Artículo en InfoBAE: La educación como bien público

https://www.infobae.com/opinion/2022/03/09/la-educacion-como-bien-publico/

La educación como bien público

¿Es la educación formal un “bien público”? ¿Es cierto que el mercado no puede proveerlo?

Para la gente, en general, un bien público es aquél que provee el Estado, tal vez porque “beneficia a todos” (Foto NA)Para la gente, en general, un bien público es aquél que provee el Estado, tal vez porque “beneficia a todos” (Foto NA)

En esta saludable discusión sobre la educación, surgida a raíz de ciertas declaraciones recientes de Javier Milei, aparece el tema de la educación como “bien público”, algo que para los economistas tiene una definición más o menos precisa. Para la gente, en general, un bien público es aquél que provee el Estado, tal vez porque “beneficia a todos”.

Los economistas hablan de una “externalidad positiva”, es decir, un beneficio que todos reciben, se hagan cargo o no de su costo. Por esa razón, sigue el argumento, el mercado “fallaría” en proveerlo, al menos en suficiente cantidad, y el Estado debe hacerlo.

Hay dos temas, entonces que vale la pena discutir: ¿es la educación formal un “bien público”? y ¿es correcto que el mercado no puede proveerlo?

Veamos el primero. Si Pedro Arias, de Jujuy, se recibe de técnico odontólogo, seguramente esto le permitirá alcanzar un mejor nivel de vida personal en el futuro, un beneficio claramente “privado”, para él y su familia. ¿En qué medida beneficia a Susana Costa, que vive en Bahía Blanca? Podríamos decir que Susana se beneficia porque vivir en un país con gente que ha estudiado es mejor para ella, es decir, hay algo de externalidad positiva en la educación de Pedro.

En realidad, lo que puede ser una externalidad positiva para Susana es la cultura que predomina en un país, el conjunto de valores y costumbres, opiniones, creencias e ideas que suelen reflejarse luego en sus instituciones, tanto políticas como económicas. A Susana le impacta qué “cultura” predomina en su sociedad, pero la educación formal es tan sólo una parte de esa formación, a la que concurren principalmente la familia, los amigos, el barrio, las iglesias, los medios de comunicación, las redes sociales. Todo eso impacta en la cultura: ¿acaso tenemos una subprovisión de esas cosas que haga necesario que el Estado lo haga?

La educación formal, entonces, es principalmente un bien “privado” que genera algunas “externalidades positivas” hacia la cultura. Esto puede decirse de toda la oferta educacional del sector privado: miles de jardines de infantes, escuelas primarias y secundarias, centros de formación, universidades. Que un bien que beneficia principalmente a quien lo consume también puede beneficiar a otros, es algo muy común y se aplica a casi todos ellos. El hecho que los demás valoren ahora el pan artesanal de masa madre, o un buen café, hace que tenga varios lugares donde conseguir eso cerca de mi casa, me ha generado un “beneficio positivo”. O que los japoneses tengan alta valoración por la seguridad de sus autos me termina beneficiando porque ahora aquí también lo son, pese a que no me ocupara mucho del tema (una externalidad positiva tecnológica).

El segundo tema es si el mercado puede proveer ese bien. Ya hemos dicho, vamos a encontrar una gran oferta de educación formal en el mercado, con gran variedad, que sería aún mayor si no estuviera regulado. El mercado no “falla” e incluso ofrecería educación privada para los sectores de recursos más bajos si no fuera por las regulaciones del Estado que lo prohíben o encarecen. James Tooley, profesor de la Universidad de Buckingham, ha pasado buena parte de su vida recorriendo los lugares más pobres del planeta y encontrando educación allí, que los padres eligen, muchas veces por sobre la educación gratuita del Estado (uno de sus libros es, “El Bello Árbol”, Madrid, Unión Editorial).

Pero es cierto que el costo de la educación privada puede estar más allá del alcance de muchos. Ahí es, precisamente, donde ingresan los “vouchers”, que han dado origen a esta discusión. El voucher le dice a la gente: si no tiene los recursos necesarios para contratar un servicio de educación en el mercado no se preocupe, aquí los tiene, vaya y elija. Tanto sean “privados” como “públicos”, los vouchers pueden presentarse como un empoderamiento de esos consumidores. Ahora pueden elegir. Si se pueden utilizar para escuelas o universidades privadas y públicas, amplían el espectro de elección de los padres o alumnos, y ponen en competencia a todos esos establecimientos educativos quienes ahora tienen que conseguir sus recursos de sus “clientes”, tal como hacemos en general todos los demás en muchas de nuestras actividades.

