¿Quién determina lo que es moralmente correcto? ¿Y cómo se determina quien es esa autoridad moral?

¿Quién determina o influye en lo que es una conducta moral? Según Avner Greif (Stanford) y Oivind Shoyen tiene que ver con quienes son “autoridad moral” en cierta sociedad. Claro, eso lleva a la pregunta siguiente: ¿y cómo se determina quien es esa autoridad moral?  El trabajo es “Greif, Avner and Schøyen, Øivind, A Theory of Moral Authority (January 31, 2024). Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=4712115  or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4712115

“¿Qué determina qué comportamiento se considera moralmente ideal? Presentamos un modelo de actor racional donde las elecciones de las personas determinan el contenido de los ideales morales. El modelo muestra que si las elecciones reflejan una compensación entre el costo y el sentimiento de culpa, el aprendizaje social no puede sustentar ideales morales que son costosos en privado. Se necesitan personas con la capacidad de influir en lo que otros consideran moral (autoridades morales) para que los ideales morales sustenten una conducta privadamente costosa. Aplicamos el modelo para analizar qué limita la influencia de las autoridades morales y qué determina los costos de aplicación de las leyes.”

Somos capaces de evaluar moralmente una acción en cuestión de segundos pero, ¿acertamos?

¿Cuánto tardamos en sacar alguna conclusión sobre el fundamento moral de una acción que estamos observando? Parece que muy poco, en cuestión de segundos ya estamos pensando que cierta acción es buena o mala. Increíble habilidad. Pero, ¿es esa rápida evaluación correcta? Parece que sí, al menos en este paper:

De Freitas, Julian and Hafri, Alon, Moral Thin-Slicing (December 1, 2022). Harvard Business School Marketing Unit Working Paper No. 23-002, Harvard Business Working Paper No. 23-002, Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=4170252  or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4170252

“Dados los límites de tiempo y atención, la gente hace cada vez más evaluaciones morales en unos pocos segundos o menos, pero se desconoce si tales juicios rápidos son precisos o no. Por un lado, la literatura sugiere que las personas forman impresiones morales rápidas una vez que ya saben lo que ha ocurrido (es decir, quién le hizo qué a quién y si hubo daño involucrado), pero ¿cuánto tiempo les lleva extraer e integrar estas ‘átomos morales’ de una escena visual en primer lugar para decidir quién está moralmente equivocado? Usando estímulos controlados, encontramos que las personas son capaces de «cortar en rodajas morales»: identifican de manera confiable las transgresiones morales a partir de escenas visuales presentadas en un abrir y cerrar de ojos (< 100 ms). A través de cuatro estudios, mostramos que esta notable habilidad surge porque los observadores extraen de forma independiente y rápida los átomos del juicio moral: roles de eventos (quién actuó sobre quién) y nivel de daño (dañino o no dañino). En resumen, a pesar del rápido ritmo al que las personas ven transgresiones morales provocativas en línea, como cuando consumen videos virales en las redes sociales o noticias negativas sobre las acciones de las empresas hacia los clientes, sus juicios morales instantáneos sobre eventos visuales pueden ser sorprendentemente precisos.”

¿Quién no piensa que vivimos un proceso de degradación moral? Pero podría ser una ilusión

Mucha gente cree que hemos retrocedido mucho en nuestros valores morales, que vivimos un proceso de decadencia moral. Yo no sabría qué decir pero estos autores dicen que eso es una ilusión. Lo hacen en este artículo publicado en la revista Nature,P “The illusion of moral decline”, por Adam M. Mastroianni, de Columbia University & Daniel T. Gilbert de Harvard University; Nature (2023): https://www.nature.com/articles/s41586-023-06137-x

