Hume, Smith y Ricardo sobre el mercantilismo, el flujo de divisas y la asignación de capitales (III)

Con los alumnos de Economía de la UBA vemos a los clásicos: Hume, Smith, Ricardo, sobre el mercantilismo, el flujo de divisas y la asignación de capital. Los alumnos preguntan:

  1. David Hume, Essays, Moral, Political and Literary, Part II Chapter V «Of the balance of trade»: http://www.econlib.org/library/LFBooks/Hume/hmMPL28.html
  2. Adam Smith, Wealth of Nations Libro IV capitulo 1: Of the principle of the commercial or mercantile system: http://www.econlib.org/library/Smith/smWN12.html
  3. David Ricardo, Principles of Political Economy, Chapter IV, «On Natural and Market Price»: http://www.econlib.org/library/Ricardo/ricP2.html

Pregunta: En el párrafo 4.9 Ricardo explica que el deseo de los emplean el capital de tener mayores ventajas hará que los precios no puedan estar muy lejos de su precio natural por mucho tiempo. En relación a esto, ¿el autor suponía mercados de competencia perfecta? (esta pregunta se basa en el hecho de que existen mercancías cuyos precios pasan largo tiempo por encima de su precio natural por monopolios por ejemplo).

Está, al menos, asumiendo que no hay barreras de ingreso al mercado. Está diciendo que el precio relativo alto de una mercancía genera un mayor margen de ganancias y esto, más temprano que tarde, atraerá a otros capitalistas a ingresar en ese mercado lo cual terminará por reducir el precio debido a la competencia de los nuevos oferentes.

Pregunta: ¿Hay algún bien que debido a la escasez/abundancia del mismo su precio no se vería afectado por una causa accidental o temporal?

No se me ocurre ninguno. Todos los precios de los bienes escasos se verán afectados por una escasez o abundancia temporal; y en los casos de bienes superabundantes ni siquiera serían bienes económicos, o sea que no estarían sujetos a la escasez.

Pregunta: El traspaso de capital de un empleo a otro, ¿Es válido para todos los casos o hay alguna excepción donde dicho traspaso no exista?

Supongo que cuando hay barreras importantes al ingreso. Pensemos, por ejemplo, en la seguridad nacional, la defensa contra un ataque extranjero, que el estado monopoliza; no parece haber allí capitales interesados en ingresar para ofrecer un servicio diferente.

Pregunta: ¿Podría pasar que la utilidad de un bien descienda a tal punto que el capital no desee invertir más en tal empleo y como consecuencia el traspaso fuese total?

Sí, claro, pensemos, por ejemplo, en la gomina. Me parece que ya no se usa más, nadie la quiere, y ningún capitalista va a estar pensando en invertir en ella.

Pregunta: Si bien el autor considera al libre comercio como el régimen más beneficioso para las naciones ¿considera también las dificultades que se generarían en las pequeñas economías que quisieran desarrollarse frente aquellas que ya se encuentren afirmadas en este régimen?

Las economías pequeñas suelen ser las más abiertas, ya que no tiene sentido cerrarse en sí mismas, no pueden auto-abastecerse. Singapur era más pobre que Paraguay hace 50 años. Abrió su economía el comercio y hoy su PIB per cápita es 12 veces superior (60.500 dólares contra 5.000).

Pregunta: Según los conceptos que desarrolla en el texto, ¿Considera posible el desarrollo del libre comercio sin el accionar de los bancos que cuestiona, siendo estos una fuente importantísima para el desarrollo de la industria que el mismo autor apoya?

Hume cuestionaba la expansión bancaria del crédito, no su función de intermediación entre el ahorro y la inversión.

Pregunta: Considerando el régimen del libre comercio ¿No cree que el mismo limitaría la producción de las naciones a aquello que representara una ventaja comparativa beneficiosa con respecto al resto del mundo y, en este caso, dependería exclusivamente de los términos de intercambio que esta mercancía proponga con respecto a todas aquellas que la economía en su conjunto demande?

La teoría de las ventajas comparativas ha evolucionado mucho desde Smith y Ricardo. No tiene mayor sentido hablar de “países” cuando no son ellos los que importan o exportan. Por eso, la teoría del comercio internacional ha avanzado hacia considerar las ventajas comparativas en industrias, primero, y luego en específicas empresas. Eso significa que en el mismo ámbito geográfico de un país habrá empresas que tienen ventajas comparativas para abastecer el mercado interno, otras para eso y para exportar (Arcor, por ejemplo). Ambas competirán exitosamente tanto con empresas locales como extranjeras.

Pregunta: ¿Cuál es, a su modo de ver, la relación entre el dinero papel y su respaldo en metales?

Una relación directa si el dinero papel pretende ser un “recibo” de cierta cantidad de metal, indirecta si no lo es, ya que el incremento de dinero más allá de su demanda elevará el precio de todos los bienes, incluyendo el de los metales.

Pregunta: ¿Debe dejarse sólo a los mecanismos de mercado la regulación del consumo de bienes, fijación de precios?

Aunque pudieran considerar alguna excepción, ésa era la visión de Hume, Smith y Ricardo.

Pregunta: ¿Cómo diría el autor que la inflexibilidad laboral afecta al mecanismo de igualación de utilidades?

Si hace más costosa la contratación de trabajo, hace relativamente más barato el uso de capital, con lo cual tenderá a haber más de éste que de aquel.

Pregunta: El mecanismo descripto en el texto ¿No debería tener como corolario la imposibilidad de la inflación?

No, como se comentó antes, una mayor cantidad de metales podía generar inflación y el mecanismo se ocupaba de eliminar el exceso de dinero, vía su impacto en los precios.

Pregunta: ¿Los equilibrios son algo deseable?

Sí, significan una coordinación completa entre los deseos de los demandantes y de los oferentes. Cumplen, además, con la condición de óptimo de Pareto. Es decir, son eficientes, en el sentido que ya han mejorado su situación todos los que podían mejorarla.

Pregunta: ¿Cómo cree que se garantiza la multiplicidad de oferentes competitivos, frente a la posibilidad de la formación de carteles?

Removiendo las barreras de ingreso al mercado.

Pregunta: ¿Es tan sencilla la modificación de los salarios como el precio de cualquier otro bien, o hay una cierta rigidez a la baja?

Ahora la rigidez a la baja es bastante mayor de la que era entonces, debido a la existencia de regulaciones, laborales y otras, aunque no ha dejado de existir.

Pregunta: Por último, el párrafo 4.7, en la que el autor plantea la época en la que escribe como ‘una excepción’, ¿no puede dar la idea en realidad de que la economía transcurre siempre en épocas excepcionales signadas por circunstancias políticas y sociales, que impiden en cierta medida la movilidad de los factores como plantea?

