¿Quién determina lo que es moralmente correcto? ¿Y cómo se determina quien es esa autoridad moral?

¿Quién determina o influye en lo que es una conducta moral? Según Avner Greif (Stanford) y Oivind Shoyen tiene que ver con quienes son “autoridad moral” en cierta sociedad. Claro, eso lleva a la pregunta siguiente: ¿y cómo se determina quien es esa autoridad moral?  El trabajo es “Greif, Avner and Schøyen, Øivind, A Theory of Moral Authority (January 31, 2024). Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=4712115  or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4712115

“¿Qué determina qué comportamiento se considera moralmente ideal? Presentamos un modelo de actor racional donde las elecciones de las personas determinan el contenido de los ideales morales. El modelo muestra que si las elecciones reflejan una compensación entre el costo y el sentimiento de culpa, el aprendizaje social no puede sustentar ideales morales que son costosos en privado. Se necesitan personas con la capacidad de influir en lo que otros consideran moral (autoridades morales) para que los ideales morales sustenten una conducta privadamente costosa. Aplicamos el modelo para analizar qué limita la influencia de las autoridades morales y qué determina los costos de aplicación de las leyes.”

¿Puedo promover mis valores ideológicos con mis decisiones de mercado? Sí, si estoy dispuesto a pagar por ello.

¿Se puede promover ciertos valores con las decisiones que tomamos en el mercado o simplemente buscamos el mejor precio, calidad, etc.? Parece una pregunta de fácil respuesta, por la afirmativa, y es lo que concluyen en este paper “What Money Can Buy: How Market Exchange Promotes Values”, por Roberto A. Weber, Department of Economics University of Zurich  y Sili Zhang, Department of Economics LMU Munich.  CESifo Working Paper No. 10809: https://www.cesifo.org/DocDL/cesifo1_wp10809.pdf

“Estudiamos las preocupaciones de los consumidores por los valores ideológicos de sus homólogos del mercado y las implicaciones de dichas preocupaciones para la promoción pública de los valores. Utilizando una encuesta y experimentos en línea y de laboratorio, encontramos que los consumidores están dispuestos a pagar primas para intercambiar con contrapartes que demuestren apoyo a sus valores. Cuando los vendedores anticipan la posibilidad de un intercambio de mercado, muestran apoyo público a los valores de los consumidores. Nuestros hallazgos cuestionan las nociones de que el intercambio de mercado es impersonal, sugieren que las posiciones de valor público pueden proporcionar una dimensión de diferenciación empresarial y proporcionan evidencia de que el intercambio de mercado puede influir en el apoyo público a los valores ideológicos.”

Las instituciones son importantes, pero éstas a su vez dependen de las ideas y valores que predominan en la sociedad

Aunque nos pasamos el tiempo discutiendo esta política o aquella, tal vez no sea ése el camino a seguir, siendo que se trata de las instituciones existentes. Pero éstas tampoco son la causa final del progreso o el atraso sino que dependen de las ideas y valores que predominan en la sociedad, o algo así es lo que plantea Deirdre Nansen McCloskey, distinguished professor emerita of economics and of history, y professor emerita of English and of communication, University of Illinois at Chicago. En un libro que se titula “Beyond Positivism, Behaviorism, and Neoinstitutionalism in Economics”: https://press.uchicago.edu/ucp/books/book/chicago/B/bo145786166.html

“En Más allá del positivismo, el conductismo y el neoinstitucionalismo en la economía, Deirdre Nansen McCloskey se concentra en el carácter autoritario de la economía reciente y aboga por un reenfoque en el ser humano liberado. El positivismo conductista, de moda en este campo desde los años 1930, trata a la gente desde fuera. En Williamson y North dio lugar a un neoinstitucionalismo manipulador. McCloskey sostiene que las instituciones como causas son principalmente temporales e intermedias, no definitivas. Son hechos por humanos, dependiendo de las palabras, los mitos, la ética, la ideología, la historia, la identidad, el profesionalismo, los chismes, las películas, lo que te enseñó tu madre. Los humanos crean conversaciones sobre la marcha, en la economía como en el resto de la vida.

