Alberdi sobre la protección de la propiedad: ese principio elemental de riqueza

Con los alumnos de la UBA Derecho vemos a Juan Bautista Alberdi en Sistema Económico y Rentístico sobre el papel del derecho de propiedad, consagrado en el artículo 17:

«La propiedad, como garantía de derecho público, tiene dos aspectos: uno jurídico y moral, otro económico y material puramente. Considerada como principio general de la riqueza y como un hecho meramente económico, la Constitución argentina la consagra por su artículo 17 en los términos más ventajosos para la riqueza nacional. He aquí su texto: – La propiedad es inviolable, ningún habitante de la Confederación puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia fundada en ley. La expropiación por causa de utilidad pública debe ser calificada por ley y previamente indemnizada. Sólo el Congreso impone las contribuciones que expresa el art. 4. Ningún servicio personal es exigible, sino en virtud de ley y de sentencia fundada en ley. Todo autor o inventor es propietario exclusivo, de su obra, invento o descubrimiento por el término que le acuerde la ley. La confiscación de bienes queda borrada para siempre del Código Penal argentino. Ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones, ni exigir auxilios de ninguna especie.

La economía política más adelantada y perfeccionada no podría exigir garantías más completas en favor de la propiedad, como principio elemental de riqueza.

Se ha visto que la riqueza, o bien sea la producción, tiene tres instrumentos o agentes que la dan a luz: el trabajo, el capital y la tierra. Comprometed, arrebatad la propiedad, es decir, el derecho exclusivo que cada hombre tiene de usar y disponer ampliamente de su trabajo, de su capital y de sus tierras para producir lo conveniente a sus necesidades o goces, y con ello no hacéis más que arrebatar a la producción sus instrumentos, es decir, paralizarla en sus funciones fecundas, hacer imposible la riqueza. Tal es la trascendencia económica de todo ataque a la propiedad, al trabajo, al capital y a la tierra, para quien conoce el juego o mecanismo del derecho de propiedad en la generación de la riqueza general. La propiedad es el móvil y estímulo de la producción, el aliciente del trabajo, y un término remuneratorio de los afanes de la industria. La propiedad no tiene valor ni atractivo, no es riqueza propiamente cuando no es inviolable por la ley y en el hecho.

Pero no bastaba reconocer la propiedad como derecho inviolable. Ella puede ser respetada en su principio, y desconocida y atacada en lo que tiene de más precioso, -en el uso y disponibilidad de sus ventajas. Los tiranos más de una vez han empleado esta distinción sofística para embargar la propiedad, que no se atrevían a desconocer. El socialismo hipócrita y tímido, que no ha osado desconocer el derecho de propiedad, ha empleado el mismo sofisma, atacando el uso y disponibilidad de la propiedad en nombre de la organización del trabajo. Teniendo esto en mira y que la propiedad sin el uso ilimitado es un derecho nominal, la Constitución argentina ha consagrado por su artículo 14 el derecho amplísimo de usar y disponer de su propiedad, con lo cual ha echado un cerrojo de fierro a los avances del socialismo.»

Adam Smith x 2: Teoría de los Sentimientos Morales y La Riqueza de las Naciones. Aportes fundacionales

Vemos con los alumnos de la UBA Económicas al Adam Smith del libro “Teoría de los Sentimientos Morales”, que parece ser diferente del autor de “La Riqueza de las Naciones”. Muchos han planteado una contradicción entre la visión que Smith tiene del ser humano en uno y otro texto. ¿De dónde salió este problema? Bueno, parece estar presente ya en el primer párrafo del primer capítulo de la Teoría. Dice así:

“Por más egoísta quiera suponerse al hombre, evidentemente hay algunos elementos de su naturaleza que lo hacen interesarse en la suerte de los otros de tal modo, que la felicidad de éstos le es necesaria, aunque de ello nada obtenga, a no ser el placer de presenciarla. De esta naturaleza es la lástima o compasión, emoción que experimentamos ante la miseria ajena, ya sea cuando la vemos o cuando se nos obliga a imaginarla de modo particularmente vívido. El que con frecuencia el dolor ajeno nos haga padecer, es un hecho demasiado obvio que no requiere comprobación; porque este sentimiento, al igual que todas las demás pasiones de la naturaleza humana, en modo alguno se limita a los virtuosos y humanos, aunque posiblemente sean éstos los que lo experimenten con la más exquisita sensibilidad. El mayor malhechor, el más endurecido transgresor de las leyes de la sociedad, no carece del todo de ese sentimiento.”

AdamSmith

¿No es, acaso, Adam Smith quien nos habla de que las personas persiguen su interés personal, que no esperamos de la bondad del carnicero que éste tenga en su comercio la carne que necesitamos para nuestra comida de hoy? ¿Qué no apelamos a su bondad sino a su interés? Gran parte de la economía parece haberse quedado en estos aportes del autor y profundizado su visión del individuo egoísta denominado “maximizador de utilidad” y, en particular, de utilidad monetaria.

