Parece obvio: si la gente entiende que ciertas normas son injustas, tiende a desobedecerlas

Hay un elemento de percepción de justicia en la forma y el grado de aceptación de las instituciones por parte de la gente. Es lo que plantean en este trabajo DISCUSSION PAPER SERIES IZA DP No. 16346 titulado “Behavioural Responses to Unfair Institutions: Experimental Evidence on Rule Compliance, Norm Polarisation, and Trust”;  JULY 2023 por Simon Columbus University of Copenhagen; Lars P. Feld, Albert-Ludwigs-Universität Freiburg; Matthias Kasper, Walter Eucken Institute, Freiburg y Matthew D. Rablen, University of Sheffield and IZA: https://econpapers.repec.org/scripts/redir.pf?u=https%3A%2F%2Fdocs.iza.org%2Fdp16346.pdf;h=repec:iza:izadps:dp16346

“Este estudio investiga los efectos de la aplicación injusta de reglas institucionales sobre las contribuciones al bien público, las normas personales y sociales y la confianza. En un experimento en línea previamente registrado (n = 1038), encontramos que las instituciones sesgadas reducen el cumplimiento de las reglas en comparación con las instituciones justas. Sin embargo, la aplicación de las normas –justa e injusta– reduce la polarización de las normas en comparación con la no aplicación. También encontramos que la heterogeneidad social reduce la confianza promedio e induce un favoritismo en la confianza dentro del grupo. Finalmente, encontramos evidencia consistente de los efectos de los pares: niveles más altos de cumplimiento entre pares aumentan el cumplimiento futuro y se traducen positivamente en normas y confianza. Nuestro estudio contribuye a la literatura sobre respuestas conductuales al diseño institucional y fortalece los argumentos a favor de la aplicación imparcial de las reglas.”

Cuatro reglas que impulsaron el progreso económico de Occidente, protegiendo al capital humano

Fue el cambio institucional el que impulsó el progreso de Occidente, y para que éste sucediera un cambio de ideas y valores previo. Aquí un autor propone que fueron cuatro reglas las que más aportaron a ese proceso. Se trata del artículo “On the role of social rules in economic development: historical perspectives”, por Jean-Paul Chavas de la Universidad de Wisconsin, publicado en Evolutionary and Institutional Economics Review volume 20, pages123–139 (2023): https://doi.org/10.1007/s40844-023-00250-2

“Este artículo explora el papel de las reglas sociales en el desarrollo económico. Revisa la evidencia histórica sobre las reglas sociales y sus vínculos con el capital humano. Presentamos evidencia de respaldo de la evolución histórica de cuatro aspectos importantes de la sociedad: (1) mejores mecanismos de resolución de disputas; (2) la eliminación de la servidumbre por deudas; (3) reducciones en la severidad de los castigos; y (4) el desarrollo de reglas de responsabilidad limitada y sus vínculos con el surgimiento de la corporación moderna. En cada caso, evaluamos cómo han evolucionado las reglas sociales para proteger el capital humano y apoyar el desarrollo económico.”

Inflación en el mundo: el problema no es malas política monetarias sino malas reglas de juego

¿Porqué son tan malos los banqueros centrales en su tarea? Con motivo del aumento de la inflación a partir de la expansión monetaria durante la pandemia, se discuten las políticas monetarias pero muy poco sobre la institucionalidad monetaria. Esto es lo que trata el libro: Boettke, P., Salter, W., and Smith, D. (2021). Money and the rule of Law: generality and predictability in Monetary Institutions. Cambridge University Press, pp: 193.

Lo comenta Pablo Paniagua Universidad del Desarrollo (UDD), Santiago, Chile; Research Fellow at the Centre for the Study of Governance & Society (CSGS), King’s College London, London, England; en la revista Constitutional Political Economy volume 34, pages260–266 (2023}:

“Recientemente, el mundo entero, y particularmente Estados Unidos, ha estado experimentando los peores niveles de inflación en casi 40 años (Blanchard, 2022). Esta nueva realidad podría ser bastante sorprendente para los economistas, ya que ahora sabemos cómo funcionaba la economía en los años 70 y 80, y qué provocó los altos niveles de inflación durante ese tiempo: expansiones masivas de la base monetaria a través de la política monetaria discrecional (Friedman, 1977; Meltzer, 2005). Sin embargo, aquí estamos de nuevo: el fantasma de la inflación ha regresado sigilosamente a nuestro sistema económico, a pesar de que conocemos sus causas y consecuencias, así como también cómo evitarla (Goodfriend, 2007). Entonces, mientras muchos economistas están (justamente) preocupados por la inflación, hay una pregunta más fundamental que muy pocos académicos se hacen: ¿cómo es que los banqueros centrales son tan malos en su trabajo, a pesar de todo el conocimiento que hemos acumulado? ?