En una prosa atractiva y erudita, McCloskey exhibe en detalle los fracasos científicos del neoinstitucionalismo. Ella propone una “humanómica”, una economía que deja dentro a los humanos. La humanómica mantiene la teoría, la cuantificación, la experimentación, las matemáticas y la econometría, aunque insiste en un rigor más auténtico del habitual. Agrega lo que se puede aprender sobre economía a partir de la historia, la filosofía, la literatura y todas las ciencias humanas. McCloskey reafirma la durabilidad de la “innovación probada en el mercado” frente a las imperfecciones imaginadas que un gobierno perfecto debería corregir. Con su celo característico y su ingenio incisivo, reconstruye los cimientos de la economía.”

Como ocurriera en China, ¿una Revolución Cultural quiere destruir los cimientos de la sociedad norteamericana?

Con una clara referencia a la nefasta Revolución Cultural en China, Christopher Rufo, del Manhattan Institute, presenta su libro titulado America’s Cultural Revolution: https://manhattan.institute/article/publication-day-americas-cultural-revolution

“Durante décadas, los radicales de izquierda construyeron pacientemente una revolución en las sombras. Entonces, de repente, después de la muerte de George Floyd, sus ideas explotaron en la vida estadounidense. Las corporaciones denunciaron a Estados Unidos como un “sistema de supremacía blanca”. Las universidades impulsaron programas racialmente segregados que obligaron a los estudiantes a abordar sus «privilegios» raciales y sexuales. Y las escuelas inyectaron la teoría crítica de la raza en el aula, dividiendo a los niños en «opresores» y «oprimidos».

En este sorprendente nuevo libro, Christopher F. Rufo expone la historia interna de los intelectuales y militantes de izquierda que capturaron lenta y metódicamente las instituciones estadounidenses, con el objetivo de subvertirlas desde adentro. Con perfiles de Herbert Marcuse, Angela Davis, Paulo Freire y Derrick Bell, Rufo muestra cómo los activistas han influido profundamente en la cultura estadounidense con una mezcla insidiosa de marxismo e ideología racialista. Reemplazaron la “igualdad” por la “equidad”, subvirtieron los derechos individuales a favor de la identidad grupal y convencieron a millones de estadounidenses de que el racismo es endémico en toda la sociedad. ¿Su objetivo final? Reemplazar la constitución con un régimen de redistribución basado en la raza, administrado por comisarios de “diversidad e inclusión” dentro de la burocracia.

America’s Cultural Revolution es el relato definitivo de la larga marcha de la izquierda radical a través de las instituciones. A través de una profunda investigación histórica, Rufo muestra cómo las ideas formuladas por primera vez en los panfletos de Weather Underground, Black Panther Party y Black Liberation Army han sido esterilizadas y adoptadas como la ideología oficial de las prestigiosas instituciones de Estados Unidos, desde las universidades de la Ivy League hasta las salas de juntas de Wal-Mart, Disney y Bank of America. Pero su libro no es sólo una exposición. Es una refutación apasionada y meticulosamente investigada de los argumentos de la CRT, y una hoja de ruta para la contrarrevolución por venir.”

¿Quién no piensa que vivimos un proceso de degradación moral? Pero podría ser una ilusión

Mucha gente cree que hemos retrocedido mucho en nuestros valores morales, que vivimos un proceso de decadencia moral. Yo no sabría qué decir pero estos autores dicen que eso es una ilusión. Lo hacen en este artículo publicado en la revista Nature,P “The illusion of moral decline”, por Adam M. Mastroianni, de Columbia University & Daniel T. Gilbert de Harvard University; Nature (2023): https://www.nature.com/articles/s41586-023-06137-x

“La evidencia anecdótica indica que la gente cree que la moralidad está decayendo. En una serie de estudios que utilizan datos originales y de archivo (n = 12 492 983), mostramos que las personas en al menos 60 países de todo el mundo creen que la moralidad está decayendo, que han creído esto durante al menos 70 años y que atribuyen esto declinan tanto a la disminución de la moralidad de los individuos a medida que envejecen como a la disminución de la moralidad de las generaciones sucesivas. A continuación, mostramos que los informes de las personas sobre la moralidad de sus contemporáneos no han disminuido con el tiempo, lo que sugiere que la percepción del declive moral es una ilusión. Finalmente, mostramos cómo un mecanismo simple basado en dos fenómenos psicológicos bien establecidos (exposición sesgada a la información y memoria sesgada por la información) puede producir una ilusión de declive moral, y reportamos estudios que confirman dos de sus predicciones sobre las circunstancias bajo las cuales la percepción de declive moral se atenúa, elimina o invierte (es decir, cuando se pregunta a los encuestados sobre la moralidad de personas que conocen bien o de personas que vivieron antes de que naciera el encuestado). Juntos, nuestros estudios muestran que la percepción del declive moral es omnipresente, perdurable, infundada y fácil de producir. Esta ilusión tiene implicaciones para la investigación sobre la mala asignación de recursos escasos, la infrautilización del apoyo social y la influencia social.

