Nuevo libro de Hoover Press editado por John B. Taylor, conocido por la famosa ‘Taylor rule’, actual presidente de la Mont Pelerin Society

En su nuevo libro de Hoover Press, Currencies, Capital and Central Bank Balances, los economistas John B. Taylor, John H. Cochrane y otros expertos abordan los grandes debates que afectan a la política monetaria estadounidense y mundial.

Basándose en una conferencia de 2018 con ese nombre, la Institución Hoover reúne a destacados académicos y creadores de políticas monetarias para compartir ideas sobre cuestiones urgentes que enfrentan los bancos centrales en la actualidad. Con discusiones en profundidad que cubren el tamaño del balance de la Reserva Federal, el papel del gobierno en alentar o restringir los flujos de capital, la volatilidad de los flujos de capital y los tipos de cambio, y muchas otras preguntas de política apremiantes, examinan desarrollos de investigación relevantes y argumentan opciones para reforma.

Los colaboradores incluyen Adrien Auclert, Rafael Bostic, Sebastian Edwards, Peter R. Fisher, Esther L. George, Gita Gopinath, Oleg Itskhoki, Robert S. Kaplan, Mickey D. Levy, Lorie K. Logan, Prachi Mishra, William Nelson, Jonathan D Ostry, Monika Piazzesi, Charles I. Plosser, Randal K. Quarles, Raghuram Rajan, Thomas J. Sargent, Martin Schneider, George P. Shultz, John B. Taylor, Paul Tucker, Kevin Warsh y John C. Williams.

Problemas en la política monetaria

Dos temas relacionados invaden los debates sobre política monetaria en los bancos centrales individuales y la reforma del sistema monetario y financiero internacional: la volatilidad de los flujos de capital y los tipos de cambio, y el uso de la política de balance por parte de los bancos centrales. Las cuestiones clave son si la gestión del flujo de capital es adecuada para hacer frente a la volatilidad y si el balance del banco central debería reducirse a un nivel en el que las tasas de interés estén determinadas por el mercado. Estas cuestiones están relacionadas debido al gran efecto de las operaciones del balance en los tipos de cambio y los flujos de capital.

En este libro, los principales responsables políticos y académicos examinan las políticas monetarias y financieras actuales e intentan ofrecer alternativas a la situación actual, a menudo volátil. Miran, por ejemplo, las cuestiones prácticas que deben considerarse al enmarcar las posibles reglas del juego monetario. Exploran la interacción entre los patrones de facturación comercial y la fijación de precios de los activos seguros en diferentes monedas, mostrando por qué una moneda dominante se usa tanto en la facturación comercial y en la financiación global. Debaten cómo la regulación financiera posterior a la crisis, a través de sus incentivos para el comportamiento de los bancos, puede influir en el tamaño del balance de la Reserva Federal a largo plazo. Y ofrecen alternativas a la visión institucional del FMI sobre el uso de los controles de capital.

Con numerosos debates en profundidad sobre la volatilidad de los flujos de capital y los tipos de cambio, y el uso de la política de balance por parte de los bancos centrales, exploran desarrollos de investigación relevantes y debaten opciones de políticas para ofrecer una variedad de alternativas únicas y creativas a las opiniones prevalecientes.

http://www.hooverpress.org/Currencies-Capital-and-Central-Bank-Balances-P1004.aspx

Las tasas de interés negativas que impulsan los bancos centrales: ¿cómo van a salir de eso luego?

El Institute Économique Molinari, de Francia, reproduce un artículo publicado en el diario Le Monde, sobre las tasas de interés negativas como resultado de las políticas monetarias aplicadas por algunos de los principales bancos centrales del mundo: http://www.institutmolinari.org/l-economie-manque-de-demande-pas,2544.html

“La banalización de las tasas de interés negativas despierta sorpresa en los mercados. Hoy en día, el 40% de la deuda soberana europea tiene una tasa de interés por debajo de cero. Algunas grandes empresas, tales como Nestlé, también emiten deuda a tasas negativas. Que quede claro: una tasa de interés del -1% significa que un préstamo de 1.000 euros será pagado con 990 euros. Por lo tanto, el prestatario ha ganado 10 euros, mientras que el prestamista habrá perdido 10 euros! ¿Pueden estas tasas excepcionalmente bajas permitirse el lujo de impulsar el crecimiento y la inversión? Tal es el objetivo fijado por los bancos centrales. Este razonamiento, sin embargo, parece dudoso. De hecho, las tasas negativas duraderas pueden ser desestabilizadoras para el sistema financiero.

