Cultura y progreso en los campesinos de Michoacán, México

Gracias a Daniel Sznycer, a quien conocí en la UFM y es actualmente investigador post-doctorado en el Centro de Sicología Evolutiva de la Universidad de California, Santa Bárbara, conocí el trabajo del antropólogo George M. Foster. Me mandó el artículo “Peasant Society and the Image of the Limited Good” publicado en American Anthropologist, 67, 1965.

Campesinos Michoacan

Muy interesante y en consonancia con los temas presentados aquí antes sobre la relación entre los valores e ideas, las instituciones y el progreso. Comienza con una cita de dos autores desconocidos para mi hasta ahora, Hsiao Tung-Fei y Chi-I Chang:

“La conducta humana está siempre motivada por ciertos propósitos, y estos propósitos surgen de un conjunto de supuestos que no son usualmente reconocidos por quienes los poseen. Las premisas básicas de una cultura particular son aceptadas inconscientemente por el individuo a través de su constante y exclusiva participación en esa cultura. Son estos supuestos –la esencia de todos los propósitos, motivos y principios condicionados culturalmente- los que determinan la conducta de un pueblo, subyacen a todas las instituciones y les dan unidad”.

El argumento de Foster es que toda sociedad comparte una orientación cognitiva que no está verbalmente expresada sino implícita en las “reglas de juego’, como cuando usamos el lenguaje sin conocer mucho de sus reglas gramaticales.

¿Cómo hace un antropólogo para conocer esa orientación cognitiva? Pues observa sus conductas y sostiene que son un reflejo o representación de ella. Si su hipótesis describe un conjunto de conductas, podría mostrar que es válida. Para Foster, por lo tanto, como toda conducta de los miembros de un grupo es función de esta orientación cognitiva particular, toda conducta es “racional” y tiene sentido, en dicho contexto.

En este caso particular, presenta el resultado de investigaciones en poblaciones campesinas de Tzintzuntzan, Michoacán, México; pero con un análisis comparativo con otras poblaciones similares en el resto del mundo. Allí describe el rasgo más característico de estas culturas como “La Imagen del Bien Limitado”, definido como una visión que considera que los universos social, económico y natural donde se encuentran todas las cosas valiosas de la vida como la tierra, la riqueza, salud, amistad, amor, hombría, honor, respeto, estatus, poder e influencia y seguridad, existen en “cantidad limitada” y son escasas, y no hay forma de aumentarlas, por lo que se pueden dividir, pero no multiplicar. En otras palabras, ven a su mundo como un juego de suma cero.

De ahí, entonces, que si una familia mejora su posición solamente puede ser a expensas de otra, por lo que una relativa mejora en la posición de alguien es vista como una amenaza a toda la comunidad: alguien está siendo despojado, lo veamos o no, y como resulta incierto quién es, toda mejora es vista como una amenaza a todas las personas y familias. Demás está decir que no es una cultura que promueva el progreso. Las técnicas de labranza se han mantenido iguales por siglos, y el campesino no ve una relación entre trabajo y técnicas de producción de un lado, y la obtención de riqueza por el otro. Parece que lo mismo ocurre incluso con la amistad, el amor y los afectos: señala la rivalidad que se genera con la llegada de un nuevo hijo en la familia, el gran rechazo a “perder sangre” o a donarla ya que la sangre es limitada y no se reproduce según esa visión; la sensibilidad que existe ante cualquier insulto al honor personal como si éste, y la hombría, también existieran en forma limitada.

Estas visiones sobre los recursos limitados llevan, usualmente, a alguna de estas dos alternativas: o la máxima cooperación, y cierto comunismo, o a un extremo individualismo. Foster dice que esto segundo es lo que sucede en las poblaciones campesinas. Esas actividades económicas de subsistencia, se realizan individualmente en la familia, con poco vínculo y colaboración con el resto.

Como la riqueza es limitada hay mucha resistencia a manifestarla y en caso de que se obtenga, se oculta, o es presionado para gastarla en rituales, no en inversiones que aumenten su productividad.

Sin embargo, por ejemplo, no está mal visto que se vayan a trabajar de “braceros” en los Estados Unidos, y que vuelvan con mucho dinero o lo manden, porque en tal caso ese dinero no ha salido de su propia comunidad, y algún otro lo “habrá perdido”. Tampoco hay problema si se encuentra algún “patrón” o benefactor externo, por la misma razón, están sacando riqueza de algún otro lado. Y por el mismo motivo, Foster sostiene que gustan tanto las historias de “tesoros”: la riqueza se encuentra, no se produce. El equivalente actual de esos tesoros es la lotería, gastan mucho en juegos de azar.