Las instituciones determinan los valores predominantes en la sociedad, ¿y qué determina las instituciones?

Así es, las instituciones tienen efecto en la moralidad, y para algunos la determinan. Pero esto nos deja con una pregunta anterior: ¿y cómo es que llegamos a tener ciertas instituciones? ¿Acaso eso no depende de las ideas y cultura que predominan en una sociedad? Estos autores plantean la primera alternativa en este artículo: “How Institutions Shape Morality”; por Giuseppe Dari-Mattiacci, de la Universidad de Amsterdam y Marco Fabbri de la Universidad Pompeu Fabri de Barcelona: The Journal of Law, Economics, and Organization, Volume 39, Issue 1, March 2023, Pages 160–198, https://doi.org/10.1093/jleo/ewab016

“Presentamos los resultados de un ensayo de control aleatorizado sobre el efecto de la introducción de derechos de propiedad formalizados sobre los juicios morales de los individuos y, en particular, sobre la moralidad utilitaria. Mostramos que las instituciones dan forma a la moralidad: estar expuesto a instituciones de propiedad privada hace que los individuos sean más utilitarios cuando se enfrentan a dilemas morales. Nuestros resultados arrojan luz sobre un posible determinante institucional de la variación de los juicios morales en todo el mundo y sus patrones geográficos, y tienen implicaciones para las consecuencias de las principales reformas institucionales, tanto intencionadas, como los programas de titulación de tierras, como no intencionadas, como las a raíz de los acontecimientos históricos recientes—sobre las actitudes morales. Discutimos dos posibles canales derivados de las características inherentes a los derechos de propiedad: la relajación de los lazos sociales y la mercantilización de los derechos.”

¿Cómo explicar el fenómeno más extraordinario de la historia económica? Cambiaron las ideas….

Dreidre McCloskey plantea resolver uno de los dilemas económicos más importantes de la historia de la humanidad: ¿qué explica el gran enriquecimiento ocurrido a partir del siglo XVIII? ¿Por qué no ocurrió antes, o en otro lugar? Hay varias explicaciones que plantean como causas las innovaciones tecnológicas o el rule of law, pero McCloskey señala que fueron las ideas. Lo hace en un artículo titulado “Liberalism Caused the Great Enrichment”: https://www.qeios.com/read/VZNU0T

“Cualquier innovación —mecánica, biológica, institucional, científica, artística, personal— comienza, por supuesto, como una nueva idea en una mente humana liberada. El punto es obvio. Pero no ha sido prominente en la economía. El agente en los modelos económicos no tiene agencia. Simplemente accede a una línea presupuestaria o a una ley o a una costumbre o a un hábito de pensamiento frente a su ya conocida función de utilidad. Es decir, no crea, sino que reacciona de la manera requerida. La acción humana, la voluntad liberada, está ausente. Es una máquina expendedora, no un innovador, o ni siquiera un consumidor normalmente exigente que explora sus gustos.

Por lo tanto, el crecimiento económico sin precedentes desde 1800, un Gran Enriquecimiento de un aumento total del 3.000 por ciento en el ingreso real por persona, ha sido atribuido por los economistas no al «innovismo», como se podría llamar. El Enriquecimiento se ha atribuido más bien a varias causas rutinarias, intermedias y en gran parte materiales: inversión; explotación; La regla de la ley. Algunos de estos son necesarios, pero ninguno es suficiente para explicar nuestro enriquecimiento. son antiguos A menudo son triviales. A veces son necesarios, pero nunca tienen el gran empuje para explicar el Gran Enriquecimiento.

La creación de nuevas ideas en la mente humana, en otras palabras, ha sido firmemente dejada de lado por los economistas. Los no economistas que podrían salvar el día de las ideas, mientras tanto, se han apoderado de las ideas equivocadas, como la teoría laboral del valor o el desencanto o la Ilustración o la pura modernidad.

El problema económico con las causas no ideacionales del economista, como la inversión y las instituciones o la explotación, es que son meramente asignativas y, además, están sujetas a rendimientos fuertemente decrecientes y, por lo general, son de suma cero. Son rutinarios, no transformadores. Son patatas pequeñas al lado del aumento del 3.000 por ciento en el bienestar material humano.”

