El café: consumidores y emprendedores

En la sección Sábado de La Nación, un artículo sirve como ejemplo para considerar el papel de los emprendedores en la economía. Título: “Ensei Neto: ‘Starbucks y Nespresso abrieron el camino; ahora el consumidor quiere más’. “Músico e ingeniero químico, este brasileño es considerado uno de los grandes expertos cafeteros en el mundo; trabaja tanto con grandes marcas de la industria como con productores artesanales”.

Café

¿Cuál es el rol de los consumidores y el de los emprendedores en el mercado? ¿Quién impulsa a quién? ¿Son los consumidores quienes, en definitiva, determinan quien gana y quien pierde, quien prevalece en el mercado, cómo se asigna el capital? ¿O son los empresarios los que generan las necesidades de los consumidores e imponen sus productos?

La respuesta es que la primera interpretación es correcta, son los consumidores los que determinan la evolución del mercado y, en última instancia, el éxito o fracaso de los emprendedores. Estos son los que tienen mayor o menor capacidad para detectar que las preferencias de los consumidores están cambiando y la visión para ofrecerles un producto o servicio que las satisface.

Pero, tomemos el caso del Ipad. ¿Acaso fueron los consumidores quienes enviaron la señal que necesitaban una Tablet, o más bien fue la idea de Steven Jobs la que impuso en ellos la nueva necesidad de este producto? Son los emprendedores los que crean esas necesidades.

Aclaremos este punto. Los consumidores, por supuesto, no tienen idea del Ipad hasta que lo conocen, su creación y promoción es la gran genialidad de Jobs, pero él supo detectar una demanda insatisfecha. No era de Ipads específicamente, pero sí de algo que fuera liviano, cómodo, fácil, touch, y en el que pudiéramos ver videos, sacar fotos, mandar mails. En definitiva podríamos sintetizar la demanda latente así: quiero algo más cómodo (y divertido) que la laptop. Podría haber sido el Ipad u otra cosa, pero Jobs detectó esa necesidad, como antes lo había hecho con la de “mucha música portátil y de alta calidad”, presentando el Ipod.

Entonces, hay una necesidad latente, nueva, modificada, no claramente definida, y no está dicho qué producto o servicio la va a pegar. Muchos competirán entre sí y se verá quien acierta.

¿Qué tiene esto que ver con el artículo sobre el café? Es que muestra lo mismo. Es común en los mercados, que cuando aumenta el interés por un producto entonces ya no se trata de satisfacer una necesidad básica sino de competir con una creciente sofisticación de los consumidores. Ha pasado con el vino: antes en las casas se tomaba simplemente el “vino de mesa”, ahora hay un mundo de varietales y de marcas. Algo similar sucede con el café.

¿Qué significa hoy Brasil en el café?

Neto: Es un gran protagonista. Por un lado, es el productor más grande de café del mundo. En Brasil se elabora el 40 por ciento de la producción de granos de especie arábica (los cafés más delicados y de alta calidad) y el 30% de robusta (muy utilizados en la elaboración de cafés solubles, pero que hoy forman parte de blends de calidad). Pero lo más novedoso es que, a su vez, Brasil lidera hoy el consumo de café, con casi 18 millones de bolsas de 60 kilos, lo mismo que Estados Unidos. Y con una gran tendencia a mejorar la calidad, con el surgimiento de nuevos consumidores, en especial los jóvenes.

¿A qué se deben estos cambios?

Neto: Lo primero que surgió es un nuevo profesional, el barista, que hace la relación entre la bebida y el consumidor. Es una suerte de maitre o sommelier. El barista debe tener conocimiento suficiente de los granos que existen en su tienda para lograr el mejor servicio. En Brasil comenzaron las competencias nacionales de baristas, y con esto los consumidores percibieron que era posible beber un buen café. Pero la base sobre la que se sostiene todo es económica: antes, los países productores eran pobres, exportaban sus cafés de calidad. En los 90, el mundo estaba muy polarizado. De un lado, los países ricos, principalmente Estados Unidos, Europa, Japón. Del otro, los pobres. Hoy somos los países emergentes quienes estamos sorprendiendo al mercado, Brasil, China, la India, Rusia, Corea. Y permite nuevos consumos y nuevas exigencias.

