La reciprocidad es cooperar con quien coopera, la reciprocidad indirecta es cooperar con quien coopera con otros

La reciprocidad es fundamental para la cooperación social. También la que llaman “reciprocidad indirecta”, esto es, la de cooperar con aquello que uno ve que cooperan con otros. En palabras más simples, se trata de la reputación. Se trata en este artículo de la revista Evolution and Human Behavior: “Tit for tattling: Cooperation, communication, and how each could stabilize the other”, por Victor Vikram Odouard y Michael Holton Price del Santa Fe Institute: https://doi.org/10.1016/j.evolhumbehav.2023.06.002

“La reciprocidad indirecta es un mecanismo por el cual los individuos cooperan con aquellos que han cooperado con otros. Esto crea un régimen en el que las interacciones repetidas no son necesarias para incentivar la cooperación (como sería necesario para la reciprocidad directa). Sin embargo, la reciprocidad indirecta crea un nuevo problema: ¿cómo saben los agentes quién ha cooperado con otros? Para saber esto, los agentes necesitarían acceder a algún tipo de información de reputación. Tal vez exista un sistema de comunicación para difundir información de reputación, pero ¿cómo se mantiene veraz e informativo? La mayoría de los trabajos asumen la existencia de un sistema de comunicación veraz, próximo e informativo; En este artículo, buscamos explicar cómo tal sistema de comunicación podría permanecer evolutivamente estable en ausencia de presiones exógenas. Específicamente, presentamos tres condiciones que juntas mantienen tanto la veracidad del sistema de comunicación como la prevalencia de la cooperación: los individuos (1) usan una norma que premia los comportamientos que prescribe (una norma alineada), (2) pueden señalar no solo sobre las acciones de otros agentes, sino también sobre su veracidad (al actuar como terceros observadores de una interacción), y (3) cometer errores ocasionales, demostrando cómo el error puede crear estabilidad al introducir diversidad.”

Vernon Smith sobre las dos caras de Adam Smith: ¿qué sómos? ¿Altruistas o egoístas? ¿O ambas?

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico y Social, de UCEMA, completamos el análisis de las contribuciones de Adam Smith y los escoceses leyendo un artículo de otro Smith, Vernon, premio Nobel de Economía 2002 por sus aportes para el desarrollo de la economía experimental. El artículo se llama “Las dos caras de Adam Smith”:

Vernon Smith - copia

“No es de la benevolencia del carnicero, del cervecero, o del panadero, de quienes debemos esperar nuestra cena, sino de la preocupación de estos por sus propios intereses… Esta división del trabajo no está originada en ninguna sabiduría humana, que anticipa y procura la opulencia a la que da lugar. Lo está en la necesaria, aunque muy lenta y gradual consecuencia, de una cierta propensión que observamos en su naturaleza, que sin buscar esa utilidad generalizada, lo inclina al trueque e intercambio de una cosa por otra”. La riqueza de las naciones, Adam Smith, 1776

“No importa cuán egoísta se suponga al hombre, es evidente que hay ciertos principios en su naturaleza que lo hacen interesarse en la fortuna de los demás, y transforman la felicidad de aquellos en necesaria para él, aunque no obtenga de eso otro placer más que observarla”. La teoría de los sentimientos morales, Adam Smith, 1759

Para Vernon Smith, como para Coase en un post anterior, no hay contradicción y recurre a la antropología y la sicología evolutiva para concluir:

“Sin embargo, estas dos visiones no son inconsistentes si reconocemos como un rasgo distintivo fundamental de los homínidos su propensión universal al intercambio social. Esta propensión se expresa tanto en el intercambio personal en las transacciones sociales en pequeños grupos, como en el comercio impersonal, por medio de extensos mercados de grandes grupos. De esa manera, podemos decir que Smith tenía solo un axioma de comportamiento: “la propensión al trueque e intercambio de una cosa por otra”, donde los objetos de intercambio los interpretaré de tal manera que incluyan no solo bienes, sino también regalos, asistencia y favores, fundados en la simpatía y preocupación por los demás. Esto es, “en la generosidad, humanidad, amabilidad, compasión, amistad y estima” (Smith, 1759).”

