La envidia frena el crecimiento económico, pero no es la redistribución lo que va a liberarlo

La desigualdad no es la fuente de la envidia que impide el progreso de los países, y para lo que se recomienda redistribuir ingresos. Es lo que se plantea en este paper de un economista de la Universidad de Turin: Sarti, Simone, “The Envy-Barrier and Economic Inequality” (December 14, 2022). Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=4346968 or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4346968

“La envidia es una emoción dolorosa universal, cuyos efectos económicos son muy significativos, aunque a menudo se descuiden. Varios estudios antropológicos han demostrado cómo puede crear una barrera importante para la evolución de muchas poblaciones pobres, ya que provoca la formación de un conjunto de instituciones que impiden el desarrollo económico. Una visión popular describe la desigualdad económica como una variable que aumenta la intensidad de la envidia en una comunidad. En consecuencia, la redistribución de la riqueza se propone como un medio para sacar a dichas comunidades de la jaula de las normas.

El artículo pretende demostrar que esta visión es incorrecta, recogiendo y explicando los argumentos que la contradicen. Presenta razones teóricas recogidas de varios campos científicos. Lamentablemente, los datos empíricos sobre la envidia son difíciles de obtener. Sin embargo, los hallazgos empíricos adquiridos al estudiar la relación entre la desigualdad y algunas variables diferentes, que están relacionadas con la envidia pero que se pueden medir con mayor precisión, brindan evidencia considerable de que la política comúnmente propuesta es errónea. Para romper la barrera de la envidia y contrastar las instituciones dañinas que inhiben el crecimiento, los políticos no deberían preocuparse por el grado de desigualdad, que tiene poco que ver con la envidia. Un elemento que merece atención es, en cambio, la creencia en un juego de suma cero.”

Desigualdad de ingresos y mejoras en la calidad de vida de los más pobres

El debate sobre las diferencias de ingresos y las políticas redistributivas ha sido intenso en estos últimos años. Se ha centrado en si las diferencias entre los más ricos y los más pobres han aumentado más que en las mejoras que estos últimos hayan podido tener. Carlos Ramirez, del Departamento de Economía de la Universidad George Mason publica un artículo al respecto, titulado “Welfare Inequality versus Income Inequality”, en el cual sostiene:

“El aumento de la desigualdad de ingresos y riqueza en los EE. UU. y varios otros países durante las últimas cuatro décadas ha estado a la vanguardia de la investigación académica y un tema central de debate entre los legisladores, expertos y comentaristas. Una preocupación creciente es el resurgimiento de la desigualdad de ingresos a niveles que no se han observado durante más de un siglo, particularmente desde la Edad Dorada.1 Este aumento ha llevado a investigadores y legisladores a abogar por políticas de redistribución destinadas a reducirla o revertirla (Piketty y Sáez (2014), Sáez y Zucman (2020)). Sin embargo, un punto que parece faltar en este debate es el tema del tipo de desigualdad en el que debemos centrarnos. Actualmente, la atención se centra en la tendencia creciente de la desigualdad de ingresos o riqueza. Pero centrarse en las tendencias de desigualdad de ingresos o riqueza enmascara ganancias en el bienestar relativo a lo largo del tiempo, particularmente durante largos períodos de tiempo. La desigualdad de ingresos puede haber aumentado, pero los aumentos en la productividad y la gama cada vez mayor de bienes de consumo también han beneficiado a la gran mayoría de los hogares. Por lo tanto, es razonable considerar la idea de que las ganancias en bienestar de los pobres a lo largo del tiempo (ciertamente durante largos períodos de tiempo) casi seguramente han superado las ganancias en bienestar de los ricos. Esta observación sugiere que una medida que rastrea el bienestar relativo de los individuos, es decir, la desigualdad de bienestar, merece atención.”
Ramirez, Carlos D., Welfare Inequality versus Income Inequality (January 27, 2022). GMU Working Paper in Economics No. 22-04, Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=4019677 or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4019677

En la época de las mini-series, una breve sobre el salario mínimo y la desigualdad de ingresos

Con los alumnos de la UBA Derecho vimos hoy a Alberdi sobre la distribución de la riqueza, donde plantea  la diferencia entre el derecho a trabajar y el derecho a tener un trabajo, entre el derecho a asociarse (en un gremio, por ejemplo) y la obligación de asociarse o aportar. También vimos sus objeciones sobre el salario mínimo.

