Los Neo-malthusianos que siempre han predicho catástrofes con hambrunas, siempre se han equivocado

Hay, creo, dos razones por las cuales predomina el pesimismo en la avalancha de noticias que recibimos a diario: la primera de ellas es que las buenas noticias no generan tantos lectores como las malas, la normalidad se asume como tal, mientras que el accidente o el crimen serían la excepción; la segunda es que todo el que quiera promover algún cambio ‘revolucionario’ (no evolutivo) en la sociedad, debe antes mostrar que todo anda mal, ya que por eso se necesita el cambio.

Al respecto, una serie de autores (Matt Ridley, Steven Pinker y ahora Johan Norberg) han escrito sendos libros presentando una visión contraria, esto es, optimista, del progreso de la sociedad y el ser humano, sobre todo a partir de la llegada de la sociedad liberal y el capitalismo. Las referencias y los números son contundentes. Aquí algunos del libro  Johan Norberg, Progress: Ten Reasons to Look Forward to the Future:

“A medida que cayeron las tasas de mortalidad, era necesario alimentar una creciente población global. Desde 1950 a mediados de los 1980s, la población mundial se duplicó de 2.5 a 5 mil millones, y muchos neo-Malthusianos predijeron hambrunas masivas. ‘La batalla para alimentar a la humanidad está terminada’, escribió Paul Erlich en The Population Bomb en 1968. ‘En los 1970s, el mundo va a sufrir hambrunas –millones de personas se van a morir de hambre’. En  Famine 1975, William y Paul Paddock predijeron que ‘en quince años las hambrunas serán catastróficas’.”

Sin embargo, sucedió exactamente lo contrario. Justo cuando ellos decían que la batalla estaba perdida, tuvimos grandes avances, y nadie luchó con mayor empeño por la humanidad que Norman Borlaug, agrónomo de Iowa, quien estaba obsesionado con el problema del hambre global.

Luego de miles de cruzas de trigo, Borlaug pudo obtener un híbrido de alto rendimiento que era resistente a los parásitos y no era sensible a las horas de luz del día, por lo que podía crecer en climas muy diferentes. Muy importante, era una variedad enana, ya que el trigo alto gastaba mucha energía en crecer tallos no comestibles que colapsaban si crecían muy rápido. Cuando introdujo este nuevo híbrido, Borlaug también mostró a los campesinos cómo la irrigación moderna y los fertilizantes artificiales incrementaban los rendimientos. El nuevo trigo se introdujo rápidamente en todo México y, sorprendentemente, en 1963 la cosecha fue seis veces más grande que la de 1944. De la noche a la mañana, México se convirtió en un exportador neto de trigo.

“La FAO informó en 1947 que alrededor del 50% de la población mundial estaba crónicamente mal alimentada. Alrededor de esta época se introdujo el fertilizante de nitrógeno en forma extendida y muchos países de bajos y medianos ingresos comenzaron a modernizar sus sectores agrícolas. En 1969-71, la FAO estimó que 37% de la población de los países en desarrollo estaba mal alimentada, y hoy esta cifra se ha reducido al 13%.”

“Desde 1990-92, la proporción de mala alimentación crónica se ha reducido desde 23 al 13 porciento de los países de ingresos medianos y bajos. El número de gente con hambre se ha reducido en 216 millones. Como la población ha crecido en 1.900 millones en ese mismo tiempo, las estimaciones de la FAO indican que casi dos mil millones de personas se han liberado de un probable estado de hambre en los últimos 25 años.”

Angus Deaton comenta «El Gran Salto Adelante» de Mao, que fue un terrible salto para atrás en China

En su libro “The Great Escape”, el último premio Nobel de Economía, Angus Deaton, analiza los procesos de crecimiento económico que permitieron a millones de personas dejar atrás la pobreza, en general, en economías de mercado capitalistas. Ya casi no existen las hambrunas ocasionadas por catástrofes naturales y las poca que hubo en el siglo XX fueron causadas por el Estado. Aquí analiza una de ellas, “El Gran Salto Adelante”, impulsado por Mao en China:

“Mao Zedong y sus camaradas estaban decididos a mostrar la superioridad del comunismo, alcanzando rápidamente los niveles de producción de Rusia y Gran Bretaña, y estableciendo el liderazgo de Mao en el mundo comunista. Se establecieron estrafalarios objetivos de producción para abastecer las necesidades de alimentos de las ciudades industriales en rápido crecimiento y para obtener divisas con las exportaciones de alimentos. Bajo el sistema totalitario establecido por el Partido Comunista de China, las comunas rurales competían entre sí para exagerar su producción, inflando aún más las cuotas que ya eran inalcanzables y dejando nada a la gente para comer. Al mismo tiempo, el Partido generó un caos en el campo ordenando que toda la tierra privada fuera convertida en comunas, confiscando la propiedad privada e incluso los utensilios de cocina privados, y forzando a la gente a comer en cocinas comunales. Dados los enormes aumentos en la producción que se esperaban, se desvió a trabajadores rurales hacia obras públicas y fábricas rurales de acero, muchas de las cuales no produjeron nada. Las drásticas restricciones a los viajes y la comunicación impidieron que se corriera la voz, y las penalidades para los disidentes eran claras; se había ejecutado ya a 750.000 personas en 1950-51 (en estos años tempranos de la revolución la gente todavía confiaba en el Partido).

Mao

Cuando Mao supo de los desastres (aunque no probablemente de su escala real), duplicó la apuesta con las políticas, purgando a los mensajeros, etiquetándolos como “desviacionistas de derecha”, y culpando a los campesinos de acaparar alimentos en secreto. Haber hecho otra cosa y admitir el error del Gran Salto Adelante hubiera puesto en peligro la propia posición de liderazgo de Mao, quien estaba dispuesto a sacrificar a decenas de millones de sus compatriotas para impedirlo. Si Mao hubiera revertido el curso cuando la magnitud de la hambruna masiva se hizo evidente, hubiera durado un solo año, y en todo caso había más que suficiente granos en los depósitos del gobierno para evitar que cualquiera se muriera de hambre.

Según diversos relatos, la expectativa de vida en China que era cercana a los 50 años en 1958, cayó a menos de 30 en 1960; cinco años después, cuando Mao había frenado las matanzas, había subido a unos 55. Casi un tercio de los nacidos durante el Gran Salto Adelante no lo sobrevivieron. A veces nos cuesta identificar los beneficios de las políticas, o aun de convencernos que ciertas políticas dan resultados. Sin embargo, los resultados catastróficos de las malas políticas son demasiado obvios, como lo muestra el Gran Salto Adelante. Aun en ausencia de guerras o epidemias, las malas políticas en un sistema totalitario causaron decenas de millones de muertos. Por supuesto, hay malas políticas todo el tiempo sin que causen muertos. El problema en China es que se tardó tanto en revertir la política por el sistema totalitario y la falta de mecanismos para que Mao cambie de rumbo. El sistema político en China hoy no es tan diferente del que Mao creó; lo que es diferente es el flujo de información. A pesar de un control estatal permanente, es difícil creer que una hambruna tal podría ocurrir sin que los líderes chinos, y el resto del mundo, lo sepan rápidamente. Si el resto del mundo podría ayudar hoy más de lo que pudo entonces, no está claro.”