Se equivocan, lejos estamos del fin del dinero (salvo el estatal), y se multiplican los mercados

Una vieja utopía se renueva en este artículo con el título de “Cómo reemplazar el dinero en el siglo XXI”: http://www.lanacion.com.ar/1745969-como-reemplazar-el-dinero-en-el-siglo-xxi

Que el dinero billete vaya a desaparecer en el futuro no extraña a nadie, ya viene siendo desplazado desde hace rato, primero por los cheques, luego por las tarjetas de débito. Pero que vaya a desaparecer tal cosa como un “medio de intercambio” no solamente es una ilusión sino que además sería un enorme paso atrás desde que hace cientos de años abandonamos el trueque.

Bitcoin

Es más probable que terminemos reemplazando a los dineros estatales, con el Bitcoin u otra cripto-moneda. Ni la creadora de la red Bioecon ni el periodista entienden esto. Comenta un sicólogo que también es electricista:

“Desde que ingresé a Bioecon volví a ofrecer tareas de electricidad. Los puntos que obtengo por los servicios que doy los canjeo dentro de la plataforma por masajes, alimentos, muebles o hierbas aromáticas, por ejemplo.»

«La idea de Bioecon es reemplazar el dinero. No utilizar nada que se parezca a una moneda para vehiculizar intercambios, y que la gente se conozca», explica Cecilia Hecht, creadora de esta red social en la que sus casi 800 usuarios -en la Argentina y en países como los Estados Unidos, China o España, entre otros- ofrecen y solicitan servicios y bienes, ya sea a través de un sistema de puntos, el trueque, el uso compartido o, simplemente, regalándolos.”

Cecilia, en verdad, está reemplazando un dinero por otro: los puntos que se obtienen en esa red. Lo cual está muy bien, por supuesto. Esos «puntos» son una nueva «moneda privada», es de esperar que tenga éxito y no se vean tentados a emitirla por demás. Algo similar creyeron, luego de la crisis de 2002, todos los que se lanzaron a los centros de trueque, pero en verdad utilizaban una moneda alternativa, que llamaban “arbolitos” por el dibujo que tenían sus “billetes” y que terminó como muchas monedas estatales: hundida en la hiperinflación.

Para el que le interese, analicé la moneda de los centros de trueque aquí: http://works.bepress.com/cgi/viewcontent.cgi?article=1010&context=martin_krause

En verdad, Bioecon es otra de las tantas redes de cooperación que surgen en la web y que lo que reemplazan es a los intermediarios, no al medio de intercambio. Este trabajo de la consultora Booz & Co., analiza lo que está sucediendo, particularmente entre empresas: http://www.strategy-business.com/article/00281?gko=88e49&cid=20141125enews&utm_campaign=20141125enews

Algunas redes de este tipo han florecido en estos meses, tales como las que permiten alquilar departamentos (Airbnb) o para compartir transporte (Uber), entre “consumidores”, pero lo más importante es lo que sucede entre empresas que hacen lo mismo para alquilar oficinas que no estén usando, o el conocimiento de sus investigadores, o su tecnología. Es la misma historia de E-bay o de Mercado Libre.

Todos estos son “mercados”, aceitados por un medio de intercambio, tal vez mañana si los gobiernos no lo condenan, el Bitcoin o el E-gold. Lejos está de ser el fin de la “economía mercantil” como parece sugerir la nota.

 

Una noticia monetaria diferente: los suizos van a votar para tener más oro en su banco central

Al fin una noticia diferente en el ámbito de las políticas monetarias en el mundo. Cuando todos los bancos centrales están preocupados en cómo devaluar sus monedas a efectos de (supuestamente) evitar una “deflación”, los suizos estarán votando el próximo 30 de noviembre en referéndum si reforzar o no su sistema monetario con más oro.

Oro

La idea es rechazada, por supuesto, por el banco central suizo, el Swiss National Bank (SNB), y también por el Parlamento, pero los suizos tienen la posibilidad de opinar incluso contra la decisión de sus representantes, a través de mecanismos de democracia directa. No sería la primera oportunidad en que los votantes le han negado algún resultado deseado por los políticos: ya rechazaron la creación de un ejército o la de integrarse al euro.

La consulta contiene en tres puntos básicos:

  1. Prohibir la venta de las reservas de oro al Banco Central de Suiza (SNB).
  2. Repatriar todo el oro suizo que se guarda en el extranjero.
  3. Y reforzar el franco suizo con más oro, elevando las reservas de dicho metal hasta un mínimo del 20% de los activos del SNB.

