el del gobierno limitado:

«Si los derechos civiles del hombre pudieran mantenerse por sí mismos al abrigo de todo ataque… si nadie atentara contra nuestra vida, persona, libre acción, propiedad, etc., el gobierno… sena inútil…. Luego el Estado… no tiene más objeto final y definitivo que la observación… de las leyes civiles, que son el código de la sociedad y de la civilización misma… «