Greta Thunberg: está muy bien que los jóvenes se rebelen y quieran cambios, pero ser joven no garantiza ser razonable

Robby Soave, autor del libro Panic Attack: Young Radicals in the Age of Trump. 

comenta  la designación de Greta Thunberg como Person of the Year por la revista Time: https://reason.com/2019/12/11/greta-thunberg-time-person-of-the-year/

La canonización secular de Greta Thunberg está completa: la revista Time la nombró la Persona del Año 2019, pasando por alto a candidatos como los manifestantes de Hong Kong o los denunciantes de la administración Trump.

 

La designación es bastante arbitraria (¿cómo se cuantifica exactamente la influencia?) Y no se debe tomar demasiado en serio (al menos no después de 2006). Y aunque el tono del artículo de Time sobre Thunberg es muy hagiográfico, la designación no es necesariamente un respaldo del ganador: Adolf Hitler fue la Persona del Año en 1939. Todo esto es para decir que realmente no importa quién gane Persona del año, por lo que nadie debería estar tan molesto de que este año sea un activista de cambio climático de 16 años.

 

Y, sin embargo, el premio refuerza la idea de que Thunberg es alguien cuya ira justa debería traducirse automáticamente en políticas públicas. Como Nick Gillespie observó en un artículo sobre su activismo, Thunberg es un avatar del «pensamiento catastrófico», y empuja erróneamente un mensaje de pesimismo:

 

Los histriónicos de Greta Thunberg probablemente sean sinceros, pero ni ellos ni las respuestas deplorables que conjuran son una guía para una buena política ambiental en un mundo que se enriquece cada día más. Por primera vez en la historia humana, la mitad de la población de la Tierra es de clase media o más rica y la tasa de muertes por desastres naturales está muy por debajo de lo que era hace unas décadas. Proteger todo lo que es tan importante como proteger el medio ambiente y, lo que es más importante, esos dos objetivos no son mutuamente excluyentes.

 

Después de décadas de tratar a los niños como poco más que mascotas, los medios de comunicación ahora dan demasiado peso a las opiniones de los activistas adolescentes, particularmente cuando protestan sobre temas como el cambio climático, la violencia armada en las escuelas, la desigualdad de ingresos, etc. Como ha escrito Ilya Somin. , los jóvenes, incluso aquellos que pueden afirmar de manera creíble que han sido especialmente perjudicados por alguna crisis, generalmente no tienen ideas especiales o un fuerte conocimiento de las políticas públicas. De acuerdo con Somin:

 

Los jóvenes, como regla general, saben menos sobre el gobierno y las políticas públicas que otros grupos de edad. Por esa razón, también es menos probable que tengan ideas valiosas sobre cómo abordar problemas difíciles. …

 

Sería un error descartar de antemano las propuestas de políticas, simplemente por la edad de sus adherentes. Pero también es un error atribuir cualquier sabiduría política especial a los jóvenes. El hecho de que un gran número de jóvenes apoye una causa política agrega poco, si es que algo, a sus méritos.

 

Thunberg es la Persona del Año del Time, pero eso no hace que sus afirmaciones sobre el futuro del planeta sean menos erróneas: no estamos «en el comienzo de una extinción masiva» y el mundo no va a terminar en el próximo 10-12 años salvo la adopción de sus ideas radicales.

 


Repasemos un poco las políticas de las últimos gobiernos chilenos para entender mejor lo que ocurrió allí

José Niño escribe en el Mises Wire un interesante análisis sobre los recientes acontecimientos en Chile. Termina haciendo énfasis en la necesidad de descentralización: https://mises.org/es/wire/los-manifestantes-chilenos-podr%C3%ADan-poner-fin-d%C3%A9cadas-de-progreso-en-chile

Desde principios de octubre, los manifestantes han obstruido las calles de Santiago y otras ciudades en contra de las recientes subidas de tarifas del metro, al tiempo que expresan su preocupación por el estancamiento de los salarios y el alto costo de vida. Algunas de estas quejas detrás de estas protestas son válidas. Sin embargo, la pregunta del millón de dólares que rodea a toda protesta política de masas sí lo es: ¿Cómo resolverán los manifestantes estos problemas?

La respuesta por defecto a la que los manifestantes están recurriendo generalmente implica tener una mayor presencia del Estado en la economía. Las recientes protestas en Chile así lo han indicado. En el 2012, los chilenos protestaron contra el modelo económico de la nación al destacar el sistema educativo de Chile y ridiculizar el control privado de la industria del cobre del país. Como era de esperar, recurrieron a los típicos puntos de discusión de la denuncia de la desigualdad y la búsqueda de beneficios. Para resolver las supuestas injusticias de este sistema, reclamaron la «educación gratuita» y la nacionalización de la industria del cobre en el país.

De hecho, el sistema de educación superior de Chile es heterodoxo en términos de universidades públicas y privadas. Gracias a sus características nominales de mercado, se convirtió rápidamente en uno de los principales sistemas universitarios de América Latina. Entre 1992 y 2012, el número de chilenos que pasaron por la educación secundaria creció de 200.000 a 1,2 millones. Sin embargo, los manifestantes insistieron en que el sistema era injusto y presionaron para que el gobierno ejerciera un mayor control. Si Chile se tomara en serio su ética de mercado, el sistema educativo debería haber sido liberalizado para que los chilenos tengan más opciones educativas -ya sean de lujo o de presupuesto- a su conveniencia.

Cuando Sebastián Piñera fue elegido en 2010 –que marcó la primera vez que Chile tenía un gobierno de derecha elegido democráticamente en décadas– la gente tenía grandes expectativas para su gobierno. Había esperanzas de que Piñera llevara a Chile a los estándares del «Primer Mundo». A pesar de la publicidad, la administración de Piñera fue bastante deslucida. Tuvo algunos momentos brillantes cuando el gobierno de Piñera decidió reducir los tiempos de espera para los estudios de impacto ambiental, reducir la burocracia innecesaria, reducir los aranceles de importación y la cantidad de tiempo para establecer un negocio.