¿Por qué el numerosas tasas son negativas? Este es el resultado de una fuerte demanda de activos seguros, en particular de obligaciones soberanas. La lógica es simple: una obligación promete una serie de rentas fijas. Cuando la demanda de un bono aumenta, su precio aumenta. Al comprar activos cada vez más caros y cuyos ingresos son fijos, los inversores aceptan un rendimiento más y más bajo, y los rendimientos caen.

La actual política monetaria contribuye de manera significativa a apoyar la demanda de activos seguros, reduciendo así las tasas. En primer lugar, el Banco Central Europeo (BCE) fijó una tasa negativa para el exceso de reservas de los bancos, mientras presta a cero interés. Por lo tanto, es barato para los bancos pedir prestado, pero es caro no invertir. En lugar de mantener las reservas, prefieren mantener activos seguros. Mientras tanto, las compras masivas de valores por parte del BCE y la Reserva Federal de Estados Unidos, como parte de los programas de «alivio cuantitativo», ayudan a sostener la demanda. El efecto combinado de estas fuerzas empujó la tasa a territorio negativo.

Al actuar presionando a la baja sobre las tasas, el BCE espera revivir la economía real mediante la reducción del costo del crédito para las empresas y los hogares. La eficacia de este mecanismo, sin embargo, depende fundamentalmente de la existencia de una demanda insatisfecha de crédito. En otras palabras, esto supone que las empresas tienen proyectos de inversión rentables que no logran financiar debido a problemas internos en el sector bancario, como fue el caso en 2008. Este argumento parece, sin embargo, no ser totalmente convincente. De hecho, los bancos tienen exceso de liquidez abundante y están mejor capitalizados que antes. Por lo tanto, no tienen ninguna razón, a priori, para no financiar proyectos rentables. Por el contrario, el crédito débil parece indicar una debilidad de la demanda como consecuencia de la renuencia de las empresas a invertir en el entorno actual. Como prueba de ello, muchas empresas toman deuda a tasas bajas no para invertir, sino para pagar dividendos o recomprar sus propias acciones. En este contexto, el BCE parece ser limitado.

Lejos de ayudar a la economía, la tasa negativa puede sin embargo ser una amenaza importante. En un mercado saludable, el precio de un activo financiero debe reflejar su riesgo. Con tasas de interés artificialmente bajas, los precios de los activos ya no reflejan su riesgo real, lo que puede contribuir a burbujas de activos. Por otra parte, con las tasas actuales permanentemente bajas, el BCE pone a los gobiernos y las empresas en una situación de dependencia. Los Estados no tienen ningún incentivo para reducir su deuda, mientras que las empresas se acostumbran a precios que no reflejan su riesgo real. En última instancia, el sistema financiero puede ser debilitado en su conjunto, por lo que sea difícil o imposible una salida de tasas bajas o negativas.

Christophe Pérignon y Guillaume Vuillemey son profesores de finanzas en la HEC de París.

Primer paso: eliminar el cepo cambiario. Segundo: ¿eliminar la ‘política cambiaria’? ¿Y la ‘monetaria’?

La eliminación del cepo cambiario permite ahora el funcionamiento del mercado en ese ámbito. Aunque resulta osado decirlo, podría ser el primer paso para eliminar la “política cambiaria” primero y la «monetaria» después. Al fin y al cabo, nunca se han obtenido Buenos resultados de mezclar la «política» con el dinero. Esto comenta Hayek al respecto en su libro “Desnacionalización del dinero”:

“Deberíamos haber aprendido que la política monetaria es, probablemente, más que el remedio, la causa de las depresiones, ya que es mucho más fácil, cediendo a las demandas de dinero barato, provocar los errores de la producción que hacen inevitable una posterior reacción que ayudar a la economía a desembarazarse de las consecuencias de un superdesarrollo en una dirección particular. La pasada inestabilidad de la economía de mercado es consecuencia de no haber sometido al proceso de mercado el dinero, que constituye el más importante regulador del mecanismo del mercado.