Si triunfara esta propuesta el SNB perdería cierto poder para manipular su moneda ya que se vería obligado a comprar grandes cantidades de oro hasta alcanzar el 20% de sus activos.

Suiza, al igual que otros muchos países desarrollados (incluida España), ha estado vendiendo sus reservas de oro en la última década pasando del 30% al 10% del total de sus reservas.

El 90% de las reservas sobre el total de activos están conformadas por euros y dólares. Por el lado de los activos, el Banco Nacional de Suiza ha acumulado una gran cantidad de bonos alemanes y Americanos.

Comenta el candidato presidencial norteamericano Ron Paul:

«El pueblo suizo aprecia el esfuerzo de sus antepasados por acumular grandes reservas de oro, una moneda respetada, y construir un sistema bancario sólido e independiente. No quieren ver estos siglos de lucha dilapidados por un banco central. Los resultados de la consulta de noviembre pueden ser un referente, lo que indica cuán fuertes pueden ser los movimientos populares para que la banca central rinda cuentas y regresar a un sistema monetario respaldado en oro», concluye.

Hume y Mises sobre la «no-neutralidad» del dinero, los precios relativos y el patrón-oro

Hume y Mises sobre un tema central para entender los efectos de las políticas monetarias y de la inflación. Me refiero a la “no-neutralidad” del dinero. Esto es, la emisión monetaria por sobre la demanda de dinero genera un aumento generalizado de los precios que llamamos inflación, pero lo cierto es que no todos los precios suben al mismo tiempo. Esto dicen al respecto los autores mencionados:

David Hume en “Of Money” (1752):

Hume

“Para considerar, entonces, este fenómeno, debemos considerar que aunque el alto precio de los bienes es una consecuencia necesaria del incremento del oro y la plata, no resulta en forma inmediata de este incremento: se requiere cierto tiempo antes que ese dinero circule por todo el reino, y haga sentir su efecto en todo el pueblo. AL principio no se siente ninguna alteración, los precios suben gradualmente, primero en un bien, luego en otro, hasta que todos alcanzan una justa proporción con la nueva cantidad de dinero en el reino. En mi opinión, es solo en este intervalo o situación intermedia, que el aumento de la cantidad de oro y plata es favorable a la industria. Cuando una cantidad de dinero es importada en una nación, no se distribuye entre muchas manos pero es confinada a los cofres de pocas personas, quienes en forma inmediata buscan usarlas en su beneficio.”

Ludwig von Mises en “The Gold Standard and its Opponents”(1931):

“Si todos los otros precious permancen más o menos estables mientras el precio de un bien, digamos el carbón, sube, esto significa una ventaja para los dueños de las minas de carbón. ¿Pero qué sucede si ese aumento es resultado de un aumento de la cantidad de dinero que eleva todos los precios? Si como consecuencia de esta inflación todos los precios subieran al mismo tiempo y todos los precios de todos los bienes y servicios se incrementaran proporcionalmente, no producirían ningún otro reajuste social –excepto por las desventajas para los acreedores y las ventajas para los deudores. Pero, sin embargo, como la teoría económica ha probado en forma irrefutable, los aumentos de precios no ocurren todos al mismo tiempo en la economía, ni suben en la misma proporción, definitivamente causan diversos efectos sociales. Los sectores que llevan al mercado bienes y servicios cuyos precios crecen al inicio del proceso ganan con los cambios en el poder adquisitivo del dinero. Por un cierto período, ellos venden a un precio mayor, y pueden comprar bienes y servicios para su propio uso a precios más bajos que se corresponden más con el poder adquisitivo del dinero antes de la inflación. Si la inflación es frenada, entonces los salarios y los precios de distintos bienes se emparejan en cierta medida. Pero las ganancias obtenidas y las pérdidas sufridas en el curso del proceso inflacionario nunca se recuperan.”

Y, para terminar, un comentario de Mises sobre el patrón-oro:

“El valor del dinero no es ‘estable’, por supuesto, bajo el patrón-oro. Pero, ‘valor estable’ es, después de todo un concepto vago e impreciso. Sólo en una economía estacionaria, en el sentido estricto en el cual todo es igual mañana y pasado mañana de lo que fue ayer y anteayer, tendría precios sin cambios y, por consiguiente, un dinero con poder adquisitivo estable. El logro del patrón-oro es que libera al poder adquisitivo del dinero de la unidad monetaria en mayor medida de los factores políticos que la influencian de lo que sería el caso bajo cualquier otro sistema monetario posible.”