También vemos la obra que lo hizo famoso, un capítulo de La Riqueza de las Naciones>

Si tuviera que elegir las dos páginas más memorables y relevantes que se hayan escrito en toda la historia del pensamiento económico creo que elegiría las del Libro IV, Capítulo II.AdamSmithHay tantas cosas en esas páginas que tal vez ningún otro texto haya podido aportar tantos temas como los que allí aparecen en algunos pocos párrafos. Para empezar, la famosa frase sobre la “mano invisible”, explicando que existe allí un “orden espontáneo” que lleva a que las acciones individuales motivadas aunque sea por el interés personal, terminan contribuyendo a un fin que no era parte de su intención. Persiguiendo su propio interés (que puede incluir la preocupación por el bienestar de otros), promueve más el bien de la sociedad que si se lo hubiera propuesto. Ya con eso sólo, por supuesto, ha pasado a la historia.

El tema va más allá que una mera metáfora sobre una “mano invisible”. Carlos Rodriguez Braun señala con muy criterio que en verdad es engañosa porque no hay allí ninguna mano, ni siquiera invisible, sino que son los incentivos de cada uno por los que para obtener lo que queremos tenemos que ofrecer a los demás algo que ellos necesiten y valoren. Pero es la magia de que allí, en el mercado, se ordenan las acciones de todos de una forma que termina beneficiándonos como no lo podríamos hacer si actuáramos con esa intención (por ejemplo, planificando la economía hacia un supuesto bienestar general).

Esta es una de las contribuciones más importantes que se hayan realizado a las ciencias sociales: la existencia de ciertos órdenes espontáneos donde las partes componentes se acomodan a sí mismas y no hay nadie que las acomode en un cierto lugar. Esos órdenes espontáneos incluyen además de los mercados, al lenguaje, la moral, la moneda y otros. En el párrafo siguiente plantea la cuestión del conocimiento local, algo que luego Hayek profundizaría en su artículo “El uso del conocimiento en la sociedad”. Allí dice, precisamente, que cada individuo “en su situación local” juzgará mucho mejor cómo invertir su capital que cualquier “político o legislador”.

“El político que se asignara esa tarea se estaría cargando a sí mismo con algo innecesario y cuya decisión no podría confiarse que además sería muy arriesgado otorgar esa decisión a alguno que fuera tan loco o presuntuoso que pensara que puede tomarla.

Si podemos proveernos algo de afuera más barato pagando con el producto de nuestra propia actividad, sería ridículo no hacerlo. El trabajo no se aplica a la mejor ventaja cuando se dirige a algo que es más barato comprarlo que producirlo.”

La idea de que la lógica de la familia no es distinta de la lógica del “reino” es fundamental, sobre todo en estos tiempos donde aplicamos un razonamiento y un accionar a nivel individual pero se nos dice que a nivel agregado es todo lo contrario.

En fin, el capítulo da para más, pero tan solo estas dos páginas traen todos estos temas. Con uno sólo de ellos hubiera sido suficiente como para hacer historia. Es como un álbum de música que pone cuatro o cinco temas en el número uno. Si hay algún caso de esos, ya está en la historia grande.

HPE Uba; Juan de Mariana: hace 410 años trataba ya el problema de los impuestos y la moneda

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico I de Económicas, UBA, vemos a Juan de Mariana sobre la moneda, “Tratado y discurso sobre la moneda de vellón (1609)”. Algunos párrafos sobre el poder de cobrar impuestos y el envilecimiento de la moneda:

Juan de Mariana

“Digo pues que es doctrina muy llana, saludable y cierta que no se pueden poner nuevos pechos (impuestos) sin la voluntad de los que representan el pueblo. Esto se prueba por lo que acabamos de decir, que si el rey no es señor do los bienes particulares, no los podrá tomar todos ni parte de ellos sino por voluntad de cuyos son. Item, si, como dicen los juristas, ninguna cosa puede el rey en perjuicio del pueblo sin su beneplácito, ni les podrá tomar parte de sus bienes sin él, como se hace por via de los pechos. Demás que ni el oficio de capitán general ni de gobernador le da esta autoridad, sino que pues de la república tiene aquellos cargos, como al principio señaló el costeamiento y rentas que le parecieron bastantes para ejercellos; así, si quiere que se las aumenten, será necesario que haga recurso al que se las dio al principio.

