Federalismo fiscal: los recursos de las provincias y los de la Nación según la Constitución y Alberdi

Con los alumnos de la UBA Derecho, vemos el Sistema Económico y Rentístico de Alberdi, donde habla sobre el federalismo fiscal y comenta la división de recursos fiscales entre las provincias y el gobierno nacional:

Alberdi

“Las provincias no abandonan, no enajenan, ni se desprenden de la porción de su renta, que entregan al Tesoro nacional. Este Tesoro nacional es tan propio y peculiar de las provincias reunidas en cuerpo de nación, como lo es de cada una el de su distrito. No abandonan un ápice de su renta en esa delegación. Respecto de una porción de ella, sólo ceden a la Confederación un modo local de crear y de invertir esa renta, en cambio de otro modo nacional de crear y de invertir esa misma porción de su renta, que abandonan en apariencia, pero que en realidad toman. El Tesoro nacional no es un tesoro independiente y ajeno de las provincias. Formado de las contribuciones pagadas por todas ellas, de los fondos en tierras y en valores que a todas pertenecen, de los créditos contraídos bajo su responsabilidad unida, el Tesoro nacional pertenece a las provincias unidas en cuerpo de nación, y está destinado a invertirse en las necesidades de un gobierno elegido, creado, costeado por las provincias, cual es su gobierno común y nacional, que es gobierno tan suyo como es de cada provincia su gobierno local.

Toda la diferencia está en que, en vez de pertenecer a cada provincia aisladamente, el Tesoro nacional pertenece a todas juntas reunidas en cuerpo de nación. Así cada provincia, en vez de tener un tesoro, tiene dos: el de su localidad y el de la Nación. Los dos son invertidos en su provecho: el uno en sostén del gobierno encargado de hacer cumplir la Constitución general, y el otro en sostener al gobierno que tiene a su cargo el orden local de la provincia; el uno se invierte en el gasto que cuesta sostener la independencia nacional, el otro en el gasto ocasionado por la necesidad de mantener la independencia y soberanía relativas y domésticas de cada provincia. Uno y otro tesoro son creados por el pueblo de cada provincia: en ambos existen las contribuciones salidas de su bolsillo; de los dos dispone el pue-blo contribuyente; por sus representantes en el Congreso general vota el impuesto y el gasto nacional, y por su Legislatura de provincia dispone de su tesoro reservado y local. La formación de un tesoro nacional es un mecanismo por el cual los Cordobeses y Riojanos, v, g., perciben contribuciones en Buenos Aires, y recíprocamente Buenos Aires, en Córdoba y La Rioja. Delegando recursos, las provincias no hacen más que aumentar su tesoro. Aisladas, cada una dispone de dos o trescientos mil pesos anuales; reunidos sus recursos, dispone de tres o cuatro millones de pesos fuertes por cada año. Celebrar esta unión de rentas, es lo que se llama nacionalizar sus contribuciones, crear un Tesoro nacional; lo que vale decir, constituir un gobierno nacional, componer un Estado, formar una patriaa, en lugar de ser un grupo disperso e inconexo de pueblos sin nombre. común, sin crédito exterior, sin figura respetable en la familia de las naciones.

«Quien divide sus fuerzas, dice Cormenin, las pierde; quien apetece la libertad, desea el orden; quien quiere el orden, quiere un pueblo arreglado; quien quiere un pueblo arreglado, quiere un gobierno fuerte; y quien quiere un gobierno fuerte, quiere gobierno nacionalb. Añadid que no hay gobierno central, ni orden constitucional, ni libertad, sin unión de rentas, sin Tesoro nacional, porque el Tesoro es el poder mismo, es el instrumento de orden y de libertad, y no hay Tesoro capaz de esos efectos vitales si no hay unión y consolidación de rentas.

Muy juiciosa ha sido, pues, la Constitución argentina en dar principio a la organización de un gobierno nacional por la creación de un Tesoro nacional, formándole de recursos que con igual sensatez ha declarado nacionales en su art. 4; porque lo son por su naturaleza, origen y destino, y lo fueron siempre en el suelo argentino por sus leyes- fiscales antiguas y modernas de carácter nacional.”

Una propuesta ‘algo extremista’ para los candidatos que quedaron, Macri y Scioli: No a Goebbels

Me encuentro a menudo con interlocutores, incluso en mi propia familia, que me dicen que no puedo ser tan ‘extremista’, que debo moderar mis posiciones, que debería estar feliz ahora que quienes están en el poder han sufrido una buena derrota.

Sí, claro, siempre es bueno que el poder sea derrotado, esa es la esencia de mi posición, digamos, ‘anarco capitalista’, un término que Cristina aborrece, al cual le adjudica todos los males del capitalismo de amigos que impera a nivel mundial, y que, seguramente, espantaría tanto a Macri como a Scioli.

Es verdad, esos locos, que plantean cosas utópicas.