David Ricardo y John Stuart Mill sobre las monedas fiduciarias y los bancos centrales

Se denomina a las actuales monedas de todos los países, “fiduciarias”, por no estar respaldadas por nada (oro, plata) que no sea la confianza en quienes las emiten. De hecho, la primera acepción del adjetivo fiduciaria en el Diccionario de la Real Academia dice: “Que depende del crédito y confianza que merezca”.

Por cierto que las monedas metálicas también estaban basadas en la confianza, sobre todo por no depender de la política. Dos economistas clásicos opinan sobre las monedas fiduciarias. En primer lugar David Ricardo, de un artículo titulado “The High Price of Bullion”(1811):

David Ricardo

“Se dice…., que el Banco de Inglaterra es independiente del Gobierno… Pero puede cuestionarse si un banco que presta muchos millones más que su capital y ahorros al Gobierno puede llamarse independiente…. Este es un peligro al que el Banco, dada su naturaleza, es confiable en todo momento. Ninguna prudencia de sus directores podría haberlo evitado… Era en última instancia debido a la estrecha conexión entre el Banco y el Gobierno que la restricción [la suspensión de la convertibilidad de sus billetes por oro metálico] fue necesaria… La única seguridad legítima que el público puede tener contra la indiscreción del Banco es obligarlos a pagar sus billetes con metálico.”

EL otro autor clásico es John Stuart Mill, en su libro Principles of Political Economy (1871):

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“Ninguna doctrina de la economía política descansa en fundamentos más obvios que la manipulación de una moneda papel que no se mantenga al mismo valor que la metálica, ya sea por convertibilidad, o por algún principio de limitación equivalente… Todas las variaciones en el valor de un medio circulante son manipulaciones que distorsionan los contratos y las expectativas y la carga de esos cambios hace que todo compromiso pecuniario de largo plazo sea totalmente precario. Grande como sería este inconveniente si dependiera de un accidente (la producción de oro), es mayor cuando está arbitrariamente a disposición de una persona o un grupo de ellas; quienes pueden tener cualquier clase o grado de interés en emitir cuanto [billetes inconvertibles] como sea posible, dando cada uno que se emita una ganancia. Sin agregar que los emisores tienen, y en el caso de billetes gubernamentales siempre tienen, un interés directo en devaluar el valor de la moneda porque es ésa el medio en que se computan sus deudas…. Dicho poder, quienquiera que lo posea, es un mal intolerable.”

Quienes promueven la inflación juegan con fuego, Keynes y Mises sobre el Tratado de Versailles

Pocas cosas podrán encontrarse en común en la visión de la economía de John Maynard Keynes y Ludwig von Mises, pero no es el caso en cuanto al análisis de la situación europea luego de la Primera Guerra Mundial. Keynes formó parte de la delegación británica en las negociaciones que llevaron al Tratado d Versailles, y criticó la dureza de las condiciones impuestas a Alemania augurando una reacción que luego se podría lamentar, y hubo que lamentar. Lo hizo en su libro “Las consecuencias económicas de la Paz” (1919).

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Tal vez tuvo mucho menos impacto un artículo de Mises publicado, en alemán, en el diario Neue Freie Presse el 28 de Enero de 1920. Se refiere a dos temas: las consecuencias económicas de la emisión monetaria para pagar la deuda impuesta por el Tratado y sus consecuencias políticas.

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“La profunda caída del tipo de cambio del marco (acá le diríamos subida) llama especialmente la atención. Actualmente el marco no está más alto que la corona checa. Las expectativas negativas en los países neutrales en relación al valor del marco pueden atribuirse tanto a temores sobre el futuro inflacionario como al grado en que la inflación ya ha crecido. Por una década y media, la teoría inflacionista se ha esparcido por Alemania. Los escritos de Georg Knapp y Friedrich Bendixen (Keynes cita a Knapp en el Treatise on Money y parece haberlo influenciado; Hayek luego critica este trabajo de JMK) han encontrado entusiastas partidarios, y es razonable decir que sus puntos de vista sobre teoría monetaria predominan hoy, compartidos por todos los principales expertos políticos. Recientemente, Bendixen entusiastamente propuso emitir un billón más de marcos para saldar la deuda. Su propuesta generó poca oposición en Alemania, mientras que fue recibida con fuerte rechazo en otros países. La profunda caída del marco puede atribuirse básicamente al lanzamiento de esta idea.”