Hayek

Una única institución estatal monopolista no puede poseer la información que gobierna la oferta de dinero ni tampoco, aunque supiera cómo debía actuar en interés general, estaría en situación de hacerlo. De hecho, si, como creo, la principal ventaja del orden de mercado es que los precios suministran a los individuos la información necesaria, únicamente la constante observación del curso que siguen los precios de determinados bienes puede ofrecer información sobre la dirección en que se debe gastar más o menos dinero. El dinero no es un instrumento de política con el que se pueda conseguir determinados resultados previsibles mediante un control de su cantidad. Pero habría de formar parte del mecanismo auto-dirigido que induce a los individuos a ajustar sus actividades a circunstancias que sólo pueden conocer a través de las señales abstractas de los precios. Debería ser una conexión útil en el proceso que comunica los efectos de acontecimientos que nadie conoce en su totalidad e indispensable para mantener un orden en el que se combinan los planes de las personas que participan en dicho proceso.

El gobierno no puede actuar en interés general

Incluso si suponemos que el gobierno sabe cómo manejar el dinero en interés general, es altamente improbable que consiga alcanzar su objetivo. Como el profesor Eckstein —impulsado por su experiencia como consejero de varios gobierno— expuso en el artículo citado anteriormente: «Los gobiernos no pueden cumplir las reglas, aunque adoptaran la filosofía de ofrecer un marco estable».

Cuando se concede a un gobierno el poder de favorecer a determinados grupos o sectores de la población, los mecanismos del gobierno mayoritario le fuerzan a utilizar tal poder al objeto de obtener el respaldo del número suficiente para alcanzar la mayoría.

La tentación constante de solucionar la insatisfacción local o sectorial manipulando la cantidad de dinero, de forma que se pueda gastar más en servicios para aquellos que piden ayuda, será frecuentemente irresistible. Tal gasto no es un remedio adecuado y necesariamente trastorna el correcto funcionamiento del mercado.

En una situación de emergencia real, como la guerra, los gobiernos pueden imponer a la gente  bonos u otros pedazos de papel para pagos inevitables que no se pueden extraer de los ingresos del momento. Los préstamos obligatorios y similares serían mucho más compatibles con el necesario reajuste rápido de la industria a las circunstancias radicalmente distintas que una inflación que suspende el funcionamiento efectivo del mecanismo de los precios.

Desaparición de los problemas de la balanza de pagos

Con la desaparición de las distintas monedas territoriales se suprimirían también los llamados «problemas de balanza de pagos» que, se cree, causan intensas dificultades a las políticas monetarias actuales.

Necesariamente, habría continuas redistribuciones de las cantidades de moneda relativas y absolutas en las distintas regiones a medida que éstas se enriquecieran y empobrecieran relativamente. Pero ello no crearía más dificultades que las que causa el mismo proceso hoy en día en los grandes pises. La gente que se enriqueciera tendría más dinero y la que se empobreciera, menos. No existirían ya las especiales dificultades que causa el hecho de que, según el orden existente, la reducción del circulante determinado de un país requiere una contracción de toda la superestructura de crédito erigida sobre él.

De manera similar, desaparecerían también las más estrechas relaciones de la estructura de precios predominante en un país en relación con la de los países vecinos y con ello la ilusión estadística del movimiento relativo de niveles de precios nacionales determinados.

De hecho, se descubriría que «los problemas de balanza de pagos» son un efecto bastante innecesario de la existencia de monedas específicamente nacionales, que es la causa de la indeseable mayor coherencia interna de los precios nacionales que de los internacionales.

Desde el punto de vista de un orden económico internacional deseable, los «problemas de balanza de pagos» son un falso problema del que nadie se debe preocupar, excepto el monopolista de la emisión de moneda en un territorio determinado. Y una ventaja no menor de la desaparición de las distintas monedas nacionales sería que podríamos volver a los felices días de la inocencia estadística en los que nadie podía saber cuál era la balanza de pagos de su país o región y, por tanto, nadie se ocupaba o preocupaba de ella.”