“Como se puede observar en los registros etnográficos y en experimentos de laboratorio, ya sea que se intercambien bienes o favores, en ambos casos se producen ganancias, que son las que los seres humanos buscan incesantemente en todas las transacciones sociales. Así, este axioma de Adam Smith, interpretado de manera que incluya el intercambio de bienes y de favores -cuando éste ocurre en distintos instantes del tiempo-, así como el comercio de bienes -cuando éste es efectuado en un instante preciso del tiempo, ya sea por medio del dinero o por medio del trueque por otros bienes-, es suficiente para caracterizar la mayor parte de los emprendimientos sociales y culturales humanos. Esto explica por qué la naturaleza humana parece inducir a las personas a preocuparse simultáneamente de sí misma y de los demás, y permitiría entender el origen y fundamento último de los derechos de propiedad.”

“El derecho de propiedad es una garantía que permite que ciertos actos sean realizados por personas dentro de los marcos definidos por ese derecho. Nosotros automáticamente pensamos en el Estado como el garante contra represalias cuando los titulares del derecho lo ejercen. Pero los derechos de propiedad preceden a los estados-naciones, porque el intercambio social al interior de tribus sin Estado, y el comercio entre estas tribus precede a la revolución agrícola ocurrida hace solo 10.000 años, un mero pestañeo en la escala de tiempo de la emergencia de los humanos. Tanto el intercambio social como el comercio reconocen implícitamente derechos mutuos para actuar que se traducen en lo que normalmente llamamos “derechos de propiedad”. ¿En qué sentido son estos derechos “naturales”? La respuesta, creo, se encuentra en la universalidad, espontaneidad y valor adaptativo evolucionario de la reciprocidad. La reciprocidad en nuestro actuar, que se observa en la conducta humana (y también prominentemente en la de nuestros parientes cercanos, los chimpancés), es el fundamento de nuestro rasgo distintivo como criaturas de intercambio social, intercambio que hemos extendido para incluir el comercio con personas sin parentesco y también con miembros de otras tribus mucho antes que adoptáramos la agricultura y la ganadería como formas de vida.”

Créase o no, somo la especie más cooperativa en el planeta: ¿cómo evolucionó la paz?

Aunque no nos parezca cuando nos peleamos, enfrentamos e incluso vamos a la guerra, el ser humano es la especie más cooperativa, entre las que hay en el planeta. ¿Cómo es que evolucionó esa cooperación? Lo trata Luke Glowacki, de Boston University, en este artículo:

Glowacki, L. (2022). The Evolution of Peace. Behavioral and Brain Sciences, 1-100. https://doi.org/10.1017/S0140525X22002862

“Si bien algunas especies tienen interacciones afiliativas e incluso cooperativas entre individuos de diferentes grupos sociales, los humanos son los únicos que tienen relaciones duraderas, de suma positiva e interdependientes entre grupos sociales no relacionados. Nuestra capacidad para tener relaciones armoniosas que cruzan los límites de los grupos es un aspecto importante del éxito de nuestra especie, lo que permite el intercambio de ideas, materiales y, en última instancia, permite la evolución cultural acumulativa. El conocimiento sobre las condiciones requeridas para las relaciones intergrupales pacíficas es fundamental para comprender el éxito de nuestra especie y construir un mundo más pacífico. ¿Cómo crean los humanos relaciones armoniosas a través de los límites de los grupos y cuándo surgió esta capacidad en el linaje humano? Responder a estas preguntas implica considerar los costos y beneficios de la cooperación y agresión intergrupal, para uno mismo, el grupo propio y el prójimo. Adoptar una perspectiva teórica del juego proporciona nuevos conocimientos sobre las dificultades de eliminar la amenaza de guerra y revela una lógica irónica para la paz: los factores que permiten la paz también facilitan el aumento de la escala y la destructividad del conflicto. A continuación, exploro las condiciones requeridas para la paz, por qué son tan difíciles de lograr y cuándo esperamos que haya surgido la paz en el linaje humano. Argumento que la cooperación intergrupal fue un componente importante de las relaciones humanas y una fuerza selectiva en la historia de nuestra especie en los últimos 300 mil años. Pero las condiciones previas para la paz solo surgieron en los últimos 100 000 años y probablemente coexistieron con la violencia intergrupal intermitente que también habría sido una fuerza importante y selectiva en la historia de nuestra especie.”

