Una nueva edición de The Review of Austrian Economics, dedicada a Carl Menger

Aunque lamentablemente no tiene acceso gratuito, acaba de salir un nuevo número de la revista académica The Review of Austrian Economics, Volume 36, Issue 2: https://link.springer.com/journal/11138/volumes-and-issues/36-2

Éste es el contenido, dedicado a Carl Menger:

Carl Menger: a reappraisal for the 21st century: an introduction to the symposium; Daniel Nientiedt

Economics as a life-science: The enduring significance of Carl Menger’s individualist-evolutionary research program; Viktor J. Vanberg

Menger’s exact laws, the role of knowledge, and welfare economics; Malte Dold & Mario J. Rizzo

Monitoring, metering and Menger: A conciliatory basis for a genuine institutional economics: Peter J. Boettke & Rosolino A. Candela

Menger’s account of the origin of money as a case study in the evolution of institutions; Daniel Nientiedt

Menger’s precursors in the German subjective-value tradition and his advancements in the theory of wants and goods; David A. Harper & Anthony M. Endres

Carl Menger’s Smithian contributions to German political economy; Stefan Kolev & Erwin Dekker

Menger and Jevons: beliefs and things; Sandra J. Peart & David M. Levy

Diamonds are not forever: Adam Smith and Carl Menger on value and relative status; Jimena Hurtado & Maria Pia Paganelli

Ethical Economics or Economical Ethics? Considerations out of Carl Menger; Erik W. Matson

Carl Menger on economic policy: “Exact laws,” institutional prerequisites, and economic liberalism; Richard Ebeling

Carl Menger explica el origen evolutivo del dinero; Radford también, en un campo de prisioneros

Con los alumnos de Derecho, Instituciones y Economía de ESEADE, estamos viendo el origen de las instituciones, y en particular de una muy importante, el dinero. Para eso leemos dos artículos, primero un artículo de Carl Menger titulado “El origen del dinero”. Allí dice:

“ En el comercio primitivo el hombre económico toma conciencia, aunque en forma muy gradual, de las ventajas económicas que se obtendrían si se explotaran las oportunidades de cambio existentes. Los objetivos de este hombre están dirigidos, primera y principalmente, de acuerdo con la simplicidad de toda cultura primitiva, a lo que está al alcance de la mano. Y sólo en esa proporción entra en el juego de sus negocios el valor de uso de las mercancías que busca adquirir. En tales condiciones, cada hombre intenta conseguir por medio del intercambio sólo aquellos productos que directamente necesita y rechaza los que no necesita o ya posee de manera suficiente. Es evidente que en esas circunstancias la cantidad de acuerdos comerciales realmente concretados se halla dentro de limites muy estrechos, Consideremos con qué poca frecuencia nos encontramos con una mercancía que es propiedad de cierta persona y que tiene menos valor en uso que otra mercancía propiedad de otra persona, dándose para esta última la situación inversa. ¡Mucho más extraño aun es el caso en el cual estos dos individuos se encuentran! Pensemos, en realidad, en las peculiares dificultades que obstaculizan el trueque inmediato de productos en esos casos, en los que la oferta y la demanda cuantitativamente no coinciden: en los cuales, por ejemplo, una mercancía indivisible debe ser intercambiada por una variedad de productos que son posesión de diferentes personas o por mercancías tales que sólo se las demanda en determinadas oportunidades y que únicamente pueden ser suministradas por ciertas personas. Incluso en el caso relativamente simple y a menudo recurrente en el que una unidad económica A requiere una mercancía que posee B y B necesita una que posee C mientras que C quiere una que es propiedad de A, aun aquí, conforme a una regla de simple trueque, el intercambio de los bienes en cuestión, como regla general y por necesidad, no se realizaría.