Pero se refería a la salida de una guerra y eso sí parece una situación excepcional para la mayoría de los países actualmente.

Pregunta: Dadas las variaciones de los precios y subsiguientes decisiones descriptas que tomarían los empresarios: en qué parte de este proceso el mercado se encontraría en equilibrio?

Nunca se alcanza ese equilibrio. Para el momento en que las inversiones de esos capitalistas han madurado, las condiciones del mercado ya son otras, y así el ajuste es constante, hacia el equilibrio, aunque nunca llegue a alcanzarse.

Pregunta: cuando describe el traspaso del capital de un empleo a otro, menciona el empleo que deja un productor (despide obreros) y el empleo que toma el otro (contrata obreros): esta relación es proporcional? ¿podría implicar una variación en la tasa de desempleo?

No es proporcional. Pero no hay que pensar que el ajuste sea siempre negativo, puede ser que los capitalistas desarrollan nuevos proyectos y “se llevan” a los trabajadores desde otras industrias hacia las nuevas, sin tener que dejar a nadie en la calle. De hecho, éste es el fenómeno que explica el gran aumento de los ingresos en el mundo. Ya que, si no, ¿cómo se produjo entonces? De otra forma es pensar, como los luddistas, que las maquinarias destruían empleos. Sin embargo, luego de 250 años de introducir más y más maquinarias hay mucha más gente empleada ahora de lo que había entonces.

Hume, Smith y Ricardo sobre el mercantilismo, el flujo de divisas y la asignación de capitales (II)

Con los alumnos de Economía de la UBA vemos a los clásicos: Hume, Smith, Ricardo, sobre el mercantilismo, el flujo de divisas y la asignación de capital. Los alumnos preguntan:

  1. David Hume, Essays, Moral, Political and Literary, Part II Chapter V «Of the balance of trade»: http://www.econlib.org/library/LFBooks/Hume/hmMPL28.html
  2. Adam Smith, Wealth of Nations Libro IV capitulo 1: Of the principle of the commercial or mercantile system: http://www.econlib.org/library/Smith/smWN12.html
  3. David Ricardo, Principles of Political Economy, Chapter IV, «On Natural and Market Price»: http://www.econlib.org/library/Ricardo/ricP2.html

Pregunta: Como interfiere que nuestros vecinos mejoren su producción en la rama que les exportamos, sería una pérdida para nosotros.

Pero no sería correcto pensar en términos de “países”. Lo mismo ocurre si tengo un kiosco y el “vecino” de la otra cuadra pone ahora uno. Ya no le vendo (no le exporto). Es el típico resultado de la competencia, que ocurre tanto a nivel local, como regional o internacional.

Pregunta: Si hubo tanto dinero como no se produjo una hiperinflación con la gran cantidad de dinero que circulo en los países Europeos.

Fue un proceso relativamente lento, pero los precios en Europa aumentaron seis veces entre mitad del siglo XV y el todo el siglo XVI (150 años). Se dice también que no aumentaron más porque en ese período también aumentó la demanda de dinero, debido a un mayor crecimiento de la población luego de las enormes pérdidas de la peste negra. Así y todo, el caso habla de la “resistencia” que presentan las monedas metálicas: había que sacarlas, explorar, organizar su tratamiento y transporte, etc. Todo esto llevó tiempo. El dinero fiduciario, por el contrario, se puede multiplicar varias veces de un día para el siguiente. Por eso, tal vez, no hubo “hipers” con moneda metálica, y las hubo con moneda papel.

Pregunta: ¿Considera que existen herramientas que permiten evitar que las desviaciones accidentales y temporales (oferta/demanda) impacten en el precio de las mercancías?

Seguramente, tanto Hume como Smith y Ricardo hubieran aceptado algún tipo de arancel o impuesto pero solamente con carácter muy temporal y acotado.

Pregunta: ¿Teniendo en cuenta este mercado que se auto regula encontrando un equilibrio entre la oferta y la demanda (sin intervención del estado), cree el autor que es posible acercar las clases sociales o por lo menos disminuir su marcada diferencia?

No sé si disminuir su diferencia pero sí elevar el nivel de vida de todos. Desde que escribieran Hume y Smith el PIB per cápita ha crecido en el mundo desde 250 dólares anuales hasta unos 7.000 actualmente. Si consideramos también que esos 250 se multiplicaban por unos mil millones de habitantes, para considerar la riqueza total, y hoy los 7.000 se multiplican por unos siete mil millones de habitantes, la riqueza total creada desde entonces es un fenómeno incomparable. Nunca hubo algo así en la historia de la humanidad. La idea de “progreso” no existía, es fruto de estos últimos 250 años.

Pregunta: ¿Así como la competencia es el generador de precios de las mercancías, los salarios no deberían ser consecuencia de una competencia dentro del mercado laboral entre los mismos obreros?

Lo son. Los salarios son determinados por la oferta y la demanda de trabajo. Y la demanda de trabajo es determinada, en última instancia, por las preferencias de los consumidores respecto a los bienes y servicios que han de producirse.

Pregunta: ¿Cómo es que los capitalistas reconocen esa falta de oferta para lograr sustituir su producción de un bien por otro?

Los emprendedores son quienes tienen esa capacidad de detectar demandas futuras y luego conseguir el capital y la gestión para llevar ese proyecto adelante. Se guían por señales que envían los mercados de capitales, por ejemplo, los precios de las acciones. Aunque estén pensando en un producto que hoy no existe, saben que un nuevo producto o servicio que acierta en satisfacer una necesidad puede recibir un enorme premio. Es lo que ha pasado con la capitalización accionaria de empresas como Google, Facebook o Ali Baba.

Pregunta: ¿Qué pasaría si ante un cambio de preferencias de los agentes hacia otro bien que no es de fácil remplazo, (es decir donde hay barreras a la entrada del mismo), como logrará el mercado ajustar al precio natural?

El mercado “tiende” a ese precio natural, o de equilibrio, pero es un proceso que nunca termina o sea que ese equilibrio nunca se alcanza finalmente. Si hay barreras de entrada, por ejemplo barreras regulatorias, ese proceso se retrasará.

Pregunta: ¿El motor del equilibrio está dado por el interés maximizador de los capitalistas, ahora si rigen controles de capitales (como en la mayoría de las economías del siglo XXI), como supondríamos afecta esto al equilibrio? ¿Simplemente lo retrasa, o lo impide?

Correcto, genera, en última instancia, una mala asignación de los capitales

Pregunta: ¿La verdadera riqueza de una nación en vez del dinero acumulado no sería la capacidad intelectual de todos sus ciudadanos y su deseo de desarrollarse por medio de su esfuerzo?