“El quid, afirmo, fue la liberalización a nivel de ideas en los Países Bajos y luego en Gran Bretaña, favoreciendo una cultura de cierta libertad de expresión y una economía de empresa bastante enérgica. Fue seguido durante el siglo siguiente por liberalizaciones reales y una consiguiente explosión de creatividad: en el Reino Unido, la emancipación civil de los católicos, la abolición de la esclavitud en Jamaica, la libre importación de trigo de Kansas y Ucrania, y luego medidas similares de liberalización en los EE. UU. , Suecia, Italia, Japón y el resto.

 

Adam Smith, Thomas Jefferson y Mary Wollstonecraft habían presentado en los anglófonos la noción, entonces extraña, de que nadie debería ser un esclavo, que todas las personas son creadas iguales, y se les debería permitir hablar y votar libres, y comprar y vender libres. Richard Cobden y John Stuart Mill a mediados del siglo XIX ampliaron la idea. La igualdad de permisos en el liberalismo procedió a erosionar las desigualdades de las jerarquías antiguamente embrutecedoras. Hizo que la gente se atreviera a aventurarse. Como dicen los británicos en su estilo deportivo, apropiado por el historiador económico Peter Matthias, el liberalismo permitió por primera vez a la gente común, después de 1776 o 1789 o 1848 o 1865, “tener una oportunidad”. Y vaya que lo hicieron. El liberalismo se implementó gradualmente en el noroeste de Europa, como lo ha sido últimamente, al menos en la economía, incluso en la lejana China e India. Y llegó el Gran Enriquecimiento.”

Lo que más nos protegió durante la pandemia fue la familia, no el estado

Durante la pandemia los gobiernos nos encerraron pero la gente acudió a esa institución tan básica de todas nuestras sociedades, la familia. En la revista Evolution and Human Behavior se publica un artículo titulado “Family still matters: Human social motivation across 42 countries during a global pandemic”, escrito por una gran cantidad de autores, tan grande que nos llevaría toda la página presentarlos a todos: https://doi.org/10.1016/j.evolhumbehav.2022.09.003

“La pandemia de COVID-19 provocó cambios sociales drásticos para muchas personas, incluida la separación de amigos y compañeros de trabajo, el contacto cercano forzado con la familia y la reducción de la movilidad. Aquí evaluamos la medida en que las motivaciones y objetivos básicos evolutivamente relevantes de las personas (motivos sociales fundamentales como la afiliación y el cuidado familiar) podrían haberse visto afectados. Para abordar esta pregunta, reunimos datos sobre motivos sociales fundamentales en 42 países (N = 15 915) en dos oleadas, incluidos 19 países (N = 10 907) para los que se recopilaron datos antes y durante la pandemia (ola prepandémica: 32 países, N = 8998; 3302 hombres, 5585 mujeres; Mage = 24,43, SD = 7,91; ola de pandemia media: 29 países, N = 6917; 2249 hombres, 4218 mujeres; Mage = 28,59, SD = 11,31). Las muestras incluyen datos recopilados en línea (p. ej., Prolific, MTurk), en universidades y mediante muestreo comunitario. Descubrimos que la motivación para evitar enfermedades fue sustancialmente mayor durante la pandemia, y que la mayoría de los otros motivos sociales fundamentales mostraron diferencias pequeñas, pero significativas, entre olas. De manera más sensata, la preocupación por el cuidado de los hijos fue mayor durante la pandemia, y las preocupaciones por la búsqueda de pareja y el estatus fueron menores. Los hallazgos anteriores que mostraban la priorización de los motivos familiares sobre los motivos de apareamiento (e incluso sobre los motivos para evitar enfermedades) se replicaron durante la pandemia. Finalmente, el bienestar se mantuvo positivamente asociado con motivos relacionados con la familia y negativamente asociado con motivos de apareamiento durante la pandemia, como en las muestras previas a la pandemia. Nuestros resultados proporcionan más evidencia de la sólida primacía de las motivaciones relacionadas con la familia, incluso durante esta interrupción única de la vida social.”

El puritanismo tendría también una explicación evolutiva: ¿sus valores promueves la cooperación social?