Subyace en la crítica a los vouchers la idea de que esas personas no tendrían la capacidad suficiente para poder elegir la educación de sus hijos, o la propia cuando son algo mayores. No todos piensan eso, por supuesto, o se animan a decirlo abiertamente, pero en tal caso plantea una cuestión mucho más importante: si esos padres no son capaces de elegir la educación de sus hijos, ¿sí lo son, digamos, de elegir Presidente? ¿No es ésta una decisión mucho más importante y compleja, sobre la que nunca diríamos que no están en capacidad de hacerlo?

El voucher o la beca, empodera al consumidor, al demandante, y somete a la competencia al oferente. Esa es la forma en la que obtenemos los mejores bienes y servicios, al mejor precio.

 

Eliminemos la discriminación en el Día Internacional de la Mujer, pero no todos los problemas sociales son cuestiones de género

En este Día Internacional de la Mujer creo que es correcto destacar que fueron discriminadas durante mucho tiempo y comparto la necesidad de eliminar todo tipo de discriminación por cuestiones de género, de la misma forma que para cuestiones de raza, religión, nacionalidad o cultura. Pero que esto sea justo y correcto no implica de que en todo problema social vamos a encontrar alguna cuestión de género que la determina.

En un reciente paper publicado por el European Central Bank, los autores son Yener Altunbas, de University of Wales, Bangor; Leonardo Gambacorta, Bank for International Settlements (BIS); Centre for Economic Policy Research (CEPR); Alessio Reghezza, European Central Bank (ECB) y Giulio Velliscig, Università degli Studi di Udine. Se titula “Does Gender Diversity in the Workplace Mitigate Climate Change?”, ECB Working Paper No. 2022/2650.

Con todas las simpatías que pueda generar esa discriminación de género, llevar el tema a cualquier área y plantear relaciones entre variables y asumir causalidad, no le hace ningún favor a los necesarios cambios que podríamos esperar. Esto es lo que plantean los autores:

“Comparamos las características de gobierno corporativo de la empresa con las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a nivel de empresa durante el período 2009-2019 para estudiar la relación entre la diversidad de género en el lugar de trabajo y las emisiones de carbono de la empresa. Encontramos que un aumento de 1 punto porcentual en el porcentaje de mujeres gerentes dentro de la empresa conduce a una disminución del 0,5% en las emisiones de CO2. Documentamos que este efecto es estadísticamente significativo, también cuando se controlan las diferencias institucionales causadas por culturas y religiones más patriarcales y jerárquicas. Al mismo tiempo, mostramos que la diversidad de género a nivel gerencial tiene efectos de mitigación más fuertes sobre el cambio climático si las mujeres también están bien representadas fuera de la organización, p. en instituciones políticas y organizaciones de la sociedad civil. Finalmente, encontramos que, después del Acuerdo de París, las empresas con mayor diversidad de género redujeron sus emisiones de CO2 en aproximadamente un 5% más que las empresas con más gerentes hombres.”

¿Cómo se explicaría esa correlación?

“Nuestra hipótesis es que las mujeres en puestos gerenciales pueden estar mejor preparadas que los gerentes masculinos para reducir las emisiones de CO2 de las empresas. Nuestra hipótesis encuentra respaldo en la literatura que sugiere que las mujeres están más inclinadas a contrarrestar el cambio climático, ya que es más probable que consideren el bienestar general de la sociedad centrándose estrechamente en el interés de los accionistas.”

¿Verifican esto en el artículo? Aquí pueden ver si lo hacen: https://ssrn.com/abstract=4046329

¿La austeridad fiscal genera un mal resultado electoral? Subiendo impuestos -7%; bajando el gasto no

Alberto Alesina, profesor de Harvard, falleció en 2020. Dejó contribuciones en muchas áreas distintas. Curiosamente, el FMI publica ahora un paper que escribiera junto a otros autores: ALBERTO F. ALESINA, Harvard University – Department of Economics, Centre for Economic Policy Research (CEPR), National Bureau of Economic Research (NBER); GABRIELE CIMINELLI, Asia School of Business in collaboration with MIT Sloan; DAVIDE FURCERI, International Monetary Fund (IMF) y GIORGIO SAPONARO, Harvard University. El paper se titula “Austerity and Elections”, y sus conclusiones son importantes para todos nuestros países que necesitan con urgencia una reforma fiscal que incluya la reducción del gasto.