“El informe emitido hace dos semanas por la Comisión Monetaria Alemana, que está compuesta principalmente de prominentes empresarios, muestra claramente que las elites alemanas no comprenden claramente que la causa de la depreciación de la moneda se encuentra en la inflación de la oferta monetaria. La comisión propuso medidas administrativas, como la restricción del comercio exterior y un endurecimiento del control de cambios para contrarrestar la depreciación de la moneda. Para los que comprenden la situación real, este informe tuvo un efecto desfavorable tanto en Alemania como en otros países.”

“Si el pueblo alemán no ve otra alternativa que trabajar por décadas como esclavos de Francia, no sorprenderá que el humor que se extiende en un creciente número de gente que promueve el avance del bolchevismo. Una Alemania bolchevique, sin embargo, no solo sería la destrucción de Alemania sino uno de los mayores peligros para el resto de Europa.”

“Inglaterra y Francia van a tener que comprender que los problemas de Europa no pueden resolverse fácilmente como sus representantes lo imaginan cuando negociaron los Tratados de Versailles y Saint-Germain. No se puede destruir a Alemania sin empujar a toda Europa a la ruina con ella. Una revisión de los Tratados de Versailles y Saint Germain parece imperativa, no solo en interés de Alemania sino también en interés del resto de Europa y, en verdad, en el interés de toda la civilización”.

Hay quienes, como Mises, tienen la claridad mental suficiente para anticipar las consecuencias de ciertos actos. Alemania no fue bolchevique, pero algo parecido, fue Nazi, y luego todo terminó en la peor guerra de la historia. La hiperinflación alemana no fue una causa menor para promover el ascenso del nazismo. Quienes promueven la inflación juegan con fuego.

Los pesos emitidos llegarían hasta la Luna o equivaldrían a 45 Aconcaguas

Buenísimo el artículo de Hernán de Goñi en el diario Cronista respecto a la magnitud de la emisión monetaria en Argentina: http://www.cronista.com/finanzasmercados/Emision-astronomica-se-puede-llegar-a-la-Luna-con-los-billetes-de–100-impresos-desde-2003-20140926-0016.html

Emisión pesos

Reproduzco algunos de sus párrafos donde comenta un estudio que midió el volumen de la emisión:

“Sin pretender buscar evidencias para discutir la Teoría Cuantitativa del Dinero, un grupo de economistas empezó a hacer cuentas con la base de datos del Banco Central para obtener algunas evidencias físicas que le dieran una dimensión real a esta discusión.”

“El primer número que delimitaron es la cantidad de billetes de 100 pesos que circulaba en la economía en el 2003 (en el arranque de la gestión de Néstor Kirchner) y su variación en los años siguientes, hasta obtener el acumulado al 2014. Luego midieron su magnitud en centímetros (6,5 de alto por 15,5 de ancho) y se preguntaron: si pusiéramos uno al lado de otro ¿qué obtendríamos? El resultado -puesto en conocimiento de este diario- es, de alguna manera, escalofriante.”

“Si formáramos un camino con los 2430 millones de billetes de $ 100 impresos en este período (casi doce años) tendríamos una traza de 380.000 kilómetros, equivalente a la distancia entre la Tierra y la Luna. Esa distancia equivale también a dar casi 10 vueltas (9,5 para ser más precisos) al globo terráqueo.”

“Si los pusiéramos uno arriba del otro (una pila de 1000 billetes tiene 13 centímetros de altura) se podría construir una torre de 316 kilómetros de altura, equivalente a 45 Aconcaguas, la montaña más alta de Argentina.”

Luego hace una comparación entre el desempeño del peso y del dólar:

“Para no generar un cálculo abstracto, buscaron un punto de comparación. Acudieron a las estadísticas de la Reserva Federal de los Estados Unidos, y buscaron la cantidad de billetes de 100 dólares que circulaban en 2003 y en el presente. La comparación (incluida en la infografía que ilustra esta nota) muestra que en el primero de esos años la proporción entre billetes argentinos y estadounidenses era de apenas 4%, y que en el 2014 había trepado a 25%!”

“La correlación entre ambas monedas no favorece a la Argentina. Según un cálculo que difundió el economista Federico Muñoz, entre 1985 y 2010 (período que incluye dos hiperinflaciones) el billete de mayor denominación que tuvo el país equivalía, en promedio, a u$s 85. Hoy con un billete de $ 100 se obtienen menos de u$s 7 en el mercado informal y casi u$s 12 en el oficial.”

