Con los alumnos de la UFM estamos hacienda un curso sobre las ideas políticas y económicas en América Latina. Ahora leemos a Torcuato Di Tella en un artículo titulado “Populismo y Reforma en América Latina”, publicado en la revista Desarrollo Económico en 1965.
“En América Latina, como en la mayoría de las actuales zonas en desarrollo, los mecanismos de la reforma no pueden ser iguales a los que funcionaron en el contexto europeo. Para ponerlo brevemente, en Europa la reforma fue producida primero por un partido liberal, basado en las clases medias, y luego por un movimiento obrero centrado en los sindicatos. Aun cuando hubo algunas desviaciones con respecto a esa pauta, en términos generales el orden de sucesión se mantuvo. Durante la primera etapa el partido liberal (o alguno equivalente) cont6 con el apoyo de las clases medias y los obreros que en gran medida aún no se habían organizado.
Durante la segunda etapa, las clases medias, en su mayoría, dejaron de oponerse al orden establecido. La prosperidad las había vuelto conservadoras, mientras que los obreros desarrollaron su propia fuerza organizativa y buscaron expresi6n en partidos con orientación de clase y en su mayoría financiados por la clase. De esta suerte se resquebraja la coalición liberal. La división política según líneas de clase no significa revoluci6n, sin embargo, porque los niveles de vida más altos y la mayor movilidad social llegaron también a las masas urbanas. La clase obrera, con orientaciones ideológicas que varían desde un sindicalismo moderado hasta el comunismo, adopta en la práctica una perspectiva política reformista y gradualista. Pero esta orientación gradualista no significa el fin del conflicto de clases en política. Aun cuando la línea divisoria es algo borrosa, el partido reformista es un partido obrero, que s61o recibe una ayuda menor por parte de las clases medias y los intelectuales. El grueso del sostén económico y de la fuerza organizativa proviene de la clase obrera.
Ahora bien, este esquema no puede funcionar en absoluto en las zonas subdesarrolladas del mundo. En lugar del liberalismo o el obrerismo hallamos una variedad de movimientos políticos que, a falta de un término más adecuado, han sido a menudo designados con el concepto múltiple de «populismo». El termino es bastante desdeñoso, en tanto implica la connotación de algo desagradable, algo desordenado y brutal, algo de una índole que no es dable hallar en el socialismo o el comunismo, por mucho que puedan desagradar estas ideologías. Además, el populismo tiene un dejo de improvisación e irresponsabilidad, y por su naturaleza se supone que no ha de perdurar mucho. Debe asimismo añadirse que el termino ha sido acuñado por ideólogos tanto de la derecha como de la izquierda.”
Y concluye:
“Probablemente a esta altura se ha hecho bastante claro que el populismo es el único vehículo disponible para quienes se interesan en la reforma (o en la revolución) en América Latina.
La otra alternativa seria esperar a que la sociedad esté suficientemente desarrollada, por obra de otras fuerzas, y sumarse entonces al partido obrero, organizado y con conciencia de clase que presumiblemente surgirla en esas circunstancias. Pero es difícil esperar tanto. La causa liberal, por otra parte, no es muy atractiva, porque en la etapa subdesarrollada no es posible, y cuando se llega al desarrollo deja de ser reformista.
El problema, para quienes profesan valores más universalistas, es como adaptarse a las ásperas realidades del populismo. No es tarea fácil. El rechazo, en nombre de esos valores universalistas, es tan inútil como la aceptación no critica. Y, por cierto, tan ricamente recompensado por las partes interesadas, sea de dentro o de fue a de las fronteras de América Latina. Lo que se precisa, especialmente para los grupos intelectuales, es mantener vinculaciones y participar en tareas comunes, con el movimiento populista, sin perder la propia identidad y capacidad crítica. La dificultad estriba en que en general el movimiento populista exige lealtades más completas de sus aliados. Y el intelectual difícilmente puede darlas sin perder su condición de tal. El buscar y experimentar las formas de esta interrelación es una de las tareas más importantes, y apenas comenzada, para poder hacer un éxito del proceso de reforma social en América Latina.”