Estas dificultades se habrían convertido en obstáculos insuperables para el progreso del comercio, y al mismo tiempo para la producción de bienes que no requirieran una venta regular, si no se hubiese hallado una solución en la naturaleza misma de las cosas, es decir, los diferentes grados de liquidez (Absatzfähigkeit) de los productos. La diferencia que existe en este sentido entre los artículos de comercio tiene enorme importancia para la teoría del dinero y del mercado en general. Y el no haber tomado en cuenta adecuadamente este hecho para explicar los fenómenos del comercio no sólo constituye una brecha lamentable en nuestra ciencia sino también una de las causas esenciales del estado de retraso de la teoría monetaria. La teoría del dinero necesariamente presupone la existencia de una teoría de liquidez de los bienes. Si logramos aprehender esto podremos entender cómo la suprema liquidez del dinero es sólo un caso especial -que únicamente presenta una diferencia de matiz- de un fenómeno genérico de la vida económica, es decir, la diferencia en la liquidez de las mercancías en general.”

 

Al mismo tiempo, leemos  LA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA DE UN CAMPO DE CONCENTRACIÓN; R.A. RADFORD (Economica, Nov. 1945):

La moneda-cigarrillo

“Aunque los cigarrillos presentan ciertas peculiaridades en su función de moneda, cumplían todas las funciones de una moneda metálica como unidades de cuenta, como medidas de valor y como depósito de valor, y presentaban la mayoría de sus características. Eran homogéneos, razonablemente duraderos, y del tamaño adecuado para las pequeñas transacciones, y en paquetes, también para las más grandes. Por cierto, que también podían ser «aligerados» retorciéndolos entre los dedos, de forma que caían hebras de tabaco.

Los cigarrillos se vieron también sujetos a la Ley de Gresham. Algunas marcas eran más populares que otras entre los fumadores, pero a efectos de su función como moneda, un cigarrillo era un cigarrillo. En consecuencia, los compradores usaban las peores calidades y la tienda raramente se vio en posesión de las marcas más populares: cigarrillos como los Churchman N° 1 se usaban muy poco en el comercio. Una vez, empezaron a circular cigarrillos hechos a mano con tabaco de pipa. El tabaco de pipa era distribuido por la Cruz Roja a una tasa de 25 cigarrillos la onza y esta era la tasa generalmente utilizada en los intercambios, pero con una onza se podían conseguir 30 cigarrillos de confección casera. Naturalmente la gente que poseía cigarrillos hechos a máquina, los rompía y volvía a liar el tabaco, de forma que los verdaderos cigarrillos desaparecieron prácticamente del mercado. Los cigarrillos hechos a mano no eran homogéneos y los precios no podían expresarse ya en ellos con seguridad: todo el mundo examinaba cada cigarrillo antes de aceptarlo y rechazaba los delgados o exigía uno extra como compensación. Durante algún tiempo sufrimos todas las consecuencias de una moneda depreciada.

Los cigarrillos hechos a máquina fueron siempre universalmente aceptados, tanto por lo que podían comprar como por sí mismos. Era precisamente su valor intrínseco lo que daba lugar a su principal inconveniente como moneda, una desventaja Que se da también, aunque en mucha menor escala, en el caso de la moneda metálica, es decir, el hecho de la existencia de una fuerte demanda con fines no-monetarios. En consecuencia, nuestra economía se veía sometida repetidamente a deflaciones y períodos de escasez de dinero. Mientras las entregas de la Cruz Roja de 50 ó 25 cigarrillos por individuo y semana se producían con regularidad y mientras existían stocks adecuados, la moneda-cigarrillo servía admirablemente a nuestros propósitos.

Pero cuando las entregas se interrumpían, los stocks desaparecían rápidamente, los precios caían, el comercio declinaba en volumen y se convertía cada vez más en trueque. Estas tendencias deflacionistas eran periódicamente compensadas por la repentina inyección de moneda nueva. Los paquetes privados de cigarrillos llegaban a cuentagotas a lo largo del año, pero la mayor parte llegaba cada trimestre cuando la Cruz Roja recibía su asignación de servicios de transporte. Varios cientos de miles de cigarrillos podían llegar en el espacio de una quincena. Los precios se disparaban, hasta que empezaban a bajar, primero despacio pero con creciente rapidez a medida que los stocks se agotaban, hasta que llegaba la siguiente distribución importante. La mayor parte de nuestros problemas económicos se podían atribuir a esta fundamental inestabilidad.”