¿Cómo ves a la Argentina en este proceso?

Neto: Está pasando exactamente lo mismo. Recorrí varias cafeterías, y encontrás gente joven con mucha pasión y con mucho conocimiento. Lugares como éste, donde estamos ahora, Barrio Cafetero [en Florida 833], no tienen nada que envidiar a los otros lados del mundo. Hoy las personas quieren experimentar más calidad y otros sabores. Al entender que una taza puede tener notas florales, de frutas, apareció un nuevo consumidor, los jóvenes. Tradicionalmente, el café era consumido por una población adulta. Y a los más viejos es muy difícil sacarlos de su zona de confort, no quieren cambiar. La entrada de jóvenes significa que el mercado es bueno y fuerte, le da largo plazo. Esto anima a que se produzcan mejores semillas, a que haya más profesionales educando  a sus consumidores, y así se forma un círculo virtuoso, con la calidad como atributo principal.

¿Quién lideró estos cambios?

Neto: Sin dudas, los Estados Unidos. Todo el movimiento, incluso el nombre de cafés especiales, se acuño allí….El mercado es inmenso, y es necesario que los grandes ayuden y empujen el proceso. Hay dos nombres que sobresalen. Starbucks fue clave para que el café se expandiera entre los jóvenes. Allí sirven bebidas con leche, con dulces, con modificadores, pero a su vez es el principio para que nuevas generaciones lleguen al café. El otro nombre es Nespresso, que permitió algo que hace una década era impensable: que cualquiera en su casa pueda probar un café de Kenia, de Costa Rica, de la India, de Brasil. Llevó el mundo a los hogares. Ambos son casos que educan, que muestran posibilidades. Abrieron un camino y ahora el consumidor quiere más. La experiencia es la base de todo. Hay que comparar, conocer, probar.

Toda revolución tiene un final. ¿En qué etapa de la revolución del café estamos?

Neto: El mercado está en un momento fantástico de cambio, y recién empieza. Es fantástico cuando uno ve que grandes empresas están asustadas, esto significa que hay un cambio y que ellos no saben muy bien hacia dónde se dirige. No hay recetas fijas sobre cómo proceder, en calidad, servicios, baristas. Es todo nuevo. Los pequeños elaboradores y cafeterías hacen un trabajo de hormiga que mueve a su vez a los grandes.

El precio del agua y la conciencia sobre el agua

Comentaba ayer que el problema de recursos que se agotan es por la falta de precios, y que la existencia de estos depende de la configuración de derechos de propiedad. Cuando un recurso no tiene propietario, todos tienen incentivo para consumirlo pero nadie para cuidarlo, o mejorarlo. Así es como el recurso se agota, se depreda. Cuando la propiedad es estatal existe un propietario, que se ha demostrado no ser bueno, ya que sucumbe a las tentaciones o presiones políticas.

Tomemos el caso del agua, planteado en un artículo de la revista La Nación:  http://www.lanacion.com.ar/1677270-bendita-agua

El estado es el propietario del agua, o la provee directamente, o subcontrata a alguna empresa para que lo haga. En todos los casos establece la tarifa, que no es un precio, sino una suma establecida administrativamente. Esa tarifa puede tener diferentes objetivos. Así lo comenta el artículo:

“En Madrid sólo se baña el arquero. Si un equipo quiere pagar lo mismo de agua que en Buenos Aires sólo él podrá ducharse: el agua cuesta once veces más. Un departamento de dos ambientes de Las Cañitas paga 34 pesos bimestrales contra los 35 euros (374 pesos) de uno en la capital española. En Bogotá, Colombia, depende mucho de la categoría en la que juegues: hay subsidio estratificado, por lo que un vecino del estrato 3 paga alrededor de 160 pesos y al del 5 la boleta le llega por 1150 pesos. Si nuestro equipo viene de Brasil, podemos recibir sólo a ocho jugadores: con nuestro bolsillo no podríamos pagar la ducha de los otros tres, porque la boleta es de 44 reales mensuales (144 pesos).”

