Subsidian a unos, benefician a algunos, perjudican a otros, y lo terminan pagando todos

Los subsidios son la aplicación de fondos obtenidos por medio de impuestos u otros ingresos fiscales para favorecer ciertas actividades. Como tales, está claro que se benefician quienes los reciben y se perjudican quienes los pagan (los contribuyentes). Pero el perjuicio no es solamente para quienes los pagan con sus impuestos también para quienes compiten con los receptores y, a su vez, no los reciben. Esto ocurre, por ejemplo, cuando se subsidian exportaciones.

Daniel Ikenson plantea este tema en “The Export-Import Bank and its Victims” (Policy Analysis 756, Cato Institute): http://www.cato.org/blog/export-import-bank-its-victims-which-industries-bear-brunt

Según su análisis los subsidios del llamado “Ex-Im Bank” genera costos en 189 de 237 categorías industriales por un monto de $2.800 millones por año. Entre las industrias más perjudicadas se encuentran las de fabricación de chasis de automotores, elementos de almacenamiento digital y equipos fotográficos y fotocopiadoras. Las industrias más perjudicadas son las de equipos eléctricos, muebles, alimentos, productos no metálicos y químicos. Las cinco industrias más afectadas representan el 50% o más del PBI en siete estados y las 10 principales víctimas producen dos tercios del PBI industrial en 22 estados.

Comenta el autor:

“El financiamiento del Ex Im ayuda a dos grupos de empresas (en el corto plazo): las empresas norteamericanas cuyos precios de exportación resultan subsidiados por tasas de financiación más bajas que las del mercado y las empresas extranjeras que compran esas exportaciones subsidiadas. Es claro entonces, que estas transacciones pueden imponer costos en otros dos grupos de empresas: empresas norteamericanas compitiendo en la misma industria y que no reciben el apoyo del Ex Im, y empresas norteamericanas cuya competencia externa ahora se beneficia de menores costos de capital, cortesía de los subsidios del gobierno.”

“Pero hay al menos tres costos que son esenciales para determinar los beneficios netos del Ex Im:

1) el “costo de oportunidad”, representado por el crecimiento de las exportaciones que hubiera ocurrido si los recursos del Ex Im se hubieran invertido en el sector privado

2) el “costo intra-industrial”, representado por la desventaja del costo relativo impuesto sobre otras empresas en la misma industria y,

3) el “costo de la cadena de valor”, representado por la relativa desventaja de costo impuesta sobre los competidores el ahora subsidiado cliente externo”.

Delta

“Para dar un claro ejemplo. Delta Airlines se ha quejado mucho porque el Ex Im Bank facilita las ventas de aviones Boeing a aerolíneas extranjeras, tales como Air India. Delta, con razón se queja que el gobierno de los Estados Unidos tiene una política de subsidiar a la competencia externa de Delta reduciendo los costos de capital de Air India. Esa reducción de costos le permite a Air India ofrecer precios más bajos en su competencia por pasajeros, lo cual tiene un impacto directo en los resultados de Delta.”

La «política cambiaria» o la desgracia de mezclar el tipo de cambio con la política.

Las declaraciones del presidente del Banco Central argentino, en relación a una posible reducción de las prohibiciones y restricciones existentes en el mercado de cambios (http://www.lanacion.com.ar/1753835-el-presidente-del-banco-central-ahora-anticipa-que-habra-una-apertura-gradual-del-cepo-cambiario) ha desatado, como era de esperar, una interesante discusión entre economistas acerca de las posibilidades de hacerlo dadas las restricciones que impone la actual situación y las perspectivas en cuanto a las reservas de la autoridad monetaria.

Como siempre, también, la discusión se centra en cuestiones de coyuntura, las que adquieren prioridad sobre temas de fondo. En general, los economistas son de la opinión que esas prohibiciones y restricciones deben eliminarse pero son tan cuidadosos respecto a la coyuntura que se termina olvidando el objetivo final, si es que en verdad éste existe dentro de tal análisis.