La moral “puritana” parece tener un origen y una justificación evolutiva. Es lo que plantea un artículo publicado en la revista Behavioral and Brain Sciences de los siguientes autores: Léo Fitouchi, ; Jean-Baptiste André y Nicolas Baumard del  Institut Jean Nicod, Département d’études cognitives, ENS, EHESS, PSL University, CNRS, Paris. El artículo se titula “Moral disciplining: The cognitive and evolutionary foundations of puritanical morality”: https://doi.org/10.1017/S0140525X22002047

“¿Por qué muchas sociedades moralizan placeres aparentemente inofensivos, como la lujuria, la glotonería, el alcohol, las drogas e incluso la música y la danza? ¿Por qué erige la templanza, el ascetismo, la sobriedad, la modestia y la piedad como virtudes morales cardinales? Según las teorías existentes, esta moralidad puritana no puede reducirse a preocupaciones por el daño y la justicia: debe surgir de sistemas cognitivos que no evolucionaron para la cooperación (p. ej., preocupaciones de “pureza” basadas en el asco). Aquí argumentamos que, a pesar de las apariencias, la moralidad puritana no es una excepción a la función cooperativa de la cognición moral. Surge en respuesta a una característica clave de la cooperación, a saber, que la cooperación es (en última instancia) una estrategia a largo plazo, que requiere (próximamente) el autocontrol de los apetitos de gratificación inmediata. Las moralizaciones puritanas condenan comportamientos que, aunque intrínsecamente inofensivos, se perciben como facilitadores indirectos de comportamientos no cooperativos, al afectar el autocontrol necesario para abstenerse de hacer trampa. La bebida, las drogas, la ropa inmodesta y la música y el baile indisciplinados son condenados por estimular impulsos a corto plazo, lo que facilita comportamientos no cooperativos (p. ej., violencia, adulterio, oportunismo). La indulgencia excesiva en los placeres corporales inofensivos (por ejemplo, la masturbación, la glotonería) se percibe como que hace que las personas sean esclavas de sus impulsos, alterando así las habilidades para resistir futuras tentaciones antisociales. La autodisciplina diaria, la templanza ascética y la observancia de rituales piadosos se perciben como el cultivo del autocontrol necesario para honrar las obligaciones prosociales. Revisamos la evidencia psicológica, histórica y etnográfica que respalda este relato. Usamos esta teoría para explicar la caída del puritanismo en las sociedades WEIRD y discutimos la evolución cultural de las normas puritanas. Explicar las normas puritanas no requiere agregar mecanismos ajenos a la cooperación en nuestros modelos de la mente moral.”

¿Llegará el momento en que «mi amigo sea un robot»? El impacto de la Inteligencia Artificial en los valores

No podemos negar el impacto de la tecnología en los valores que predominan en la sociedad, y eso parece ser lo que también ocurrirá con la Inteligencia Artificial. Pero, ¿cómo será ese impacto? No se puede acceder todavía a todo el texto pero es el tema de un artículo que publicará la revista AI and Society, con un artículo que se titula “AI and society: a virtue ethics approach”, por Mirko Farina, Petr Zhdanov, Artur Karimov & Andrea Lavazza. AI and Society:1-14 (forthcoming)

Éste es el tema:

“Los avances en inteligencia artificial y robótica cambiarán muchos aspectos de nuestras vidas, incluidos nuestros valores. Si las tendencias continúan como se espera, muchas industrias se automatizarán en un futuro cercano, lo que cuestionará si aún podemos valorar el sentido de identidad y seguridad que alguna vez nos brindaron nuestras ocupaciones. Del mismo modo, la llegada de los robots sociales impulsados ​​por IA parece estar cambiando el significado de numerosos valores de larga data asociados con las relaciones interpersonales, como la amistad. Además, la creciente dependencia de actores e instituciones poderosas en la IA para tomar decisiones que pueden afectar la forma en que las personas viven sus vidas puede tener un impacto significativo en la privacidad y, al mismo tiempo, plantear problemas sobre la transparencia algorítmica y el control humano. En este documento, que se basa en trabajos anteriores y los amplía, veremos cómo el despliegue de la tecnología de inteligencia artificial puede conducir a cambios en la identidad, la seguridad y otros valores cruciales. Discutiremos qué desafíos podemos enfrentar en el proceso, mientras reflexionamos críticamente sobre si tales cambios pueden ser deseables. Finalmente, basándonos en una serie de consideraciones que subyacen a la ética de la virtud, formularemos un conjunto de sugerencias preliminares que, esperamos, puedan usarse para guiar con más cuidado el despliegue futuro de las tecnologías de IA para el florecimiento humano; es decir, para el bien social y moral.”