“La evidencia anecdótica indica que la gente cree que la moralidad está decayendo. En una serie de estudios que utilizan datos originales y de archivo (n = 12 492 983), mostramos que las personas en al menos 60 países de todo el mundo creen que la moralidad está decayendo, que han creído esto durante al menos 70 años y que atribuyen esto declinan tanto a la disminución de la moralidad de los individuos a medida que envejecen como a la disminución de la moralidad de las generaciones sucesivas. A continuación, mostramos que los informes de las personas sobre la moralidad de sus contemporáneos no han disminuido con el tiempo, lo que sugiere que la percepción del declive moral es una ilusión. Finalmente, mostramos cómo un mecanismo simple basado en dos fenómenos psicológicos bien establecidos (exposición sesgada a la información y memoria sesgada por la información) puede producir una ilusión de declive moral, y reportamos estudios que confirman dos de sus predicciones sobre las circunstancias bajo las cuales la percepción de declive moral se atenúa, elimina o invierte (es decir, cuando se pregunta a los encuestados sobre la moralidad de personas que conocen bien o de personas que vivieron antes de que naciera el encuestado). Juntos, nuestros estudios muestran que la percepción del declive moral es omnipresente, perdurable, infundada y fácil de producir. Esta ilusión tiene implicaciones para la investigación sobre la mala asignación de recursos escasos, la infrautilización del apoyo social y la influencia social.

Nuevo número de The Review of Austrian Economics: el proceso de mercado y su contenido moral

No hay libre acceso a los artículos pero éste es el contenido del último número de The Review of Austrian Economics; Volume 36, issue 1, March 2023:  https://link.springer.com/journal/11138/volumes-and-issues/36-1

Los temas son variados aunque hay varios sobre el proceso de mercado, y sobre su contenido moral:

  1. The market as foreground: The ontological status of the market in market process theory, Solomon Stein y Virgil Henry Storr
  2. The artist as entrepreneur; Ennio E. Piano y Rania Al-Bawwab
  3. Business cycles and the internal dynamics of firms; Kushal K. Reddy y Vipin P. Veetil
  4. The Austrian school of Madrid, Cristóbal Matarán López
  5. How should an Austrian economist teach the theory of the firm? Do the equi-marginal conditions still apply?; Peter Lewin
  6. Do markets corrupt our morals compared to what?, Chad Van Schoelandt
  7. Do disruptions to the market process corrupt our morals?; Rosemarie Fike
  8. The missing monster: markets make us moral, but what about politics?; Brianne Wolf
  9. The moral ambiguity of the invisible hand; Rob Garnett
  10. Who wins in the game of the market? Ginny Seung Choi y Virgil Henry Storr

Gobernantes inmorales: estamos contratando a los peores miembros de la sociedad, o muy debajo del promedio

Michael Huemer es uno de mis filósofos políticos preferidos, entre los jóvenes contemporáneos. Su libro The problem of Authority es muy recomendable. Aquí escribe sobre este tema, una columna titulada “Immoral Rulers: https://fakenous.substack.com/p/immoral-rulers

“El problema del poder

Uno de los problemas clave con la idea misma del gobierno: contratas a algunas personas para que vigilen a otros y eviten que se porten mal. Tienes que dar a los observadores suficiente poder para hacer cumplir las reglas morales correctas. Pero estos observadores no son más morales que las personas a las que vigilan. Entonces, ¿qué les impedirá usar ese poder para salirse con la suya con el mismo tipo de actos inmorales que se supone que deben prevenir?

Ese es un problema prácticamente insoluble dentro del paradigma del gobierno. Pero el problema es peor de lo que parece, porque no se trata solo de que los observadores sean humanos con las mismas debilidades y defectos que todos los demás. Una vez que hay posiciones de poder, las personas que terminan en ellas suelen ser más inmorales, más deshonestas, más propensas a aprovecharse de los demás, que las personas sobre las que gobiernan.

Piensa en la reputación de los políticos. No son exactamente conocidos por ser las personas más honestas y honorables, ¿verdad? Todo lo contrario. Junto con los abogados, tienen la peor reputación de honestidad u honorabilidad de cualquier profesión. (Dejando de lado las «profesiones» como ladrón o traficante de drogas). Parece que estamos contratando, quizás no a las peores personas de la sociedad, pero sí a personas que están muy por debajo del promedio, para gobernar a todos los demás.”