 

La empresarialidad y el emprendedor: primero en los franceses, olvidada por los ingleses, recuperada por los austriacos

La empresarialidad y la figura del emprendedor fue desarrollada originalmente por economistas franceses como Cantillon o Say, pero en buena medida ignorada en el desarrollo de la economía clásica inglesa. El tema vuelve a aparecer en Viena, de la mano de Carl Menger, y seguiría siendo desarrollada por los austríacos durante todo el siglo XX. En este artículo “Carl Menger on time and entrepreneurship”, Gilles Campagnolo se trata el asunto: https://econpapers.repec.org/scripts/redir.pf?u=https%3A%2F%2Fhal-amu.archives-ouvertes.fr%2Fhal-03779379%2Fdocument;h=repec:hal:journl:hal-03779379

“Carl Menger es recordado menos por su análisis del espíritu empresarial (que en el siguiente análisis se refiere a sus nociones fundamentales relacionadas con la naturaleza de la práctica empresarial) que por sus puntos de vista sobre cuestiones como el dinero, el individualismo o la naturaleza de las instituciones (hay excepciones a esto). interés moderado, como Kirzner 1978). Sin embargo, estos temas están relacionados y una noción debatida durante mucho tiempo entre los austriacos, a saber, el tiempo, relaciona la inversión, el espíritu empresarial, la incertidumbre y la cuasi-antropología tentativa de Menger (mantenida en sus notas). Este artículo investiga concienzudamente esos temas a través de los puntos de vista de Menger sobre la noción de tiempo.”

Simposio sobre las contribuciones, la actualidad y la modernidad de Carl Menger

Esta revista europea organizó y publica los resultados de un simposio sobre Carl Menger, sus contribuciones y su actualidad, en relación a la modernidad. Este es el artículo:

Gilles Campagnolo, Sandye Gloria, Heinz Kurz & Richard Sturn (2022) On the modernity of Carl Menger: criss-cross views. Roundtable conversation*, The European Journal of the History of Economic Thought, 29:5, 967-992, https://doi.org/10.1080/09672567.2022.2110678

Parte del comentario de Campagnolo:

“Como he subrayado la importancia de Menger como filósofo, quizá sea necesario hablar aquí de Menger y de la filosofía francesa. Menger fue muy versado en los estudios franceses de su época y, de hecho, algunos herederos de la Escuela Austriaca en la Escuela Neo-Austríaca/Estadounidense-Austríaca han planteado en ocasiones la cuestión de los orígenes franceses de la teoría de la utilidad subjetiva, con buenas razones para relacionarlos. a Menger tanto como a los primeros economistas de la Ilustración. Y Menger fue culto en la mayor parte de la producción de la Europa de los librepensadores de su tiempo, como ya se mencionó. Una última palabra podría ser una fecha para concluir el argumento sobre el papel predominante de la libertad individual: 1883 fue el año en que Menger publicó Investigaciones sobre los métodos; también fue el año en que murió Karl Marx y el año en que nacieron John Maynard Keynes y Josef Aloysius Schumpeter, así como Benito Mussolini. Los amigos y los enemigos de la libertad individual armarían campamentos para los enfrentamientos del siglo XX, y haríamos bien en recordar las amenazas, así como las esperanzas en cuanto a restringir, proteger y extender las libertades individuales. Dentro de las ciencias sociales, el papel radical de la individualidad fue un camino que abrió Menger.”

Dos revoluciones en una: Menger, la teoría del valor y el origen de la Escuela Austriaca

Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca y Economía Institucional de UCEMA vemos a Carl Menger, quien es poseedor de dos trofeos: por un lado, más general, uno de los pioneros de la llamada “revolución marginalista” en la teoría del valor, junto con William Stanley Jevons y León Walras; por otro fundador de la Escuela Austriaca.