“Más allá del debate sobre el efecto inflacionario de semejante nivel de emisión de pesos, en el ámbito doméstico también se discute sobre las distorsiones prácticas que esta situación genera en la vida cotidiana. Para empezar, las operaciones inmobiliarias en pesos se vuelven casi impracticables por la cantidad de billetes que obligan a mover (un efecto colateral que refuerza la presencia del dólar como moneda de referencia). Hasta retirar el sueldo de un cajero automático se vuelve una odisea, porque los cajeros en general no entregan más de 20 unidades por extracción. Todo esto sin contar con el hecho de que si todos intentan hacer lo mismo, en los primeros días del mes no hay red Banelco ni Link que resistan.”

Mises discute alternativas de política monetaria, en Austria o Argentina, y la relación emisión/precios

EN 1918 Ludwig von Mises publicó un artículo titulado “La teoría cuantitativa del dinero”. En él reivindicaba a la teoría aunque señalaba que era muy simple y había sido ya superada por la teoría monetaria, en particular porque esa simplificación no toma en cuenta los cambios en los precios relativos. Es decir, es cierto que (ceteris paribus) un aumento de la cantidad de moneda genera un aumento de los precios, pero también lo es que ese incremento no impacta a todos los precios por igual, unos suben primero, otros después. Mises desarrolló estas ideas en su primer libro “La teoría del dinero y del crédito”. Pero la esencia de la teoría es correcta.

Ese artículo dio origen a un debate donde Siegfried Rosenbaum, director del Banco Anglo-Austriaco le pide a Mises menos teoría y más propuestas concretas de solución. Mises responde en un artículo “On the Currency Question” señalando que los políticos van a tener que elegir entre tres distintas opciones, que van de mayor a menor ajuste fiscal:

  1. Volver a la vieja paridad con el oro. Eso requeriría al gobierno pagar todos los préstamos que tomara durante la guerra con el banco central, el que no solamente dejaría de emitir sino que retiraría billetes de circulación hasta que los que queden tengan completo respaldo en oro.
  2. Aceptar el nuevo nivel de precios, resultado de la enorme emisión realizada durante la guerra, dejar de emitir y fijar una nueva paridad con el oro.
  3. Seguir emitiendo para cubrir el gasto público como hasta ahora, proceso que probablemente terminaría con la pérdida total de valor de la moneda.

Además de las cuestiones teóricas e históricas en esos artículos, lo interesante es que son las mismas alternativas que enfrenta el Banco Central argentino ya sea ahora o con la llegada de un nuevo gobierno. Trasladándolas al escenario local serían así:

  1. La Tesorería generaría un superávit fiscal suficientemente alto como para pagar los bonos que han sido colocados en el Banco Central y éste muestra en su balance. Esos pesos (un pasivo del BC) se cancelarían contra el activo cancelado (bonos de Tesorería). Desde ya que habiendo generado un superávit fiscal no habría más emisión con destino a cubrir el gasto aunque podría haberla como resultado del ingreso de dólares por superávit comercial o ingreso de inversiones.
  2. En esta alternativa, la Tesorería tiene que balancear sus cuentas ya que no podría contar con el apoyo del Banco Central. El ajuste del gasto sería menor que en a) pero igual sería necesario.
  3. En este caso el ajuste fiscal es menor, puede que sea poco y se siga emitiendo algo o que no lo haya y se continúe con la emisión como ahora. Está claro que esta última opción no parece sostenible, al menos para este gobierno, porque está cayendo la demanda de dinero. Tal vez lo pudiera ser por un tiempo para un nuevo gobierno que generara confianza y un plazo de espera como para realizar los necesarios ajustes fiscales.

Luego discute con un banquero, quien sostiene una teoría que se ha escuchado por aquí: no es la emisión la que genera aumento de precios, sino el aumento de precios el que hace necesaria la emisión. “Pero el precio de los bienes nunca puede ser explicado desde el lado monetario, sino siempre desde el lado de los bienes. Que todos los precios han subido no ha de causar sorpresa cuando hay escasez de todos los bienes. Sin duda hay una conexión entre los precios de los bienes y la inflación, pero es la inversa. Los mayores precios han ocasionado una mayor circulación de billetes como consecuencia. No sería difícil investigar el destino de esos billetes ya sean 20 o 21 billones. Si uno considera que los precios han crecido un 500%, entonces 500% de la anterior emisión son necesarios para satisfacer las necesidades de efectivo…”

Contesta Mises:

“Si el autor declara que es obvio que los altos precios de los bienes tienen como consecuencia un drástico aumento de los billetes, entonces uno ha de preguntar cómo se establecen esas supuestas obvias conexiones. Estas consecuencias no se producen, por cierto, espontáneamente, porque aun si los precios crecen tanto, ningún billete entra en circulación por sí mismo. Solamente lo hacen debido a que la ley que restringe la emisión de billetes por el banco central ha sido suspendida, porque el gobierno ordenó la emisión de nuevos billetes. Y la pregunta surge, ¿qué hubiera pasado si no se hubieran puesto en circulación esos 20 billones o más? Si el respetado autor admite que la mayor cantidad de billetes se corresponde con una creciente necesidad de dinero ocasionada por la suba de precios, entonces es que también habrá concedido que el nivel general de precios no podría haber subido si no se hubieran emitido esos nuevos billetes.