¿Puede un farmacéutico negarse a vender un producto por cuestiones morales o religiosas?

¿Puede un farmacéutico negar la venta de algún producto por sus convicciones morales o religiosas? Es el tema que trata una breve nota de Reason Foundation: https://reason.org/

Esto dice:

“Negación de anticoncepción en juicio. Un caso civil en curso en Minnesota pregunta si un farmacéutico tiene derecho a negarse a venderle anticonceptivos a alguien. El caso involucra a una mujer que estaba tratando de surtir una receta para Ella, una forma de anticoncepción de emergencia. De acuerdo con las reglas de la Junta de Farmacias de Minnesota, un farmacéutico puede negarse a dispensar un medicamento debido a sus creencias religiosas, pero debe tratar de ayudar a una persona a surtir la receta en otro lugar.

En este caso, el farmacéutico en cuestión «tal vez no haya sido tan agresivo como podría haber sido al ayudarla a encontrar otras opciones», dijo John Reinan, del Star Tribune, a la Radio Pública de Minnesota. «Creo que eso es algo que el jurado tendrá que decidir. Pero él le dijo, ‘bueno, hay un CVS, podrías ir allí’ y dijo que podía enviar la receta a Brainerd a Walgreens».

«Este es un caso puramente estatal», señaló Reinan. «Minnesota tiene una Ley de derechos humanos que previene la discriminación de varios tipos, incluida la discriminación sexual, y el sexo se define para incluir también cuestiones relacionadas con el embarazo y el parto. Por lo tanto, el farmacéutico en este caso no puede reclamar su derecho constitucional federal a la libertad de religión, porque está siendo demandado bajo una ley estatal que garantiza a las mujeres el derecho a no ser discriminadas en el embarazo y el parto».

Sin embargo, la Constitución de Minnesota también protege la libertad de conciencia y religión, y su lenguaje «es de un carácter claramente más fuerte que su contraparte federal», señaló la Corte Suprema del estado en un caso de 1990 (State v. Hershberger).”

Si los impuestos son un robo, ¿la evasión está moralmente justificada?

Este es tema que siempre sale en las discusiones sobre el papel del estado en la sociedad y que hemos escuchado bastante estos últimos tiempos, sobre todo desde al planteo de Javier Milei respecto a que los impuestos son un robo, una afirmación que tiene muchos antecedentes “libertarios”.

Y si los impuestos fueran un robo al ser impuestos por medio de la violencia, entonces la evasión de impuestos estaría moralmente justificada. Por supuesto, todo esto lleva a discutir la justificación de la misma existencia de una agencia con el monopolio de la fuera como es el estado.

  • En un paper reciente, Philipp Bagus, de Universidad Rey Juan Carlos; Walter E. Block de Loyola University New Orleans; Marian Eabrasu, de EM Normandie Business School; David Howden, de Saint Louis University – Madrid Campus y Jeremie Rostan, tratan ese tema. Se titula, precisamente “The Ethics of Tax Evasion”; September 2011, Business and Society Review 116(3) September 2011 10.1111/j.1467-8594.2011.00390.x

Su resumen:

“Un amplio y creciente consenso considera que la tributación es fundamentalmente de naturaleza coercitiva. Independientemente de la magnitud del impuesto o de los agentes que lo ejerzan, este elemento coercitivo fundamental permanece. En consecuencia, la evasión fiscal debe ser tratada como un esfuerzo por convertir este comportamiento coercitivo en transacciones voluntarias. Al alterar las condiciones de pago y recepción de bienes y servicios, la tributación oculta las preferencias tanto de los consumidores como de los productores. Los críticos de la evasión de impuestos han dejado sin respuesta la pregunta de cómo la sociedad asignará eficientemente sus escasos recursos bajo señales de preferencia falsificadas coercitivamente. Aceptando que las preferencias se señalan mejor de manera voluntaria y directamente a través de los participantes del mercado, argumentamos que la evasión de impuestos debe resultar en una mayor eficiencia económica, así como también permitir el restablecimiento del derecho de un individuo a contratar libremente.”