“El rey no puede bajar la moneda de peso ó de ley sin la voluntad del pueblo Dos cosas son aquí ciertas: la primera, que el rey puede mudar la moneda cuanto á la forma y cuños, con tal que no la empeore de como antes corria, y asi entiendo yo la opinión de los juristas que dice puede el príncipe mudar la moneda. Las casas de la moneda son del rey, y en ellas tiene libre administración, y en el capítulo Regalía, entre los otros provechos del rey, se cuenta la moneda; por lo cual, como sea sin daño de sus vasallos, podrá dar la traza que por bien tuviere. La segunda, que si aprieta alguna necesidad como de guerra ó cerco, la podrá por su voluntad abajar con dos condiciones; la una que sea por poco tiempo, cuanto durare el aprieto; la segunda, que pasado el tal aprieto, restituya los daños á los interesados. Hallábase el emperador Federico sobre Faenza un invierno; alargóse mucho el cerco, faltóle el dinero para pagar y socorrer la gente, mandó labrar moneda de cuero, de una parte su rostro, y por revés las águilas del imperio; valia cada una un escudo de oro. Claro está que para hacerlo no pudo juntar ni juntó la dieta del imperio, sino por su voluntad se ejecutó; y él cumplió enteramente, que trocó á su tiempo todas aquellas monedas en otras de oro. En Francia se sabe hubo tiempo en que se labró moneda de cuero con un clavito de plata en medio; y aun el año de 1571, en un cerco que se tuvo sobre León de Holanda, se labró moneda de papel. Refiérelo Budellio en el lib. I De Monet., cap. 1º, núm. 34. Todo esto es de Colenucio en el lib. IV de la Historia de Napóles. La dificultad es si sin estas modificaciones podrá el príncipe socorrerse con abajar las monedas, ó si será necesario que el pueblo venga en ello. Digo que la opinión común y cierta de juristas con Ostiense, en el título De censib. ex quibus, Inocencio y Panormitano, sobre el cap. 4º De jur. jur., es que para hacerlo es forzosa la aprobación de los interesados. Esto se deduce de lo ya dicho, porque si el príncipe no es señor, sino administrador de los bienes de particulares, ni por este camino ni por otro les podrá tomar parte de sus haciendas, como se hace todas las veces que se baja la moneda, pues les dan por mas lo que vale menos; y si el príncipe no puede echar pechos contra la voluntad de sus vasallos ni hacer estanques de las mercadurías, tampoco podrá hacerlo por este camino, porque todo es uno y todo es quitar á los del pueblo sus bienes por mas que se les disfrace con dar mas valor legal al metal de lo que vale en sí mismo, que son todas invenciones aparentes y doradas, pero que todas van á un mismo paradero, como se verá mas claro adelante. Y es cierto que como á un cuerpo no le pueden sacar sangre, sea á pausas, sea como quisieren, sin que se enflaquezca ó reciba daño, asi el príncipe, por mas que se desvele, no puede sacar hacienda ni interés sin daño de sus vasallos, que donde uno gana, como citan de Platón, forzosamente otro pierde.

Historia del Pensamiento Económico, UBA: el aporte de los escolásticos, precios, utilidad

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico I, Económicas, Universidad de Buenos Aires, vemos a los autores de la Escuela de Salamanca y sus aportes a la teoría económica, generalmente poco o nada considerados en los textos de historia del pensamiento, como si todo hubiera comenzado con los mercantilistas y los fisiócratas. Leemos el artículo de Raymond de Roover, Economía Escolástica. El texto es discutido por algunos amigos expertos en estos autores, pero es un buen resumen de los aportes y los problemas de esta escuela, aunque increíblemente no hace mención a Juan de Mariana, al que veremos en forma separada. Dice de Roover:

“Al igual que los autores de la antigüedad, los escolásticos medievales no consideraban a la economía política como disciplina independiente, sino que como un apéndice de la ética y las leyes.

Esta situación persistía aún en el siglo dieciocho cuando Adam Smith tomó a su cargo la cátedra de Filosofía Moral en Glasgow College. Los cursos de su predecesor, Francis Hutcheson (1694-1746), y su contemporáneo en Edimburgo, Adam Ferguson (1723-1816), están a disposición en imprenta. Según estas fuentes, los temas de un curso en Filosofía moral en el siglo dieciocho y en la Escocia presbiteriana aún correspondían, en gran medida, a la descripción de las materias tratadas en el siglo trece por Tomás de Aquino en sus comentarios a la ética de Aristóteles. Economía, en el sentido moderno, ocupaba una posición muy subordinada y todavía se consideraba un asunto ético y legal que implicaba la aplicación de la ley natural a los contratos civiles.

En lo que realmente estaban interesados los doctores medievales era determinar las reglas de justicia que dirigen las relaciones sociales. Según Tomás de Aquino, ellos distinguían dos tipos de justicia: justicia distributiva, la que regulaba la distribución de la riqueza y el ingreso, de acuerdo a la posición del individuo en la sociedad, y justicia conmutativa, que se aplicaba a los acuerdos recíprocos entre individuos, esto es, al intercambio de bienes y servicios6. En otras palabras, los asuntos económicos concernían a la justicia, no a la caridad, como puede ser fácilmente comprobado al repasar el índice de la Summa Theologica de Santo Tomás de Aquino.

Al tratar asuntos de justicia, inevitablemente los doctores se encontraron con asuntos económicos y estaban forzados a tomarlos en consideración. Al principio su investigación estaba limitada al precio justo y la usura, pero luego se ramificó para incluir un montón de otras cuestiones, incluyendo el salario justo, el envilecimiento de la moneda (inflación), la justicia del sistema impositivo, las deudas públicas, el monopolio, el cambio internacional, sociedades y todos los contratos que podían implicar cualquier mácula de usura.

La mentalidad medieval era legalista y, bajo la influencia del Derecho Romano, se le daba mucha importancia a los contratos. El principal problema era siempre determinar si un contrato era lícito o no. Este énfasis tendió a limitar el ámbito de la economía al estudio de la naturaleza legal de los contratos y sus implicaciones éticas, tendencia que se reflejaba incluso en el título v organización de los tratados escolásticos. Uno puede estar seguro de encontrar discusiones sobre materias económicas —junto con otros tópicos, por supuesto— en cualquier tratado de teología moral que lleve como título De contractibus (Sobre los contratos) o De justicia et jure (Sobre la justicia y la ley).

Casi invariablemente los asuntos económicos se mencionaban en guías para confesores, aunque la exposición, en trabajos de este tipo, probablemente es menos sistemática y analítica y más casuística. De hecho, la palabra «casuística» deriva de la preocupación sobre casos de conciencia que tenían los últimos escritores escolásticos.”