Ya lo hemos leído con relación a las instituciones, su carácter “orgánico”, sus cambios evolutivos y sancionados por algún ente político-constitucional. Ahora lo vemos presentando su teoría de valor, con un énfasis claro en la subjetividad, en lo que se diferencia de sus colegas, leyendo su breve pero suculento libro “Principios de Economía Política”. También vemos a dos de sus seguidores; por un lado Eugen von Böhm-Bawerk discutiendo la teoría del valor-trabajo de Marx y por otro a Friedrich von Wieser, algo menos conocido que los anteriores pero precursor del concepto de costo de oportunidad. Estas son las lecturas

 

Carl Menger (Universidad de Viena), Principios de Economía Política;  Capítulo III: La Teoría del Valor: 82-133 http://www.hacer.org/pdf/Menger00.pdf

 

Eugen Böhm-Bawerk (Universidad de Viena; Universidad de Innsbruck): Una contradicción no resuelta en el Sistema Económico Marxista: http://www.hacer.org/pdf/rev10_boehm.pdf

 

Von Wieser,, Natural Value; Prefacio: https://oll.libertyfund.org/title/smart-natural-value

La importancia de las instituciones para la Escuela Austriaca de Economía: presente desde su origen

Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca y Economía Institucional de UCEMA vemos ahora que el interés por el papel que cumplen las instituciones ha estado presente en los economistas austriacos desde sus inicios. Así, entonces, vemos varios escritos de Carl Menger y algunos otros sobre este autor y su visión de las instituciones como reglas de juego evolutivas. Las lecturas son:

  1. El origen del dinero: https://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/48_7_Menger.pdf 
  2. Investigations into the Method of the Social Sciences: https://cdn.mises.org/Investigations%20into%20the%20Method%20of%20the%20Social%20Sciences_5.pdf BOOK THREE. The Organic Understanding of Social 127 Chapter One : The Analogy Between Social Phenomena and Natural Organisms: Its Limits, and the Methodological Points of View for Social Research Resulting Therefrom 129 Chapter Two: The Theoretical Understanding of Those Social Phenomena Which Are Not a Product of Agreement or of Positive Legislation, but Are Unintended Results of Historical Development
  3. Richard Ebeling: https://www.aier.org/article/carl-mengers-theory-of-institutions-and-market-processes/
  4. Arkadiusz Sieroń ; “El legado de la teoría de las instituciones sociales de Menger»; https://mises.org/es/library/el-legado-de-la-teoria-de-las-instituciones-sociales-de-menger  

 

 

Boettke sobre Menger y la Economía Austriaca contemporánea; el conocimiento, las instituciones y el liberalismo

Todos los trabajos de Peter Boettke merecen una atenta lectura. Ahora, el profesor de economía y filosofía de George Mason University nos presenta una serie de artículos que, dado su interés, iremos viendo uno por uno.

El primero es sobre Menger: MENGER AND CONTEMPORARY AUSTRIAN ECONOMICS: KNOWLEDGE, INSTITUTIONS AND LIBERALISM, George Mason University Department of Economics Working Paper No. 2225 Electronic copy available at: https://ssrn.com/abstract=4149752

“Carl Menger publicó su obra clásica Principios de economía en 1871, esa obra es el texto fundacional de lo que se conoció como la “Escuela Austriaca de Economía”. Esa etiqueta ahora se ha utilizado para describir una escuela histórica de pensamiento, así como economistas académicos contemporáneos e intelectuales públicos en el espacio político hasta el día de hoy, 150 años después. Este artículo discute la metodología mengeriana para el estudio de las ciencias humanas, la teoría del proceso mengeriano, la conexión con el plan liberal de libertad, igualdad y justicia de Adam Smith, y discutirá una visión de la economía política influenciada por la revolución inconclusa de Menger y la Escuela Austriaca.”