Esta es una pregunta pertinente que ha sido dejada de lado recientemente en economía, pero es precisamente el tema apremiante abordado en Money and the Rule of Law. Los autores sugieren que, “el dinero de hecho lo cambia todo. Y dado que lo hace, será mejor que tengamos nuestras instituciones monetarias y financieras correctas. Argumentamos que hacerlos bien depende de hacer que la política monetaria sea consistente con el estado de derecho” (Boettke et al., 2021, p. xiv).

La proposición crucial del libro es simple y fácil de comprender para los académicos versados ​​en el trabajo de James Buchanan sobre Economía Política Constitucional (Brennan & Buchanan, 1985) y Elección Pública (Buchanan & Wagner, 1977): principalmente, lo que realmente importa para determinar los resultados son las reglas del juego (Buchanan, 2008). En consecuencia, si tiene reglas defectuosas, es decir, aquellas que generan malos incentivos y procesos de conocimiento deficientes, obtendrá malos resultados. En cambio, si tiene reglas sólidas o sólidas, es decir, aquellas reglas que generan mejores incentivos y conocimiento superior, obtendrá mejores resultados (Pennington, 2011). A pesar de todo su refinamiento macroeconómico y altos niveles de tecnicidad, la política monetaria no puede escapar a este hecho fundamental de naturaleza económica; esto se debe a que tanto la política monetaria como los procesos bancarios siempre serán dependientes de la estructura institucional en la que opere (Paniagua, 2021). Por lo tanto, el conjunto de reglas o instituciones del “juego monetario”, ya sea para bien o para mal, determinará en última instancia el resultado de la política monetaria. Footnote1 En otras palabras, las instituciones y las reglas dominan la calidad de las personas y su experiencia. Bajo esta forma de pensar constitucional, el problema actual de la inflación y otros males monetarios son, en última instancia, un problema de malas reglas.”

Reglas que ordenan nuestras vidas: leyes, recetas de cocina, manuales militares, normas de tránsito

Lorraine Daston es una historiadora estadounidense de la ciencia. Directora emérita del Instituto Max Planck para la Historia de la Ciencia en Berlín y profesora invitada en el Comité de Pensamiento Social de la Universidad de Chicago, es una autoridad en la historia científica e intelectual de la Europa Moderna Temprana. Como anécdota, es la mujer de Gerd Gigerenzer, un conocido psicólogo alemán.

Daston publica un libro titulado: Rules: A Short History of What We Live By, A panoramic history of rules in the Western world: https://press.princeton.edu/books/hardcover/9780691156989/rules

“Las reglas ordenan casi todos los aspectos de nuestras vidas. Ellas establecen nuestras horas de trabajo, dictan cómo conducimos y ponemos la mesa, nos dicen si debemos ofrecer una mano extendida o una mejilla a modo de saludo y organizan los ritos de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte. Podemos irritarnos con las reglas que tenemos y anhelar las que no tenemos, pero ninguna cultura podría prescindir de ellas. En Rules, la historiadora Lorraine Daston rastrea su desarrollo en la tradición occidental y muestra cómo las reglas han evolucionado desde la antigüedad hasta los tiempos modernos. Basándose en un rico tesoro de ejemplos, incluidos tratados legales, libros de cocina, manuales militares, normas de tráfico y manuales de juegos, Daston demuestra que, si bien el contenido de las reglas es deslumbrantemente diverso, las formas que toman son sorprendentemente pocas y duraderas.

Daston descubre tres tipos duraderos de reglas: los algoritmos que calculan y miden, las leyes que gobiernan y los modelos que enseñan. Ella ilustra vívidamente cómo las reglas pueden cambiar, cómo las reglas flexibles se endurecen, o viceversa, y cómo las regulaciones que alguna vez fueron molestas se convierten en normas cotidianas. Se han ideado reglas para casi todas las actividades imaginables y van desde regulaciones meticulosas hasta las leyes de la naturaleza. Daston explora debajo de esta variedad para investigar cuándo funcionan las reglas y cuándo no, y por qué algunos problemas filosóficos sobre las reglas son tan antiguos como la filosofía misma, mientras que otros son tan modernos como las máquinas calculadoras.