Entiendo el punto. Además de Economía Austriaca enseño Public Choice, o el Análisis Económico de la Política, con lo que se claramente cuáles son las limitaciones de los votantes en cuanto a la información que manejan, y los incentivos que tienen tanto políticos como funcionarios del gobierno. No me extraña que se hagan campañas donde no se habla de nada en particular, ya que los votantes tampoco quieren escuchar nada de eso. Es más, si lo escucharan saldrían espantados.

Si un candidato les dijera que hay que hacer un fenomenal ajuste porque el déficit fiscal alcanza ya el 8% del PIB, o que el balance del Banco Central muestra que está quebrado, seguro que no lo votarían. Y como los votantes no quieren cambios bruscos, no quieren pagar las cuentas de varios años de descontrol, entonces no se les puede proponer un ajuste en el cual los costos de esas mismas decisiones caigan sobre quienes las votaron en su momento.

Tampoco podemos decirles claramente que las hayan votado porque, ¿qué votaron en 2011? ¿Acaso votaron en favor de la inflación y el déficit fiscal? Nadie tiene mayor idea de eso, ni de cómo se paga; en general votaron porque la economía entonces había salido de la crisis del 2008 y, bueno, el efecto viuda. No mucho más.

En esta oportunidad, los votantes no han elegido nada ‘revolucionario’. Así que  poco puedo esperar al respecto. Pero he aquí que voy a proponer algo que no tiene mayor costo político o económico y que, sin embargo, sería una decisión drástica y una clara señal hacia el futuro: eliminar toda publicidad estatal, terminar con las cadenas nacionales y cerrar TELAM, ese ‘ministerio de la verdad’.

Un gobierno nacional no necesita hacer publicidad, los medios están atentos para informar todos sus movimientos. Simplemente tiene que dar comunicados a la prensa o dar conferencias de prensa y listo, nos enteramos de las noticias por los medios. Además, las conferencias de prensa permiten que las preguntas de los periodistas indaguen sobre cosas que el gobierno tal vez no está tan interesado en informar.

De esta forma se reduce el presupuesto, algo que hay que hacer de todas formas y, además, se deja de financiar con el dinero de todos a amigos y socios del gobierno.

Que el gobierno tenga una agencia de noticias es como aceptar que Goebbels tenía razón aunque era un poco violento. ¿Quién podría estar en contra? ¿No está acaso comprobado en la historia de ese organismo y, en particular, durante los últimos años, que una agencia de ese tipo es nada más que el instrumento de propaganda de quienquiera que esté en el gobierno? ¿Qué van a hacer Scioli o Macri con ella? ¿Van a cambiarla para que haga propaganda sobre sus respectivos gobiernos? ¿Van a pretender que puede existir tal cosa como una agencia gubernamental de noticias que sea ‘neutra’? Sí, ya sé, el ejemplo de la BBC es lindo, pero prefiero ver el canal de la BBC en el cable que 6, 7, 8.

¿Cuál es la justificación de su existencia? ¿Acaso el mercado no provee noticias suficientes? Tenemos medios de todo tipo y ahora tenemos Internet, podemos leer las noticas según la “corpo” o podemos leer el New York Times o El País o los medios financiados por el estado.

Es cierto, nadie quiere cambios bruscos; que todo sea despacio, que no nos duela, que seamos moderados. Pero, tal vez, pueden jugarse en una sola que no duele: basta de publicidad estatal y cierren la agencia de Goebbels.

«Fritz Machlup: ¿qué verificamos con econometría y estadística? ¿Hipótesis generales o particulares?

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico II (Escuela Austriaca), vemos a un autor poco considerado entre los autores austriacos, Fritz Machlup. Aquí de su artículo “El problema de la verificación en Economía”, Revista Libertas 40 (Mayo 2004)

“Cada uno de nosotros ha estado últimamente tan ocupado con el análisis estadístico de curvas de demanda, de funciones de ahorro, consumo e inversión, de elasticidades y propensiones, que una descripción de estas y similares investigaciones no es realmente necesaria. El problema con la verificación de hipótesis empíricas basadas en análisis estadísticos y econométricos es que la sucesión de estimados sobre la base de nuevos datos ha sido siempre seriamente divergente. Por supuesto, esas variaciones en el tiempo entre las relaciones numéricas no son realmente sorprendentes. Pocos de nosotros han esperado que esas relaciones sean constantes o incluso aproximadamente estables. Así, cuando nuevos datos y nuevos cómputos arrojan estimados revisados de parámetros económicos, no existe manera de decir si las hipótesis previas eran incorrectas o si las cosas han cambiado.

El hecho que las relaciones numéricas descriptas por las hipótesis empíricas pueden estar sujetas a cambios impredecibles altera esencialmente su carácter. Las hipótesis que están estrictamente limitadas al tiempo y al espacio no son “generales” sino “especiales,” o también llamadas proposiciones históricas. Si las relaciones medidas o estimadas en nuestra investigación empírica no son universales sino históricas, el problema de la verificación es completamente diferente. Tan diferente que de acuerdo a las intenciones expresadas en la introducción no deberíamos estar interesados en ellas. Pues nuestro propósito fue discutir la verificación de generalizaciones, no de eventos o circunstancias confinadas a particulares tiempos y lugares. Si todas las proposiciones de la economía fuesen de este tipo, el dictado de la vieja escuela histórica, que la economía no puede contar con “leyes generales” o con una “teoría general,” sería plenamente justificado.