Entre sus conclusiones:

“Carl Menger revolucionó la ciencia económica con la publicación en 1871 de sus Principios de economía. Sin embargo, entre sus compañeros revolucionarios marginales, Menger se destacó por su énfasis en la subjetividad del valor, el costo y el conocimiento, y el análisis del marco institucional dentro del cual tienen lugar las transacciones económicas. La literatura secundaria tiende a centrarse en el desarrollo de la teoría exacta de Menger y su énfasis posterior en el orden espontáneo o explicaciones de «mano invisible» de instituciones como el dinero, los mercados, la ley, las costumbres, etc. Pero lo que se pierde en esa literatura la mayoría de las veces es su desarrollo de la teoría empírico-realista, o lo que he llamado teoría institucionalmente contingente. Es la lógica de la elección y la lógica situacional las que en conjunto producen el método compositivo del análisis del orden espontáneo. También es la base para las explicaciones contrastivas que capturan la esencia de la investigación económica desde su fundación. En resumen, la teoría exacta de Menger y la teoría empírico-realista es lo que permite tanto nuestras investigaciones científicas del mecanismo de la mano invisible dentro de cualquier conjunto de instituciones como nuestra capacidad para comparar entornos institucionales.”

Carl Menger analiza el origen del dinero y Radford cuenta su experiencia en un campo de prisioneros de guerra

Pura coincidencia, pero con los alumnos de Económics, UBA, y los alumnos de Derecho, Instituciones y Economía de ESEADE, estamos viendo el origen de las instituciones, y en particular de una muy importante, el dinero. Para eso leemos dos artículos, primero un artículo de Carl Menger titulado “El origen del dinero”. Allí dice:

“ En el comercio primitivo el hombre económico toma conciencia, aunque en forma muy gradual, de las ventajas económicas que se obtendrían si se explotaran las oportunidades de cambio existentes. Los objetivos de este hombre están dirigidos, primera y principalmente, de acuerdo con la simplicidad de toda cultura primitiva, a lo que está al alcance de la mano. Y sólo en esa proporción entra en el juego de sus negocios el valor de uso de las mercancías que busca adquirir. En tales condiciones, cada hombre intenta conseguir por medio del intercambio sólo aquellos productos que directamente necesita y rechaza los que no necesita o ya posee de manera suficiente. Es evidente que en esas circunstancias la cantidad de acuerdos comerciales realmente concretados se halla dentro de limites muy estrechos, Consideremos con qué poca frecuencia nos encontramos con una mercancía que es propiedad de cierta persona y que tiene menos valor en uso que otra mercancía propiedad de otra persona, dándose para esta última la situación inversa. ¡Mucho más extraño aun es el caso en el cual estos dos individuos se encuentran! Pensemos, en realidad, en las peculiares dificultades que obstaculizan el trueque inmediato de productos en esos casos, en los que la oferta y la demanda cuantitativamente no coinciden: en los cuales, por ejemplo, una mercancía indivisible debe ser intercambiada por una variedad de productos que son posesión de diferentes personas o por mercancías tales que sólo se las demanda en determinadas oportunidades y que únicamente pueden ser suministradas por ciertas personas. Incluso en el caso relativamente simple y a menudo recurrente en el que una unidad económica A requiere una mercancía que posee B y B necesita una que posee C mientras que C quiere una que es propiedad de A, aun aquí, conforme a una regla de simple trueque, el intercambio de los bienes en cuestión, como regla general y por necesidad, no se realizaría.