Sin embargo, Piñera elevó los impuestos corporativos de 17 a 20 por ciento en 2013 y trató de aplacar a las hordas de manifestantes estudiantiles garantizando becas para el 60 por ciento más pobre de la población y préstamos con una tasa de interés real del 2 por ciento para todos, excepto para el 10 por ciento más rico. No hubo un esfuerzo real por parte de Piñera para continuar liberalizando la economía. A su favor, Piñera aún mantenía un mínimo de moderación que le permitía a Chile seguir adelante y seguir creciendo. Considerando todas las cosas, la primera administración de Piñera fue una decepción para cualquiera que creyera que podría introducir reformas sustanciales de libre mercado.

Cuando Michelle Bachelet entró en escena, las cosas empezaron a tomar un giro negativo. Su gobierno subió las tasas de impuestos corporativos, trató de socavar el sistema de educación superior de Chile y utilizó la administración pública para empoderar a los sindicatos. Lo más importante, sin embargo, fue su uso del púlpito del matón para cambiar la narrativa general que rodea la economía política de Chile. No sólo condenó el modelo por supuestamente producir altos niveles de desigualdad en la riqueza, sino que lo llevó un paso más allá al sugerir un posible cambio en el orden constitucional a través de la Asamblea Constituyente.

Después de que la economía de Chile se arrastrara durante los años de Bachelet, los votantes decidieron volver a tirar de la palanca por Piñera. Lamentablemente, la economía sigue rezagada y Piñera revierte su promesa de campaña de recortar los mismos impuestos corporativos que su predecesor. Además, está tomando caballos de batalla progresistas como la consagración de los derechos de la mujer en la constitución y el uso de fondos estatales para socavar el sistema de pensiones privatizado de Chile. Para entonces, los simpatizantes del libre mercado se dieron cuenta rápidamente de que Piñera estaba orquestando una repetición de su milésimo primer mandato como presidente.

Con los disturbios generalizados que tiene ante sí, la administración se ve obligada a atravesar aguas desconocidas. Piñera ya está vacilando al prometer un nuevo «contrato social» que incluye aumentos del salario mínimoaumentos de impuestos a los individuos más ricos del país y una mayor participación del Estado en el sistema de pensiones de Chile. Dado lo voraces que se han vuelto los activistas de izquierda en Chile, no estarán satisfechos con las concesiones de Piñera. Con toda probabilidad, Piñera podría ceder a la presión e iniciar una asamblea constituyente, lo que podría traer niveles sin precedentes de inestabilidad institucional a Chile.

Satoshi Nakamoto, el gran misterio del creador de Bitcoin, de las criptomonedas y el blockchain. Nada se sabe desde hace 9 años.

Satoshi Nakamoto es un personaje especial, o vaya a saber si es un personaje o varios. Lo cierto es que bajo ese nombre se presentó el proyecto Bitcoin que dio origen, no solamente a esa moneda, sino al mundo actual de las criptomonedas y, gracias a su tecnología de base, blockchain, a un mundo de innovaciones tecnológicas. Lo más importante hasta ahora, creo, es haber dado el puntapié para el desarrollo espontáneo de monedas privadas, y otro de contratos que se resuelven sin la participación de la justicia estatal.

El misterio sobre Nakamoto continúa. EN estos días se cumplieron nueve años de la última señal de vida que diera, de su última publicación. Interesante el artículo de Andrea Lean en CriptoNoticias: https://www.criptonoticias.com/comunidad/hace-9-anos-satoshi-nakamoto-ultimo-mensaje-bitcointalk/

Así empieza:

Hace nueve años, el creador de Bitcoin realizó su última publicación en el foro BitcoinTalk. El enigmático Satoshi Nakamoto desapareció del ojo público el 12 de diciembre del año 2010, dejando tras de sí una proyecto de moneda que crecía aceleradamente y muchas dudas. En la actualidad dicho mensaje es el punto de partida de diversas especulaciones, las cuales tratan de responder: ¿Por qué Satoshi Nakamoto despareció abruptamente? ¿Y dónde se encuentra hoy en día?

Para entender esta historia hay que empezar hablando de BitcoinTalk, foro creado en noviembre del año 2009 por Satoshi Nakamoto para discutir sobre criptomonedas y la tecnología en torno a la blockchain. En el portal se llevó a cabo la primera comercialización de bitcoin para comprar una pizza con bitcoin, así como se popularizo el inmortal meme «HODL» entre aquellos propietarios que ahorraban BTC.

El creador de Bitcoin, quién según algunas teorías pudo haber sido también un grupo de desarrolladores bajo un mismo seudónimo, fue un miembro activo del foro desde sus inicios. Bajo el usuario «Satoshi», el misterioso personaje realizó unas 572 publicaciones, cesando totalmente sus actividades a finales del año 2010. Sin embargo, contrario a toda expectativa, la última publicación de Satoshi Nakamoto no fue una despedida ni mucho menos un escrito justificando su retirada. Nakamoto reportó una corrección en la versión 0.3.19 de Bitcoin Core y no volvió a realizar otra aparición pública en Internet.

Todas y cada una de las experiencias socialistas han fracasado. ¿Qué más se puede decir? ¿Porqué esta vez será diferente?