Si llueve maná por 40 años, y el resto sigue igual, el precio del maná bajará. Ahora han estado lloviendo nuevos billetes por cuatro años, ¿no debería su precio también bajar?”

Mises: La inflación es el verdadero opio del pueblo

De «Reconstrucción Monetaria»:

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La inflación y la expansión del crédito son los medios de obscurecer el hecho de que prevalece una escasez que es resultado de la Naturaleza, de las cosas materiales de que depende la satisfacción de las necesidades humanas. La tarea principal de las empresas privadas capitalistas consiste en hacer desaparecer esta escasez en el mayor grado posible y en proporcionar un nivel de vida progresivamente más elevado, a una población cada vez más numerosa. El historiador no puede dejar de registrar que el laissez-faire y el individualismo resuelto han tenido buen éxito hasta un grado sin precedente en sus esfuerzos tendientes a proveer al hombre común y corriente, cada vez con mayor amplitud, de alimento, alojamiento y otras comodidades que solicita. Pero por notables que sean estos adelantos, siempre existirá un límite estricto a la cantidad que puede consumirse sin reducir el capital disponible para continuar el proceso de producción y, aún más, para ampliarlo.

En épocas pasadas, los reformadores sociales creían que todo lo que se necesitaba a fin de mejorar las condiciones materiales de las capas inferiores de la sociedad era confiscar el excedente de los ricos y distribuirlo entre quienes tenían menos. La falsedad de esta fórmula, no obstante el hecho de que aún constituye el principio ideológico que inspira los impuestos de nuestros días, ya no se discute por ningún hombre razonable. No hay para qué hacer hincapié en la circunstancia de que semejante distribución únicamente agregará una cantidad insignificante a los ingresos de la inmensa mayoría. El punto fundamental estriba en que el monto total de la producción en una nación o en todo el mundo, en un período determinado de tiempo, no representa una magnitud independiente del modo de organización económica de la sociedad. La amenaza de verse privado mediante la confiscación, de una parte considerable o inclusive de la mayor parte del producto de la actividad que desarrolla uno, hace que afloje el esfuerzo del individuo por enriquecerse y resulta, consiguientemente, en la disminución del producto nacional. Hubo un tiempo en que los socialistas marxistas se solazaban con ensueños acerca del fabuloso incremento en la riqueza que era de esperarse del modo socialista de la producción. La verdad es que cada quebrantamiento del derecho de propiedad y cada restricción a la empresa libre menoscaban la productividad del trabajo. Una de las preocupaciones primordiales de todos los partidos hostiles a la libertad económica tiende a impedir que los votantes sepan esto. Sería imposible a las diversas variedades de socialismo e intervencionismo mantener su popularidad si la gente descubriera que las medidas cuya adopción se aclama como conquistas sociales, restringen la producción y tienden a la desacumulación del capital. Ocultar estos hechos al público es uno de los servicios que la inflación presta a la llamada política progresista. La inflación es el verdadero opio del pueblo, que se administra a éste por los gobiernos y partidos anticapitalistas.

Mises describe el sistema cambiario argentino (control de cambios) como «sistema ilusivo»

De «Reconstrucción Monetaria»:

El patrón ilusivo

El patrón ilusivo se basa en una mentira. El gobierno decreta la existencia de cierta paridad entre la moneda nacional y el oro o las divisas extranjeras. Se da perfecta cuenta del hecho de que en el mercado prevalecen tipos de cambio más bajos que la ilusiva paridad que le place ordenar. Sabe que nada se hace a fin de convertir la paridad ilusiva en una paridad efectiva. Sabe que la convertibilidad no existe. Pero se aferra a su simulación y prohíbe que se celebren operaciones a un tipo que se aparte del ficticio tipo de cambio que ha hecho suyo. Quien compra o vende a cualquiera otro tipo es culpable de un delito y se le castiga severamente.