La «política cambiaria» o la desgracia de mezclar el tipo de cambio con la política.

Las declaraciones del presidente del Banco Central argentino, en relación a una posible reducción de las prohibiciones y restricciones existentes en el mercado de cambios (http://www.lanacion.com.ar/1753835-el-presidente-del-banco-central-ahora-anticipa-que-habra-una-apertura-gradual-del-cepo-cambiario) ha desatado, como era de esperar, una interesante discusión entre economistas acerca de las posibilidades de hacerlo dadas las restricciones que impone la actual situación y las perspectivas en cuanto a las reservas de la autoridad monetaria.

Como siempre, también, la discusión se centra en cuestiones de coyuntura, las que adquieren prioridad sobre temas de fondo. En general, los economistas son de la opinión que esas prohibiciones y restricciones deben eliminarse pero son tan cuidadosos respecto a la coyuntura que se termina olvidando el objetivo final, si es que en verdad éste existe dentro de tal análisis.

Olvidemos la coyuntura por un momento (aunque después volveremos sobre ella). Veamos la situación en términos de derechos. Si el objetivo final es recuperar la vigencia los derechos de propiedad y la posibilidad de disponer de ellos en la moneda que a uno le parezca mejor, ya que con su propiedad cualquiera puede hacer lo que estime mejor en tanto y en cuanto no dañe la propiedad de otros, alcanzar esa situación será lograr un “tipo de cambio libre”.

¿Hay algún objetivo “colectivo” superior que determine la restricción de tales derechos en aras de algo como el ‘bien común’? Seguramente muchos mencionarán cosas tales como la ‘estabilidad macroeconómica’, pero lo cierto es que la libertad de disponibilidad de la propiedad no es una fuente de inestabilidad, más bien lo contrario. La historia muestra que la inestabilidad macroeconómica es generada por los gobiernos, por sus déficits fiscales, su endeudamiento y su manejo de la emisión monetaria, no porque la gente disponga de sus derechos de propiedad.

Si esto es así, el objetivo final sería restituir esos derechos, situación que, además, recuperaría la vigencia de la Constitución Nacional. En tal sentido, los objetivos serían:

  1. Devolver el derecho de propiedad a los exportadores. Eliminar la obligación de entregar las divisas que obtienen al Banco Central; podrían ingresarlas o no, según su criterio. El efecto económico de esta disposición sería el siguiente: si ingresaran esas divisas contribuirían a la revaluación del peso (con política monetaria neutra) en relación a los ahora más abundantes dólares en el mercado.
  2. Devolver el derecho de propiedad a los importadores. Eliminar las licencias previas y todas las trabas sobre las importaciones. Esa mayor capacidad de importar contribuiría a la devaluación del peso en relación al dólar.
  3. Se removerían todo tipo de restricciones para el ingreso o egreso de divisas por cualquier motivo (inversiones, turismo, ahorro). El ingreso de inversiones, el turismo entrante y el ahorro de extranjeros en pesos tendería a revaluar la moneda local; el flujo de inversiones al exterior, el turismo saliente y el ahorro de locales en moneda extranjera tendería a devaluar la moneda local.

Volvamos ahora a la coyuntura. Si todo esto ocurriera, ¿cuál sería el saldo entre presiones devaluatorias y revaluatorias? En verdad, es muy difícil de decir, habrá muchas otras variables en juego que afectarán las expectativas de todos y determinarán nuestra conducta, aunque está claro que esas tres medidas, si fueran creíbles, generarían mucha más confianza que desconfianza.

Pero buena parte de la discusión actual sobre el relajamiento de los controles se centra en la cantidad de reservas que pueda tener el Banco Central. Puede ser que esa preocupación esté asociada a que no se genere un cambio brusco que altere drásticamente la posición patrimonial de la gente (esto es, una fuerte devaluación o una fuerte revaluación). Pero puede ser también que, en verdad, el objetivo final no sea devolver derechos como se planteara más arriba sino que se está pensando en sostener un determinado tipo de cambio. ¿Ycuál debería ser?

Muchos analistas consideran saberlo. Tal vez tendrían que tener algo de humildad. Pero el meollo de la discusión es que consideran al tipo de cambio como una herramienta de la política económica, no como su resultado.