El argumento moral en favor de la redistribución no va a ser derrotado por uno basado en la eficiencia

Al evaluar un clásico como La Ética de la Redistribución, de Bertrand de Jouvenel, Garreth Bloor, plantea el típico escenario donde el argumento de la eficiencia siempre pierde: se enfrenta con un juicio moral, y así debería responderle.

Algunos párrafos:

“El debate sobre la redistribución a menudo depende de argumentos sobre la eficiencia; sus oponentes destacan el éxito de los procesos de mercado y los fallos de los sistemas controlados por comandos. En contraste, los partidarios del estado redistributivo usualmente promueven los argumentos sobre la moralidad.

Hace setenta años, el caso de Bertrand De Jouvenel contra la redistribución centrada en el estado, dictado en dos conferencias de 1949 en la Universidad de Cambridge y reeditado por el Liberty Fund en 1990 como La ética de la redistribución, fue un caso moral contra la redistribución. De Jouvenel mantiene un enfoque en la ética y el florecimiento humano, y sugiere que si bien la economía revela verdades de la existencia humana, siempre permanece subordinada a la vida moral del hombre.

De Jouvenel invoca una posición relevante sobre la moralidad en torno a los procesos del mercado. Fue uno de los 36 académicos en la primera reunión de la Sociedad Mont Pelerin organizada por F. A. Hayek, aunque su trabajo ha recibido menos atención que muchos otros en los años subsiguientes, ya que los puntos de vista morales fueron suplantados por argumentos utilitarios para el capitalismo contemporáneo.

Al hacer un caso moral para las economías abiertas, la ética de la redistribución no es menos relevante que en 1949.

Al colocar al florecimiento humano en el centro de la economía, De Jouvenel afirma una sociedad en la que tanto la libertad como la virtud son fundamentales. Los compromisos con la libertad económica requieren que el estado usurpe el papel de la familia y las instituciones mediadoras de la sociedad civil.”

El texto completo está acá: https://www.lawliberty.org/liberty-classic/revisiting-de-jouvenel-ethics-of-redistribution-seventy-years-on/

Henry Hazlitt y la importancia de la cooperación social como fundamento moral, para que las personas promuevan sus intereses

Con los alumnos de Ética de la Libertad, de la UFM, vemos el texto de Henry Hazlitt, Los Fundamentos de la Moral. Allí plantea la importancia de la cooperación social:

“La ética prudencial constituye una parte muy amplia de la ética en general. Pero toda la ética descansa sobre el mismo fundamento. Los hombres han descubierto que promueven mejor sus propios intereses, pensando en el largo plazo, no solo absteniéndose de dañar a sus semejantes, sino sobre todo cooperando con ellos. La cooperación social es el principal medio con el que la mayor parte de nosotros alcanzamos la mayor parte de nuestros fines. Es en el reconocimiento implícito, si es que no también explícito de esto, en el que se basan, en última instancia, nuestros códigos morales y nuestras reglas de conducta. La “justicia” en sí misma (como veremos más claramente después) consiste en la observancia de las reglas o principios que más preservan y promueven la cooperación social en el largo plazo.

Descubriremos también, cuando hayamos explorado más el tema, que no hay conflictos irreconciliables entre egoísmo y altruismo, entre egoísmo y benevolencia, entre los intereses de largo plazo del individuo y los de la sociedad. En la mayoría de los casos en los que tales conflictos parecen existir, la apariencia resulta de que solo se toman en cuenta las consecuencias de corto plazo, y no las de largo plazo.

La cooperación social, por supuesto, es un medio en sí misma. Un medio para lograr el objetivo, nunca completamente alcanzable, de maximizar la felicidad y el bienestar de la humanidad. Pero la gran dificultad para hacer de esto último nuestro objetivo directo es la carencia de unanimidad en los gustos, fines y juicios de valor de los individuos. Una actividad que da placer a un hombre puede aburrir mucho a otro. “Lo que cura a uno, a otro lo mata”. Pero la cooperación social es el gran medio por el que todos nos ayudamos unos a otros a realizar nuestros fines individuales, y a través de estos los fines de la “sociedad”. Además, compartimos un gran número de fines básicos en común, y la cooperación social es el medio principal para lograr alcanzarlos también.