Si el decreto de que hablamos se hiciera cumplir estrictamente, cesarían todas las operaciones monetarias con los países extranjeros. Por lo tanto, el gobierno da un paso más. Expropia todas las divisas extranjeras que son propiedad de sus ciudadanos e indemniza a los expropiados pagándoles la cantidad de moneda nacional que, de acuerdo con el decreto oficial, equivale a las cantidades de moneda extranjera en su poder que se confiscan. Mediante estas confiscaciones, el gobierno adquiere el monopolio nacional de operar en los cambios con el exterior. En lo sucesivo, es el único vendedor de divisas extranjeras que existe en el país. En acatamiento de su propio decreto, debería vender cambio extranjero al tipo oficial.

En un mercado al que la intervención del gobierno no le crea trabas, predomina la tendencia a establecer y mantener un tipo de cambio tal entre la moneda nacional (A) y la moneda extranjera (B), que carece de importancia el que uno compre o venda mercancías contra A o contra B. Mientras sea posible obtener una utilidad al vender determinada mercancía contra B y volver a venderla contra A, existirá una demanda específica de ciertas cantidades de B, que provendrá de los comerciantes que vendan partidas de A. Esta demanda específica desaparecerá únicamente cuando no sea posible obtener utilidades como consecuencia de las discrepancias de precio entre los precios que se expresen en cada una de dichas dos monedas. El tipo del mercado se mantiene debido al hecho de que ya no existe ventaja para nadie en pagar un mayor precio por la moneda extranjera. El hecho de comprar A contra B o B contra A a un precio superior (cotizado en el primer caso en B y en el segundo en A) que el precio del mercado, no producirá utilidades especiales. Las operaciones de arbitraje tienden a paralizarse a este precio. Este es el proceso que describe la teoría de la paridad del poder adquisitivo, del cambio extranjero.

La política que presuntuosamente se llama control de los cambios sobre el exterior trata de contrarrestar el funcionamiento del principio de la paridad del poder adquisitivo y fracasa lamentablemente. Confiscar las divisas extranjeras y pagar por ellas una indemnización inferior a su precio en el mercado equivale a establecer un impuesto a la exportación. Tiende a reducir las exportaciones y, consiguientemente, la suma de divisas extranjeras de que el gobierno no puede apoderarse. Por otra parte, vender cambio extranjero a menos de su precio en el mercado equivale a subsidiar las importaciones y, de ese modo, a aumentar la demanda de moneda extranjera. El patrón ilusivo y su principal instrumento, el control de cambios, dan por resultado un estado de cosas que se califica, con bastante impropiedad, como escasez de divisas extranjeras.

La escasez constituye la característica esencial de un bien económico. Los bienes que no son escasos relativamente a la demanda que existe de ellos, no son bienes económicos, sino bienes libres. A la acción humana no le interesan y la economía no se ocupa de ellos. Ningún precio se cubre por tales bienes libres y nada puede obtenerse a cambio de ellos. Asentar el hecho de que el oro o los dólares son escasos, es enunciar una perogrullada.

El estado de cosas que quieren describir quienes hablan de una escasez de dólares, es el siguiente: a la paridad ficticia, fijada arbitrariamente por el gobierno y aplicada por medio de todo el aparato gubernamental de violencia y coacción, la demanda de dólares resulta superior a la cantidad de éstos que se ofrecen a la venta. Esta situación constituye la consecuencia ineludible de todo intento por parte del gobierno u otro organismo en el sentido de hacer cumplir un precio máximo inferior al nivel en que un mercado sin trabas habría fijado al precio del mercado.

Los ruritanos desearían consumir más artículos extranjeros que los que pueden comprar exportando productos de Ruritania. Constituye una forma bastante torpe de describir esta situación declarar que los ruritanos sufren una escasez de divisas extranjeras. Su apuro es resultado del hecho de que no están produciendo mayor cantidad de cosas y de mejor calidad, ni para el consumo doméstico ni para el extranjero. Si en el mercado libre, el dólar compra 100 rures ruritanos y el gobierno fija una paridad ficticia de 50 rures y trata de hacer que se cumpla mediante el control de los cambios con el exterior, las cosas empeorarán. Las exportaciones de Ruritania disminuirán y la demanda de artículos extranjeros aumentará.

Por supuesto que en ese caso el gobierno ruritano recurrirá a diversas medidas, supuestamente destinadas a “mejorar” la balanza de pagos. Mas no importa qué se ponga en práctica, la “escasez” de dólares no desaparece.