Y he aquí que Libertarianism.org, ha producido una corta mini-serie sobre el salario mínimo y la desigualdad de ingresos. Está en inglés, pero se trata de un juicio, ideal para estudiantes de derecho: https://www.libertarianism.org/freedom-on-trial/part-1

Freedom on Trial takes viewers into the heart of the everyday issues that can arise when an employer’s desire to hire more employees runs into the barrier of minimum wage laws, and when the government’s plans to “solve” income inequality only make things worse. These complex problems take center stage in courtroom as both sides passionately make their cases. Quick, witty, dramatic, and empathetic, this series exposes the problems of authority, bureaucracy and centralization, while celebrating the “what ifs” of a life in a freer world.

Trial1

 

Freedom on Trial: Episode 1
Minimum wage laws can have unanticipated effects, as we learn when Philip—a typical small-town, small business owner—gets arrested for underpaying his teenage employee, Thomas.

Trial2

 

Freedom on Trial: Episode 2
Defense lawyers Holly and William take Philip’s case. District Attorney Sam inflates the case from one small business owner breaking a minimum wage law to the broader issue of income inequality. Will Philip be able to get a fair trial?

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Freedom on Trial: Episode 3
What the media’s now calling the “Income Inequality Trial” moves into its final days. Philip violated the minimum wage law, true, but did he really do anything wrong? Did he actually exacerbate income inequality? Or did he instead help a kid get his first job?

¿Cómo se mide la desigualdad? El porcentaje de riqueza, renta o consumo de los más ricos y pobres

Muy interesante estudio de Ignacio Moncada y Juan Ramón Rallo sobre la desigualdad en España, publicado por el Instituto Juan de Mariana: La desigualdad en España: ¿Realmente es España uno de los países más desiguales de Europa?, pero que trata temas generales, aplicables a cualquier país: https://www.juandemariana.org/investigacion/archivo-de-publicaciones/mitos-y-realidades-sobre-la-desigualdad-en-espana

¿CÓMO SE MIDE LA DESIGUALDAD?

A continuación, se expone un breve resumen de las principales métricas que se van a utilizar para representar y comparar la desigualdad.

Porcentaje de riqueza, renta o consumo del X% más rico

Una de las métricas más sencillas para representar la desigualdad es expresar el porcentaje de la variable a estudiar, sea ésta riqueza, renta o consumo, que posee o percibe un cuantil determinado de la población. Por ejemplo, en el estudio de la desigualdad en la riqueza, es muy habitual la medida de la concentración de la riqueza total que está en manos del 10% más rico del país analizado. Esta métrica es la favorita de autores como Thomas Piketty, cuya obra El Capital en el Siglo XXI se basa en la comparativa temporal de esta magnitud.

Según Piketty esta forma de medir la desigualdad, al estar expresada en porcentajes de unidades monetarias, es más fácil de interpretar que los coeficientes estadísticos artificiales como el índice Gini. Esta forma de medir la desigualdad, añade Piketty, “permite que tengamos una comprensión más concreta y visceral de la desigualdad social” (Piketty, 2014).

Sin embargo, este método de medición de la desigualdad también tiene inconvenientes. Uno de los principales es que no tiene en cuenta cuál es la distribución de desigualdad de la variable estudiada a lo largo de toda la población. Si el estudio se concentra en el comportamiento de la variable en el decil más rico de la sociedad, por ejemplo, no se estarán incorporando los datos de los nueve restantes deciles, obteniendo una imagen muy incompleta de la distribución de la variable en toda la población. Este inconveniente puede superarse proporcionando las distribuciones completas para cada decil, quintil o cuartil. Sin embargo, con las distribuciones completas, la comparación de los datos entre países se vuelve difícil y engorrosa. Al final,  terminan seleccionándose para la comparación las medidas para unos pocos percentiles seleccionados de forma arbitraria, facilitando la manipulación de las conclusiones a extraer. Por ello el uso de índices sintéticos como el de Gini, que se explicará más adelante, está más extendida en la comunidad científica.

