La importancia de tener «contactos», cuando el Estado controla casi todo: acá y en la China

Cuanto más peso tiene el Estado en la economía, más importantes son los “contactos” para lograr buenos resultados económicos en una empresa. Sabemos esto muy bien y lo vemos en toda América Latina, como vemos en el juicio al ex presidente peruano Ollanta Humala y su mujer, o todo lo que se derivara del caso Odebrecht; pero está claro que el fenómeno se extiende a cualquier parte del mundo. En este caso, veremos los resultados de una investigación en China. Marta Alonso y Beatriz Simon-Yarza, de la Universidad de Navarra, y Nuno Palma, de la Universidad de Manchester y el Instituto de Ciencias Sociales de Lisboa publican un artículo en el Journal of Institutional Economics:  The value of political connections: Evidence from China’s anti-corruption campaign. Journal of Institutional Economics, 1-21. https://doi.org/10.1017/S1744137422000017

Allí plantean lo siguiente:

“Estudiamos el valor de las conexiones políticas de los directores en los directorios chinos. Construimos un nuevo conjunto de datos que mide las conexiones de los directores con los miembros del Politburó a través de vínculos escolares pasados, y descubrimos que las empresas privadas con directores políticamente conectados en la sala de juntas obtienen en promedio alrededor de un 16 % más de subsidios sobre las ventas por empresa (7 millones de yuanes). Las empresas estatales conectadas (SOE) acceden a la deuda a un costo 11% más barato, lo que se traduce en ahorros promedio de cerca de 32 millones de yuanes por empresa en pagos de intereses más bajos. Encontramos que el valor de las conexiones políticas persistió después de la campaña anticorrupción (ACC) de 2012. Se debilitó por el costo de la deuda en las empresas estatales, pero se fortaleció por los subsidios a las empresas privadas. Argumentamos que el valor de las conexiones en el sector privado aumentó después de la ACC porque se convirtieron en una alternativa menos riesgosa a la corrupción. También mostramos que las empresas conectadas no se desempeñan mejor.”

La invasión rusa a Ucrania genera incertidumbre; la que impacta más en países con débiles instituciones

La invasión rusa a Ucrania, sin duda aumentará la incertidumbre en el mundo, teniendo en cuenta que se ve avanzar al régimen autoritario de Putin sin ver del otro lado una respuesta demasiado contundente. No será la primera vez que aumenta la incertidumbre en los últimos años, aunque eso haya ocurrido por otras causas. Hites Ahir  y Nicholas Bloom, del FMI y Davide Furceri de Stanford, publican un artículo en NBER donde presentan el World Uncertainty Index: Working Paper 29763 http://www.nber.org/papers/w29763

“Construimos el Índice de Incertidumbre Mundial (WUI) para un panel desequilibrado de 143 países individuales sobre una base trimestral desde 1952. Esta es la frecuencia de la palabra «incertidumbre» en los informes trimestrales de países de la Unidad de Inteligencia de The Economist. A nivel mundial, el índice aumenta en torno a eventos importantes como la Guerra del Golfo, la crisis de la deuda del euro, la votación del Brexit y la pandemia de COVID. El nivel de incertidumbre es mayor en los países en desarrollo, pero está más sincronizado entre las economías avanzadas con sus vínculos comerciales y financieros más estrechos.”

