Más sobre los faros, Coase, la provisión privada y el GPS

Los alumnos de Historia del Pensamiento Económico de la UBA leyeron a Ronald Coase, “El faro en la economía”, en el marco de la consideración del tema de bienes públicos.

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Va el comentario de unos alumnos, y luego sus preguntas:

“El aporte de Coase es muy importante dado que, desafiando el ejemplo más común sobre los bienes públicos y argumentando que el servicio de faros puede ser provisto por agentes privados, obliga a revisar toda la teoría tradicional sobre este tema.”

“Sin embargo, no debemos perder de vista que en este rubro no existe libre mercado y los agentes privados sólo tienen beneficios porque el Estado les da la potestad de exigir el pago de peajes o impuestos.”

“Considero que el desarrollo de Coase debe recordarnos que no se debe descuidar el nivel de abstracción dentro de la teoría económica, lo cual resulta más usual en estos tiempos. Un buen análisis económico debe tener una base teórica fuerte que le de su carácter científico pero también un sustento empírico que la fundamente, de lo contrario carecería de aplicabilidad”.

Esto último es muy importante. Digámoslo de otra forma: la teoría nos tiene que servir para entender la realidad. Si no lo hace, no nos sirve. Según la teoría de los bienes públicos desarrollada por algunos clásicos, pero sobre todo la versión de Samuelson, los faros privados no podrían existir. Coase señala que la historia muestra que lo fueron por varios centenares de años. De allí que sea muy correcta la afirmación anterior respecto a que “obliga a revisar toda la teoría tradicional sobre este tema”.

Otro comentario:

“En el texto es interesante ver como se cuestiona el uso de un ejemplo tan clásico para la explicación de externalidades y de cómo se justifica la intervención del estado para la prestación de varios servicios. De hecho, en la materia Finanzas Públicas, donde se ven estas cuestiones, es común el uso del manual de Stiglitz, donde figura el ejemplo del faro, sin ponerlo en tela de juicio” (¡!!)

“También es interesante pensar que como este ejemplo, deben existir muchísimos ejemplos tomados como mera ilustración que si se analizan en detalle, no deben funcionar como ejemplo, dejándonos a los economistas con cada vez menos herramientas”

Aquí van sus preguntas, y las respuestas:

  1. ¿Cómo trataría una empresa privada el caso de los “free riders”, muy común en el servicio de faros?Respuesta: He comentado esto en un post anterior: https://bazar.ufm.edu/wp-admin/post.php?post=534&action=edit donde señalo la provisión totalmente privada de boyas y balizas en el Río de la Plata.Eran otras épocas, ahora podrían simplemente activar el faro por medio de un celular; o, lo que ha sucedido, simplemente usar el GPS.
  2. Otros autores han señalado que los emprendedores buscarían soluciones diversas: unos pensaron que se podría hacer que los barcos indicaran por radio su necesidad de recibir el servicio de faro, y éste se encendería luego de asegurar el pago; otros sugirieron que el proveedor destacaría botes en la ruta de los barcos para ofrecerles y contratar el servicio.
  3. ¿Cuáles son las fuentes de ineficiencia a las que se refiere Coase cuando habla de la propiedad estatal de los faros?

Respuesta: Las usuales en el sector estatal: incentivos débiles para la gestión, permeabilidad al lobby, etc.

  1. ¿Tiene incentivos el sector privado para mejorar la eficiencia del servicio?Respuesta: Ya lo ha hecho, ahora hay GPS.

Coase y los faros como bienes públicos. Provisión privada en el Río de la Plata

El “Dilema del Prisionero” refleja el problema de la provisión de un bien público porque si bien todos valoramos el servicio en cuestión, tendríamos un incentivo a ser “free riders” del esfuerzo de los demás, o en términos del dilema, estaríamos motivados a “traicionar” o no contribuir para la provisión del bien sabiendo que no nos pueden excluir. Asimismo, podríamos no contribuir pensando que no existe ninguna seguridad de que los demás aporten para la provisión voluntaria de este servicio.

No obstante, hemos visto en el Capítulo 2 que existe una salida “institucional” para este problema, cual es la vinculación de la provisión de un bien público (faros o TV abierta) con la de un bien privado (puertos o publicidad). También podríamos considerar una norma que proponga el financiamiento por medio de aportes voluntarios que no habría que realizar hasta que se obtenga el monto total necesario. Existen casos en los que se buscan aportes voluntarios para financiar un bien o servicio que tienen características de bien público, por ejemplo: cuando se organiza una colecta o se organiza el trabajo voluntario para resolver cierto problema que tenga una comunidad. En tales circunstancias, los que aportan lo hacen sin saber si los demás lo harán o no. ¿Qué es lo que los motiva a hacerlo si la lógica del Dilema del Prisionero nos dice que deberían “traicionar”, no “cooperar”? Veremos ejemplos en el próximo capítulo, “Soluciones Institucionales”.