Drop in water

Las tarifas son claramente diferentes, pero eso no debería extrañarnos, ya que la disponibilidad de agua no es la misma en todos lados, y sería lógico esperar precios más altos en lugares con mayor escasez. Donde es más escasa hace falta reducir su consumo y el precio genera ese incentivo. Seguramente la gente no despilfarra mucha agua en Madrid, si no es por su consciencia, por su precio. Pero aquí el objetivo es otro:

“Para Carlos Ben, presidente de AySA, hay una decisión política que determina la boleta: «Nosotros la consideramos un derecho humano; otros, un bien de mercado. Entonces, no es el mismo enfoque económico. En todos los casos siempre se podrá establecer un costo o un precio. En el nuestro lo que establecemos es un costo de operación; en otros, como en Europa, un precio. El agua no puede ser comercial porque está vinculada con la vida, con la inclusión social, con la salud; sería muy difícil para un gobierno decir el que puede pagarla vive y el que no puede pagarla no vive».”

Por supuesto que el agua está vinculada con la vida, no podríamos vivir sin ella, pero a los precios locales no existe ningún incentivo para cuidar su consumo que no sea la consciencia. La pregunta es: ¿y si eso no es suficiente?. Veamos estos casos: “En Francia «se mide hasta el baño que usted toma, de ahí trasladan hasta el último costo a la persona que utiliza agua. Chile subsidia al usuario según la condición económica y social. El gobierno le da dinero a la persona para que pague su factura», dice Ben.”

Tanto en Francia como en Chile el precio refleja más la natural escasez y no promueve su descuido. En el caso chileno se subsidia el consumo de las personas de bajos recursos, pero no se incentiva el cuidado de su consumo. Si a uno le pagan la cuenta del agua es lo mismo que si fuera gratis; no resuelve el problema del exceso de consumo.

La discusión, no obstante, se vuelve emocional, más que el bien en sí.

“En el último Foro Global de Creación de Valor Compartido que organizó Nestlé, en Cartagena de Indias, hubo un panel de expertos en agua. Allí Asit Biswas, presidente de Third World Centre for Water Management, dijo que se puede vender cualquier cosa, pero agua, jamás, porque es un bien emocional. Energía, comida, metales, cereales, no hay problema. Agua, no. «Trabajé en Canadá, cada político que dijo que vendería agua a Estados Unidos a la siguiente elección estaban fuera de carrera. Cualquier político que diga que venderá agua a otro país comete suicidio político.»

Más que emocional, el agua parece satisfacer una necesidad concreta y específica. ¿Cuál es la diferencia entre el agua y la comida, por ejemplo? Pues que primero nos moriríamos de sed que de hambre. Para que un bien tenga precio no hace falta que sea o no emocional, simplemente que sea escaso. ¿Es escasa el agua? Parece que no mucho, pero que podemos estropear su calidad:

“El sueño de la pyme húmeda tercermundista es papel mojado: nadie va a comprarnos agua. Tampoco van a invadirnos. Porque a la guerra se va porque quiero sacarte algo que sólo vos tenés o algo que se me acabó. Y pasa que el agua no se acaba. Comellas explica que la cantidad que hay en el planeta, en todos los estados posibles (líquido, sólido y gaseoso), «es casi exactamente la misma que ha existido desde millones de años. De producirse un significativo incremento en la radiación solar (lo que sería un cataclismo que nada tiene que ver con el cambio climático), probablemente siga siendo también la misma en el futuro».

Lo que sí pasa(rá) es que, porque somos cada vez más -en 1950 la población urbana de América latina era de 64 millones, en 2010 era de 458 y para el CAF en 2030 seremos 566 millones- y contaminamos igual y más, puede que se agote por un tiempo, cambie su estado, distribución y calidad. Por un tiempo en estas cosas quiere decir entre 100 y 300 años; eso dice Ben que tarda en recuperarse una napa subterránea contaminada.

