El régimen de subsidio industrial de Tierra del Fuego cuesta 1070 millones de dólares por año/ ¿Para qué?

El IIEP, Instituto Interdisciplinario de Economía Política (UBA-Conicet), no es precisamente promercado, pero vean si no es interesante lo que presentan en un seminario a cargo de Juan Carlos Hallak, titulado “Hacia una transformación productiva en Tierra del Fuego”. El seminario ya pasó, pero el tema es presentado así:

“En 2022, el Régimen de Tierra del Fuego cumplió 50 años. El objetivo geopolítico que le dio origen por medio de la Ley 19.640 en 1972 ha sido alcanzado con creces. Hoy el subrégimen industrial genera un costo fiscal anual de 1070 millones de dólares, equivalente al 0,22% del PBI nacional. Como está diseñado, premia la facturación y no el agregado de valor local, no promueve las exportaciones y no ha logrado generar la autonomía económica que Tierra del Fuego merece para dejar de depender de los vaivenes de los gobiernos nacionales. ¿Es viable reformular el subrégimen para una transformación productiva en Tierra del Fuego? Fundar se propuso contribuir a este debate a través de una serie de tres documentos que generan evidencia sobre las posibilidades y los acuerdos que este proceso requiere. Diseñó propuestas alternativas de política pública que muestran un camino posible para reducir, gradual pero sustancialmente, en un lapso de 11 años, el costo fiscal de este esquema de promoción, y reorientar los incentivos económicos hacia la innovación y la agregación de valor. Se busca que Tierra del Fuego sea una provincia crecientemente próspera y menos dependiente de las decisiones del gobierno nacional.”

No fue la «política industrial» lo que hizo grandes a los Tigres Asiáticos: fue el libre comercio

No fue la “política industrial” la que hizo grandes a los Tigres Asiáticos sino la apertura comercial. Es el punto que plantea Samuel Gregg, Distinguished Fellow in Political Economy en el American Institute for Economic Research, y Contributing Editor de Law & Liberty, en una nota titulada “Industrial Policy Mythology Confronts Economic Reality”: https://lawliberty.org/east-asian-tigers-semiconductors-and-other-industrial-policy-mythologies/

 

“Si en los debates sobre políticas se premiara la persistencia, los que abogan por un uso más generalizado de la política industrial en Estados Unidos serían los primeros en la fila. No importa cuántas veces se señale que no entienden la naturaleza y el funcionamiento de la ventaja comparativa; o evitar reconocer cómo la política industrial fomenta el amiguismo y la corrupción desenfrenados; o destacan lo que consideran ejemplos de países en los que la política industrial se ha empleado con éxito (solo para demostrar que no funcionó de la manera que sugirieron), no se dan por vencidos.

Quizás, algunos de ellos reconocerán, el uso selectivo de la política industrial en Japón o la UE, o su amplio despliegue en naciones tan diferentes como Argentina e India (sin mencionar la mayoría de los países africanos y de Medio Oriente) en general no lograron producir los resultados esperados. resultados. Pero, dice el estribillo, ¿qué pasa con algunos de los países de los Tigres de Asia Oriental? ¿No son prueba de que, cuando son ideadas e implementadas por gobiernos sabios guiados por expertos aún más inteligentes, la política industrial puede funcionar?

Por desgracia, la brecha entre el mito y la realidad es igual de evidente en estos casos. Muchos gobiernos de Asia oriental sin duda se han comprometido en la política industrial. Con esto me refiero al estado que busca abordar las aparentes fallas del mercado para producir resultados comerciales particulares al intervenir en sectores económicos específicos a través de medios tales como subsidios, trato fiscal preferencial, subvenciones de capital directas, préstamos a tasas de interés inferiores a las del mercado, y apoyo indirecto a la I+D empresarial, empresas mixtas público-privadas o medidas regulatorias especiales.

Sin embargo, existe una gran cantidad de evidencia que indica que estas políticas produjeron resultados peatonales similares en estos países. En cuanto a los Tigres, lo que los llevó principalmente del estado de remansos económicos a economías del primer mundo fue la liberalización económica y especialmente la apertura comercial, no expertos con gran confianza en su propia capacidad para prever y generar resultados económicos específicos a través de la intervención estatal.

Incluso los defensores más devotos de la política industrial dudan en presentar dos de los Tigres, Singapur y Hong Kong, como éxitos de la política industrial. No obstante, consideran que las historias de posguerra de Corea del Sur y Taiwán demuestran por qué la política industrial debería desempeñar un papel importante en la vida económica. Los hechos, sin embargo, indican una historia mucho más complicada y diferente.”

Artículo en Clarín: Las contradicciones del populismo proteccionista. Ahora son buenas las importaciones

https://www.clarin.com/opinion/contradicciones-populismo-proteccionista_0_thW27DuHI.html

Flujo del comercio exterior global en tiempos de coronavirus, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). 19/5/2020

 

  • 20/05/2020 – 21:11

Ya sabemos que la pandemia del Covid-19 ha desatado todo tipo de cambios, muchos de los cuales esperamos que sean pasajeros, aunque algunos serán permanentes. La ansiedad de la gente ha llevado a una hiperactividad de los gobiernos, ya sea por ansiedad para ofrecer respuestas, temor al impacto político de un fracaso o aprovechando la oportunidad para concentrar poder.