Alesina, Alberto F. and Ciminelli, Gabriele and Furceri, Davide and saponaro, giorgio, Austerity and Elections (April 1, 2021). IMF Working Paper No. 2021/121, Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=4026297 or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4026297

“La sabiduría convencional sostiene que los votantes castigan a los gobiernos que implementan la austeridad fiscal. Sin embargo, la mayoría de los estudios empíricos, que se basan en medidas de austeridad anuales ex post, no encuentran evidencia que las respalde. Este documento revisa el tema utilizando medidas ex ante de austeridad fiscal basadas en la acción y en tiempo real, así como una nueva base de datos de cambios en la proporción de votos de los partidos en el poder. El análisis enfatiza la importancia del ‘cómo’, ya sea que la austeridad se lleve a cabo mediante aumentos de impuestos o recortes de gastos, y el ‘quién’, ya sea que la lleven a cabo gobiernos de izquierda o de derecha. Nuestro principal hallazgo es que la austeridad basada en impuestos conlleva grandes costos electorales, mientras que el efecto de las consolidaciones basadas en el gasto depende de la inclinación política del gobierno. Un paquete de austeridad por valor del 1% del PIB, llevado a cabo principalmente a través de aumentos de impuestos, reduce la participación de votos del partido del líder en aproximadamente un 7%. Por el contrario, la austeridad basada en el gasto es perjudicial para los gobiernos de izquierda pero beneficiosa para los gobiernos de derecha. También encontramos que el costo electoral de la austeridad, especialmente los aumentos de impuestos, puede contenerse si se implementa durante buenos tiempos económicos.”

Auto-flagelación, sentimiento de culpa y búsqueda de «identidad» en las democracias avanzadas

John Lloyd es columnista del Financial Times y co-fundador del Reuters Institute for the Study of Journalism. En una columna publicada en Quillette, analiza un tema de sumo interés respecto a las ideas que predominan, sobre todo en las democracias avanzadas. Lloyd comenta un libro reciente de David Swift titulado “El Mito de la Identidad”, donde analiza le búsqueda de “identidad” en distintos grupos sociales que está detrás de muchos de los actuales conflictos.

Dice Lloyd en su comentario:

“En décadas recientes, las ansiedades que afligen a las democracias occidentales han surgido de nuevas creencias y conflictos sobre cómo los ciudadanos se relacionan entre sí: su estatus relativo en la sociedad, las nociones de respeto mutuo y los patrones que el pasado ha impuesto sobre sus pensamientos y acciones. Lo que parecía estar resuelto ahora está inestable a medida que los ciudadanos buscan una nueva identidad o intentan ajustar la identidad que creen que tienen. Las disputas sobre raza, género, clase e igualdad han producido una crisis social y un desgaste de los valores comunes, en el que las actividades y opiniones que antes se aceptaban como parte de la existencia colectiva se han vuelto amargamente cuestionadas. Como resultado, la identidad recubierta de resentimiento se encuentra ahora entre las fuerzas políticas más potentes.”

“Este tipo de autoflagelación, señala Swift, es principalmente performativo y no hace nada para promover los objetivos ostensibles de los progresistas ni beneficiar los intereses de los electorados que dicen representar, excepto, quizás, para provocarles una risa cínica. Aun así, muchos blancos de clase media están evidentemente mortificados por sus vidas cómodas y las ventajas educativas y profesionales de las que han tenido la suerte de disfrutar. Por lo tanto, han buscado presentarse como no privilegiados de alguna manera. Algunos han adoptado nuevas identidades exóticas y supuestamente «marginadas» (en 2015, Penny anunció que es «género queer» y «pansexual»), mientras que otros han narrado un pasado de privaciones y luchas, como el Sr. Bounderby en Hard Times de Charles Dickens. Algunos incluso han asumido identidades raciales falsas.”

https://quillette.com/2022/02/09/identity-mania/

¿Qué distopía describe mejor al mundo actual: la de Orwell, la de Huxley o la de Bradbury?