Entonces, las medidas como la reutilización de la toalla en el hotel y no dejar correr el agua mientras te afeitás cobran sentido. Ecológico (realmente importan y sirven las conductas austeras), psicosolidario (estoy haciendo algo por el mundo) y económico: en el Faena Hotel, por ejemplo, el 30% de los huéspedes usa la toalla para más de una ducha. Por esa política de uso racional del agua el hotel ahorra 80 mil pesos al año.”

Termina el artículo con un subtítulo: “Educar es clave”. El punto que hemos querido expresar aquí es que un precio “educa”. El hotel Faena puede apelar a la consciencia de sus pasajeros, también podría cobrarle por toalla usada. En algunos, tal vez clientes de hoteles muy caros, apelará más la consciencia ya que el costo de una toalla adicional no es mucho; a otros, en otros hoteles o en sus casas, el costo de una toalla adicional los motivará a usar la misma.

A todos nos motivan tanto incentivos monetarios como no monetarios, hacemos cosas por el dinero pero también por otro tipo de motivaciones. No parece acertado apelar solamente a unos y no a otros.

¿Se agotan los recursos naturales?

En los años 1960 surgió la preocupación de que los recursos naturales, siendo la Tierra limitada, inevitablemente se agotarían, ya no se podría sostener a tanta gente en el planeta. Se pronosticaban grandes catástrofes y terribles hambrunas. Nada de eso ha ocurrido. Han pasado más de 50 años y hay ahora más recursos que antes.

En su momento, el economista Julian Simon refutó todas estas preocupaciones. EN la continuación de su famoso libro “El recurso último”, revisado en 1996 y disponible acá (aunque en inglés): http://www.juliansimon.com/writings/Ultimate_Resource/ , señala básicamente que todos esos temores son infundados porque no toman en cuenta la productividad del ser humano.

Julian Simon

Ahora, un informe de la consultora McKinsey, comenta sobre un libro recientemente publicado por Stefan Heck (profesor consulto del Instituto Precourt de Energía de la Universidad de Stanford) y Matt Rogers (director de McKinsey San Francisco), “Resource Revolution: How to Capture the Biggest Business Opportunity in a Century” (New Harvest, April 2014), donde básicamente se señala lo mismo.

http://www.mckinsey.com/Insights/Energy_Resources_Materials/How_resource_scarcity_is_driving_the_third_Industrial_Revolution?cid=resourcerev-eml-alt-mip-mck-oth-1404

Aquí van traducidos algunos extractos de una entrevista a los autores:

“Stefan Heck: Soy un optimista porque estamos enfrentando una serie de limitaciones –en alimentos, en tierra, en energía, en agua, en todo el plantea, con 6 mil millones de personas yendo a 9 mil millones, todos consumiendo recursos- y esto realmente representa un desafío. Es un desafío a la humanidad, un desafío a la creatividad, a la innovación.

Matt Rogers: Lo que empezamos a observar es que, más que una gran amenaza a la economía global, estamos viendo un gran cambio, el más fundamental de los últimos 100 años.

Matt Rogers: Desde 2005 comenzamos a ver un rápido aumento de los precios de la energía, el oro, cobre, aluminio, acero, todos impulsados por el hecho que unos 2.500 millones de personas estaban entrando en la clase media y que no había recursos suficientes. Y esto empezó a preocupar a todos, particularmente sobre el crecimiento económico. ¿Cómo se va a sostener el crecimiento económico con estos precios que lo frenan?

Y comenzó a cambiar alrededor de 2010, 2011, cuando de pronto comenzamos a ver que “hey, este alto precio de los recursos puede ser el comienzo de una enorme oportunidad más que la mayor amenaza para la economía global. Tal vez sea la mejor oportunidad en 100 años. Lo que comenzamos a ver es un conjunto de tendencias moviéndose muy, muy rápido, impulsadas, en muchos casos, por la combinación de tecnologías industriales e informáticas.