Rules ofrece una visión amplia de la historia de las restricciones que nos guían, lo sepamos o no.”

 

Artículo en el Cronista: Reglas o discreción y la independencia del Banco Central

 

https://www.cronista.com/columnistas/Reglas-o-discrecion-y-la-independencia-del-Banco-Central-20180116-0042.html

El anuncio reciente sobre las modificaciones a los objetivos de inflación que busca alcanzar el Banco Central dio pie a un intenso debate sobre la política monetaria que lleva adelante el Gobierno. La conferencia en la cual esas medidas fueron anunciadas mostró también claramente el funcionamiento del marco institucional de esta política.

Desde hace décadas que en este último campo predominan dos temas, usualmente relacionados: reglas versus discrecionalidad, y la independencia del Banco Central. ¿Qué es lo que mostraron estos últimos anuncios? Que supuestamente existe una regla (objetivos de inflación), pero que esta se modifica a discreción; y que la independencia del BCRA es limitada a los instrumentos para alcanzar metas que le fija el Ejecutivo.

Los temas están interrelacionados porque una regla tiene que ser creíble, y buena parte de esa credibilidad se basa en la independencia de quien la va a intentar cumplir sin recibir presiones políticas. Por supuesto que esas presiones son ahora mejores de lo que eran hace un par de años, ya que todos parecen entender el origen del problema (el déficit fiscal y su financiamiento); mientras que antes no solamente no había independencia ni reglas sino que las autoridades económicas y monetarias creían que la inflación no era un fenómeno monetario, y demostraban lo opuesto con los resultados de sus políticas.

En un trabajo muy reciente, uno de los más reconocidos autores en esta materia, John B. Taylor, autor de la ahora famosa «Taylor rule», analiza las ventajas de ambas cosas, reglas e independencia («Rules versus discretion: Assessing the debate over the conduct of monetary policy»; NBER Working Paper 24149, Diciembre 2017): «Al otorgar independencia a una agencia gubernamental en una democracia, se necesita asegurar que la agencia tenga un propósito bien definido y clara rendición de cuentas. Cuando los bancos centrales se alejan de ser instituciones con fines limitados y se convierten en instituciones independientes de múltiple propósito, escapan los controles necesarios de un sistema democrático. Esto puede llevar a intervenciones inapropiadas que no hayan sido aprobadas por el proceso legislativo o el voto de la gente. También puede llevar a un pobre desempeño económico. La investigación muestra que la independencia del banco central es necesaria para una buena política monetaria y, por ende, un buen desempeño económico, pero no es suficiente».

En nuestro caso, no tenemos independencia y hacemos de las reglas discreción. La institucionalidad es débil, incluso pese a que estas reglas discrecionales sean mejores que las anteriores.

Tal vez la salida de este atolladero sea, no ya discutir que regla no vamos a cumplir, o que independencia no vamos a tener, sino una regla que imponga la gente, los usuarios, no la política. Me refiero a la libre competencia de monedas. Es lo que existía antes de que los bancos centrales reclamaran su monopolio y resurgió como propuesta luego de los trabajos del premio Nobel F. A. Hayek y otros economistas; y avanza en la práctica con las criptomonedas y la globalización financiera.

Sería ampliar lo que ya somos, un país bimonetario, con pesos y dólares, y bien podría adaptarse al gradualismo actual. La creciente competencia (para lo cual habría que ampliar la elección de moneda en todo tipo de pagos, aun de y al Estado) significaría una regla de la cual el Central no podría escapar y lo forzaría a hacer buena letra.

Somos una sociedad que no cumple muchas reglas. Cada cual quiere tener la propia. Curiosamente, en este campo eso podría hacerse. El peso cumple (o no) una regla, el dólar cumple otra, el Bitcoin también.