  • “A nivel mundial, en las últimas tres décadas, se han producido picos de WUI cerca de los ataques del 11 de septiembre, la Segunda Guerra del Golfo, la quiebra de Lehman Brothers, la crisis de la deuda del euro, el referéndum del Reino Unido a favor del Brexit, las elecciones presidenciales de EE. UU. de 2016, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China y la pandemia de COVID-19. Mirando la evolución del índice, observamos que la incertidumbre global ha aumentado desde 2012 (con la ocurrencia de la crisis de la deuda europea) y alcanzó su pico histórico en el segundo trimestre de 2020, alrededor del comienzo de la pandemia de COVID-19. Este aumento de la incertidumbre mundial, si bien refleja el aumento de la incertidumbre en economías sistemáticamente grandes, también refleja importantes efectos indirectos de la incertidumbre en los Estados Unidos (relacionados con las elecciones y las políticas comerciales de EE. UU. de 2016) y el Reino Unido (relacionados con el Brexit) hacia el resto del mundo. Los picos de incertidumbre tienden a estar más sincronizados dentro de las economías avanzadas y entre economías con vínculos comerciales y financieros más estrechos. Las comparaciones entre países revelan que el nivel de incertidumbre varía significativamente entre países y, en promedio, es menor en las economías avanzadas que en el resto del mundo. Además, encontramos que existe una relación en forma de U invertida entre la incertidumbre y la democracia, es decir, la incertidumbre aumenta a medida que los países pasan de un régimen de autocracia y anocracia a la democracia, luego disminuye de niveles medios a altos de democracia.”

¿Es necesaria la confianza en la sociedad para tener buenas instituciones o éstas para que haya confianza?

Ya hemos hablado de este tema en el blog, ¿en qué dirección va la causalidad entre confianza e instituciones? ¿Cuándo una sociedad tiene altos niveles de confianza desarrolla entonces instituciones de calidad o es al revés, cuando tiene buenas instituciones puede extenderse la confianza entre sus miembros? Este es un debate que tiene ya mucho tiempo y no está saldado. Andrea F.M. Martinangeli, Marina Povitkina, Sverker C. Jagers y Bo Rothstein publican un paper como Max Planck Institute for Tax Law and Public Finance Working Paper 2020 – 04, argumentando en este último sentido bajo el título “Institutional Quality Causes Social Trust: Experimental Evidence on Trusting Under the Shadow of Doubt”

El tema es presentado así:

“La confianza social subyace virtualmente en cualquier interacción social, sentando las bases para el desarrollo social y prosperidad económica (Arrow, 1972; Dearmon y Grier, 2009; Algan y Cahuc, 2010). Como tal, es un componente necesario para la solución exitosa de dilemas sociales como la reducción de la contaminación, el cumplimiento fiscal, el mantenimiento de políticas sólidas y constructivas y relaciones económicas, y contención de epidemias, por nombrar algunos (Ostrom, 2005; Daniele y Geys, 2015; Danielle et al., 2020). En las relaciones impersonales modernas y transacciones, además, se extiende más allá de los individuos que se conocen o interactúan cara a cara. Por lo tanto, identificar los determinantes de la confianza social ha sido y sigue siendo hoy uno de los problemas clave en la economía, la ciencia política y la psicología social, ya que podría proporcionar a los planificadores sociales y a los formuladores de políticas instrumentos viables para lograr los resultados sociales deseables. Un problema intensamente debatido y sin embargo no resuelto es, en este respeto, el papel de la calidad institucional en la determinación de la confianza social.”

Y entre sus conclusiones:

“Los resultados de nuestro experimento dan credibilidad a la afirmación de que las instituciones de alta calidad se encuentran entre las condiciones previas para una sociedad de confianza. Estos hallazgos son consecuentes: Un tejido social de confianza está mejor equipado para desarrollar todo el potencial de la vida socioeconómica y proporcionar bienes públicos y acción colectiva coordinada que benefician a la sociedad en su conjunto. Por ejemplo, administrar los recursos comunes, pagar en los sistemas de bienestar social, o contener las consecuencias adversas de los desastres naturales, como las pandemias, todos requieren que las personas confíen en que otros no se aprovecharán (Ostrom, 2005; Daniele y Geys, 2015; Danielle et al., 2020). Además, la confianza social puede ser un medio viable sustituto del costoso monitoreo en presencia de información incompleta o difícilmente exigible contratos (Fukuyama, 1995; La Porta et al., 1997).”