Juan Bautista Alberdi, las escuelas económicas y la de la Constitución: la escuela «industrial» de Adam Smith

Con los alumnos de la UBA Derecho comenzamos a ver el libro de Juan Bautista Alberdi, “Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina”. En su introducción, Alberdi analiza las distintas escuelas económicas y a cual pertenece la Constitución:

Alberdi 3

“Hay tres elementos que concurren a la formación de las riquezas:

1° Las fuerzas o agentes productores, que son el trabajo, la tierra y el capital.

2° El modo de aplicación de esas fuerzas, que tienen tres fases, la agricultura, el comercio y la industria fabril.

3° Y, por fin, los productos de la aplicación de esas fuerzas.

Sobre cada uno de esos elementos ha surgido la siguiente cuestión, que ha dividido los sistemas económicos: – En e1 interés de la sociedad, ¿vale más la libertad que la regla, o es más fecunda la regla que la libertad? Para el desarrollo de la producción, ¿es mejor que cada uno disponga de su tierra, capital o trabajo a su entera libertad, o vale más que la ley contenga algunas de esas fuerzas y aumente otras? ¿Es preferible que cada uno las aplique a la industria que le diere gana, o conviene más que la ley ensanche la agricultura y restrinja el comercio, o viceversa? ¿Todos los productos deben ser libres, o algunos deben ser excluidos y prohibidos, con miras protectoras?

He ahí la cuestión más grave que contenga la economía política en sus relaciones con el derecho público. Un error de sistema en ese punto es asunto de prosperidad o ruina para un país. La España ha pagado con la pérdida de su población y de su industria el error de su política económica, que resolvió aquellas cuestiones en sentido opuesto a la libertad.

Veamos, ahora, cómo ha sido resuelta esta cuestión por las cuatro principales escuelas en que se divide la economía política.

La escuela mercantil, representada por Colbert, ministro de Luis XIV, que sólo veía la riqueza en el dinero y no admitía otros medios de adquirirla que las manufacturas y el comercio, seguía naturalmente el sistema protector y restrictivo. Colbert formuló y codificó el sistema económico introducido en Europa por Carlos V y Felipe II. Esa escuela, perteneciente a la infancia de la economía, contemporánea del mayor despotismo político en los países de su origen galo-español representa la intervención limitada y despótica de la ley en el ejercicio de la industria.

A esta escuela se aproxima la economía socialista de nuestros días, que ha enseñado y pedido la intervención del Estado en la organización de la industria, sobre bases de un nuevo orden social más favorable a la condición del mayor número. Por motivos y con fines diversos, ellas se dan la mano en su tendencia a limitar la libertad del individuo en la producción, posesión y distribución de la riqueza.

Estas dos escuelas son opuestas a la doctrina económica en que descansa la Constitución argentina.

Enfrente de estas dos escuelas y al lado de la libertad, se halla la escuela llamada physiocrática, representada por Quesnay, y la grande escuela industrial de Adam Smith.

La filosofía europea del siglo XVIII, tan ligada con los orígenes de nuestra revolución de América, dió a la luz la escuela physiocrática o de los economistas, que flaqueó por no conocer más fuente de riqueza que la tierra, pero que tuvo el mérito de profesar la libertad por principio de su política económica, reaccionando contra los monopolios de toda especie. A ella pertenece la fórmula que aconseja a los gobiernos: – dejar hacer, dejar pasar, por toda intervención en la industria.

En medio del ruido de la independencia de América, y en vísperas de la revolución francesa de 1789, Adam Smith proclamó la omnipotencia y la dignidad del trabajo; del trabajo libre, del trabajo en todas sus aplicaciones -agricultura, comercio, fábricas- como el principio esencial de toda riqueza. «Inspirado por la nueva era social, que se abría para ambos mundos (sin sospechado él tal vez, dice Rossi), dando al trabajo su carta de ciudadanía y sus títulos de nobleza, establecía el principio fundamental de la ciencia.» Esta escuela, tan íntima, como se ve, con la revolución de América, por su bandera y por la época de su nacimiento, que a los sesenta años ha tenido por neófito a Roberto Peel en los últimos días de su gloriosa vida, conserva hasta hoy el señorío de la ciencia y el respeto de los más grandes economistas. Su apóstol más lúcido, su expositor más brillante es el famoso Juan Bautista Say, cuyos escritos conservan esa frescura imperecedera que acompaña a los productos del genio.

A esta escuela de libertad pertenece la doctrina económica de la Constitución Argentina, y fuera de ella no se deben buscar comentarios ni medios auxiliares para la sanción del derecho orgánico de esa Constitución.”

Artículo en Pulso, La Tercera, de Chile: El partido político Cepal

EL PARTIDO POLITICO CEPAL

Martín Krause

Profesor de Economía, UBA; Consejo Académico, Fundación Libertad y Progreso

Hagamos este ejercicio: abajo encontrará ciertos comentarios y tiene usted que decir a un dirigente de qué partido político podrían pertenecer. O, al menos, en qué posición del espectro político se encuentra. Aquí van:

“La gran fábrica latinoamericana de desigualdad sigue siendo la brecha entre compañías grandes y pequeñas.