Si una hipótesis acerca de una relación numérica entre dos o más variables fue formulada sobre la base de datos estadísticos cubriendo un período particular, y luego es comparada con datos de un período diferente, esa comparación podría contarse como verificación sólo si la hipótesis hubiese sido formulada como una de carácter universal, es decir, si la relación medida o estimada hubiese sido considerada como constante. En la ausencia de tales expectativas, el test por un “acierto” continuo (entre hipótesis y nuevos dato) es simplemente una comparación entre dos situaciones históricas, un intento de encontrar si las particulares relaciones eran estables o cambiantes. Una verificación genuina de hipótesis previamente formuladas acerca de un período dado requiere de una comparación con datos adicionales del mismo período, para así evaluar si las observaciones previas y su descripción numérica fueron o no precisas. En breve, una proposición histórica sólo puede ser verificada por nuevos datos acerca de la situación histórica a la cual refiere. Esto es así también para proposiciones geográficas y comparaciones entre distintas áreas.

Sin embargo, aunque las “estructuras” cambiantes estimadas por la econometría y la estadística no son más que proposiciones históricas, pueden existir límites en sus variaciones. Por ejemplo, seguramente podemos generalizar que la propensión marginal a consumir no puede ser en el largo plazo mayor que la unidad, o que la elasticidad de la demanda para ciertos tipos de exportación de cierto tipo de países no será en el largo plazo menor que la unidad. Proposiciones sobre límites definitivos en la variación de proposiciones especiales o históricas son de nuevo hipótesis generales. Estas no son estrictamente empíricas sino universales, en el sentido de ser deducibles de generalizaciones de alto nivel en el sistema teórico de la economía. Los varios estimados sucesivos de estructuras cambiantes pueden ser considerados como verificaciones de hipótesis generales, de acuerdo a las cuales ciertos parámetros o coeficientes deben estar dentro de ciertos límites. Debido a que estos límites son usualmente bastante amplios, la verificación no será por supuesto de la rigurosa manera en que lo es en las ciencias físicas, con sus constantes numéricas y estrechos márgenes de error.

Pero ni esto ni ninguna otra cosa que se ha dicho en este artículo debería ser interpretado como un intento de desanimar el testeo empírico en economía. Por el contrario, la conciencia de los límites de la verificación debería tanto prevenir de las desilusiones como presentar desafíos al trabajador empírico. Él debe ponerse a la altura de ellos, y proceder con inteligencia y fervor mediante cualquiera de las técnicas que se hallen disponibles.”

Bienes sustitutos y complementarios: Mises comenta y analiza la interconexión de los precios

Con los alumnos de Microeconomía de OMMA-Madrid vemos los precios de bienes y servicios sustitutos y complementarios. Leemos a Mises, quien analiza en “La Acción Humana” la interconexión de los precios y considera las distintas expresiones de este fenómeno:

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“Si un proceso definido de producción da como resultado los productos p y q simultáneamente, las decisiones y acciones empresariales estarán dirigidas por la evaluación de la suma anticipada de los precios de p y q. Los precios de p y q están particularmente conectados entre sí ya que cambios en la demanda de p (o de q) generan cambios en la oferta de q (o de p). La relación mutua de los precios de p y q puede llamarse conexión de producción. El empresario llama a p (o q) un subproducto de q (o p).”

Luego señala la conexión de consumo. Esta sería cuando la producción de un bien de consumo requiere el empleo de dos factores y no importa que la combinación de esos factores la realice una misma empresa o distintas, o incluso el mismo consumidor comprando dos productos y combinándolos luego.

Finalmente la “conexión de sustitución”: “Si los servicios que brinda un producto b puede ser sustituidos, aunque no sea de forma perfecta, por otros que brinda el producto a, un cambio en el precio de uno de ellos afectará al precio del otro. La relación mutua entre los precios de a y b puede llamarse conectividad de sustitución”.

Pero luego, existe una conectividad mucho más general. Así la presenta Robert P. Murphy en la “Guía para el estudio de La Acción Humana”:

“Los precios de ciertos bienes tienen una conexión especial; el rebaja de precio de la manteca de maní puede afectar al precio de las mermeladas. Y aún más generalmente, los precios de todos los bienes están interconectados porque todos los bienes y servicios compiten por el dinero de los compradores. Y como se requiere de trabajo para la producción de todo bien, están todos interrelacionados tanto por el lado del consumo como por el de la producción. Es imposible analizar un precio específico en forma aislada.”

Esta conectividad se debe a la existencia de muchos factores que no son específicos. Dice Mises que en un mundo ideal en el que cada factor fuera específico cada actividad estaría aislada de las otras.