Kristian Niemetz es autor del libro Socialism, recientemente publicado por el Institute of Economic Affairs de Londres. Aquí en una nota, presenta su principal argumento:

Primero, por mucho que los autores insistan en que los ejemplos anteriores de socialismo no eran «realmente» socialistas, ninguno de ellos puede decirnos qué harían exactamente de otra manera. En lugar de proporcionar al menos un bosquejo de cómo «su» versión del socialismo funcionaría en la práctica, los autores escapan a la abstracción y hablan de aspiraciones nobles en lugar de características institucionales tangibles. «Trazar nuevos destinos para la humanidad» y «democratizar la economía» son buenas frases de moda, pero ¿qué significa esto, en la práctica? ¿Cómo manejaría «la gente» conjuntamente «su» economía? ¿Nos reuniríamos todos en Hyde Park y debatiríamos cuántos cepillos de dientes y cuántos destornilladores deberíamos producir? ¿Cómo decidiríamos quién recibe qué? ¿Cómo decidiríamos quién hace qué? ¿Qué pasa si resulta que en realidad no estamos de acuerdo? Estos no son algunos detalles técnicos triviales que podemos dejar hasta después de la revolución. Estas son las preguntas más básicas y fundamentales que un proponente de cualquier sistema económico debe poder responder. Han pasado casi tres décadas desde la caída del Muro de Berlín: tiempo suficiente, uno debería pensar, para que los socialistas «modernos» propongan algunas ideas para un tipo diferente de socialismo. Sin embargo, aquí estamos. Después de todos esos años, todavía no se han movido más allá de la etapa de la palabra de moda. En segundo lugar, los autores no parecen darse cuenta de que no hay nada remotamente nuevo sobre las elevadas aspiraciones de las que hablan y las frases de moda que usan. Darle al pueblo un control democrático sobre la vida económica siempre ha sido la aspiración y la promesa del socialismo. No es que esto nunca se le haya ocurrido a las personas que participaron en proyectos socialistas anteriores. Por el contrario: esa fue siempre la idea. Nunca hubo un momento en que los socialistas comenzaron con la intención expresa de crear sociedades estratificadas dirigidas por una élite tecnocrática. El socialismo siempre resultó de esa manera, pero no porque tenía la intención de ser así. Los socialistas contemporáneos no abordan por completo las deficiencias del socialismo en la esfera económica. Los socialistas generalmente reaccionan con verdadera irritación cuando un oponente político menciona un proyecto socialista anterior y fallido. No pueden ver esto como algo más que un hombre de paja, y un tiro barato. Como resultado, se niegan a abordar la pregunta de por qué esos intentos han resultado ser como lo hicieron. Según los socialistas contemporáneos, los líderes socialistas anteriores simplemente no lo intentaron realmente, y eso es todo lo que hay que saber. Están equivocados.

Pesticidas químicos: uno de los grandes villanos modernos en verdad salvó a muchos de las hambrunas

Tom Morley explica en Human Progress el papel de los pesticidas, sobre los que actúa más la pasión que la razón:

Cultivar los cultivos y criar a los animales que alimentan a la civilización es una batalla incesante contra el deterioro provocado por las plagas. La agricultura produce una generosa cantidad de calorías, almacenadas en una sola ubicación: un tesoro demasiado tentador para muchas plagas. Los humanos han estado luchando contra las causas del deterioro y pérdida de cultivos durante más de diez mil años. Sin embargo, solo en los últimos cientos de años la ciencia y la tecnología agrícolas han podido inclinar la balanza en la lucha contra el deterioro sustancialmente a favor del ser humano. Los anales de la historia están repletos de ejemplos de deterioro de cultivos inducidos por plagas y pérdida de cultivos, que a menudo dan como resultado una hambruna generalizada e inmunización.

Entre 1845 y 1850, por ejemplo, un virulento moho de tizón tardío se apoderó de los campos de papa de Irlanda, destruyendo rápidamente casi todo el cultivo. El hambre fue inmediata, y sin acceso a una red comercial amplia y variada de alimentos y una fuente más variada de alimentos disponibles en el hogar, la hambruna se produjo rápidamente. El tizón tardío que devastó Irlanda a mediados del siglo XIX causó más de un millón de muertes. Entre el 20 y el 25 por ciento de la población pereció en la hambruna o emigró a los Estados Unidos u otros países. La aplicación de fungicidas modernos en los campos de Irlanda habría evitado por completo la hambruna. Desafortunadamente, pasarían otros cien años antes de que se inventaran tales fungicidas.

Los pesticidas son una gama extremadamente amplia de compuestos químicos, tanto naturales como sintéticos, que los humanos utilizan para controlar plantas infecciosas o destructivas, insectos, animales, hongos, bacterias y una amplia gama de microbios. El advenimiento de la experimentación con pesticidas y herbicidas naturales comenzó modestamente en 2000 a. C. en el sur de Mesopotamia, con la aplicación de azufre en polvo a los cultivos de hortalizas. Para 1550, se usaban varios plaguicidas de origen natural pero altamente tóxicos en toda Europa, incluidos el arsénico, el mercurio y el plomo. Estos pesticidas químicos de origen natural se usaron ampliamente hasta que se desarrollaron los primeros pesticidas sintetizados en laboratorio, a partir de la década de 1940.

Desde la década de 1950 en adelante, se desarrollaron y probaron pesticidas sintéticos nuevos e innovadores con un enfoque progresivamente creciente en la reducción de la toxicidad química, el volumen de pesticida requerido para lograr un efecto dado y el costo total para el agricultor. Los tres indicadores de rendimiento de conducción ayudaron a los agricultores a producir más cultivos y alimentar a más personas y animales a un costo menor, lo que condujo a una menor limpieza de tierras.

La aplicación de pesticidas a los cultivos agrícolas ha sido transformadora para los agricultores y para quienes compran productos cultivados por igual. Los rendimientos dramáticamente mejorados han mantenido el costo real de los alimentos significativamente más bajo de lo que sería posible sin el uso de pesticidas. El uso moderno de fungicidas en los Estados Unidos, por ejemplo, previene entre el 50 y el 90 por ciento de la pérdida de cultivos entre frutas y verduras. A nivel mundial, el uso responsable de los herbicidas, insecticidas y fungicidas modernos previene una pérdida anual de cultivo promedio de aproximadamente el 50 por ciento. En 2005, la aplicación global de pesticidas ayudó a prevenir una pérdida de cultivos por un total de casi medio billón de dólares. Junto con los modernos fertilizantes y equipos industriales, los pesticidas han sido y seguirán siendo una parte integral de la alimentación de una civilización humana en crecimiento.

