Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico II (Escuela Austriaca) de la UBA, vemos un texto de Mises sobre el “Cálculo Económico en el Sistema Socialista”, donde comienza analizando los elementos básicos de la acción humana y la necesidad del cálculo económico.
“Hasta donde es racional, toda acción humana aparece como el intercambio de una condición por otra. El hombre invierte bienes económicos, tiempo y trabajo en aquello que en determinadas circunstancias le promete un mayor grado de satisfacción, abandonando la satisfacción de necesidades menores para satisfacer necesidades más urgentes. Esta es la esencia de la actividad económica: la ejecución de actos de intercambio.
Todo hombre que en el curso de la actividad económica elige entre dos necesidades, de las cuales sólo puede satisfacer una, está ejerciendo un juicio de valor. Este juicio se refiere en primer lugar y directamente a las satisfacciones mismas; de ellas pasa a reflejarse sobre los bienes. En general, toda persona en pleno uso de sus sentidos es capaz de evaluar bienes dispuestos para el consumo. En condiciones simples, tampoco le sería muy difícil formarse un juicio respecto al significado relativo de los factores de producción. Sin embargo, cuando las situaciones se complican y se hace más difícil detectar la relación entre las cosas, tendremos que efectuar operaciones más delicadas si pretendemos evaluar esos instrumentos. El hombre individualmente puede decidir fácilmente si aumentará sus cacerías o sus cultivos. Los procesos de producción que tiene que tomar en cuenta son relativamente breves. Los gastos que demandan y el producto que entregan pueden calcularse simplemente en conjunto. Pero decidir si se utilizará una caída de agua para la producción de electricidad, o para expandir una mina de carbón y aprovechar la energía contenida en el carbón, ya es cosa muy distinta. En tal caso los procesos de producción son tan largos y variados, las condiciones requeridas para el éxito de la empresa son tan múltiples, que ya no bastan las ideas vagas. Para averiguar si una empresa es segura, tenemos que efectuar cálculos minuciosamente.
La computación exige unidades. No puede haber unidad de valor-uso subjetivo de las necesidades. La unidad marginal no da unidades de valor. El valor de dos determinadas necesidades no es necesariamente el doble de una, aunque es forzosamente mayor o menor que la de una. Los juicios de valor no constituyen una medida: sólo ordenan y gradúan. Hasta el individuo aislado, en aquellos casos en que la solución no es evidente a primera vista, no logrará llegar a una decisión basada en computaciones más o menos exactas si sólo cuenta con una evaluación subjetiva. Para apoyar sus cálculos tiene que establecer relaciones de sustitución entre las necesidades. En general, no le será posible reducir todos los elementos de computación a una unidad común, pero podría lograr reducirlos a aquellas necesidades que pueden evaluarse inmediatamente, es decir, a bienes listos para el consumo y a la inutilidad del trabajo, para luego basar su decisión sobre esas evidencias. Hasta eso, obviamente, es imposible, salvo en casos muy sencillos.
No podría aplicarse en procesos de producción largos y complicados. En una economía de intercambio, el valor objetivo de intercambio de los bienes de consumo pasa a ser la unidad de cálculo. Esto encierra tres ventajas. En primer lugar, podemos tomar como base del cálculo la evaluación de todos los individuos que participan en el comercio. La evaluación subjetiva de un individuo no es directamente comparable con la evaluación subjetiva de otros. Sólo llega a serlo como valor de intercambio surgido del juego de las evaluaciones subjetivas de todos aquellos que participan en la compra y venta. En segundo lugar, los cálculos de esta índole proporcionan control sobre el uso apropiado de los medios de producción. Permiten a aquellos que desean calcular el costo de complicados procesos de producción, distinguir inmediatamente si están trabajando tan económicamente como otros. Si a los precios del mercado no logran sacar ganancias del proceso, queda demostrado que los otros son más capaces de sacar provecho de los bienes instrumentales a que nos referimos. Finalmente, los cálculos basados sobre valores de intercambio nos permiten reducir los valores a una unidad común. Desde el momento que las variaciones del mercado establecen relaciones sustitutivas entre los bienes de consumo, se puede elegir para ello cualquier bien de consumo que se desee. En una economía de dinero, el dinero es el bien elegido. Mas, los cálculos de dinero tienen su límite. El dinero no es una medida de valor o de precios. El dinero no «mide» el valor. Tampoco se miden los precios en dinero: son cantidades de dinero. Y aunque aquellos que describen el dinero como «standard de pago diferido» lo crean ingenuamente, un bien de consumo no es un valor estable. La relación entre el dinero y los bienes de consumo no sólo fluctúa en cuanto a los bienes de consumo, sino también en cuanto al dinero. En general, tales fluctuaciones no son muy violentas. No perjudican en forma importante a los cálculos económicos, porque en un estado de continuo cambio de las condiciones económicas, este cálculo sólo abarca períodos relativamente cortos, en los que la «moneda dura», por lo menos, no cambia su valor adquisitivo en forma importante.”