Más sobre la provisión privada de bienes públicos: es más factible cuando la gente piensa que forja su rumbo

Siempre sigo los trabajos que exploran la provisión privada de bienes públicos, no importa cuál sea su perspectiva, y en general encuentro que terminan señalando la posibilidad de esa provisión. Estas conclusiones tienen un sentido profundo que no todos esos autores plantean o, tal vez, vean. Es que si la cooperación social voluntaria para la provisión de bienes públicos es posible, es otra forma de decir que el libertarianismo no es una utopía.

EN fin, ahora aparece este paper, titulado “Locus of Control and Prosocial Behavior”, NBER Working Paper No. 30359: http://www.nber.org/papers/w30359

Los autores son: Mark A. Andor RWI – Leibniz Institute for Economic Research ; James Cox Department of Economics Andrew Young School of Policy Studies;Andreas Gerster University of Mannheim; Michael Price Department of Economics, Finance, and Legal Studies The University of Alabama;;Stephan Sommer RWI – Leibniz Institute for Economic Research y Lukas Tomberg RWI – Leibniz Institute for Economic Research

“A partir de Andreoni (1989), una rica literatura se ha propuesto develar los motivos de la provisión privada de bienes públicos. Este trabajo se ha centrado en gran medida en dos motivos distintos: la preocupación por los beneficios para uno mismo (altruismo impuro) y la preocupación por los beneficios para los demás (altruismo puro) y el diseño de estrategias empíricas para desentrañar la importancia relativa de cada uno (Ottoni-Wilhelm et al. ., 2017; Hungerman y Ottoni-Wilhelm, 2021).1 En este artículo, exploramos un posible fundamento psicológico de tales motivos: las creencias del lugar de control (LOC). LOC mide el grado en que un individuo cree que los eventos en su vida están determinados por sus propias acciones (Gatz y Karel, 1993; Rotter, 1966). Específicamente, se considera que las personas que creen que tienen control sobre el resultado de los eventos en sus vidas tienen una LOC interna. Por el contrario, se considera que aquellos que creen que la vida está controlada por el azar o el destino tienen un LOC externo.

Incorporamos la noción de LOC en un modelo de provisión de bienes públicos como ponderaciones que el individuo asigna a los retornos de su propia contribución (altruismo impuro) y las ponderaciones otorgadas a las contribuciones agregadas (altruismo puro). Nuestro enfoque formaliza el trabajo de la psicología social argumentando que es más probable que aquellos con una LOC interna ayuden a otros o actúen de manera respetuosa con el medio ambiente porque creen que tales esfuerzos pueden generar cambios (Midlarsky y Midlarsky, 1973; Trevino y Youngblood, 1990; Bierhoff et al. ., 1991; Bierhoff, 2007).2 Al hacerlo, mostramos cómo la provisión de bienes públicos está directamente relacionada con la medida en que las personas creen que tienen control sobre los eventos que dan forma a sus vidas; es más probable que tales individuos crean que los problemas sociales se pueden resolver a través de la acción y que los beneficios subjetivos de actuar de manera prosocial superan los costos de hacerlo.”