Texto completo: https://humanprogress.org/article.php?p=2277

Según un informe un 99,9% de los viajes en Uber en USA son seguros. ¿Qué pasa con los abusos sexuales y crímenes?

La llegada de Uber sacudió un mercado hasta entonces super regulado y con poca competencia. Claro, salvo a los consumidores, a muchos no le gusta la competencia entre productores, así es como Uber ha sido combatida en todo lugar que ha llegado, con meyor o menor éxito.

El principal argumento contra Uber ha sido que no cumple con los requisitos legales que se demandan de taxistas. Éstos, quieren que los conductores de Uber los cumplan, en lugar de que los liberen a ellos de esas cargas.

Porque, desde el punto de vista del consumidor, tal vez es más confiable la calificación del conductor por parte de otros pasajeros que saber si tiene licencia profesional. En fin, el tema da para mucho más, pero como han buscado atacar a Uber desde muchos lados, uno ha sido el de la seguridad en sus viajes. Reason Foundation comenta un informe sobre los ataques sexuales en viajes de Uber. Así comienza: https://reason.com/2019/12/06/the-chance-of-your-uber-ride-ending-in-a-rape-is-00002/?utm_medium=email

El 99.9 por ciento de los viajes en Uber son seguros, según el último informe de seguridad de EE. UU. De la compañía de viajes compartidos. No obstante, el informe, que cubre 2017-2018, ha generado una gran preocupación, miedo e indignación, gracias a una sección sobre agresión sexual.

Durante el período de dos años, dice la compañía, se produjeron alrededor de 6,000 agresiones sexuales durante los viajes de Uber. Algunas personas parecen estar entendiendo que esto significa que 6,000 pasajeros de Uber fueron agredidos físicamente por sus conductores. Pero de acuerdo con los cálculos de la compañía, «los conductores reportan agresiones aproximadamente al mismo ritmo que los pasajeros en las 5 categorías más graves de agresión sexual».

Además, las «categorías más graves de agresión sexual» incluyen actos tales como besos no sexuales en la cabeza o las mejillas.

No es necesario decir que ni los conductores ni los conductores deberían tener que lidiar con ningún tipo de contacto físico no deseado. Pero cuando pensamos en cómo hacer que servicios como Uber sean más seguros, es importante tener en cuenta que los contratistas de estas empresas también necesitan protección. En este momento, la narrativa sobre los servicios de viaje compartido y la agresión sexual en la cultura popular se ha centrado casi por completo en la amenaza que los conductores de Uber podrían representar para los clientes.

También es importante mantener un sentido de perspectiva. Uber facilitó casi 4 millones de viajes a Estados Unidos todos los días el año pasado, según la compañía. En 2017 y 2018, promedió 3.1 millones de viajes por día. Los conductores de Uber completaron un total de 2.300 millones de viajes en esos dos años.

De estos miles de millones de viajes, solo el 0,0003 por ciento incluyó un informe de un «incidente crítico de seguridad», definido como un accidente letal, una agresión física que resulta en la muerte o cualquier tipo de agresión sexual.

La compañía define «agresión sexual» como «cualquier contacto físico o intento de contacto físico que se informa que es de naturaleza sexual y sin el consentimiento del usuario. Esto puede incluir incidentes dentro de la taxonomía que van desde el intento de tocar una parte del cuerpo no sexual ( p. ej., un usuario que intenta tocar el hombro de una persona de forma sexual / romántica) con penetración sexual no consensuada «.

 

En 2017–2018, los viajes de Uber con incidentes críticos de seguridad resultaron en 126 muertes, que incluyen:

 

107 muertes por accidentes automovilísticos (en 97 accidentes), con aproximadamente una quinta parte de las víctimas mortales son conductores de Uber, un quinto conductor de Uber y el resto terceros, y

19 muertes por asaltos físicos, incluidas las muertes de ocho pasajeros, siete conductores y cuatro terceros.

Las agresiones sexuales se informaron por categoría, con un 45 por ciento de los incidentes reportados que involucraron a jinetes como la parte acusada y un 54 por ciento que involucraron a conductores. Los informes fueron realizados por los pasajeros en el 56 por ciento de los presuntos incidentes de agresión sexual y por los conductores el 42 por ciento de las veces.

Nueve de las diez personas más ricas del planeta son emprendedores que empezaron desde abajo. Super-movilidad social

John Miltimore comenta en la Foundation for Economic Education (FEE), el tema del título. El texto: https://fee.org/articles/what-9-of-the-10-richest-people-in-the-world-have-in-common/

Cada año, Forbes publica su lista de los 400 estadounidenses más ricos. Encabezando la lista en 2019 por segundo año consecutivo fue, para sorpresa de nadie, Jeff Bezos. El fundador de Amazon mantuvo el primer puesto a pesar del divorcio que hizo que su patrimonio neto cayera de $ 160 mil millones a $ 114 mil millones.

En todo el mundo, los estadounidenses representan una parte considerable de las personas más ricas del planeta, lo que representa siete de los diez primeros (ver más abajo). Muchos de los nombres que figuran en la lista de las personas más ricas del mundo son familiares, al igual que sus respectivas marcas: Google, Facebook, Microsoft, etc. (Algunos, como Amancio Ortega y su imperio de la moda Zara, probablemente sean menos familiares).