  1. ¿Por qué la política industrial ha sido, por muchos años, un anatema en Latinoamérica?
  2. Por el neoliberalismo puro y duro; por la escuela de Milton Friedman. El consenso de Washington tuvo un gran impacto en países como Chile, y el resultado es una economía desigual y nada diversa. En general, el modelo económico que se ha aplicado en América Latina está agotado: es extractivista, concentra la riqueza en pocas manos y apenas tiene innovación tecnológica.”

¿Alguna idea? Va más:

“No es el mercado el que nos va a llevar, por ejemplo, a más innovación tecnológica.“

… Pienso en Apple, IBM, Intel, Google (Alphabet), Oracle, Samsung, Tesla, Whole Foods ….

Más declaraciones:

“P. Llevan años apuntando a la desigualdad y a la necesidad de cambiar el modelo de desarrollo de la región. Sin mucho éxito: los Gobiernos apenas les han hecho caso. ¿Siente que han predicado en el desierto?

  1. Lo que ocurre es que no hemos logrado penetrar en la estructura misma: no hemos logrado un pacto social entre Estado, empleadores y trabajadores, como el de los países nórdicos, para cerrar la enorme disparidad entre el trabajo y el capital. Ahí sí siento que hemos predicado en el desierto: todos hablamos de mayores y mejores empleos, de formalización… Lo que hace falta es una vuelta estructural del modelo.”

¿Tiene ya una respuesta?

Pues se trata de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), un organismo que es parte de Naciones Unidas, en declaraciones a El País, Madrid, 6/2/20.

Tratemos en entender esto. Se trata de un organismo internacional, financiado por Estados y no un partido político o un think tank con una agenda definida. Sin embargo, financiado con dineros públicos, eso es lo que es. Se supone que un organismo público debería, al menos, presentar las distintas visiones que se encuentran entre los contribuyentes que lo sostienen.

Nada de eso. Nunca fue así. Ya desde Raúl Prebisch, quien fue Secretario Ejecutivo de 1950 a 1963, desarrolló y se embanderó en lo que denomina “estructuralismo”, proponiendo el proteccionismo, la sustitución de importaciones, el análisis de “centro y periferia”, etc. Esas políticas llevaron a varios países al colapso hiperinflacionario en los años 1980s. Tal fue el fracaso que incluso alguno de sus principales teóricos, como Fernando Henrique Cardoso, nada de eso hizo cuando llegó a la presidencia de Brasil a parar la hiper y sacó el país de ese pozo siguiendo políticas que ahora la Secretaria Ejecutiva llamaría “neoliberalismo puro y duro”.

Resulta que el modelo económico aplicado en la región está agotado. ¿A cuál se refiere? No hay ninguna referencia a Venezuela o Cuba, tampoco ningún comentario sobre Bolivia y, como señalé antes al agotamiento del mismo modelo que la Cepal parece seguir promoviendo ahora, eso sí, con un nuevo tinte tecnológico y ambiental.

Por cierto, la gente tiene todo el derecho a opinar como le parezca y a juntarse con aquellos que piensan en forma similar para promover ciertas ideas. Eso es incuestionable. Pero distinto es cuando se trata del dinero de todos. Al menos habría que respetar las ideas diversas que tienen los contribuyentes que pagan sueldos, viajes y vacaciones.

La Cepal no tiene razón de existir, su trabajo hasta aquí no justifica el dinero gastado y sus argumentos tendrían mucho más peso moral si fueran autofinanciados por quienes así piensan.

Artículo en La Nación: La grieta que nos separa del progreso…. políticos de un lado, progreso del otro

Artículo en La Nación: https://www.lanacion.com.ar/opinion/columnistas/lore-con-verit-ip-ercipla-grieta-que-nos-separa-del-progreso-nid2341567

Sabemos que la grieta política sigue existiendo, pero no es la más importante. Mucho peor es la que nos separa del progreso. Esta es una en la que los dos contendientes de la grieta local se encuentran en buena medida del mismo lado. En la cual encontramos a los políticos de un lado y a las posibilidades de progreso del otro. Estas últimas dependen de la calidad institucional de los países, y estas, a su vez, de las ideas y los valores que predominan en cada sociedad. Según el Índice de Calidad Institucional que publica la Fundación Libertad y Progreso, la Argentina ocupó su peor lugar en 2016: la posición 142. En verdad, dados la forma en que se calcula este indicador y el rezago en los datos, se refiere a la situación en 2015, y en algunos casos hasta un poco antes. A partir de allí, mejoró 30 posiciones, hasta alcanzar el puesto 112 en 2019. El recorrido ascendente refleja cambios tales como una mayor independencia de la Justicia y de los medios en el ámbito de las instituciones políticas, y la eliminación del cepo y la salida del default en el de las instituciones de mercado. Aún no está disponible el ICI 2020, pero es muy probable que ese recorrido se haya cortado y la Argentina vuelva a caer, a partir de muchas medidas que se tomaron desde la crisis de 2018.

Ese camino parece tener una fecha de comienzo: 28 de diciembre de 2017. Fue el día en que el jefe de Gabinete, Marcos Peña; el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne; el ministro de Finanzas, Luis Caputo, y el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, brindaron una conferencia de prensa en la que anunciaron la modificación de la política de objetivos de inflación aplicada hasta el momento. Es oportuno centrar la atención en el deterioro de la calidad institucional en el ámbito de la moneda, como un reflejo de la mencionada brecha que nos separa del progreso. Al margen de las opiniones que se puedan tener respecto del cambio de política monetaria, la presencia del presidente del Banco Central, sin participar demasiado de los anuncios, mostró la debilidad institucional monetaria, reflejada en la falta de independencia de la autoridad. Tampoco existía antes: Sturzenegger fue nombrado por Macri y no era «independiente» de las preferencias políticas de este, pero hasta ese momento aparecía actuando según su propio criterio y el del directorio del BCRA.