David S. Wills escribe una columna en Quillette donde hace un análisis comparativo entre las distopías más conocidas escritas en el siglo XX: 1984, de George Orwell; A Brave new World, de Aldous Huxley y Farenheit 451, de Ray Bradbury. Se inclina por esta última como descriptiva de lo que está ocurriendo actualmente:

“La principal diferencia entre la distopía de Huxley y la descrita por Orwell es la metodología a través de la cual la humanidad es controlada por gobiernos autoritarios. Huxley argumentó que los humanos serían engañados para aceptar su propia esclavitud a través de antidepresivos y varias distracciones hedonistas, mientras que Orwell sostuvo que el cumplimiento se lograría más fácilmente a través de la censura, el control mental y la violencia. En una carta a Orwell (su profesor de francés de la infancia) al leer 1984, Huxley insistió en que «el ansia de poder puede satisfacerse tan completamente sugiriendo a las personas que amen su servidumbre como azotándolas y pateándolas para que obedezcan». Ciertamente, la novela de Bradbury presenta elementos de ambos; los ciudadanos en su futuro están sujetos a la violencia estatal y también pacificados por el placer y las drogas. Sin embargo, la distinción clave aquí, y la gran contribución de Bradbury a la literatura distópica, es que también elegiríamos nuestra propia esclavitud intelectual.”

“Más bien un distópico cliché, Fahrenheit 451 cuenta la historia de un hombre que se despierta a la realidad de que la sociedad es profundamente opresiva y decide resistir. El protagonista es un bombero llamado Montag, que llega a cuestionar la naturaleza de su profesión. Pero en esta visión del futuro, los bomberos ya no apagan incendios, los inician. Tienen la tarea de quemar libros, que ahora están prohibidos, y con la ayuda de un sabueso mecánico de ocho patas, buscan tenazmente literatura y la destruyen. La tecnología fomenta la alienación, pero un gobierno rara vez impone sistemas de control a la población.

En 1984, la información es cuidadosamente controlada por el estado. En Brave New World, los ciudadanos son bombardeados con tanta información que son incapaces de emitir juicios inteligentes. En Fahrenheit 451, sin embargo, las personas eligen la ignorancia ya que llegan a rechazar la complejidad y la incertidumbre que brinda la literatura; con la proliferación de fuentes de medios más breves y emocionantes, los libros han perdido gradualmente su atractivo.”

 

https://quillette.com/2022/02/12/a-pleasure-to-burn-closer-to-bradburys-dystopia-than-orwells-or-huxleys/

En Occidente todavía están las instituciones democráticas, pero ya no la cultura que las sostiene

Yascha Mounk es un profesor de ciencias políticas en John Hopkins University quien sigue la evolución de la democracia y el impacto en ella de los cambios culturales, las restricciones a la libertad de expresión y la cultura de la cancelación. En su podcast entrevista a Jonathan Sumption, Lord Sumption, quien fuera miembro de la Corte Suprema en el Reino Unido. Según éste, los países de Occidente tienen las instituciones todavía, pero han renegado de la cultura: https://www.persuasion.community/

“Las democracias dependen de dos cosas. Dependen de un marco institucional y dependen de un trasfondo cultural. No suele ser el marco institucional el que falla. Eso todavía está allí. Lo que falla es el trasfondo cultural, que es el deseo de la gente de hacer que funcione, el deseo de la gente de respetar la pluralidad de opiniones, y de aceptar que a veces no pueden salirse con la suya, por importante que sea el tema y por muy bien que piensen. ellos son. En la mayoría de los países que han perdido su estatus democrático, las instituciones todavía están allí, todavía hay elecciones de algún tipo, todavía hay parlamentos, pero en gran medida no tienen sentido porque la cultura que los sustentaba desapareció.”

¿Por qué cree que, en todo el tiempo que han existido las democracias estadounidense y británica, es en este punto cuando estamos viendo un estrés especial en las instituciones?

 

Sumption:  creo que hay varias razones, pero la más importante de ellas es la aversión al riesgo. Esto es, en cierto sentido, un desarrollo perfectamente natural de las sociedades humanas una vez que un mayor número de personas se involucra en los asuntos públicos. Pero durante el último siglo, la gente en Occidente se ha vuelto cada vez más reacia al riesgo. Se han vuelto cada vez más ansiosos de que el Estado los proteja contra riesgos que no son sólo catástrofes externas repentinas, que ocurren una vez en un siglo, sino que son una parte muy importante de los riesgos ordinarios asociados con cualquier tipo de vida en la que hay un riesgo razonable. grado de libertad individual. Riesgos financieros, riesgos de salud, riesgos de seguridad de un tipo u otro. Esperamos un alto grado de protección del estado contra estos riesgos.

 

El problema es que cuando tienes miedo a los riesgos que están asociados con la vida ordinaria, y miras al Estado para que se ocupe de eso, el Estado reaccionará de la única manera que sabe, que es introduciendo la coerción, para poder evitar que usted haga las cosas que dan lugar al riesgo y evitar que todos los demás también las hagan. Entonces se obtiene una situación en la que el estado suprime parte de la vida para suprimir la toma de riesgos, que en realidad es inseparable de cualquier tipo de actividad libre en una democracia.