Sí, ése es uno de los recursos, tal vez de los más importantes en la economía moderna, pero también están los recursos naturales con los que pueda contarse y el capital acumulado. Aunque, en verdad, según los escoceses la capacidad de generar riqueza va a estar dada por la calidad de sus instituciones.

Pregunta: El autor dice que ninguna otra mercancía puede ser tan fácilmente transportada como el oro y la plata. ¿Cómo es el mecanismo de transporte? ¿Habla de llevarlos físicamente o la facilidad que brindan la existencia de letras de cambio y demás documentos?

Así es, y ese tipo de instrumentos financieros buscaban reducir esos costos.

Pregunta: Smith, en el párrafo 33, dice que el descubrimiento del pasaje a las Indias Orientales por el camino de Buena Esperanza amplió aún más el rango del comercio exterior que el descubrimiento de América porque aquellos países eran más avanzados. ¡¿Cómo pueden estos países tener una oferta mayor a la de un continente nuevo sin explotar?!

Bueno, precisamente, había allí ya capital invertido, producción y posibilidades de comercio inmediatas, no había que comenzar desde cero. En América lo único que había inmediato era el saqueo del oro y otros metales que tuvieran los aztecas o los incas.

Pregunta: ¿El autor no toma en cuenta la posibilidad que tienen España y Portugal de poner un precio alto al oro y la plata (ya que tienen casi la hegemonía de su producción) y así obtener riqueza obteniendo más bienes a cambio de ellos?

Pero para ellos la riqueza era poder gastarlos, poder adquirir los bienes y servicios que ahora podían tener. De poco les servía el metal solamente para guardarlo.

Pregunta: El autor dice en los párrafos 21, 22, y 24 que la presencia del papel hace que se tenga un nivel de metal precioso más bajo, ¿significa esto que el papel no tiene respaldo?

Así es, si el sistema monetario y bancario genera moneda papel más allá de la cantidad de metálico existente, su precio se devalúa.

Pregunta: En el contexto de que un país puede incrementar su nivel de dinero subiendo su tesoro público, encerrándolo y previniendo la circulación; el autor dice que un gran Estado (que hace esto) disipa su riqueza en proyectos malos y así destruye su industria. ¿Es esto necesariamente así? ¿Qué pasaría si hiciese inversiones productivas? (párrafo 28)

Smith favorecía la realización de obras de infraestructura, e incluso sugería que se financiaran con peajes. Su argumento contra los mercantilistas era que un país no era rico si su gobierno tenía ese oro acumulado sino si producía más bienes y servicios. Es necesario tener en cuenta que esos estados tenían que “comprar” ese metal, ya que el flujo de metales era el resultado del comercio que realizaban los particulares. Entonces, la pregunta es: ¿es correcto usar fondos públicos para comprar metal y atesorarlo? Tal vez lo sería si se dirigiera a construir una reserva para un cierto imprevisto futuro, pero al margen de esto, si el dinero quedara en manos del sector privado se canalizaría a la inversión y al crecimiento de la economía.

Pregunta: Concuerdo que es la industria y la gente lo que hace a un país rico, pero ¿España era menos rica que otros países con mejor manufactura en la etapa colonial? ¿Las posibilidades de financiamiento no juegan un papel en lo absoluto?

Es un caso típico. La corona española primero se apodera de todo el recurso al establecer la propiedad real de todo el subsuelo. Luego gasta esos recursos, lo que seguramente habrá favorecido a algunos productores locales, pero mucho a comerciantes que abastecían ese consumo con productos de toda Europa.

Hume, Smith & Ricardo sobre el mercantilismo, el flujo de divisas y la asignación de capitales (I)

Con los alumnos de Economía de la UBA vemos a los clásicos: Hume, Smith, Ricardo, sobre el mercantilismo, el flujo de divisas y la asignación de capital. Los alumnos preguntan:

  1. David Hume, Essays, Moral, Political and Literary, Part II Chapter V «Of the balance of trade»: http://www.econlib.org/library/LFBooks/Hume/hmMPL28.html
  2. Adam Smith, Wealth of Nations Libro IV capitulo 1: Of the principle of the commercial or mercantile system: http://www.econlib.org/library/Smith/smWN12.html
  3. David Ricardo, Principles of Political Economy, Chapter IV, «On Natural and Market Price»: http://www.econlib.org/library/Ricardo/ricP2.html

Pregunta: Es cierto que evitar la circulación del dinero no es la solución, pero dejar la libre circulación del mismo puede traer incluso más inflación si no se controla. Entonces, ¿hoy en día seguiría creyendo que no habría que poner un límite a la cantidad de dinero que se puede poner en circulación?

Hume explicaba que se produce un ajuste automático vía precios. El control de la cantidad, en un sistema monetario basado en los metales, se daba por las limitaciones físicas para que su cantidad aumentara exageradamente. En los últimos 500 años el stock de oro, por ejemplo, ha crecido en promedio un 3% anual. Esto era lo que garantizaba estabilidad de precios a largo plazo. Hubo algunos casos especiales, como la llegada de metales de América a España, o el descubrimiento de oro en Sudáfrica o California, que produjeron ‘burbujas inflacionarias’ (mayor crecimiento de la cantidad de moneda que la necesaria para realizar las transacciones) pero está claro que esos casos han sido mucho menos numerosos que los producidos por la política monetaria del dinero fiduciario (papel).

El siguiente gráfico muestra los cambios en el poder de compra del dólar en los últimos 200 años y su declive casi total desde que dejó de tener una vinculación con el oro.

us-dollar

Pregunta: ¿Sólo la proporción en que están el dinero en circulación y las mercancías concurren en la determinación del precio de estas y del valor del dinero?

Básicamente sí. El dinero es aquel bien que utilizamos como medio de intercambio, para facilitar nuestras transacciones, por lo tanto aparece en un lado de todas las transacciones. La teoría cuantitativa del dinero que ya esboza Hume, y antes los escolásticos, explicaba la relación entre dinero y bienes, mediado por supuesto por la demanda de dinero para atesoramiento. Pero ésta es una relación muy básica y simple. Es necesario tener en cuenta que los cambios en la oferta y demanda de dinero no impactan a todos los precios en la misma proporción. Sí así fuera, un aumento de la emisión monetaria, solamente causaría “costos de menú”. Es decir, supongamos que de la noche se duplica la cantidad de dinero para todos, los precios serían el doble pero también los salarios. Lo único que cambiaría sería que habría que modificar los carteles de precios (los menús), porque ahora los precios son el doble.