Veamos un ejemplo: en la salida del río Luján hacia el Río de la Plata, un río con muy poca profundidad lo que significa un potencial problema para todos los navegantes, al norte de la ciudad de Buenos Aires, existe un canal que muestra la siguiente señalización:Boyas Unen 1

¿Qué significa UNEN? Unión de Entidades Náuticas[1], que se presenta con la siguiente definición: “una Institución Civil sin fines de lucro formada, conducida y destinada a los navegantes. Su tarea es velar por la seguridad de la navegación deportiva en el Río de la Plata y aguas territoriales. UNEN se sostiene con el aporte voluntario de todos los navegantes”. La señalización de esta agua es lo mismo que un faro, como el ejemplo que presentara Samuelson. Las boyas tienen todas las características de un “bien público”: no exclusión y no rivalidad en el consumo. Cualquier barco puede pasar por allí y beneficiarse sin tener que pagar, puede ser un usuario gratuito (free rider) y no hay forma de impedirle que se guíe por esas boyas. Por otro lado, la boya le puede dar servicio a uno, diez o cien barcos al mismo tiempo. Parecería cumplir perfectamente con la definición de un faro y de un bien público. Sin embargo es provisto en forma voluntaria. Dos clubes náuticos primero, y luego muchos otros, acordaron aportar un peso por barco amarrado en su club para financiar este sistema de señales. La principal razón para hacerlo era el abandono que mostraban las señalizaciones a cargo del Estado, precisamente aquél de quien se supone su tarea es proveer bienes públicos.

¿Qué es lo que explica esto cuando la teoría diría que cada uno, persiguiendo su interés personal, debería “traicionar” la cooperación con los demás? En principio, los ejemplos que veremos invalidan el salto directo de la existencia de bienes con estas características a la provisión estatal porque el “mercado falla”. Obviamente hay otros factores que esa teoría no está tomando en cuenta, ya que la realidad muestra un resultado diferente. Ahora veremos los siguientes: las situaciones de relación continua, en la cual el dilema se vuelve un juego repetido y esto incita a la cooperación; y el papel que cumplen los valores de las personas y el “control de los pares”. Si lógicamente es posible que la cooperación voluntaria surja y se sostenga y si los valores cumplen un papel influenciando las acciones de las personas, entonces podremos explicar casos como el de las boyas y, en general, deberemos asumir que la provisión estatal de bienes públicos no es la única alternativa posible y tal vez no sea la mejor. La provisión voluntaria es posible y, como tal, debe ser considerada al analizar cualquier problema que tenga las características de no exclusión y no rivalidad en el consumo.

 

[1] http://www.boyadounen.com.ar/

El papel de los clubes

En la última edición de la excelente revista Constitutional Political Economy se encuentra un artículo de Todd Sandler con el título «Buchanan clubs».

http://link.springer.com/journal/10602/24/4/page/1

Sandler ha escrito mucho sobre el tema, aquí repasa la contribución original de James Buchanan y desarrollos posteriores. Siempre me ha atraído la idea de los clubes, seguramente porque buena parte de mi vida pasó dentro de ellos, pero en este caso, sobre todo porque se presentan como una clara alternativa «voluntaria» para la provision de bienes que presentan características de exclusion y algo de rivalidad en el consume (dependiendo de la cantidad de socios).

Buchanan fue, tal vez, más allá de Sandler, pensando que los clubes también podían proveer bienes de carácter «público» y en una reciente investigación que realizara sobre boyas y balizas privadas en la costa norte del Río de la Plata eso parece ser el resultado (incorporaré esto al libro más adelante). Es decir, para Buchanan, bajo ciertas condiciones los bienes públicos podían ser provistos voluntariamente por medio de clubes.

Sandler extiende el concepto de club a cuestiones tales como: alianzas militares, áreas naturales, ciudades, rutas, internet, organizaciones internacionales y uniones aduaneras. No se si lo sigo en cada una de esas, tendría que analizar caso por caso.

Todo club tiene que tomar básicamente dos decisiones importantes: el nivel de gasto (y la cuota) y la cantidad de miembros. Puede tener más miembros con menos cuota y más congestion, o menos miembros con más cuota y menos congestion. Algunos pretenden encontrar ese punto óptimo, seguramente variará por cada club con miembros diferentes con valoraciones subjetivas diferentes. Irán descubriendo donde se encuentra ese punto (que además cambiará con cambios en las valoraciones subjetivas). En fin, estos últimos puntos tal vez le puedan dar un toque subjetivo austriaco a esta teoría. Veré de desarrollar esto en el futuro.