Cuando las instituciones han sido cooptadas por el poder, y su resistencia al cambio

Muchos han leído o conocerán el texto de Acemoglu & Robinson, Why Nations Fail, donde se destaca el papel de las instituciones para explicar el progreso de distintas sociedades, y el estancamiento de otras. Es un tema polémico, en el que ha habido trabajos muy importantes recientemente enfatizando el papel de la cultura, la tecnología, los valores morales. Para Acemoglu & Robinson lo que explica el progreso es la generación, vía acontecimientos específicos, no previstos, de instituciones políticas “inclusivas”, las que luego darían como resultado instituciones económicas “inclusivas” y de allí el progreso.

Ahora, Acemoglu/ junto con Georgey Egorov y Konstantin Sonin, presentan un paper para considerar la persistencia de ciertas instituciones que frenan el progreso. Se titula “Institutional Change and Institutional Persistence”, publicado por el Friedman-Becker Centre de la Universidad de Chicago: https://www.nber.org/papers/w27852#:~:text=We%20further%20study%20the%20strategic,that%20would%20follow%20initial%20reforms.

Allí señalan: “Primero destacamos el tipo más simple de persistencia institucional, lo que llamamos \estasis institucional». Este es un equilibrio institucional inmutable: el mismo el arreglo institucional con el que comenzamos se repite una y otra vez. Hay varias razones para la estasis institucional, pero la más importante es que el poder engendra poder. Es decir, los grupos empoderados por las instituciones actuales se benefician de estas instituciones y así usan su poder para mantenerlo, en el proceso reproduciendo su propio poder sobre las futuras instituciones.”

No obstante, los autores no piensan que eso no cambia. En las conclusiones, plantean nuevamente el tema y su respuesta:

“Usamos este marco primero para aclarar la forma más simple de persistencia institucional, lo que llamamos «estasis institucional», por el cual un conjunto dado de instituciones persisten en el tiempo. Una de las razones más naturales de esto es que «el poder engendra poder», lo que significa que instituciones reproducen el dominio de los grupos actualmente poderosos, que luego podrían elegir para mantener estas instituciones en su lugar.

Enfatizamos que, aunque hay ejemplos de este tipo de estasis y el pensamiento de muchos economistas y politólogos está moldeado por tal dinámica, la estasis institucional es rara; más bien, la mayoría de las instituciones están en un estado constante de flujo. Se proporciona un mejor enfoque por la noción de «cambio dependiente del camino», mediante el cual las instituciones actuales determinan el futuro trayectoria de cambio institucional, tanto por dinámicas internas como porque incluso las pequeñas diferencias pueden causar grandes divergencias en la respuesta a las perturbaciones.”

Artículo en Clarín: Corrupción e instituciones

Corrupción e instituciones (clarin.com)

La última edición del índice de Percepción de la Corrupción que elabora Transparencia Internacional no trajo buenas noticias para Argentina. Nuestro país obtuvo una calificación de 38/100, cuatro puntos menos que el año anterior y esto llevó a que cayera 18 posiciones hasta el puesto 96. Estamos junto a Brasil, Indonesia, Lesoto, Serbia y Turquía.

Antes, se solía comentar en tono negativo y se hubiera dicho “estamos más abajo que Kosovo, Etiopía o Tanzania. Lo que tal vez nunca pensamos es que en esos países deben estar diciendo… “estamos cerca de Argentina”. Como si por alguna razón nuestro destino tuviera que ser una mejor posición.

Y es difícil que eso ocurra. Puede ser que temporalmente tengamos algún gobierno menos corrupto y eso nos permita mejorar algunas posiciones: por ejemplo, en 2019 llegamos a tener 45 puntos, en 2015 tuvimos 32. Se ve que ése es nuestro rango. Si queremos mejorar algo más que eso ya no será cuestión solamente de cambiar de gobierno. No hace falta querer compararnos con países que están lejanos, geográfica y culturalmente, hace falta solamente mirar a Uruguay, que tiene 73 puntos y se ubica en el puesto 18; o a Chile, que tiene 67 y está en el puesto 27, pese a ser un país que ha estado convulsionado en los últimos años y espera inaugurar un gobierno claramente diferente al anterior.