El problema es que eso no ocurre así, algunos precios suben antes que otros, se producen cambios en los precios relativos. Esos precios cambian según donde ingrese el nuevo dinero emitido (si es por financiamiento del gasto público, si es por multiplicación del crédito, etc.). Esos son los que se modifican primero, en un proceso que lleva a la modificación de todos en el tiempo. Pero esa distorsión es de fundamental importancia porque modifica el cálculo económico en el mercado y la asignación de recursos.

Pregunta: Algo que no me quedo muy claro fue el punto 4.7, en el cual Ricardo habla de la crisis de la posguerra en Europa. ¿Plantea que la crisis se da porque el capitalista no encuentra donde poner su dinero?

No, es que el capital se asignó durante esos años de forma tal de responder al esfuerzo bélico, y ahora que la guerra terminó ha de tratar de aprovechar otras oportunidades. Ese proceso no se realiza en forma automática e inmediata, lleva su tiempo pero las ganancias del capital invertido en bienes y servicios bélicos ahora serán menores que las obtenidas en la producción para tiempos de paz y esto impulsará la reasignación del capital a estas últimas funciones.

Pregunta: Si con la caída de precios, el precio del empleo cae, podemos decir que sube el desempleo de este sector productivo naturalmente.

El desempleo crecería si el precio del empleo no cae. En tal caso, al no poder ajustar por precio, se ajusta por cantidad.

Mariana, ya en el siglo XVI, tenía clara la relación entre gasto público, emisión monetaria e inflación

Con los alumnos de Económicas de la UBA vemos el artículo de Lucas Beltrán “El Padre Juan de Mariana”: http://www.hacer.org/pdf/Beltran00.pdf . Lucas Beltrán fue un economista español del siglo XX. Se graduó en Derecho en la Universidad de Barcelona y estudió economía en la London School of Economics. Algunos párrafos sobre la emisión de dinero y el gasto público:

Juan de Mariana

“Tal vez el Tratado y discurso sobre la moneda de vellón ha de ser considerado como el pensamiento maduro y definitivo del autor, pues es uno de los últimos libros que publicó. En él Mariana empieza preguntándose si el rey es dueño de los bienes particulares de sus vasallos y contesta rotundamente que no. El autor acude a su distinción entre rey y tirano, a la que tanta afición manifiesta: «El tirano es el que todo lo atropella y todo lo tiene por suyo; el rey estrecha sus codicias dentro de los términos de la razón y de la justicia.»

De aquí deduce que el rey no puede exigir impuestos sin el consentimiento del pueblo, pues el impuesto significa la apropiación de una parte del patrimonio de los súbditos; para que tal apropiación sea legítima es preciso que los súbditos estén de acuerdo con ella. Tampoco puede el rey crear monopolios estatales, que serían un medio disimulado de exigir impuestos; en el lenguaje del autor, «si no es lícito poner pecho, tampoco lo será hacer esta manera de estanques sin voluntad de aquellos en cuyo perjuicio redundan».

Y tampoco puede el rey obtener ingresos rebajando el contenido metálico de las monedas. Los monarcas de la Casa de Austria acudieron reiteradamente a este antiguo recurso tantas veces utilizado en todos los tiempos y todos los Estados. En España, en tiempo del Padre Mariana, la rebaja se hizo sobre todo en las llamadas monedas de vellón; éstas eran de una aleación de plata y cobre y hasta fines del siglo XV fueron perfectamente respetables; en los siglos XVI, XVII y XVIII su contenido de plata fue reducido reiteradamente hasta que finalmente las monedas de vellón se hicieron sólo de cobre y funcionaron como moneda fraccionaria de las piezas de oro y plata. También el contenido de metal noble de éstas fue reducido en algunas ocasiones, pero menos que en el caso de las monedas de vellón, que constituyen el tema del tratadito de Mariana.

Éste ve la cuestión con tanta claridad como un economista moderno: se da cuenta de que la reducción del contenido de metal noble de las monedas y el aumento de la cantidad de éstas es una forma de inflación (aunque no usa esta palabra, entonces desconocida) y que la inflación produce fatalmente elevación de precios: «que si baja el dinero del valor legal, suben todas las mercadurías sin remedio, a la misma proporción que abajaron la moneda, y todo se sale a una cuenta».

Mariana ve que la inflación es un impuesto que recae sobre los que antes de ella tenían dinero, que ahora han de comprar las cosas más caras. Al argumento de que esto se puede evitar poniendo precios de tasa a las mercancías, contesta que la experiencia nos muestra que las tasas han sido siempre ineficaces. Siendo la inflación un impuesto, requerirá en todo caso el consentimiento del pueblo, pero aun con este consentimiento será siempre un impuesto dañoso y desorganizador de la vida económica: «este arbitrio nuevo de la moneda de vellón, que si se hace sin acuerdo del reino es ilícito y malo, si con él, lo tengo por errado y en muchas maneras perjudicial».

¿Cómo se puede evitar el recurso al cómodo expediente de la inflación? Equilibrando el presupuesto por otros procedimientos. Mariana tampoco usa estas expresiones que utilizaríamos nosotros, pero ve el problema con precisión y todas sus propuestas tienden al mencionado equilibrio; es decir, consisten en reducciones de gastos públicos o aumentos de los ingresos. Propone, en primer lugar, gastar menos en la casa real, «que lo moderado, gastado con orden, luce más y representa mayor majestad que lo superfluo sin él». En segundo lugar, «que el rey se acortase en sus mercedes», es decir, que no recompense tan generosamente servicios (reales o supuestos) de sus vasallos; «que no hay en el mundo reino que tenga tantos premios públicos, encomiendas, pensiones, beneficios y oficios; con distribuirlos bien y con orden, se podría ahorrar de tocar tanto en la hacienda real o en otros arbitrios de que se podrían sacar ayudas de dineros». «Veamos, si enviase yo a Roma a uno y le diese dinero para el gasto, ¿sería bien que lo gastase y diese a quien se le antojase o que se mostrase liberal de la hacienda ajena? No puede el rey gastar la hacienda que le da el reino con la libertad que el particular los frutos de su viña o de su heredad.»

Juan de Mariana: La inflación es un impuesto pero, ¿tiene el consentimiento de los contribuyentes?