Ratio de riqueza, renta o consumo del X% más rico y el Y% más pobre

Otra medida similar a la anterior es la ratio entre el porcentaje de riqueza, renta o consumo que posee o percibe el X% más rico y el Y% más pobre de la población. En ocasiones X e Y son iguales. Por ejemplo, una de las medidas más usadas para representar la desigualdad de la renta es la ratio 20:20, es decir, la renta disfrutada por el 20% más rico del país dividida por la renta disfrutada por el 20% más pobre.

Esta métrica revela cuánta más renta disfruta el quintil que más renta percibe comparado con el que menos renta obtiene. En el caso del estudio de la distribución de la riqueza no suele usarse la ratio 20:20, puesto que es habitual que el 20% más pobre de un país tenga una riqueza neta negativa, es decir, que tengan deudas por un valor superior al valor de sus activos. Ésta es la situación, por ejemplo, de muchos jóvenes que se endeudan para cursar estudios universitarios o de postgrado, de los que esperan extraer rendimientos futuros en forma de rentas más altas. Por ese motivo, es mucho más habitual usar la ratio 20:80, es decir, comparar la riqueza en manos del quintil más rico de la sociedad con el del restante 80%.

Las ventajas y desventajas de usar esta métrica para representar y comparar la desigualdad de riqueza, renta y consumo son similares a las vistas para el porcentaje de riqueza, renta o consumo del X% más rico del país. Por un lado, son métricas sencillas de usar y de interpretar; pero por otro, no suelen tener en cuenta todos los datos de la distribución, son incompletas y se prestan a la arbitrariedad de elegir los cuantiles más convenientes

Desigualdad de ingresos: pero depende de cuánto destinamos al consumo y cuánto al ahorro

Muy interesante estudio de Ignacio Moncada y Juan Ramón Rallo sobre la desigualdad en España, publicado por el Instituto Juan de Mariana: La desigualdad en España: ¿Realmente es España uno de los países más desiguales de Europa?, : https://www.juandemariana.org/investigacion/archivo-de-publicaciones/mitos-y-realidades-sobre-la-desigualdad-en-espana

Antes de lanzarse a estudiar más a fondo la desigualad es preciso clarificar la crucial diferencia entre los tres tipos de desigualdad económica: la desigualdad de riqueza, desigualdad de renta y desigualdad de consumo

La desigualdad de renta

La renta se refiere a los ingresos que recibe un hogar, tanto de origen salarial como no salarial (rentas del capital: dividendos, intereses, alquileres, etc.). La distribución de la renta puede medirse antes de impuestos y de transferencias gubernamentales o después de las mismas.

En principio, la distinta distribución de los ingresos antes de impuestos y de transferencias debería verse influida por la contribución relativa de cada persona a la producción de bienes y servicios: si una persona es tremendamente productiva a la hora de generar bienes y servicios valiosos, tenderá a ingresar mucho; si una persona es muy poco productiva a la hora de generar bienes y servicios valiosos, tenderá a ingresar muy poco.

Toda renta puede destinarse a dos usos: consumo o inversión. Si destinamos la renta a la inversión, tendremos la opción de incrementar nuestra riqueza (nuestro patrimonio real o financiero) y, con ella, nuestras rentas futuras procedentes de fuentes no salariales; si destinamos la renta al consumo, satisfaremos hoy parte de nuestras necesidades. Consumir equivale a satisfacer nuestros objetivos presentes; invertir, a prepararnos para satisfacer nuestros objetivos futuros gracias a una mayor renta que podamos consumir en ese futuro.

En realidad, pues, el bienestar de una persona depende mucho más de su consumo en los distintos momentos de su vida que de su renta: si un individuo percibe una renta muy elevada pero ahorra siempre el 95% de la misma, probablemente lleve un modo de vida más austero y “pobre” que quien tiene una renta moderada pero ahorra sólo el 10% de la misma.