Olvidemos la coyuntura por un momento (aunque después volveremos sobre ella). Veamos la situación en términos de derechos. Si el objetivo final es recuperar la vigencia los derechos de propiedad y la posibilidad de disponer de ellos en la moneda que a uno le parezca mejor, ya que con su propiedad cualquiera puede hacer lo que estime mejor en tanto y en cuanto no dañe la propiedad de otros, alcanzar esa situación será lograr un “tipo de cambio libre”.

¿Hay algún objetivo “colectivo” superior que determine la restricción de tales derechos en aras de algo como el ‘bien común’? Seguramente muchos mencionarán cosas tales como la ‘estabilidad macroeconómica’, pero lo cierto es que la libertad de disponibilidad de la propiedad no es una fuente de inestabilidad, más bien lo contrario. La historia muestra que la inestabilidad macroeconómica es generada por los gobiernos, por sus déficits fiscales, su endeudamiento y su manejo de la emisión monetaria, no porque la gente disponga de sus derechos de propiedad.

Si esto es así, el objetivo final sería restituir esos derechos, situación que, además, recuperaría la vigencia de la Constitución Nacional. En tal sentido, los objetivos serían:

  1. Devolver el derecho de propiedad a los exportadores. Eliminar la obligación de entregar las divisas que obtienen al Banco Central; podrían ingresarlas o no, según su criterio. El efecto económico de esta disposición sería el siguiente: si ingresaran esas divisas contribuirían a la revaluación del peso (con política monetaria neutra) en relación a los ahora más abundantes dólares en el mercado.
  2. Devolver el derecho de propiedad a los importadores. Eliminar las licencias previas y todas las trabas sobre las importaciones. Esa mayor capacidad de importar contribuiría a la devaluación del peso en relación al dólar.
  3. Se removerían todo tipo de restricciones para el ingreso o egreso de divisas por cualquier motivo (inversiones, turismo, ahorro). El ingreso de inversiones, el turismo entrante y el ahorro de extranjeros en pesos tendería a revaluar la moneda local; el flujo de inversiones al exterior, el turismo saliente y el ahorro de locales en moneda extranjera tendería a devaluar la moneda local.

Volvamos ahora a la coyuntura. Si todo esto ocurriera, ¿cuál sería el saldo entre presiones devaluatorias y revaluatorias? En verdad, es muy difícil de decir, habrá muchas otras variables en juego que afectarán las expectativas de todos y determinarán nuestra conducta, aunque está claro que esas tres medidas, si fueran creíbles, generarían mucha más confianza que desconfianza.

Pero buena parte de la discusión actual sobre el relajamiento de los controles se centra en la cantidad de reservas que pueda tener el Banco Central. Puede ser que esa preocupación esté asociada a que no se genere un cambio brusco que altere drásticamente la posición patrimonial de la gente (esto es, una fuerte devaluación o una fuerte revaluación). Pero puede ser también que, en verdad, el objetivo final no sea devolver derechos como se planteara más arriba sino que se está pensando en sostener un determinado tipo de cambio. ¿Ycuál debería ser?

Muchos analistas consideran saberlo. Tal vez tendrían que tener algo de humildad. Pero el meollo de la discusión es que consideran al tipo de cambio como una herramienta de la política económica, no como su resultado.

Hemos tenido muchas décadas ya con políticas económicas que consideran el tipo de cambio como una herramienta. Esto fue así tanto en los 70s, como en los 80s, como en los 90s, como ahora. No pueden decir que haya sido un éxito. Mientras se ocupaban del tipo de cambio cometían un exceso fiscal tras otro. ¿Hubieran sido los costos económicos mayores si el tipo de cambio lo hubieran determinado oferentes y demandantes en lugar de algún experto (sea presidente del Banco Central o ministro de Economía)?

La “política cambiaria” ha demostrado que no hay nada peor que mezclar la “política” con el “tipo de cambio”… O tal vez sí, la “política monetaria”, esto es, mezclar la “política” con la “moneda”.