La inflación hace que muchos paguen impuesto cuando antes no pagaban. Peor aún, la inflación “es un impuesto”. La pregunta es: ¿quién lo votó? ¿No es que los impuestos se aprueban en el Congreso como parte de una larga tradición que dice que no pueden ponerse impuestos sin el consentimiento de los ciudadanos? Parece que eso no corre para la inflación. Pero el principio es claro, está en la Carta Magna (1215) y lo comenta Juan de Mariana (1536-1624): Juan de Mariana Si el rey puede cargar pechos sobre sus vasallos sin consentimiento del pueblo Algunos tienen por grande sujeción que los reyes, cuanto al poner nuevos tributos, pendan de la voluntad de sus vasallos, que es lo mismo que no hacer al rey dueño, sino al común; y aun se adelantan á decir que si para ello se acostumbra llamar á Cortes, es cortesía del príncipe, pero si quisiese, podría romper con todo y hacer las derramas á su voluntad y sin dependencia de nadie conforme á las necesidades que se ofrecieren. Palabras dulces y engañosas y que en algún« reinos han prevalecido, como en el de Francia, donde refiere Felipe Comines, al fin de la vida que escribió de Luis XI de Francia, que el primero que usó de aquel término fue el príncipe de aquel reino, que se llamó Carlos VIl. Las necesidades y aprietos eran grandes; en particular los ingleses estaban apoderados de gran parte de Francia; granjeó los señores con pensiones que les consignó á cada cual y cargó á su placer al pueblo. Desde el cual tiempo dicen comunmente que los reyes de Francia salieron de pupilaje y de tutorías, y yo añado que las largas guerras que han tenido trabajada por tantos años á Francia en este nuestro tiempo todas han procedido de este principio. Veíase este pueblo afligido y sin substancia; parecióles tomar las armas para de una vez remediarse con la presa ó acabar con la muerte las necesidades que padecían, y para esto cubrirse de la capa de religión y colorear con ella sus pretensiones. Bien se entiende que presta poco lo que en España se hace, digo en Castilla, que es llamar los procuradores á Cortes, porque los mas de ellos son poco á propósito, como sacados por suertes, gentes de poco ajobo en todo y que van resueltos á costa del pueblo miserable de henchir sus bolsas; demás que negociaciones son tales, que darán en tierra con los cedros del Líbano. Bien lo entendemos, y que como van las cosas, ninguna querrá al príncipe á que no se rindan, y que seria mejor para excusar cohechos y costas que nunca allá fuesen ni se juntasen; pero aquí no tratamos de lo que se hace, sino de lo que conforme à derecho y justicia se debe hacer, que es tomar el beneplácito del pueblo para imponer en el reino nuevos tributos y pechos. No hay duda sino que el pueblo, como dice el historiador citado, debe siempre mostrar voluntad de acudir á la de su rey y ayudar conforme lo pidiesen las necesidades que ocurren; pero también es justo que el príncipe oiga á su pueblo y se vea si en él hay fuerza y substancia para contribuir y si se hallan otros caminos para acudir á la necesidad, aunque toquen al mismo príncipe y á su reformación, como veo que se hacia antiguamente en las Cortes de Castilla. Digo pues que es doctrina muy llana, saludable y cierta que no se pueden poner nuevos pechos sin la voluntad de los que representan el pueblo. Esto se prueba por lo que acabamos de decir, que si el rey no es señor do los bienes particulares, no los podrá tomar todos ni parte de ellos sino por voluntad de cuyos son. Item, si, como dicen los juristas, ninguna cosa puede el rey en perjuicio del pueblo sin su beneplácito, ni les podrá tomar parte de sus bienes sin él, como se hace por via de los pechos. Demás que ni el oficio de capitán general ni de gobernador le da esta autoridad, sino que pues de la república tiene aquellos cargos, como al principio señaló el costeamiento y rentas que le parecieron bastantes para ejercellos; así, si quiere que se las aumenten, será necesario que haga recurso al que se las dio al principio. Lo cual, dado que en otro reino se permitiera, en el nuestro está por ley vedado, fecha y otorgada á pedimento del reino por el rey don Alonso el Onceno en las Corles de Madrid, año de 1329, donde la petición 68 dice así: «Otrosí que me pidieron por merced que tenga por bien de les no echar ni mandar pagar pecho desaforado ninguno especial ni general en toda la mi tierra sin ser llamados primeramente á Cortes é otorgado por todos los procuradores que vinieren: á esto respondo que lo tengo por bien é lo otorgo.» Felipe de Comines, en el lugar ya citado, por dos veces generalmente dice en francés: «Por tanto, para continuar mi propósito no hay rey ni señor en la tierra que tenga poder sobre su estado de imponer un maravedí sobre sus vasallos sin consentimiento de la voluntad de los que lo deben pagar, sino por tiranía y violencia»; y añade poco mas adelante «que tal príncipe, demás de ser tirano, si lo hiciere será excomulgado », lo cual ayuda á la sexta «comunión puesta en la bula In Coena Domini, en que descomulga á los que en sus tierras imponen nuevos pechos, unas bulas dicen : «sin tener para ello poder»; otras «fuera de los casos por derecho concedidos»; de la cual censura no sé yo cómo se puedan eximir los reyes que lo contrario hacen, pues ni para ello tienen poder ni por derecho les es permitido esta demasía; que como el dicho autor fue seglar y no persona de letras, fácilmente se entiende que lo que dice por cosa tan cierta lo pone por boca de los teólogos de su tiempo, cuyo parecer fue el suyo. Añado yo mas, que no solamente incurre en la dicha excomunión el príncipe que con nombre de pecho ó tríbulo hace, las tales imposiciones, sino también con el de estanque y monipodio sin el dicho consentimiento, pues todo se sale á una cuenta, y por el un camino y por el otro toma el príncipe parte de la hacienda de sus vasallos, para lo cual no tiene autoridad. En Castilla de unos años á esta parte se han hecho algunos estanques de los naipes, del solimán, de la sal, en lo cual no me meto, antes los tengo por acertados; y de la buena conciencia del rey, nuestro señor, de gloriosa memoria, don Felipe II, se ha de creer que alcanzó el consentimiento de su reino; solo pretendo probar que lo mismo es decir poner estanques que pechos y que son menester los mismos requisitos. Pongamos ejemplo para que esto se entienda. En Castilla se ha pretendido poner cierto pecho sobre la harina; el reino hasta ahora ha representado graves dificultades. Claro está que por via de estanque si el rey se apoderase de todo el trigo del reino, como se hace de toda la sal, lo podría vender á dos reales mas de lo ordinario, con que se sacaría todo el interés que se pretende y aun mas, y que seria impertinente pretender no puede echar pecho sin el acuerdo dicho, si por este ú otro camino se puede sin él salir con lo que se pretende. Por lo menos de todo lo dicho se sigue que si no es licito poner pecho, tampoco lo será hacer esta manera de estanques sin voluntad de aquellos en cuyo perjuicio redundan.