# Name Net Worth* Company Self-made Entrepreneur?
1 Jeff Bezos $131 B Amazon Yes
2 Bill Gates $96.5 B Microsoft Yes
3 Warren Buffett $82.5 B Berkshire Hathaway Yes
4 Bernard Arnault $76 B Louis Vuitton (LVMH) No
5 Carlos Slim Helu $64 B Grupo Carso Yes
6 Amancio Ortega $62.7 B Zara (fashion chain) Yes
7 Larry Ellison $62.5 B Oracle Yes
8 Mark Zuckerberg $62.3 B Facebook Yes
9 Michael Bloomberg $55 B Bloomberg LLP Yes
10 Larry Page $50.8 B Google Yes

 

Es un grupo bastante diverso, pero lo que une a estas personas (aparte de su enorme riqueza) es que cada uno, con la excepción de Bernard Arnault, el presidente de Louis Vuitton, quien se unió a la compañía de su padre en 1971, es un emprendedor hecho a sí mismo. (Esto es un contraste con los tiempos anteriores en la historia humana en que los individuos más ricos eran conquistadores y gobernantes políticos).

Piketty dice aportar un nuevo socialismo participativo. No es nuevo, ni es participativo, pero sí es socialismo

Paco Capella tuvo la paciencia de leer el último libro de Piketty, Capital e Ideología. (1248 páginas!).

Aquí concluye su crítica:

Frente a la posible pendiente resbaladiza que permitiría la redistribución de la riqueza al no tener límite y no saber dónde parar, Piketty asegura que “la historia muestra que, por medio de la deliberación democrática, se pueden encontrar límites a lo que es una propiedad privada razonable y lo que es una propiedad privada excesiva.” Es tan ingenuo que cree que en las democracias se delibera y se razona, y reconoce que democráticamente es posible confiscar tanta riqueza como la mayoría desee: la propiedad ya no es una protección del individuo y su libertad contra las agresiones ajenas sino el dominio exiguo sobre lo que la mayoría tenga a bien conceder al individuo minoritario.

Piketty propone un impuesto del 90% sobre el patrimonio de los más ricos: “El objetivo es hacer circular la propiedad, permitir que todo el mundo acceda a ella.” Que todo el mundo acceda a propiedad que han producido legítimamente otros, es decir que el parasitismo sea legal.

El impuesto sobre la propiedad permitiría financiar una herencia para todos de 120.000 euros a los 25 años.

Aparte de que los números quizás no salgan tan bonitos, se estaría diciendo a los jóvenes que tienen derecho a la riqueza por la cara, a cambio de nada, sin necesidad de producir ni aportar nada valioso a cambio.

Ahora la mitad de la población no posee patrimonio. Aunque uno tenga un buen diploma y un buen salario, puede que una parte importante del salario sirva para pagar toda la vida un alquiler a hijos de propietarios y carezca de medios para crear su propia empresa.

Los números redondos como “la mitad de la población” suelen tener trampa. A Piketty le parece mal que un padre deje un patrimonio a sus hijos en forma de propiedad inmobiliaria que les permita obtener rentas del alquiler. Los pobrecitos inquilinos, a pesar de tener “un buen diploma y un buen salario”, están pagando toda la vida un alquiler en lugar de comprar su propia vivienda como si estuvieran en las garras del malvado arrendador. Y además no tienen medios para crear su propia empresa, como si todo el mundo tuviera que tener su propia empresa y como si los mercados de capitales estuvieran cerrados a las buenas ideas.

Quiero una sociedad en la que todo el mundo pueda tener algunos centenares de miles de euros, y en la que algunos que crean empresas y tienen éxito tengan unos millones de euros, quizá a veces unas decenas de millones de euros. Pero, francamente, tener varios centenares o miles de millones no creo que contribuya al interés general.

Y yo quiero felicidad, amor y salud para todos y la paz en el mundo. También quiero que la gente tenga riqueza, pero tengo ciertos escrúpulos morales que me prohíben quitársela por la fuerza a unos para dársela a otros y que así la distribución sea más conforme a mis preferencias subjetivas.

Piketty es tan generoso que permite que los empresarios de éxito tengan incluso decenas de millones de euros: otros serían mucho más cicateros y querrían quitarles más o todo. Se saca los números del sombrero mágico, y le sale que cientos o millones de euros ya no contribuye a un indefinido interés general. Olvida mencionar el interés de todos aquellos que hicieron negocios o intercambiaron con estos millonarios, como clientes, trabajadores o proveedores, y se beneficiaron por ello.

Afirma que las liberalizaciones y reducciones de impuestos de la época de Reagan en los años ochenta han incrementado el número de milmillonarios pero han reducido el crecimiento y no han incrementado los salarios. Esto es esencialmente falso, y además es absurdo criticar a los milmillonarios ya que el mero hecho de serlo suele mostrar que ellos sí que han contribuido al crecimiento generando enormes cantidades de riqueza.

… la verdadera razón fue que se estancó la inversión en educación. El resultado es que hoy muchas personas van a la universidad sin los medios que necesitarían. La lección es que lo que llevará al crecimiento en el siglo XXI es, ante todo, la educación.

Obviamente no conoce la crítica contra el exceso de educación de Bryan Caplan (The Case Against Education) y no sabe cómo se (mal)gastan recursos en señalización social. No distingue la inversión privada de la pública, probablemente porque no quiere que la gente decida individualmente cuánto invertir en educación sino subsidiarla o dirigirla desde el poder central del Estado.

Respecto a la arbitrariedad del impuesto a la riqueza del 90%, Piketty nos informa, por si no nos habíamos dado cuenta, de que “Un 90% a quien tenga 1.000 millones de euros significa que le quedarán 100 millones de euros. Con 100 millones todavía uno puede tener un cierto número de proyectos en la vida.” Tal vez se cree muy gracioso después de haber propuesto la confiscación de 900 millones de euros: calderilla que la pierdes y no duele. También con 10 millones de euros uno puede tener un cierto número de proyectos en la vida, incluso con 1 millón solo. Piketty es generoso y deja a los milmillonarios que se queden un 10%. No explica a partir de qué nivel de riqueza se aplicaría este impuesto, qué pasaría con el efecto frontera (quedarse en el límite), cuándo se ejecutaría el impuesto, ni otros enojosos detalles seguramente sin importancia.