Para alcanzar a estos países, no ya a Dinamarca, Finlandia o Nueva Zelanda, hace falta algo más: reformas de tipo institucional. Precisamente, el índice de Transparencia Internacional es uno de los que tomamos en cuenta para la elaboración del índice de Calidad Institucional (ICI), publicado por la Red Liberal de América Latina (Relial) y en nuestro país la Fundación Libertad y Progreso. Y existe una clara correlación entre uno índice y el otro. Los tres primeros países del índice de Transparencia Internacional son también los tres primeros en el ICI y vienen ocupando esas posiciones desde que comenzáramos a publica el índice hace unos 15 años.

Esta correlación no es mera coincidencia. Instituciones significa límites al poder, y estos límites implican controles que reducen la posibilidad de corrupción. Cuando el poder está dividido y hay agencias que son claramente independientes del poder de turno, el control es mayor y la corrupción es menor. Esto se aplica especialmente a la justicia. Aquél que quiera y busque obtener un privilegio se vería obligado a corromper a un buen número de personas en distintas posiciones, quienes se controlan entre sí. Esto lo hace más difícil y costoso.

Por otro lado, el nivel de corrupción tiene que ver también con el grado de regulación de la economía. No estoy hablando del tamaño del Estado, ya que países que están en esos primeros puestos tienen estados grandes en relación a su PIB, sino al exceso regulatorio, que no aparece medido en el PIB. Es éste el que da pie a la corrupción. Ejemplo: si para poner un casino o un bingo simplemente necesito una habilitación como la de un kiosco, hay que registrarse, pagar la tasa correspondiente y listo; pero si para hacerlo hay que cumplir cuarenta regulaciones, cada una de ellas tiene un costo (o un precio que permite saltar esa valla) y es una oportunidad para quien tiene que poner el gancho lo haga valer.

Esto significa que, si realmente queremos avanzar en la reducción de la corrupción en el camino de nuestros vecinos, tenemos que cambiar a los gobernantes, por supuesto, garantizar la independencia de la justicia y de agencias como el Banco Central o la Anses, por ejemplo, pero también tenemos que sacarles ese poder de decidir que le da cada una de las regulaciones vigentes, que son muchas. Sin ese poder, no hay que coimear a nadie.

Cuando los demagogos y populistas contaminan a todo el sistema institucional

Dan Bernhardt, Stefan Krasa & Mehdi Shadmehr, de las universidades de Illinois, Warwick y North Carolina at Chapel Hill tratan un tema que, para quienes vivimos de esta forma ya por décadas parece ser la reinvención de la pólvora. El paper se titula “Demagogues and the Fragility of Democracy”, publicado por el Quantitative and Analytical Political Economy Research Centre de la Universidad de Warwick: https://econpapers.repec.org/RePEc:wrk:wqapec:05

El punto central es que los líderes políticos demagogos y populistas terminarían “contaminando” a los que en principio no lo son en tanto y en cuanto los votantes son miopes y prefieren las promesas de corto plazo a las instituciones de largo plazo. En sus palabras:

“Nuestro artículo estudia la tensión destacada por Hamilton entre los representantes magnánimos y con visión de futuro que protegen los intereses a largo plazo de los votantes y los demagogos que buscan cargos públicos y satisfacen los deseos a corto plazo de los votantes.1 Caracterizamos los resultados a largo plazo de la democracia en un país poblado por una mayoría miope. Los demagogos y los votantes miopes han sido considerados durante mucho tiempo vicios interrelacionados de los gobiernos republicanos. Por ejemplo, “La [creencia] de Madison sobre la democracia se basaba en [una] sobre el ser humano: el hombre, por naturaleza, prefería seguir su pasión antes que su razón; invariablemente eligió intereses a corto plazo sobre intereses a largo plazo” (Middlekauff (2007), p. 678). De hecho, los investigadores definen a los demagogos por esta característica. Según Guiso et al. (2018), los partidos liderados por demagogos “abogan por políticas a corto plazo mientras ocultan sus costos a largo plazo”.2 Lo que no se comprende bien es cómo los demagogos distorsionan el comportamiento de los partidos con visión de futuro y cómo un país democrático surge confrontación a largo plazo entre demagogos egoístas y partidos socialmente benévolos, pero pragmáticos.”