Falacias y contradicciones de políticas devaluatorias e inflacionarias, en el 510 y en el 2000 también

 En una sección con un título apropiado a nuestra época (El Caos Monetario), Mises explica en 1944 el cambio verificado durante las dos guerras mundiales, las devaluaciones y su impacto en los salarios, parte de una monografía titulada “Una propuesta no inflacionaria para la reconstrucción monetaria de posguerra”:

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“Los precios y salarios del período de auge no pueden sostenerse cuando el auge llega a su fin. Si caída es una condición necesaria para la recuperación. Pero la opinión pública reclama violentamente la interferencia del gobierno para prevenir dicho ajuste. Así, el gobierno fue forzado a continuar con la inflación. Devaluaron la moneda y se embarcaron en una política de mayor expansión crediticia.

Se ha afirmado que las devaluaciones eran necesarias debido a que los precios y salarios se habían vuelto rígidos. Para remediar este estado de cosas, la gente dice, las paridades deben ser flexibles. Este fue un eufemismo de moda para expresar el deseo de mayor inflación. Hablaron de ‘flexibilidad’, pero lo que tenían en mente siempre fue una flexibilidad descendente del tipo de cambio. Nadie sostuvo que su propia moneda estaba subvaluada respecto a las monedas extranjeras, nadie propuso un ajuste hacia arriba de la paridad de su moneda. Ningún gobierno se atrevió a revaluar su moneda en relación a las divisas extranjeras; siempre se tenía como objetivo la devaluación.

Es cierto que los precios, y aun más los salarios, se han vuelto rígidos. Pero no se debía a otra razón que las expectativas de próximas intervenciones gubernamentales. Un empresario o un granjero no aceptarán precios más bajos si tienen bien fundadas expectativas de que el gobierno interferirá muy pronto para mantener altos los precios. El líder de un sindicato no acordará reducciones de salarios si sabe que el gobierno apoyará su resistencia hacia una ajuste hacia debajo de las tasas salariales.

El término “pleno empleo” es un eslogan demagógico si no se refiere a un determinado nivel de salarios. Si los salarios sindicales exceden las tasas de mercado, el desempleo será inevitable para muchos. Los gobiernos y los sindicatos pueden crear mucho desempleo cuando quieren. Con tasas salariales mínimas superiores a las potenciales tasas de mercado, el desempleo masivo nunca desaparecerá.

Hubo pleno empleo tanto en la Unión Soviética como en la Alemania Nazi. Cuando existe un servicio laboral compulsivo, no puede haber desempleo. No hay desempleo en una cárcel. Si los trabajadores de Occidente han estado dispuestos a acordar salarios cuyas tasas, si bien son menores que las del período de auge, aun les garantizarían un nivel de vida muy superior al de los trabajadores alemanes –ni hablar de los rusos- no hubiera habido desempleo. Fue demagogia insincera referirse a las condiciones alemanas o rusas como un ejemplo para las democracias occidentales.

Las políticas adoptadas por las democracias eran contradictorias. Por un lado, estaban ansiosos de conseguir un aumento de los precios de los productos restringiendo la producción local y prohibiendo el acceso de productos importados. Por otro lado, intentaron subir las tasas salariales. Los políticos prometieron al mismo tiempo a los productores precios razonables, esto es altos, y a los consumidores un bajo costo de vida. Una agencia gubernamental se quejó de la malnutrición de las masas, mientras que otra agencia del mismo gobierno subsidiaba a los agricultores para que redujeran su producción. Estas inconsistencias y contradicciones son, por supuesto, la marca característica de toda política pro-inflacionaria.”

 

El abandono del patron-oro abrió la puerta a las políticas inflacionarias y devaluatorias. Gran fracaso

En una sección con un título apropiado a nuestra época (El Caos Monetario), Mises explica en 1944 el cambio verificado durante las dos guerras mundiales, parte de una monografía titulada “Una propuesta no inflacionaria para la reconstrucción monetaria de posguerra”:

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“El patrón-oro fue el estándar de una era que, en gran medida, favoreció la libre empresa, la división internacional del trabajo y la cooperación pacífica entre naciones. Su permanencia fue considerada indeseable en una era de guerra económica y militar.

En los años entre las dos Guerras mundiales, la política monetaria se había transformado en un arma tanto sea para la guerra de clases interna como en el conflicto internacional. Los gobiernos estaban ansiosos de usarla contra grupos internos y otros países. El resultado fue el caos.

Cuando una nación se embarcaba en una política inflacionaria en el siglo XIX, la opinión pública en su mayoría condenaba la devaluación resultante de la moneda como un evento no deseado, incluso a veces como una catástrofe económica. La desviación respecto a la paridad legalmente establecida con el oro era considerada un mal, y el principal objetivo del gobierno era retornar lo antes posible a la estabilidad monetaria. Un aumento del precio de las divisas extranjeras era visto como una prueba de un manejo insatisfactorio de los asuntos públicos.

A comienzos de los años 1930 se adoptaron opiniones y actitudes muy diferentes. Los países comenzaron a considerar la devaluación de su moneda como una bendición. El ascenso del nacionalismo económico cambió su actitud con respecto al aumento de precios de las divisas, ya no se lo considero un mal, sino un valor.

Esta, supuestamente nueva política monetaria tenía como objetivo una expansión de las exportaciones y una restricciones de las importaciones. … Este efecto era como colocar a los extranjeros en una posición rentable y a la población local como perdedora. Más aun, la supuesta ventaja obtenida es solo temporaria y estaba destinada a desaparecer si la devaluación no se repite luego de cierto tiempo. Un país que quisiera ajustar sus relaciones comerciales externas por estos métodos no puede permanecer contento con una sola devaluación, la medida ha de aplicarse una y otra vez. Por ejemplo, Checoslovaquia devaluó su moneda en Febrero de 1934 y de nuevo en Octubre de 1936. Francia devaluó el franco en Septiembre de 1936 un 30%. Pero no estabilizó el precio de las divisas y continuó en cambio con su inflación interna. De la misma forma, la libra esterlina subió de 105 francos en los días posteriores a la devaluación de Septiembre de 1936 a 179 francos en Mayo de 1938. Sin embargo, expertos del Tesoro francés consideraron esto como muy moderado y proponían un precio de la libra de 250 francos.

La política devaluatoria necesariamente se vuelve en una carrera entre distintas naciones. Cada país está ansioso en superar a los otros. Es la naturaleza misma de la política inflacionaria que tiende a acelerarse. Y cuando más lejos va, mayores son las dificultades políticas para frenar su avance.