El objetivo es regresar a un nivel de concentración de la fortuna que era más o menos el de los años sesenta, setenta u ochenta en Estados Unidos y en Europa. Mi enfoque es empírico. Lo que queremos evitar es la sedimentación. Mark Zuckerberg tuvo una buena idea a los 25 años. Pero, ¿esto justifica que a los 50 o 70 años continúe decidiéndolo todo sobre una red social mundial?

Para un progresista resulta misterioso este regreso al pasado idílico en lugar de mirar hacia el futuro. No explica qué es eso de la sedimentación que quiere evitar. Sobre Mark Zuckerberg, olvida que Facebook tiene muchos más accionistas que son los que lo nombran para que dirija la empresa, quizás porque lo hace bien para obtener beneficios. Que la red social sea mundial no significa que pertenezca al mundo y que por eso pueda confiscarse la riqueza de su creador.

Si no se para el aumento de las desigualdades Piketty advierte de “una explosión de la Unión Europea, otros Brexit. O bien una toma del control por parte de movimientos xenófobos”. Según él hay que “regular el capitalismo, hacer pagar impuestos a los más ricos y tener una economía más justa”. Olvida que el capitalismo ya tiene reglas (la inviolabilidad de la propiedad, la libertad contractual y las normas generadas en los pactos contractuales), que los ricos ya pagan grandes cantidades de impuestos, y que conviene aclarar qué entiende uno por justicia si va a jugar a hacer juicios morales que van mucho más allá de su (in)competencia como economista. También asegura que “nos desatamos golpeando a los pobres de origen extranjero”, sin plantearse que es la anquilosada y empobrecedora socialdemocracia, con su constante redistribución coactiva de riqueza y la lucha por la misma, la que genera resentimientos contra los de fuera.

Piketty reconoce que es propietario (quiere decir muy rico) y lamenta que su presidente Macron “decidió exonerarme del impuesto sobre la fortuna”. Seguramente no lo hizo por él personalmente, y si Piketty quería pagarlo, como mendazmente dice, las haciendas estatales suelen aceptar todo tipo de regalos voluntarios en favor del tesoro público: como este regalo no ha sido recibido, muestra con su acción su preferencia revelada de quedarse con su fortuna. Lo que seguramente quiere no es pagarlo solamente él sino que tengan que hacerlo todos los que tienen tanto como él o más, que es muy distinto.

Cuando uno escribe un libro como El capital en el siglo XXI, del que se venden 2,5 millones de ejemplares, no significa que sea mil veces mejor que aquellos de los que se venden 2.500 ejemplares. En parte es la suerte. Y me beneficié de las ideas de colegas y del sistema educativo francés. Es una ilustración perfecta de que las rentas y la propiedad siempre tienen orígenes sociales. No lo inventamos todo nosotros solos. Desde el momento en que uno obtiene altos ingresos, se ha beneficiado de muchas otras personas. Mi experiencia ha confirmado mis convicciones.

Efectivamente Piketty no es mil veces mejor, y ha tenido mucha suerte de ponerse de moda como el economista de izquierdas del momento. Sobre que se benefició del trabajo de otros, olvida mencionar que ese trabajo ya fue pagado en su momento, que no se hizo gratis, y que las ideas son de consumo no rival. La riqueza tiene origen social en el sentido de que a menudo se consigue o se produce en equipo o mediante intercambios con otros, pero esos otros ya han sido compensados y no tienen derecho a estar reclamando más pagos de forma perpetua.

Piketty a menudo tiene una visión estática de la distribución de la riqueza para reconfigurarla a su gusto de forma más uniforme, y cuando añade un componente dinámico solo es para mirar de forma equivocada hacia atrás (todo lo hemos hecho entre todos), y olvida mirar al futuro y preguntarse qué pasará con los grandes creadores de riqueza si saben que les van a expropiar el 90% de la misma: no sabe, no contesta.

En este extracto de su libro resume sus análisis y propuestas:

… estoy convencido de que es posible superar el capitalismo y la propiedad privada y construir una sociedad justa basada en el socialismo participativo y en el federalismo social. Esto pasa principalmente por desarrollar un régimen de propiedad social y temporal que repose, por una parte, en la limitación y la distribución (entre accionistas y asalariados) de los derechos de voto y de poder en las empresas y, por otra parte, en una fiscalidad fuertemente progresiva sobre la propiedad, en una dotación universal de capital y en la circulación permanente de la riqueza. También pasa por la fiscalidad progresiva sobre la renta y por un sistema de regulación colectiva de las emisiones de carbono que contribuya a la financiación de los seguros sociales y de una renta básica, así como por la transición ecológica y un sistema educativo verdaderamente igualitario.

Quiere entrometerse en la dirección de las empresas dando derechos de voto a los trabajadores sin que estos tengan que aportar capital ni asumir los riesgos de los accionistas, y obviando la posibilidad de que los trabajadores cobren parte de su salario en acciones, o simplemente las compren con su propio dinero si así lo desean.

La fiscalidad sobre la propiedad y la renta no solo deben ser progresivas sino fuertemente progresivas, o sea machacar a impuestos a los más ricos en renta y riqueza. No importa si eso desincentiva la producción de riqueza y el ahorro hasta que no quede renta y riqueza que gravar.

Dar capital a todo el mundo suena muy bonito si se olvida que este se ha expropiado a unos para dárselo a otros, y que los receptores quizás no sean especialmente hábiles en el uso del mismo: algunos quizás lo usen productivamente mientras que muchos otros lo invertirán mal o simplemente lo consumirán.

El Estado debe disponer de recursos para seguros sociales y renta básica: nada de plantearse que los individuos podrían resolver sus propios problemas mediante asociaciones libres no parasitarias de la riqueza ajena.