Concluye en este tema:

“Sería absurdo considerar a un precio definido como si fuera un objeto aislado en sí mismo. Un precio expresa la posición que los hombres actuantes le otorgan a una cosa en el estado presente de los esfuerzos para remover una insatisfacción. No indica relación con algo inmutable, sino solamente una posición instantánea en un conjunto permanentemente cambiante. En esta colección de cosas que son consideradas valiosas por los juicios de valor de las personas actuantes el lugar de cada una de ellas está interrelacionado con todas las demás. Lo que llamamos precio es una relación, dentro de un sistema integrado, que es el efecto compuesto de las valoraciones humanas.”

El ocaso de las jerarquías: no hay monopolio del conocimiento y la sabiduría en la dirección

Si tomamos una perspectiva de muy largo plazo, las sociedades avanzan hacia mayores grados de libertad económica. Algo similar estaría sucediendo en las organizaciones, donde la visión jerárquica poco a poco da lugar a un mayor grado de descentralización, bajo nombres tales como “empowerment”. Esto dicen Tyler Cowen y David Parker en un interesante artículo titulado: “Los mercados en las empresas: un enfoque gerencial”.

«A partir de la Revolución Industrial las empresas crecieron y se desarrollaron en gran medida sobre una base funcional. Algunos departamentos se encargaban directamente de la atención de los consumidores o de los proveedores (por ejemplo, los de ventas o los de compras), mientras que otros proveían servicios internos dentro de la organización (como los de finanzas, tecnología de la información [TI] y personal). Alfred Sloan introdujo una estructura adecuada para este funcionalismo en General Motors en la década del veinte.  Sloan consideraba que los administradores debían determinar la estrategia de la empresa, diseñar su estructura y elegir sus sistemas de control. La organización debería ser controlada de arriba hacia abajo mediante una estructura funcional que conformaría una jerarquía administrativa clásica, o una pirámide de control. Los administradores principales deberían ejercer firmemente el control de la estrategia y de las operaciones, y con este fin el flujo de la información debería realizarse principalmente de arriba hacia abajo. Tendrían que planificar y controlar sus empresas de una manera similar a aquella en que los commisars soviéticos de la década del ’20 planificaban y controlaban sus imperios. En los niveles inferiores de la organización, los administradores locales tendrían que dirigir cada una de las plantas y ser responsables, principalmente, de las cuestiones operativas.

El apogeo de “la autoridad y el control”

Las modernas corporaciones, con su énfasis sobre “la autoridad y el control”, son sistemas de planificación y cuando las empresas llegan a ser demasiado grandes como para que un estrato administrativo pueda ejercer un control efectivo sobre ellas, se las fracciona en divisiones y subdivisiones. No obstante esto, los que ocupan los más altos puestos directivos, a los que podría llamarse “los estrategas”, mantienen el control sobre toda la estrategia empresarial. Resulta significativo el hecho de que esta corporación planificada, monolítica, alcanzara su apogeo entre las décadas del ’20 y del ’70, un período en el cual los empresarios estadounidenses y europeos dominaban los mercados mundiales con la ayuda de los carteles, las estructuras de mercado oligopólicas, los derechos arancelarios y una relativa escasez de competencia global. Por entonces también se puso de moda la “planificación económica” en el nivel macroeconómico.

Sin embargo, a partir de la década del ’60 surgieron en los Estados Unidos y en Europa occidental presiones en favor de una mayor competencia, y el cambio se hizo inevitable. Al principio los administradores (con el apoyo de los teóricos en administración empresarial y de los consultores) intentaron refinar el proceso y la estructura de control. Para ello desarrollaron innovaciones tales como “la administración mediante objetivos” y favorecieron matrices estereotípicas de estructura organizativa. (2) Raras veces fue cuestionada en su totalidad la concepción de autoridad, control y planificación estratégica centralizada.

Hoy, sin embargo, la empresa concebida por Sloan se encuentra en retroceso, ya que se ha demostrado que es demasiado onerosa en lo que respecta a los costos administrativos y excesivamente lenta e inflexible como para adaptarse a los rápidos cambios del mercado. Algunas compañías muy exitosas (como Canon, Intel, 3M y ABB) han desechado la idea de que los administradores de primer nivel tienen el monopolio de la sabiduría y de que los trabajadores deben ponerla en práctica. En las grandes empresas organizadas jerárquicamente, estructuradas en torno a funciones especializadas, el grueso de los empleados a menudo tenían muy poco contacto directo con los consumidores externos y con el mercado. En organizaciones como ésas el crecimiento llegaba hasta el punto en que había muy pocas conexiones efectivas entre la organización y el mercado, y a los empleados no les resultaba sencillo ver una relación directa entre la actuación de la empresa en el mercado y sus empleos y salarios. En consecuencia, no es sorprendente que se haya perdido la ventaja competitiva. Una organización exitosa necesita un flujo constante de señales de mercado que llegue a todas partes, y no sólo de arriba hacia abajo, para poder dar las respuestas apropiadas. Si se le niega este tipo de información la empresa deja de aprender o, al menos, aprende a tontas y a locas.