Adicionalmente, como demuestra un paper publicado por los economistas suecos Andreas Bergh y Therese Nilsson, el aumento de la desigualdad de la renta tiende a expandir el mercado de productos baratos (Walmart effect) e induce cambios en los precios relativos que tienden a provocar un aumento en el poder adquisitivo y en los niveles de bienestar de los segmentos más pobres de la sociedad. A esto añaden que “desde hace tiempo se sabe que la renta y las ganancias son indicadores imperfectos del bienestar, y como resultado muchos académicos han redirigido su atención a la distribución del consumo de individuos u hogares” (Bergh & Nilsson, 2012).

Con ello, de nuevo, no se quiere menospreciar la importancia a largo plazo del ahorro para obtener un patrimonio y así disfrutar de seguridad económica: sólo se quiere manifestar que un cambio en la distribución de la renta que sepamos que no va a afectar a la distribución del consumo a largo plazo debería sernos irrelevante a efectos de bienestar.

La desigualdad en España: en verdad, una excusa para considerar la desigualdad en general (II)

Muy interesante estudio de Ignacio Moncada y Juan Ramón Rallo sobre la desigualdad en España, publicado por el Instituto Juan de Mariana: La desigualdad en España: ¿Realmente es España uno de los países más desiguales de Europa?, : https://www.juandemariana.org/investigacion/archivo-de-publicaciones/mitos-y-realidades-sobre-la-desigualdad-en-espana

“DESDE QUE ESTALLÓ LA CRISIS ECONÓMICA DE 2008, en España se ha experimentado una creciente preocupación por el fenómeno de la desigualdad. Una preocupación en la que España no está aislada, pues algo similar ha ocurrido en muchos países occidentales. Movimientos como el de “Occupy Wall Street” o “We are the 99%” en Estados Unidos o el ascenso de partidos políticos populistas en Europa son una pequeña muestra del efecto de esta creciente preocupación por la desigualdad económica a ambos lados del Atlántico.

Para el caso español, es habitual leer en medios de comunicación que “España es uno de los países con mayor desigualdad de Europa” y titulares similares. El objetivo del presente informe es analizar qué hay de cierto en dicha afirmación y proporcionar al lector una comprensión más profunda y completa acerca del fenómeno de la desigualdad aplicado al caso español.

Uno de los principales problemas que pueden verse en reportajes de prensa, artículos e incluso en publicaciones de organizaciones oficiales, es una cierta confusión en torno a los distintos significados del término desigualdad.”

“Mito 3: Los causantes principales de las desigualdades en la distribución de la renta en España son las abultadas rentas del capital y la desigualdad salarial.

Adicionalmente, el informe muestra que la principal causa de desigualdad en la renta para el caso español no son las diferencias salariales ni los rendimientos del capital, sino la extraordinariamente elevada tasa de desempleo. Existe, por tanto, una medida que contribuiría a reducir la desigualdad de la renta en España y al mismo tiempo sería respetuosa con la libertad individual: una liberalización profunda del mercado laboral. Las barreras que impiden que en la actualidad muchas personas puedan acceder a un puesto de trabajo no sólo vulneran la libertad de dichas personas, sino que además exacerban la desigualdad de la peor manera posible: imposibilitando que quienes están peor puedan progresar por sus propios medios.

Mito 4: España es uno de los países de Europa con mayor desigualdad en el bienestar real de su población.

Múltiples autores afirman que la forma más adecuada de medir el bienestar real de la población no es midiendo la desigualdad de la renta sino la del consumo. El análisis de los datos de la desigualdad en el consumo arroja una conclusión clara: España se encuentra entre los países europeos con una menor desigualdad en el consumo.

El índice Gini de consumo (2010) es de 0,22 para España, al nivel de Suecia o Bélgica (0,22 en ambos casos), y por debajo de países como Dinamarca (0,23), Francia (0,23), Italia (0,26) o Alemania (0,27). Similares resultados se obtienen al analizar la ratio entre el consumo del 20% de la población que más consume y el 20% que menos. Además, las métricas de consumo también omiten partidas que sesgan al alza los resultados de desigualdad, como el consumo de servicios sanitarios o educativos que la población.