El sistema educativo debe ser verdaderamente igualitario: nadie podrá ofrecer servicios de mejor calidad, y los progenitores no podrán dar mejores oportunidades a sus hijos.

La superación del capitalismo y la propiedad privada también pasa por organizar la mundialización de otra manera, con tratados de cooperación al desarrollo que giren en torno a objetivos cuantificados de justicia social, fiscal y climática, cuyo cumplimiento condicione el mantenimiento de los intercambios comerciales y de los flujos financieros. Una redefinición del marco legal como ésta exige la retirada de un cierto número de tratados en vigor, en particular los acuerdos de libre circulación de capitales puestos en marcha desde los años 1980-1990 y su sustitución por nuevas reglas basadas en la transparencia financiera, la cooperación fiscal y la democracia transnacional.

Para destrozar con éxito el capitalismo y la propiedad privada es necesario un gobierno mundial o un sistema de acuerdos de boicoteo contra quienes quieran mantener sociedades y mercados libres. El capital no debe poder moverse libremente para así poder confiscarlo más fácilmente.

Algunas de estas conclusiones pueden parecer radicales. En realidad, son una continuación del movimiento hacia el socialismo democrático que se inició a finales del siglo XIX y que ha supuesto una profunda transformación del sistema legal, social y fiscal. La fuerte reducción de las desigualdades observada a mediados del siglo XX fue posible gracias a la construcción de un Estado social basado en una relativa igualdad educativa y en un cierto número de innovaciones radicales, como la cogestión germánica y nórdica o la progresividad fiscal a la anglosajona. La revolución conservadora de la década de 1980 y la caída del comunismo interrumpieron este movimiento y contribuyeron a que el mundo entrase, a partir de los años 1980-1990, en un periodo de fe indefinida en la autorregulación de los mercados y casi de sacralización de la propiedad.

El socialismo democrático es bueno, justo y necesario: es la expresión del progreso natural, solo interrumpido por la revolución conservadora (junto con la incómoda caída del comunismo), que no tiene un pensamiento económico y social profundo sino solo “fe” y “sacralización”.

Piketty llega a afirmar que “la toma de conciencia de las limitaciones del capitalismo mundial desregulado se ha acelerado tras la crisis financiera de 2008.” Al parecer vivimos en un capitalismo puro sin interferencia estatal, o en la ley de la jungla sin ningún tipo de normas. Asegura que “el riesgo de una nueva oleada de competencia exacerbada y dumping fiscal y social es desgraciadamente real”: no está claro si acepta la competencia que no sea exacerbada; sí lo está que cree que los gobiernos que reducen impuestos y eliminan regulaciones están haciendo trampas.

 

Más sobre Piketty y su nuevo libro Capital e Ideología. Segunda parte de la crítica de Francisco Capella

Así sigue Paco la crítica a Piketty:

Piketty parece burlarse del capitalista del siglo XIX al mencionar la percepción de herejía: no se plantea en absoluto la posible ilegitimidad de las actuales limitaciones a los derechos de los propietarios, ni que sean un retroceso y no un avance progresista.

Hay una evolución hacia una mayor igualdad. Las desigualdades, aunque hayan aumentado desde los años ochenta o noventa, son menores que hace un siglo. El mundo del siglo XIX, con una propiedad concentrada en unos pocos, no solo era injusto, sino que producía menos crecimiento que el que hubo en el siglo XX con la clara reducción de las desigualdades.

Su concepción de la justicia es equivalente a la igualdad: no ante la ley, sino de resultados mediante la ley. Es más justa una sociedad si la propiedad está más uniformemente distribuida, independientemente de cómo se haya obtenido esa propiedad: mediante la producción y el intercambio, mediante el robo por uno mismo o mediante la redistribución coactiva por parte del Estado.

La lección de la historia es que la propiedad privada es útil para el desarrollo económico, pero únicamente si se equilibra con otros derechos: los de los asalariados, de los consumidores, de las diferentes partes. Yo digo sí a la propiedad privada, mientras se mantenga en lo razonable.

Reconoce la utilidad económica de la propiedad: “es un buen sistema para coordinar las acciones individuales y permitir a cada uno realizar sus proyectos”. Sin embargo no menciona su importancia ética como única norma justa universal, simétrica y funcional. Dice que debe equilibrarse con otros derechos, pero sin especificar cuáles son estos, y como si asalariados o consumidores no fueran también propietarios. Obviamente no sabe cómo justificar todos los auténticos derechos a partir de la propiedad y mediante contratos libres. No explicita qué entiende como razonable: tal vez lo que a él, mente privilegiada con altos estudios, le parezca bien decirnos desde su arrogancia tecnocrática disfrazada de sentido común.

Aunque reconoce que la propiedad es emancipadora y está ligada a la libertad, no le basta con “la igualdad formal ante el derecho de la propiedad sin ir hacia la igualdad real, hacia la verdadera difusión de la propiedad.” Es decir que no basta con que las leyes protejan la propiedad (contra el robo) y especifiquen cómo conseguirla de forma legítima, sino que además deben garantizar que todo el mundo tenga propiedad y sin grandes diferencias de riqueza. No ve problema en quitarles su propiedad a unos para dársela a otros y así garantizar que todos tengan algo que se llama propiedad pero en realidad no lo es porque otros pueden quitártela legalmente con la excusa de que es más justo que la tengan otros. Los límites de la propiedad ya no están en la propiedad ajena sino en lo que otros quieran y consigan quitarme mientras me aseguran que es que tengo más de lo razonable.

Defiende las reformas agrarias y la limitación de las propiedades individuales:

En el momento de la Revolución, no se hizo una gran reforma agraria en Francia. No se dio a los campesinos 10 hectáreas, ni se limitaron las propiedades individuales a 200 o 500 hectáreas. Otras sociedades lo hicieron. Cuando se ofrece a la gente la posibilidad de trabajar la tierra para sí mismos, se mejora la productividad. Lo mismo vale en general.