Era una independencia muy débil, más en un país que no la tiene desde hace décadas y cuyo historial reclama acciones mucho más drásticas: cualquiera que haya perdido dieciséis ceros en el valor del producto que vende no solo muestra que está en la quiebra, sino que merece su cierre. Ningún argentino ahorra en su moneda, a menos que le ofrezcan una «bicicleta» tan rentable como riesgosa. El peso es aquel instrumento con el que se licúan los salarios de los trabajadores y las jubilaciones de los retirados.

Por supuesto que la independencia no garantiza evitar el error, el cual ocurre sistemáticamente: los bancos centrales se equivocan emitiendo de más o emitiendo de menos de lo que el mercado demanda, y cuando aciertan muestran también que son superfluos, ya que eso es lo que el mercado habría provisto. Es verdad, las monedas más fuertes del mundo son obra de banqueros centrales que se equivocan menos que los nuestros y que son más independientes como para resistir las presiones políticas.

El segundo punto que genera una relativa mejor calidad institucional monetaria es la sujeción a reglas. Las monedas más fuertes creen no tener necesidad de someterse a ellas, aunque muchas veces lo hacen de facto, tal el caso de la regla de Taylor, que muchos banqueros siguen sin que les sea impuesta. En países con mala calidad institucional monetaria la necesidad de una regla es mucho mayor y se extiende al ámbito fiscal. Poco sirve una regla que restrinja o elimine la política monetaria si a su lado florece el despilfarro fiscal: la convertibilidad no fue suficiente para evitar ese colapso. Incluso una regla fiscal que elimine el déficit operativo (que no elimina todo el déficit) no es suficiente si se logra con un nivel de gasto público y de impuestos que sofoca y mata a quienes producen y generan algo de riqueza. Así es como el problema institucional económico argentino es muy serio. De hecho, el ICI consta de dos subíndices: uno de instituciones políticas y otro de instituciones de mercado. En 2019 ocupamos el puesto 78 en las primeras y el 138 en las segundas, detrás de Níger, Haití y Bolivia.

Pero lo peor de todo son las ideas y los valores que predominan en la política argentina, y tal vez en los votantes, quienes no muestran ninguna intención de llevar adelante cambios que mejoren la calidad institucional. Empecemos de nuevo con la política monetaria. No solamente Guido Sandleris no era «independiente» respecto del gobierno, sino que además renuncia a su mandato cuando va a asumir el nuevo gobierno, «para allanar el camino para que el presidente electo designe a quien considere adecuado», reconociendo que se trata de una tradición argentina. Por supuesto, una tradición que no aportó nada a los argentinos. Además, calidad institucional significa límites al poder, y esto es exactamente lo contrario. No se trata de «allanar» el camino al gobernante, sino de limitarlo. La calidad institucional incluye aspectos básicos como la división de poderes, la independencia de la Justicia, la renovación de mandatos, la libertad de prensa, y si el Estado va a tener una moneda (los argentinos, al menos para sus ahorros han elegido otra), que al menos sea estable y que no se vea sometida a las necesidades fiscales del gobierno de turno.

Nada de eso pasa por la cabeza de los políticos locales. En definitiva, es lógico: quieren tener las manos libres, el camino allanado, quieren tener el poder. Y como mencionara antes, instituciones significan menos poder para quienquiera que sea el gobernante. Los tres primeros puestos del Índice de Calidad Institucional los ocupan Nueva Zelanda, Dinamarca y Suiza. Probablemente ninguno de los lectores recordará el nombre de su gobernante. Borges decía que tal vez ni siquiera los suizos lo saben. Pero son países que progresan, que ofrecen más y mejores oportunidades a sus ciudadanos. Si vamos al final de la lista, todos sabemos quién es el gobernante de Corea del Norte, y en el caso de América, de Venezuela. Así que, en definitiva, la brecha que nos separa del progreso es una brecha de normas, de reglas de juego y, sobre todo, de limitaciones al poder. Hace rato que lo único que discutimos es quién se hará cargo del poder, nunca discutimos cuál será la dimensión de este. Y así, discutiendo personas, nombres, carismas, dejamos que las instituciones se deterioren y las oportunidades de progreso se cierren.

Donald Trump propuso a Judy Shelton para el board de la Reserva Federal. La descalifican porque le gusta el patrón oro (¿??)

Donald Trump propuso como miembro del Board de la Reserva Federal a  Judy Shelton. Muchos la critican ahora porque tendría opiniones favorables al patrón oro.

James Dorn, en el blog del Cato, comenta al respecto: https://www.cato.org/blog/classical-gold-standard-can-inform-monetary-policy?utm_campaign=Cato%20Today&utm_source=hs_email&utm_medium=email&utm_content=84344530&_hsenc=p2ANqtz-9ySi49lZiuu4_vIFQwaa-nzAoFEUuPrwNW-PB4xwmdTNRM11oFVE2cHu5qL0zhDobodvGtiSLDWRFb-7Ys145tmUjWUw&_hsmi=84344530

Aquí sus conclusiones:

¿Qué aportarían los principios del oro a la Fed?