“Investigamos la susceptibilidad de la democracia a los demagogos, estudiando las tensiones entre los representantes que protegen los intereses a largo plazo de los votantes y los demagogos que satisfacen los deseos a corto plazo de los votantes. Los partidos proponen consumo e inversión. Los votantes basan sus elecciones en el consumo del período actual y en los choques de valencia. Las economías más jóvenes/más pobres y los votantes económicamente desfavorecidos se sienten atraídos por las políticas de demagogia de desinversión, lo que obliga a los representantes con visión de futuro a imitarlos. Esta competencia electoral puede destruir la democracia: si el capital cae por debajo de un nivel crítico, se produce una espiral mortal con la caída de los stocks de capital a partir de entonces. Identificamos cuándo el desarrollo económico mitiga este riesgo y caracterizamos cómo el riesgo de espiral de muerte disminuye a medida que el capital crece.”

¿No hay confianza porque no hay instituciones, o es al revés, no hay instituciones porque no hay confianza?

  • ¿No hay confianza porque no hay instituciones?  

Este es un típico caso de correlación, pero difícil determinación de la causalidad. En América Latina la confianza que la gente tiene de los demás es muy baja. ¿Es eso el resultado de su mala calidad institucional que lleva a no confiar, desde ya en los gobernantes, pero también de los demás, ya que no será fácil exigir el cumplimiento de una promesa, por ejemplo, si no funciona la justicia? 

Isabella Cotta, en El País, comenta un informe del BID realizado por Philip Keefer y Carlos Scartascini.  

La diferencia con los países de la OCDE, de mayor calidad institucional, es clara:  

El reporte titulado “Confianza: la clave para la cohesión social y el crecimiento en América Latina y el Caribe”, documenta cómo los países con mayor confianza tienden a gozar de mayores niveles de productividad, mientras que aquellos con bajos índices de confianza tienden a la informalidad. 

https://elpais.com/economia/2022-01-13/nueve-de-cada-10-latinoamericanos-desconfian-de-su-projimo.html  

Filosofía política en los autores de la Escuela Austriaca: la democracia

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico, Escuela Austriaca, de Económicas, UBA, terminamos viendo algunos debates dentro de la misma escuela, en particular respecto a posiciones filosófico-políticas. Aquí, del libro «democracia, el dios que fracasó» de Hans Hermann Hoppe, tratando las diferencias y posibles coincidencias entre el conservadurismo y el libertarianismo, una definición del primero:

E! conservador es alguien que reconoce lo originario y natural en
las «interferencias» de lo patológico y lo defiende y sustenta frente a
lo temporáneo y anómalo. Para un conservador, en el contexto de las
humanidades, incluidas las ciencias sociales, las familias (padres, madres,
hijos, nietos) y hogares basados en la propiedad privada y en la
cooperación con los demás miembros de la comunidad, constituyen las
unidades sociales básicas y naturalmente originarias y, como tales, las
más importantes e indispensables. Por otro lado, el hogar familiar representa
también el modelo de orden social en general, pues su ordenación
jerárquica se proyecta sobre la comunidad de familias -aprendices,
sirvientes y amos; vasallos, caballeros, señores feudales e incluso reyesligadas
por un sutil y complejo sistema de relaciones de parentesco; lo
mismo sucede con la ordenación de la jerarquía social -hijos, padres,
sacerdotes, obispos, cardenales, patriarcas o papas y, en última instancia,
el Dios trascendente-o El brazo del poder secular (padres, señores
feudales y reyes) está naturalmente subordinado a la autoridad de la
instancia espiritual suprema (sacerdotes, obispos y, finalmente, Dios).
Si los conservadores o, más concretamente, los conservadores occidentales
de estirpe greco~cristiana, creen en algo, es en la familia, en
las jerarquías sociales y en los principios seculares y espirituales de la
autoridad que, basados justamente en la familia yen las relaciones de
parentesco, las trascienden