A pesar de las advertencias de economistas y de la repetida experiencia con la expansión del crédito, las principales naciones comerciales se embarcaron en los años 1920s en una expansión crediticia sin precedentes. El inevitable colapso llegó en 1929. No fue en sí mismo un fenómeno nuevo. Los auges anteriores habían terminado de la misma forma. Pero en esta era de intervencionismo gubernamental en los negocios y la supremacía de grupos de interés, una fuerte resistencia contra el ajuste de los precios de los commodities, salarios, y tasas de interés impidió un relativamente rápido retorno a la normalidad y a sanas condiciones de mercado. Cediendo a la demanda de grupos de interés, el gobierno reemplazó el relativo suave proteccionismo de antaño por los controles cuantitativos a las importaciones. Sin embargo, se embarcaron en una política de restringir la producción. Ya sea obligaron a los productores a restringir la producción o los subsidiaron para que no utilizan toda su capacidad de producción. Un resultado de estas medidas para crear una escasez artificial y para mantener altos los precios fue que los sindicatos buscaron evitar una caída de los salarios o incluso de aumentarlos. El resultado fue desempleo continuo para buena parte de la oferta potencial de trabajo.”

 

 

El Banco Central está quebrado: ¿vamos para atrás y lo recuperamos o avanzamos y lo liquidamos?

La Nación publica un muy interesante editorial sobre un tema que, si bien es conocido, no deja de ser más que importante: la quiebra del Banco Central: http://www.lanacion.com.ar/1766695-la-quiebra-del-banco-central

Vale la pena leerlo entero, pero vayamos al resultado.

“La emisión monetaria que implica la entrega de pesos desde el Banco Central es en parte absorbida por la colocación de letras Novac y Lebac, que pagan un interés muy atractivo en plazos relativamente cortos. De esta forma indirecta el sector privado está financiando el déficit fiscal detrayendo crédito que podría destinarse a la inversión y a la producción. El stock de estas letras alcanza hoy 304.000 millones de pesos, que es un pasivo reclamable a nuestra autoridad monetaria. Contra este pasivo y contra la base monetaria en circulación, el Banco Central contrapone un activo del que descontado los papeles oficiales sin valor y la parte de las reservas que no son computables (swap de China, préstamo de Francia y encajes de depósitos locales), determina un patrimonio neto negativo de 630.000 millones de pesos. Esto es lo que resultaría de aplicar las mismas reglas contables a las que debe sujetarse cualquier banco privado. En esa situación la propia autoridad monetaria dispondría su inmediata liquidación.

El Banco Central de la República Argentina está de hecho quebrado, a pesar de que sigue con la ficción de generar utilidades por la devaluación aplicada a sus reservas. En estas condiciones no puede cumplir con su misión de regulación monetaria y menos aún garantizar la estabilidad de la moneda. Ésta es otra de las pesadas herencias que recibirá el futuro gobierno.”

Lo que sigue será como una ‘continuación’ de ese editorial aunque, claro, con una posición que será catalogada de extrema y cuyas posibilidades políticas parecen nulas. Ninguno de los que resulte nuevo presidente en Octubre lo hará por lo que esto no se dirige a los candidatos sino a los votantes. Como decía Jorge Luis Borges cuando se afilió al Partido Conservador, lo hacía “porque es de caballeros jugarse por las causas perdidas”. Lo mismo será en este caso, aunque la propuesta no es nada conservadora.

En síntesis, si el Banco Central está quebrado, ¿por qué no liquidarlo?

Veamos algunas objeciones a esta propuesta:

  1. No es políticamente aceptable. Correcto, pero tampoco se puede negar que los argentinos han tenido que levantar ya ¿cuántas quiebras del Banco Central? ¿Cuál es el argumento para proponer otro esfuerzo mayúsculo sin seguridad de que sea realmente el último?
  2. ¿No tendríamos moneda? Pues no, y tampoco necesitamos una. De hecho, los ahorros de todos los argentinos están ya en otra moneda, el dólar, o en ladrillos, o en soja. ¿Qué diría un camionero, por ejemplo, si pudiera tener la opción de cobrar su sueldo, o parte de él, en pesos o en dólares? O en francos suizos, o dólares de Singapur, o en Bitcoins?
  3. La dolarización no es conveniente porque se pierde el “señoreaje”. En principio, no sería “dolarización” porque no habría una moneda de curso legal forzoso sino libertad contractual para elegir cualquier tipo de moneda, en cuyo caso se perdería el señoreaje, por cierto, pero lo ganaría la gente al utilizar monedas que no pierden su valor adquisitivo.
  4. ¿No habría supervisión de los bancos? Aunque es una función que el mercado mismo puede hacer, pueden quedarse con esa función en una Superintendencia de Bancos si esto fuera ya demasiado políticamente incorrecto.

Los argentinos nos encontramos a mitad de camino. Usamos una moneda que elegimos, el dólar, y la otra es un papel pintado de poco valor. Estando a mitad de camino, se puede intentar retroceder para buscar otra vez tener un Banco Central solvente, o se puede intentar avanzar y deshacerse de él. No creo que el segundo fuera más costoso que el primer camino. Ese tiene la ventaja adicional de dar un gran paso hacia la libertad.

Una comparación entre el patron-oro y los sistemas de moneda fiduciaria existentes

Mises explica en 1944 el papel que cumpliera el oro metálico, parte de una monografía titulada “Una propuesta no inflacionaria para la reconstrucción monetaria de posguerra”:

“El nacimiento del patrón-oro fue un fenómeno histórico. Como tal, no puede ser enteramente comprendido por medio de factores comúnmente estilizados como racionales. Si las cosas hubieran seguido otro camino, otro bien –por ejemplo, la plata- habría sido universalmente aceptado como el medio común de intercambio. Sin embargo, la preeminencia asignada al oro es un hecho que puede ser alterado, si se puede, solo al costo de un esfuerzo problemático.

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Dicho intento, sin embargo, sería bastante inútil y solo significaría una pérdida de tiempo y trabajo. No hay nada, al menos que hoy se pueda ver, que pueda servir el propósito de un medio común de cambio mejor que el oro. No había nada malo con el patrón-oro. Sus méritos, y no sus inconvenientes, indujeron a los políticos a sabotearlo. Por supuesto, el patrón-oro no es perfecto. Ninguna institución humana lo es. Pero funcionó bastante satisfactoriamente en el pasado. Y no será menos satisfactorio en el futuro, en tanto la gente lo deje funcionar.

Desde el punto de vista de las condiciones económicas locales, la superioridad del patrón-oro reside en la circunstancia de que mantiene al poder adquisitivo de la unidad monetaria libre de la influencia de los partidos políticos y los grupos de presión. La falla de todo sistema de moneda fiduciaria es precisamente ese, que ese patrón se presta a manipulaciones arbitrarias por parte de las cambiantes ideologías y políticas de los partidos políticos. Bajo el dinero fiduciario habrá siempre grupos egoístas que buscarán obtener una ventaja tanto sea por medio de la inflación como de la deflación. El sesgo partidario desorganizará la estructura económica de la sociedad a través de los experimentos monetarios. La historia monetaria, para ponerlo suavemente, no contradice estas afirmaciones.