Con una visión cortoplacista y local, muchos de ellos han reaccionado haciendo eco a un sentimiento dramático. En un estilo tipo “sálvese quien pueda” han dado prioridad a señales de que están haciendo algo importante por los votantes locales, siendo que lo mejor sería exactamente lo contrario. Esto es particularmente notorio en el área del comercio internacional de insumos médicos. Curiosamente, el afán “proteccionista” ahora se ha dado vuelta y los gobiernos imponen barreras a las exportaciones de esos productos y las reducen para las importaciones.

Muchos lo han hecho, no solamente el gobierno argentino, pero éste ya en Marzo decretó que una serie de insumos médicos requerirían autorización para poder ser exportados, la que se amplió hace pocos días (Decreto 405/2020) incorporando otros 39 insumos que ahora necesitarán un permiso especial de exportación del Ministerio de Desarrollo Productivo, con la intervención del Ministerio de Salud. Al mismo tiempo, el gobierno argentino abrió las importaciones y redujo las barreras para la importación de insumos, en un acelerado aprendizaje de las bondades del libre comercio.

Revirtiendo la tradicional visión mercantilista del populismo, ahora resulta que las exportaciones son malas y las importaciones son buenas. Las razones de este cambio son simples y claras: se quiere evitar el desabastecimiento de esos productos. La realidad es que no se va a evitar ya que todos parecen estar haciendo lo mismo: ¿qué importaciones libres voy a tener si los demás también prohíben sus exportaciones? Y si nos quejamos al respecto nos dirán que eso mismo hacemos nosotros.

Antes que la desacreditada Organización Mundial de la Salud, pareciera que algo más práctico podría hacer la Organización Mundial del Comercio para lograr un acuerdo de urgencia, dadas las circunstancias, y evitar este tipo de medidas que perjudican a todos.

Este es, precisamente, el punto de una reciente declaración firmada por 31 organizaciones de todo el mundo, entre las que se encuentra la Fundación Libertad y Progreso de Argentina, “sobre la importancia de la colaboración, la apertura comercial y la innovación en la lucha contra el Covid-19”. Allí se llama a los países a eliminar los aranceles a suministros médicos y medicamentos, a rechazar las prohibiciones a las exportaciones, a reducir los trámites burocráticos aduaneros, a permitir el libre flujo de información sanitaria entre países, a mantener la transparencia en la recolección e intercambios de información epidemiológica, a aumentar la cooperación con otros países para acelerar la aprobación de medicamentos y a apoyar la innovación, incluyendo los derechos de propiedad intelectual.

Respecto a este último punto, el gobierno argentino ha presentado con orgullo un fruto de esa innovación, en el caso del test rápido desarrollado por científicos de institutos y un laboratorio local, pero a los pocos días el ministro de Salud, en sentido contrario, manifestó que la Argentina tendría una “inflexible” postura en la OMS, para que no rijan las patentes en cuanto se descubran algunas vacunas contra la enfermedad. ¿La opinión sería la misma si el laboratorio que la descubriera fuera argentino?

Se sabe que hay más de 140 proyectos de desarrollo de vacunas en todo el mundo y es probable que se obtenga más de una. Seguramente, tanto los laboratorios como los gobiernos de todo el mundo querrán que esas vacunas se difundan masivamente. Es más, los mismos laboratorios que obtengan patentes saben que no tendrán la capacidad productiva para hacer frente a lo que será su demanda, pero también que necesitan recuperar el dinero invertido en su desarrollo.

Salir a pelear con esas empresas, más si no están en el país, es un éxito seguro para quienes ven a la política como nosotros contra otros, pero cambiar las reglas de juego una vez que se ha obtenido el resultado sería el equivalente de decirles a esos mismos políticos que si bien han ganado la última elección, en verdad los cargos van a ser adjudicados por sorteo. ¿Estarían de acuerdo?

A diferencia de toda la actividad gubernamental de corto plazo, la declaración antes mencionada enfatiza un punto muy importante: que esa apertura y cooperación internacional sea permanente, que sea parte de un marco institucional global basado en la cooperación, el intercambio de información, de bienes y de tecnologías. Sin barreras que sirven para alentar el espíritu de tribu, pero nos hacen perder los beneficios de la “aldea global”.

Martín Krause es Profesor de Economía, UBA; Consejo Académico, Fundación Libertad y Progreso.