La generación y uso del conocimiento disperso en los recursos humanos e innovación en empresas

Con los alumnos de UCEMA vemos dos capítulos del libro “International Business” de Mason & Dunung donde se tratan los temas de recursos humanos e innovación. Quisiera aquí relacionar esto con un artículo clásico de la economía. Se trata de “El Uso del Conocimiento en la Sociedad” de Friedrich A. Hayek, donde el autor sostiene que el principal tema que la economía debe resolver es el de la generación y uso de un conocimiento que nadie posee en su totalidad sino que se encuentra disperso entre todos los participantes en el mercado. Esta información es transmitida esencialmente por el sistema de precios: http://www.hacer.org/pdf/Hayek03.pdf

Este análisis parece aplicarse al funcionamiento de los mercados, pero en verdad se extiende a todo tipo de situación en la cual el conocimiento sea limitado y disperso. Y esto ocurre también en el caso de los recursos humanos y la innovación dentro de las organizaciones, sobre todo ahora que están globalizadas. El problema, similar al planteado por Hayek en su famoso artículo, es conocer dónde están los recursos humanos necesarios para una determinada tarea, y dónde también la capacidad de innovación.

La fertilidad de una teoría económica se muestra cuando luego aparece explicando fenómenos sociales y económicos que aparecen como nuevos y necesitan ser comprendidos. La idea esencial de Hayek aparece, por ejemplo, en una serie de textos publicados por la consultora internacional de management McKinsey & Co. Por ejemplo, este trabajo titulado: ¿Conoces dónde están tus expertos? (traducción al castellano aquí: http://www.factorhuma.org/attachments_secure/article/8341/expertise.pdf

Esos expertos, a su vez, tienen un conocimiento específico y es imposible que se pueda saber quién tiene qué conocimiento y dónde está dentro de una gran organización. Ese problema puede ser resuelto generando un “mercado interno” de conocimientos de forma tal que esa información se “revele”, se “conozca” en ese mercado. Es lo que se comenta en el artículo “Making a market in knowledge”: http://www.mckinsey.com/insights/strategy/making_a_market_in_knowledge

Y en cuanto a las capacidades de los recursos humanos, “Making a market in talent: http://www.mckinsey.com/insights/organization/making_a_market_in_talent

Y si no es el conocimiento que se encuentra “dentro” de la organización, se puede buscar ese conocimiento que se encuentra disperso “fuera”. ¿Pero dónde? Aquí es donde los mercados de conocimiento e innovación permiten alcanzarlo. “Mercados” de innovación son organizados de forma tal que se pueda acceder a quienes tengan la innovación pero no sabemos en verdad dónde están.

Por ejemplo, ¿necesitas alguna innovación? La organización puede conseguirla en estos “mercados”:

Innocentive: http://www.innocentive.com/ ;

NineSigma: http://www.ninesigma.com/ ,

IdeaStorm: http://www.ideastorm.com/

¿Es necesario algún software?

TopCoder: http://www.topcoder.com/

¿Necesito que diseñen mi producto?

Threadless: http://www.threadless.com/

Todos ellos ejemplos en la gestión global de recursos humanos e innovación confirmando la visión que presentara Hayek en su famoso artículo.

Kirzner y/o Baumol no recibieron el Premio Nobel este año por su análisis de la función empresarial

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico II (Escuela Austriaca)  vemos una figura olvidada en los modelos de equilibrio general, el empresario, en un artículo de Israel Kirzner que lleva ese título. Así introduce el tema:

“La función empresarial en el mercado es difícil de comprender. Lo demuestra la eliminación virtual de dicho papel en las exposiciones más recientes de las teorías de los precios, así como en los múltiples y cuidadosos intentos de autores anteriores para definir al empresario y distinguir su papel del capitalista o el empleado dirigente. Estos intentos reflejan el deseo de identificar con precisión algo cuya presencia se siente indudablemente pero que, superficialmente, sólo se presta a una definición vaga. A mi modo de ver, es posible aferrar ese elemento esquivo de la empresarialidad de una manera satisfactoria.

Además, creo que es de la mayor importancia conseguirlo para comprender el proceso del mercado. Una de las distinciones entre la teoría del mercado aquí definida y la que predomina en los textos sobre teoría de los precios hoy en día es que esta última carece de una apreciación adecuada de la naturaleza y función de la empresarialidad en el sistema del mercado.

Un esquema preliminar de mi posición sobre la naturaleza de la empresarialidad puede resultar útil. Afirmo que en toda acción humana está presente un elemento que, aunque es crucial para la actividad economizante en general, no se puede analizar en términos de economía, maximización o con criterios de eficiencia. Voy a calificar este elemento, por razones de las que daré cuenta, como elemento empresarial. Afirmo además que el papel empresarial en el mercado se puede comprender de la mejor manera por analogía con lo que he denominado elemento empresarial en la acción individual humana.