Hoy día el control de los cambios con el exterior representa primordialmente un medio para la expropiación virtual de las inversiones extranjeras. Ha destruido el mercado internacional de capitales y de dinero. Constituye el principal instrumento de la política que persigue eliminar las importaciones y, de esta manera, aislar económicamente a los varios países. Por lo tanto, es uno de los factores más importantes para la decadencia de la civilización occidental. Los historiadores futuros tendrán que ocuparse de él con todo detalle. Al referirse a los problemas monetarios que ofrece la realidad de nuestra época, basta con hacer hincapié en el punto de que es una política destinada al fracaso.

Banca libre en la teoría y en la historia. Y también como fue en la Argentina

En un próximo libro sobre el sistema institucional monetario (Vanberg & Köhler, Renewing the Search of a Monetary Constitution), Larry White tiene un capítulo sobre “Banca libre en la historia y en la teoría”.

“Desde 1962, las políticas keynesianas de los bancos centrales han dado muy pobres resultados, y los sistemas bancarios legalmente regulados han mostrado inestabilidad. Se han desarrollado alternativas a las teorías macroeconómicas keynesianas, las más notables aquellas catalogadas como “New Classical Economics”. La visión de banca libre como un sistema de auto regulación ha sido rehabilitada y teóricamente extendida en interesantes direcciones. Pero al mismo tiempo la visión contrastante que una banca de laissez-faire es inherentemente inestable, con la consiguiente conclusión que el seguro de depósitos gubernamental es un remedio de bajo costo, ha sido formalizada de distintas formas. Estos desarrollos reales y teóricos han dado origen a un creciente interés en reexaminar las reales situaciones históricas del patrón oro y sistemas cercanos al laissez-faire.”

La idea de la banca libre se desarrolló a partir del trabajo de Ludwig von Mises “The Theory of Money and Credit” (1912), seguido del trabajo de Vera Smith “The Rationale of Central Banking” (1936). Friedrich A. Hayek, quien fue el tutor de tesis de Smith trató el tema en “Monetary Nationalism and International Stability (1937) y Lionnel Robbins también en “Economic Planning and International Order” (1937).

En 1956, Gary Becker escribió un paper con el título “Free Banking” criticando las ineficientes regulaciones bancarias, pero recién fue publicado en 1993. En trabajos de 1967 y 1972 R. Cameron presentó los favorables resultados del sistema de banca libre en Escocia. En los años 1970 tres autores trabajaron sobre el tema: Hugh Rockoff produjo una tesis (tutor: Robert Fogel) y algunos artículos sobre la experiencia de banca libre en Estados Unidos, Benjamin Klein propuso una teoría sobre la competencia de monedas no convertibles y F. A. Hayek propuso la “desnacionalización del dinero” como un programa de reforma.

Luego vinieron el mismo Larry White, George Slegin, Kurth Schuler, Kevin Dowd, Steven Horwitz y otros en los años 80s y 90s.

“El sistema de banca libre en Escocia entre 1716 y 1845 produjo estabilidad y competitividad. Había muchos bancos compitiendo entre sí, la mayoría de ellos bien capitalizados. Briones & Rockoff muestran que hubo un considerable consenso de que esa banca muy poco regulada fue un éxito. También hubo experiencias de este tipo en Estados Unidos donde el Suffolk Bank actuaba como caja de clearing, Canadá (no tuvo banco central hasta 1935), Suecia, Suiza, Chile, Australia, Colombia, China, Francia e Irlanda.

“Donde el sistema de banca libre tuvo una razonable oportunidad de funcionar, por ejemplo en Escocia y Canadá, funcionó bien para el típico cliente de bancos, usuario de dinero y servicios bancarios. ¿Por qué entonces todas las naciones adoptaron la banca central? La banca libre a menudo dejó de existir por la imposición de pesadas restricciones legales, o la creación de un banco central privilegiado que ofrecía ventajas a intereses políticamente influyentes. El historiador económico Charles Kindleberger ha dicho que hubo “una fuerte preferencia revelada en la historia por un solo emisor”. Como George Selgin y yo hemos mostrado, la preferencia que la historia revela es la de las autoridades fiscales, no la de los usuarios”.

Para los que quieran conocer sobre la experiencia bancaria en Argentina, se pueden leer estos artículos:

María Cristina Gómez, “Free banking en Argentina”: http://www.eseade.edu.ar/servicios/Libertas/24_3_Free%20Banking%20en%20Argentina%20-%20El%20Caso%20de%20la%20libre%20compretencia%20de%20monedas%20en%20la%20historia%20monetaria%20Argentina.pdf

Nicolás Cachanoksy, “The Law of National Guaranteed Banks in Argentina 1887-1890: Free banking failure or regulatory failure?”: http://www.independent.org/pdf/tir/tir_16_04_06_cachanosky.pdf