Nos dicen que los bancos centrales ‘moderan’ el ciclo. ¿Y cómo les va con sus pronósticos?

Nos dicen que la función de los bancos centrales es la de moderar los ciclos económicos. Pero la política monetaria tiene sus efectos con un rezago en el tiempo no menor. Esto hace necesario que las autoridades monetarias puedan pronosticar la evolución de la economía y del sistema bancario y financiero con certeza. ¿Y cómo les va con eso?

Kevin Dowd es profesor de finanzas y economía en Durham University, UK, experto en temas monetarios y bancarios. Escribe un paper publicado por Cato Institute con el título “Math Gone Mad: Regulatory Risk Modeling by the Federal Reserve”, donde plantea sus dudas y críticas a la intención de la Fed de establecer un determinado modelo de evaluación de riesgos para los bancos, conocido como “stress test”, en lugar de permitir que exista diversidad entre los bancos. Sostiene Dowd que el peligro, si todos los bancos siguen el mismo modelo, es una crisis sistémica cuando todos cometan el mismo tipo de errores. Por el contrario, la diversidad hará que algunos puedan equivocarse pero otros no. http://www.cato.org/publications/policy-analysis/math-gone-mad

Y, se pregunta, ¿cuál es la experiencia de la Fed en sus pronósticos? Algunas anécdotas:

Transcripción de una entrevista de CNBC el 1 de Julio de 2005 a Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal:

Pregunta: “Dígame señor, ¿cuál es el peor escenario? Tenemos a tantos economistas saliendo al aire diciendo, ‘Oh, esto es una burbuja, y va a explotar, y esto va a ser un problema real para la economía’. Algunos hasta dicen que podría causar una recesión en algún momento. ¿Cuál es el peor escenario si es que realmente viéramos caer los precios de las viviendas substancialmente en todo el país?”

Ben Bernanke: “Bueno, supongo que no compro su premisa. Es una posibilidad muy poco probable. Nunca hemos tenido una caída de los precios de las viviendas en todo el país. Por lo que creo que lo más probable es que los precios se frenen, tal vez estabilicen, se reduzca el consumo un poco. No creo que va a llevar a la economía muy lejos de su camino de pleno empleo, sin embargo.”

Otras predicciones de Bernanke:

Marzo 6, 2007: en una conferencia ante banqueros en Honolulu, con moras en los subprime creciendo, anticipa que los créditos subprime no serán peores que los prime: “El riesgo crediticio asociado con un portafolio de viviendas baratas no necesita ser mayor que cualquier portafolio general…” (estas eran las hipotecas ‘subprime’).

Mayo 17, 2007: en la conferencia anual sobre Estructura Bancaria y Competencia del Chicago Fed anticipó ciertos efectos laterales de los subprime, “…creemos que el efecto de los problemas en el sector subprime sobre el mercado general de viviendas será probablemente limitado, y no esperamos derrames significativos sobre el resto de la economía o el sistema financiero. La gran mayoría de las hipotecas, incluyendo las subprime, continúan funcionando bien.” (no por mucho tiempo más…)

Enero 10, 2008: en respuesta a una pregunta en una conferencia en Washington, si los Estados Unidos ya estaban en recesión, “La Reserva Federal no está pronosticando una recesión…”

Febrero 27, 2008: en testimonio ante el Comité Bancario del Senado, un mes antes de la quiebra de Bear Stearns y siete meses antes de la crisis sistémica: “Espero que habrá algunas quiebras… entre bancos regionales pequeños. Entre los bancos grandes, el capital está bien y no anticipo problemas serios de esa clase entre los bancos grandes, activos internacionalmente, que son una parte sustancial de nuestro sistema bancario”.

Julio 16, 2008: en testimonio ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes dijo: [Fannie Mae y Freddie Mac están]… adecuadamente capitalizadas. No están en peligro de caer…” (entre las dos tenían o garantizaban $5 billones de hipotecas que fueron colocadas en ‘receivership’ dos meses después por temor a su default).