Si uno no es apto para servir en la Junta de la Reserva Federal porque él o ella ve la belleza del patrón oro clásico, entonces a Alan Greenspan tampoco se le debería haber permitido servir en la Junta. Él también fue un fuerte defensor del patrón oro clásico. En 1966, escribió:

Un antagonismo casi histérico hacia el patrón oro es un tema que une a los estatistas de todas las persuasiones. Parecen sentir, quizás más clara y sutilmente que muchos defensores consistentes del laissez-faire, que el oro y la libertad económica son inseparables, que el patrón oro es un instrumento del laissez-faire y que cada uno implica y requiere al otro. Para comprender la fuente de su antagonismo, primero es necesario comprender el papel específico del oro en una sociedad libre.

La operación del estándar de oro clásico ofreció muchas lecciones, incluida la importancia de los contratos privados exigibles bajo un estado de derecho justo, sobre cómo se podría mejorar el sistema existente. Esto no significa que necesariamente debamos volver a ese estándar. Simplemente significa que no debemos descartar ese sistema como una «idea chiflada». Karl Brunner , cofundador del Comité de Mercado Abierto de la Sombra, por ejemplo, una vez llamó a un «club de estabilidad financiera» internacional en el que los estados miembros estarían de acuerdo en obligarse a una regla monetaria y así ayudar a reducir la incertidumbre inherente a un gobierno discrecional. régimen de dinero fiduciario. Volver a la política monetaria basada en reglas sería, en sí mismo, honrar las lecciones aprendidas durante la era del patrón oro.

Aunque Greenspan elogió el estándar de oro clásico, se dio cuenta de que, una vez designado, tendría que trabajar dentro del marco legal existente, no abogar por un regreso al patrón de oro anterior a 1914. Sin embargo, su conocimiento de cómo funcionaba ese sistema para mantener el valor del dinero, y para permitir que las tasas de interés, no los banqueros centrales, asignaran capital escaso, ayudó a informar su enfoque de la política monetaria en la Fed. Incluso muchos años después de que comenzó su largo mandato como presidente de la Fed, Greenspan declaró, en una audiencia en el Congreso de 2001: «Señor presidente, siempre que tenga moneda fiduciaria, que es un asunto estatutario, un banco central que funcione adecuadamente se esforzará por, en muchos casos, replica lo que generaría un estándar de oro «.

 

Neurociencia, neuroeconomía y economía de la conducta: ¿se sostiene el tradicional conflicto entre racionalidad y emociones?

Algunos ya conocerán que desde hace un par de décadas se viene desarrollando un área multidisciplinaria llamada “neuroeconomía”,  la que utiliza nuevas tecnologías de escaneo de la actividad cerebral para detectar comportamientos que tengan que ver con la toma de decisiones económicas.

Un área nueva, y compleja, por eso este paper es una gran contribución para tener una idea del desarrollo general del tema y de los principales conceptos que se manejan. Por supuesto, lo que ha de ser más importante para los economistas tiene que ver con el valor y las valoraciones subjetivas, que el artículo trata, pero aquí pongo unos párrafos sobre un tema que los filósofos han estado discutiendo por siglos: la relación entre las emociones y la razón.

El paper es

Daniel Serra. Neuroeconomics and modern neuroscience. 2019. ‌halshs-02160907

 

“Ahora pensemos en la famosa metáfora imaginada por Platón. La mente es vista como un carro tirado por dos caballos. El cerebro racional es el conductor; Sostiene las riendas y elige dónde corren los caballos. Si los caballos se salen de control, el conductor solo necesita sacar su látigo y reafirmar su autoridad. Uno de los caballos está bien criado y se porta bien, pero incluso el mejor conductor tiene dificultades para controlar al otro caballo. Según Platón, este caballo obstinado representa emociones negativas y destructivas. El trabajo del conductor es evitar que el caballo oscuro corra salvaje y mantener a ambos caballos avanzando. Con esa simple metáfora, la mente era vista como conflictiva, dividida entre la razón y la emoción. Esta doble división de la mente es una de las ideas más consagradas en la cultura occidental. Lehrer (2009, cap. 1) pinta un vasto fresco del pensamiento occidental, desde René Descartes hasta Sigmund Freud, e incluye a Francis Bacon, Auguste Comte y Emmanuel Kant, un gran conjunto de filósofos influyentes que representan diversas formas de esta dualidad. —Hasta la metáfora moderna del cerebro como una computadora propuesta por la psicología cognitiva — para la cual los sentimientos son vistos como antagonistas de la racionalidad. Aristóteles en The Nicomachean Ethics es visto como una excepción al afirmar que la racionalidad no siempre estuvo en conflicto con la emoción. Una de las funciones críticas del pensamiento racional es verificar que las emociones se apliquen de manera inteligente al mundo real; La clave para «cultivar la virtud» era aprender a manejar las propias pasiones. Otra excepción ampliamente conocida es Spinoza, contemporáneo de Descartes, quien al agrupar cuerpo y mente vio las emociones y los sentimientos como un aspecto central de la humanidad29.