El papel de las ideas y el cambio institucional en los aportes de Douglass North

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico y Social , UCEMA, vemos a Douglass North  en su artículo La Nueva Economía Institucional. También, de su artículo “Instituciones, Ideología y Desempeño Económico”:

“Las ideologías subyacen las estructuras que poseen los individuos para explicar el mundo que los rodea. Las ideologías contienen un elemento normativo esencial; es decir, explican tanto cómo es el mundo y cómo debiera ser. Mientras que los modelos subjetivos suelen ser una combinación de creencias, dogmas, teorías cuerdas y mitos, usualmente contienen también elementos de una estructura organizada que los hacen mecanismos económicos para recibir e interpretar información.

La ideología no juega un papel en la teoría económica neoclásica. Los modelos racionales asumen que los actores poseen modelos correctos para interpretar el mundo que los rodea o para recibir información que los llevará a revisar y corregir sus modelos incorrectos. Quienes no se adapten fracasarán en los mercados competitivos que caracterizan a las sociedades. Uno de los temas importantes es la información que reciben los individuos acerca de sus modelos subjetivos, lo cual los llevará a ponerlos al día. Si la racionalidad instrumental de la teoría económica fuese correcta, anticiparíamos que las teorías falsas serían descartadas, y en cuanto a que la maximización de la riqueza es una característica del comportamiento humano, podríamos decir que el crecimiento sería característico en toda economía. Con un horizonte lo suficientemente lejano, puede ser que esto sea correcto, pero luego de 10,000 años de historia económica humana seguimos lejos de un crecimiento económico universal. El hecho simple es que no poseemos la información para poner al día nuestras teorías subjetivas y llegar a una sola teoría verídica; consecuentemente, no hay un equilibrio que se obtenga como producto. Al contrario, lo que existen son varios equilibrios que nos llevan en varias direcciones, incluida la estagnación y el decrecimiento de las economías. La ideología importa, pero ¿de dónde vienen los modelos subjetivos de los individuos, y cómo se alteran?

Los modelos subjetivos que las personas utilizan para descifrar el ambiente son en parte una consecuencia del crecimiento y de la transmisión del conocimiento científico, y en parte de la herencia cultural de cada sociedad. En la medida en que la primera forma de conocimiento (científico) determine las decisiones, un enfoque racional e instrumental es la mejor manera de analizar el desempeño económico, pero la gente siempre ha acudido a mitos, tabúes, religiones, y otras formas de herencia cultural para explicar su ambiente. La cultura es más que una mezcla de distintas formas de conocimiento; está cargada de valores y estándares de comportamiento que han evolucionado para resolver problemas de intercambio, ya sea éste social, político o económico. En toda sociedad evoluciona una estructura informal para estructurar la interacción humana. Esta estructura es el “inventario de capital” básico que define la cultura de una sociedad; es decir, que la cultura provee un orden conceptual basado en el idioma para codificar e interpretar la información que los sentidos le presentan al cerebro. Como resultado, la cultura no sólo juega un papel en formar las reglas formales sino también está por debajo de los frenos informales que son parte de las instituciones.

Las construcciones ideológicas que los individuos poseen para explicar su ambiente cambian. Estas construcciones son claramente influenciadas por los cambios fundamentales en los precios relativos, lo cual resulta en una inconsistencia persistente entre los resultados percibidos y los resultados predichos por los modelos subjetivos que poseen los individuos. Pero eso no es todo. Las ideas importan; la combinación de cambios generados en precios relativos filtrada a través de las ideas condicionadas culturalmente es la responsable de que los modelos subjetivos evolucionen.”