La distribución de recursos a través de las fuerzas impersonales del mercado se compara frecuentemente con la toma de decisiones del individuo. Es esto lo que da una base a la analogía que he utilizado. De la misma forma que los criterios de eficiencia, por sí mismos, no bastan para comprender la acción individual humana, dado que un factor crucial para la emergencia de una actividad individual economizante es el elemento empresarial «extraeconómico», tampoco la función distribuidora del proceso mercadológico se puede comprender únicamente en términos de la interacción de actividades individuales maximizadoras. Un mercado que conste exclusivamente de individuos que actúan economizando y maximizando no da lugar al proceso mercadológico que queremos comprender. Para que surja el proceso de mercado se requiere, además, un elemento que, en sí mismo, no resulta comprensible dentro de los limites conceptuales estrechos de la conducta economizante. Entiendo que este elemento de mercado es la empresarialidad: ésta ocupa precisamente la misma relación lógica con los elementos «economizantes» del mercado que en la acción individual corresponde a los elementos empresariales en relación con los aspectos de eficiencia en la toma de decisiones.”

El gráfico de la oferta y la demanda: el más útil, pero tan solo el principio para comprender el proceso

Con los alumnos de Microeconomía de OMMA Madrid, leemos a Eugen von Böhm-Bawerk sobre la determinación del precio y el gráfico de la oferta y la demanda.

En general, todos utilizamos el gráfico de las curvas de oferta y demanda para explicar en las clases la formación de los precios en el mercado. Es, seguramente, el gráfico de mayor utilidad que exista en la disciplina y facilita la compresión de esos conceptos. Pero hay que tener claro que se trata de una simplificación y, como tal, de un primer paso para comprender todo el proceso que involucra las conductas de compradores y vendedores.

Al respecto comenta Böhm-Bawerk (“La ley básica de la determinación del precio”, La Teoría Positiva del Capital): http://library.mises.org/books/Eugen%20von%20Bohm-Bawerk/The%20Positive%20Theory%20of%20Capital.pdf

Bohm Bawerk

Luego de explicar la formación del precio a partir de la interacción de las valoraciones subjetivas, tanto sea de un comprador y un vendedor en un intercambio aislado, como en el más corriente de múltiples compradores y vendedores, y en este caso la relación entre las valoraciones particulares de cada uno de ellos y de qué forma influyen en la formación del precio, sobre todo las de las que denomina “parejas marginales”, aquellos que son los “últimos” en poder realizar un intercambio o los “primeros” que han quedado fuera de esa posibilidad, comenta:

“…Muchos economistas están acostumbrados a emplear en sus exposiciones símbolos matemáticos que les permiten representar situaciones complejas por medio de fórmulas simples. Esto se aplica incluso a economistas que no son partidarios de presentar la ciencia económica de manera matemática. Por ello, cuando los compradores y vendedores hacen valoraciones continuamente cambiantes –hacia arriba o hacia abajo- y estas valoraciones representan ofertas de compra o de venta de cantidades parciales de un bien de mercado, existe una predilección especial a representarlas por medio de curvas ascendentes o descendentes y de indicar, por medio de sus puntos de intersección, la situación del precio que las ofertas competitivas basadas en estas valoraciones están en proceso de desarrollar. Aunque pueda considerarse este método perfectamente aceptable, sigo considerando dudosa la inevitable supresión del punto de vista subjetivo y personal del proceso que hemos expuesto.”…

“Oferta y demanda han sido desde el principio una jerga demasiado amplia y vaga. Ha sido lo suficientemente amplia como para incluir por implicación los conceptos correctos que connotaban; han sido lo suficientemente vagas como para excluir cualquier sujeción a la precisión, y dejar todo tipo de dudas, ambigüedades y errores.”…

“Porque sin la concepción global de todo el problema que se hizo posible solamente a través de la teoría del valor subjetivo, era demasiado fácil desviarse y llegar a interpretaciones y formulaciones incorrectas. Oferta y demanda se concebían demasiado mecánicamente como meras cantidades. E incluso, cuando se hizo habitual tener en cuenta su “intensidad”, esta intensidad era erróneamente atribuida a toda clase de causas dispares y secundarias, simplemente a causa de la ignorancia todavía imperante del factor motivante esencial que se encuentra en las valoraciones subjetivas.”…

“Mi opinión es que el problema encuentra solución si introducimos dentro del marco tradicional el pensamiento sencillo de que el precio es completa y enteramente el producto de las valoraciones subjetivas de los hombres. Este pensamiento explica de la manera más simple y unificada por qué la gente ofrece un bien a la venta o desea comprarlo, explica la intensidad con que hacen esto, la insistencia con que a veces persisten en ofrecer o exigir bienes, así como también la facilidad y rapidez con que otras veces cesan de hacerlo.”

Alberdi buscaba atraer el capital, y también el trabajo, favoreciendo y promoviendo la inmigración

Con los alumnos de la UBA Derecho vemos EL Sistema Económico y Rentístico de Juan Bautista Alberdi. Si antes hizo énfasis en la importancia de respetar la propiedad y promover el ingreso de capitales, aquí hace referencia a la población:

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“Expresión de esta necesidad suprema de un país desierto, la Constitución argentina aspiró ante todo a poblarlo. Midió el suelo, contó la población que debían regir sus preceptos; y hallando que cada legua cuadrada contenía seis habitantes, es decir, que el país que iba a recibirla era un desierto, comprendió que en el desierto el gobierno no tiene otro fin serio y urgente, que el de poblarlo a gran prisa.