Tres argumentos a favor de los aranceles a la importación son criticados: nos caben dos seguramente

Muchos proponentes de los aranceles reconocen lo absurdo de los aranceles como regla general. Sin embargo, consideran que hay ciertos casos especiales en los que los aranceles están justificados, y de hecho son vitales para la supervivencia de una nación. En este artículo analizaré tres de estos argumentos:

https://mises.org/es/wire/3-argumentos-modernos-favor-de-los-aranceles-desacreditados

I. REDUCIR EL DÉFICIT COMERCIAL

Mucha gente cree que un arancel sobre los bienes de un país específico es necesario cuando los Estados Unidos sufre de un alto déficit comercial con ese país. (Un déficit comercial ocurre cuando el valor monetario de las importaciones de un país excede el valor monetario de las exportaciones a ese mismo país). Sí, estas personas podrían argumentar que el comercio es bueno en general, pero sólo cuando está equilibrado. Si los EE.UU. compran constantemente más de, digamos, Japón que los japoneses nos compran a nosotros, entonces esta es una propuesta perdedora a largo plazo, porque drena nuestra moneda y socava nuestra capacidad de producir en el futuro.

Estos argumentos son casi tan tontos como el deseo general de proteccionismo, ya que pasan por alto el hecho de que un país puede tener un déficit comercial con Japón pero un superávit comercial con otros países. En última instancia, un país paga sus importaciones con exportaciones, pero eso no significa que un país deba pagar por sus importaciones desde Japón con exportaciones a Japón.

Para ver esto, imagínese un escenario simplificado donde Japón vende automóviles a Estados Unidos, Estados Unidos vende software a Kuwait y Kuwait vende petróleo a Japón. En este ejemplo ficticio, Estados Unidos tendría un déficit comercial con Japón pero un superávit con Kuwait, Kuwait tendría un déficit comercial con Estados Unidos pero un superávit con Japón, y Japón tendría un déficit comercial con Kuwait pero un superávit con Estados Unidos. Entonces los japoneses podrían usar los dinares para comprar petróleo kuwaití, mientras que los kuwaitíes usarían los dólares para importar software estadounidense.

Si los déficits comerciales siguen pareciendo peligrosos, considere que cada persona (que tiene un trabajo) tiene un enorme superávit comercial con la ciudad en la que está ubicado su empleador, y un déficit comercial con muchas otras ciudades de los Estados Unidos. En mi caso (y como les explico a mis estudiantes), tengo un enorme superávit comercial con el Condado de Hillsdale: si sumáramos todas las transacciones que realizo con personas que viven en el Condado de Hillsdale, descubriríamos que cada mes termino pagando mucho menos de lo que recibo. En contraste, tengo un gran déficit comercial con la cercana ciudad de Jackson, ya que aquí es donde mi esposa y yo vamos los fines de semana cuando queremos hacer algunas compras decentes. ¿Estoy llevando a cabo mi política comercial de forma tonta? ¿Debo restringir mis compras de Jackson hasta que tome un trabajo de medio tiempo en esa ciudad, tal vez en la de Denny?

II. SECTORES INCIPIENTES

Otra justificación popular para los aranceles es el argumento de la industria incipiente. Según este argumento, una tarifa es realmente mala en general. Sin embargo, un arancel temporal en una industria en desarrollo es algo bueno, porque permite que las empresas nacionales maduren y se vuelvan competitivas con las empresas extranjeras establecidas en la industria. Una vez que la incipiente industria se haya puesto al nivel de los competidores extranjeros más avanzados, se podrá eliminar el arancel.

Es revelador que estas propuestas nunca mencionen la duración del proceso de «maduración». Después de todo, si los consumidores se ven obligados (por la tarifa) a pagar precios más altos a productores nacionales relativamente ineficientes durante, digamos, dos años, después de los cuales los productores nacionales superarán a sus rivales extranjeros y ofrecerán precios más bajos para siempre, entonces el acuerdo no suena tan mal. Pero si los consumidores se ven obligados a subsidiar indirectamente a los productores nacionales ineficientes durante ochenta años con la esperanza de que algún día lleguen a ser competitivos, entonces la propuesta suena mucho menos atractiva. El hecho de que quienes defienden el argumento de la industria naciente ni siquiera mencionan el marco de tiempo demuestra lo poco que han pensado realmente en su propuesta.

A pesar de las propuestas de la industria incipiente, el mercado libre contiene un mecanismo por el cual las empresas pueden sufrir pérdidas a corto plazo siempre y cuando sean compensadas por eventuales ganancias a largo plazo. Ese mecanismo es simplemente un préstamo. Muchas empresas nuevas, especialmente las de propietarios únicos, no ganan dinero en sus primeros años de operación. Pero mientras el valor actual de los flujos de caja futuros esperados de la empresa sea positivo, los propietarios de la empresa deberían poder pedir dinero prestado para financiar los primeros años a medida que desarrollen experiencia, confianza de marca, etc.

Si una empresa o grupo de empresas no puede conseguir financiación de inversores privados para llevar a cabo sus proyectos porque los valores actuales de sus empresas son negativos, entonces esa es la forma en que el mercado dice que sus planes derrocharán recursos valiosos a corto plazo sin compensar suficientemente las ganancias a largo plazo. El defensor de una tarifa para promover una industria incipiente dice así que él o ella sabe mejor cómo determinar las compensaciones intertemporales que la persona promedio en sus decisiones de pedir o prestar dinero a diferentes tasas de interés.