Finalmente, concluye Foster, que el cambio de actitud no es imposible. Poco a poco aprovechan las oportunidades cuando las ven, y van lentamente modificando esa visión respecto al progreso y a las posibilidades de esforzarse y progresar. Comienzan a mostrar un espíritu emprendedor.

En fin, una muy interesante investigación sobre los vínculos entre valores, ideas, instituciones y progreso.

Federalismo y centralización

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El estado benefactor/regulador parece ser enemigo, o al menos rival, del federalismo. No creo conocer alguna instancia de avance e implementación de una estructura federal una vez instalado ese tipo de estado.

Todos los casos en América Latina datan de la formación de ciertos países (Argentina, Brasil, México y Venezuela) y todos ellos previo al desarrollo del estado benefactor. Creo que desde entonces, todos ellos han visto procesos de concentración del poder y los recursos en los estados nacionales, un proceso que, como comentaré luego, también ocurrió en los Estados Unidos.

Hasta Suiza, el país más federalista y descentralizado, ha recorrido un camino similar: era una confederación hasta 1848 y un país federal desde entonces, esto es, con un gobierno nacional más fuerte.

Tal vez el único ejemplo de descentralización reciente haya sido China desde los años 80. Uno de quienes sostienen esto fue Ronald Coase. Por ejemplo: http://www.american.com/archive/2012/november/how-china-became-capitalist/article_print

Pero, para sostener la hipótesis, podríamos decir que China no era un estado benefactor/regulador en ese momento, sino un estado socialista y no democrático. Esto podría explicar el caso, pero antes, veamos el resto del argumento.

¿Por qué sería el estado benefactor/regulador enemigo o rival del federalismo? Porque no puede permitir la competencia entre jurisdicciones que genera la descentralización. En un marco institucional descentralizado, y dada la movilidad de los recursos, las jurisdicciones compiten entre sí, ya sea que atraen esos recursos o que los pierden (trabajo, capital, emprendedores). Dado que países con menor presión impositiva y mayor apertura a los negocios tenderían a competir favorablemente contra los que tuvieran lo contrario como resultado de sus políticas redistributivas o regulatorias, el estado benefactor/regulador no se sostiene en un ámbito de competencia. En cierta forma es lo que le pasa, por ejemplo, a algunos países de Europa ante la competencia de otros.

Dos recientes publicaciones del Cato Insitute reflejan la presión centralizadora y una cierta reacción en el caso de los Estados Unidos. En el marco de una discusión sobre lo que llaman “Common Core”, o programa educativo común para todos los estados, Neal McCluskey comenta que cinco estados han rechazado esos estándares. Pero esto genera un alto costo: el estado nacional cobra impuestos a todos los contribuyentes del país, luego lanza un programa y dice a los estados que si lo quieren de vuelta tienen que aceptar el programa nacional. No obliga, pero en cierta forma chantajea a los estados para aceptar la política nacional: http://www.cato.org/policy-report/novemberdecember-2013/common-core-great-debate

En otro Policy Analysis, también de Cato, John Dinan comenta cómo los estados intentan resistir las políticas nacionales (How States Talk Bak to Washington and Strengthen American Federalism: http://www.cato.org/publications/policy-analysis/how-states-talk-back-washington-strengthen-american-federalism).

Los estados suelen recurrir al lobby o a juicios. El autor señala algunas otras alternativas que aplican: cuando tanto el estado nacional como el estadual tienen poder regulatorio el estado puede desregular una actividad y esperar que el estado federal no actúe contra esto (por ejemplo, algunos casos de despenalización de la marihuana); los estados pueden no participar de programas federales, aunque como dijimos antes, asumen un costo; cuando la jurisprudencia no es clara pueden tomar medidas contrarias con la esperanza que la Corte Suprema la revea, también puede que la Corte invalide la norma federal.

En fin, son tácticas que podrán tener más o menos éxito, pero que, a lo sumo, parecen frenar o detener una enorme presión a la centralización de los estados nacionales en la actualidad.

La nueva economía institucional – North

En la última clase de Applied Economics, en el Doctorado, los alumnos leyeron el artículo de Douglass North: «La Nueva Economía Institucional», disponible aquí: http://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/33_5_North.pdf

Es interesante porque una de las figuras prominentes de esta «escuela» explica de qué se trata. Su objetivo no es menor, según North la nueva economía institucional es un paradigma alternativo y superior al de la economía neoclásica. En el artículo explica que este útlimo, predominante en la teoría económica durante todo el siglo XX, asume que no existen «costos de transacción», esto es, los costos de utilizar al Mercado.