Admitido el principio de que en América gobernar es poblar, convenidos en que la Constitución argentina es la expresión fiel de ese principio, viene ahora esta cuestión, a saber: -¿Cómo poblar? ¿Por qué sistema, según qué método, por cuáles medios atraer y agrandar la población, que todos creemos necesaria? – Esta cuestión práctica es del dominio de las leyes orgánicas, y a ellas toca resolverla. Pero toda ley orgánica debe hacer pie en la Constitución; de ella debe tomar sus fines y sus medios.

En la ciencia y en la Constitución esos medios se reducen a dos clases principales. Unos son directos y consisten en medidas y expedientes especiales, encaminados a traer pobladores y fundar colonias. Otros son indirectos, los cuales forman un sistema de instituciones encaminado a formar corrientes de población espontánea.

La Constitución consagra el sistema de población por medios directos, en sus art. 25, 64 (inciso 16) y 104.

«El gobierno federal (dice el art. 25) fomentará la inmigración europea, y no podrá restringir, limitar, ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias e introducir y enseñar las ciencias y las artes».

El art. 64, inciso 16, atribuye al Congreso la facultad de proveer lo conducente a la prosperidad del país, promoviendo la inmigración y la colonización de tierras de propiedad nacional… por leyes protectoras de estos fines y por concesiones temporales de privilegios y recompensas de estímulo.

El art. 104 da esa misma facultad a los gobiernos locales de provincias.

Tales son los medios directos que autoriza la Constitución para atraer pobladores. Esos medios, que parecen ser los más eficaces, son los más secundarios.

Los medios realmente poderosos son los medios indirectos, los que tienen por objeto abrir corrientes de inmigración, fomentar la población espontánea, agrandar las ciudades, multiplicar la población de las campañas, en lugar de colonizar tierras desiertas.

Esos medios residen en los siguientes principios, consagrados por la Constitución argentina. Los reúno aquí en cuerpo de sistema para auxilio y guía del legislador economista.

Los artículos 4 y 64 favorecen la población fijando el carácter de la aduana, que es, según ellos, un impuesto, y no un medio de protección y de exclusión.

Los artículos de 9, a 13 la favorecen, aboliendo las aduanas interiores y refundiéndolas en una sola exterior, y proclamando la libertad completa del tráfico interior por agua y tierra.

Los artículos de 14 a 21 la favorecen, por una concesión amplia y completa de los derechos civiles de libertad, igualdad, propiedad y seguridad a todos los habitantes de la Confederación, sin exclusión de extranjeros.

Y para que esto no sea materia de interpretación y duda, la Constitución argentina, sin ejemplo en esto en la América del Sud, declara terminantemente por sus artículos 20 y 21 que: – «Los extranjeros gozan en el territorio de la Confederación de todos los derechos civiles del ciudadano: pueden ejercer su industria, comercio y profesión; poseer bienes raíces, comprarlos y enajenarlos; navegar los ríos y costas; ejercer libremente su culto; testar y casarse conforme a las leyes. No están obligados a admitir la ciudadanía. ni a pagar contribuciones forzosas y extraordinarias. Obtienen nacionalización residiendo dos años continuos en la Confederaci6n; pero la autoridad puede acortar este término a favor del que lo solicite, alegando y probando servicios a la República»… – «Los ciudadanos por naturalización son libres de prestar o no este servicio (militar) por el término de diez años, contados desde el día en que obtengan su carta de ciudadanía»

Garrison: sobre-consumo y ahorro forzoso en la Teoría del Ciclo Económico de Mises y Hayek

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico II (Escuela Austriaca) de la UBA, vemos la teoría austríaca del ciclo económico como la comenta y desarrolla Roger Garrison en el artículo: SOBRE-CONSUMO Y AHORRO FORZOSO EN LA TEORÍA DEL CICLO ECONÓMICO DE MISES-HAYEK, Revista Libertas XII: 43 (Octubre 2005):

“La teoría del ciclo económico desarrollada por Ludwig von Mises y Friedrich A. Hayek en el período de entre guerras, es la teoría del auge insostenible. Respondiendo a las políticas de crédito barato del Banco Central, la economía puede encontrarse a sí misma en un camino de crecimiento que resulta inconsistente con las realidades económicas subyacentes.1 Las tensiones internas en las fuerzas de mercado que guían las decisiones de consumo y de inversión eventualmente precipitan una recesión.

Esta comprensión del proceso de mercado que lleva a la economía a través de auges y recesiones apareció poco a poco y en una progresión sucesiva en los escritos de Mises y Hayek. Mises primero le dio a la teoría su identidad austríaca en su trabajo Teoría del Dinero y del Crédito (1912. pp. 357-366). Claramente, la teoría emerge como una combinación de la dinámica de la tasa de interés introducida por el economista sueco Knut Wicksell y la Teoría Austríaca del capital delineada por Carl Menger y desarrollada por Eugen von Böhm-Bawerk. (La divergencia entre la tasa de interés de mercado y la tasa natural causa una malasignación de recursos en la secuencia temporal de etapas de producción.) Las “tensiones internas”, que se hacen más pronunciadas en el momento más elevado del ciclo, se manifiestan en el relato original de Mises como “contra-movimientos” en los precios de los bienes de consumo relativos a los precios de los bienes de producción. Estos precios relativos caen durante el auge pero eventualmente suben, provocando los correspondientes contra-movimientos de recursos y marcando la transición de la economía del auge a la recesión.