El absurdo de la tarifa de la industria infantil puede ilustrarse considerando un impuesto de «trabajador infantil», que sería un impuesto que se aplicaría a los trabajadores experimentados con el fin de animar a las empresas a contratar a trabajadores más jóvenes con menos experiencia. Después de todo, sin esa ayuda a los jóvenes trabajadores, ¿cómo podrían sobrevivir durante los años de formación en las escuelas? Es evidente que tenemos que gravar a los trabajadores de más edad para fomentar el desarrollo del capital humano en nuestros trabajadores jóvenes.

III. SEGURIDAD NACIONAL

Un tercer argumento popular en apoyo de los aranceles es que ciertas industrias, como la del acero, son esenciales para la preparación para la guerra. La gente que argumenta esta ruta puede admitir que los precios del acero serán más altos, y el nivel de vida más bajo, desde un punto de vista puramente económico, pero que es mejor perder unos cuantos dólares al año y tener un suministro garantizado de acero en lugar de arriesgarse a perder una guerra.

Este argumento no tiene en cuenta que el mercado libre es totalmente capaz de hacer frente a las interrupciones del suministro. Si el ciudadano proteccionista que escribe cartas al editor es capaz de prever una interrupción en las importaciones de acero durante una guerra importante, también pueden hacerlo los magnates y especuladores de la propia industria del acero. Después de todo, pueden ganar o perder miles de millones de dólares dependiendo de la exactitud de sus pronósticos.

Consideremos el peor de los casos en que Estados Unidos importa todo su acero de países extranjeros, y existe una gran probabilidad de que se produzca una guerra importante en un año, y que si esto ocurre, todos y cada uno de nuestros proveedores cortarán el envío de acero. ¿Cuál será la respuesta del mercado? ¿Seguirá vendiéndose el acero a su precio habitual, y la gente de la industria siderúrgica se centrará únicamente en las cotizaciones bursátiles de mañana?

Por supuesto que no. Si el suministro de acero se cortara por completo, el precio de mercado del acero se dispararía (suponiendo que el gobierno no tome medidas para evitar la «estafa» y la «especulación»). Debido a esta posibilidad, los especuladores comprarán y almacenarán grandes cantidades de acero a los bajos precios actuales. (Después de todo, incluso si la guerra nunca llega, simplemente pueden revender el acero a su precio original, perdiendo sólo los costos de almacenamiento. El acero no es perecedero como la leche o los tomates.)

Además, si se espera que la guerra se prolongue durante muchos años, de modo que en ese momento sería necesario contar con una industria siderúrgica nacional, en la actualidad será rentable para los empresarios reacondicionar sus fábricas para que se pueda pasar a la producción de acero con relativa rapidez en caso de que estalle la guerra. Y si, debido a este costoso reacondicionamiento, las empresas en cuestión pueden cubrir sus costes variables (aunque no sus costes totales) mediante la producción de acero, entonces la posibilidad de guerra (y los precios exorbitantes del acero) estimulará a una industria siderúrgica nacional que opera con pérdidas a corto plazo con la esperanza de compensar sus costes irrecuperables una vez que estalle la guerra.

En resumen, el sistema de beneficios llevará automáticamente a los empresarios privados a tomar precisamente las medidas cautelares y previsoras que supuestamente promueve la tarifa del acero. La diferencia es que las acciones privadas sólo se emprenderían si los riesgos fueran lo suficientemente altos como para que las medidas cautelares valieran la pena, mientras que los políticos promulgarían aranceles sobre el acero en nombre de la defensa, incluso si no existe una amenaza real de una interrupción completa de las importaciones.

En conclusión, hemos visto que tres argumentos populares a favor de los aranceles —reducir los déficits comerciales, promover las industrias incipientes y garantizar la seguridad nacional— son tan falaces como las afirmaciones proteccionistas más crudas.

Robert P. Murphy is a Senior Fellow with the Mises Institute and Research Assistant Professor with the Free Market Institute at Texas Tech University. He is the author of many books. His latest is Contra Krugman: Smashing the Errors of America’s Most Famous Keynesian. His other words include Chaos Theory, Lessons for the Young Economist, and Choice: Cooperation, Enterprise, and Human Action (Independent Institute, 2015) which is a modern distillation of the essentials of Mises’s thought for the layperson. Murphy is co-host, with Tom Woods, of the popular podcast Contra Krugman, which is a weekly refutation of Paul Krugman’s New York Times column. He is also host of The Bob Murphy Show

El proteccionismo, componente inevitable de las propuestas populistas, tanto de izquierda como de derecha

En la revista Regulation del Cato Institute, Pierre Lemieux comenta el vínculo entre el proteccionismo y el populismo: https://object.cato.org/sites/cato.org/files/serials/files/regulation/2017/6/regulation-v40n2-7_0.pdf#page=3

“La reciente elección francesa ilustró lo que puede parecer a muchos como un hecho intrigante: el rechazo del libre comercio por ambos extrema izquierda y extrema derecha. La extrema derecha candidato, Marine Le Pen, se presentó como un oponente de la globalización, prometiendo un «proteccionismo inteligente» y prometiendo «rechazar acuerdos de libre comercio «, establecer un «Plan de reindustrialización», y contratar 6.000 nuevos agentes de aduanas. «Necesitamos proteccionismo», reclamó un comunicado de prensa el vicepresidente del Frente Nacional, el partido de Le Pen.  Jean-Luc Mélenchon, el candidato de extrema izquierda, criticó la «desindustrialización» y prometió «proteccionismo soldario»,»soberanía industrial» y la salida francesa de la World Trade Organización.