Mito 5: España es uno de los países de Europa con menor movilidad social.

La realidad es que España figura como un país con una movilidad social intermedia en el contexto europeo, por encima de países como Alemania, Francia, Italia o Reino Unido, como muestran las medidas de elasticidad intergeneracional. La movilidad social hace que la desigualdad de la renta tienda a difuminarse entre generaciones. Por tanto, la desigualdad de renta de España, incluso teniendo en cuenta los matices anteriores, se diluye a un ritmo mayor que en los principales países de Europa.

En conclusión, España es uno de los países de Europa con menor desigualdad en la riqueza y en el consumo; además, es un país con una desigualdad de la renta intermedia en el contexto europeo si tenemos en cuenta el valor de los alquileres imputados y la movilidad social.

La desigualdad en España: en verdad, una excusa para considerar la desigualdad en general (I)

Muy interesante estudio de Ignacio Moncada y Juan Ramón Rallo sobre la desigualdad en España, publicado por el Instituto Juan de Mariana: La desigualdad en España: ¿Realmente es España uno de los países más desiguales de Europa?, : https://www.juandemariana.org/investigacion/archivo-de-publicaciones/mitos-y-realidades-sobre-la-desigualdad-en-espana

LA DESIGUALDAD EN ESPAÑA: MITOS Y REALIDADES

¿Realmente es España uno de los países más desiguales de Europa?

Autores: Ignacio Moncada y Juan Ramón Rallo

España es uno de los países de Europa con mayor desigualdad en la riqueza.

Realidad: España es uno los países de Europa con una distribución de la riqueza más igualitaria en términos comparados. Una de las principales causas es que cerca del ochenta por ciento de los hogares tiene su vivienda en propiedad y el patrimonio inmobiliario es el componente de más peso de la riqueza en España.

Determinar los niveles de desigualdad de renta es relativamente sencillo y los resultados son indiscutibles: España está a la cabeza de la desigualdad en Europa.

Realidad: La mayor parte de los indicadores que se publican sobre distribución de la renta omiten componentes muy significativos como los alquileres atribuibles a la vivienda en propiedad o los servicios públicos de salud y educación. Si se tienen en cuenta estas rentas en especie omitidas, la desigualdad de la renta en España se reduce en al menos una quinta parte y nuestro país se aleja de ser uno de los países con más desigualdades en renta.

Los causantes principales de las desigualdades en la distribución de la renta en España son las abultadas rentas del capital y la desigualdad salarial.

Realidad: El principal causante de la desigualdad de la renta en España es, con diferencia, el desempleo.

España es uno de los países de Europa con mayor desigualdad en el bienestar real de su población.

Realidad: España es uno de los países de Europa con una distribución del consumo más igualitaria, siendo el consumo seguramente el indicador más relevante a efectos de determinar el bienestar.

España es uno de los países de Europa con menor movilidad social.

Realidad: España figura como un país con una movilidad social intermedia en el contexto europeo, por encima de países como Alemania, Francia, Italia o Reino Unido, como muestran las medidas de elasticidad intergeneracional.

¿ES ESPAÑA UNO DE LOS PAÍSES CON MAYOR  desigualdad económica de Europa?

Atendiendo a titulares de prensa, artículos en medios de comunicación e incluso publicaciones de instituciones oficiales, la respuesta parecería clara: sí, España sería uno de los países más desiguales, no ya de Europa, sino del mundo (El Mundo, 2015; El Economista, 2015; El Confidencial, 2015).

El objetivo del presente informe es doble: en primer lugar, analizar a fondo los datos sobre la desigualdad en España y ver en qué medida estas afirmaciones están fundadas; y, en segundo lugar, proporcionar al lector una comprensión más profunda y completa del fenómeno de la desigualdad económica en España.

Piketty: ¿por qué la diferencia de riqueza (honesta y sin privilegios) es un problema?