Estas dificultades se habrían convertido en obstáculos insuperables para el progreso del comercio, y al mismo tiempo para la producción de bienes que no requirieran una venta regular, si no se hubiese hallado una solución en la naturaleza misma de las cosas, es decir, los diferentes grados de liquidez (Absatzfähigkeit) de los productos. La diferencia que existe en este sentido entre los artículos de comercio tiene enorme importancia para la teoría del dinero y del mercado en general. Y el no haber tomado en cuenta adecuadamente este hecho para explicar los fenómenos del comercio no sólo constituye una brecha lamentable en nuestra ciencia sino también una de las causas esenciales del estado de retraso de la teoría monetaria. La teoría del dinero necesariamente presupone la existencia de una teoría de liquidez de los bienes. Si logramos aprehender esto podremos entender cómo la suprema liquidez del dinero es sólo un caso especial -que únicamente presenta una diferencia de matiz- de un fenómeno genérico de la vida económica, es decir, la diferencia en la liquidez de las mercancías en general.”

 

Al mismo tiempo, leemos  LA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA DE UN CAMPO DE CONCENTRACIÓN; R.A. RADFORD (Economica, Nov. 1945):

La moneda-cigarrillo

“Aunque los cigarrillos presentan ciertas peculiaridades en su función de moneda, cumplían todas las funciones de una moneda metálica como unidades de cuenta, como medidas de valor y como depósito de valor, y presentaban la mayoría de sus características. Eran homogéneos, razonablemente duraderos, y del tamaño adecuado para las pequeñas transacciones, y en paquetes, también para las más grandes. Por cierto, que también podían ser «aligerados» retorciéndolos entre los dedos, de forma que caían hebras de tabaco.

Los cigarrillos se vieron también sujetos a la Ley de Gresham. Algunas marcas eran más populares que otras entre los fumadores, pero a efectos de su función como moneda, un cigarrillo era un cigarrillo. En consecuencia, los compradores usaban las peores calidades y la tienda raramente se vio en posesión de las marcas más populares: cigarrillos como los Churchman N° 1 se usaban muy poco en el comercio. Una vez, empezaron a circular cigarrillos hechos a mano con tabaco de pipa. El tabaco de pipa era distribuido por la Cruz Roja a una tasa de 25 cigarrillos la onza y esta era la tasa generalmente utilizada en los intercambios, pero con una onza se podían conseguir 30 cigarrillos de confección casera. Naturalmente la gente que poseía cigarrillos hechos a máquina, los rompía y volvía a liar el tabaco, de forma que los verdaderos cigarrillos desaparecieron prácticamente del mercado. Los cigarrillos hechos a mano no eran homogéneos y los precios no podían expresarse ya en ellos con seguridad: todo el mundo examinaba cada cigarrillo antes de aceptarlo y rechazaba los delgados o exigía uno extra como compensación. Durante algún tiempo sufrimos todas las consecuencias de una moneda depreciada.

Los cigarrillos hechos a máquina fueron siempre universalmente aceptados, tanto por lo que podían comprar como por sí mismos. Era precisamente su valor intrínseco lo que daba lugar a su principal inconveniente como moneda, una desventaja Que se da también, aunque en mucha menor escala, en el caso de la moneda metálica, es decir, el hecho de la existencia de una fuerte demanda con fines no-monetarios. En consecuencia, nuestra economía se veía sometida repetidamente a deflaciones y períodos de escasez de dinero. Mientras las entregas de la Cruz Roja de 50 ó 25 cigarrillos por individuo y semana se producían con regularidad y mientras existían stocks adecuados, la moneda-cigarrillo servía admirablemente a nuestros propósitos.

Pero cuando las entregas se interrumpían, los stocks desaparecían rápidamente, los precios caían, el comercio declinaba en volumen y se convertía cada vez más en trueque. Estas tendencias deflacionistas eran periódicamente compensadas por la repentina inyección de moneda nueva. Los paquetes privados de cigarrillos llegaban a cuentagotas a lo largo del año, pero la mayor parte llegaba cada trimestre cuando la Cruz Roja recibía su asignación de servicios de transporte. Varios cientos de miles de cigarrillos podían llegar en el espacio de una quincena. Los precios se disparaban, hasta que empezaban a bajar, primero despacio pero con creciente rapidez a medida que los stocks se agotaban, hasta que llegaba la siguiente distribución importante. La mayor parte de nuestros problemas económicos se podían atribuir a esta fundamental inestabilidad.”