A mediados de los años 1920, Hayek aplicó la teoría misiana al auge fomentado por la política en los Estados Unidos. Pero habiendo sido persuadido por Gottfried Haberler de que la formulación inicial de Mises de la teoría era demasiado esquemática para servir a este propósito, Hayek (1984, pp. 27-28) agregó una nota al pie de mas de 500 palabras que dio inicio a su propia versión de la teoría de Mises.2 Los contra-movimientos en el relato de Hayek toman la forma de movimientos en la demanda de materias primas en las etapas iniciales de la producción. Cuando la tasa de interés es artificialmente baja, esta demanda se fortalece, pero debido a limitaciones finales de recursos y demandas en otros lados, debe eventualmente declinar.

Como un punto clave analítico en el desarrollo de la Teoría Austríaca provino de las conferencias de Hayek en la London School of Economics en 1931 y su introducción de un instrumento gráfico para describir los efectos de un cambio en la tasa de interés en la asignación intertemporal de recursos. El triángulo hayekiano presentado en la Figura 1 rastrea la relación entre (1) la producción para consumo en la economía y (2) la dimensión temporal del proceso de producción del cual esta producción emerge. Esta relación no es fijada por consideraciones tecnológicas sino más bien puede variar por cambios en las preferencias intertemporales. Su variación también puede ser inducida –aunque no para beneficio de la salud macroeconómica de largo plazo– por el Banco Central.

En su aplicación más simple, los dos lados de este triángulo rectángulo miden el consumo y el correspondiente tiempo de producción (reconocido en el número de etapas de producción) para una economía que ha alcanzado su equilibrio intertemporal. Una instancia primitiva de este equilibrio intertemporal y de los cambios potenciales en ella puede ser ilustrada por un Robinson Crusoe quien por cierto tiempo se contenta con sostenerse a sí mismo pescando con la ayuda de algún pequeño equipo o sin él. Es posible una mayor producción de pescado pero solamente de Crusoe tiene la voluntad de tomar cierto tiempo de su pesca para elaborar una red y posiblemente un bote. La producción para consumo tendría que caer mientras que el proceso de producción es mejorado. Una vez que el nuevo proceso, más capital intensivo (y más extendido en el tiempo) es completado, sin embargo, el nivel de producción crecerá sobre su nivel inicial. El nuevo equilibrio intertemporal puede ser descripto por un triángulo hayekiano con un mayor lado de consumo, representando más peces, y un más largo lado de producción temporal, representando el incremento en el tiempo utilizado manteniendo el nuevo proceso de producción.

El triángulo hayekiano puede ser aplicado generalmente a toda la macroeconomía, una situación en la cual las decisiones de restringir el consumo corriente de forma tal de permitir gozar de mayores niveles de consumo más adelante y las decisiones de alterar los procesos de producción son realizadas por distintos grupos de individuos. Las decisiones de ahorro del primer grupo afectan las decisiones de inversión del segundo grupo a través de los movimientos en la tasa de interés. Una decisión por parte de los individuos que obtienen ingresos de ahorrar más deprime la tasa de interés. Y con una menor tasa de interés, la inversión crece. Esto surge claramente de la teoría de los fondos prestables pre-keynesiana, una teoría sobre la que descansaron mucho Mises y Hayek en sus teorías. No obstante, es único en la Teoría Austríaca el cambio en la conformación intertemporal de las inversiones. Una reducción de la tasa de interés producto de mayor ahorro favorece las inversiones en las etapas relativamente tempranas de la producción. Más aún, el incentivo para trasladar recursos de las actividades en etapas tardías a aquellas en etapas tempranas es reforzado por un pronunciado efecto derivado de la demanda que opera en las estapas tardías: la menor demanda de bienes de consumo, esto es, de productos en la etapa final de producción, se traslada a una reducida demanda de recursos utilizados en las etapas que son cercanas temporalmente a esta etapa final.

Durante la reestructuración de capital, la macroeconomía es descripta por un triángulo hayekiano cuyo lado de consumo se acorta y cuyo lado de producción temporal se alarga. El efecto final de una mayor inversión –y, muy importante, la configuración alterada de las actividades de inversión– es trasladar la producción de consumo hacia adelante en el tiempo. Es precisamente a través de estos ajustes en vista del menor consumo corriente y de la menor tasa de interés que la economía de mercado, según los austríacos, puede hacer que las decisiones de inversión se encuentren alineadas con las preferencias intertemporales modificadas. Asimismo, las medidas políticas del Banco Central pueden distorsionar el proceso de ajuste, “forzando” una conducta que difiere de las preferencias intertemporales.