Comenta Hayek en la obra donde presenta el tema (Desnacionalización del dinero, 1978): «No hace tanto tiempo, en 1960, yo mismo argumentaba que privar a los gobiernos de su control sobre la política monetaria no sólo sería impracticable, sino que, aun en el caso de que fuera posible, sería indeseable. Esta opinión se basaba en la tácita presunción común de que debe existir en cada país un solo y uniforme tipo de dinero. Ni siquiera consideraba la posibilidad de una verdadera competencia entre monedas dentro de un determinado país o territorio. Si sólo se permite una clase de dinero, es probable que el monopolio de su emisión deba estar bajo el control del gobierno. La circulación concurrente de diversas monedas puede resultar a veces inconveniente, pero un detenido análisis de sus efectos indica que las ventajas superan de tal forma a los inconvenientes, que, comparativamente, éstos apenas cuentan, aunque la falta de familiaridad con la nueva situación los haga parecer mayores de lo que serían en realidad».

Con repasar los resultados históricos del BCRA (Milei los describe en «El dinero y esa atroz locura llamada Banco Central») quedan claros los beneficios de una mayor competencia.

Hayek sobre la diferencia entre leyes y mandatos: las leyes son reglas generales sobre lo que no se puede hacer

Con los alumnos de la UFM vemos ahora a uno de los principales economistas austriacos internarse en el mundo de las ciencias políticas y jurídicas. Así, leemos el Capítulo X del libro “Los Fundamentos de la Libertad”, que se titula “Las Leyes, los Mandatos y el Orden Social”, que es presentado de esta forma:

Hayek

“Uno de los mayores juristas del siglo pasado definió así la concepción básica de la ley de la libertad: «Es la regla en cuya virtud se fija la frontera invisible dentro de la cual el ser y la actividad de cada individuo tienen una segura y libre esfera». Con el discurrir del tiempo, dicho concepto de ley, que constituyó la base de la libertad, se ha perdido en gran medida. Principal objetivo de este capítulo será recuperar y hacer más preciso el concepto jurídico sobre el que se constituyó el ideal de libertad bajo el derecho haciendo posible hablar de este último como «ciencia de la Iibertad».

La vida de los hombres en sociedad, o incluso la de los animales gregarios, se hace posible porque los individuos actúan de acuerdo con ciertas normas. Con el despliegue de la inteligencia, las indicadas normas tienden a desarrollarse y, partiendo de hábitos inconscientes, llegan a ser declaraciones explícitas y coherentes a la vez que más abstractas y generales. Nuestra familiaridad con las instituciones jurídicas nos impide ver cuán sutil y compleja es la idea de delimitar las esferas individuales mediante reglas abstractas. Si esta idea hubiese sido fruto deliberado de la mente humana, merecería alinearse entre las más grandes invenciones de los hombres. Ahora bien, el proceso en cuestión es, sin duda alguna, resultado tan poco atribuible a cualquier mente humana como la invención del lenguaje, del dinero o de la mayoría de las prácticas y convenciones en que descansa la vida social.

Incluso en el mundo animal existe una cierta delimitación de las esferas individuales mediante reglas. Un cierto grado de orden que impide las riñas demasiado frecuentes o la interferencia en la búsqueda de alimentos, etc., surge a menudo del hecho de que el ser en cuestión, a medida que se aleja de su cubil, tiene menos tendencia a luchar. En consecuencia, cuando dos fieras se encuentran en alguna zona intermedia, una de ellas, normalmente, se retira sin que realmente trate de demostrar su fortaleza, y de esta forma la esfera que corresponde a cada bestia no se determina por la demarcación de un límite concreto, sino por la observancia de una regla, desconocida como tal regla por el animal, pero a la que se ajusta en el momento de la acción. El ejemplo demuestra cuán a menudo tales hábitos inconscientes envuelven cierta abstracción: la generalización de que la distinción del lugar donde el animal habita determinará la respuesta de dicho animal en su encuentro con otro. Si tratáramos de definir algunos de los más reales hábitos sociales que hacen posible la vida de los animales gregarios, tendríamos que exponer muchos de ellos mediante reglas abstractas.

El que tales reglas abstractas sean observadas regularmente en la acción no significa que los individuos las conozcan en el sentido de que puedan comunicadas. La abstracción tiene lugar siempre que un individuo responde de la misma manera a circunstancias que tienen solamente algunos rasgos en común. Los hombres, generalmente, actúan de acuerdo con normas abstractas en el sentido expuesto, mucho antes de que puedan formularlas. Incluso cuando los humanos han adquirido el poder de la abstracción consciente, su pensamiento y su actuación están guiados probablemente por muchas reglas abstractas que obedecen sin ser capaces de formularlas. El hecho de que una regla determinada sea obedecida generalmente a la hora de actuar, no significa que haya de ser descubierta y formulada mediante palabras.”