En resumen, el objetivo para cada uno de nosotros de satisfacer nuestros propios deseos, de conseguir —tanto como sea posible—nuestra mayor felicidad y bienestar, se fomenta mejor por el medio común de la cooperación social, y no puede conseguirse de otra manera. Aquí está, por consiguiente, el fundamento sobre el cual podemos construir un sistema racional de ética.”

Demsetz y Hayek sobre el origen de la propiedad, como fenómeno evolutivo que surge para superar la escasez

Con los alumnos de Economía e Instituciones en OMMA Madrid vemos dos artículos sobre la institución social más importante: el derecho de propiedad. El primero presenta una teoría económica para explicar el origen y la utilidad del DP, por Harold Demsetz. El segundo es de Hayek, un capítulo de su libro “La Arrogancia Fatal”. Algunos párrafos:

“Nadie que valore la sociedad civilizada osará recusar la propiedad plural. La historia de una y otra están íntimamente ligadas. Henry Sumner Maine 

La propiedad…, por lo tanto, es intrínsecamente inseparable de la economía humana en su modalidad social. Carl Menger

El hombre está capacitado para disfrutar de las libertades civiles en la misma medida en que esté dispuesto a contener sus apetitos, sometiéndolos a algún condicionamiento moral; lo está en la medida en que su amor por la justicia prevalece sobre su rapacidad. Edmund Burke

 Hayek

La libertad y el orden extenso

  Establecido que, en definitiva, fueron la moral y la tradición —más que la inteligencia y la razón calculadora— las que permitieron al hombre superar su inicial estado de salvajismo, parece razonable también situar el punto de partida del proceso civilizador en las regiones costeras de Mediterráneo. Las posibilidades facilitadas por el comercio a larga distancia otorgaron ventaja relativa a aquellas comunidades que se avinieron a conceder a sus miembros la libertad de hacer uso de la información personal sobre aquellas otras en las que era el conocimiento disponible a nivel colectivo o, a lo sumo, el que se encontraba en poder de su gobernante de turno el que determinaba las actuaciones de todos. Fue, al parecer, en la región mediterránea donde por primera vez el ser humano se avino a respetar ciertos dominios privados cuya gestión se dejó a la responsabilidad del correspondiente propietario, lo que permitió establecer entre las diferentes comunidades una densa malla de relaciones comerciales. Surgió la misma al margen de los particulares criterios o veleidades de los jefes locales, al no resultar posible entonces controlar eficazmente el tráfico marítimo. Cabe recurrir a la autoridad de un respetado investigador (al que ciertamente no se puede tildar de proclive al mercado) que se ha expresado en los siguientes términos:

  “El mundo greco-romano fue esencial y característicamente un mundo de propiedad privada, tratárase de unos pocos acres o del las inmensas posesiones de los emperadores y senadores romanos; era un mundo dedicado al comercio y a la manufactura privados” (Finley, 1973:29).

  Tal orden, basado en la integración de muchos esfuerzos orientados al logro de una pluralidad de metas individuales, sólo devino posible sobre la base de eso que yo prefiero denominar propiedad plural, expresión acuñada por H. S. Maine y que considero más adecuada que la de “propiedad privada”. Si aquélla constituye la base de toda civilización desarrollada, correspondió en su día, al parecer, a la Grecia clásica el mérito de haber por vez primera advertido que es también intrínsecamente inseparable de la libertad individual. Los redactores de la Constitución de la antigua Creta “daban por sentado que la libertad es la más importante aportación que el Estado puede ofrecer; y precisamente por ello, y por ninguna otra razón, establecieron que las cosas perteneciesen indubitablemente a quienes las adquirieran. Por el contrario, en los regímenes en los que prevalece la esclavitud todo pertenece a los gobernantes” (Estrabón, 10, 4, 16).”