El impacto de los conflictos violentos en la cooperación social. El caso de Colombia

En el Discussion Paper No. 176 titulado “Trust, Violence, and Coca”,  July 2022,  Melissa Rubio-Ramos, de la Universidad de Colonia, Alemania, considera el efecto de la violencia en la cooperación social tomando en consideración a Colombia, que ahora ha elegido un presidente que proviene, precisamente, de un grupo guerrillero. El paper no trata sobre este tema coyuntural sino sobre lo siguiente:

“Los conflictos tienen efectos devastadores en el desarrollo económico. Cada año, aproximadamente el 10 % del PIB mundial se gasta en abordar y contener la violencia (IEP, 2019). Además de sus costos directos para la sociedad a través de la destrucción del capital físico y humano, los conflictos también pueden conducir a la desintegración social y política (Collier et al., 2009, Rohner et al., 2013b). También es más probable que ocurran en los países en desarrollo donde, en ausencia de instituciones sólidas, el capital social es crucial para el desarrollo económico. De hecho, un número creciente de estudios muestra que el capital social, medido por la confianza, la participación en organizaciones comunitarias y la cooperación, no solo brinda apoyo en situaciones adversas, sino que también garantiza una provisión más eficiente de bienes públicos, mejores resultados en términos de capacidad fiscal. , la gobernanza, el comercio y la rápida difusión del conocimiento.2 Sin embargo, los efectos de la violencia relacionada con los conflictos en el capital social se han descrito como «los menos comprendidos de todos los impactos de la guerra» (Bauer et al., 2016) y la evidencia es mezclado. Algunos estudios documentan que la exposición a la violencia socava la confianza (Rohner et al., 2013a Cassar et al., 2013),3 mientras que otro grupo de artículos argumenta que la violencia mejora la cooperación local (Bellows & Miguel, 2009; Voors et al., 2012, Bauer y otros (2016)). Sigue siendo un enigma por qué hay casos de efectos negativos y positivos de la violencia en el capital social. Colombia ofrece un escenario ideal para estudiar esta cuestión por varias razones. Primero, este país tiene uno de los niveles más altos de violencia a nivel mundial. Para el período de análisis, la tasa de homicidios fue de 25 por cada 100.000 habitantes. Además, existe una variación sustancial en la violencia a lo largo del tiempo y en todo el país (UNODC, 2009).4 Segundo, Colombia ha recopilado datos sobre medidas de capital social durante tiempos de conflicto, mientras que la mayor parte de la evidencia actualmente disponible se basa en entornos posteriores al conflicto. En tercer lugar, los grupos armados dependen en gran medida de la producción de coca para financiar su lucha, de modo que los impactos exógenos en el mercado colombiano de la coca pueden utilizarse para identificar el efecto de la violencia en el capital social. Estas fuentes exógenas de variación están dadas por la variación transversal de las condiciones ecológicas para el cultivo de coca y los choques en otros países productores de coca. Por lo tanto, puedo combinar datos ricos sobre conflictos con diferentes medidas de capital social, con efectos fijos de ubicación. Finalmente, el conflicto colombiano no está impulsado por polarizaciones basadas en características identificables, como la religión o la etnia, sino que ofrece un escenario unificado, donde es posible distinguir entre enfrentamientos donde los perpetradores pueden o no ser identificados. De hecho, este es un conflicto sin divisiones visiblemente marcadas, y los grupos armados no siempre visten uniformes ni portan armas. En muchos casos, visten ropa de civil, lo que dificulta diferenciar quién pertenece a un grupo armado. Argumento que esta característica particular del conflicto permite estudiar los efectos aparentemente contradictorios del conflicto sobre el capital social presentados en la literatura.”

https://www.econtribute.de/RePEc/ajk/ajkdps/ECONtribute_176_2022.pdf

Vernon Smith sobre el dilema de Adam Smith: derechos de propiedad y cooperación social

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico y Social, de UCEMA, completamos el análisis de las contribuciones de Adam Smith y los escoceses leyendo un artículo de otro Smith, Vernon, premio Nobel de Economía 2002 por sus aportes para el desarrollo de la economía experimental. El artículo se llama “Las dos caras de Adam Smith”:

Vernon Smith - copia

“No es de la benevolencia del carnicero, del cervecero, o del panadero, de quienes debemos esperar nuestra cena, sino de la preocupación de estos por sus propios intereses… Esta división del trabajo no está originada en ninguna sabiduría humana, que anticipa y procura la opulencia a la que da lugar. Lo está en la necesaria, aunque muy lenta y gradual consecuencia, de una cierta propensión que observamos en su naturaleza, que sin buscar esa utilidad generalizada, lo inclina al trueque e intercambio de una cosa por otra”. La riqueza de las naciones, Adam Smith, 1776

“No importa cuán egoísta se suponga al hombre, es evidente que hay ciertos principios en su naturaleza que lo hacen interesarse en la fortuna de los demás, y transforman la felicidad de aquellos en necesaria para él, aunque no obtenga de eso otro placer más que observarla”. La teoría de los sentimientos morales, Adam Smith, 1759

Para Vernon Smith, como para Coase en un post anterior, no hay contradicción y recurre a la antropología y la sicología evolutiva para concluir:

“Sin embargo, estas dos visiones no son inconsistentes si reconocemos como un rasgo distintivo fundamental de los homínidos su propensión universal al intercambio social. Esta propensión se expresa tanto en el intercambio personal en las transacciones sociales en pequeños grupos, como en el comercio impersonal, por medio de extensos mercados de grandes grupos. De esa manera, podemos decir que Smith tenía solo un axioma de comportamiento: “la propensión al trueque e intercambio de una cosa por otra”, donde los objetos de intercambio los interpretaré de tal manera que incluyan no solo bienes, sino también regalos, asistencia y favores, fundados en la simpatía y preocupación por los demás. Esto es, “en la generosidad, humanidad, amabilidad, compasión, amistad y estima” (Smith, 1759).”

“Como se puede observar en los registros etnográficos y en experimentos de laboratorio, ya sea que se intercambien bienes o favores, en ambos casos se producen ganancias, que son las que los seres humanos buscan incesantemente en todas las transacciones sociales. Así, este axioma de Adam Smith, interpretado de manera que incluya el intercambio de bienes y de favores -cuando éste ocurre en distintos instantes del tiempo-, así como el comercio de bienes -cuando éste es efectuado en un instante preciso del tiempo, ya sea por medio del dinero o por medio del trueque por otros bienes-, es suficiente para caracterizar la mayor parte de los emprendimientos sociales y culturales humanos. Esto explica por qué la naturaleza humana parece inducir a las personas a preocuparse simultáneamente de sí misma y de los demás, y permitiría entender el origen y fundamento último de los derechos de propiedad.”

“El derecho de propiedad es una garantía que permite que ciertos actos sean realizados por personas dentro de los marcos definidos por ese derecho. Nosotros automáticamente pensamos en el Estado como el garante contra represalias cuando los titulares del derecho lo ejercen. Pero los derechos de propiedad preceden a los estados-naciones, porque el intercambio social al interior de tribus sin Estado, y el comercio entre estas tribus precede a la revolución agrícola ocurrida hace solo 10.000 años, un mero pestañeo en la escala de tiempo de la emergencia de los humanos. Tanto el intercambio social como el comercio reconocen implícitamente derechos mutuos para actuar que se traducen en lo que normalmente llamamos “derechos de propiedad”. ¿En qué sentido son estos derechos “naturales”? La respuesta, creo, se encuentra en la universalidad, espontaneidad y valor adaptativo evolucionario de la reciprocidad. La reciprocidad en nuestro actuar, que se observa en la conducta humana (y también prominentemente en la de nuestros parientes cercanos, los chimpancés), es el fundamento de nuestro rasgo distintivo como criaturas de intercambio social, intercambio que hemos extendido para incluir el comercio con personas sin parentesco y también con miembros de otras tribus mucho antes que adoptáramos la agricultura y la ganadería como formas de vida.”