Ambos programas debilitarían el libre comercio y la libertad para trabajar en la Unión Europea. En la práctica, hay poca diferencia entre el “proteccionismo inteligente” de Le Pen y el “proteccionismo solidario» de Mélenchón.

Los populistas de hoy en día se oponen al libre comercio incluso cuando no se encuentran en los extremos del espectro político. En los Estados Unidos, tanto Donald Trump como Bernie Sanders hicieron campaña por el proteccionismo. Muchos otros ejemplos podrían darse, incluyendo la mayoría, si no todos los terceros partidos populistas en Europa.

La Enciclopedia Britannica define el «populismo» como un «programa o movimiento político que defiende a la persona común «, señalando que «por lo general combina elementos de la izquierda y derecha «. El populismo autoritario es «típicamente crítico de la representación política y todo lo que media la relación entre las personas y su líder o gobierno «.

Una serie de razones explican el matrimonio entre populismo y proteccionismo. Primero, la persona común no entiende cómo el libre comercio beneficia a la gran mayoría de la gente. Esta ignorancia es no es sorprendente si sólo porque el típico elector sigue siendo «racionalmente ignorante» en estas cuestiones. Al menos en este tema, la ignorancia es más prevalente entre los menos educados.

Hay evidencia, incluso en una reciente encuesta WSJ / NBC, que las personas sin un título universitario son más probables en pensar que el libre comercio es perjudicial (Wall Street Journal, 26 de febrero de 2017). Pero incluso entre los educados, sólo una pequeña minoría entiende la teoría económica del comercio.

Una segunda razón por la cual los populistas naturalmente favorecen el proteccionismo es que la persona común es más probable que tema a los extranjeros, aunque sólo sea porque viaja menos y se reúne menos con extraños. Como dice la palabra, los extraños son extraños.

La tercera razón es que el populismo necesita mucho poder estatal, que el libre comercio socava. Un líder populista puede decir que está trabajando en nombre de «la gente», pero en el mejor de los casos sólo puede imponer las preferencias de la mayoría (o una gran pluralidad) en el resto la ciudadanía. «El pueblo» no tiene preferencias idénticas y opiniones unánimes.

Por mucho que el líder populista quiera ser amado, sólo podrá satisfacer las preferencias de algunas personas. Solo podrá satisfacer a sus partidarios -y sólo algunos- de sus preferencias. Se requiere poder para desatender las preferencias de las minorías. Dadas crisis reales o ficticias que típicamente potencian al populismo, será necesario poder adicional.  Usted no satisface a una muchedumbre lanzando rosas a las minorías.

Fernando Henrique Cardoso y el pensamiento de la Cepal: no lo siguió como presidente…, por suerte para Brasil

Con los alumnos de la UFM vemos un curso sobre las ideas políticas y económicas en América Latina. En esta oportunidad, estamos analizando las ideas de la Cepal, que tanta influencia tuvieran, y en alguna forma tienen, en la región. Aquí leemos nada menos que a Fernando Henrique Cardoso, quien varios años después de escribir esto fuera presidente de Brasil y aplicara políticas bastante diferentes. En fin, aquí va parte de su análisis en un artículo publicado en la Revista de la Cepal en  1977:

“Es interesante observar que, aunque el razonamiento de Prebisch y de la CEPAL se basa en la necesidad imperiosa de aumentar la productividad por habitante y obtener, simultáneamente, acumulación de capitales para elevar el bienestar de la masa de ía población, este punto fue sumamente criticado tanto por la izquierda como por la derecha. La izquierda lo criticó porque, una vez más, faltó el enunciado explícito de los mecanismos mediante los cuales se compatibilizarían ambas metas (la acumulación de capital y el mejoramiento del nivel de vida popular); la derecha, porque en el Manifiesto Latinoamericano (como Hirschman llamó al documento de 1950) no vio otra cosa que una acusación contra los países ricos y un afán de redistribución internacional que no tomaba en serio la necesidad de formar capitales y de aumentar la productividad.

Sin embargo, Prebisch fue explícito. Mostró que:

— el comercio internacional debería asumir un papel activo, a fin de ayudar al crecimiento de América Latina (véase el estudio sobre «El desarrollo económico de América Latina y algunos de sus principales problemas»);

— el aumento de la productividad era indispensable;

— sin acumulación no habría desarrollo;

— con todo, insistió en que este proceso no debería producirse apelando a la disminución del consumo popular, ya bajísimo.