Alberdi sobre el rumbo que tendría que seguir la República,…. pero luego no siguió

Con los alumnos de la UBA Derecho vemos a Alberdi en su «Sistema Económico y Rentístico». Aquí, en la conclusión, sobre el rumbo que debería tomar la República:

«Figuraos un buque que navega en los mares del cabo de Hornos con la proa al polo de ese hemisferio; esa dirección lo lleva al naufragio. Un día cambia de rumbo y toma el que debe llevarlo a puerto. ¿ Cesan por eso en el momento la lluvia, el granizo, la oscuridad y la tempestad de los sesenta grados de latitud? – No, ciertamente; pero con solo persistir en la nueva dirección, al cabo de algún tiempo cesan el granizo y las tempestades y empiezan los hermosos climas de las regiones templadas. – Pues bien: toda la actual política argentina, todo el sistema de su Constitución general moderna, es de mera dirección y rumbo, no de resultados instantáneos. La nave de nuestra Patria se había internado demasiado en regiones sombrías y remotas, para que baste un solo día a la salvación de sus destinos. – Nuestra organización escrita es un cambio de rumbo, un nuevo derrotero. Nuestra Constitución es la proa al puerto de salvación. Sin embargo, como todavía navegamos en alta mar, a pesar de ella tendremos borrascas, malos tiempos, y todos los percances del que se mueve en cualquier sentido, del que marcha en el mar proceloso de la vida libre. Sólo el que está quieto no corre riesgos, pero es verdad que tampoco avanza nada.

La libertad, viva en el texto escrito y maltratada en el hecho, será por largo tiempo la ley de nuestra condición política en la América antes española. Ni os admiréis de ello, pues no es otra la de nuestra condición religiosa en la mayoría del mundo de la cristiandad. Porque en el hecho violemos a cada instante los preceptos cristianos, porque las luchas de la vida real sean un desmentido de la Religión que nos declara hermanos obligados a querernos como tales, ¿se dirá que no pertenecemos a la Religión de Jesucristo? ¿Quién, en tal caso, tendría derecho de llamarse cristiano? Impresa en el alma la doctrina de nuestra fe, marchamos paso a paso hacia su realización en la conducta. En política como en religión, obrar es más difícil que creer.

La libertad es el dogma, es la fe política de la América del Sud, aunque en los hechos de la vida práctica imperen con frecuencia el despotismo del gobierno (que es la tiranía) o el despotismo del pueblo (que es la revolución). Hace dos mil años que los hombres trabajan en obrar como creen en materia de moral. ¿Será extraño que necesiten largos años para obrar como creen en materia de política, que no es sino la moral externa aplicada al gobierno de los hombres?

Dejad que el pueblo sud-americano ame el ideal en el gobierno, aunque en el hecho soporte el despotismo, que es resultado de su condición atrasada e indigente. Dejad que escriba y sancione la república en los textos; un día vendrá en que la palabra de libertad encarne en los hechos de la vida real, misterio de la religión política de los pueblos comprobado por la historia de su civilización: y aunque ese día, como los límites del tiempo, nunca llegue, es indudable que los pueblos se aproximan a él en su marcha progresiva, y son más felices a medida que se acercan al prometido término, aunque jamás lo alcancen, como el de la felicidad del hombre en la tierra. Por fortuna no es de Sud-América únicamente esta ley, sino del pueblo de todas partes; es ley del hombre así en política como en moral. Su espíritu está cien años adelante de sus actos.

Pero todo eso es aplicable a la libertad política más bien que a la libertad económica – objeto de nuestro estudio, la menos exigente, la menos difícil, la más modesta y practicable de las libertades conocidas. La libertad económica esencialmente civil es la libertad de poseer y tener, de trabajar y producir, de adquirir y enajenar, de obligar su voluntad, de disponer de su persona y de sus destinos privados. Accesible, por la Constitución, al extranjero en igual grado que al ciudadano, y asegurada doblemente por tratados internacionales, recibe de esta condición su más fuerte garantía de practicabilidad, y asegura ella misma el porvenir de las otras libertades, tomando a su cargo su educación, su nutrición, su establecimiento y desarrollo graduales, como el de la capacidad siempre ardua de intervenir en la gestión de la vida política o colectiva del Estado.Alberdi