La provisión y el mantenimiento de servicios de bienes públicos como dos cuestiones diferentes

En el Discussion Paper No. 2022-09 del Centre for Decision Research and Experimental Economics basado en la School of Economics de la University of Nottingham, Simon Gächter, Felix Kölle y Simone Quercia continúan sus investigaciones sobre la provision de bienes públicos, en este caso con un trabajo titulado “Preferences and Perceptions in Provision and Maintenance Public Goods”: https://www.nottingham.ac.uk/cedex/documents/papers/cedex-discussion-paper-2022-09.pdf

Forma parte de una serie de investigaciones que este centro y otros vienen realizando sobre la provisión voluntaria de bienes públicos y la cooperación social. En este caso, el tema que consideran es:

“Estudiamos dos versiones genéricas de los problemas de bienes públicos: en Problemas de provisión, el bien público no existe inicialmente y necesita ser provisto; en Problemas de mantenimiento, el bien público ya existe y necesita ser mantenido. En cinco experimentos de laboratorio y en línea (n=2584), documentamos una fuerte asimetría en las preferencias y percepciones en dos versiones equivalentes a incentivos de estos problemas de bien público. Encontramos menos cooperadores condicionales y más oportunistas en Mantenimiento que en Provisión, una diferencia que es replicable, estable y reflejada en las percepciones de amabilidad. Las preguntas de control incentivadas administradas antes del juego revelan percepciones erróneas específicas del dilema, pero controlarlas no elimina la cooperación condicional dependiente del juego ni las diferencias en la bondad percibida de la cooperación de los demás. Por lo tanto, incluso cuando comparten la misma forma de juego, el mantenimiento y la provisión son dilemas sociales diferentes que requieren análisis de comportamiento separados. A pesar de algunas inconsistencias, una teoría del altruismo revelado se acerca más a la explicación de nuestros resultados.”

Así es: los chismes pueden mejorar la generosidad. Porque nos importa la reputación

Los chismes pueden mejorar la generosidad. Parece raro, pero sería a través de la preocupación que cada uno de nosotros tiene por su reputación social. Junhui Wu, Daniel Balliet y Paul A.M. Van Lange del Department of Experimental and Applied Psychology, Vrije Universiteit Amsterdam, publican un artículo en Evolution and Human Behavior; Volume 37, Issue 3, May 2016, Pages 193-201, titulado “Reputation management: Why and how gossip enhances generosity”: https://doi.org/10.1016/j.evolhumbehav.2015.11.001

Resumen:

“Proponemos un marco para comprender por qué y cómo los chismes pueden promover la generosidad y la cooperación, especialmente en situaciones que pueden resultar en mayores beneficios indirectos de los demás. Basándonos en la teoría evolutiva, derivamos hipótesis novedosas sobre cómo dos propiedades confiablemente recurrentes de las redes sociales humanas (son «pequeñas» y contienen menos personas bien conectadas) brindan información sobre cuándo las personas pueden maximizar los beneficios indirectos de la generosidad. A través de tres estudios, encontramos apoyo para la hipótesis de que las personas aumentan su generosidad cuando el destinatario (o un observador) está conectado y puede chismear con al menos una o muchas otras personas con las que podría interactuar en el futuro. Además, la preocupación por la reputación, en lugar de los beneficios indirectos esperados de las futuras parejas, mediaba principalmente en esta generosidad observada basada en chismes, y el efecto de mediación de la preocupación por la reputación fue estadísticamente más pronunciado para los proself que para los prosociales. Discutimos la importancia de estos hallazgos en el contexto de las perspectivas evolutivas sobre la cooperación humana, junto con algunas ideas novedosas sobre cómo las propiedades de las redes sociales influyen en el comportamiento social.”

Donde hay auto-gobierno hay más cooperación social. El caso de los cantones suizos

El Centre for Decision Research and Experimental Economics; School of Economics University of Nottingham publica un paper titulado “Historical Self-Governance and Norms of Cooperation”, por Devesh Rustagi, donde analiza la cooperación social en cantones suizos, comparando aquellos que lograron el autogobierno con otros que se mantuvieron por siglos bajo el régimen feudal. En los primeros habría más cooperación social:

http://d.repec.org/n?u=RePEc:not:notcdx:2022-04&r=&r=soc

 