Cito textualmente partes del artículo mencionado:

«Para formar el capital necesario a la industrialización y el progreso técnico de la agricultura, no parecería indispensable comprimir el consumo de la gran masa, que por lo general es demasiado bajo» (p. 3). Aún más: «Si con el progreso técnico se logra aumentar la eficacia productora, por un lado, y si la industrialización y una adecuada legislación social van elevando el nivel del salario real, por otro, se podrá ir corrigiendo gradualmente el desequilibrio de ingresos entre los centros y la periferia, sin desmedro de esa actividad económica esencial (la exportación primaria)» (pp. 3-4). Prebisch llega a poner límites a la industrialización (y en consecuencia al proteccionismo) en función de aquellos objetivos: «Si el propósito consiste en aumentar lo que se ha llamado con justeza el bienestar mensurable de las masas, hay que tener presente los límites más allá de los cuales una mayor industrialización podría significar merma de productividad».

Y en cuanto a las propuestas de política económica:

“En el plano de las metas básicas y de los instrumentos de política económica necesarios para alcanzarlas, la posición de la CEPAL tuvo pocas variaciones durante los años cincuenta:

– industrialización y proteccionismo ‘sano’;

— política adecuada de asignación de recursos externos;

– programación de la substitución de importaciones;

— especial atención para que no disminuyan todavía más los salarios durante el proceso de industrialización, y evitar la reducción de la capacidad de consumo de las grandes masas.”

¿Es China una economía de mercado? Todos los países discuten eso, sujeto a presiones proteccionistas

En la reciente visita a China del presidente Macri se planteó el tema del reconocimiento de ese país como una “economía de mercado”, lo cual llevaría a tener que darle un trato similar al de otros países miembros de la Organización Mundial de Comercio en cuanto a la apertura para sus productos y servicios exportados. El tema es tratado, en relación a los Estados Unidos, por Pierre Lemieux, de la Universidad de Quebec, en una nota en la revista Regulation, del Cato Institute: http://www.cato.org/regulation/spring-2016

Algunos párrafos:

“Podemos considerar el estatus de ‘mercado’ desde una perspectiva económica, como diferente de una política: ¿es China una economía de mercado? A primera vista, parece que solamente podría afirmarse eso utilizando una definición bien laxa o benévola de lo que es una economía de mercado. Pero, en verdad, cualquier ‘economía de mercado’ actualmente es una mezcla de libertad y dirección gubernamental. El reconocimiento de un país como una economía de mercado es una cuestión de grado en relación a muchas dimensiones. Por lo tanto, es difícil determinar si un país encaja en la categoría o no.

Si usamos los principales índices de libertad económica, que se basan en diferentes indicadores para calcular una nota para cada país, encontramos que China se encuentra bastante bajo en la lista. El informe Economic Freedom of the World: informe Anual 2015, del   Fraser Institute de Canadá, ubica a China en lo más bajo, en el tercer cuarto, lo que significa que tres cuartas partes de los 157 países clasificados tienen más libertad económica. En forma semejante, el Index of Economic Freedom 2015 de la Fundación Heritage, ubica a China cerca del final del cuarto quintil, cuyos miembros son considerado con economías ‘mayormente no libres’.

En el pasado reciente, China ha mostrado una promesa de convertirse en una economía de mercado, como sostuvieron Ronald Coase y Ning Wang en su libro How China became Capitalist. Pero ciertos desarrollos recientes no son alentadores. Los bancos y las empresas del estado siguen siendo grandes jugadores en una economía altamente regulada. Está creciendo la censura. Una bienvenida lucha contra la corrupción puede transformarse como una excusa para amenazar a empresarios. El capitalismo de amigos caracteriza aún hoy a la mayor parte de la economía china.

Sin embargo, la oposición del gobierno norteamericano al estatus de mercado para China está principalmente motivada por el proteccionismo, no por una preocupación sobre la libertad económica. Como muchos gobiernos nacionales en Europa, el gobierno norteamericano está respondiendo a las demandas de los empresarios locales y los lobbies de los sindicatos que temen la competencia de los productores chinos. Las disputas comerciales son, a menudo, ejercicios de capitalismo de amigos, y eso es una cuestión de grado. El proteccionismo está también promovido por los cánticos populistas de los políticos, que han sido especialmente abundantes en este año electoral”.

Acá es similar. Por un lado, desde hace rato que viene mencionando otorgar ese ‘estatus de mercado’:

http://www.lanacion.com.ar/654848-la-argentina-declarara-a-china-como-economia-de-mercado

Pero la Unión Industrial Argentina (UIA), se opone:

http://www.lanacion.com.ar/1932825-antes-del-viaje-de-macri-la-industria-local-advirtio-por-el-comercio-desleal-con-china

Los empresarios chinos piden eso para invertir:

http://www.lanacion.com.ar/1934233-wenbo-xiang-que-no-quieran-reconocernos-el-status-de-economia-de-mercado-es-totalmente-injusto

Cuando se habla de ‘emergencia aduanera’, Alberdi sobre promoción de la industria y proteccionismo

Ahora que se puso en discusión una “emergencia aduanera”, sobre todo propuesta por la industria local, es bueno recordar lo que decía Alberdi respecto a cómo se podía promover a la ‘industria fabril’. De su libro “Sistema Económico y Rentístico…”:

“Para ello, ¿cuál será el sistema que debemos adoptar? – Se presentan dos: el de las prohibiciones y exenciones, y el de fomentos conciliables con la libertad. – La historia fabril puede estar dividida en este punto, aunque no lo esté la ciencia económica de nuestros días, cuyas verdades son de todas las edades como los fenómenos de la química.