Hemos tenido muchas décadas ya con políticas económicas que consideran el tipo de cambio como una herramienta. Esto fue así tanto en los 70s, como en los 80s, como en los 90s, como ahora. No pueden decir que haya sido un éxito. Mientras se ocupaban del tipo de cambio cometían un exceso fiscal tras otro. ¿Hubieran sido los costos económicos mayores si el tipo de cambio lo hubieran determinado oferentes y demandantes en lugar de algún experto (sea presidente del Banco Central o ministro de Economía)?

La “política cambiaria” ha demostrado que no hay nada peor que mezclar la “política” con el “tipo de cambio”… O tal vez sí, la “política monetaria”, esto es, mezclar la “política” con la “moneda”.

Nos dicen que los bancos centrales ‘moderan’ el ciclo. ¿Y cómo les va con sus pronósticos?

Nos dicen que la función de los bancos centrales es la de moderar los ciclos económicos. Pero la política monetaria tiene sus efectos con un rezago en el tiempo no menor. Esto hace necesario que las autoridades monetarias puedan pronosticar la evolución de la economía y del sistema bancario y financiero con certeza. ¿Y cómo les va con eso?

Kevin Dowd es profesor de finanzas y economía en Durham University, UK, experto en temas monetarios y bancarios. Escribe un paper publicado por Cato Institute con el título “Math Gone Mad: Regulatory Risk Modeling by the Federal Reserve”, donde plantea sus dudas y críticas a la intención de la Fed de establecer un determinado modelo de evaluación de riesgos para los bancos, conocido como “stress test”, en lugar de permitir que exista diversidad entre los bancos. Sostiene Dowd que el peligro, si todos los bancos siguen el mismo modelo, es una crisis sistémica cuando todos cometan el mismo tipo de errores. Por el contrario, la diversidad hará que algunos puedan equivocarse pero otros no. http://www.cato.org/publications/policy-analysis/math-gone-mad

Y, se pregunta, ¿cuál es la experiencia de la Fed en sus pronósticos? Algunas anécdotas:

Transcripción de una entrevista de CNBC el 1 de Julio de 2005 a Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal:

Pregunta: “Dígame señor, ¿cuál es el peor escenario? Tenemos a tantos economistas saliendo al aire diciendo, ‘Oh, esto es una burbuja, y va a explotar, y esto va a ser un problema real para la economía’. Algunos hasta dicen que podría causar una recesión en algún momento. ¿Cuál es el peor escenario si es que realmente viéramos caer los precios de las viviendas substancialmente en todo el país?”

Ben Bernanke: “Bueno, supongo que no compro su premisa. Es una posibilidad muy poco probable. Nunca hemos tenido una caída de los precios de las viviendas en todo el país. Por lo que creo que lo más probable es que los precios se frenen, tal vez estabilicen, se reduzca el consumo un poco. No creo que va a llevar a la economía muy lejos de su camino de pleno empleo, sin embargo.”

Otras predicciones de Bernanke:

Marzo 6, 2007: en una conferencia ante banqueros en Honolulu, con moras en los subprime creciendo, anticipa que los créditos subprime no serán peores que los prime: “El riesgo crediticio asociado con un portafolio de viviendas baratas no necesita ser mayor que cualquier portafolio general…” (estas eran las hipotecas ‘subprime’).

Mayo 17, 2007: en la conferencia anual sobre Estructura Bancaria y Competencia del Chicago Fed anticipó ciertos efectos laterales de los subprime, “…creemos que el efecto de los problemas en el sector subprime sobre el mercado general de viviendas será probablemente limitado, y no esperamos derrames significativos sobre el resto de la economía o el sistema financiero. La gran mayoría de las hipotecas, incluyendo las subprime, continúan funcionando bien.” (no por mucho tiempo más…)

Enero 10, 2008: en respuesta a una pregunta en una conferencia en Washington, si los Estados Unidos ya estaban en recesión, “La Reserva Federal no está pronosticando una recesión…”

Febrero 27, 2008: en testimonio ante el Comité Bancario del Senado, un mes antes de la quiebra de Bear Stearns y siete meses antes de la crisis sistémica: “Espero que habrá algunas quiebras… entre bancos regionales pequeños. Entre los bancos grandes, el capital está bien y no anticipo problemas serios de esa clase entre los bancos grandes, activos internacionalmente, que son una parte sustancial de nuestro sistema bancario”.