Resumamos hasta aquí las críticas a Thomas Piketty, quien visita Argentina, planteadas por David Henderson, en la revisión que hace de su libro en la revista Regulation, del Cato Institute: http://object.cato.org/sites/cato.org/files/serials/files/regulation/2014/10/regulationv37n3-9_2.pdf#page=10

En el primero de los posts el tema fue que Piketty se concentra en la distribución de la riqueza pero no toma nota de su aumento durante estos dos últimos siglos. La diferencia entre ricos y pobres puede haberse mantenido, o incluso aumentar, pero también que la situación de los más pobres haya mejorado, que es lo que efectivamente ha ocurrido. En el segundo, toca el mismo tema pero enfatiza que Piketty no toma en cuenta la movilidad: los ricos no son siempre los mismos, algunos se incorporan a este grupo (sobre todo emprendedores exitosos, pensemos en Bill Gates o Mark Zuckerberg, entre otros), otros lo dejan (¿seguirán entre los más ricos los dueños de Kodak?). Últimos comentarios:

“Dado su énfasis, y desagrado por, la desigualdad y su conclusión que los dueños del capital tendrán una proporción creciente del producto económico, no es sorprendente que Piketty favorezca impuestos a los ricos mucho más altos. Argumenta brevemente que la tasa superior óptima en los países ricos es “probablemente sobre el 80%”. Sostiene que dicha tasa en ingresos mayores a $500.000 o un millón ‘no aportará mucha recaudación para el gobierno’’ (de acuerdo) sino que reducirá drásticamente la compensación de aquellos altamente remunerados. También sugiere un ‘impuesto global sobre capital’ con tasas crecientes a mayor riqueza. ‘Uno puede imaginar’, escribe, una tasa de 0% para activos netos menos de 1 millón de euros, 1% entre 1 y 5 millones de euros, y 2% por sobre 5 millones’. Uno puede imaginar muchas cosas, lo entiendo, como cada comentarista a favor o en contra lo ha hecho, que Piketty no está solamente ‘imaginando’ esos impuestos, sino que en realidad los propone. Agrego que ‘uno podría preferir’ un impuesto duro de ‘5 o 10% sobre activos sobre los 1.000 millones de euros’.

Pero si hay algo que sabemos en economía es que los incentivos son importantes. Un impuesto anual sobre el capital reducirá los incentivos a crear capital. Con menos capital, la productividad marginal de los trabajadores será menor. Resultado: la propuesta de Piketty de un impuesto sobre el capital perjudicaría a los trabajadores.”

… “Pero Piketty, en más de 600 páginas, no produce una explicación clara sobre porqué el aumento de la desigualdad es un problema en una sociedad donde lo que cada uno tiene en la vida mejora una y otra vez.

Entonces, llenemos ese vacío. ¿Cuán importante es el problema de la desigualdad? En mi opinión, si la gente obtuvo su dinero sin engañar a otros y sin recibir favores especiales del gobierno, entonces no hoy problema en que la gente se vuelva muy rica. Lo que realmente importa es la desigualdad en el consumo y aquí, las diferencias entre los más pobres y los más ricos son probablemente tan bajas como nunca lo han sido. La mayoría de las personas de bajos ingresos en Estados Unidos tienen TV color, celulares, refrigeradores, ropas confortables, y tres comidas al día. Eso no era así hace 60 años. O tomemos una visión más larga. A mediados del siglo XIX, los más pobres en USA eran probablemente esclavos. Sus muy ricos ‘dueños’ los trataban mal si así querían. Y aun si no querían, déjenme repetir que los pobres eran esclavos.

O consideremos más sutiles diferencias entre la clase media y los más ricos. Tendríamos que mirar con mucho detalle –al menos yo debería hacerlo- para ver la diferencia en la calidad de la ropa entre un billonario y alguien que posea, digamos, 100.000 dólares. Ambos pueden viajar en avión, pero el más rico puede llegar más rápido y fácil en su jet privado. Por cierto, el avión privado es más lindo, pero ¿es éste realmente un problema social?.”