Si fuera posible descubrir un principio indiscutible que pudiera utilizarse como ley de hierro para la manipulación del poder adquisitivo, sería entonces posible eliminar, al menos en parte, el carácter inherentemente arbitrario de la manipulación del dinero fiduciario. Pero esto es muy ilusorio. Existen diferentes sistemas para el cálculo de índices. Cada uno de ellos tiene sus méritos y sus defectos. No existe un método que pueda obtener el reconocimiento general. Ninguno es aceptado como la correcta y adecuada solución al problema. Y cada método alcanza un resultado diferente. Así, un sistema basado en un índice no puede brindar una base sólida e indiscutible para la manipulación de la moneda. No puede eliminar los distintos juicios arbitrarios en su construcción y así silenciar las voces de numerosos y avaros grupos de interés. Al proponer la aplicación de un índice cuyos resultados proveen en el momento una justificación cuasi-científica de su interés de grupo, cada partido político estará en posición de sostener las doctrinas favorables de algunos economistas y estadísticos, mientras que sus adversarios citarán opiniones contrarias de otros expertos no menos renombrados. No hay forma de liberar a un sistema tabular de la inherente posibilidad de una manipulación partidista y puramente arbitraria.”

“No es cierto que el rígido patrón-oro significaba realmente una continua contracción y caída de los precios. A pesar del enorme crecimiento de la oferta de bienes, la tendencia general de los precios era, bajo el patrón-oro, hacia arriba. Los intentos desafortunados, repetidos una y otra vez, de crear auges artificiales a través de la expansión crediticia, interrumpían esta leve y continua tendencia a la suba con períodos de violentos movimientos al alza. Durante la fase de depresión que inevitablemente seguía el auge artificial, los precios usualmente caían. Pero esto no interfería con la tendencia general a la suba de precios y la caída del poder adquisitivo del oro.”

 

Crearon el FMI, querían establecer un sistema monetario, pero antes ya hubo uno y funcionaba

El patrón-oro, desde Keynes, ha sido considerado una “reliquia” económica. Pese a que el oro sigue siendo un refugio para muchos ahorristas sobre todo en momentos de crisis económicas, lo cierto es que estamos lejos de un retorno a un sistema monetario como ése. Pero los sistemas de moneda fiduciaria que lo sucedieron no pueden ni acercarse a sus resultados. El futuro, tal vez sea de las cripto-monedas como el Bitcoin. Mientras tanto, Mises nos recuerda cómo era el patrón-oro en un artículo de 1944: “Noninflationary Proposal for Postwar Monetary Reconstruction”.

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“El siglo XIX estableció con éxito el patrón-oro como un sistema monetario internacional estándar. A comienzos de nuestro siglo, casi todas las naciones comercialmente importantes habían adoptado tanto sea el patrón-oro o el patrón “cambio-oro” como su estándar nacional. (el patrón cambio-oro era el que ataba una moneda nacional a otra moneda nacional, la que a su vez estaba definida en cantidad de oro).

Estos dos sistemas monetarios ataban a una moneda nacional particular a una cierta cantidad definida de oro, fijada por una ley debidamente promulgada por la legislatura de cada país. Se evitaba así toda diferencia entre el poder adquisitivo de la unidad monetaria local de su paridad legal. Las fluctuaciones en los tipos de cambios sólo podían producirse dentro de ciertos límites; no podían superar los ‘puntos de oro’ (Ed.: los ‘puntos de oro’ representaban los límites superior e inferior de un tipo de cambio bajo el patrón-oro, más allá de los cuales sería rentable exportar oro o importarlo). Estas pequeñas fluctuaciones solo preocupaban a los comerciantes profesionales en oro o monedas extranjeras. Para todo propósito práctico los tipos de cambio de los países que habían adoptado tanto el patrón-oro como el patrón cambio-oro estaban perfectamente estabilizados. El comercio internacional, las transacciones crediticias internacionales y las inversiones, transportes o viajes no eran perjudicados por fricciones monetarias.” (en la actualidad las empresas internacionales y todos aquellos involucrados en actividades económicas internacionales tienen que asumir costos para reducir los riesgos de fluctuación de las paridades entre distintas divisas, costos de transacción que no existían en un sistema como el que Mises explica).

“Este estado satisfactorio de cosas no fue el resultado de tratados, acuerdos o convenios internacionales, o de las operaciones de un banco o institución internacional creada al efecto (se discutía en ese momento la creación de lo que luego fue el Fondo Monetario Internacional). Fue el resultado del accionar de varios gobiernos nacionales actuando por su propio acuerdo, buscando el objetivo de conseguir el mejor arreglo monetario para sus países. Los gobiernos querían estabilizar sus tipos de cambio porque consideraban que esa estabilidad era beneficiosa para el bienestar económico de sus propios pueblos. Una política de dinero estable no era diseñada para el beneficio de intereses externos, sino como una política altamente beneficiosa para el bienestar de su propio país.”

“Hubo, es cierto, varios intentos de establecer un sistema monetario internacional en el siglo XIX, incluso hasta una unión monetaria. Algunos de estos planes incluso llegaron a implementarse. El caso más conocido fue el de la Unión Monetaria Latina, inaugurada en 1865. Su breve existencia no aportó mucho. No brindó ningún servicio importante a la causa de la estabilidad monetaria. Eventualmente, la Primera Guerra le dio un golpe final (Ed: La Unión Monetaria Latina fue creada por una convención entre Francia, Bélgica, Suiza e Italia el 23 de Diciembre de 1865. Su objetivo era estabilizar el tipo de cambio entre monedas de oro y de plata utilizadas en esos países, luego de la caída del precio del oro como resultado del aumento de su oferta en los años 1850 y 1860. La Unión fue formalmente liquidada el 31 de Diciembre de 1926 debido a las políticas inflacionarias nacionales y sus consecuencias durante y luego de la Primera Guerra Mundial).

“Las razones de su fracaso son obvias. El mantenimiento de la estabilidad monetaria requiere una conducta adecuada en las políticas económicas domésticas; las políticas erróneas crean condiciones para la depreciación de la moneda y un aumento de los tipos de cambio. Ese fue el caso de Francia en 1871 y Francia y Bélgica en 1914, sin mencionar a Grecia e Italia. Una unión monetaria es inútil si no le otorga a la junta de gobierno de esa unión control completo sobre el sistema monetario y bancario de cada país y si no restringe la soberanía nacional de sus miembros en relación a otras cuestiones importantes en términos de cambios externos”.