Esta cuestión ha dejado de serlo para la República Argentina, cuya Constitución ha determinado los únicos medios de intervención de parte del Estado en la creación y fomento de la industria fabril.

Esos medios son:

La educación e instrucción.

Los estímulos y la propiedad de los inventos.

La libertad de industria y de comercio.

La abstención de leyes prohibitivas y el deber de derogar las existentes.”

Alberdi 2

Más adelante:

“Las leyes protectoras, las concesiones temporales de privilegios y las recompensas de estímulo son, según el artículo citado, otro medio que la Constitución pone en manos del Estado para fomentar la industria fabril que está por nacer.

Este medio es delicadísimo en su ejercicio, por los errores en que puede hacer caer el legislador y estadista inexpertos, la analogía superficial o nominal que ofrece con el aciago sistema proteccionista de exclusiones privilegiarías y de monopolios.”

Y, finalmente, respecto a las prohibiciones o restricciones para importar:

“En efecto, los medios ordinarios de estímulo que emplea el sistema llamado protector o proteccionista, y que consisten en la prohibición de importar ciertos productos, en los monopolios indefinidos concedidos a determinadas fabricaciones y en la imposición de fuertes derechos de aduanas, son vedados de todo punto por la Constitución argentina, como atentatorios de la libertad que ella garantiza a todas las industrias del modo más amplio y leal, como trabas inconstitucionales opuestas a la libertad de los consumos privados, y, sobre todo, como ruinosas de las mismas fabricaciones :nacionales, que se trata de hacer nacer y progresar. Semejantes medios son la protección dada a la estupidez y a la pereza, el más torpe de los privilegios.

Abstenerse de su empleo estorbado en todas las tentativas legislativas para introducirlo, promover la derogación de la multitud infinita de leyes proteccionistas que nos ha legado el antiguo régimen colonial, son otro medio que la Constitución da al Estado para intervenir de un modo nega-tivo, pero eficacísimo, en favor de la industria fabril de la República Argentina.

Se puede decir que en este ramo toda la obra del legislador y del estadista está reducida a proteger las manufacturas nacionales, menos por la sanción de nuevas leyes, que por la derogación de las que existen.”

Viejo y nuevo proteccionismo: cambian las formas pero las motivaciones son las mismas. Bastiat

Con los alumnos de UCEMA, vemos ahora las nuevas y viejas variantes del proteccionismo. Para considerar las primeras, analizamos el Policy Analysis paper del Cato Institute, “Regulatory Protectionism A Hidden Threat to Free Trade” por K. William Watson y Sallie James: http://object.cato.org/sites/cato.org/files/pubs/pdf/pa723.pdf

“Pese al notable éxito de la liberalización comercial, las industrias locales siguen encontrando formas de usar el poder del estado para protegerse de la competencia externa. La práctica de usar las regulaciones locales ambientales o de protección al consumidor es una forma de disfrazar políticas proteccionistas que se han vuelto un serio problema. Este proteccionismo regulatorio daña a la economía y viola compromisos comerciales.

Factores diversos se combinan para explicar el crecimiento del proteccionismo regulatorio. La globalización económica ha provisto a los norteamericanos de acceso a una amplia variedad de productos importados. Esto ha permitido a los consumidores demandar no solamente productos de alta calidad a bajo costo sino también productos que están producidos según las preferencias filosóficas o éticas de los consumidores. Al mismo tiempo, los productores locales que buscan protección de las importaciones deben encontrar otras vías ahora que el uso de tarifas y cuotas está restringido por la ley internacional y el sentido común económico. La consecuencia es una tormenta perfecta en la que los activistas sociales y los intereses comerciales específicos se combinan para promover regímenes regulatorios que injusta e innecesariamente restringen importaciones”.

Y para el proteccionismo de antaño nada mejor que Frederic Bastiat y “La petición de los fabricantes de candelas”:

Bastiat

“Ustedes están en el buen camino. Rechazan las teorías abstractas; la abundancia y el buen mercado les impresionan poco. Se preocupan sobre todo por la suerte del productor. Ustedes le quieren liberar de la competencia exterior; en una palabra, ustedes le reservan el mercado nacional al trabajo nacional.