No ve que lo esencial no es trabajar la propia tierra, sino poder apropiarse legalmente de los frutos del propio trabajo sin que estos sean confiscados. No considera que cuando uno es más productivo y exitoso en el mercado quizás colonice o compre y acumule más tierras, y que si no puede hacerlo porque su propiedad individual está limitada por un máximo legal entonces seguramente deje de esforzarse. Lo mismo puede pasar con el empresario que sabe que le van a quitar su empresa si esta crece demasiado.

Exige “que haya acceso a la propiedad” como si ello estuviera prohibido o fuera imposible en un sistema de libre mercado. Tal vez ignora que es posible acceder a la propiedad mediante intercambios voluntarios o mediante primer uso de cosas no poseídas.

Afirma que “la sacralización del derecho de la propiedad convierte las relaciones sociales en algo brutal” y pone como ejemplo la propiedad de seres humanos por otros seres humanos. Ignora que la esclavitud es prácticamente siempre (salvo que se acceda a ella de forma voluntaria) una forma de posesión violenta e ilegítima incompatible con un mercado libre. Pone como ejemplo de “contradicción de la filosofía de la propiedad” a Alexis de Tocqueville (presunto intelectual liberal), que consideraba que con la abolición de la esclavitud había que compensar a los propietarios de esclavos, en vez de a los esclavos; también a los esclavos de Haití, que tuvieron que pagar a Francia por su emancipación. Como Piketty no conoce la fundamentación ética de la libertad y la propiedad ve contradicciones internas donde solo hay un error grave de un pensador (torpe o quizás no tan liberal) y un caso de injusticia que no reflejan realmente la filosofía de la propiedad sino su negación.

Capital e Ideología, el nuevo libro de Piketty, donde plantea un socialismo «participativo». Paco Capella lo critica

Mi buen amigo Paco Capella tuvo la paciencia de considerar los comentarios de Piketty sobre su nuevo libro. Aquí van los primeros párrafos:

El texto completo: https://www.juandemariana.org/ijm-actualidad/analisis-diario/thomas-piketty-contra-el-capitalismo-y-la-propiedad-privada

Cuenta Thomas Piketty en esta entrevista que en su libro Capital e ideología estudia las ideologías que han justificado las desigualdades, con especial atención a la propiedad privada como causante fundamental. Quiere “superar” el capitalismo y la propiedad privada: no “abolir” o “suprimir”, que suenan mal, sino “superar”, porque suena bien y sería retrógrado oponerse a algo que suena bien. No a lo negativo, sí a lo positivo.

Defiendo un sistema de socialismo participativo. También se puede hablar de economía participativa o circular. La idea es que necesitamos la participación de todos, no solo en la vida política, sino también en la económica. No puede haber una hiperconcentración del poder en un número reducido de personas. El poder debe circular.

Un socialismo participativo es un absurdo contradictorio. El socialismo se caracteriza por la propiedad pública (estatal) de los medios de producción: el poder se concentra de forma absoluta en los planificadores centrales, lo que casa mal con la participación de otros agentes no estatales, y peor con la participación de todos. Como mucho en un socialismo democrático se puede permitir a los ciudadanos elegir quiénes serán sus gobernantes, y una vez elegidos estos tendrán todo el poder. Piketty abusa del término “socialismo”, le añade un “participativo” y el engendro significa que todo el mundo tenga suficiente capital pero no demasiado, traspasándolo por la fuerza de quienes tienen más a quienes tienen menos.

Piketty se opone a la hiperconcentración del poder económico en unos pocos multimillonarios, pero no parece tener problemas con la hiperconcentración del poder político de los Estados en unos pocos gobernantes. Afirma que el poder debe circular, pero se refiere solamente a la riqueza, y oculta que lo que propone es una circulación forzada de quienes la han producido (o recibido como regalo) a quienes no lo han hecho.

… el capitalismo hoy es diferente al del siglo XIX. El capitalismo puro consistiría en concentrar todo el poder en los propietarios y los accionistas, poder despedir a quien uno quiera y cuando quiera, o triplicar el alquiler al inquilino de la noche a la mañana. Un capitalista del siglo XIX vería como una herejía las reglamentaciones actuales para limitar los derechos de los propietarios.

El capitalismo simplemente permite la propiedad privada de los medios de producción. El propietario concentra todo el poder sobre su propiedad, pero a cambio no tiene ningún poder sobre la propiedad ajena: el poder en realidad está diluido entre los individuos porque todos pueden ser propietarios, y todos lo son al menos de su propio cuerpo y su capacidad de trabajo. La propiedad privada es la mejor defensa contra los abusos de los poderosos porque en la propiedad manda cada dueño, y los demás pueden proponer intercambios pero no imponerlos. Algunos propietarios muy ricos pueden tener más bienes y riqueza que otros, pero en un sistema de mercado libre seguramente es porque son responsables de su producción y no se la han quitado a nadie.

El capitalismo no defiende poder despedir a quien uno quiera cuando quiera sino tener libertad contractual, y los contratos laborales voluntariamente pactados por las partes especifican las condiciones en las que se puede o no despedir a un trabajador. En algunos casos tal vez no sea necesaria ninguna justificación, notificación previa o compensación por el despido, igual que el comprador de un bien o servicio que no tenga ningún compromiso contractual no tiene por qué justificar al vendedor si deja de intercambiar con él.

Los precios de alquiler en el mercado libre se reflejan en contratos de cierta duración predeterminada, de modo que no pueden ser modificados sin más durante su duración; al terminar el contrato las condiciones deben ser negociadas de nuevo, y ninguna parte puede imponerle unilateralmente nada a la otra. Lo del aparente escándalo de triplicar el alquiler a un inquilino es algo entre raro o imposible de lo cual obviamente no ofrece ningún ejemplo real porque es demagogia torpe y barata.