La primera fue el desarrollo de gas no convencional, ahora petróleo no convencional, en los Estados Unidos (shale gas, shale oil). Nadie previó esto. En 2007 estábamos seguros que Estados Unidos iba a ser un enorme importador de gas natural, teníamos pocos años de reservas, y lo traeríamos de todo el mundo. Y para 2011 comprendimos que Estados Unidos sería el mayor productor de gas natural del mundo y tenía tanto que comenzaríamos a exportar. En 5 años, lo que usualmente tarda 50 años en desarrollarse, en 5 años nos tomó por sorpresa este cambio masivo.

Al mismo tiempo, vimos que los precios de la energía solar cayeron de un pico de $8/watt a $2,50/watt. Este cambio en solo tres o cuatro años, también tomó a todos por sorpresa. Entonces, dos mercados –gas natural y energía solar- ambos creciendo al 20% o más por año. En el mundo de la energía estábamos acostumbrados a un crecimiento del 3% anual como rápido

Stefan Heck: Es importante señalar que las tecnologías que mencionamos son de infraestructura básica, y por ello, derraman un efecto beneficioso para la productividad de toda la economía,

Matt Rogers: La combinación de tecnología informática con industrial, la aplicación de biotecnologías a los problemas de recursos, el uso de nuevos materiales y la nanociencia en procedimientos industriales nos permiten de pronto capturar el tipo de crecimiento de productividad que necesitamos, y más, por lo que la economía podrá crecer sin incrementar la demanda de recursos en forma significativa, o volviendo mucho más barata la producción de recursos de lo que todos esperan.

Stefan Heck: La curva de aprendizaje para baterías se ha duplicado de una mejora del 4% con cada duplicación de la capacidad, a 8%. Esto es muy importante. Cuando vemos a los autos, la distancia que podemos obtener de una batería ha ido de 50 millas en los últimos autos, a 250 millas. La velocidad ya es más alta a la que puede alcanzarse legalmente, por lo que no hay restricciones. Antes era un carrito de golf, ahora estamos hablando de autos de carrera.

La última dimensión que queda es el costo. Por ahora, son caras. Una batería duplica el precio de un auto, pero si proyectamos esa curva del 8%, como una inversión a interés compuesto, y hay muchas razones tecnológicas para creer esto, es posible pensar que la electrificación será una opción relativamente barata, algo así como tener GPS o estéreo en el auto. Y en este punto, dados los beneficios, incluso ambientales, el hecho de que el auto será totalmente silencioso, que acelerará más rápido, que no consumirá combustible cuando frenas en un semáforo, ¿porqué no usar uno eléctrico?

Y en cuanto a los sensores que permiten un “piloto automático”, la curva de aprendizaje es de 40%, lo que significa que el costo se reduce a la mitad cada año. Pronto será un adicional muy barato.”

Oferta y demanda en Manhattan

Con los alumnos de Economía Política de la Facultad de Derecho, UBA, repasamos en la primera clase el funcionamiento de los mercados.

New York

En el suplemento inmobiliario de La Nación hay un artículo que nos puede ayudar a explicarlo más. Es sobre el mercado inmobiliario en Nueva York y su título es “Altísima demanda”: http://www.lanacion.com.ar/1676189-altisima-demanda

Comenta una entrevista con un agente inmobiliario de esa ciudad, quien explica que los precios están subiendo porque hay mucha demanda. Éste dice:

«Hay que entender que la demanda es superior a la oferta porque además nos referimos a la isla de Manhattan, rodeada de agua, superlimitada. En verdad es un problema contar con esa búsqueda tan intensa frente a lo que se puede ofrecer tanto a los extranjeros como al mercado local».

Esa limitación que menciona sugiere lo que llamamos una oferta “inelástica”, es decir, que no reacciona produciendo proporcionalmente más cantidad con un aumento del precio y sugiere que esto se debe a que Manhattan es una isla y, como tal, la tierra para construir tiene un límite físico infranqueable.