Piketty: si las acciones rinden más, los trabajadores deberían invertir su jubilación allí

Seguimos con el tema planteado por Thomas Piketty, quien visita Argentina. Van comentarios de David Henderson, en la revisión que hace de su libro en la revista Regulation, del Cato Institute: http://object.cato.org/sites/cato.org/files/serials/files/regulation/2014/10/regulationv37n3-9_2.pdf#page=10

El tema es siempre si tenemos que preocuparnos por la distribución de la riqueza o tenemos que preocuparnos de la pobreza. Henderson, que ya lo ha criticado en el post anterior por no considerar cómo han mejorado las condiciones de muchos en los dos últimos siglos, comenta que Piketty presenta evidencia de que la proporción de riqueza heredada ha aumentado.

“Pero aún nos queda la pregunta: ¿y qué? Imaginemos –y Piketty me ha convencido de que puede ser probable- que la proporción del ingreso que va a los dueños del capital pueda haber subido en el tiempo, lo que significa que la proporción yendo al trabajo ha decaído. ¿Significa esto que los trabajadores estarán peor? En absoluto. En verdad, es probable que estén mejor. Desgraciadamente, muchos de los que leen el libro, especialmente quienes no son economistas, podrían perder de vista este punto por dos razones: (1) El énfasis de Piketty está en la proporción sobre el ingreso no en el ingreso real; y (2) su lenguaje se presta a confusión. Esperaríamos un énfasis en proporciones y no en el ingreso real de alguien que cree que la desigualdad de riqueza e ingreso, más que las mejoras en el nivel de vida, están “en el centro del análisis económico.”

“Consideremos la afirmación de Piketty sobre los Estados Unidos y Francia: ‘Y la mitad más pobre de la población son tan pobres hoy como lo eran en el pasado, con casi 5% del total de la riqueza, tal como en 1910’. Esto es absurdo. Si los pobres tuvieran el mismo porcentaje de riqueza que tenían en 1910 serían mucho más ricos y su riqueza mucho mayor, como Piketty bien sabe. Aquí ha pasado de un lenguaje confuso a un error cierto.”

“Un factor importante al que Piketty presta poca atención es la movilidad de las personas entre niveles. Existe un constante cambio a medida que la gente gana y pierde riqueza. Mucho de este cambio se debe a lo que Schumpeter llamó ‘destrucción creativa’. Emprendedores e inversores desarrollan nuevas ideas y si tienen éxito obtendrán mucho dinero (la parte creativa) y harán que las empresas existentes lo pierdan (la parte destructiva). La negación de Piketty sobre este efecto aparece cuando considera la lista Forbes 400 de los más ricos del mundo. Dice que el promedio de riqueza de los Forbes 400 creció de $1.500 millones en 1987 a casi 15.000 millones en 2013 ‘un promedio de crecimiento del 6,4% sobre la inflación’. Bien, hasta ahora. Pero de esto concluye: ‘Las mayores fortunas crecieron más que la riqueza promedio’. Pero no podemos llegar a esa conclusión basados en datos de Forbes 400. La razón: en esos 16 años hubo una gran rotación entre los que estaban en esa lista. Sin duda, la riqueza de muchos de los Forbes 400 en 1987 que ya no estuvieron en la lista después, ha caído. Si esto es suficiente como para que el promedio de riqueza de los Forbes 400 de 1987 crezca más lentamente que el promedio de la población, no sabemos. Lo que sí sabemos es que Piketty tendría que haber controlado esto antes de llegar a su conclusión, y no lo hizo. O más correctamente, ni su libro ni su apéndice contienen datos que permitan llegar a su conclusión.”

“Un elemento central de su argumento es su supuesto de que la tasa de retorno de las acciones excederá mucho la tasa de crecimiento de la economía y los salarios reales. Con la jubilación estatal (Social Security), los beneficios no crecerán más que los salarios reales. Por lo tanto ¿no tendría sentido dejar que la gente invierta sus aportes en acciones más que en la baja tasa que obtienen hoy? Piketty dice que no. Presenta un buen argumento: la transición es muy complicada. Pero su otro argumento es que invertir en acciones es como jugar a los dados. ¿Qué pasó con su afirmación sobre el retorno de las acciones?