 

La invasión rusa a Ucrania genera incertidumbre; la que impacta más en países con débiles instituciones

La invasión rusa a Ucrania, sin duda aumentará la incertidumbre en el mundo, teniendo en cuenta que se ve avanzar al régimen autoritario de Putin sin ver del otro lado una respuesta demasiado contundente. No será la primera vez que aumenta la incertidumbre en los últimos años, aunque eso haya ocurrido por otras causas. Hites Ahir  y Nicholas Bloom, del FMI y Davide Furceri de Stanford, publican un artículo en NBER donde presentan el World Uncertainty Index: Working Paper 29763 http://www.nber.org/papers/w29763

“Construimos el Índice de Incertidumbre Mundial (WUI) para un panel desequilibrado de 143 países individuales sobre una base trimestral desde 1952. Esta es la frecuencia de la palabra «incertidumbre» en los informes trimestrales de países de la Unidad de Inteligencia de The Economist. A nivel mundial, el índice aumenta en torno a eventos importantes como la Guerra del Golfo, la crisis de la deuda del euro, la votación del Brexit y la pandemia de COVID. El nivel de incertidumbre es mayor en los países en desarrollo, pero está más sincronizado entre las economías avanzadas con sus vínculos comerciales y financieros más estrechos.”

  • “A nivel mundial, en las últimas tres décadas, se han producido picos de WUI cerca de los ataques del 11 de septiembre, la Segunda Guerra del Golfo, la quiebra de Lehman Brothers, la crisis de la deuda del euro, el referéndum del Reino Unido a favor del Brexit, las elecciones presidenciales de EE. UU. de 2016, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China y la pandemia de COVID-19. Mirando la evolución del índice, observamos que la incertidumbre global ha aumentado desde 2012 (con la ocurrencia de la crisis de la deuda europea) y alcanzó su pico histórico en el segundo trimestre de 2020, alrededor del comienzo de la pandemia de COVID-19. Este aumento de la incertidumbre mundial, si bien refleja el aumento de la incertidumbre en economías sistemáticamente grandes, también refleja importantes efectos indirectos de la incertidumbre en los Estados Unidos (relacionados con las elecciones y las políticas comerciales de EE. UU. de 2016) y el Reino Unido (relacionados con el Brexit) hacia el resto del mundo. Los picos de incertidumbre tienden a estar más sincronizados dentro de las economías avanzadas y entre economías con vínculos comerciales y financieros más estrechos. Las comparaciones entre países revelan que el nivel de incertidumbre varía significativamente entre países y, en promedio, es menor en las economías avanzadas que en el resto del mundo. Además, encontramos que existe una relación en forma de U invertida entre la incertidumbre y la democracia, es decir, la incertidumbre aumenta a medida que los países pasan de un régimen de autocracia y anocracia a la democracia, luego disminuye de niveles medios a altos de democracia.”

El primero de dos fracasos latinoamericanos: el del llamado «neoliberalismo» argentino

En este y en otro post estaremos viendo dos trabajos que tratan las ideas que llevaron a la Argentina, y también otros países latinoamericanos, al fracaso en la últimas décadas.

En el primero, Mario Teijeiro, publica un CEMA Working Paper titulado “Las raíces del fracaso del ‘neoliberalismo’ argentino”: https://econpapers.repec.org/scripts/redir.pf?u=https%3A%2F%2Fucema.edu.ar%2Fpublicaciones%2Fdownload%2Fdocumentos%2F823.pdf;h=repec:cem:doctra:823

Este es su resumen:

“En los últimos 40 años, Argentina ha acumulado tres experiencias de política económica caracterizadas equívocamente como neoliberales; y todas ellas culminaron en fracasos estrepitosos. ¿Por qué habrían fracasado en Argentina ideas que han tenido éxito en tantos países? La intención de este ensayo es identificar cuáles fueron los principales errores y discutir las causas que los originaron, con el propósito de extraer lecciones y no repetir errores si una nueva oportunidad se presentara para aplicar ideas liberales. La metodología adoptada es una comparación histórica de las experiencias (supuestamente neoliberales) argentinas en relación con la política neoliberal paradigmática ejecutada en Chile a partir de 1973, que llevó a ese país al primer lugar de ingreso per cápita en la región. La conclusión de este ensayo es que las diferencias estuvieron fundamentalmente en las falencias notorias de las reformas estructurales argentinas y en la insistencia en políticas macroeconómicas inconsistentes, con déficits fiscales desmesurados financiados con endeudamiento externo e ingresos de capitales golondrina.”