Venimos a ofrecerles a Ustedes una maravillosa ocasión para aplicar su… ¿Cómo diríamos? ¿Su teoría? No, nada es más engañoso que la teoría. ¿Su doctrina? ¿Su sistema? ¿Su principio? Pero Ustedes no aman las doctrinas, Ustedes tienen horror a los sistemas y, en cuanto a los principios, declaran que no existen en economía social; diremos por tanto su práctica, su práctica sin teoría y sin principios.

Nosotros sufrimos la intolerable competencia de un rival extranjero colocado, por lo que parece, en unas condiciones tan superiores a las nuestras en la producción de la luz que inunda nuestro mercado nacional a un precio fabulosamente reducido; porque, inmediatamente después de que él sale, nuestras ventas cesan, todos los consumidores se vuelven a él y una rama de la industria francesa, cuyas ramificaciones son innumerables, es colocada de golpe en el estancamiento más completo. Este rival, que no es otro que el sol, nos hace una guerra tan encarnizada que sospechamos que nos ha sido suscitado por la pérfida Albión (¡buena diplomacia para los tiempos que corren!) en vista de que tiene por esta isla orgullosa consideraciones de las que se exime respecto a nosotros.

Demandamos que Ustedes tengan el agrado de hacer una ley que ordene el cierre de todas las ventanas, tragaluces, pantallas, contraventanas, postigos, cortinas, cuarterones, claraboyas, persianas, en una palabra, de todas las aberturas, huecos, hendiduras y fisuras por las que la luz del sol tiene la costumbre de penetrar en las casa, en perjuicio de las bellas industrias con las que nos jactamos de haber dotado al país, pues sería ingratitud abandonarnos hoy en una lucha así de desigual.”

Sigue…, vale la pena leerla completa: http://bastiat.org/es/peticion.html

Por qué un jean se paga en el exterior a u$s 20 y en Argentina a u$s 100. ¿Es un problema de costos?

El diario La Nación trae un interesante artículo sobre el precio de los pantalones jeans en Argentina con el título “Por qué un jean en el exterior se consigue a u$s 20 y en la Argentina cuesta $ (pesos) 1500”: http://www.lanacion.com.ar/1923766-por-que-vestirse-es-tan-caro-los-costos-ocultos-de-la-ropa-en-la-argentina

Para aclarar el título a los lectores de otros países, el precio local en dólares sería de u$s 100.

jeans

Y el comentario final que quiero hacer al respecto es una visión inversa del problema a cómo lo trata el informe de la UADE que el artículo comenta: el precio local es así de alto porque la importación está cerrada.

Si ésta estuviera abierta el precio local no sería diferente del precio internacional, y los costos tenderían también a igualarse, o los recursos que se utilizan ahora para producirlos se dedicarían a otra cosa.

El informe, y el artículo, dan a entender que son los costos los que determinan los precios, por eso buscan estudiar cuánto corresponde a cada ítem. Por ejemplo, “el costo de producción de una prenda, que comprende la materia prima, la fabricación y el margen del confeccionista, suele representar entre el 20 y el 25% del precio final del producto”. Supuestamente esto incluye el costo de la mano de obra.

El ‘costo comercial’ incluiría el “costo del alquiler, la comisión inmobiliaria y las expensas, junto con cuestiones financieras (aranceles por utilización de tarjetas o los costos de las promociones bancarias) representan entre el 20 y el 25% del precio de venta al público. A su vez, otro 20% corresponde a los costos operativos y el desarrollo de la marca, con ítems como el diseño y desarrollo de producto, la publicidad y la implementación de acciones de marketing.”

Por último, “el esquema impositivo es otro rubro de peso. Según estimaciones de la UADE, un 27% del monto que paga el consumidor final por su prenda corresponde a impuestos, entre los que se incluye el 21% de alícuota del IVA (Impuesto al Valor Agregado)”.

Sin embargo es al revés, es porque el precio de un jean importado es superior a u$s 100, o infinito si es que está prohibido su ingreso, que el empresario hace su cálculo económico y contrata esos otros recursos ‘no transables’ que se benefician también de la protección, de estos productos y de todos los demás (o sea que son caros para todos los productos), a precios que son también diferentes a los precios internacionales. La competencia interna no logra reducir los precios porque todos se enfrentan a costos de servicios e impuestos similares. Y eso no va a cambiar con el arancel o la prohibición de por medio. Es decir, que la prohibición protege no solo a los fabricantes de jeans sino también, indirectamente, a todos los demás en la ‘cadena de valor’.

Todo, por supuesto, a costa del consumidor, quien paga todo eso. Y más a costas del consumidor pobre, quien podría comprar otras cosas si gastara tan solo $20 en un jean (le quedarían $80 disponibles).

La salida no llegará porque alguna vez se reducirán los costos y así bajará el precio de los jeans. Vendrá del otro lado, por la presión que ejerza la mayor competencia, que obligará a todos a ser más eficientes.

Tómese nota que no necesariamente estoy proponiendo la eutanasia de la producción y los servicios locales. Como bien propone Adam Smith en La Riqueza de las Naciones, esa apertura puede ser gradual para permitirles acomodarse. Pero tiene que estar claro desde el principio que esquilmar a los consumidores dejará de ser una alternativa posible.