“¿El autogobierno, un sello distintivo de las sociedades democráticas, fomenta o erosiona las normas de cooperación generalizada? ¿Persiste este efecto y, de ser así, por qué? Investigo estas preguntas utilizando un experimento natural en Suiza. En la Edad Media, la ausencia de un heredero provocó la extinción de una destacada dinastía noble. Como resultado, algunos municipios suizos se volvieron autónomos, mientras que los demás permanecieron bajo el feudalismo durante otros 600 años. La evidencia de un experimento de comportamiento, la Encuesta Mundial de Valores y el Panel de Hogares Suizos muestra consistentemente que las personas de municipios históricamente autónomos exhiben normas de cooperación más sólidas en la actualidad. Los datos de los referéndums sobre la participación electoral, el sufragio femenino y la ciudadanía de las minorías me permiten rastrear estos efectos en acciones individualmente costosas y socialmente beneficiosas durante más de 150 años. Además, las normas de cooperación se relacionan con comportamientos prosociales como las donaciones benéficas y la protección del medio ambiente. De manera única, Suiza rastrea el lugar de origen de cada familia en los datos de registro, que utilizo para demostrar la persistencia de la transmisión cultural en un contexto de migración históricamente baja.”

¿Es necesaria la confianza en la sociedad para tener buenas instituciones o éstas para que haya confianza?

Ya hemos hablado de este tema en el blog, ¿en qué dirección va la causalidad entre confianza e instituciones? ¿Cuándo una sociedad tiene altos niveles de confianza desarrolla entonces instituciones de calidad o es al revés, cuando tiene buenas instituciones puede extenderse la confianza entre sus miembros? Este es un debate que tiene ya mucho tiempo y no está saldado. Andrea F.M. Martinangeli, Marina Povitkina, Sverker C. Jagers y Bo Rothstein publican un paper como Max Planck Institute for Tax Law and Public Finance Working Paper 2020 – 04, argumentando en este último sentido bajo el título “Institutional Quality Causes Social Trust: Experimental Evidence on Trusting Under the Shadow of Doubt”

El tema es presentado así:

“La confianza social subyace virtualmente en cualquier interacción social, sentando las bases para el desarrollo social y prosperidad económica (Arrow, 1972; Dearmon y Grier, 2009; Algan y Cahuc, 2010). Como tal, es un componente necesario para la solución exitosa de dilemas sociales como la reducción de la contaminación, el cumplimiento fiscal, el mantenimiento de políticas sólidas y constructivas y relaciones económicas, y contención de epidemias, por nombrar algunos (Ostrom, 2005; Daniele y Geys, 2015; Danielle et al., 2020). En las relaciones impersonales modernas y transacciones, además, se extiende más allá de los individuos que se conocen o interactúan cara a cara. Por lo tanto, identificar los determinantes de la confianza social ha sido y sigue siendo hoy uno de los problemas clave en la economía, la ciencia política y la psicología social, ya que podría proporcionar a los planificadores sociales y a los formuladores de políticas instrumentos viables para lograr los resultados sociales deseables. Un problema intensamente debatido y sin embargo no resuelto es, en este respeto, el papel de la calidad institucional en la determinación de la confianza social.”

Y entre sus conclusiones:

“Los resultados de nuestro experimento dan credibilidad a la afirmación de que las instituciones de alta calidad se encuentran entre las condiciones previas para una sociedad de confianza. Estos hallazgos son consecuentes: Un tejido social de confianza está mejor equipado para desarrollar todo el potencial de la vida socioeconómica y proporcionar bienes públicos y acción colectiva coordinada que benefician a la sociedad en su conjunto. Por ejemplo, administrar los recursos comunes, pagar en los sistemas de bienestar social, o contener las consecuencias adversas de los desastres naturales, como las pandemias, todos requieren que las personas confíen en que otros no se aprovecharán (Ostrom, 2005; Daniele y Geys, 2015; Danielle et al., 2020). Además, la confianza social puede ser un medio viable sustituto del costoso monitoreo en presencia de información incompleta o difícilmente exigible contratos (Fukuyama, 1995; La Porta et al., 1997).”