En otro post, mañana, veremos el otro lado de los fracasos latinoamericanos.

Uno de esos temas que no se pueden discutir: ¿sólo los blancos son racistas?

Ya que se habla mucho de racismo, ¿sólo los blancos son racistas? Buena pregunta. Jerry Barnett publica un artículo en Quillette sobre el tema en relación a los movimientos anti-racistas: https://quillette.com/2022/02/09/how-social-justice-killed-anti-racism/

Otro de los temas que se discuten desde una perspectiva ideológica y que están sujetos a la censura. Hay cierta opiniones que, simplemente, no pueden expresarse, pero Barnett no hace caso a eso.

Sus conclusiones:

“La respuesta oficial a la creciente influencia del nacionalismo negro racista ha sido ignorarlo. Hoy, el sitio del SPLC ya no enumera a los grupos nacionalistas negros por separado, sino que elige incluirlos bajo el título tonto de General Hate, que es, con mucho, su categoría más grande, y parece estar dominada por nacionalistas negros. Las estadísticas de delitos de odio del FBI también sugieren que, per cápita, las personas negras cometen más delitos de odio que cualquier otro grupo. En 2019, el 23,9 % de los delitos de odio registrados en EE. UU. fueron cometidos por personas de raza negra, que representan solo el 12,1 % de la población. Los blancos, por su parte, cometieron el 52,5 por ciento de los delitos de odio, mientras que constituyen el 57,8 por ciento de la población.

 

Por supuesto, es importante señalar que los delitos de odio los comete solo una pequeña proporción de cualquier grupo demográfico. Pero el resultado final de la última década es este: mientras que los medios de comunicación y la comunidad antirracista se han centrado cada vez más en los blancos (e, implícitamente, en los judíos y los asiáticos) como la raíz de todo el mal racista, una cantidad desproporcionadamente grande y creciente de odio racial es que emana de los movimientos nacionalistas negros. El hecho de que los medios de comunicación y el establishment antirracismo no discutan honestamente este triste desarrollo es un escándalo.”

 

Desigualdad de ingresos y mejoras en la calidad de vida de los más pobres

El debate sobre las diferencias de ingresos y las políticas redistributivas ha sido intenso en estos últimos años. Se ha centrado en si las diferencias entre los más ricos y los más pobres han aumentado más que en las mejoras que estos últimos hayan podido tener. Carlos Ramirez, del Departamento de Economía de la Universidad George Mason publica un artículo al respecto, titulado “Welfare Inequality versus Income Inequality”, en el cual sostiene:

“El aumento de la desigualdad de ingresos y riqueza en los EE. UU. y varios otros países durante las últimas cuatro décadas ha estado a la vanguardia de la investigación académica y un tema central de debate entre los legisladores, expertos y comentaristas. Una preocupación creciente es el resurgimiento de la desigualdad de ingresos a niveles que no se han observado durante más de un siglo, particularmente desde la Edad Dorada.1 Este aumento ha llevado a investigadores y legisladores a abogar por políticas de redistribución destinadas a reducirla o revertirla (Piketty y Sáez (2014), Sáez y Zucman (2020)). Sin embargo, un punto que parece faltar en este debate es el tema del tipo de desigualdad en el que debemos centrarnos. Actualmente, la atención se centra en la tendencia creciente de la desigualdad de ingresos o riqueza. Pero centrarse en las tendencias de desigualdad de ingresos o riqueza enmascara ganancias en el bienestar relativo a lo largo del tiempo, particularmente durante largos períodos de tiempo. La desigualdad de ingresos puede haber aumentado, pero los aumentos en la productividad y la gama cada vez mayor de bienes de consumo también han beneficiado a la gran mayoría de los hogares. Por lo tanto, es razonable considerar la idea de que las ganancias en bienestar de los pobres a lo largo del tiempo (ciertamente durante largos períodos de tiempo) casi seguramente han superado las ganancias en bienestar de los ricos. Esta observación sugiere que una medida que rastrea el bienestar relativo de los individuos, es decir, la desigualdad de bienestar, merece atención.”
Ramirez, Carlos D., Welfare Inequality versus Income Inequality (January 27, 2022). GMU Working Paper in Economics No. 22-04, Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=4019677 or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4019677