 

Carl Menger comienza la «revolución marginalista» presentando una teoría subjetiva del valor

Así comenzó la “revolución marginalista” en la economía. Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca, de UCEMA, vemos el libro de Carl Menger, Principios de Economía Política. Dice el autor en su capítulo III:

menger

“El valor de los bienes se fundamenta en la relación de los bienes con nuestras necesidades, no en los bienes mismos. Según varíen las circunstancias, puede modificarse también, aparecer o desaparecer el valor. Para los habitantes de un oasis, que disponen de un manantial que cubre completamente sus necesidades de agua, una cantidad de la misma no tiene ningún valor a pie de manantial.

Pero si, a consecuencia de un terremoto, el manantial disminuye de pronto su caudal, hasta el punto de que ya no pueden satisfacerse plenamente las necesidades de los habitantes del oasis y la satisfacción de una necesidad concreta depende de la disposición sobre una determinada cantidad, esta última adquiriría inmediatamente valor para cada uno de los habitantes. Ahora bien, este valor desaparecería apenas se restableciera la antigua situación y la fuente volviera a manar la misma cantidad que antes. Lo mismo ocurriría en el caso de que el número de habitantes del oasis se multiplican de tal forma que ya la cantidad de agua no bastara para satisfacer la necesidad de todos ellos. Este cambio, debido a la multiplicación del número de consumidores, podría incluso producirse con una cierta regularidad, por ejemplo, cuando numerosas caravanas hacen su acampada en este lugar.

Así pues, el valor no es algo inherente a los bienes, no es una cualidad intrínseca de los mismos, ni menos aún una cosa autónoma, independiente, asentada en sí misma. Es un juicio que se hacen los agentes económicos sobre la significación que tienen los bienes de que disponen para la conservación de su vida y de su bienestar y, por ende, no existe fuera del ámbito de su conciencia. Y así, es completamente erróneo llamar “valor” a un bien que tiene valor para los sujetos económicos, o hablar, como hacen los economistas políticos, de “valores”, como si se tratara de cosas reales e independientes, objetivando así el concepto. Lo único objetivo son las cosas o, respectivamente, las cantidades de cosas, y su valor es algo esencialmente distinto de ellas, es un juicio que se forman los hombres sobre la significación que tiene la posesión de las mismas para la conservación de su vida o, respectivamente, de su bienestar.

La objetivación del valor de los bienes, que es por su propia naturaleza totalmente subjetivo, ha contribuido en gran manera a crear mucha confusión en torno a los fundamentos de nuestra ciencia.”

Y luego ya se encarga de demoler la teoría del “valor trabajo”:

El valor que un bien tiene para un sujeto económico es igual a la significación de aquella necesidad para cuya satisfacción el individuo depende de la disposición del bien en cuestión. La cantidad de trabajo o de otros bienes de orden superior utilizados para la producción del bien cuyo valor analizamos no tiene ninguna conexión directa y necesaria con la magnitud de este valor. Un bien no económico, por ejemplo, una cantidad de madera en un gran bosque, no encierra ningún valor para los hombres por el hecho de que se hayan empleado en ella grandes cantidades de trabajo o de otros bienes económicos. Respecto del valor de un diamante, es indiferente que haya sido descubierto por puro azar o que se hayan empleado mil días de duros trabajos en un pozo diamantífero. Y así, en la vida práctica, nadie se pregunta por la historia del origen de un bien; para valorarlo sólo se tiene en cuenta el servicio que puede prestar o al que habría que renunciar caso de no tenerlo. Y así, no pocas veces, bienes en los que se ha empleado mucho trabajo no tienen ningún valor y otros en los que no se ha empleado ninguno lo tienen muy grande. Puede ocurrir también que tengan un mismo valor unos bienes para los que se ha requerido mucho esfuerzo y otros en los que el esfuerzo ha sido pequeño o nulo. Por consiguiente, las cantidades de trabajo o de otros medios de producción empleados para conseguir un bien no pueden ser el elemento decisivo para calcular su valor. Es indudable que la comparación del valor del producto con el valor de los medios de producción empleados para conseguirlo nos enseña si y hasta qué punto fue razonable es decir, económica, la producción del mismo. Con todo, esto sólo sirve para juzgar una actividad humana perteneciente al pasado. Pero respecto del valor mismo del producto, las cantidades de bienes empleados en conseguirlo no tienen ninguna influencia determinante ni necesaria ni inmediata.”