Por lo tanto, cuando se abre la «caja negra» del cerebro, encontramos que los caballos (uno que simboliza las emociones negativas y destructivas) y el conductor (que simboliza el cerebro racional) dependen uno del otro. Donde no hay emoción, la razón no existirá. Podemos usar el término «racionalidad» para traducir esta complementariedad entre emoción y razón (Oullier, 2010). Desde un punto de vista económico, este es un hallazgo esencial. No podemos suponer que las decisiones racionales de los agentes económicos estén libres de cualquier interferencia emocional. Esto es justo lo que fue confirmado por una serie de experimentos neuroeconómicos tempranos dentro del programa «economía del comportamiento en el escáner», a raíz de la economía del comportamiento.”

Artículo en Cronista: El juego de la gallina y la renegociación de la deuda

https://www.cronista.com/columnistas/El-juego-de-la-gallina-y-la-renegociacion-de-la-deuda-20200305-0059.html

EL JUEGO DE LA GALLINA Y LA RENEGOCIACIÓN DE LA DEUDA

Martín Krause

Profesor de Economía, Universidad de Buenos Aires; Consejo Académico, Fundación Libertad y Progreso

La teoría de los juegos analiza las situaciones en las que el resultado de una acción no depende solamente de uno (salgo a correr o no), sino también de lo que haga otro (¿viene mi amigo a jugar al tenis?). Se aplica, también, a todo tipo de negociación, por eso no extraña que se haya hecho referencia a ella en este proceso de renegociación de la deuda externa.

He visto menciones al Juego de la Gallina, muy conocido en esta área. Suele describirse como una competencia en la que dos participantes se enfrentan dirigiéndose uno contra el otro, en direcciones opuestas, sobre una ruta angosta y a toda velocidad. El que se aparta primero, pierde, fue un “gallina”. El tema es, ¿cómo lograr que el otro se aparte? La respuesta es que lo hará si lo convence que no va a ceder y está dispuesto a todo. Para eso, debe enviar señales convincentes (acelera a fondo, quita el volante y lo tira por la ventana, etc.).

Por ejemplo, el terrorista que secuestra un avión tiene que ser convincente, mostrar que está alienado y tiene un chaleco de bombas. Si aparece dudoso y amenaza con una cañita voladora, cualquiera se va a tirar sobre él para controlarlo, incluso yo.

Así ha sido analizado el reciente proceso de la provincia de Buenos Aires. Kiciloff se subió al auto y aceleró, pero no pudo convencer, dio señales poco claras y terminó doblando, es decir, pagando. Lo acusaron de gallina, pero tal vez debamos decir que por suerte dobló. El tema es para qué se subió al auto, en primer lugar. Hubiera invitado a los acreedores a dar una vuelta, el resultado hubiera sido el mismo y al menos hubiera generado algo de confianza.

Ahora viene la negociación del gobierno nacional. ¿Se aplica también el mismo juego? No de la misma forma, porque en este caso son más jugadores. Como mínimo tres: el gobierno nacional, los acreedores y el FMI.

El Juego de la Gallina en este caso adquiere otra forma, podría utilizarse la versión de la famosa película de James Dean, Rebelde sin Causa. Allí dos jóvenes corren en autos en la misma dirección hacia un precipicio. El primero que se tira del auto es el gallina. En la película, uno de ellos se traba la manga de la campera, no puede abrir y muere. James Dean salta y se salva.

El juego podría ser de tres autos corriendo hacia el precipicio, que en este caso es el default. Allí los bonistas pierden (o tienen que ir al largo proceso judicial), el FMI pierde (si el default lo incluye) y el gobierno nacional también.

El gobierno quisiera frenar en el borde y que los otros dos o caigan, con lo que van a tener que aceptar quitas, tanto de capital como de intereses. Si frenan antes y son gallinas, deberán aceptar reprogramación de pagos de capital, tal vez también algo de intereses.

Otra posibilidad, sobre todo alentada por el FMI, es que éste y el gobierno nacional frenen y los que se caigan sean los bonistas. Mejor aún, que lo bonistas de desbarranquen y el gobierno nacional frente antes. De esa forma, el Fondo se asegura su cobro y los bonistas que se arreglen. Si bien el otro auto se cayó, el gallina sería el gobierno nacional y tendría que acordar sus pagos con el organismo y como no le paga a los bonistas, podría tener recursos suficientes para Fondo. Éste por ahora lo alienta a salir a toda velocidad, para que los bonistas se terminen estrellando.

De todas formas, ¿cuál es la “amenaza creíble” que cada uno tiene? Los bonistas dirán: si no me pagas, nadie te va a prestar (por un tiempo, por supuesto). El FMI dirá: si no me pagas, yo no te voy a prestar. Algunos mencionan que quienes dirigen el FMI temen el mayor default de su historia, pero Georgieva también puede alegar la “herencia recibida”.

La única amenaza creíble de Argentina sería “no los necesito, a ninguno de los dos”. Esta señal podría provenir de que se obtuvieron otras fuentes de financiamiento (Rusia, China, Irán?) de tipo bolivariano, digamos. O la que sería más creíble de todas, y más increíble que suceda, que se ajuste el gasto, se tengan superávits operativo y financiero y le pongamos candado con prohibiciones constitucionales al aumento del gasto, a la existencia de déficit y el endeudamiento.

Por ahora, la “amenaza” que presenta el gobierno es muy débil y poco creíble. Algo de superávit operativo hacia el final del período gubernamental. Es como un dudoso Kiciloff, amenazando con una cañita voladora, una que cuando usada antes ni siquiera despegó.