Está claro que la construcción es una actividad que muestra esa inelasticidad en el corto plazo: si aumenta la demanda y sube el precio, pareciera que la oferta no responde en forma inmediata. Se toman tal vez dos años en construir un nuevo edificio. Pero esto no es diferente de muchas otras industrias, también se tarda años en tener un buen vino, y tres años en generar un novillo, o cinco años generar un abogado!!

Por otra parte, no todo el stock de viviendas está en el mercado en un momento dado, sólo unas pocas. Entonces, lo que es fijo en el corto plazo es el stock de viviendas, pero no la oferta. Cuando el precio sube bien puede haber gente que ahora se decide a vender y antes no pensaba hacerlo, otros que piensan que mejor venden allí y aprovechan el precio alto para comprar algo más grande en otra zona, gente que decide dejar de alquilar y poner a la venta, etc.

Asimismo, si bien la isla tiene una superficie limitada, no lo tiene tanto su “espacio”, por esa razón cuando hay una escasez de terrenos se construye hacia arriba, y Nueva York es un buen ejemplo de eso. O sea que estos altos precios serían un fuerte incentivo para construir nuevos edificios altos, pero el artículo señala que hay muchas normas que lo impiden, ya que prohíben la demolición de un edificio existente, o determinan que mantengan la fachada.

Vale la pena considerar un poco este último punto: esas normas restringen la oferta y, por lo tanto, contribuyen al aumento de los precios. Está claro que a todos nos gusta luego recorrer una ciudad y ver los edificios de otras épocas, pero no sé si somos conscientes de que hay un precio que se paga. Tal vez uno quiera pagarlo igual. Al mismo tiempo, es esto un ejemplo de cómo una regulación puede resultar expropiatoria: supongamos que he heredado un viejo edificio de mis padres; si se hace allí un edificio de 30 pisos el terreno del edificio vale, digamos, 3 millones de dólares. Ahora se aprueba una norma según la cual el edificio existente, una casa digamos, no se puede demoler porque es antigua.

Entiéndase bien, a mí también me gusta pasear por allí y ver esa casa, pero está claro que el dueño antes podía esperar 3 millones de dólares y ahora, tal vez, 300.000. La pregunta, que bien plantea el profesor Richard Epstein en su libro “Reglas simples para un mundo complejo”( http://www.amazon.es/Simple-Rules-Complex-Richard-Epstein/dp/0674808215 ), es, y esto es un buen punto para que discutan los futuros abogados, si no se trata de una “expropiación por utilidad pública” que debería ser indemnizada.

Es decir, todos los «usuarios» de esa vista, pagamos porque queremos que se mantenga, pero no le hacemos pagar por ello al propietario.

El artículo explica que la alta demanda proviene en muchos casos de ricos de todo el mundo que quieren vivir allí, y menciona otras causas:

“El impulso ascendente es también una respuesta a un sólido crecimiento del empleo en la ciudad de Nueva York en 2013, además también el efecto riqueza en relación con el mercado de valores y especialmente la percepción global que atrae inversores del mundo entero, como un destino seguro para sus inversiones. Comenta Schuff que «Manhattan es y seguirá siendo la capital de mundo, concentrando en sus escasos 59,5 km2 todos los atractivos de una ciudad sin igual. Los excedentes de liquidez de otras regiones siempre serán seducidos por una ciudad irrepetible, y que por lo mismo genera un mercado inmobiliario cuasi blindado».

Hay un par de cosas aquí que vale la pena destacar. La primera es “destino seguro” para sus inversiones, lo cual muestra la importancia del respeto a ciertas normas (derechos de propiedad, contratos), para que se produzca la inversión. La otra es en verdad, negativa: esa demanda puede ser también el resultado de una “burbuja”, que se menciona aquí como “excedentes de liquidez en otras regiones”, y uno debería agregar también en los Estados Unidos cuando menciona “efecto riqueza en relación con el mercado de valores”, ya que las bolsas sufren también los efectos de políticas monetarias expansivas que crean burbujas. Refiero para esto a un post anterior: https://bazar.ufm.edu/la-proxima-burbuja/