Julio 16, 2008: en testimonio ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes dijo: [Fannie Mae y Freddie Mac están]… adecuadamente capitalizadas. No están en peligro de caer…” (entre las dos tenían o garantizaban $5 billones de hipotecas que fueron colocadas en ‘receivership’ dos meses después por temor a su default).

 

Las causas de las crisis económicas según Mises

Los alumnos de Historia del Pensamiento Económico de la UBA leyeron a Ludwig von Mises, “Las causas de las crisis económicas”. Va un el comentario de un alumno, y luego preguntas de varios:

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“Me parece interesante la definición del objetivo que le da von Mises al capitalismo. Es una definición más realista que creo que merece la siguiente interpretación: ante el avance del socialismo que no solo tenía como fin producir cada vez más sino que además le agregaba una distribución más equitativa, el capitalismo se veía amenazado. Más allá de que el sistema capitalista obtenga una mayor producción, el socialismo distribuye más equitativamente y esto provocaba una mayor satisfacción de las clases menos favorecidas. El hecho de que von Mises diga que el fin del capitalismo es servir al consumidor pone a éste en una especie de pedestal, es decir, de darla la mayor satisfacción posible. Por lo tanto, con esta definición el capitalismo se aleja del socialismo y deja de estar amenazado por tal.”

El capitalismo queda en una mejor posición contra el socialismo, también, cuando von Mises dice que la fortuna es el resultado de un plebiscito de los consumidores, le asigna una visión democrática. Que luego se retracta y afirma que en realidad es una visión semi-democrática porque el consumidor siempre tiene la razón ante el empresario.”

Aquí van sus preguntas, y las respuestas:

  1. ¿Cuándo von Mises dice que no hay que intervenir el mercado laboral, dice que los sindicatos ni siquiera deberían existir?

Respuesta: No, está muy bien que existan porque son asociaciones voluntarias de personas, y como tales parte de la sociedad civil; pero no debería poder de carterlizarse y cerrar el ingreso de competidores o el de fijar las condiciones de trabajo para todo el mercado, para trabajadores que sean miembros o no.

  1. El autor plantea que la economía capitalista es una democracia. ¿los consumidores son formadores de precios o tomadores de precios? ¿Existe el poder real de los consumidores sobre el productor?

Respuesta: Sí, en el sentido que si el consumidor no compra (y elige a sus competidores), el productor desaparece.

  1. La política monetaria expansiva, si es aplicada correctamente, ¿puede considerarse una buena herramienta de política económica? La agresiva política expansiva de la FED fomentó la actividad económica y trajo paliativos a la crisis.

Respuesta: La política monetaria no puede ser aplicada “correctamente” porque esa nueva expansión no ingresa el mercado donde lo harían los inversores y consumidores, es decir, inevitablemente distorsiona precios relativos; aunque genere una recuperación de la actividad, distorsionada. La política expansiva de la FED alivia la crisis y siembra las semillas de la próxima, alimenta el ciclo futuro.

  1. Esbozando esta teoría más que criticando a Marx, lo está apoyando con nuevos enfoques, yo me pregunto, ¿en qué se diferencian las crisis de sobreproducción marxista de las crisis de sobre expansión del crédito bancario?

Respuesta: La marxista es “endógena”, el capitalismo falla por su naturaleza. La segunda es “exógena”, es generada por la política monetaria del estado, no por el mercado. Esto hace una gran diferencia a la hora de buscar soluciones.

  1. ¿Excluir las políticas de intervención estatal en la economía acabaría con los ciclos económicos?

Respuesta: Sí, porque no hay razón por la que “toda” la actividad tenga que caer al mismo tiempo salvo que no sea por un factor que está presente en todas ellas, y esto es que todos los intercambios se realizan a través de la moneda. Lo más cercano a una crisis general podría ser lo que sucediera por motivo de una catástrofe natural generalizada, difícil de imaginar, o de una guerra, por ejemplo.