Estos costos, señalados por primera vez por Ronald Coase, son los de buscar a quien nos pueda proveer el bien o servicio que necesitamos para resolver nuestra necesidad, encontrar quien mejor lo haga, negociar, llegar a un acuerdo, establecer un contrato y luego controlar su cumplimiento. Esto se aplica tanto sea a contratos formales como informales. Al no asumir la existencia de esos costos, la economía neoclásica no presta atención a las instituciones, tomando a estás como las normas, las pautas de conducta, escritas o no escritas, que delimitan nuestros incentivos y nos permiten, en mayor o menor medida, coordinar nuestra acciones. Las instituciones, según North, se desarrollan para reducir esos costos de transacción y facilitar los intercambios.

El Nuevo paradigma de la Economía Institucional es uno, entonces, donde los individuos buscan su interés personal, pero donde las preferencias que pueden satisfacer se encuentran acotadas por el marco institucional existente. Esas normas son básicamente las normas de acción política y los derechos de propiedad.

No les extrañará, entonces, que se hable en el libro de instituciones y que su título sea «El Foro» o donde se discuten las normas políticas, y «El Bazar», el Mercado donde se intercambian derechos de propiedad.

Los supuestos que la Nueva Economía Institucional asume, según North, son los siguientes:

1. Que el individuo persigue su interés personal. Esto es algo clásico, desde los filósofos escoceses. Ese interés personal puede incluir la preocupación por los demás.

2. Que existen costos de transacción, que es costoso medir los atriibutos de bienes y servicios y que las normas e instituciones los reducen.

3. Que es fundamental, y también costoso, «hacer cumplir» esas normas, y estamos hablando particularmente de derechos de propiedad y su transmición por contrato. Que esas normas se cumplen a través de tradiciones, de códigos éticos y, en la economía impersonal, a través de la figura del estado.

4. Y el ultimo punto, muy interesante, es que las preferencias de las personas no solamente están «mediadas» por los incentivos que establecen las normas, sino también por su «vision» de la realidad, esto es, el papel que tienen las ideas.

Dice North:

«Al construir sus modelos, los economistas por lo común han ignorado la ideología, considerando los gustos como importantes, pero constantes. Sin embargo, las preocupaciones por la equidad, así como también la distribución de las ganancias del intercambio, influyen sobre los puntos de vista de las personas acerca de la justicia y la rectitud de los contratos. Más aun, la estructura política hace posible, y en algunos casos deliberadamente, crear un marco en el cual los mandantes están separados de los mandatarios. Estos últimos tienen entonces una amplitud sustancial con respecto a la toma de decisiones políticas, y por lo tanto en la manifestación de preferencias ideológicas en la designación de derechos de propiedad. El análisis político debe tomar en cuenta los costos de convicción ideológica como variables en distintos marcos institucionales».

Luego, presenta la que fuera su posición incial respecto al cambio institucional, que explica a través de cambios en los precios relativos (el típico ejemplo es el de las pestes en Europa que, al diezmar la población, generan escasez de mano de obra y esto lleva al final de las relaciones feudales y el avance hacia la contratación).

Pero luego dice:

«Si bien he descripto el proceso del cambio institucional en términos de modificaciones en los precios relativos, puede quizás producirse por cambios fundamentales en la percepción de la justicia de los contratos como resultado de cambios en los costos de información que llevan a las partes a percibir el potencial de formas alternativas de contratar intercambios, tanto económicos como políticos. En este momento estamos lejos de poder comprender cómo evolucionan las ideologías. Con seguridad están relacionadas con cambios fundamentales en los precios relativos. Pero seria peligroso y verdaderamente temerario asumir que las percepciones acerca de la justicia, de la ecuanimidad y de los valores son puramente un derivado de la función de cambios en los precios relativos, y que no tienen vida propia en el contexto de la evolución de ideales morales y percepciones.»

Más adelante, el artículo es de 1986, se acercaría mucho más a esta última interpretación, basada en el papel que cumplen las ideas y valores, sobre todo en su libro «Understanding the Process of Economic Change».