Carl Menger revoluciona la teoría del valor e inicia la Escuela Austriaca. Hayek lo presenta

Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca, de UCEMA, vemos a Menger. Comenzamos con la introducción a su libro Principios de Economía Política que escribiera F. A. Hayek, quien comenta:

mengerLa historia de la economía política es rica en ejemplos de precursores olvidados, cuya obra no despertó ningún eco en su tiempo y que sólo fueron redescubiertos cuando sus ideas más importantes habían sido ya difundidas por otros. Es también rica en notables coincidencias de descubrimientos simultáneos y de singulares peripecias de algunos libros. Pero difícilmente se encontrará en esta historia, ni en la de ninguna otra rama del saber, el ejemplo de un autor que haya revolucionado los fundamentos de una ciencia ya bien establecida y haya conseguido por ello general reconocimiento y que, a pesar de todo, haya sido tan desconocido como Carl Menger. Apenas si existen casos paralelos al de los Principios, que tras haber ejercido un influjo firme y permanente hayan tenido — debido a causas totalmente accidentales— tan limitada difusión.

Para los historiadores resulta incuestionable que la posición poco menos que excepcional alanzada por la Escuela austriaca en el proceso de desarrollo de la economía política en los últimos sesenta años se debe casi en su totalidad a los fundamentos sobre los que la asentó este gran economista. Es cierto que la fama de la Escuela de cara al exterior y el desarrollo de algunas panes esenciales del sistema se deben a los esfuerzos de sus brillantes seguidores Eugen von Böhm-Bawerk y Friedrich von Wieser. Pero no es oscurecer los méritos de estos dos hombres afirmar que sus ideas fundamentales surgieron en su totalidad de Carl Menger. De no haber tenido tales discípulos, su nombre habría quedado envuelto en una suave penumbra. Tal vez habría corrido la suerte de muchos hombres capacitados, cuyas ideas se anticiparon a su tiempo pero que luego fueron olvidados. En todo caso, es prácticamente seguro que durante largo tiempo apenas habría gozado de prestigio fuera del ámbito germano-parlante. Pero la característica común de todos los partidarios de la Escuela austriaca, lo que les confirió su peculiaridad e hizo posibles sus posteriores contribuciones, fue precisamente su aceptación de las teorías de Carl Menger.

El hecho de que William Stanley Jevons, Carl Menger y Léon Walras descubrieran casi al mismo tiempo y cada uno por su lado el principio de la utilidad límite es tan conocido que no es necesario insistir en ello. Hoy se admite, en general, y con buenas razones, que el año 1871, en el que se publicaron la Theory of Political Economy de Jevons y los Principios de Menger, es el punto de partida de una nueva época en el desarrollo de la política económica. Jevons había expuesto ya sus ideas fundamentales nueve años antes, en un artículo (publicado en 1866) que apenas llamó la atención. Walras no inició la publicación de sus teorías hasta 1874. En todo caso, está bastante bien comprobada a mutua independencia de los trabajos de los tres fundadores.

Aunque sus propósitos centrales —es decir, aquella parte de sus sistemas a que mayor importancia dieron sus contemporáneos— son los mismos, el carácter general y el telón de fondo de sus trabajos son tan esencialmente diferentes que se plantea de forma inevitable la pregunta de cómo es posible que por caminos tan distintos se llegara a resultados tan parecidos.»