Thomas Piketty se preocupa por la desigualdad de ingresos, nosotros por la pobreza

Por primera vez, visitará Argentina Thomas Piketty, el autor del libro de economía más comentado durante el 2014. Seguramente recibirá una gran bienvenida y atención por parte de “los socialistas de todos los partidos” (dedicatoria que Hayek presenta en su libro Camino de Servidumbre). Van algunos comentarios, propios y de David Henderson, en la revisión que hace de su libro en la revista Regulation, del Cato Institute: http://object.cato.org/sites/cato.org/files/serials/files/regulation/2014/10/regulationv37n3-9_2.pdf#page=10

El primer punto planteado por Henderson es uno sobre el que enfatizado mucho: una cosa es la distribución y otra la pobreza. A Piketty le preocupa la distribución, no sabemos si le preocupa la pobreza. Comenta Henderson:

“Comencemos con la visión general. Escribe en su Introducción: ‘Hace ya mucho tiempo que deberíamos haber reinstalado la cuestión de la desigualdad en el centro del análisis económico y comenzado a plantear las preguntas presentadas por primera vez en el siglo XIX’. El centro. ¿Realmente? Pero si ponemos la desigualdad en el centro podemos fácilmente perder de vista el tremendo crecimiento de bienestar para un enorme porcentaje de la población del mundo y para casi todos en Estados Unidos y Europa Occidental.”

“Más adelante en el libro, muestra que conoce que estas condiciones han mejorado, cuando escribe: ‘No obstante, según índices oficiales, el poder adquisitivo promedio en Inglaterra y Francia en 1800 era una décima parte del de 2010. En otras palabras, con 20 o 30 veces el ingreso promedio en 1800 una persona probablemente no hubiera vivido mejor que con 2 o 3 veces el ingreso promedio hoy. Con 5 o 10 veces el ingreso promedio en 1800, uno hubiera estado en una situación entre el salario mínimo y el promedio de hoy en día.’

En su propia forma señala, aunque menos dramáticamente, lo que el economista Brad DeLong, de la Universidad de California Berkeley notara en su análisis titulado ‘Cornucopia’. Este bien argumentado y documentado trabajo examina el siglo XX y muestra que el precio de casi todos los bienes que compramos –en términos de horas de trabajo requeridas para obtener un ingreso que nos permita comprarlas- ha caído a una fracción de su costo en 1900. Más aun, esa reducción en costo subestima la mejora en bienestar dado que muchos productos cruciales que compramos hoy no existían en 1900. Los antibióticos, por ejemplo, son un invento del siglo XX. Su precio en 1900 era efectivamente infinito.”

“Desde mi perspectiva, una continua mejora del bienestar de la inmensa mayoría de los habitantes del mundo, como las políticas necesarias para alcanzarlo, deberían ser el centro del análisis económico. Pero Piketty elige poner a la desigualdad adelante y al centro. Esta es su conclusión: ‘Cuando la tasa de retorno sobre el capital excede la tasa de crecimiento de la economía (como lo hizo durante gran parte de la historia hasta el siglo XIX y es probable que lo sea de nuevo en el siglo XXI), entonces se sigue lógicamente que la riqueza heredada crece más que el producto y el ingreso’.”

“El razonamiento es bastante directo: asumamos que alguien que posee capital obtiene un retorno promedio anual del 5% y que la tasa de crecimiento de la economía es del 3%. Si el dueño del capital puede vivir con 1 punto porcentual de su retorno anual, su riqueza crecerá 4% al año, lo que supera la tasa de crecimiento de la economía. Necesitamos solamente un supuesto más: que el dueño del capital tiene solamente un hijo quien, a su vez, vive con ese 1 punto porcentual al año.”

“En síntesis, la conclusión de Piketty se deduce lógicamente, pero solo si incluimos supuestos sobre el número de herederos y su disciplina para el gasto. Pero si, por ejemplo, cada persona rica tiene tres herederos que disipan la riqueza, ellos les estarán dejando muy poco a sus herederos. Así que, basados solamente en los breves supuestos de Piketty, su conclusión no se deduce lógicamente. Desgraciadamente, comienza agrandando su punto.”