Pues cambios en los precios relativos tienen que ser «interpretados» a través de una determinada vision del mundo. Sobre esto presento un ejemplo en el libro, analizando las razones de la implementación de políticas agropecuarias en Argentina cuando suben los precios de los bienes exportables. Políticas que castigan a los eficientes productores, basadas en un teoría económica (la enfermedad holandesa), un negocio politico (extraer de pocos y repartir a muchos) y una vision ideological del papel del estado (que solo está para redistribuir).

El papel de las ideas

Hoy vimos en la clase del doctorado en Economía del Swiss Management Centre (http://cmt-group.co.uk/doctorado4.html), en la material Applied Economics, el artículo de Milton y Rose Friedman titulado: «La corriente en el pensamiento de los hombres».

Un muy interesante trabajo que plantea que cambios en las ideas y valores predominantes en una sociedad determinan el rumbo de las políticas económicas y políticas públicas que llegan a aplicarse. Esta hipótesis ha sido explorada y planteada también por Mises, Hayek, e incluso Gramsci en el marxismo y Keynes, en aquella famosa frase de la Teoría General:

•“…las ideas de los economistas y filósofos políticos, tanto cuando son correctas como erróneas, tienen más poder de lo que comúnmente se entiende. De hecho, el mundo está dominado por ellas. Los hombres prácticos, que se creen exentos de cualquier influencia intelectual, son usualmente esclavos de algún economista difunto. Locos con autoridad, que escuchan voces en el aire, destilan su histeria de algún escritorzuelo académico de uno años antes. Estoy seguro que el poder de los intereses creados es vastamente exagerado cuando se lo compara con el gradual avance de las ideas. No, por cierto, en forma inmediata, pero luego de un cierto intervalo; porque en el campo de la economía y la filosofía política no hay muchos que sean influenciados por nuevas teorías luego de sus veinticinco o treinta años de edad, por lo que las ideas que los funcionarios públicos y políticos, y aun los activistas aplican a los eventos actuales no es probable que sean las últimas. Pero, tarde o temprano, son las ideas, y no los intereses creados las que son peligrosas para bien o para mal” (Keynes, 1936, p. 383).
Luego, les presenté el intento de desarrollar una teoría, que aparecen en el libro en el capítulo sobre Cambio Institucional. En síntesis:
1. Existe un «Mercado» de las ideas, donde se demandan y ofrecen ideas que permitan entender la realidad.
2. En épocas normales, esa demanda es más bien baja, pero cuando se presenta una crisis esa demanda se multiplica, la gente quiere entender qué es lo que pasa y qué ha generado esos problemas.
3. Emprendedores de las ideas, quienes siempre han estado compitiendo entre sí en el lado de la oferta, ahora encuentran una demanda creciente. Cuál de esas ideas e interpretaciones será aceptada, determinará el rumbo futuro de esa sociedad.
Gráficamente:

En general las preferencias de los votantes suelen agruparse en forma normal como lo muestra la curva. Los politicos, necesitados de alcanzar una mayoría apelan a quienes se encuentran cerca del medio (teorema del votante medio).

Bell curve

 

 

 

 

Si asumimos que la variable horizontal representa una distribución izquierda/derecha, o más estado/menos estado, o menos libertad o más libertad económica, encontramos en este caso a la mayoría en una posición intermedia. Los emprendedores de ideas se reparten por todo el espectro, pero, por el momento, solo aquellos que caen dentro de la curva en el medio presentan ideas que son «políticamente posibles».

Ahora bien, esa curva puede moverse, desplazarse tanto para un lado como para el otro. De hecho, a fines de los 80 y principios de los 90 la curva se desplazó hacia la derecha en América Latina, y así vimos reformas, privatizaciones, etc. Luego, no en todos los países, se desplazó a la izquierda en la primera década de este siglo.

Cuando la curva se mueve, algunos emprendedores de ideas que estaban fuera de ella se vuelven ahora «políticamente posibles». Los politicos, en general, saltan de un lado al otro, siempre en búsqueda de la mayoría donde ésta se encuentre. Suele llamarse a esto «travestismo político», bien común sobre todo en aquellos politicos que priorizan alcanzar el poder más que hacer algo específico con él.

Por ultimo, el Mercado de ideas tiene una estructura particular. Friedman lo grafica como una gota que cae en un estanque:

Drop in waterSurgen en un punto pequeño, en un grupo reducido y luego se van extendiendo hacia círculos más amplios. Esos puntos originales pueden ser intelectuales, ya que trabajan con ideas, pero no necesariamente, pueden ser artistas que crean nuevos ritmos, diseñadores que crean nuevos estilos, etc.