Cuando vimos las teorías del valor los alumnos se preguntaban de dónde salen las ganancias de los capitalistas. Asumían que existe tal cosa como la “plusvalía” que el capitalista extrae del trabajador. ¿De dónde salen entonces las ganancias? Una nota de la sección Campo de La Nación, que no tiene este objetivo, por supuesto, no puede presentarlo mejor: http://www.lanacion.com.ar/1695850-la-nuez-tiene-su-aceite-el-emprendimiento-que-lo-hizo-possible
La ganancia surge de la percepción empresarial, de quien ve un recurso que puede ser mejor aprovechado, que combinado con otros va a obtener un precio mayor, y se lanza a invertir, a asumir el riesgo de combinar todos esos factores en espera de que luego los consumidores estén dispuestos a comprar ese producto.
Tres funciones son necesarias en todo proceso productivo: la del emprendedor (el que ve la oportunidad donde los demás no la vemos); el del capitalista (el que invierte su dinero y asume el riesgo); la del manager (que combina adecuadamente los factores para que rindan eficientemente). Esas tres funciones pueden estar separadas o en la misma persona. Esa es la historia que nos cuenta el artículo:
“En 2007 Silvia y Domingo viajaron a La Rioja para el lanzamiento de un documental sobre la tradicional fiesta regional de la Chaya, rodada por la otra hija del matrimonio, Dolores, productora de cine. Luego de la función los Montaño conocieron por medio de su hija a un amigo de ella, también productor de la película. Y éste, a su vez, les presentó a su padre, Ricardo Márquez, nogalero e ingeniero agrónomo, quien los invitó a conocer su finca, en la provincia.
«Fuimos con la curiosidad profesional de conocer una finca nogalera. Y cuando llegamos vimos una montaña de unas tres toneladas de nueces y preguntamos por qué estaban allí», contó Domingo Montaño en diálogo con LA NACION en su oficina de Canning, provincia de Buenos Aires.
El nogalero les dijo que no podía vender las nueces «por falta de precio». Y cómo a él, le ocurría lo mismo a otros pequeños productores riojanos, de Catamarca y de Córdoba. Márquez les explicó que ellos pedían mínimamente entre 7 y 8 pesos el kilo, pero los compradores ofrecían sólo entre 3 y4 pesos, con lo cual preferían no vender.”
Esto es ver una oportunidad donde hasta el mismo dueño de las nueces no encuentra ningún valor. Otra cosa, ¿y todo el trabajo hasta el momento, no generó ningún valor, ninguna “plusvalía”? No, cero.
Aquí viene la visión empresarial:
«Entonces le pregunté por qué no elaboraban aceite», dijo Montaño, que para aquella época ofreció 21 pesos por el kilo de nuez. Y la respuesta de Márquez fue que tenía conocimiento de que en Francia fabricaban aceite de nuez, «pero nada más», contó el industrial.”
Y la inversión “capitalista”:
“Entonces Montaño llevó 300 kilos nueces a una fábrica que él conocía, en Tres Arroyos. «¡Y comprobamos que tras prensar las nueces, salía aceite!», dijo.
Y así surgió la idea de ir a Francia, principal productor de aceite de nuez en el mundo para conocer el proceso productivo. «Fuimos en 2009 y vimos que el sistema es muy antiguo y discontinuo. No nos servía: necesitábamos un proceso industrial».
Los Montaño decidieron volver al fabricante de Tres Arroyos, que les vendió una licencia alemana para fabricar prensas. Y aquí nació la gran innovación: desarrollar un sistema de prensado sin antecedentes en el país. «Hicimos construir la máquina, la pusimos a funcionar y comenzamos aprender a hacer aceite de nuez», agregó.
Y la función de administración:
“En la actualidad la empresa produce entre 500 y 1000 litros de aceite de nuez por temporada.”
Y la generación de valor para otros: ahora hay empleos que antes no existían, ahora los productores de nueces venden lo que antes tiraban.
Ahora su trabajo tiene valor cuando antes no lo tenía.
Entonces la cadena va para el otro lado. Es porque los consumidores van a estar dispuestos a comprar y consumir aceite de nuez que un emprendedor decide asignar capital para desarrollar ese proyecto. Para ellos contrata los factores de producción necesarios, generando valor tanto sea para el trabajo como para las nueces que antes se tiraban.
Si el día de mañana, los consumidores deciden que no van a consumir aceite de nuez, todo volverá a la situación anterior. El empresario no habrá recuperado su inversión, esas nueces volverán a valer nada y lo mismo con el trabajo.
Probablemente no sea así:
“Tras esta incursión, Aceites del Desierto está encarando la producción de otros aceites, como el de almendra, sésamo, maní y oliva.
Y la exportación es otro objetivo futuro. «Todos los años viajamos para conocer el mercado. Son potenciales compradores los Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Italia, Alemania», concluyó Montaño.”